ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN DE LA REGULACIÓN EXMIFID EN DERECHO ESPAÑOL A LA ACTIVIDAD DE LAS EMPRESAS DE SERVICIOS DE INVERSIÓN Ignacio Santillán Fraile 1. INTRODUCCIÓN puedan darnos instrumentos de análisis cuantitativo y cualitativo específicos. Sí se puede en este momento, sin embargo, pulsar indiciaria y conceptualmente, cuáles son los efectos más relevantes que pueden percibirse en la operativa de las ESI y cuáles son los aspectos que aún requieren de determinación de aspectos relevantes para poder hablar de una aplicación uniforme de esta nueva regulación. La realización de unas consideraciones acerca del estado de situación respecto de la implementación de las medidas recogidas en la Directiva MiFID y su normativa de desarrollo en España, requiere fijar algunos conceptos previos. Primeramente, debe estar claro que no está en cuestión el grado de cumplimiento, por parte de las entidades involucradas, de la regulación española (contenida en la Ley 47/2007 que modifica la Ley del Mercado de Valores y el Real Decreto 217/2008 que la desarrolla en esta materia) dado que debe presumirse que el grado es total, tratándose de normativa en vigor. Se trata, más bien, de identificar en qué momento se encuentra la eficacia de tales regulaciones en la consecución de sus objetivos, dadas las particularidades que plantea una regulación nueva basada en principios, que a su vez ha establecido una serie de nuevas obligaciones para las entidades financieras y, particularmente para las Empresas de Servicios de Inversión (ESI). Debe adelantarse, por otro lado, que en la actualidad nos encontramos en un momento donde la realización de un análisis de este tipo debe llevarse a cabo sobre la base de una posición realista, que no permite hablar de datos estadísticos concretos ni de encuestas específicas que 2. ALCANCE DE LA REGULACIÓN DE TRANSPOSICIÓN DE LA MIFID CONSIDERACIONES GENERALES La Directiva 2004/39/CE, de 21 de abril, («MiFID») pretende alcanzar unos estándares similares de aplicación en todos los Estados de la Unión Europea en lo tocante a los criterios prudenciales de autorización de empresas de servicios de inversión. Esta finalidad, perseguida también por la Directiva 93/22/CE, de Servicios de Inversión, respecto de la que la MiFID supone en este aspecto un paso más, resulta conceptualmente loable en un escenario de autorización única y pasaporte europeo. La MiFID, sobre la DSI, avanza en materias de organización interna de las ESI, que afectan a cuestiones tales como 213 OBSERVATORIO SOBRE LA REFORMA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS EUROPEOS (2008) establecimiento de unidades internas de control (cumplimiento, control de riesgos y auditoría interna), el establecimiento de un régimen específico para la externalización de funciones, de sistemas más estrictos en el seguimiento de operaciones de consejeros, directivos y empleados, el reconocimiento de la importancia de un adecuado sistema de registro de operaciones por parte de las ESI, la exigencia de fijación por escrito de aspectos organizativos internos como ciertas las políticas de actuación, o el reforzamiento de las medidas tendentes al aseguramiento de los derechos de los clientes sobre sus activos confiados a una ESI. Estos aspectos organizativos tienen una menor relevancia desde el punto de vista del análisis del estado de situación de la implantación de MiFID en España, en tanto la regulación española anterior a la transposición de MiFID ya incorporaba elementos de alcance similar en casi todos sus aspectos. No van a ser estos aspectos organizativos, por tanto, objeto de análisis en el presente trabajo. Junto a la anterior finalidad, y en materia de unificación de la regulación de la actividad de las ESI, la MiFID incide en el establecimiento de estándares similares en materia de Normas de Conducta, orientadas a la protección de los intereses de los clientes en las relaciones pre-negociales y negociales con las entidades financieras, en el ámbito de la prestación de servicios de inversión y actividades complementarias. Esta estandarización, junto con el establecimiento del principio de supervisión del cumplimiento de tales normas por la autoridad del Estado de origen en la prestación de servicios transnacional sin establecimiento permanente, pretende ser un instrumento que permita el efectivo pasaporte de tales normas de conducta que, hasta la fecha, venían suponiendo una cierta barrera de entrada en cada Estado. Estas normas de conducta regulan aspectos que se centran en (i) el establecimiento de un estándar de trato al cliente, basado en la profesionalidad, imparcialidad y honestidad, (ii) el ajuste del producto ofrecido o solicitado por el cliente a su perfil y necesidades, y (iii) el establecimiento de un nivel reforzado de información, tanto antes de suscribir cualquier producto o servicio, como después de dicha suscripción. Como es conocido, la regulación contenida en la MiFID y en la Directiva 2006/73/CE de 10 de agosto ha sido transpuesta en el ordenamiento español por medio de la Ley 47/2007, de 19 de diciembre que ha modificado aspectos importantes de la Ley 24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores y el Real Decreto 217/2008, de 15 de febrero. Estas normas españolas han