JÚPITER: EL REY DE LOS PLANETAS Con un diámetro de 142.984 km. (11 veces mayor que el JÚPITER EN CIFRAS terrestre) y un brillo de -2,47, Júpiter es el rey de los cielos Diámetro ecuatorial: 142.984 km durante estos meses invierno. Júpiter es el cuarto objeto más Densidad media (Tierra=1): 1,31 g/cm3 brillante del cielo (tras el Sol, la Luna y Venus, aunque a Gravedad: 23,12 m/s2 veces Marte le supera en brillo). Tiene más del doble de Masa (Tierra=1): 318 materia que el resto de planetas juntos. Es tan grande que en Volumen (Tierra=1): 1.317 su interior cabrían más de 1.000 Tierras. Posee 63 satélites Período de rotaciön: 9 h 50 min naturales conocidos. Los cuatro mayores, Ío, Europa, Inclinación del eje de rotación: 3,12º Ganímedes y Calisto, fueron descubiertos en 1610 por Galileo Excentricidad orbital: 0,048 y se ven incluso con prismáticos. Júpiter está compuesto en Inclinación orbital: 1,30º un 90% de hidrógeno, un 10% de helio y pequeñas Velocidad orbital media: 13,07 km/s cantidades de amoníaco, metano, vapor de agua y otros Distancia media al Sol: 778 mill. de km. compuestos. Su período de rotación es el más corto de todos los planetas (sólo 9 horas y 56 minutos), lo que unido a su enorme tamaño, provoca que tenga una forma muy achatada por los polos. Júpiter visto a través del telescopio La observación de Júpiter al telescopio siempre resulta espectacular, con gran cantidad y diversidad de detalles visibles, y más aún este año, en que el planeta se halla muy alto sobre el horizonte (73º), con lo que los efectos de la turbulencia atmosférica se reducen considerablemente. Además, su gran “cercanía” a la Tierra en esta favorable oposición (645 millones de kilómetros), hace que nos muestre un tamaño aparente muy grande, alrededor de 45,7” de arco. Júpiter se nos muestra acompañado por sus cuatro grandes satélites galileanos: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto. Lo primero que nos llama la atención es su marcado achatamiento y el sistema de franjas oscuras y claras paralelas al ecuador denominadas bandas y zonas; las bandas (también llamadas cinturones) son las franjas más oscuras y marcan áreas más cálidas con corrientes descendentes. Las zonas son regiones más claras, y corresponden a nubes ascendentes altas y frías. Se cree que el color más claro de las zonas se debe a la presencia de hielo de amoníaco, pero no se conoce con exactitud la razón del color más oscuro y rojizo de las bandas. La cantidad de detalles observables (festones, óvalos, manchas…) depende del instrumental utilizado (diámetro, calidad, colimación) y las condiciones del cielo en ese momento (seeing). Normalmente, a partir de 150-200 aumentos ya se pueden realizar observaciones muy satisfactorias. Al principio de la observación de hoy, alrededor de las 20:30 h. sólo podremos ver tres de los cuatro satélites galileanos (Calisto, Ganímedes y Europa), ya que Ío se encontrará ocultado por la sombra del planeta y sólo reaparecerá, haciéndose visible de nuevo, a partir de las 22 h aproximadamente. Por desgracia esta noche no será posible observar la Gran Mancha Roja, una gigantesca perturbación atmosférica (en realidad es un anticiclón) que tiene dos veces y media el tamaño de la Tierra, y que es visible desde hace más de 300 años. LA NEBULOSA DE ORIÓN (M42): la reina de las noches de invierno La nebulosa de Orión (M 42) es considerada uno de los M42, NEBULOSA DIFUSA EN ORIÓN objetos más bellos y espectaculares del cielo. Es grande, muy Ascensión recta 05 h 35 m luminosa y fácil de encontrar, ya que la constelación en la que Declinación -05° 23′ se encuentra, Orión (El Cazador), es una de las más brillantes Distancia 1.300 años luz del cielo, con una silueta inconfudible. Con una magnitud aparente de +4 y ocupando un área de casi cuatro veces el Magnitud aparente 4,0 diámetro de la luna llena, es una de las pocas nebulosas que Tamaño aparente 65×60 min. de arco se pueden distinguir a simple vista, si