MARCO TEÓRICO DE LOS AGRONEGOCIOS Y EL ESTUDIO DE LAS CADENAS AGROALIMENTARIAS 1 Hugo Cetrángolo Introducción En las últimas décadas el sector agropecuario atraviesa una nueva etapa, la misma se caracteriza por ser más competitiva al mismo tiempo que coincide con una mayor apertura de los mercados internacionales. Esto determina un enorme esfuerzo para las empresas agroindustriales, tanto de Argentina como de otros países periféricos, ya que deben adecuarse a una competencia más intensa con las empresas del exterior que, en general, tienen mayor escala, mayor acceso al financiamiento, mayor experiencia comercial, mejor tecnología y en algunas oportunidades, además se benefician con mecanismos de subsidios y/o dumping. A esta situación se suma una pérdida de la participación relativa en la renta del sector de la producción primaria, mientras que la cadena de valor de los productos alimentario, se incrementa adicionando procesos, componentes, diferenciación y servicios no contemplados anteriormente, la cual hace que el valor agregado se extienda cada vez más. Desde los años 70 los procesadores e intermediarios de la producción primaria fueron creciendo tanto en importancia como en magnitud de su actividad económica, y también en el reconocimiento social de sus actividades. La observación empírica indica que este crecimiento se produjo con mucho menos capital y riesgo que los productores primarios, a quienes en muchas ocasiones fue transferido este riesgo. Puede comprobarse como los productores primarios han ido perdiendo peso dentro del sistema económico, a tal punto de que muchas veces el resultado de sus empresas, sean éstas pequeñas, medianas o grandes, resultan negativos, como ha ocurrido durante la década de los ‘90. La cada vez menor participación relativa del producto primario en el precio final es agudizada por el creciente nivel de subdivisión de los predios agrícolas, lo cual implica serias dificultades para los productores de menor escala. Esta situación ha dado origen, recientemente, a un proceso inverso de concentración que determina altos costos sociales, por la expulsión del sistema de los productores más pequeños. Si se mide sólo en términos económicos, el crecimiento de la escala parece el camino inevitable, pero plantea serios interrogantes sobre el destino del sector agrario tradicional (Briz, J; 2002) Estudios realizados a fines de los 80 y principios de los 90 (Cetrángolo y otros, 1988), señalan que una de las alternativas que exploraron los productores primarios a fin de superar esta situación, fue las de transitar el camino de la integración vertical, a través del procesamiento y la comercialización de productos con valor agregado. 1 Doctor en Economía Agraria, Profesor titular de la Cátedra de Sistemas Agroalimentarios 1 El tema de por sí interesante, llevó a profundizar con posterioridad los estudios sobre la cadena agroalimentaria, los procesos y modalidades de la agroindustria, temas sobre los que había algunos antecedentes. Pero la modalidad del análisis se definió bajo otro encuadre. Se aceptó la hipótesis de que la coordinación de la cadena agroalimentaria significa un incremento en la competitividad del sistema y un beneficio para el que la coordina (Cetrángolo, 1999), argumento que se ampliará en los puntos precedentes. Coordinación de la Cadena Agroalimentaria La coordinación de cadenas agroalimentarias resulta imprescindible tanto para la mejora de la productividad global del proceso, como para alcanzar altos niveles de calidad. Es más, en ciertos productos, como los vinos premium y ultrapremium, sin coordinación o integración vertical no hay posibilidades de alcanzar determinados parámetros de calidad. La coordinación abarca los aspectos previos a la producción, desde la compra de insumos necesarios, los que tienen incidencia sobre el tipo de producto a obtener, hasta los aspectos posteriores a la venta; tal es el caso, por ejemplo, de los servicios de satisfacción al cliente. Si bien esta necesidad de coordinación, no determina cual de los actores del proceso está en mejores condiciones de realizarla, el aumento de escala de las empresas ha determinado que en muchos rubros, la misma ha sido realizada por la industria y más recientemente por la distribución, a través de las grandes cadenas de supermercados. A pesar de ello, la coordinación vertical desde la