Cumbre en Pittsburgh del G20: forma sin substancia

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Cumbre en Pittsburgh del G20: forma sin substancia
Walden Bello :: 09/10/2009
¿Será el G20 en la década venidera el detonante del renacimiento del
movimiento antiglobalización que cumplió la OMC [Organización
Mundial de Comercio] a fines de los 90?
Cuando los autoproclamados guardianes económicos del mundo y miles de personas que
protestaban en manifestaciones convergen en Pittsburgh para la tercera cumbre del G20, hay pocas
esperanzas de que salga de la reunión alguna iniciativa drástica para tomar medidas de
coordinación capaces de lidiar en serio con la crisis económica global. A pesar de la amenaza del
presidente Sarkozy de abandonar la cumbre si los dirigentes se mostraban incapaces de poner un
tope a las remuneraciones y a las bonificaciones de los altos ejecutivos, consideradas causa clave de
la implosión financiera, el consenso forjado al respecto es probablemente más retórico que de
substancia, debido a la impertérrita preferencia de Washington por políticas basadas en el
cumplimiento voluntario por parte de los banqueros. Como han señalado algunos observadores, eso
es como pretender que los alcohólicos se abstengan de tomar alcohol. La regulación financiera:
¿una ilusión? Habrá también acuerdo general en principio sobre la necesidad de exigir mayores
reservas a las instituciones financieras, de las cuales esperan los gobernantes que pongan brida a
sus inversiones temerarias. Pero el demonio mora en los detalles, y en este extremo los europeos
quieren niveles más elevados de reservas de lo que Washington está dispuesto a apoyar. Motivo
avanzado por Washington para su renuencia: no quiere imponer reglas que pudieran poner trabas a
la “eficiencia” del sistema financiero. Motivo real: los bancos siguen siendo un formidable lobby que
disfruta de la simpatía del Secretario del Tesoro, Tim Geithner, quien ya en su época de jefe de la
Reserva Federal de Nueva York participó en algunas de las decisiones cruciales que trajeron consigo
la debacle financiera de 2007-2008. La dura realidad es que, dos años y arreo después de que la
crisis de las hipotecas subprime estallara en el verano de 2007, no se ha aprobado ninguna medida
regulatoria financiera nueva de algún alcance destinada a embridar la propensión de las
instituciones sobreapalancadas de Wall Street a juguetear con un volumen de derivados financieros
no regulados que alcanza un valor estimado de 600 billones de dólares. Al contrario: se han
inventado nuevos instrumentos especulativos, como los derivados que permitirían a los inversores
hacer dinero con la venta de planes de seguros de vida contratados por personas mayores que no
pueden ya seguir pagándolos. El debate sobre el gasto en estímulos La declaración final de la
cumbre exhortará seguramente a los países a que mantengan los estímulos a fin de sostener la
demanda y contrarrestar la contracción económica. Pero la realidad es que, presión mediante de los
conservadores económicos, hay pocas ganas en los EEUU de proceder a mayores gastos de estímulo,
y eso a despecho de la persistente contracción de su economía. Así, el presidente de la Reserva
Federal, Ben Bernanke, y otros funcionarios han estado fantaseando con la idea de que se ve ya la
luz al final del túnel y de que la recesión global terminará probablemente pronto, lo que implicaría
menores necesidades de gasto en estímulos públicos. Como reveló un memorándum de la Casa
Blanca dirigido a los gobiernos europeos y revelado por el periodista Greg Palast, debería permitirse
que cada nación “desplegara” sus esfuerzos antirrecesivos “a ritmos adecuados a las circunstancias
de cada economía”. Ese memorándum venía a responder a los temores europeos de que los EEUU
pudieran cerrar antes de tiempo el grifo del gasto en estímulos, creando problemas a Europa y a
todos, dada la centralidad de la economía estadounidense. Subrayando la diferencia, una nota de un
alto funcionario de la Unión Europea citada por Palast afirma: “’Es esencial que los Jefes de Estado y
de Gobierno presentes en esta cumbre persistan en las medidas de política económica que han
adoptado’, y que no actúen unilateralmente. ‘Las estrategias de salida [tienen que] realizarse de
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manera coordinada’.” A despecho de esas importantes diferencias que podrían resultar en políticas
divergentes, habrá un esfuerzo para maquillar los puntos disonantes y, como predijo en un foro
recientemente celebrado la antigua representante norteamericana para asuntos comerciales, Susan
Schwab: “Saldrán y dirán que fue un gran éxito”. Las economías asiáticas dependientes de las
exportaciones Los planes de estímulo por parte de los EEUU y de los países europeos tendrán una
particular importancia para los participantes asiáticos. Estamos muy lejos en Asia de una
recuperación sostenida, pero algunos países han logrado mitigar los peores efectos de la recesión y
hasta han crecido un poco en los últimos meses, gracias a los agresivos gastos en estímulos. En
China, por ejemplo, la economía creció un 7,9% en el segundo trimestre, un fenómeno impulsado
básicamente por el estímulo de 585 mil millones de dólares que el gobierno inyectó en la economía a
comienzos de año. Pero para las economías orientadas a la exportación como la de China y otros
países del Este asiático, una recuperación sostenida dependerá de la recuperación de una robusta
demanda de consumo en los EEUU y en Europa. Muchos analistas sostienen, sin embargo, que, aun
si Washington siguiera apoyando a la economía con más dólares de estímulo, se tardaría mucho
antes de que los consumidores norteamericanos –buena parte de los cuales se hallan endeudados
hasta las cejas— pudieran volver a ser el motor de la economía global. Lo que significa que el
estancamiento global será un fenómeno de largo plazo. Foro ilegítimo Tras tres cumbres de las que
todo lo que ha salido han sido vagarosas recomendaciones políticas de cumplimiento voluntario,
muchos dudan de la pertinencia del G20 como institución de toma de decisiones capaz de
enfrentarse a la crisis económica. Y desde luego, se ve poca voluntad política para tomar las duras
decisiones que se precisan para poner coto a la caída o aun para mitigar el impacto de la misma, ya
en forma de ayuda masiva a los países pobres, ya con una mayor coordinación del gasto en estímulos
en los países capitalistas centrales, ya con una mayor representación en el FMI de los países en
desarrollo, o con una regulación más estricta de las temerarias instituciones financieras. Por otra
parte, con su falta de legitimidad como foro internacional y su imagen de club de los ricos y
poderosos –a pesar de la inclusión de China, la India y algunos otros grandes países en vías de
desarrollo—, el G20 se ha convertido en objetivo perfecto para manifestantes, varios miles de los
cuales han marchado estas pasadas semanas contra la economía neoliberal de mercado y a favor de
la justicia global y de otras causas. ¿Cumplirá el G20 en la década venidera el papel de farolillo
verde del renacimiento del movimiento antiglobalización que cumplió la OMC [Organización Mundial
de Comercio] a fines de los 90? Foreign Policy in Focus, 24 septiembre 2009. Traducción para
sinpermiso.info: Ricardo Timón
Más información en La Haine
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