5. Conclusiones y recomendaciones

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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
A mediados del año 2007 se inició una crisis financiera y económica de dimensiones
insospechadas. Con origen en el sistema financiero de EEUU, se extendió rápidamente
al resto de economías desarrolladas debido a la globalización, trasladándose inmediatamente a la economía real.
La liquidez desapareció, las pérdidas en instrumentos financieros se multiplicaron y la
morosidad repuntó con fuerza, lo que provocó que algunas entidades de crédito quebrasen y un número significativo de ellas necesitase del apoyo de los gobiernos y
Estados. Por otra parte, la economía real entró en una fase de fuerte deterioro, que se ha
concretado de manera sincronizada en una recesión generalizada, que ha afectado tanto
a los países desarrollados como emergentes.
La dimensión global de esta crisis, así como la interacción entre las dificultades que
atraviesa el sistema financiero con las propias de la economía real, han configurando un
panorama de complejidad sin precedentes. De hecho, la normalidad no ha retornado a
los mercados donde las entidades buscan financiación y persisten las dificultades en términos de importes, precios y plazos.
El sistema financiero español afrontó bien el primer envite de la crisis. El impacto inicial tuvo menor intensidad que en otros sistemas bancarios de nuestro entorno, donde
entidades de tamaño muy elevado han precisado la intervención de autoridades públicas. El modelo de negocio desarrollado por las entidades españolas se basa en banca tradicional minorista y se asienta en el establecimiento de relaciones a largo plazo con
clientes y acreedores. Un modelo de banca de este tipo ha permitido a las entidades
españolas profundizar en el conocimiento de sus clientes, reduciendo los efectos perversos asociados a la información asimétrica de otros modelos de negocio. De igual
forma, la no utilización de la titulización como mecanismo de transferencia de riesgos,
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NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
sino sólo como obtención de liquidez, ha evitado la originación de productos estructurados complejos, que se han revelado poco transparentes y generadores de pérdidas muy
significativas para numerosas entidades de otros países.
Sin embargo las particularidades de nuestra economía han hecho que, mientras en otros
países de nuestro entorno ya se vislumbra cierta mejoría, la situación en España continúa deteriorándose. Entre estas particularidades cabría citar:
a)
b)
c)
d)
Un insostenible repunte en el desempleo con notable impacto en la morosidad.
La pérdida de confianza en nuestra economía y las consiguientes dificultades
de financiación de nuestras entidades de crédito y ahorro en los mercados
internacionales.
La reducción del crédito a hogares y empresas derivada de las dificultades
mencionadas y de la necesaria adecuación de los balances bancarios a la
nueva situación.
La concentración existente en el sector inmobiliario y constructor asumido
por nuestro sistema bancario.
España afronta hoy una importante crisis económica que está afectando a su sistema
financiero. Las fortalezas de nuestro sistema bancario siguen siendo plenamente
válidas, pero la severidad de la crisis económica está haciendo mella en nuestras
entidades:
a)
b)
c)
El modelo de negocio español, focalizado al cliente, sufre de forma especial
en un entorno de fuerte desempleo como el actual. El insostenible aumento
del paro eleva la morosidad de nuestras entidades, convirtiéndose en una
grave amenaza para el conjunto.
La competencia propia de la banca minorista, que permitió alcanzar y mantener los más altos estándares de eficiencia, unida a un exceso de capacidad instalada, se puede convertir en una amenaza en los actuales momentos de debilidad económica. Así, por ejemplo, la denominada «guerra de pasivo» daña
no solo el margen financiero de las entidades, sino que también afecta a su
liquidez en un momento de escasez de ésta.
La generalizada opinión acerca de la resistencia y fortaleza de nuestro sistema financiero también podría haber jugado en nuestra contra. Así, en la
creencia de que nuestro sistema superaría la crisis gracias a sus particularidades, se ha pospuesto la toma de importantes decisiones que habrían, por lo
menos, aliviado la actual situación.
194
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
d)
e)
El incremento de activos adjudicados no productivos en el balance de las entidades.
Los cambios normativos que implicarán mayor consumo de capital en determinadas exposiciones así como el incremento de la cantidad, calidad y transparencia de los Recursos Propios.
En este contexto, la previsible avalancha regulatoria derivada de los riesgos detectados
y no adecuadamente gestionados supondrá importantes costes para nuestras entidades.