permitido a las ESI abandonar las cábalas acerca del potencial efecto directo de la MiFID en España, que tuvieron su sentido antes de la aprobación de estas normas pero después del término del plazo para la transposición en España de las Directivas y han supuesto el marco normativo de referencia para las entidades españolas. Por su parte, el Reglamento 1287/2006, de 10 de agosto resulta de aplicación directa en España, como corresponde a este tipo de instrumento normativo. Son varios los aspectos novedosos en el ámbito de las normas de conducta, que requieren de una actuación específica por parte de las entidades, si bien el alcance de los mismos no siempre es claro, como veremos más adelante. Por otro lado, también requiere una reflexión, si el cumplimiento de tales normas de conducta nuevas, en tanto refuerzan el nivel de información a los clientes, redundan efectivamente en un incremento del nivel de protección de los mismos. Son inicialmente estos dos aspectos, los abiertos en cuanto a su plasmación efectiva y la eficiencia de los planteamientos regulatorios de la MiFID y la normativa española «exMiFID». Aparte estos dos aspectos, y desde el punto de vista del efecto que esta regulación tiene sobre las ESI y sus clientes, hay otros dos tipos de consideraciones previas que también requieren atención. Primero, la exigencia de la prestación de un servicio profesional, considerado ése como un concepto amplio, a los inversores y potenciales inversores y segundo, la nueva exigencia de la presta214 ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN... ción del consentimiento por parte de los clientes a ciertas operativas de carácter técnico de las entidades. tiva» que debe proveerse al cliente –inversor– antes de que éste tome decisiones de inversión por un lado, y por otro, de poner a disposición del cliente –de forma gratuita y por exigencia de la Ley– de parte del know-how de la entidad a la hora de determinar cómo un determinado producto de inversión encaja en las necesidades del cliente. Esta última obligación, por su carácter «cuasi expropiatorio» de esa parte de conocimiento profesional de la entidad (que debe poner a disposición de los clientes sin contraprestación), se encuentra más matizado con carácter general (en lo que es la apreciación de la conveniencia de los productos y servicios) y tiene un alcance más estricto sólo en lo que se refiere específicamente a las relaciones de gestión de carteras y asesoramiento de inversión (a través de la apreciación de la idoneidad). Este posicionamiento regulatorio de las ESI resulta novedoso en cuanto al nivel de exigencia que del mismo se deriva, por un lado, y en cuanto a que supone un fundamento mismo de la relación entre las entidades y sus clientes que debe incorporarse dentro del ámbito que define el concepto más amplio de «cultura de cumplimiento», dentro de su funcionamiento y del establecimiento de estándares de actuación en la relación con sus clientes. Sin embargo, consideramos que estos requerimientos legales no llegan a situar a las empresas de servicios de inversión ante una responsabilidad de tipo fiduciario frente a sus clientes, como en ocasiones se ha sostenido. La normativa «exMiFID» establece estándares de reforzamiento del papel de «profesional» en la prestación de servicios, pero no establece obligaciones fiduciarias entre las entidades y sus clientes. No debe perderse de vista que nos encontramos ante una relación negocial de intercambio de un servicio por una prestación económica donde la propia estructura de la relación impide una alineación de intereses que justifique una verdadera relación fiduciaria entre entidad y cliente. Se trata, por tanto, de obligaciones de tipo legal y no fiduciario, siendo la ley quien determina su ámbito y exigencias. LA PROFESIONALIDAD DE LAS ESI AL SERVICIO DE LOS CLIENTES La regulación «exMiFID» parte, a nuestro modo de ver, de una consideración de las entidades financieras como entidades fundamentalmente profesionales, entendiendo aquí el concepto de profesional no como promoción de negocio u obtención de retribución por la prestación de servicios (concepto de profesionalidad reflejando en el artículo 8 del RD 217/08), sino como paradigma de lo que es la intervención de un profesional dentro del proceso de inversión por no profesionales en valores negociables. Este paradigma de profesionalidad se refleja en el otorgamiento, por la regulación, de una especial posición –reforzada– de proveedor al inversor –y potencial inversor– de aquellos elementos necesarios para que la toma de decisiones de inversión pueda producirse con elementos de consideración suficientes. Se trata de constituir a las entidades en profesionales que «acompañan» al inversor en el proceso de inversión, no sólo como prestadores de servicios de inversión, sino como colaboradores en el proceso de tomas de decisión de inversión, asesorando al cliente acerca de los productos y servicios más adecuados a su perfil. Así, la necesaria intervención de una entidad financiera –con licencia bajo el principio de reserva de actividad– en la prestación de servicios vinculados a la inversión en valores y otros activos financieros, se vuelve frente a estas entidades sometiéndolas a un régimen reforzado que limite el desfase existente entre