XII. El Sector Asegurador ante la Nueva Ley de Prevención del Blanqueo de Capitales y la Financiación del Terrorismo

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XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY
DE PREVENCIÓN DEL BLANQUEO DE CAPITALES
Y DE LA FINANCIACIÓN DEL TERRORISMO
Luis Alfonso Fernández Manzano. Counsel - Seguros y Reaseguros. Hogan Lovells
Profesor Asociado de la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE)
XII.1. INTRODUCCIÓN: LA APROBACIÓN
DE LA LEY 10/2010, DE 28
DE ABRIL, DE PREVENCIÓN
DEL BLANQUEO DE CAPITALES
Y DE LA FINANCIACIÓN
DEL TERRORISMO
español, con un considerable retraso1, las últimas
Directivas comunitarias en la materia, en concreto, la Directiva 2005/60/CE, del Parlamento
Europeo y del Consejo, relativa a la prevención
de la utilización del sistema financiero para el
blanqueo de capitales y para la financiación del
terrorismo, desarrollada por la Directiva
2006/70/CE de la Comisión, de 1 de agosto de
2006, por la que se establecen disposiciones de
aplicación de la Directiva 2005/60/CE. No obstante, aunque la transposición de estas Directivas
es lo que motiva en última instancia la promulgación de la norma, su finalidad primordial es la
actualización y mejora de la vigente regulación
en la materia, sustituyendo a la Ley 19/1993,
aunque manteniendo en gran medida el régimen
y las instituciones jurídicas existentes hasta la
entrada en vigor de la nueva Ley, con el manifiesto objetivo, también recogido en el Preámbulo, de reducir los costes de adaptación de los
sujetos obligados.
Si bien dentro del sector financiero las entidades
aseguradoras y las corredurías de seguros no
constituyen el principal medio para el lavado de
fondos delictivos y la financiación del terrorismo,
lo cierto es que el sector asegurador se ha convertido en los últimos años, gracias a su modernización y a la aparición de sofisticados productos de seguro de vida, en objetivo de las organizaciones que se dedican al blanqueo de dinero y
a la financiación de actividades terroristas. Por
consiguiente, en tanto en cuanto las aseguradoras y los corredores que operan en el ámbito del
seguro de vida siguen siendo sujetos obligados
por la normativa de prevención de tales actividades, la aprobación de la Ley 10/2010, de 28 de
abril, de Prevención del Blanqueo de Capitales y
de la Financiación del Terrorismo, ha afectado
igualmente al sector asegurador español, que se
ha visto obligado a continuar el esfuerzo de
adaptación realizado desde la promulgación de
la Ley 19/1993, de 28 de diciembre, sobre Determinadas Medidas de Prevención del Blanqueo de
Capitales.
Este loable objetivo sólo podrá lograrse, en su
caso, parcialmente, pues la Ley 10/2010 introduce nuevas exigencias para los sujetos obligados,
que no sólo provienen de la transposición de las
1
Retraso que ha motivado dos Sentencias condenatorias
del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, por
no transponer las Directivas 2005/60/CE y 2006/70/CE antes
del 15 de diciembre de 2007 (Sentencias de 24 de septiembre y 1 de octubre de 2009).
Como se expone en su Preámbulo, la nueva
Ley viene a transponer al ordenamiento jurídico
257
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
Bloqueo de la Financiación del Terrorismo, no se
limitaba a regular la congelación o bloqueo de
fondos potencialmente vinculados al terrorismo,
como era su propósito inicial, sino que reprodujo las obligaciones de prevención de la Ley
19/1993, lo que resultaba claramente disfuncional. En consecuencia, a partir de la aprobación
de la Ley 10/2010, esta norma regulará de forma
unitaria los aspectos preventivos tanto del blanqueo de capitales como de la financiación del
terrorismo, mientra que en la Ley 12/2003 se
mantendrá lo relativo al bloqueo de fondos.
A pesar del declarado propósito de la norma
de mantener en la medida de lo posible la regulación anterior para evitar los costes de adaptación al nuevo régimen de los sujetos obligados, la
nueva norma introduce modificaciones con gran
relevancia práctica para el sector asegurador, que
obligarán (que, de hecho, ya obligan) a las entidades aseguradoras autorizadas para operar en
el ramo de vida y a los corredores de seguros
cuando actúen en relación con seguros de vida u
otros servicios relacionados con inversiones a
implantar nuevos procedimientos para adaptarse
a la nueva regulación en la materia.
Entidades aseguradoras y corredurías de
seguros –incluyendo a aquéllas que operen en
España a través de sucursales o en libre prestación de servicios (lo que en la práctica supondrá
que estas entidades deberán cumplir simultáneamente las normas españolas sobre prevención del
blanqueo de capitales y financiación del terrorismo y las del Estado miembro de origen)– deberán hacer un notable esfuerzo de adaptación a la
nueva regulación, pasando a estar obligadas a
aprobar un documento donde conste la política
expresa de admisión de clientes, procedimientos
para la identificación de clientes y para su clasificación en categorías determinadas, etc.
No obstante lo anterior, y como acabamos de
apuntar, algunos aspectos de la norma especialmente relevantes han quedado condicionados al
desarrollo reglamentario de la Ley, como, por
ejemplo, la posibilidad de excepcionar determinadas operaciones de vida-riesgo del ámbito
obligacional de la Ley 10/2010, a tenor de lo dis-
Directivas comunitarias2. Dichas Directivas, en
concreto la Directiva 2005/60/CE, son normas de
mínimos y únicamente establecen un marco
general que ha de ser completado por los Estados miembros, dando lugar a normas nacionales
más extensas y detalladas que deben atender a
los concretos riesgos existentes en cada Estado
miembro, lo que ha llevado al legislador español
a recoger en la nueva Ley, al igual que sucedía
con la derogada Ley 19/1993, disposiciones más
rigurosas que las previstas en la normativa comunitaria.
Ello ha traído consigo una norma declaradamente reglamentista, como de forma llamativa,
por inhabitual, se reconoce en el Preámbulo de la
norma, lo que se justifica por el hecho de que los
deberes específicos impuestos a los sujetos obligados encuentran mejor acomodo en normas de
rango legal. El carácter reglamentista de la Ley
choca con el hecho de que se mantenga la vigencia del Reglamento de la Ley 19/1993, aprobado
por Real Decreto 925/1995, de 9 de junio, en
todo aquello que no se oponga a la Ley, lo que,
junto a otros aspectos a los que nos referiremos
más adelante, hace recomendable la aprobación,
a la mayor brevedad posible, de un nuevo Reglamento.
Además de la necesaria transposición de las
Directivas comunitarias antes mencionadas, la
Ley 10/2010 tiene como una de sus principales
finalidades la unificación de los regímenes de
prevención del blanqueo de capitales y de la
financiación del terrorismo, dada la dispersión
existente hasta su entrada en vigor, debida a que
la Ley 12/2003, de 21 de mayo, de Prevención y
2
Según sostiene LOMBARDERO EXPÓSITO («Ley
10/2010, de 28 de abril, de Prevención del Blanqueo de Capitales
y de la Financiación del Terrorismo». Quincena Fiscal Aranzadi,
núm. 13/2010), la nueva Ley provocará sin duda un incremento de costes, puesto que «(...) La ley derogada establecía 10
categorías de sujetos obligados, mientras que la nueva ley eleva su
número a 26. Ese incremento, sin entrar en matices, supone un
gasto por los operadores económicos, los nuevos sujetos obligados
(...) Pero el incremento de costes no hace referencia exclusivamente
al aumento en el número de sujetos obligados, sino que para todos
ellos se establece un mayor número de obligaciones que las existentes
en la normativa que se deroga, lo que indefectiblemente provocará
un mayor gasto para los sujetos obligados (...)».
258
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
producto motivó que la normativa vigente en la
materia estableciese previsiones específicas sobre
las entidades aseguradoras y las corredurías de
seguro que operaban en el ramo de vida, además
de las obligaciones genéricas que, en su condición de sujetos obligados, también debían cumplir3.