producción primaria también resulta posible, pero solo en algunos casos particulares, ya que deberá tenerse en cuenta las condiciones particulares de cada producción, especialmente referido al tipo de producto (a mayor especialización, mayores posibilidades de éxito), los mercados objetivos, la segmentación, etc. Conceptualmente hay un punto central en la definición de la importancia del tipo de articulación vertical posible, cuyas características están determinadas por el costo de transacción en las articulaciones que se producen en cada cadena. En aquellos procesos en los cuales el costo de las transacciones, es decir el costo de intermediación, utilidades y riesgos significativos en cada punto de unión de los eslabones de la cadena, es bajo, el modelo de coordinación vertical estará basado en la articulación de diferentes actores ligados entre sí por mecanismos de contratos o similares e incluso puede carecer de mecanismos de coordinación de la cadena, siendo en consecuencia el mercado el punto de articulación entre los distintos actores de la misma. Cuando por el contrario el costo de transacción es alto, ya sea por presencia de muchos intermediarios o bien por ganancias excesivas, ineficiencias o riesgo ocasionado por uno o más de los eslabones, el modelo tenderá a la integración vertical en el cual un actor realiza por sí mismo o por medio de tercerización, distintos pasos de la cadena. Esto ocurre también cuando existe una alta especificidad de los activos. 2 En consecuencia de lo expuesto, los mecanismos de articulación vertical pueden asumir diferentes formas: a) Integración Vertical. Un actor desarrolla por si mismo, más de un paso de la cadena, es decir que el producto transita por la cadena sin cambiar la propiedad, aún cuando parte de los servicios o procesos pueden ser tercerizados. b) Se realizan contratos que determinan mecanismos de Coordinación Vertical casi siempre liderados por la industria o por la distribución. c) Surge una coordinación externa de la cadena, es decir un actor con suficiente capacidad empresarial y conocimiento del negocio, presta servicios profesionales que permitan la realización de esta coordinación, muchas veces integrándola con procesos asociativos. d) El mercado es el punto de articulación entre la oferta y la demanda, es decir entre los distintos actores de la cadena. No hay mecanismos explícitos de coordinación vertical, por la cual son los diversos actores de la cadena que se encuentran en el mercado. A continuación, a los efectos de completar el análisis, se realiza una descripción de algunos puntos que deben ser tomados en cuenta al momento de establecer el mecanismo de coordinación más efectivo posible para una cadena agroalimentaria, ya que un correcto análisis de los mismos permitirá conducir esta tarea con éxito, siendo los que a continuación se describen los puntos más importantes que se han tenido en cuenta: Los hábitos de los consumidores. Se han producido importantes cambios en el comportamiento de los consumidores, especialmente en la creciente población urbana, tanto de los países desarrollados como en los que se encuentran en vías de desarrollo (Briz,, J, 2004). Estos cambios en el consumo generan una demanda creciente de productos alimentarios, los cuales son elaborados en restoranes, fast food y en empresas que se ocupan de la alimentación institucional en comedores de fábricas, colegios, etcétera., que reciben el nombre genérico de canal HORECA. En estas circunstancias, y también como consecuencia de un modelo económico polarizado, se produce en Argentina una marcada segmentación de la demanda. A pesar de que, la incidencia de el gasto en alimentación tiende a disminuir con respecto al total de gastos de la familia, la aparición de otras oportunidades que genera la sociedad de consumo, tanto en materia de bienes y servicios asociados con el confort o que generan placer tales como viajes y esparcimiento en general, inducen a reducir los gastos en alimentación. Esta tendencia es más marcada en los países con mayor grado de desarrollo relativo y en los segmentos ABC1 de la población local. Lo que está fuera de toda discusión es que, independientemente del estrato socioeconómico de los consumidores, la exigencia de los mismos por productos de calidad es cada día mayor. Esta calidad se exige tanto en productos sofisticados que hacen al