los conocimientos que estas entidades tienen en la materia, con los que presenta el inversor. Se trata, por tanto, de hacer una abstracción inicial de la efectiva posición de partes contrarias en una relación negocial, para fijar unos estándares mínimos reforzados, de información «obje215 OBSERVATORIO SOBRE LA REFORMA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS EUROPEOS (2008) ficar las diferentes situaciones en que pueda darse esta situación, junto con la identificación de cuáles son las medidas más adecuadas de gestión de tales situaciones, resultan ser actividades ciertamente complejas y que requieren un adecuado y profundo conocimiento de la materia en muchas ocasiones. Por último, una adecuada política de protección de activos de los clientes puede requerir de análisis jurídicos complejos que incorporen la forma en que diferentes ordenamientos jurídicos interactúan de cara a la protección jurídica de los intereses de los clientes de custodia de una entidad. Adicionalmente, las medidas de protección operativa en esta materia resultan significativamente complejas y su comprensión y valoración requieren de una específica preparación técnica. En este escenario, la normativa exMiFID exige que cada cliente de retail individual dé su consentimiento a cada una de estas políticas. A tal efecto, el instrumento que la normativa otorga al cliente es, simplemente, información. Esta nueva regulación pretende que sea el cliente quien determine si una concreta política le resulta aceptable o no y, adicionalmente, parece considerar que éste análisis técnico puede ser uno de los elementos de juicio para que el cliente tome una decisión respecto de si contratar o no con dicha entidad. Frente a este planteamiento consideramos que no debe perderse de vista que el nivel de protección del inversor en un ámbito regulatorio específico debe analizarse por medio de la consideración de elementos diversos. Así, por ejemplo, la normativa sobre transparencia, tanto de los emisores como de los sistemas de negociación y mercados organizados, o aquella tendente a evitar el abuso de mercado, suponen elementos de protección de los intereses económicos de los inversores. Por otro lado, medidas tales como la reserva de actividad a aquellas entidades que acrediten una serie de elementos de seguridad para los clientes de las mismas, suponen también medidas de protección de los inversores, clientes de RESPONSABILIDAD DEL CLIENTE EN LA ELECCIÓN DE ENTIDAD Por otro lado, la regulación MiFID y exMiFID opta, en materia de adecuación de la entidad a las necesidades e intereses del cliente, por un modelo en el que el cliente pasa a tener una posición más activa y responsable. Al igual que hemos resaltado en ocasiones anteriores, que la regulación exMiFID presume entidades avanzadas y con un alto grado de profesionalidad, exigiendo de ellas un comportamiento basado en principios más que en normas de comportamiento muy específicas, también presume esta regulación un nivel de conocimientos –no ya de información– en los inversores, muy elevado. Así, la regulación exMiFID establece ciertos ámbitos donde los clientes de retail y, por tanto, no expertos en estas materias, deben prestar su consentimiento al modo profesional concreto en que una entidad va a prestarle un servicio de inversión. Tal es el caso del consentimiento a la política de mejor ejecución, o de gestión de conflictos de interés, o de protección de activos de los clientes. Incluso a alguien con conocimientos profesionales en estas materias, le puede resultar ciertamente difícil apreciar si una política de mejor ejecución concreta, o de gestión de conflictos de interés o, incluso en mayor medida, de protección de activos de los clientes, resulta adecuada o no. El establecimiento de una política de mejor ejecución requiere un estudio analítico comparativo del comportamiento medio de diferentes centros de ejecución, y el conocimiento de cómo otros aspectos tales como la probabilidad o rapidez de ejecución, o la probabilidad de una adecuada liquidación de la operación, pueden influir respecto de cierto tipo de operaciones. Una política de gestión de conflictos de interés pasa por identificar situaciones de confluencia de intereses no alineados que puedan potencialmente producir un perjuicio a un cliente en beneficio de otro o de la propia entidad. Identi216 ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN... 3. ALGUNOS ASPECTOS SIGNIFICATIVOS ABIERTOS dichas entidades. Así, medidas acerca de suficiencia de capital, de suficiencia de medios, de capacidad y honorabilidad de accionistas, consejeros y alta dirección, de organización y control internos, todo ello combinado con un estricto régimen de supervisión, inspección y sanción, son medidas enfocadas a establecer estándares de seguridad en la prestación de servicios de inversión, cuyos beneficiarios últimos son los inversores, clientes de tales entidades. Una regulación basada en principios, junto con un nuevo panorama de exigencias concretas en materias que, si bien estaban previamente reguladas, lo estaban con diferente alcance, implican necesariamente ámbitos de indefinición en este momento, cuando al normativa española es aún muy reciente y no existen estándares de contraste como referentes de actuación. Algunos de ellos son los siguientes: Un efecto claro del establecimiento de todas estas precauciones legales resulta ser que no se deja en manos de cada cliente el establecimiento de una due diligence sobre la entidad financiera a la que acude en solicitud de prestación de un servicio de inversión, sino que se permite que éste repose su confianza en cada entidad regulada y supervisada. Sobre esta confianza que pudieramos denominar como básica, se superpone la confianza en los términos comerciales propuestos por cada entidad en particular. 