Tras la modificación operada por la Ley
36/2006, de 29 de noviembre, de Medidas para la
Prevención del Fraude Fiscal, en el artículo 2 de
la Ley 19/1993, quedaron sujetos a las obligaciones de la Ley, además de las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de vida
y las entidades gestoras de fondos de pensiones,
los corredores de seguros cuando actuasen en
relación con seguros de vida y otros servicios relacionados con la inversión. La inclusión de los
corredores de seguros que actúan en el ámbito
del seguro de vida vino motivada por lo previsto
en la Directiva 2005/60/CE o Tercera Directiva,
transpuesta íntegramente a nuestro Derecho por
la Ley 10/2010, que consideraba que los intermediarios de seguros debían ser incluidos en el
ámbito subjetivo de las normas de prevención de
blanqueo y de la financiación del terrorismo ante
la posibilidad de que el mayor rigor de los controles sobre el sector financiero llevase a los blanqueadores de dinero y financiadores del terrorismo a servirse de los intermediarios de seguros de
vida como medios alternativos para lograr sus
fines delictivos.
Las obligaciones de aseguradoras, entidades
gestoras de fondos de pensiones y corredurías
puesto en el artículo 2.1.b), que después de considerar como sujetos obligados a las entidades
aseguradoras autorizadas para operar en el ramo
de vida y a los corredores de seguros cuando
actúen en relación con seguros de vida u otros
servicios relacionados con inversiones, precisa
que tendrán esa consideración «con las excepciones
que se establezcan reglamentariamente».
En consecuencia, el desarrollo reglamentario
de la Ley 10/2010 podría tener una notable incidencia en el sector asegurador, por lo que las
entidades aseguradoras y corredores de vida
están obligados a adaptarse a las previsiones de
la nueva Ley y, en un plazo aún indefinido, deberán readaptarse a las novedades que introduzca
la correspondiente disposición reglamentaria,
que podría relajar algunas de las exigencias legales para nuestro sector. No obstante, no habiendo sido aprobado aún el Reglamento de la Ley
10/2010, dedicaremos las próximas páginas el
análisis, necesariamente breve, de las más importantes novedades que trae consigo el nuevo texto
legal que nos ocupa.
XII.2. LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN
DEL BLANQUEO DE CAPITALES
Y DE LA FINANCIACIÓN
DEL TERRORISMO Y SU INCIDENCIA
EN EL SECTOR ASEGURADOR
XII.2.1. LA ADAPTACIÓN DEL SECTOR
ASEGURADOR A LA NORMATIVA
SOBRE PREVENCIÓN DEL
BLANQUEO DE CAPITALES
3
Ya apuntábamos en otro lugar (FERNÁNDEZ MANZANO, L.A: «Cumplimiento de la normativa sobre lucha contra el
terrorismo y operaciones de blanqueo de capitales». Estudio sobre
el sector asegurador en España (dir. Blanco-Morales Limones, P.). Ed. Fundación de Estudios Financieros. Madrid,
2010, págs. 199-200) que el seguro de vida no es la única
modalidad de seguro que puede utilizarse para el blanqueo
de capitales, pues también puede lograrse ese objetivo a través de pólizas de daños o incluso de responsabilidad civil. No
obstante, el instrumento más idóneo para ser utilizado con
esta finalidad es, sin duda, el seguro de vida, por lo que sólo
aquellas personas que intervienen en la distribución del
mismo, aseguradoras y corredores, son conceptuadas como
sujetos obligados, no extendiéndose tal consideración a los
que participan en la comercialización de otros productos de
seguro.
Como ha puesto de manifiesto el GAFI (Grupo
de Acción Financiera Internacional), aunque,
dentro del sector financiero, las entidades aseguradoras y las corredurías de seguros no parecen
ser el principal medio para el lavado de fondos
delictivos y la financiación del terrorismo, la creciente modernización del sector lo ha convertido
en objetivo de las redes de blanqueo. La posible
utilización del seguro de vida como instrumento
de blanqueo y las peculiares características del
259
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
son las mismas que las que pesan sobre el resto
de instituciones financieras afectadas por esta
normativa, con los correspondientes matices y
excepciones, pero en el sector asegurador se
siguen apreciando deficiencias, en ocasiones
ciertamente llamativas, a la hora de cumplir puntualmente con la normativa sobre prevención del
blanqueo de capitales. No obstante, no debe despreciarse ni olvidarse el notabilísimo esfuerzo
realizado por el sector asegurador español para
dar cumplimiento a la normativa vigente en la
materia desde la promulgación de la Ley
19/1993, por ejemplo, exigiendo que el pago de
las primas se realizase a través de cuentas bancarias abiertas a nombre de los clientes (según estudios realizados por UNESPA, más del 90% del
pago de primas se realiza en la actualidad por
esta vía, lo que limita notablemente las posibilidades de blanqueo de capitales mediante la contratación de pólizas de seguro de vida).
El esfuerzo del sector se puede percibir también en la autorregulación que se ha llevado a
cabo tanto por parte de cada entidad aseguradora o correduría, como principalmente en el seno
de UNESPA, que ha publicado una «Guía de buenas prácticas en materia de control interno»,
cuya última actualización es de 2007, y mediante
la cual se tratan de aproximar las prácticas del
sector a los principios que inspiran la materia en
otros Estados miembros de la Unión Europea,
aunque dejando un amplio margen a las compañías para establecer sus procedimientos internos.
La aprobación y entrada en vigor de la Ley
10/2010 exigirá al sector asegurador un nuevo
esfuerzo de adaptación a la nueva regulación.
Aunque, como antes apuntábamos, el objetivo
declarado del legislador, reflejado en el Preámbulo de la Ley, es mantener en la medida de lo
posible el régimen vigente para evitar elevados
costes de adaptación a los sujetos obligados, la
nueva Ley introduce importantes modificaciones respecto al régimen anterior, por lo que,
aunque no nos encontramos ante un cambio
radical, tampoco las aseguradoras de vida y las
corredurías obligadas podrán limitarse a mantener sus procedimientos de prevención del blanqueo como hasta la fecha, sino que tendrán que
adaptarse a las nuevas obligaciones que contiene la Ley, pudiendo y debiendo aprovechar la
oportunidad para corregir las deficiencias
detectadas en cuanto al cumplimiento de la normativa en la materia. A las novedades que introduce la Ley y que afectan al sector asegurador
español dedicaremos los siguientes apartados
de este breve estudio.
XII.2.2. NOVEDADES QUE INTRODUCE
LA LEY 10/2010 EN EL ÁMBITO
ASEGURADOR
XII.2.2.1. Sujetos obligados
Sin perjuicio de que la lista de sujetos obligados
recogida en la nueva Ley es mucho más exhaustiva que en las normas anteriores, los sujetos obligados en el sector asegurador siguen siendo los
mismos: «las entidades aseguradoras autorizadas
para operar en el ramo de vida y los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u
otros servicios relacionados con inversiones, con las
excepciones que se establezcan reglamentariamente»
(artículo 2.1 b) de la nueva Ley ), así como «las
entidades gestoras de fondos de pensiones» (artículo
2.1 e) de la nueva Ley).
Asimismo, continúan siendo sujetos obligados
las personas o entidades no residentes que, a través de sucursales o mediante la prestación de servicios sin establecimiento permanente, desarrollen en España las actividades de los sujetos obligados. En otras palabras, siguen siendo sujetos
obligados, como hasta ahora, las sucursales de
entidades aseguradoras o corredurías que operen
en vida en España, así como aquéllas que lo
hagan en régimen de libre prestación de servicios, lo que en la práctica supondrá que estas
entidades deberán cumplir simultáneamente las
normas españolas sobre prevención del blanqueo
de capitales y financiación del terrorismo y las
del Estado miembro de origen. Cuestión ésta
especialmente problemática en el caso de las
entidades que operan en España en régimen de
libre prestación de servicios que, sin tener presencia física en nuestro país de ningún tipo, se
260
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
ven obligadas a cumplir con una normativa pensada para ser cumplida por personas físicas y
jurídicas presentes en España y cuando, además,
dichas entidades ya están dando cumplimiento a
la propia normativa sobre prevención del blanqueo y de la financiación del terrorismo del Estado donde están domiciliadas.