placer de la buena mesa, como en productos comunes que se requieren para la 3 cocina diaria. El concepto de calidad incluye no sólo lo intrínseco del producto, sino también otros aspectos como el packaging, la presentación y los servicios asociados. Este aumento de la calidad no puede realizarse sin una fuerte incorporación de tecnología desde la producción primaria. Por ejemplo para la actividad vitivinícola, es necesario el manejo de la calidad desde el viñedo, hasta el procesamiento en la bodega y los servicios incorporados a los vinos. En este sentido la calidad de los vinos, de acuerdo a un criterio moderno, no puede obtenerse si no es con una adecuada calidad de los procesos. Existe poca experiencia en el país en materia de calidad de procesos y son poco evidentes la aplicación de prácticas como Calidad Total y Just-in-time. Especialmente en las pequeñas y medianas empresas, donde muchas veces se desarrollan procesos bastante poco eficientes, (Briz, J, b; 2004). Si bien se ha señalado que el consumidor es gran traccionador de la demanda, los diversos sectores productivos pueden inducir en cierta medida el hábito de los mismos y de hecho lo hacen, a través de la realización de muy fuertes inversiones en materia de publicidad y promoción y también a través de los formadores de opinión (Briz, J, b, 2000). En muchos casos estas inversiones publicitarias se realizan de manera sectorial promocionando genéricamente algún producto del país o de las regiones, tanto a través de los canales convencionales de la publicidad como también mediante el trabajo que desarrollan una creciente cantidad de comunicadores en temas vinculados con la salud, la alimentación, que tienen la capacidad de inducir a los consumidores a la utilización de determinados productos. Es evidente que los costos para alcanzar los crecientes niveles de calidad durante el proceso industrial, el packaging, la presentación y para la promoción y publicidad, por un lado encarecen los productos, pero al mismo tiempo hacen que el valor de la materia prima presente en el producto tienda a disminuir hasta llegar, en algunos casos, a niveles insignificantes con respecto al precio final. La situación hasta aquí expuesta, indica un rápido crecimiento en la especialización, determinado fundamentalmente por la competencia de productos y también por la incorporación al negocio de las compañías transnacionales, las cuales ingresaron al país tecnología de avanzada que luego fue incorporada paulatinamente en la industria local. Las estrategias realizadas por el sector agroalimentario tienden a una segmentación en la oferta de productos dirigida a segmentos específicos de clientes. Lo interesante de este proceso es que mientras en décadas anteriores, los elementos centrales de la competitividad estaban dados por las inversiones en grandes plantas industriales y en los consecuentes bajos costos, en la actualidad, existe la posibilidad de realizar menores inversiones en bienes físicos, tomando una importancia mayor las inversiones en tecnología, intangibles y en organización, dando origen a empresas vitivinícolas pequeñas, flexibles y con un alto nivel de gerenciamiento. 4 La tendencia en la distribución. También se han producido cambios significativos en el sector de la distribución y comercialización final de los alimentos en general. El crecimiento de los super e hipermercados y la desaparición de un alto porcentaje de los comercios minoristas, es un cambio que, inducido desde el consumo, modifica las reglas de juego de toda la cadena agroalimentaria. Una empresa de distribución como Carrefour, en Argentina, superó ya en 1993, los 1.000 millones de dólares de facturación y existían en otras tres cadenas de supermercados con facturaciones superiores a los 500 millones de dólares en ese mismo año (Gutman, 1997). Diez años después estos valores se han incrementados un 50%, demostrando el avance de los supermercados sobre los comercios minoristas. En la actualidad muchas de las cadenas más importantes de supermercados son más poderosas que las corporaciones alimentarias de mayor tamaño. Estas cadenas han desarrollado sus propias compañías de comercio internacional para la importación de productos alimentarios y de otro tipo, con lo cual tienen una marcada independencia con respecto a la agroindustria local, (Briz, J, 1994). Desde hace muchos años los