1. RÉGIMEN DE INCENTIVOS El estándar de trato a los clientes que exige la regulación exMiFID, que debe ser profesional, honesto e imparcial, no ha supuesto en la práctica una significativa alteración de las obligaciones de las ESI españolas frente a sus clientes, ya que la regulación anterior establecía estándares asimilables en el Código General de Conducta de los Mercado de Valores, contenido en el Anexo al Real Decreto 629/93, de 3 de mayo. Sin embargo, la específica regulación sobre incentivos que recoge tanto la MiFID como la Ley del Mercado de Valores y más detalladamente, el Real Decreto 217/08, en su artículo 59, sí resulta novedosa, y su efectiva aplicación debe llevarse a cabo por las entidades sin tener, a fecha de hoy, todos sus aspectos clarificados. El desarrollo de la actividad diaria de las entidades ofrece una diversidad de situaciones en las que debe determinarse el concreto encaje de esta nueva regulación sobre incentivos, de forma que, por un lado se dé cumplimiento al espíritu y la letra de la normativa y, por otro, se realice una aplicación práctica consensuada entre entidades y supervisor, con base en criterios de eficiencia regulatoria y económica. Así, por tan solo identificar algunos de estos aspectos pendientes de determinación, el tratamiento que deben tener los pagos efectuados a agentes de las ESI desde el punto de vista de la regulación de incentivos, y, particularmente, si La regulación exMiFID traslada, sin embargo, la responsabilidad acerca del cumplimiento de ciertas obligaciones puramente regulatorias y no comerciales a los clientes de las ESI. Tal sucede con la necesidad de otorgar el consentimiento a políticas con perfiles muy técnicos, operativos y jurídicos de difícil comprensión para los clientes, en los que, sin embargo, se hace descansar la responsabilidad de decidir acerca de su bondad o adecuación. Esto supone otro cambio significativo en las relaciones entre las ESI y sus clientes. Este cambio está siendo gestionado de forma adecuada por éstas, de forma que se proporciona a los clientes la información que legalmente es exigible. Cosa diferente es determinar si las decisiones de los clientes al respecto están siendo tomadas con conocimiento de causa o no. No parece, en este sentido, que el perfil medio del inversor de retail, en este momento, se encuentre en condiciones de tomar este tipo de decisiones y mostrar su consentimiento a determinadas políticas, con un adecuado conocimiento de causa. 217 OBSERVATORIO SOBRE LA REFORMA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS EUROPEOS (2008) hay que informar de ellos a los clientes, es algo que no queda claro a la luz de la regulación actual. La CNMV publicó en su momento un borrador de Preguntas y Respuestas que, entre otras cuestiones, trataba el régimen de incentivos y proponía opciones particulares en relación con situaciones concretas. Una de ellas proponía, como documento para comentarios de la industria, considerar que los pagos entre ESI y sus representantes deberían recibir el tratamiento de un incentivo con lo que ello implica de aplicación de este nuevo régimen legal. Sin embargo, parece que la estrecha vinculación funcional de los agentes a las ESI que son su principal, deberían permitir una interpretación menos estricta y más finalista de la norma, permitiendo considerar estos pagos como fuera del régimen de incentivos por tratarse de pagos realizados dentro del ámbito de organización y funcionamiento de la ESI. Por otro lado, y dado que el régimen de incentivos no solo establece obligaciones de información, sino –y primordialmente– un nuevo y rígido régimen de prohibición de cobro o pago de los mismos, convirtiendo esta prohibición en el principio general (Ctr. art. 79, pfo 2º LMV), pueden existir estructuras comerciales diseñadas con base en fundamentos operativos y de reparto de costes intra-grupo, que pueden verse afectadas y respecto de los que habrá que hacer un análisis de la implicación que esta nueva regulación pueda tener. Otros aspectos tales como la aplicación del régimen de incentivos en cadenas de ejecución de órdenes, en la colocación de valores en supuestos concretos como productos estructurados, colocaciones privadas, operaciones OTC u operaciones de renta fija con terceros, donde la retribución se obtiene por vía de un diferencial de precio y no por vía de cobro de un incentivo, así como otras cuestiones atinentes al momento y forma de informar al cliente acerca de incentivos, particularmente en relaciones negociales de tracto sucesivo o de prestación de servicios prolongados en el tiempo, son, entre otros, aspectos que requieren el establecimiento de estándares de actuación aceptados por el mercado y el supervisor. A tal efecto, las ESI ya han tomado algunas iniciativas para el tratamiento de estas cuestiones con la CNMV, lo cual permite augurar unos próximos meses de intercambio de impresiones a este respecto. 