EJES PRINCIPALES EN LOS QUE SE BASA EL INFORME SOBRE EL CUMPLIMIENTO POR EL ESTADO ESPAÑOL DE LA CARTA EUROPEA DE LAS LENGUAS REGIONALES O MINORITARIAS EN RELACIÓN CON LA LENGUA CATALANA Dr. Santiago J. Castellà Surribas El Observatori de la Llengua Catalana –entidad que agrupa diversas organizaciones cívicas y culturales que trabajan en cuestiones relativas al uso y defensa del catalán–, en cumplimiento de sus objetivos, decidió encargar la elaboración de un INFORME SOBRE LA APLICACIÓN POR EL ESTADO ESPAÑOL DE LA CARTA EUROPEA DE LAS LENGUAS REGIONALES O MINORITARIAS EN RELACIÓN CON LA LENGUA CATALANA que sirviese como base para la discusión, en el seno del Comité de Expertos de la Carta Europea, del Informe que presentado por el Estado español en cumplimiento del artículo 15 de la Carta Europea. La primera constatación, a la luz del Informe del Estado, fue que éste había incumplido la obligación de presentar “un informe sobre la política seguida, de conformidad con la Parte II de esta Carta, y sobre las medidas adoptadas en aplicación de las disposiciones de la Parte III que han aceptado”, y que había entregado un documento desordenado e incompleto dónde se intentaba justificar la ausencia de acciones políticas para la aplicación de la Carta, amparándose en la competencia lingüística de las Comunidades Autónomas con una lengua propia. En segundo lugar, cabe destacar el incumplimiento del artículo 7.1.a), c) y d) de la Carta Europea, por la ausencia de una acción estatal decidida en el reconocimiento, promoción y fomento de la lengua catalana, que se constata en 1 la existencia de una política general de no reconocimiento del pluralismo lingüístico constitucionalmente establecido, en la sistemática y exhaustiva sospecha de inconstitucionalidad de la labor normativa desarrollada por las Comunidades Autónomas con una lengua propia, en la inexistencia de partidas presupuestarias destinadas a dicha finalidad, y en la declaración recogida en el Informe de que no se ha adoptado medida alguna para la aplicación del artículo 7. “Objetivos y Principios”, de la Carta Europea. En tercer lugar, afirmamos que las divisiones administrativas del Estado español son un obstáculo para el fomento de la lengua catalana, incumpliéndose el artículo 7.1. b) y e) de la Carta Europea. En concreto, sin que sea el único y exclusivo hecho, se incumple por la denominación de “valenciano” que se da al catalán en el artículo 7 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, lo que ha permitido abrir una dinámica perversa, sin fundamento científico alguno, al tratar el valenciano como a lengua distinta de la catalana, en una política que se ha definido como de “secesionismo lingüístico”. Al mismo tiempo constatamos una ausencia en el fomento de la comprensión mutua entre todos los grupos lingüísticos del Estado, lo que supone el incumplimiento del artículo 7.3 de la Carta Europea. En cuarto lugar, llamamos la atención del Comité de Expertos de la Carta Europea en relación con el incumplimiento del artículo 8, referido a la enseñanza, y señalamos la confusión creada por la nueva Ley Orgánica 10/2002 de Calidad de la Enseñanza, que a través de los decretos que la desarrollan, favorecen el aumento del número de horas dedicadas a la enseñanza de la lengua castellana en los currículums escolares de las Comunidades con lengua propia. La aplicación del denominado “Decreto de Mínimos” en las Islas Baleares, las diferentes líneas lingüísticas en el País Valenciano, el carácter no curricular de la enseñanza del catalán en la Franja de Poniente, en Aragón, conjuntamente con la no exigencia de formación y capacitación lingüística del profesorado, configuran una realidad lingüística alejada de las disposiciones de la Carta Europea, 2 quedando como única entidad de seguimiento y control la Alta Inspección del Estado, que tiene el exclusivo deber de velar por la enseñanza de la lengua castellana. En quinto lugar, respecto de la Administración de Justicia, consideramos, tal como ya había indicado el Consejo General del Poder Judicial, que la filosofía del artículo 321 de la Ley Orgánica del Poder Judicial es contraria al artículo 9 de la Carta Europea, al establecer la preeminencia del castellano como lengua habitual de los procedimientos judiciales, y la excepcionalidad de las demás lenguas, que se podrán utilizar si ninguna de las partes se opone. El derecho a usar la lengua propia queda así condicionado a elementos ajenos al titular del derecho. Este modelo se agrava aún más en los procedimientos en los que una de las partes es la Administración Central del Estado, ya sea el Ministerio Fiscal, o la Abogacía del Estado, dado que interactúa negativamente con la no exigencia de capacitación lingüística para el ejercicio de estas funciones, en un sistema caracterizado por los impedimentos a la validez de los documentos jurídicos en lengua catalana fuera de los territorios en los que es lengua propia y las dificultades para acceder a textos legales redactados en catalán. En sexto lugar, y en relación con las autoridades administrativas y los servicios públicos, destacamos el incumplimiento del artículo 10 de la Carta Europea, por la ausencia de previsión del uso de la lengua catalana en la Administración General del Estado, la ausencia de formularios y textos de uso frecuente escritos en catalán, la escasa e irregular exigencia de conocimientos y capacitación lingüística de los funcionarios públicos, así como la insuficiente regulación de los topónimos y patronímicos en lengua catalana. Finalmente, en relación con los medios de comunicación (artículo 11 de la Carta Europea), con las actividades y servicios culturales (artículo 12), y con la vida económica y social (artículo 13), constatamos diversos incumplimientos, a 3 menudo escondidos baja la falsa consideración que los media, el espacio cultural, social y el de las relaciones económicas, son ámbitos puramente privados, sometidos a la decisión individual, cosa que facilita los mecanismos de sustitución lingüística, dificulta la normalización y siempre favorece el uso de la lengua más protegida y de mayor difusión. La línea argumental del Informe presentado, que también nos sirve como conclusión, es la constatación de que la actividad estatal en materia de lenguas regionales o minoritarias responde a la ausencia de una política de pluralismo lingüístico acorde con los preceptos constitucionales que la establecen, que tenga en cuenta la doble oficialidad de las lenguas, un aspecto que el artículo 3.2 de la Constitución española remite a su regulación en los Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas con lenguas propias diferentes de la castellana. Esta ausencia de reconocimiento del pluralismo en la acción normativa y política del gobierno central del Estado está permitiendo la perpetuación de una sutil arquitectura normativa, construida durante dos siglos, de imposición del modelo de monolingüismo castellano articulado sobre la represión de la diversidad lingüística. 4