supermercados americanos y europeos han desarrollado también sus propias marcas para ofrecer productos a más bajos precios, situación que se repite en la Argentina desde principios de los 90. En esta puja de las cadenas de la gran distribución entre sí para la captación de clientes, y las empresas de la industria agroalimentaria en general, para apropiarse de los beneficios de la cadena comercial, el sector de la producción primaria agropecuaria tiene muy poco peso y poder de decisión. Puede advertirse, por otra parte, que desde hace algunos años comienzan a aparecer en la comercialización modalidades diferentes, muy similar a los negocios minoristas tradicionales, los cuales toman ciertas porciones del mercado. Las estrategias de estos nuevos actores están basadas en los servicios prestados a los clientes, principalmente el asesoramiento especializado, como venta electrónica, venta en los lugares de trabajo, invitaciones a degustaciones esporádicas, etc..Es posible que estos modelos tengan una participación creciente en el futuro. Estos últimos casos abren un interesante abanico de oportunidades para las pequeñas o medianas empresas, pero con un alto nivel de capacidad gerencial que les permita desarrollar una estrategia para participar en la distribución, creciendo en paralelo a los supermercados, en los intersticios que la gran distribución masiva permite. La Estrategia de los Negocios Agropecuarios En el desarrollo del punto anterior quedó claramente establecido que se está asistiendo a un proceso paradigmático que da origen al nacimiento de nuevos sistemas de producción y comercialización. 5 La desaparición de intermediarios, sumado a la pérdida relativa de importancia del comercio minorista tradicional, significó enfrentar a la agroindustria directamente con los supermercados, lo cual implica la necesidad de cumplimiento de demandas tanto en cantidad como en calidad y naturaleza de los servicios inherentes a la venta, muy difícil de cumplir por parte de bodegas pequeñas y medianas. Esta situación debería generar estrategias tendientes a satisfacer los volúmenes y la diversidad de los productos exigidos por la demanda, todo ello con el bajo costo requerido por las cadenas y en muchos casos bajo la necesidad de alcanzar una especialización que les permita cumplir con esos requerimientos. La mayor competencia como consecuencia del crecimiento de la oferta, de la globalización de los mercados y de la puja existente con el sector de la distribución, determina que los precios de los productos alimenticios en general tiendan a disminuir, situación que sólo pude ser neutralizada o revertida si las bodegas logran una adecuada diferenciación de su productos, lo que es muy difícil de lograr por parte de aquellos de menor tamaño y con menos posibilidades de realizar inversiones en publicidad y promoción Por esta razón, las empresas industriales deben afrontar nuevas estrategias que les permitan revertir este proceso, lo cual puede hacerse por dos vías: aumentando el precio mediante la diferenciación de los productos, o bien aumentando el beneficio a pesar de los precios decrecientes por una mejora en la competitividad, obteniendo productos de calidad con menores costos, por ejemplo, aumentando la productividad de las unidades sin disminuir la calidad. Ambos mecanismos (la diferenciación y la disminución de costos) implican necesariamente una adecuada coordinación de toda la cadena vitivinícola. Este cambio de modelo genera oportunidades para los empresarios innovadores. Las empresas tradicionales que estén en condiciones de transformarse en empresas modernas, incursionando en negocios diferenciados, con diversos grados de especialización y no solamente buscando los nichos de mercado apropiados, sino también utilizando las herramientas necesarias para ello, como son los mecanismos de integración horizontal o asociativismo y la integración vertical. Por un lado la asociación con empresas extranjeras, en algunos casos, puede permitir un acceso simplificado a la tecnología y principalmente a los difíciles mercados internacionales. En otros casos se deben trazar estrategias para la búsqueda de nichos de mercado que permitan escapar de la comercialización a gran escala, lo que ofrece las dificultades ya señaladas. Sin duda esta situación requerirá un importante esfuerzo para estos empresarios en materia de