Piénsese, por ejemplo, en las dificultades que
encontrarán las entidades domiciliadas en otros
Estados del Espacio Económico Europeo que distribuyen en España en libre prestación de servicios productos de seguro de vida (habitualmente
se trata de productos con un fuerte contenido de
inversión, dirigidos a un segmento de población
concreto, no numeroso y con un importante
poder adquisitivo) que, después de cumplir con
su normativa nacional de prevención del blanqueo de capitales y de financiación del terrorismo se ven obligados a dar cumplimiento a la normativa española. Por ejemplo, cualquier entidad
que se encuentre en esa situación deberá designar a un representante ante el SEPBLAC (representante que no será un residente en España,
pues las entidades que operan en libre prestación
de servicios no tienen presencia en nuestro país,
lo que planteará numerosos problemas prácticos,
tanto para encontrar internamente a dicho
representante –que estará poco ansioso por asumir un puesto del que se pueden desprender responsabilidades que muy probablemente son
ignoradas–, idiomáticos, etc.). Además, deberá
cumplir con las obligaciones de comunicación al
SEPBLAC, incluyendo la comunicación sistemática de determinadas operaciones y de la no existencia de operaciones susceptibles de comunicación; deberán realizar el examen externo de sus
medidas de control interno -lo que puede diferir
de las obligaciones que al respecto establezca su
normativa nacional-; estarán obligadas a conservar la documentación durante al menos diez
años, lo que también puede chocar con la normativa del Estado miembro de la entidad; deberán proporcionar formación a sus empleados
para que tengan conocimiento de las exigencias
derivadas de la Ley española, etc.
En definitiva, el hecho de considerar como
sujetos obligados por la Ley a las entidades no
residentes debería estar limitado a aquellos
supuestos en que no nos encontramos ante compañías de otros Estados del Espacio Económico
Europeo que, como es obvio, tendrán normativas
totalmente equiparables a la española en la materia. Pero, dado que la Ley 10/2010 no contiene
matiz alguno al respecto, entendemos que este
aspecto de la norma producirá notables distorsiones o, simplemente, será ignorado por las
entidades no residentes ante las importantes dificultades que impone su cumplimiento y ante el
hecho de que el supervisor en la materia será el
correspondiente al Estado del domicilio de la
entidad que, como es lógico, no es competente
para vigilar el cumplimiento de la normativa
española por el sujeto obligado.
XII.2.2.2. Nuevas obligaciones de los sujetos
obligados y su repercusión en el sector
asegurador
En cuanto a las obligaciones que deben cumplir
los sujetos obligados, se regulan de manera
mucho más exhaustiva y detallada que en las
anteriores normas. La nueva Ley estructura tales
obligaciones en cuatro categorías: medidas de
diligencia debida (subdivididas, a su vez, en
medidas normales, medidas simplificadas y
medidas reforzadas), obligaciones de información y obligaciones de control interno y obligaciones de declaración de medios de pago.
De forma muy resumida, las obligaciones más
relevantes en la materia son las siguientes:
1. Medidas de diligencia debida
El capítulo II de la Ley está dedicado a la
adopción de medidas de diligencia debida, distinguiéndose entre medidas normales de diligencia debida (Sección 1ª),
medidas simplificadas (Sección 2ª) y
medidas reforzadas (Sección 3ª).
Las medidas normales consisten, básicamente, en que (artículo 3) los sujetos obligados identificarán a cuantas personas
físicas o jurídicas pretendan establecer
relaciones de negocio o intervenir en cua261
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
lesquiera operaciones, debiendo comprobar la identidad de los intervinientes
mediante documentos fehacientes y
debiendo, además, identificar al titular
real y obtener información sobre el propósito e índole de la relación de negocios
a fin de garantizar que las transacciones
efectuadas coincidan con el conocimiento
que el sujeto obligado tenga del cliente y
de su perfil empresarial y de riesgo.
En relación con la obligación de identificar a las personas físicas o jurídicas con
las que se van a entablar relaciones de
negocio o realizar operaciones, la nueva
Ley introduce una precisión en el ámbito
de los seguros de vida. Así, su artículo 3.3
establece que «la comprobación de la identidad del tomador deberá realizarse en todo caso
con carácter previo a la celebración del contrato. La comprobación de la identidad del beneficiario del seguro de vida deberá realizarse en
todo caso con carácter previo al pago de la
prestación derivada del contrato o al ejercicio
de los derechos de rescate, anticipo o pignoración conferidos por la póliza».
Este precepto contiene, a nuestro juicio,
un evidente error conceptual: los derechos de rescate, anticipo o pignoración
corresponden, ex artículos 96, 97, 98 y 99
de la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de
Contrato de Seguro4, al tomador del
seguro de vida, no al beneficiario, por lo
que la comprobación de la identidad del
beneficiario sólo sería precisa en aquellos
supuestos en que el beneficiario fuese distinto del tomador de la póliza (cuya identidad ya ha sido comprobada al contratar
el seguro) y siempre y cuando se produjese la contingencia cubierta que motiva el
abono de la prestación a un beneficiario
que no coincida con asegurado y tomador
(esto es, no procedería la comprobación
de la identidad del beneficiario cuando
éste sea el propio tomador y asegurado
–v.gr., en caso de jubilación o incapacidad
permanente del asegurado que es al
mismo tiempo el tomador de la póliza–),
pero nunca procedería tal comprobación
de identidad cuando el tomador ejercita
sus derechos de rescate, anticipo o pignoración, pues en ese caso sería suficiente
con la identificación efectuada antes de
celebrar el contrato, no siendo necesario
volver a comprobar la identidad del
tomador en el momento de ejercitar tales
derechos.
En relación con la identificación de los
clientes, se han suscitado dudas sobre el
cumplimiento de tal obligación por parte
de entidades aseguradoras y corredores,
considerándose que la misma no se está
llevando a la práctica con la suficiente
diligencia5 –lo que, obviamente, exigiría
un notable cambio de mentalidad por
parte de estos sujetos obligados–, así
como sobre a quién corresponde tal obligación cuando intervienen corredor y
compañía aseguradora, ambos sujetos
obligados por la norma. Respecto a este
último aspecto, parece ilógico exigir a
ambos sujetos obligados que identifiquen
a los clientes en los mismos términos (esto
es, exigiendo al cliente documentos fehacientes que acrediten su identidad), pues-
5
GÓMEZ-FERRER RINCÓN, J.: La prevención del
blanqueo de capitales en las entidades aseguradoras, las gestoras y los corredores de seguros. Ed. Fundación Mapfre.
Madrid, 2010, págs. 69-70. Según este autor «(...) Ni siquiera
las grandes aseguradoras cumplen diligentemente esta obligación
establecida por la Ley. (...) en la práctica, esta obligación se cumple
de una manera insuficiente, salvo en el caso de las aseguradoras que
forman parte de un grupo bancario y que por tanto sí tienen una
mayor experiencia y desarrollo en el cumplimiento de esta obligación. Creo que una de las razones principales del incumplimiento
sistemático de esta obligación, que incluye la falta de conservación
de la identificación formal, se encuentra en la poca practicidad operativa de la misma. La solicitud de tanta información de carácter
personal y reservada en la fase de comercialización, hace que el
cliente huya de esa compañía hacia otra más laxa, en relación con
los requerimientos de información (...)».
4
Lo que no parece que vaya a variar en un futuro próximo, pues también los artículos 92, 93 y 96 del Anteproyecto
de Ley de Contrato de Seguro de junio de 2010 establecen
que los derechos de rescate, anticipo, cesión y pignoración
en el seguro de vida siguen correspondiendo al tomador.
262
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
to que, si el cliente ha sido identificado
por su corredor, exigirle de nuevo tal
identificación por la entidad aseguradora
puede ser contraproducente desde un
punto de vista comercial.