2. CONFLICTOS DE INTERÉS La obligación de gestionar conflictos de interés que pueden surgir en la prestación de servicios de inversión no es algo nuevo para las ESI españolas. Sin embargo, el hecho de que la regulación (Cfr. Art. 70 quater LMV) establezca como necesario que para que exista a una situación de conflicto de interés debe existir un potencial perjuicio económico para un cliente, hace necesario en algunos casos revisar el listado de potenciales conflictos de interés así como las particulares medidas de gestión de los mismos. Las ESI están trabajando en este sentido, de manera que, por un lado, las funciones de cumplimiento tengan claras directrices de aplicación, y por otro –dentro del proceso de elaboración de una política de gestión de conflictos de interés– las entidades articulen los mecanismos de prevención y decisión acerca de las situaciones de potencial conflicto. 3. POLÍTICA DE MEJOR EJECUCIÓN La obligación de servir a los clientes procurando la mejor ejecución posible de sus operaciones, es una exigencia que no es nueva en el panorama regulatorio español. Este principio, sin embargo, adquiere una específica relevancia en la regulación exMiFID dada la desaparición del principio de concentración de órdenes que ella supone. Así, la potencial oferta de diferentes centros de ejecución para operar sobre un valor concreto exige la adecuada identificación de cuál de ellos es el más adecuado para ejecutar las operaciones de un cliente. Este planteamiento inicial, centrado en la consecución de un mercado único si bien con centros de liquidez diversos, se extiende conceptualmente y se convierte en un principio en sí 218 ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN... mismo, en la relación con los clientes. Esto implica que debe procurarse una mejor ejecución a los clientes también cuando no existen centros alternativos de ejecución de sus operaciones. Tal es el caso de las operaciones que afectan a productos OTC o a fondos de inversión, por ejemplo. El alcance que este principio de mejor ejecución debe tener respecto de este tipo de productos no es claro y no resulta sencillo alcanzar una conclusión clara al efecto, más allá de constituir un principio general. Por otro lado, y en lo que respecta a valores y productos admitidos a negociación en mercados organizados, la elaboración, aprobación y puesta en práctica de las políticas de mejor ejecución por parte de las ESI, no ha supuesto una significativa alteración en la forma en que venían operando. Esto se debe al hecho de que la efectiva existencia de diferentes centros de ejecución significativos en términos de volumen y precio, respecto de valores admitidos a negociación en Bolsa de Valores –para los que éstas han sido y siguen siendo el mercado de referencia y donde en la práctica, se concentra la liquidez y donde se obtienen los precios significativos– es algo que, previsiblemente, requerirá tiempo. Por tanto, al tiempo que existen cuestiones pendientes de clarificación acerca de cómo aplicar este principio general a ciertos valores y operativas, la aplicación efectiva en relación con valores admitidos a negociación en mercados regulados se ha centrado principalmente en estos primeros meses en dar cumplimiento a las obligaciones formales, más que en efectivas ejecuciones de operaciones en centros alternativos de liquidez. Código General de Conducta de los Mercados de Valores, contenido en el Anexo al Real Decreto 629/93 recoge el principio de obtención de la información necesaria del cliente que permita «encontrar los productos y servicios más apropiados a sus objetivos (del cliente)». Es más. Este Código de Conducta recoge un elemento interesante que –aunque pueden entenderse que viene implícito en el régimen de elaboración de los test de idoneidad y conveniencia no recoge explícitamente la regulación exMiFID– que es la dedicación de «el tiempo y la atención adecuados» a cada cliente. Por tanto, el planteamiento general de las entidades a la hora de tratar de ajustar el producto o servicio al perfil del cliente, no es algo significativamente novedoso en la regulación española, exceptuando claro, la nueva obligación de clasificar los clientes en profesionales o de retail y el específico tratamiento que deben recibir las contrapartes elegibles. Por lo que respecta a la clasificación de clientes, las ESI han procedido a dicha clasificación y han informado de ella a sus clientes. Esta clasificación ha supuesto un paso previo en el proceso de ajuste del producto al cliente, dado que la clasificación de un cliente como profesional tiene significativas implicaciones en materia de idoneidad y conveniencia. Si bien la coincidencia no es total, el principio general ha sido que los clientes institucionales y aquellos de banca privada han sido identificados como clientes profesionales en tanto ha sido la clientela de retail la que no ha visto alterada su situación al mantenerse respecto de ellos la clasificación como no profesionales y aplicarles la totalidad de las medidas de protección del inversor. Todo ello dando a todos los clientes la opción de ser tratados como de retail. Sobre la mencionada relativamente poco significativa novedad de fondo, las novedades de tipo formal no son menores. Las entidades vienen ahora obligadas a hacer un test de conveniencia o de idoneidad que sustenten las decisiones que sobre conveniencia e idoneidad éstas hayan adoptado en la relación con sus clientes. 