capacitación, dedicación, creatividad e inversión, la cual puede ser fomentada en alguna medida desde el Estado con programas adecuados para su desarrollo, tal como se observa en otros países como la Unión Europea, Estados Unidos y Chile Como se ha señalado previamente, uno de los problemas más serios de las empresas argentinas para competir con las similares de otros países, es la falta de escala apropiada, lo cual impide realizar las inversiones necesarias en materia de marketing, 6 para el posicionamiento de marcas comerciales. Existen diferentes caminos para solucionar este problema, uno de ellos es la focalización en el negocio de las especialidades y encontrar los canales de distribución apropiados, que permitan reducir la inversión publicitaria. El negocio de especialidades En el negocio de los agroalimentos hay una tendencia irreversible hacia una disminución de la importancia relativa de los commodities, generando mediante procesos de diferenciación, incrementos de valor que superando los mayores costos, permiten aumentar los márgenes de beneficios. En el caso de especialidades, el elemento central del éxito es la satisfacción del cliente o del consumidor, ya sea por la relación precio/calidad, o por la adecuación a las necesidades de los clientes del producto en sí mismo, de su presentación o de los servicios incorporados al mismo. Sin embargo la diferenciación de producto también se logra mediante la incorporación de ciertos intangibles. Es así como Jeremy Rifkin, en su libro La Era del Acceso (Rifkin, 2000), señala que en el siglo XXI, “los bienes culturales pasarán al primer lugar, desplazando a los servicios, la industria quedará en el tercer lugar en orden de importancia y la agricultura será desplazada al cuarto lugar”. Este panorama puede parecer negativo para quienes están vinculados con el negocio agrícola y el alimentario, también brinda oportunidades en el campo de las especialidades. Esto es particularmente evidente en el caso del negocios de los vinos de calidad, ya que cada vino puede tener incorporado una cuota de “bien cultural” a través del “terroir”, las tradiciones locales, el “saber hacer” de sus productores, todo los cual le confiere una mística al producto, que ayuda a aumentar su valor y a disminuir la competencia. Estos vinos en su precio tienen una fracción de valor agregado por el entorno geográfico y cultural en el que se desarrollan, como es el caso de los vinos con denominación de origen. Los bienes culturales como los llama Rifkin, son aquellos más difíciles de imitar, porque están principalmente reservados para quienes tienen la cultura o provienen de la región, lo que les otorga una identidad particular, que es valorada por los consumidores, pagando precios mayores por los productos, lo que permite que cada empresario pueda diseñar un producto procurando el mayor agregado de valor. El alto valor de las especialidades, sumado a la atracción ligada a los productos sofisticados, hace que se ponga mucho énfasis en los productos premium a pesar de que constituyen un mercado limitado, de alto precio y costos de producción, pero también en intangibles como la marca y la construcción de la percepción de productos superiores por parte de los consumidores. Uno de los riesgos en el diseño de estas estrategias de diferenciación es incurrir en los costos de la misma, sin lograr mejorar la percepción del consumidor, lo que implica empeorar el negocio por el aumento de los costos, sin que ello signifique un aumento del precio. 7 Se señaló anteriormente la importancia de los intangibles ligados a los productos diferenciados. En este sentido el punto fundamental de los mismos se encuentra relacionado a la satisfacción del consumidor, no ya en aquellos aspectos vinculados con el proceso biológico de la alimentación, sino con la satisfacción de los gustos, la búsqueda de diferenciaciones personales o colectivas, símbolo muchas veces de determinado status social o económico. La diferenciación de los productos se logra de diferentes maneras, ya sea mediante la marca, las denominaciones de origen, la creación de productos diferentes, el packaging, o bien abordando nichos de mercado específicos, por ejemplo, productos orgánicos o biodinámicos, para vegetarianos estrictos, con trazabilidad, etc. Es por ello que no existe un sólo nivel de especialidades, sino que se podría