Sin embargo, no debe olvidarse que la Ley
no introduce ninguna matización al respecto, por lo que no puede deducirse de
su literalidad que la aseguradora quede de
algún modo liberada de sus obligaciones
por el hecho de que el corredor cumpla las
suyas. Por lo tanto, a nuestro juicio, al realizar en primer lugar el corredor la identificación de su cliente, será preciso al
menos que aquél proporcione al asegurador los documentos fehacientes que le
hayan sido proporcionados por el futuro
tomador para acreditar su identidad, pues
de otro modo el asegurador deberá requerírselos para dar cumplimiento a las obligaciones que en la materia le impone la
Ley 10/2010, y ello a pesar de las suspicacias que puede suponer para los corredores esta transferencia de información a las
compañías aseguradoras6.
Por otro lado, se exige (artículo 6) que los
sujetos obligados apliquen medidas de
seguimiento continuo de la relación de
negocios, incluido el escrutinio de las
operaciones efectuadas a lo largo de
dicha relación, lo que exigirá una revisión
de operaciones anteriores sin que la
norma establezca ningún criterio sobre
como ha de realizarse tal escrutinio de
operaciones previas, tal vez porque ello
pueda ser objeto de desarrollo reglamentario. No obstante, los sujetos obligados
estarán autorizados para no hacer este
seguimiento continuo en los supuestos
previstos en el artículo 10 de la Ley, como
comentaremos más adelante.
Los sujetos obligados aplicarán las
medidas de diligencia debida a todos los
nuevos clientes y también a los clientes
existentes, en función del oportuno análisis del riesgo, absteniéndose de establecer relaciones de negocio o de ejecutar operaciones cuando no puedan aplicar las medidas de diligencia debida
(artículo 7.3).
Asimismo, los sujetos obligados podrán
(artículo 8) recurrir a terceros sometidos a
la ley para la aplicación de las medidas de
diligencia debida, con excepción del
seguimiento continuo de la relación de
negocios, si bien los sujetos obligados
mantendrán la plena responsabilidad respecto de la relación de negocios incluso
cuando el incumplimiento sea imputable
al tercero, sin perjuicio de la eventual responsabilidad de éste. El recurso a terceros
para la aplicación de las medidas de diligencia debida exigirá la previa conclusión
de un acuerdo escrito entre el sujeto obligado y el tercero en el que se formalicen
sus respectivas obligaciones, aunque lo
anterior no será de aplicación a las relaciones de externalización o agencia cuando, en virtud de un acuerdo contractual,
el proveedor de servicios de externalización o agente deba ser considerado como
parte del sujeto obligado.
La medidas simplificadas de diligencia
debida se traducen en una autorización
para los sujetos obligados para no aplicar las medidas de diligencia debida a
determinados clientes (por ejemplo, entidades financieras domiciliadas y supervisadas en la Unión Europea –artículo 9–) o
ante determinadas operaciones o productos (v.gr., pólizas de seguro de vida
que no superen determinada cuantía
–artículo 10–).
No obstante, la nueva Ley no contiene
ninguna excepción a la obligación de
identificar a los clientes, ni siquiera cuando el pago de las primas de seguro de
vida se realiza mediante transferencia,
domiciliación bancaria o cheque nomina-
6
GÓMEZ-FERRER RINCÓN, J.: La prevención del
blanqueo de capitales (...), op. cit., pág. 70.
263
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
tivo de una entidad de crédito domiciliada en España, en la Unión Europea o en
países terceros equivalentes, a diferencia
de lo que establece el artículo 4.2.d) del
Real Decreto 925/1995 (excepción que
fue introducida por el Real Decreto
54/2005), por el que se aprueba el Reglamento de la Ley 19/1993, precepto que
debe entenderse derogado por ser contrario a lo previsto en la Ley 10/20107. En
estos casos, el artículo 10.2 establece que
aseguradoras y corredores quedan autorizados para no aplicar las medidas de diligencia debida del artículo 6 (seguimiento
continuo de la relación de negocios), pero
se precisa que tendrán que aplicarse tales
medidas (incluida, por supuesto, la identificación del futuro cliente) con carácter
previo al establecimiento de la relación
de negocios o al pago de la prestación o
al ejercicio de los derechos de rescate,
anticipo o pignoración concedidos en la
póliza8.
2.
7
La desaparición de tal excepción fue muy criticada por
UNESPA en sus Observaciones Preliminares al Anteproyecto
de Ley por entender que dicha excepción se recoge en la
Directiva 91/308/CEE, tras la modificación de la misma por
la Directiva 2001/97/CE, sin que exista justificación para la
supresión de la excepción, lo que obligará a las entidades
aseguradoras a realizar cambios muy significativos de sus
procedimientos internos.
8
Finalmente, el legislador español ha hecho uso de la
posibilidad que le concedía el apartado (9) del preámbulo de
la Directiva 2006/70/CE, que consideraba oportuno aplicar
procedimientos simplificados de diligencia debida en determinadas circunstancias, por ejemplo, cuando los beneficios
del producto financiero no puedan realizarse, en general, en
favor de terceros y sólo sean realizables a largo plazo, como es
el caso de algunas pólizas de seguros de inversión o productos de ahorro, o cuando el objeto del producto financiero sea
financiar activos materiales, a condición de que las transacciones se realicen a través de cuentas bancarias y se sitúen por
debajo de un umbral apropiado. Por lo tanto, y como apuntábamos en otro lugar (FERNÁNDEZ MANZANO, L.A:
«Cumplimiento de la normativa sobre lucha contra el terrorismo y
operaciones de blanqueo de capitales», op. cit., págs. 207-208),
teniendo presente que la Ley también transpone a nuestro
Derecho la Directiva 2006/70/CE, era perfectamente admisible extender la posibilidad de aplicar medidas simplificadas
de diligencia debida cuando las contraprestaciones derivadas
de pólizas de seguro de vida o de planes de pensiones se realizasen a través de cuentas bancarias abiertas a nombre de
clientes, como en última instancia se ha plasmado, aunque de
forma limitada, en la redacción final de la norma.
264
Por último, las medidas reforzadas de
diligencia debida (artículo 11) son exigibles ante supuestos de alto riesgo de blanqueo de capitales o de financiación del
terrorismo, contemplando ciertas operaciones de riesgo (por ejemplo, relaciones
de negocio y operaciones no presenciales)
y negocios y operaciones de personas con
responsabilidad pública residentes en
otros Estados de la Unión Europea o en
terceros países.
Obligaciones de información
Para cumplir con las obligaciones de
información, el artículo 17 de la Ley
exige a los sujetos obligados examinar
con especial atención cualquier hecho u
operación que, con independencia de su
cuantía, pueda estar relacionado con el
blanqueo o la financiación del terrorismo.
Los propios sujetos obligados tendrán
que concretar, al establecer sus medidas
de control interno, cómo se dará cumplimiento a este deber, pero, en cualquier
caso, deberán elaborar y difundir entre
sus directivos, empleados y agentes una
relación de operaciones susceptibles de
estar relacionadas con el blanqueo de
capitales o la financiación del terrorismo
(lo que, en la práctica, ya hacen muchas
entidades aseguradoras, al incluir en sus
manuales internos el Catálogo Ejemplificativo de Operaciones de Riesgo de Blanqueo de Capitales para Entidades Aseguradoras, emitido por el Ministerio de
Economía y que contiene la relación de
operaciones que el Ministerio estima que
suponen un mayor riesgo de blanqueo).
Además, los sujetos obligados comunicarán al SEPBLAC cualquier hecho u
operación respecto de la cual existan
indicios o certeza de que está relacionado con el blanqueo o la financiación del
terrorismo, absteniéndose de ejecutar
cualquier operación sospechosa y
debiendo comunicar periódicamente al
SEPBLAC las operaciones que se deter-
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
minen reglamentariamente y, cuando
no existan operaciones susceptibles de
comunicación, también deberán comunicar esa circunstancia con la periodicidad que se determine en el Reglamento
de desarrollo de la Ley.
Asimismo, deberá proporcionarse a la
Comisión de Prevención del Blanqueo
de Capitales e Infracciones Monetarias
la documentación e información que
requiera, no pudiendo revelarse al cliente ni a terceros que se ha comunicado
información al SEPBLAC o que se está
examinando o puede examinarse alguna
operación.
