Desafíos pendientes de la autoridad ambiental para la aprovación

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DESAFÍOS PENDIENTES DE LA AUTORIDAD AMBIENTAL PARA LA
APROBACIÓN DE NUEVOS PROYECTOS DE INVERSIÓN
Hernán Durán de la Fuente
Director Gerente General GESCAM S.A.
Marzo 2006
Dos recientes decisiones diametralmente opuestas de carácter
administrativo sobre el rol fiscalizador del gobierno, refuerzan las dudas
acerca del papel que está jugando la institucionalidad ambiental. Por una
parte, está la indiscutible decisión técnica fitosanitaria del SAG de impedir
la entrada de carne argentina con riesgo de aftosa y, por otra parte, está la
discutible decisión de la COREMA de la III Región de aprobar el
controvertido proyecto de Pascua Lama. ¿Qué habría pasado si la decisión
fitosanitaria del SAG hubiese sido una decisión política y no técnica ; o bien,
qué habría pasado si la decisión de Pascua Lama hubiese sido ambiental y no
político técnica?
Mientras las autorizaciones fitosanitarias para los productos de
importación y exportación a cargo del SAG son aceptadas como una
necesidad ineludible de la globalización y del desarrollo del comercio
exterior del país, las autorizaciones ambientales que competen a las
inversiones productivas , a cargo de la CONAMA y las COREMAS, más
nuevas en la historia burocrática del país, no son, en general, asumidas como
un requisito indispensable por la autoridad, ni por los políticos, ni por la
opinión pública. Sobre este problema de urgente solución, centraremos
nuestro análisis.
La aprobación o rechazo de los proyectos de inversión por
parte de la autoridad ambiental requiere integrar elementos de análisis
referidos a los ámbitos ambiental, económico y político. Como todos
sabemos, sin inversión no hay desarrollo y sin desarrollo no hay superación
de la pobreza. El país requiere nuevos proyectos que sustenten el
crecimiento y aseguren un Desarrollo Sustentable1, ampliando y
modernizando nuestra base productiva; sin embargo, interesa que los
impactos ambientales que generen, no sobrepasen el rango determinado por
la normas nacionales existentes o, en su ausencia, por las normas
internacionales homologables, o, en caso de que exista incertidumbre acerca
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Se trata, aparte del desarrollo económico y social, de garantizarle a las futuras generaciones una calidad
del medio ambiente que sea igual o mejor que el actual.
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de los impactos esperados, se aplique el principio precautorio2, que el país
ha hecho suyo en los acuerdos internacionales.
Como hemos dicho, así como el SAG vela por la calidad sanitaria
través del cumplimiento de la normativa fitosanitaria, a las instituciones
ambientales les corresponde velar por la calidad ambiental de la inversión
productiva a través de asegurar el cumplimiento de la normativa respectiva.
El problema es que si bien existen los criterios técnicos mencionados para
tomar estas decisiones y determinar el límite de lo aceptable y su base se
encuentra en los propios informes que emiten los servicios involucrados en
el SEIA, para los miembros de la COREMA estos informes no son decisivos
a la hora de votar. Esta paradoja surge porque existen criterios no
ambientales, de orden político, económico o de derechos ciudadanos,
provenientes de las demandas de los diferentes actores involucrados, que
pugnan por inclinar las decisiones hacia uno u otro lado, según sean
proponentes o inversionistas, la comunidad directamente afectada o la
opinión pública opinante.
Sucede que la única instancia formal que tienen los actores
mencionados para dar su opinión y recibir una respuesta de la autoridad, es
la participación ciudadana que se realiza en el marco de la Ley de Bases del
Medio Ambiente; es allí donde se expresan todas las legítimas dudas e
intereses de los ciudadanos que no han tenido otras instancias de escucha.
No obstante, considerar la opinión de todos los que quieran y puedan opinar,
no significa que la aprobación de un proyecto sea materia de decisión
ciudadana al margen del marco normativo del país en su conjunto,
especialmente, porque en no pocos casos, la oposición surge como forma de
ganarse la vida o de promocionarse políticamente. Esto pone al SEIA en una
situación de máxima tensión que no facilita una toma de decisiones con la
ecuanimidad, sabiduría e independencia necesarias.
Como resultado de todo esto, es legítimo que existan grandes
dudas, poca confianza y muy poca certeza de cuáles fueron los criterios con
que se aprobaron proyectos tales como Pascua Lama, o peor aún, cuáles
fueron los criterios con que se han rechazado y aprobado tantos otros
proyectos conocidos. ¿Dónde están los estudios técnicos hechos por
entidades competentes e imparciales que avalan lo que se decide?
¿Podremos creerle a la COREMA respectiva sus consideraciones acerca de
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El principio precautorio establece que frente a la falta de certeza científica de la magnitud y calidad de
los impactos, la autoridad puede actuar negando la autorización sin las pruebas científicas necesarias. El
peso de la prueba es responsabilidad del proponente.
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Pascua Lama después de sus vacilaciones con respecto a la aprobación del
proyecto de AGROSUPER?
No es posible pretender generar un clima favorable a la inversión
productiva, si mantenemos el actual estilo de gestión burocrática para
aprobar los proyectos de inversión. En efecto, el Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental (SEIA) requiere urgentes modificaciones que permitan
superar el alto grado de incertidumbre política, técnica, jurídica y
administrativa que se genera a la hora de aprobar los proyectos, el cual
afecta tanto al inversor, que legítimamente quiere emprender una nueva
actividad productiva, como a la población que necesita sentir que
efectivamente se protege el medio ambiente y por lo tanto su seguridad y
su futuro. El sistema ambiental actual ha perdido credibilidad , de tal modo
que los argumentos de las COREMAS para aprobar, rechazar o condicionar
los proyectos no son convincentes y son puestos en tela de juicio por todos
los sectores.
La propuesta gubernamental para la creación de la nueva
Superintendencia Ambiental, constituye un gran avance, aunque no corrige
las incertidumbres señaladas, sino más bien está orientada a fortalecer la
fiscalización del cumplimiento de la normativa ambiental. El rango de
Ministro para el nuevo Director de la CONAMA podría ayudar a paliar esta
situación, siempre y cuando sea capaz de respaldar con decisión y fuerza
política las conclusiones técnicas de sus funcionarios y de los servicios
involucrados en los gobiernos regionales.
En este contexto, en un futuro próximo, parece razonable esperar
que al nuevo Ministerio del Medio Ambiente se le permita jugar un rol
determinante en la aprobación o rechazo de los proyectos que entran en el
SEIA, con los criterios técnicos del caso y que se permita que el tema salga
definitivamente de las COREMAS, al menos, tal como hoy están
constituidas. Por ello, a los que deben tomar decisiones sobre el medio
ambiente les vale bien el dicho: pastelero a tus pasteles.
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