Entre otros, el previsible aumento de los requisitos de capital y de liquidez, así como el
endurecimiento de los modelos internos, será uno de los factores que deberán considerar las entidades españolas.
En este entorno, merece la pena destacar cuales fueron los riesgos inadecuadamente
contemplados y proponer recomendaciones al objeto de abordar su enfoque futuro con
garantías de éxito.
CONCLUSIONES desde la óptica de las Entidades financieras
1.
La reciente crisis ha puesto de manifiesto la subestimación del riesgo de
liquidez y, en consecuencia, la inadecuada gestión del mismo por parte de las
entidades financieras, como demuestra el hecho de que el sistema financiero
internacional ha necesitado, y continua necesitando, el continuo apoyo de
bancos centrales y gobiernos.
Es cierto que dicha subestimación del riesgo de liquidez se produce después
de varios años de abundancia de recursos a coste reducido, pudiendo haber
contribuido tal circunstancia a su infravaloración. Sin embargo, la crisis ha
revelado la rapidez y severidad con que el riesgo de liquidez puede materializarse y mantenerse de forma prolongada en el tiempo.
Esta inadecuada gestión del riesgo de liquidez ha tenido también impactos
relevantes en otros riesgos, como el reputacional o el de crédito, traduciéndose, entre otros, en dificultades de financiación en el mercado interbancario y en el resto de mercados de capitales mayoristas y en cambios en
el comportamiento de los clientes retail, que migran hacia entidades más
solventes.
195
NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
2.
En esta situación de abundancia de recursos, no sólo las entidades financieras
subestimaron el riesgo de liquidez. La propia regulación bancaria no trataba
adecuadamente este riesgo.
En concreto, las normas prudenciales establecieron diversos criterios para
determinar los requerimientos de capital por riesgo de liquidez, si bien tales
requerimientos podían sustituirse por un análisis de la política, sistemas de
control y planes de contingencia para la gestión de la liquidez. A la luz de lo
ocurrido, podemos concluir que los requerimientos frente a este riesgo resultaron claramente insuficientes, o los planes de contingencia de algunas entidades inadecuados.
En todo caso, el alcance de la crisis financiera en lo que respecta a este riesgo ha ido más allá de la insuficiencia de los requerimientos de capital, poniendo de manifiesto que era necesario disponer de unas políticas, metodologías
y sistemas de medición de riesgo de liquidez que fueran comunes a las entidades. Algunas entidades disponían de estos sistemas pero la aplicación en el
conjunto era desigual.
3.
El elevado grado de concentración en el sector inmobiliario ha producido que el
principal riesgo afectado por la crisis sea el riesgo de crédito. Este riesgo se ha
visto incrementado considerablemente como consecuencia del mayor consumo
de capital de las operaciones morosas así como por las adjudicaciones de inmuebles realizadas en los últimos tiempos. El volumen de la inversión en el sector
de promoción inmobiliaria es elevado y supone un riesgo a gestionar y reequilibrar. Esta tarea supondrá un importante reto para las entidades españolas.
4.
En lo que a la gestión del riesgo de mercado respecta, la crisis financiera
mundial también ha puesto de manifiesto numerosas carencias, como son (i)
la limitación de la metodología VaR, en especial en lo que a la definición de
la distribución de probabilidad de las pérdidas respecta, (ii) la carencia de
adecuados modelos de valoración para las estructuras crediticias y algunos
activos complejos y (iii) la inadecuada consideración de las interacciones
entre el riesgo de crédito y el de mercado, basado el primero, principalmente, en el rating y no en estimaciones internas. Además, con respecto a este
último punto, hasta la crisis el mercado no había penalizado, de la forma que
lo ha hecho después, el valor de los activos en función de su riesgo específico (por ejemplo la deuda de determinados países de la zona euro).
196
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Las pérdidas experimentadas como resultado de los movimientos adversos
registrados en los mercados financieros desde el año 2007, están generando
importantes modificaciones regulatorias en el tratamiento de este riesgo, en
especial en lo que a la operativa por cuenta propia respecta, sobre la que se
producirá un incremento en los requerimientos de capital, especialmente
importante en aquellos productos de mayor complejidad (inversiones en activos de titulización, derivados de crédito, etc.). Como conclusión general, se
puede afirmar que este cambio en el marco de solvencia supondrá, sin duda
alguna, uno de los retos más importantes a los que se enfrentarán las entidades financieras a lo largo de los próximos años y, con especial intensidad,
durante el ejercicio 2010.