Por último, deberá conservarse durante
10 años la documentación en que se formalice el cumplimiento de las obligaciones en esta materia, lo que supone un
incremento de 4 años respecto de la obligación de conservación vigente que fue
solicitado por la Fiscalía Especial Antidroga por ser éste (10 años) el plazo de prescripción del delito de blanqueo de capitales de acuerdo con el Código Penal9.
Por otro lado, el artículo 25.2 de la Ley
exige que los sujetos obligados almacenen las copias de los documentos exigibles en soportes ópticos, magnéticos o
electrónicos que garanticen su integridad, la correcta lectura de los datos, la
imposibilidad de manipulación y su adecuada conservación y localización, excluyendo, por tanto, la posibilidad de conservar tales copias en papel. Como pusimos de manifiesto en otro lugar10, tal exigencia resultaría muy gravosa para ciertas
3.
9
En relación con el plazo de conservación de la documentación, la ampliación de dicho plazo fue objeto de crítica, en concreto por parte de UNESPA, dado que tanto la 10ª
Recomendación del GAFI como el artículo 30 de la Directiva 2005/60/CE establecen que los documentos necesarios
sobre las operaciones realizadas deben conservarse durante
un período mínimo de 5 años desde que hayan finalizado las
relaciones de negocio con su cliente.
10
FERNÁNDEZ MANZANO, L.A: «Cumplimiento de la
normativa sobre lucha contra el terrorismo y operaciones de
blanqueo de capitales», op.cit., pág. 204.
265
entidades de reducida dimensión y con
limitadas posibilidades técnicas (especialmente para las pequeñas corredurías),
motivo éste por el que esta obligación no
ha entrado en vigor con el resto de la
norma el 30 de abril de 2010 (salvo lo
relativo a las obligaciones establecidas en
el artículo 41, respecto a operaciones de
envío de dinero, que entrarán en vigor al
año de la publicación de la Ley en el
BOE), sino que entrará en vigor el 29 de
abril de 2012.
No obstante, este artículo es una clara
muestra del carácter reglamentista de la
Ley reconocido por el propio legislador
en su Preámbulo, pues, dejando al margen que, a nuestro juicio, los sujetos
obligados deberían tener libertad para
decidir cómo conservar su documentación y, obviamente, tan válida a efectos
probatorios es a priori una copia en
papel como otra en soporte magnético,
no parece la Ley el lugar más adecuado
para establecer qué soportes son aptos
para la conservación de esta documentación.
Control interno
Los sujetos obligados deberán aprobar y
aplicar políticas y procedimientos adecuados en materia de diligencia debida,
información, etc., con objeto de prevenir
e impedir operaciones relacionadas con
el blanqueo o la financiación del terrorismo. Al efecto, aprobarán una política
expresa de admisión de clientes, describiendo aquellos tipos de clientes que
podrían presentar un riesgo superior,
designarán un alto directivo como representante ante el SEPBLAC, que será responsable del cumplimiento de las obligaciones de información recogidas en la
Ley, y establecerán un órgano de control
interno responsable de la aplicación de
las políticas y procedimientos, presidido
por el representante ante el SEPBLAC y
con representación, en su caso, de las dis-
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
tintas áreas de negocio. Igualmente,
deberán aprobar un manual adecuado de
prevención de blanqueo y de la financiación del terrorismo que deberá mantenerse actualizado.
El último párrafo del artículo 26.2 establece que los órganos de prevención del
blanqueo de capitales y la financiación
del terrorismo operarán con separación
funcional del departamento o unidad de
auditoría interna del sujeto obligado. A
tenor de la literalidad de este artículo y
tal y como está siendo interpretado el
mismo por el SEPBLAC, no resultará ya
posible que el director del departamento de auditoría interna desempeñe la
función de representante ante el Servicio Ejecutivo o forme parte del órgano
de control interno, aspecto éste relevante en el sector asegurador, puesto que
muchas de las entidades aseguradoras
que operan en España no tienen separación entre los órganos de prevención del
blanqueo y el departamento de auditoría interna.
Por otra parte, las medidas de control
interno deberán ser examinadas anualmente por un experto externo, que valorará la eficacia de las mismas y propondrá
rectificaciones o mejoras (artículo 28)11.
Aunque en la redacción definitiva de la
Ley no se recogieron las propuestas realizadas por las asociaciones del sector
4.
11
Durante la tramitación parlamentaria de la norma se
plantearon enmiendas a este artículo proponiendo la supresión de este requisito de contar con el examen de un experto externo. Para justificar la eliminación de este requisito, el
Grupo Parlamentario Catalán argumentó en el Congreso de
los Diputados que: «El artículo 28 del Proyecto, que trata del control externo, parece resultar una aportación propia del legislador
español, pues no aparece dicho control externo en la Directiva (a
diferencia del control interno, que sí se regula en la misma). Por ello,
nos parece oportuno plantearnos si además del control interno,
resulta necesario un control adicional externo, que supondría un
plus de complejidad y coste adicional a los sujetos obligados (...)».
Por su parte, el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso sostuvo que: «La existencia de un doble control, lejos de redundar en una mayor garantía y seguridad jurídica, provoca duplicidades innecesarias que aumentarán los costes, provocando el
aumento de los costes en los clientes».
266
(UNESPA y ADECOSE, fundamentalmente) en el sentido de que el examen
del experto externo tuviese un carácter
bianual, al igual que en materia de protección de datos, o trienal dado el coste
que estas auditorías supone para los sujetos obligados, sí se incorporó una propuesta de ADECOSE para que en los dos
años siguientes a la emisión del informe
sea suficiente con la emisión de un informe de seguimiento del experto externo
que se refiera exclusivamente a la adecuación de las medidas adoptadas por el
sujeto obligado para solventar las deficiencias identificadas. Por lo tanto, no
será preciso obtener anualmente un
informe completo elaborado por experto
independiente.
Por último, será preciso adoptar las medidas oportunas para proporcionar la adecuada formación de los empleados, de
modo que éstos tengan un conocimiento
suficiente de las exigencias derivadas de
la norma, debiendo participar en cursos
específicos de formación permanente en
la materia de cara a detectar las operaciones con riesgo e instruirles sobre la forma
de proceder en estos casos.
Medios de pago
Finalmente, la Ley establece (artículo
34) la obligación de las personas físicas
de presentar declaración previa de los
movimientos de entrada o salida de
territorio nacional de medios de pago
(entendiendo por tales el papel moneda
y la moneda metálica, cheques bancarios
al portador y cualquier otro medio físico, incluyendo los electrónicos concebidos para ser utilizados como medio de
pago al portador) por importe igual o
superior a 10.000 o su contravalor en
moneda extranjera, así como los movimientos por territorio nacional de
medios de pago por importe igual o
superior a 100.000 o su contravalor en
moneda extranjera.
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
al Anteproyecto de Ley, supone dejar abierta la
posibilidad a que en el futuro desarrollo reglamentario de la Ley se atienda a la casuística particular del sector asegurador (casuística que,
dado el carácter reglamentista de la Ley 10/2010,
nada hubiese impedido que se recogiese en el
propio texto legal), por ejemplo, excepcionando
determinadas operaciones de vida-riesgo absolutamente inhábiles para servir como instrumento
para la comisión de delitos de blanqueo de capitales o financiación del terrorismo, lo que fue
propuesto como Enmienda al Proyecto de Ley en
el Congreso pero no fue finalmente recogido en
la norma13.
