La República. Cuentos de terror de un magistrado

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FORO DE LECTORES
¿Por qué, si se supone que ustedes son la pura ley, no actúan conforme a ella?
Lunes 4 de agosto, 2014
Cuentos de terror de un magistrado
Normalmente, entenderíamos que la persecución política es un fenómeno ajeno a la
realidad costarricense. Después de todo, somos una sociedad democrática, respetuosa de
los derechos humanos, protectora del ambiente, entre otros aspectos, y cómo dudarlo, ¡si
somos
el
país
más
feliz
del
mundo!
De este modo, aun formando parte de una sociedad de derecho, existen quienes
defienden que se ha actuado siempre dentro del marco de legalidad y que la destitución de
un funcionario de los supremos poderes, puede darse aunque no exista un procedimiento
claramente definido. ¿Cuál va a ser el resultado? Una posible demanda muy cara para el
Estado.
Basta utilizar el sentido común para percatarse de que lo sucedido con el magistrado
Óscar González, ha sido el resultado de una clase política que quiere demostrar su
supremacía, cobijado bajo el falso pretexto de que ningún delito debe quedar impune, sin
importar
los
medios
a
los
cuales
deba
acudirse.
Si bien es cierto, el magistrado ha echado mano de todos los instrumentos jurídicos a su
alcance para evitar su destitución, motivo que le ha ganado aún más críticas, la verdad es
que
cualquiera
de
nosotros
hubiera
hecho
exactamente
lo
mismo.
Así que antes de emitir cualquier crítica, o asignar calificativos de “violador” al señor
magistrado, hago una simple lectura de los hechos: jueza del Poder Judicial, es decir,
persona con una formación en derecho, ampliamente anuente y consciente de los
instrumentos que brinda el Estado para denunciar cualquier tipo de violación a sus
derechos humanos, alega haber sido violada en reiteradas ocasiones, y en diferentes
años, de forma consecutiva, por su superior jerárquico, del cual era además su
“compañera
sentimental”.
Cabe preguntarse, ¿por qué decide la señora Quirós, persona con tal alta formación
profesional,
denunciar
tales
delitos
hasta
ahora?
Situaciones como la descrita por la acusada son típicas en circunstancias donde la víctima
se encuentra en una posición de vulnerabilidad y de convivencia con el acusado. Cosa que
no ha quedado demostrada en el presente caso, lo cual no hace más que dejarme un
sinsabor
sobre
lo
ocurrido.
Más allá de ello, cabe valorar de manera objetiva el procedimiento que a todas luces
resulta inconstitucional, al que ha sido sometido el magistrado González. Nuestra
Constitución Política se refiere en el artículo 121 a una suspensión del cargo de un
miembro de los supremos poderes para poder ser juzgado mediante un procedimiento
especial. Aclaro, no se habla de destitución. Aunado a lo anterior, considero aún más
grave que se alegue como apegado al debido procedimiento legislativo, la realización de
un Informe de una Comisión integrada por tres diputados, que en menos de una semana,
fueron capaces de abarcar varios cientos de folios, a fin de concluir que la destitución del
funcionario era lo procedente. ¡Abramos los ojos! En un caso donde se afecta la integridad
de un ser humano, el análisis que se debe realizar no puede ser tomado a la ligera.
Por supuesto que hay que proteger los derechos de la víctima, pero ¿qué de los derechos
del acusado que puede ser víctima de una falsa acusación? ¿No debería el sistema
proteger a ambas partes? Actualmente, con la destitución del magistrado González se está
aplicando una sanción sin que exista una resolución judicial referida a su culpabilidad.
Por esta razón, no puedo admitir las declaraciones, cuando afirman que lo que se pretende
con la destitución es enviar el mensaje de que se quiere “un Poder Judicial intachable”.
Admitir dicho presupuesto daría por correcto el despido sin responsabilidad patronal, y sin
un debido proceso de cualquier funcionario judicial, sobre la base de meras conjeturas y
cuestionamientos.
¿A
dónde
quedó
el
principio
de
inocencia?
No me queda más que cuestionarle a la Asamblea Legislativa, en las palabras de Daniel
Arizmendi, lo siguiente: ¿Por qué, si se supone que ustedes son la pura ley, no actúan
conforme a ella?
Johanna González Zúñiga
Abogada
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