señalar que hay una escala desde menor a mayor diferenciación, la cual tiene en general una tendencia creciente de precio. Los mecanismos de integración y coordinación vertical son los únicos procesos que permiten la obtención de productos diferenciados ya que brindan la posibilidad de utilizar los insumos apropiados y realizar el proceso de transformación conveniente para el producto final que se desea obtener, lo cual significa una mayor eficiencia en los procesos de producción y transformación, pero por sobre todo una mejor satisfacción al cliente. En el caso de las marcas, la diferenciación de las mismas se basa en estrategias conjuntas de desarrollo de productos, de promoción y posicionamiento de las mismas. Por esta razón, el mayor esfuerzo en el posicionamiento debe hacerse en el marco de la promoción y la publicidad. En este sentido los referentes calificados, especialmente periodistas, cumplen un rol significativo en la promoción de los productos. Finalmente, no puede dejar de señalarse que el avance del poder de la distribución por sobre la producción y la industrialización constituye también un riesgo muy importante para los productos diferenciados. Ya se citó anteriormente de que manera los supermercados comienzan a participar con sus nombres en aquellos productos con denominación de origen, lo cual puede resultar un mecanismo que permita solamente a las empresas con productos más diferenciados y con mejor posicionamiento continuar obteniendo los beneficios de esta segmentación. Herramientas para la implementación de nuevas estrategias Para continuar con el análisis de las nuevas estrategias que aparecen como respuesta a las tendencias en el sector agroalimentario se realiza a continuación una breve descripción de los principales instrumentos para la implementación de las mismas Integración horizontal. La integración horizontal o asociativismo consiste en desarrollar actividades conjuntas por parte de diversas empresas o productores individuales, ya sea en el campo de la producción primaria, el procesamiento industrial o la distribución. El fundamento central de la integración horizontal es la búsqueda de economías de escala que permitan a empresas pequeñas y medianas competir contra las más grandes. Por la claridad de este concepto no resulta necesario hacer un análisis más detallado. En 8 primer lugar, la integración horizontal permite disminuir las inversiones, los gastos fijos y las amortizaciones como consecuencia de una distribución de los mismos en una operación de mayor escala, ya sea medida en términos de superficie o de magnitud de negocios. Sin embargo, existen otros aspectos menos estudiados del asociativismo que también parece interesante desarrollar. Una de las ventajas mas importante que ofrece la integración horizontal es permitir una especialización en las funciones, es decir que cada uno de los integrantes que se asocia puede desarrollar una actividad diferente teniendo en cuenta sus aptitudes personales y competencias profesionales, logrando en consecuencia una mayor capacidad para la ejecución de las mismas, adquiriendo por lo tanto, el sistema asociativo, niveles superiores de eficiencia. La Coordinación e Integración vertical. La coordinación de la cadena puede ser realizada por alguno de los operadores de la misma, es decir por los productores, las bodegas o aún por los distribuidores, pudiendo aparecer una cuarta opción que son los coordinadores externos. Habitualmente el coordinador de la cadena es quien distribuye los beneficios inherentes al valor agregado en el producto final pero también es quien distribuye los riesgos en el sistema. Les queda por lo tanto a los productores elegir qué papel desean asumir en este nuevo sistema. Este puede ser el papel de abastecedores de materia prima diferenciada para elaborar de productos de calidad o bien ser empresarios que se ocupan, a través de la integración vertical, de la industrialización y la comercialización, obteniendo los beneficios correspondientes a cada uno de estos pasos comerciales. Para concluir se puede resaltar que los principales beneficios derivados de la coordinación de la cadena, se basan en una mayor eficiencia, lograda como consecuencia de esta coordinación. Dado que se evitan las pérdidas y mayores costos que suelen generarse por la ineficiencia en los procesos productivos, productos que no