Precisamente en relación con la redacción
final del artículo 2.1.b), y también como consecuencia de una Enmienda parlamentaria, el artículo 10.3 de la Ley prevé la posibilidad de que
reglamentariamente se autorice la aplicación de
medidas simplificadas de diligencia debida respecto de otros productos u operaciones que comporten un riesgo escaso de blanqueo de capitales
o de financiación del terrorismo y, en particular,
«podrá autorizarse la aplicación de medidas simplificadas de diligencia debida, en los términos que reglamen-
XII.2.3. OTRAS ESPECIALIDADES DERIVADAS
DE LAS CARACTERÍSTICAS
Y PECULIARIDADES DE LOS
SEGUROS DE VIDA
Tal y como ha señalado algún autor12, la aprobación de la nueva Ley ha venido a poner de manifiesto que, amén de la tradicional falta de adaptación de la mayoría de las corredurías a la normativa en la materia, el sector asegurador en su
conjunto adolece de una serie de deficiencias a la
hora de dar cumplimiento a las obligaciones de
prevención del blanqueo y de la financiación del
terrorismo, como, por ejemplo, carecer de una
mínima estructura de control interno para el desarrollo de dichas obligaciones, contar con un
manual de procedimiento inadecuado, inexistencia de una política de admisión de clientes concreta, inexistencia de herramientas de información y gestión adecuadas de cara a detectar clientes de riesgo superior con carácter previo a darles de alta, etc. Todo ello no hace más que resaltar que, a pesar del esfuerzo de adaptación realizado desde la aprobación de la Ley 19/1993, aún
queda mucho camino por recorrer y la nueva Ley
puede suponer un estímulo decisivo para llevar a
cabo tal adaptación.
Como antes apuntábamos, la Ley 10/2010 no
introduce novedades respecto a los sujetos obligados del sector asegurador, que siguen siendo
(artículo 2.1.b) de la Ley), además de las entidades gestoras de fondos de pensiones, las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el
ramo de vida y los corredores de seguros cuando
actúen en relación con seguros de vida u otros
servicios relacionados con inversiones. Sin
embargo, durante la tramitación parlamentaria
de este artículo se introdujo un importante matiz
respecto de lo previsto en el Anteproyecto, incluyéndose un último inciso en este artículo: «con las
excepciones que se establezcan reglamentariamente».
Esta mención de la Ley, fruto de las observaciones realizadas por las asociaciones sectoriales
13
El Grupo Parlamentario Catalán presentó en el Congreso una Enmienda para que el artículo 2.1.b) quedase
redactado como sigue: «b) Las entidades aseguradoras autorizadas para operar en el ramo de vida y los corredores cuando
actúen en relación con seguros de vida, siempre que éstos no
cubran exclusivamente vida riesgo, u otros servicios relacionados
con inversiones».
La justificación de esta enmienda recogía la posición del
sector asegurador en la materia:
«No todos los seguros de vida son susceptibles para blanquear
capitales. Podemos diferenciar entre productos de vida-riesgo y productos de vida-ahorro.
En el primer caso es necesario que ocurra un suceso no cierto (el
fallecimiento o la invalidez de una persona antes de una determinada
edad) para que se den las condiciones de cobro de la prestación. La contratación de estos seguros está condicionada a una declaración de
salud, incluso en algunos casos a la realización de pruebas médicas,
que permitan conocer a la entidad aseguradora que la persona que
contrata el seguro, a la fecha de contratación está sana.
Si en el caso de fallecimiento se pudiese demostrar que el asegurado había efectuado una declaración falsa, se perdería el derecho al
cobro de la prestación.
Como instrumento de blanqueo de dinero no aporta ninguna
garantía de recuperar el dinero pagado en primas. El blanqueo de
dinero está condicionado al fallecimiento o invalidez de una persona
sana, por lo que en la mayoría de los casos el dinero pagado en primas
no generará contraprestaciones (salvo que el beneficiario tenga planificado que el asegurado sufra un accidente muy grave) (...)».
12
GÓMEZ-FERRER RINCÓN, J.: La prevención del
blanqueo de capitales (...), op. cit., pág. 13.
267
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
de los actos de los auxiliares de sus agentes,
mientras que los corredores serán responsables
de sus propios auxiliares.
Los amplios términos en que está redactado
este precepto incluirían tanto a los agentes propiamente dichos como, obviamente, a los operadores de banca-seguros, pero también a otras
entidades como las agencias de suscripción que
actúen en nombre y por cuenta de compañías
aseguradoras, pero que, al no tener esa condición (aunque en la práctica actúen en muchos
casos como tales o, al menos, tengan esa apariencia frente a sus clientes), no son sujetos obligados por la Ley 10/2010. También quedarían
bajo el paraguas de este artículo los supuestos,
cada vez más frecuentes en la práctica, de colaboración entre mediadores, denominados acuerdos de co-mediación, en los que uno de estos
mediadores asume la dirección y responsabilidad
de la actuación del resto14.
Cuando estos acuerdos se alcanzan entre
corredores, se produce una concurrencia de dos
sujetos obligados (tres, teniendo en cuenta a la
aseguradora) y, por ello, podrían plantearse
dudas sobre cuál de estos dos sujetos obligados
debe asumir la responsabilidad del cumplimiento de las obligaciones establecidas por la Ley. A
nuestro juicio, existiendo un corredor «principal», que será quien perciba la comisión procedente, encargándose de abonar luego la parte
correspondiente al corredor «secundario», será
aquél el responsable final, actuando el otro corredor como mediador o intermediario de quien
actúa realmente como sujeto obligado.
La duda que se plantea en este punto es si tal
responsabilidad se extiende a las actuaciones llevadas a cabo por los auxiliares del segundo corredor (no principal o secundario). En este sentido,
entendemos que la responsabilidad por la actua-
tariamente se determinen, en las pólizas del ramo de
vida que garanticen exclusivamente el riesgo de fallecimiento, incluidas las que contemplen además garantías complementarias de indemnización pecuniarias
por invalidez permanente o parcial, total o absoluta o
incapacidad temporal».
Como puede apreciarse, el futuro Reglamento de la Ley puede tener una gran importancia
para el sector asegurador si la norma reglamentaria se hace eco de las preocupaciones del
mismo que han motivado los matices introducidos en el Parlamento en los artículos 2.1.b) y 10
de la Ley 10/2010, pero no debe perderse de
vista que, a día de hoy y con el tenor literal de la
norma, el legislador no ha excluido de su ámbito
de aplicación los seguros de vida-riesgo y tampoco podrán aplicarse medidas simplificadas de
diligencia debida en relación con pólizas de esta
naturaleza en tanto en cuanto la Ley no cuente
con un desarrollo reglamentario en el que se
establezcan los términos en los que pueden aplicarse tales medidas simplificadas. De todo ello se
desprende la necesidad de que el Reglamento de
la norma se apruebe a la mayor brevedad posible, para evitar situaciones de incertidumbre por
parte del sector e incluso de posible incumplimiento «involuntario» de la norma ante la creencia de que las operaciones de vida-riesgo quedarán de algún modo sometidas en un futuro próximo a un régimen más laxo de aplicación de la
normativa de prevención del blanqueo de capitales y de la financiación del terrorismo.
Por otro lado, la nueva Ley no introduce ninguna precisión en cuanto a la circunstancia de
que los sujetos obligados están sometidos a las
obligaciones de la norma respecto de las operaciones realizadas a través de agentes u otras personas físicas o jurídicas que actúen como mediadores o intermediarios de aquéllos, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2.2., segundo
párrafo, de la nueva Ley. Por lo tanto, sigue sin
concretarse cuál es la posición de los auxiliares
externos que, al no ser mediadores, no estarían
recogidos expresamente en este segundo párrafo
del artículo 2.2, por lo que, ante el silencio de la
norma, se debe entender que las entidades aseguradoras que operan en vida serán responsables
14
Posibilidad admitida por la Dirección General de
Seguros y Fondos de Pensiones en la respuesta dada, con
fecha 7 de enero de 2010, a una consulta planteada a su Servicio de Análisis de Mediadores y Canales de Distribución,
en la que se señala que «(...) sólo cabría admitir que puedan
actuar varios mediadores en la intermediación de un seguro siempre
y cuando todos ellos sean de la misma clase y uno de ellos asuma la
dirección y responsabilidad de la actuación del resto (...)».
268
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
ción de estos auxiliares del corredor «secundario» no puede transferirse al corredor principal
salvo que contractualmente se haya recogido
quiénes serán esos auxiliares y cuál será su papel
en la distribución del producto de que se trate. Es
decir, sólo cuando estos auxiliares sean conocidos
por el corredor principal y éste pueda tenerlos
en consideración a la hora de dar cumplimiento
a las obligaciones impuestas por la Ley se le
podrá trasladar la responsabilidad por la actuación de dichos auxiliares; en otro caso, tal responsabilidad deberá ser asumida por el corredor
«secundario».