5.
La gestión del riesgo operacional no ha supuesto un problema relevante en la
actual crisis. Así, las mejoras encaminadas a fortalecer el marco normativo de
Basilea II no se han orientado hacia el riesgo operacional, sobre el que se ha
considerado que su tratamiento y gestión han sido adecuados en esta crisis.
No obstante, en los últimos meses se han publicado documentos orientados al
apoyo de la implantación de modelos de riesgo operacional con los enfoques
más avanzados (aplicación de técnicas de mitigación del riesgo operacional,
gestión del riesgo operacional en actividades de mercado, asignación de capital por métodos avanzados, etc.) que ponen de manifiesto el necesario recorrido aún por realizar en el desarrollo de esta tipología de riesgo.
6.
El riesgo reputacional ha sido relevante en la reciente crisis y así lo demuestra el hecho de que sea contemplado como un factor de preocupación por
parte de la Alta Dirección de las principales entidades financieras.
La adecuada gestión del riesgo reputacional es un elemento diferenciador
clave que proporciona indiscutibles ventajas competitivas. Sin embargo, la
mayoría de entidades financieras no disponen de sistemas eficientes para el
control y gestión del mismo lo que, en muchos casos, ha significado, entre
otros, (i) una reducción del volumen de depósitos ante el desplazamiento de
clientes retail en busca de entidades con mejor reputación y (ii) dificultades
de financiación en el mercado interbancario.
Este tipo de riesgos, cuya percepción es más subjetiva y, por tanto, compleja,
han sido atendidos en menor medida que otros, enfocando su control al cumplimiento regulatorio más que a la implantación de metodologías sofisticadas
197
NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
para su medición y gestión. Ello viene corroborado porque, desde la óptica
organizativa, la gestión de este riesgo suele estar asignada a la Secretaría
General o a la Unidad de Cumplimiento Normativo, en lugar de a la Unidad
de Gestión y Control Global del Riesgo.
7.
En lo que a riesgo de negocio respecta, el sector financiero mundial se
encuentra en un momento de importantes cambios y, por tanto, afronta evidentes incertidumbres en su modelo de negocio. Desde Europa hasta Estados
Unidos, los diferentes gobiernos están evaluando las acciones regulatorias a
acometer dentro del sector financiero para limitar, en la medida de lo posible,
todos aquellos elementos que han conducido a la generación y propagación
de la crisis actual.
8.
En algunas entidades no existe un visión integrada y global del riesgo asumido. La medición y gestión de los riesgos están segregadas en diferentes
unidades estancas. A pesar de que el Pilar II –«Proceso de Revisión
Supervisora»– de Basilea II establece la necesidad de que las entidades
formulen un proceso de evaluación de suficiencia de capital en base a una
visión integral del riesgo, no todas las entidades contaban, en el momento
en el que surge la crisis, con dicho proceso. Es más, varias entidades no
consideran la gestión del riesgo como una parte integrante de su toma de
decisiones comerciales claves, sin ocupar dicha gestión un puesto en la
Alta Dirección. Ello ha contribuido a no dimensionar de forma adecuada
los riesgos soportados.
CONCLUSIONES desde la óptica de los Inversores
9.
La reciente crisis financiera ha puesto de manifiesto la escasa calidad de la
información que, sobre los riesgos a los que estaban expuestos, han recibido
los inversores.
Es cierto que con la Directiva 2004/39/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo, de 21 de abril de 2004, relativa a los mercados de instrumentos
financieros (conocida como MiFID), la UE ha pretendido reforzar el marco
legislativo comunitario de los servicios de inversión y de los mercados regulados con el fin armonizar e integrar nuestros mercados financieros mediante, entre otros, la protección a los inversores fomentando la transparencia del
198
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
mercado. Sin embargo, diferentes factores no han posibilitado que MiFID
desplegase todo su potencial. Entre estos, cabría destacar:
a) La crisis sorprende a la práctica totalidad de países europeos en plena
transposición de la MiFID, por lo que su plena efectividad se encontraba
condicionada por la falta de experiencia en la práctica.
b) La MiFID establece un marco de protección para los inversores. Sin
embargo, dentro de dicho marco general, son las Empresas de Servicios
de Inversión (ESIs) las encargadas de desarrollarlo, lo que hace que no
exista una visión armonizada del riesgo de un producto o instrumento.
c) La MiFID no se aplica a todos los instrumentos financieros disponibles.