satisfacen la demanda del mercado, competencia entre los distintos segmentos de la cadena, aspectos, todos ellos que generan ineficiencias en el sistema global. Resulta inevitable que los beneficios derivados de la coordinación vertical los obtendrá principalmente quien realice la coordinación de la cadena, que podrá ser, tal como se ha señalado, el productor, el industrial, la distribución, o bien un coordinador externo. La apropiación de los beneficios varía según el estilo de coordinación, ya que en algunos casos, el coordinador distribuye equitativamente los beneficios generados, creando cadenas de alta competitividad como consecuencia de las relaciones cooperativas entre los actores. En el caso opuesto, estilos de coordinación que tienden a apropiarse de una parte sustantiva de los beneficios, mediante la fijación de bajos precios para la materia prima, por parte del coordinador de la cadena perjudica sensiblemente a los productores primarios, ya que son tomadores de precio. 9 El cambio del modelo de negocio tendiente a productos de calidad específica, ha significado que la comercialización de los productos primarios deje de ser un aspecto sencillo, como lo era anteriormente, ya que ha incorporado un importante componente de riesgo a las transacciones, como consecuencia de que durante el desarrollo del cultivo se deben realizar determinadas prácticas agronómicas que implican mayores costos unitarios y también mayores riesgos climáticos para los productores. La coordinación vertical, para ser exitosa, debe sumar a la alta eficiencia en los procesos productivos y comerciales del presente, una clara visión de las tendencias futuras. Los cambios en el negocio de los agroalimentos se suceden en períodos cada vez más cortos de tiempo, así como se constata una menor duración en el ciclo de vida de los productos, que hace que quién coordina la cadena debe dividir su dedicación entre el control de los procesos actuales y el diseño de los procesos futuros. Por último debe señalarse que la integración vertical desde la producción primaria es un proceso no apto para todos los viticultores, sino reservado para aquellos más eficientes y con mayor habilidad empresarial y comercial, independientemente de la superficie de sus viñedos y de su nivel sociocultural. La integración vertical constituye, por la tanto, una solución que no es de carácter global para el sector, sino que posibilita mejorar la situación de aquellos que, siendo eficientes en la producción primaria, pueden beneficiarse con mayores ingresos y utilidades acercándose con sus productos hacia los consumidores, aprovechando su capacidad de gestión Es indudable que los procesos de integración vertical también genera beneficios al sistema en su conjunto. Ya que para los productores asegura el acceso al mercado, disminuye el riesgo de comercialización, aumenta la rentabilidad y la capitalización del sector productivo. Sin embargo estos beneficios se extienden no sólo a los participantes en la cadena, sino también al resto de la sociedad, es decir a una extensa gama de consumidores. La eliminación de intermediarios, ya anteriormente señalada, permite disminuir costos que se trasladan en alguna medida tanto al aumento del beneficio a los actores de la cadena, como a la posibilidad de disminución del precio final pagado por los consumidores. Sin procesos de coordinación y una adecuada identificación de cada uno de los pasos y de los actores de la cadena agroalimentaria no puede garantizar al consumidor la trazabilidad ni la calidad de procesos que determinen la calidad final deseada en el producto alimentario. Existen muchos nichos de negocio, tanto por el tipo de producto como por las estructuras de comercialización que permiten una adecuada inserción de los productores en estos procesos de integración vertical. Financiamiento. El sector agroalimentario sufrió en la Argentina durante la etapa de sustitución de importaciones una importante descapitalización como consecuencia de los derechos de exportación (1940/1990). Esa descapitalización, sumada al endeudamiento sectorial 10 muchas veces dirigido a cubrir saldos de caja o retiros empresariales, en lugar de inversiones productivas tendientes a la modernización de los sistemas, resultó una de las más importante limitante para el desarrollo sectorial. El limitado volumen del mercado de capitales que