Otro aspecto que podría tener relevancia para
el sector asegurador es la previsión contenida en
el artículo 2.3. de la Ley (ya contenida en el
Anteproyecto de Ley), según el cual «Reglamentariamente podrán excluirse (de su consideración
como sujetos obligados) aquellas personas que realicen actividades financieras con carácter ocasional o de
manera muy limitada cuando exista escaso riesgo de
blanqueo de capitales o de financiación del terrorismo».
Este precepto permitiría, por ejemplo, excluir
del ámbito subjetivo de esta normativa a aquellos
corredores de seguros que sólo esporádicamente
actúen en relación con seguros de vida y que centran su actividad principal en otras modalidades
de seguro, si bien también en este punto habrá
que esperar a la aprobación del Reglamento de
desarrollo de la Ley.
La nueva Ley tiene en cuenta las especiales
características y peculiaridades de los productos de
seguro, por lo que exime a los sujetos obligados de
adoptar determinadas medidas de diligencia respecto de ciertos productos u operaciones. Así, el
artículo 10 de la nueva Ley autoriza a los sujetos
obligados a no aplicar las medidas de diligencia
debida previstas en los artículos 3.2., 4, 5 y 6 (comprobación de la identidad de los intervinientes
mediante documentos fehacientes, identificación
del titular real, obtención de información sobre el
propósito e índole de la relación negocial y seguimiento continuo de la relación de negocios) respecto de los siguientes productos u operaciones:
a) Pólizas de seguro de vida cuya prima
anual no exceda de 1.000 o cuya prima
b)
c)
única no exceda de 2.500 , salvo que se
aprecie fraccionamiento de la operación15.
Instrumentos de previsión social complementaria enumerados en el artículo 51 de
la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del
Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas (planes de pensiones, mutualidades de previsión social, planes de previsión asegurados –PPAs–, planes de previsión social empresarial –PPSE– y contratos de seguro que cubran exclusivamente
el riesgo de dependencia severa o de gran
dependencia), siempre y cuando la liquidez esté limitada a los supuestos contemplados por la normativa de planes y fondos de pensiones y no puedan servir de
garantía para un préstamo.
Seguros colectivos que instrumenten
compromisos por pensiones, siempre que
cumplan los siguientes requisitos:
1. Que instrumenten compromisos que
tengan su origen en convenio colectivo o en un expediente de regulación
15
Como señala GÓMEZ-FERRER RINCÓN (La prevención del blanqueo de capitales (...), op. cit., pág. 42), la inclusión de este apartado en la redacción final de la Ley ha generado descontento en el sector porque no se logró eliminar el
límite cuantitativo de 1.000 euros (se pensaba que evitando
su inclusión en la Ley sería más sencillo lograr introducir un
límite mayor en el Reglamento), tal vez porque tal límite
deriva directamente del artículo 11.5 de la Directiva
2005/60/CE, según el cual «(...) 5. No obstante lo dispuesto en el
artículo 7, letras a), b) y d), en el artículo 8 y en el artículo 9, apartado 1, los Estados miembros podrán autorizar a las entidades y personas sujetas a lo dispuesto en la presente Directiva a no aplicar
medidas de diligencia debida a: a) las pólizas de seguro de vida cuya
prima anual no exceda de 1.000 EUR o cuya prima única no exceda de 2.500 EUR (...)»;
No compartimos la opinión de este autor respecto a que
el artículo 2.3. del Reglamento permita autorizar reglamentariamente la no aplicación de todas o algunas de las medidas de diligencia debida en relación con aquellas operaciones que no excedan un umbral cuantitativo que no superará
los 1.000 euros. A nuestro juicio, el citado artículo 2.3. sólo
habilita para que reglamentariamente se excluyan de su consideración como sujetos obligados a «aquellas personas» que
realicen actividades financieras con carácter ocasional o de
manera muy limitada (como, por ejemplo, las corredurías
que tuvieran un volumen intermediado de primas muy reducido en seguros de vida), pero tal habilitación reglamentaria
no se extendería a la exclusión de determinadas operaciones
de reducida cuantía.
269
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
de empleo aprobado por la autoridad
laboral, quedando por tanto excluidos
de esta excepción aquéllos que deriven de reglamentos internos, de decisiones unilaterales de las empresas, de
pactos entre las empresas y sus trabajadores o de otro tipo de acuerdos.
Que no admitan el pago de primas
por parte de los trabajadores asegurados que, sumadas a las abonadas por el
empresario tomador del seguro,
supongan un importe superior a los
límites establecidos por el artículo
52.1.b) de la Ley 35/2006, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas para los instrumentos de previsión
social complementaria enumerados en
su artículo 51 (10.000 euros anuales,
salvo en el caso de los contribuyentes
mayores de 50 años, para los cuales la
cuantía máxima será de 12.500 euros).
Que no puedan servir de garantía
para un préstamo y no contemplen
otros supuestos de rescate distintos a
los excepcionales de liquidez recogidos en la normativa de planes de
pensiones o a los recogidos en el artículo 29 del Real Decreto 1588/1999,
de 15 de octubre, por el que se
aprueba el Reglamento sobre la Instrumentación de los Compromisos
por Pensiones de las Empresas con
los Trabajadores y Beneficiarios (rescate para mantener en la póliza la
adecuada cobertura de los compromisos por pensiones vigentes en
cada momento, para la integración
de todos o parte de los compromisos
en otro contrato de seguro o plan de
pensiones, en caso de cese o extinción de la relación laboral o en
supuestos de desempleo de larga
duración y enfermedad grave)16.
Por último, un aspecto relevante para el sector asegurador pero que no motivó ninguna
Enmienda durante el debate parlamentario (a
pesar de que UNESPA incidió en ello en sus
Observaciones Preliminares al Anteproyecto de
Ley) es lo relativo a la aplicación de medidas de
diligencia debida por terceros, regulada en el
artículo 8 de la Ley en términos prácticamente
idénticos a los del Anteproyecto. Según este artículo, los sujetos obligados podrán recurrir a terceros sometidos a la ley para aplicar las medidas
de diligencia debida (identificación formal,
identificación del titular real, obtención de
información sobre el propósito e índole del
negocio, etc.), con excepción del seguimiento
continuo de la relación de negocios. Para ello,
será preciso la conclusión de un acuerdo escrito
entre el sujeto obligado y el tercero en el que se
formalicen sus obligaciones, si bien los sujetos
obligados serán responsables de la operación,
aun cuando el incumplimiento sea imputable al
tercero, sin perjuicio de la propia responsabilidad de este último.
El debate extraparlamentario respecto a este
precepto se suscitó en relación con aquellos
supuestos en los que el «tercero» que intervenga
en una operación sea un corredor, sujeto obligado, por tanto, por la normativa de prevención de
blanqueo y de la financiación del terrorismo, y
que, por consiguiente debe aplicar las medidas
de diligencia oportunas con anterioridad a que
lo haga la aseguradora (cuando un seguro es
intermediado por un corredor, el cliente acude
en primer lugar a su corredor y a posteriori a la
entidad aseguradora), y también cuando, como
es habitual, el pago de la prima se realiza a través de una cuenta bancaria, en cuyo caso la entidad de crédito correspondiente habrá aplicado
las medidas de diligencia debida procedentes.
A nuestro juicio, la aplicación de medidas de
diligencia debida por parte de un sujeto obligado que intervenga en la operación haría innece-
No se exige ya, como sí se hacía en el Anteproyecto de
Ley, que las primas abonadas por la empresa se imputen
fiscalmente a los asegurados para que los sujetos obligados
queden autorizados a no aplicar las medidas de diligencia
debida previstas en los artículos 3.2., 4, 5 y 6 de la Ley.
2.
3.
16
270
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
saria la adopción de tales medidas por otro sujeto obligado, en este caso las entidades aseguradoras, sin necesidad de alcanzar acuerdos escritos para ello y sin que los sujetos obligados asumiesen la responsabilidad por la actuación de los
terceros que intervienen en la relación negocial y
que también tendrían la consideración de sujetos
obligados.