4. AJUSTE DEL PRODUCTO AL CLIENTE En esta materia, un contraste entre la regulación anterior y la actual permiten identificar claramente por un lado, poca novedad de fondo y por otro lado, algunas significativas novedades de orden formal. En efecto, la relativamente escasa novedad de fondo puede sostenerse en el hecho de que el 219 OBSERVATORIO SOBRE LA REFORMA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS EUROPEOS (2008) Esta obligación de elaborar un Test de idoneidad en la prestación de los servicios de Asesoramiento de Inversión y Gestión de Carteras ha sido interpretada de forma flexible por la CNMV, dando a entender que lo realmente relevante es disponer y poder acreditar que se dispone, de suficiente información de un cliente en concreto para poder determinar su idoneidad o no, respecto de una inversión o un perfil de cartera en concreto. Este enfoque flexible es especialmente relevante y útil, dado que existen situaciones en las que no resulta fácil concluir en cuáles son los fines de inversión de clientes, por ejemplo, institucionales. La dificultad en la obtención de información y las conclusiones que en materia de objetivos de inversión pueda derivarse de la misma, en ocasiones pueden dificultar a las ESI el cumplimiento efectivo de esta obligación.En este sentido, fuentes de información externas a la propia relación con el cliente pero elaborados por él (por ejemplo, la política de inversión de un Fondo determinada en su folleto) deberían ser instrumentos útiles en este sentido. Por otro lado, el hecho de que las ESI tengan un ámbito de actuación limitado, de forma que tengan prohibida la recepción de depósitos o el préstamo de dinero a clientes salvo si está vinculado a la adquisición de valores en los que esté involucrada la propia entidad, o que no puedan prestar el servicio de gestión de pagos, ocasiona que las ESI tengan, en el momento de iniciar una relación de prestación de servicio de inversión, un nivel menor de información acerca de sus clientes que el que pueda tener una entidad de crédito donde un cliente tenga domiciliados sus ingresos y gastos y/o contratados préstamos diversos, hipotecarios o de consumo. Esta particular posición de las ESI hace que la efectiva aplicación de los requisitos legales de compilación de información del cliente, pueda ser más compleja y requiera de una mayor explicación al cliente de la razón por la que se solicita esta información. Otra cuestión abierta y de gran relevancia, es el hecho de que respecto de la prestación del ser- vicio de asesoramiento de inversión, es de todos sabido que es un capítulo pendiente la obtención de unos grados suficientes de seguridad jurídica por parte de las entidades, en cuanto a cuándo nos encontramos ante una relación de asesoramiento de inversión a un cliente como contrapuesto a una relación de mera colocación o intermediación. Este sigue siendo uno de los elementos más relevantes pendientes de determinación, conjuntamente entre las entidades y el supervisor, en interés de todas las partes implicadas, incluidos por supuesto los clientes. 5. NIVEL DE INFORMACIÓN La regulación exMiFID establece un régimen de información a los clientes reforzado, respecto de la situación anterior. La fundamentación de la protección al cliente en sus relaciones con entidades financieras a través de la información es algo recurrente y ha sido tradicionalmente identificado indudablemente como un eficiente instrumento de protección. Las obligaciones de información al cliente se refieren a aspectos de la propia entidad, de los diferentes productos o servicios que se le ofrecen al cliente, a las políticas que la entidad tiene en práctica y va a aplicar al cliente en ciertas materias, a situaciones de potencial conflicto de interés, al régimen de incentivos, a los costes a incurrir, a los términos contractuales y, una vez iniciada la prestación de servicios, al reporte de cómo ésta se desenvuelve y cuál es la situación de las operaciones o activos del cliente. Como hemos mencionado más arriba, resulta dudosa la eficacia de la normativa que exige, no solo informar al cliente de las políticas de mejor ejecución, de gestión de conflictos de interés y de protección de activos, sino también requerir su conformidad con estas políticas. Por otro lado, no cabe duda que el volumen de «papel» (ya sea en papel o en otro formato duradero) que en la actualidad se entrega a los 220 ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN... Unidad de Control para atender a las exigencias organizativas separadas en una función de cumplimiento, una de control de riesgos y, en su caso, de auditoría interna. Los niveles de información a los clientes se han visto aumentados, al menos, en el momento de entablar relaciones de negocio con ellos. Tal y como hemos comentado anteriormente, la efectiva aplicación del régimen legal de incentivos sigue planteando cuestiones de interpretación cuya resolución debería ir acompasada entre la