contrasta notoriamente con el de otros países, constituye una limitante de significación para la expansión de las empresas con recursos genuinos. Este problema se agrava debido a que, en términos generales, al sector financiero privado en Argentina, no le resulta atractivo trabajar en este sector, fundamentalmente por la mayor rentabilidad de los créditos dirigidos al consumo. Por esta razón, y ante la crisis de los bancos provinciales, el Banco Nación ha sido en los últimos años, prácticamente la única institución de crédito para el sector, salvo para las grandes empresas que tienen otras alternativas financieras. La estructura del Banco Nación y su limitada disponibilidad de capital, así como las grandes exigencias burocráticas, hacen que la mayor parte de los productores de uva y bodegueros deban financiarse utilizando recursos propios o bien créditos comerciales que resultan más costosos y con menor plazo de amortización. Es por ello que durante la última década se han vendido muchas de las bodegas tradicionales afectadas por un fuerte endeudamiento, siendo los compradores principalmente inversores extranjeros. Paralelamente el extraordinario auge que ha tenido el sector en este periodo también generó una corriente de inversión local y en ese contexto se crearon numerosas bodegas nuevas, sin embargo en casi la totalidad de los casos, estas inversiones se hicieron con capital propio y no con crédito bancario. Puede esperarse, sin embargo, que oportunidades de nuevos negocios en el sector, atractivos en cuanto a rentabilidad, inducirán en el futuro a al utilización de nuevos instrumentos financieros que permitirán el acceso al crédito a tasas internacionales y a períodos de repago acorde con las características de los proyectos de inversión del sector vitivinícola. Las tecnologías apropiadas y capacitación Los nuevos requerimientos de la producción competitiva de productos de calidad están ligados indisolublemente con la tecnología empleada. La globalización de la economía y de los mercados hace que la tecnología aplicada sea muy similar en los diferentes países, situación novedosa, ya que hace una década las tecnologías apropiadas para países desarrollados eran muy diferentes a las convenientes para los países en vías de desarrollo, situación menos evidente en el negocio del vino que en otros sectores agroalimentarios. En muchas actividades la necesidad de competitividad en términos internacionales deriva en problemas sociales, como consecuencia de la expulsión del mercado laboral a los trabajadores que realizan tareas manuales. Este esquema de trabajo requiere también que los empresarios tengan una visión equilibrada de la relación entre la tecnología empleada en sus empresas de las 11 oportunidades que les brinda, pero también de las consecuencias sociales derivadas de su aplicación. Debe existir dentro de la empresa una capacitación continua que les permita a los trabajadores comprender los procesos permanentes de cambio y adaptarse a las nuevas tareas que deberán cumplir y a las exigencias del mercado que deberán satisfacer. La necesidad de capacitación en el sistema actual es cada vez más intensa, más amplia y más compleja. La capacitación alcanza a todos los niveles de la empresa, desde los obreros que realizan las tareas más sencillas hasta los dirigentes de más alto nivel. La activa participación de los trabajadores, empleados y dirigentes, es tan importante en este proceso como la capacitación. Por eso debe fomentarse en los trabajadores la utilización de mecanismos participativos de trabajo y gestión, lo cual también se puede ayudar a lograr también mediante una formación y un estilo apropiado de la gerencia. Bibliografía Briz, J, a) 2004. La seguridad alimentaria en la estrategia empresarial En: Agricultura: Revista agropecuaria, ISSN 0002-1334, Año nº 73, Nº 860, 2004, pag 188-191 Briz, J, Tuni Moreiras, O, Cuadrado, C, Felipe I. Y Beltrtan, B b). 2004, La nueva agricultura ante los cambios de la Demanda Alimentaria. En: Agricultura: Revista agropecuaria, ISSN 0002-1334, Año nº 71, Nº 838, 2002, pags. 255-258. Cetrángolo, Hugo A. 1999. Coordinación vertical de las cadenas agroalimentarias desde la producción primaria. Facultad de Agronomía de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. Ministerio de Economía. Coase, R. 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