Sin embargo, lo cierto es que la redacción
final del artículo 8 de la Ley implica que la intervención de corredores y entidades de crédito en
la relación entre tomadores y aseguradoras no
supondrá que las compañías aseguradoras queden exoneradas de su obligación de aplicar
medidas de diligencia debida a pesar de haberlas
aplicado previamente corredores o entidades de
crédito, salvo que se pactase por escrito con estos
«terceros sometidos a la presente ley» que fueran
ellos los que aplicasen las medidas de diligencia
debida. No obstante, la firma de tales acuerdos
con corredores y entidades de crédito, al margen
de los problemas prácticos que pudiese plantear
(v.gr., necesidad de firma de acuerdos con los
numerosos corredores que operan en vida y con
las no menos numerosas entidades de crédito
que operan en España), no limitaría la responsabilidad de las aseguradoras en la materia, pues
seguirán respondiendo de la actuación desarrollada por los corredores y entidades de crédito a
tenor de la literalidad del segundo párrafo del
artículo 8.1. de la Ley, a pesar de tener estos la
consideración de sujetos obligados.
2.
XII.3. CONCLUSIONES
1.
Las organizaciones delictivas dedicadas al
lavado de dinero y a la financiación del
terrorismo no se sirven de las entidades
aseguradoras y las corredurías de seguros
como un medio esencial para lograr sus
propósitos, puesto que dentro del sector
financiero otras instituciones presentan
características más favorables para ello.
No obstante, en tanto en cuanto son sujetos obligados por la normativa de prevención del blanqueo y de la financiación del
271
terrorismo, la aprobación de la Ley
10/2010, de 28 de abril, de Prevención
del Blanqueo de Capitales y de la Financiación del Terrorismo (cuyo objeto es
transponer al ordenamiento jurídico
español las últimas Directivas comunitarias en la materia -Directivas 2005/60/CE
y 2006/70/CE-), ha afectado igualmente al
sector asegurador español, que se ha visto
obligado a continuar el esfuerzo de adaptación realizado desde la promulgación
de la Ley 19/1993, de 28 de diciembre,
sobre Determinadas Medidas de Prevención del Blanqueo de Capitales.
La nueva norma introduce modificaciones con gran relevancia práctica para el
sector asegurador, que obligarán a las
entidades aseguradoras autorizadas para
operar en el ramo de vida y a los corredores de seguros cuando actúen en relación con seguros de vida u otros servicios
relacionados con inversiones a implantar
nuevos procedimientos para adaptarse a
la nueva regulación en la materia. Aunque el propósito declarado de la norma es
mantener en la medida de lo posible el
anterior régimen para reducir los costes
de adaptación, las novedades que introduce exigirán a todos los sujetos obligados a modificar sus procedimientos internos para dar cumplimiento a las nuevas y
más numerosas obligaciones que impone
la Ley 10/2010.
Estas nuevas obligaciones irán desde
cambios en la estructura interna de las
compañías (por ejemplo, a tenor de la
literalidad de la Ley 10/2010 y según
interpreta el SEPBLAC, no resultará posible a partir de la entrada en vigor de la
Ley que el director de auditoría interna
desempeñe la función de representante
ante el Servicio Ejecutivo o forme parte
del órgano de control interno, aspecto
éste relevante puesto que muchas de las
entidades aseguradoras que operan en
España no tienen separación entre el
órgano de control interno y el de audito-
ESTUDIO SOBRE EL SECTOR ASEGURADOR EN ESPAÑA 2010...
3.
4.
ría interna), hasta nuevas exigencias en
aspectos ya superados y que habían exigido a las entidades esfuerzos de adaptación a la Ley ahora derogada (así, la Ley
10/2010 elimina un supuesto anterior de
exención de la obligación de identificar al
cliente cuando el importe de las contraprestaciones era adeudado en una cuenta
abierta en una entidad de crédito).
Como puede apreciarse, entidades aseguradoras y corredurías de seguros –incluyendo a aquéllas que operen en España a
través de sucursales o en libre prestación
de servicios (lo que en la práctica supondrá que estas entidades deberán cumplir
simultáneamente las normas españolas
sobre prevención del blanqueo de capitales y financiación del terrorismo y las del
Estado miembro de origen)– deberán
hacer un notable esfuerzo de adaptación
a la nueva regulación, pasando a estar
obligadas a aprobar un documento donde
conste la política expresa de admisión de
clientes, procedimientos para la identificación de clientes y para su clasificación
en categorías determinadas, etc.
No obstante lo anterior, algunos aspectos
de la norma especialmente relevantes
han quedado condicionados al desarrollo
reglamentario de la Ley, como, por ejemplo, la posibilidad de excepcionar determinadas operaciones de vida-riesgo del
ámbito obligacional de la Ley 10/2010, a
tenor de lo dispuesto en el artículo 2.1.b),
que después de considerar como sujetos
obligados a las entidades aseguradoras y
a los corredores de seguros que operan en
el ramo de vida, precisa que tendrán esa
consideración «con las excepciones que se
establezcan reglamentariamente». En consecuencia, el desarrollo reglamentario de la
Ley 10/2010 podría tener una notoria
incidencia en el sector asegurador, por lo
que las entidades aseguradoras y corredores de vida estarán obligados a adaptarse
a las previsiones de la nueva Ley y en un
plazo aún indefinido deberán readaptar-
5.
272
se a las novedades que introduzca la
correspondiente disposición reglamentaria, que podría relajar algunas de las exigencias legales para nuestro sector.
En materia de autorregulación, que,
como sucede con todas las entidades
financieras, es también muy relevante en
el sector asegurador, sigue apreciándose
una falta de cumplimiento de la normativa en la materia por una gran parte de las
corredurías de seguros, así como importantes deficiencias en que incurren aquellas aseguradoras y corredores que sí se
han propuesto cumplirla (deficiencias
que pueden apreciarse en la falta de una
mínima estructura de control interno
para el desarrollo de las obligaciones
establecidas por la Ley, en la inadecuación de los manuales internos de procedimiento, en la insuficiente formación de
los empleados, etc.).
Entre estas deficiencias puede señalarse
la habitual falta de atención a las características de cada entidad a la hora de diseñar sus reglamentos o manuales internos,
especialmente en los grupos bancarios
que se limitan a reproducir, en lo relativo
a las entidades aseguradoras y corredurías del grupo de que se trate, las normas
vigentes en la materia y/o el catálogo
ejemplificativo de operaciones de riesgo
de blanqueo de capitales para entidades
aseguradoras, facilitado por el Ministerio
de Economía.
La necesidad de dar cumplimiento a la
nueva Ley es una excelente oportunidad
para revisar la estructura y procedimientos internos en materia de prevención del
blanqueo de capitales y de la financiación
del terrorismo, debiéndose modificar los
reglamentos internos para dar cumplimiento a la Ley 10/2010 y, entre otros
aspectos, incluir la política expresa de
admisión de clientes o los procedimientos
para la identificación de clientes y para su
clasificación en categorías determinadas,
XII. EL SECTOR ASEGURADOR ANTE LA NUEVA LEY DE PREVENCIÓN ...
atendiendo en todo caso a las características propias de cada entidad. El futuro
desarrollo reglamentario de la Ley, que
puede tener gran transcendencia para el
sector como antes hemos puesto de manifiesto, no puede constituir una justificación para no dar cumplimiento ahora a lo
dispuesto por la Ley. Si bien es cierto que
la aprobación del Reglamento obligará a
los sujetos obligados a una nueva readaptación, no es menos cierto que la Ley
10/2010 introduce obligaciones a las que
se debe dar respuesta desde su entrada en
vigor, por lo que la adaptación de la
estructura y de los procedimientos internos de cada entidad y correduría no
puede dilatarse hasta el eventual desarrollo de la Ley.
Dada la relevancia del Reglamento, sería
necesaria la pronta aprobación del mismo
para evitar las dudas existentes sobre los
matices que puede introducir la norma
reglamentaria en el ámbito asegurador y
el consiguiente retraso que tales dudas
pueden motivar a la hora de llevar a cabo
la adaptación de los sujetos obligados del
sector a la nueva Ley.
BIBLIOGRAFÍA
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