entidades y el supervisor. En tanto esto se produce, por un lado aquellos aspectos más relevantes en la relación con el cliente –centrados en la información al mismo de la existencia de los incentivos– y por otro aquellos aspectos que afectan a la toma de decisiones organizativas, operativos y comerciales, han sido atendidos por las ESI, dentro del alcance que individualmente puedan haber identificado. Es este, no obstante, uno de los asuntos que quedan abiertos en materia de implantación efectiva de la regulación; lo cual resulta a día de hoy inevitable, por cuanto la aplicación uniforme, desde el punto de vista conceptual, de esta novedosa regulación requiere necesariamente de un período largo de ajuste y alineación de criterios entre las entidades y el supervisor (en resumidas cuentas, del mercado) en un número relevante de aspectos. Otro de los aspectos novedosos, la obligación de procurar la mejor ejecución de operaciones, también presenta dudas muy razonables en las entidades por cuanto se trata de un principio con un origen externo a las entidades –la existencia de diferentes centros de liquidez para un valor– que ha evolucionado en la propia regulación a un principio de determinación interna en cada entidad en su aplicación también a operaciones y productos OTC o no negociados en mercados regulados ni otros centros de liquidez. En este sentido, el concepto mismo de «ejecución» parece que permite eliminar la aplicación de tal principio a algunos de los supuestos en que un cliente solicita contrapartida por cuenta propia a una entidad, siempre que ésta no gestione clientes o potenciales clientes de una ESI, es mayor que antes de la normativa exMiFID. La sensación que existe en la actualidad, es que la normativa obliga a entregar mucha información y que esa información (i) en ocasiones no es relevante para el cliente, (ii) no atiende a necesidades sentidas por él y, lo que es más importante (iii) no comprende el significado de algunas de las informaciones que recibe. En este sentido, un reciente estudio de IOSCO (IOSCO Point of Sale disclosure: Issues Paper, Mayo 2008) refleja que la información que los clientes consideran relevante a la hora de realizar una inversión es lo que se refiere a cuánto le cuesta, cuánto puede perder por su inversión y cuándo puede tener resultados. Estas conclusiones parecen amparadas, por otro lado, por el sentido común. En este sentido, respecto de aquella información que va más allá, podría optarse por un régimen de puesta a disposición más que de entrega obligada. No parece que su entrega en todo caso, y menos, su conformidad con la misma, sean instrumentos de eficiente protección a día de hoy. 4. CONSIDERACIONES CRÍTICAS Las anteriores consideraciones permiten hablar en la actualidad, a pocos meses de la entrada en vigor formal de la regulación española de implementación de la MiFID, de un panorama diverso en cuanto a la implantación efectiva de los diferentes aspectos de la misma. No cabe duda acerca de la adaptación de las ESI españolas a las exigencias de esta nueva regulación, en todo aquello que sea exigible desde la entrada en vigor de la mencionada regulación. Son muchos los aspectos que las entidades han atendido. Así, la adaptación de contratos (respecto de la que, recientemente, la CNMV ha publicado una serie de criterios), la elaboración de políticas de ejecución de órdenes, de gestión de conflictos de interés y de protección de activos de los clientes. La reordenación de la existente 221 OBSERVATORIO SOBRE LA REFORMA DE LOS MERCADOS FINANCIEROS EUROPEOS (2008) En todas estas situaciones y otras sin duda, las ESI no cuentan en la actualidad con un marco claro de referencia para diferenciar el servicio de asesoramiento de otros servicios. Junto a aquellos aspectos más relevantes que requerirán una experiencia en su aplicación para poder hablar de aplicación uniforme y conforme con criterios de supervisión, hay otros aspectos de la aplicación práctica de la MiFID que justifican una atención específica. Así, el régimen de información a los clientes, indudablemente reforzado en diferentes aspectos, por la actual normativa, incorpora como novedad la exigencia de que los clientes –y particularmente aquellos minoritarios, no profesionales– manifiesten su consentimiento respecto de la forma en que la entidad que le va a prestar servicios va a desarrollar aspectos indudablemente técnicos y operativos de los mismos. Tal es el caso de las políticas de gestión de conflictos de interés, de mejor ejecución y de custodia y mantenimiento de activos. Se trata, por tanto, de incorporar consideraciones de tipo técnico y operativo, más allá de las meramente comerciales, a la elección por los clientes de la entidad adecuada para prestarle un determinado servicio de inversión. No podemos decir que este enfoque sea, en la actualidad, realista. Esta nueva regulación presupone criterio técnico y operativo a clientes que con alta probabilidad carecen de él. En el ámbito de los mercados de valores siempre ha sido importante la información. Sin embargo, esta información no cumple su objetivo si no se puede percibir que la misma sirve efectivamente para que el cliente se haga una composición de lugar cabal de su situación y de lo que significa dicha información. Debe tenerse en