10. A la vista de las pérdidas incurridas, también se deduce una importante carencia en la gestión de determinados riesgos por parte de los inversores, especialmente en lo que se refiere al riesgo de liquidez y al riesgo de mercado. En
lo que respecta al riesgo de liquidez de los instrumentos financieros, los
inversores o bien no lo contemplaban o bien realizaban una muy pobre estimación del mismo. Ello provocó en varios casos problemas de liquidez de
algunas IIC, parcialmente solventados gracias a las garantías de liquidez y
precio otorgadas por las instituciones financieras.
11. También se observaron importantes deficiencias en la medición y gestión del
riesgo de mercado, especialmente importantes en un entorno de intensa innovación financiera que dificultó la comprensión del riesgo asumido.
12. Se aprecia cierta asimetría de información entre algunos emisores y colocadores con respecto a los inversores, especialmente aquellos calificados como
minoristas, que no disponen de una adecuada visión del riesgo en el que incurren. Esto se debe, principalmente, a la dificultad de comprensión de determinados instrumentos financieros sofisticados en los que invierten, o bien a
la gran cantidad de información que reciben los inversores que hace difícil
diferenciar lo verdaderamente relevante de la inversión. Dicha asimetría,
sobre todo en cuanto a la comprensión del riesgo, podría colocar a los inversores en clara desventaja con respecto a los emisores, soportando los primeros el grueso de las pérdidas. En los últimos meses diferentes organismos,
como el Committee of European Securities Regulators (CESR) ó la
International Organization of Securities Commissions (IOSCO), han analizado en profundidad las causas que han originado esta asimetría informativa en
199
NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
los mercados financieros y han elaborado diferentes propuestas dirigidas a
dotar de una mayor transparencia a estos mercados.
13. Las agencias de calificación crediticia deberían haber contribuido a reducir
parte de esta asimetría informativa entre emisores y/o colocadores e inversores en lo que a riesgo de crédito respecta. Sin embargo, muchos inversores no
interpretaron adecuadamente las calificaciones emitidas por estas agencias,
otorgando a dicha calificación niveles de calidad sobre riesgos de solvencia
que no cubría. Incluso muchos inversores (en especial los minoristas) no han
dispuesto de información adecuada, que tampoco comprendían bien, para
evaluar el riesgo de un producto o una emisión concreta, por lo que han
supuesto que la calidad crediticia del emisor era suficiente para determinar el
riesgo de su inversión.
14. Las agencias de calificación crediticia aplicaron modelos poco idóneos para
determinados instrumentos financieros (en especial, para los estructurados de
crédito), lo que contribuyó a una incorrecta valoración del riesgo intrínseco
del instrumento. Ello se acentuó por el conflicto de interés existente en la propias agencias, que asesoraban a los emisores (sus clientes) para obtener calificaciones elevadas de sus emisiones estructuradas, que las propias agencias
calificaban.
RECOMENDACIONES desde la óptica de las entidades financieras
1.
Resulta imprescindible que las entidades financieras establezcan sistemas
para una adecuada gestión de los riesgos de balance (liquidez, tipo de interés
y concentración), debiendo pasar estos por:
a) Su correcta organización, que debe (i) contar con personal suficiente,
competente y con dedicación plena, (ii) contar con límites bien definidos, (iii) establecer una identificación previa del riesgo de balance que
comporta cualquier nueva línea de negocio y (iv) ser revisada periódicamente.
b) La formulación de estrategias de financiación que consideren planes de
contingencia ante un entorno realmente adverso. La eventualidad de alteraciones graves y prolongadas de la liquidez no deben ser entendidas
como una hipótesis poco probable, debiendo incidirse en la realización de
200
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
pruebas de stress que incluyan la posibilidad de fuertes y dilatadas tensiones en el conjunto del mercado.
c) La plena implicación de la Alta Dirección en la definición de objetivos
para las pruebas de stress, en la definición de escenarios, en el análisis de
resultados y en la toma de decisiones derivadas de estos.
2.