cuenta, por tanto, que información no equivale a conocimiento. Un alto nivel de información, cuando ello no implica que el cliente llegue a tener un verdadero conocimiento de lo que ello significa, entendemos que no cumple con la teórica finalidad que la regulación otorga a tal información. Si en esta situación, además, se hace descansar en el cliente la dicha orden. Es esta, en fin, una cuestión abierta y de compleja aplicación. Entretanto se alcancen estándares y reglas de aplicación uniformes por el mercado, no es previsible que se adopten enfoques similares por las diferentes entidades en esta materia. El régimen de gestión de conflictos de interés no es nuevo, pero si lo es la superación de un concepto vulgar de conflicto de interés para pasar a un concepto más técnico-jurídico, identificado con aquellas situaciones susceptibles de producir un perjuicio cuantificable a un cliente respecto de otro o de la propia entidad. En este sentido, la inercia de considerar conflicto de interés cualquier situación de confluencia de intereses, sin analizar previamente si esa confluencia lleva a situaciones de alineación de intereses o de conflicto y en este segundo caso, si este conflicto puede implicar una pérdida para el cliente, sigue siendo muy marcada. La determinación de en qué consiste, en términos prácticos, el nuevo servicio de inversión denominado asesoramiento de inversión es, sin duda, uno de los elementos más relevantes que se encuentran pendientes de un acercamiento común del mercado (entidades y supervisor). Esta cuestión plantea dónde acaba la intervención profesional del cliente (en materia de conveniencia e idoneidad) y empieza la prestación del servicio de inversión de asesoramiento, por un lado. Los perfiles de la intervención de la ESI en ambos casos son operativamente similares: recomendación de inversión o no en un producto, por ejemplo. En un caso, porque no es conveniente y en otro porque se asesora. Los perfiles de separación no son claros. Tampoco lo son cuando se trata de separar las actividades de comercialización de productos o valores que, lógicamente, deben incorporar manifestaciones acerca de la bondad de lo que se pretende comercializar (lo contrario resultaría simplemente absurdo). Ni cuando, dentro del servicio de intermediación, se proporciona información al cliente, junto con las opiniones que el operador o la entidad pueda tener al respecto. 222 ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DEL ESTADO DE SITUACIÓN DE LA APLICACIÓN... adecuación a sus necesidades de una determinada política a aplicar por la ESI, llegamos a la conclusión de que resulta dudoso que, con carácter general, esta nueva regulación que parece basarse en un elevado nivel de conocimientos de los clientes, tenga acomodo en la realidad. En este sentido, resultan, por un lado encomiables, y por otro reveladores de lo dicho, los esfuerzos que, en la actualidad, están desplegando los reguladores, tanto el Banco de España, como la CNMV, en la consecución a medio plazo de una mejora en la formación financiera de los clientes de entidades financieras. Por último, en el Observatorio sobre la Reforma de los Mercados Financieros Europeos, del 2007, tuvimos ocasión de manifestar cómo MiFID debe ser considerada como un proceso más que como una regulación de aplicación inmediata. Así, sobre la indudable existencia de exigencias de inmediato cumplimiento cuya aplicación puede no requerir especiales interpretaciones, existen una serie de nuevos elementos en el desenvolvimiento de la actividad de las ESI y en la relación con sus clientes respecto de los cuales el confort por parte de las entidades llegará con el tiempo. Tales serían los casos mencionados más arriba. Este enfoque de la MiFID como proceso, tiene sin duda otras vertientes, que no son objeto de análisis en este momento, que también precisarán de un período de tiempo para mostrar su efectiva aplicación, como son la existencia de centros alternativos de liquidez para valores admitidos a negociación en mercados regulados, o el verdadero establecimiento de esquemas competitivos en materia de post-trading. Así, el esqueleto normativo de MiFID se apoya varios aspectos, siendo algunos de los más relevantes una común actuación de las ESI a nivel europeo, conjuntamente con una nueva estructura de los sistemas de actuación propia de las mismas –contratación y en parte, liquidación– sin la que el total esquema no se encuentra completo. Dentro de este proceso, es indudable que se han producido avances, que las ESI han tomado conciencia práctica de las exigencias formales de la regulación española, cumpliendo con ella, y que continúan, a través de diversas iniciativas y en contacto con el supervisor, avanzando en una aproximación común respecto de aquellos aspectos menos clarificados o que plantean mayores dudas de aplicación. Por lo que respecta a la relación con los clientes, ésta, sin duda, es más exigente con la nueva regulación en materia de información que se debe facilitar al cliente antes de la prestación de los servicios. Sin embargo, no existe un convencimiento claro de que ello haya redundado en un panorama de mejor protección de los clientes –inversores– de estas entidades, cuyo nivel de protección anterior ya era significativamente elevado. 223