El marco de Basilea II debe ser revisado en lo que al riesgo de liquidez respecta, pues resulta evidente que subestimó este riesgo al mismo tiempo que
sobreestimó la capacidad de las entidades para medirlo y gestionarlo. Por
tanto, resulta fundamental definir procesos de medición y acotamiento del
riesgo de liquidez y de financiación que tengan en cuenta, entre otros, la naturaleza de los activos incluidos en el balance de las entidades y el nivel de apalancamiento.
3.
La adecuada gestión del riesgo reputacional es, y continuará siendo, clave en
el futuro. Por ello, resulta indispensable que las entidades implanten sistemas
formalizados para el control y gestión del mismo, expresando su compromiso con la ética y el buen gobierno. Entre otros, dicha formalización debe pasar
por (i) establecer sistemas efectivos de medición y control del riesgo reputacional, que deben incluir, normas de comportamiento ético en todos los ámbitos, con definición de mecanismos de verificación y medición, así como definir incentivos para la Alta Dirección ligados a la creación de valor a largo
plazo, eliminando los objetivos cortoplacistas que han contribuido al desarrollo de la crisis e (ii) integrar la medición y gestión de este riesgo en la
Unidad de Gestión y Control Global del Riesgo, al objeto de que sea tenido
en cuenta considerando a la vez los restantes riesgos que afectan a la entidad.
4.
En cuanto al riesgo de mercado, sería conveniente distinguir los requerimientos de capital en función de la operativa ejecutada por la entidad financiera, aumentando el control y los requerimientos de capital sobre aquellas
entidades que actúen por cuenta propia de forma intensa sobre instrumentos
complejos y, por tanto, considerados de alto riesgo (derivados de crédito, titulizaciones complejas, etc.).
Paralelamente, sería conveniente reformular los modelos de medición y gestión de este riesgo en aquellos aspectos que han mostrado debilidad, especialmente en:
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NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
a) Utilizar distribuciones de probabilidad más acordes con la evolución de
las rentabilidades de los activos, pudiendo utilizar distintas distribuciones
en base a las características de cada instrumento.
b) Exigir en los modelos VaR la inclusión del riesgo de liquidez de los instrumentos en las carteras a su consideración, en tanto en cuanto su inclusión podría conllevar un importante incremento del riesgo.
c) El establecimiento de un mayor nivel de supervisión sobre los modelos de
valoración utilizados para activos complejos.
d) Establecimiento de test de stress más exigentes, acordes con el comportamiento vivido y específicos en función de la tipología de los productos
que componen las carteras.
5.
Resulta imprescindible que las entidades establezcan procesos y sistemas
para la gestión integral del riesgo. Por tanto, es indispensable que Basilea III
refuerce el proceso de evaluación de suficiencia de capital en base a una
visión integral del riesgo establecido ya en Basilea II, dejando claro que la
única forma de aproximar el posible impacto de los riesgos asumidos es su
comprensión y consideración conjunta, único mecanismo que permite determinar sus interacciones e interdependencias.
6.
En lo que a riesgo de negocio se refiere, el sector financiero mundial se
encuentra en un momento de importantes cambios y, por tanto, afronta evidentes incertidumbres en la continuidad de su modelo de negocio. Una posible redefinición debe pasar por mantener y fortalecer aquellos aspectos que
han permitido a España liderar el desarrollo del negocio a nivel mundial, eliminando las debilidades detectadas a raíz de la crisis. Así, se trataría de
impulsar aspectos como:
a) El modelo de «originar para retener» que tan buenos resultados ha proporcionado a las entidades españolas, en detrimento del modelo de «generar para distribuir».
b) El modelo de banca enfocada al cliente, sustentada en un buen conocimiento del mismo y de su entorno.
Paralelamente, resulta necesario:
a) Acomodar el nuevo modelo de financiación a la realidad del mercado.
Financiar las necesidades de liquidez con nuevas titulizaciones no es sosteni-
202
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
ble en tanto en cuanto depende del crecimiento de los activos hipotecarios
(limitado en el entorno económico actual) y de la situación de los mercados de
crédito (todavía, en gran medida, cerrados para una parte de las entidades)1.
b) Reducir los costes de estructura al objeto de alcanzar grados de eficiencia
más elevados.
c) Abordar, con la mayor celeridad posible, un nuevo marco normativo para
las Cajas de Ahorros que les permita dotarse del capital requerido por
Basilea III al objeto de afrontar los riesgos incurridos.
7.
Para una adecuada gestión de las entidades financieras resulta imprescindible
que la Alta Dirección (Consejo de Administración y Equipo Directivo) cuente con los conocimientos necesarios para comprender plenamente el alcance
de los riesgos en los que incurren.
8.
A la vista de lo sucedido, existe un importante consenso sobre la idoneidad de
incrementar los requerimientos de capital establecidos en Basilea II al objeto
de controlar y dimensionar los riesgos asumidos por las entidades financieras.
Paralelamente, se pone sobre la mesa la posible reconsideración de los denominados «instrumentos híbridos» como capital TIER 1. Ambos factores
supondrán un notable incremento de los requerimientos de capital para las
instituciones financieras.
Este incremento de los requerimientos de capital por riesgos puede generar un
importante impacto en las entidades españolas y, en especial, en las Cajas de
Ahorros, debiendo ejecutarse de forma muy gradual y ponderada al objeto de:
a) Posibilitar la paulatina adaptación de nuestras entidades, especialmente en
un entorno de dificultades de financiación como el actual.
b) Evitar que ello pueda afectar de forma negativa a la ya deteriorada actividad de concesión de crédito, lo que contribuiría a agravar todavía más la
actual crisis al constreñir el crédito a hogares y empresas.
c) Impedir que unos requerimientos innecesariamente exigentes produzcan
un incremento del coste de capital en las entidades y, por ende, una menor
eficiencia en su función financiadora de la economía.
1
No obstante, merece la pena resaltar los esfuerzos e iniciativas que se están haciendo para reactivar el mercado de titulizaciones a nivel global.
203
NUEVOS ENFOQUES PARA VIEJOS RIESGOS FINANCIEROS
RECOMENDACIONES desde la óptica de los inversores
9.
Resulta indispensable aumentar la calidad de la información que, con respecto a los riesgos en que incurren, reciben los inversores, así como fomentar los
mecanismos de medición, control y gestión de riesgos en los denominados
inversores profesionales. A su vez, una mejora en la formación de los inversores es muy recomendable.
10. Sería conveniente establecer criterios de calificación de riesgos de los instrumentos financieros que complementen las calificaciones de riesgo de crédito
elaboradas por las agencias de calificación, en donde principalmente se mide
el riesgo de los emisores. Mediante estas nuevas calificaciones, los inversores dispondrían de una información más completa sobre los riesgos de los instrumentos financieros en los que invierten, lo que mejoraría su toma de decisiones y la adecuación de sus inversiones a su grado de aversión al riesgo.
Estas nuevas calificaciones deberían centrarse, especialmente, en los dos riesgos que se han mostrado más relevantes en la actual crisis: el riesgo de liquidez y el riesgo de mercado.
En definitiva, los inversores podrían configurar adecuadamente su decisión de
inversión al contar con (i) una opinión sobre el riesgo de impago del emisor o
de la emisión (riesgo de crédito), (ii) una opinión sobre el potencial de pérdida del instrumento en el que invierte (riesgo de mercado) y (iii) una opinión
sobre la posibilidad de monetización del instrumento (riesgo de liquidez).
11. Sería idóneo que, además, dichas calificaciones fuesen aplicables a las
Instituciones de Inversión Colectiva al objeto de determinar, por agregación,
un perfil global de sus principales riesgos (crédito, liquidez y mercado), proporcionando a los inversores una valiosa información sobre las características
del instrumento seleccionado.
12. El desarrollo de la crisis financiera demuestra que la existencia de mercados
organizados ha contribuido a facilitar la medición y gestión de los riesgos de
liquidez y mercado. Por ello, sería conveniente:
a) Sopesar la idoneidad del proceso de liberalización de mercados que ha
conllevado la aparición de sistemas alternativos de negociación, en la
medida en que los mismos pueden contribuir a segmentar los libros de
204
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
órdenes, reducir la calidad en la formación de los precios y disminuir la
liquidez.
b) Promover el desarrollo de mercados organizados de renta fija a nivel europeo, con el objetivo de conseguir una eficiente formación de los precios
(uno de los principales problemas actuales) y aumentar la liquidez.
c) Promover el desarrollo de cámaras de compensación para los productos
derivados que, por sus características, no son negociados en mercados
organizados, contribuyendo así a su transparencia y a la eficiencia en la
formación de su precio.
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