bien sólo se aprecia Constelación Orión como una débil nebulosidad difusa. Está situada en la zona Diámetro 24 años luz conocida como la espada de Orión, justo debajo del cinturón del cazador (también conocido como “las tres Marías”, formado por las estrellas Alnitak, Alnilam y Mintaka), donde se aprecia una tenue manchita borrosa y difusa. Si la miramos con prismáticos, esa manchita se convierte en un objeto espléndido, y ya con telescopios, aunque sean pequeños, la imagen es espectacular, apreciándose gran cantidad de detalles, sutiles filamentos y delicadas zonas de claroscuros. Eso sí, no esperemos apreciar ningún color (con grandes telescopios y cielos muy oscuros es posible captar cierta tonalidad verdosa). En su centro podemos ver a Theta orionis, un sistema estelar múltiple conocido como “el Trapecio”, formado hace “apenas” 100.000 años. En el Trapecio se distinguen fácilmente sus 4 estrellas principales que le confieren su característica forma, pero en noches despejadas y sin turbulencia -y con bastantes aumentos- es posible distinguir dos estrellas más. La nebulosa de Orión es un ejemplo típico de nebulosa de emisión, donde la luz que vemos brillar se debe a la ionización o excitación de los átomos del gas que forma la nube provocada por la presencia cercana de una o varias estrellas muy calientes que irradian en el ultravioleta. Es el mismo principio que hacer funcionar a un tubo de fluorescente. Toda la nebulosa de Orión es un “horno” de formación estelar: en el interior de esta inmensa nube de gas y polvo, rica en hidrógeno, están naciendo multitud de nuevas estrellas, muestra de ello son los discos protoplanetarios detectados por el telescopio Hubble. La nebulosa de Orión forma parte de una extensa nube de gas y polvo mucho más grande y compleja llamada Nube de Orión, que se extiende por el centro de la constelación y que contiene también el anillo de Barnard, la nebulosa Cabeza de Caballo (IC434 o B33), M43, la nebulosa de reflexión M78, y la nebulosa de la Flama (NGC 2024). M43, con forma de pico de pájaro y una estrella en el centro, queda separada de la nebulosa principal de Orión, en su parte norte, por una banda oscura que la atraviesa. M43 Aldebarán Nebulosa de Orión (M42) fotografiada por Fernando Martel, miembro de la Asociación Valenciana de Astronomía. En el recuadro vemos ampliada la zona central conocida como “Trapecio”. Constelación de Orión con los objetos más destacados. CÚMULOS ESTELARES ABIERTOS Un cúmulo estelar es un grupo numeroso de estrellas nacidas en la misma región del espacio y atraídas entre sí por su gravedad mutua. Hay de dos tipos: abiertos (o galácticos) y globulares. Esta noche nos centraremos en los cúmulos abiertos ya que por su brillo relativamente alto son más fáciles de observar desde una gran ciudad, si bien su espectacularidad y esplendor no se puede comparar con una observación realizada desde un lugar con cielo oscuro. Características de los cúmulos abiertos: • Contienen desde unas decenas a miles de estrellas jóvenes. • Estrellas masivas y calientes (azules). • Vida relativamente corta. • Forma irregular. • Concentrados en los brazos espirales de nuestra galaxia. • Muchos aún poseen nebulosas asociadas. • Se conocen unos 1.100 en nuestra galaxia. • Tamaño típico de unos 30 años luz. LAS PLÉYADES (M45) Se trata de un cúmulo estelar abierto en la constelación de Tauro, quizás el más famoso de todo el cielo y uno de los más brillantes y fáciles de observar. Está situado a unos 385 años luz, y tiene una antigüedad de unos 80 millones de años. Desde la ciudad es posible distinguir a simple vista 6 o 7 integrantes; en el campo, con cielos muy oscuros, se pueden identificar hasta 12. En realidad, está formado por más de 500 estrellas. Vistas con prismáticos las Pléyades constituyen un espectáculo fascinante, donde las principales estrellas brillan como gemas de color blanco azulado sobre el negro del cielo. La nebulosidad asociada a la estrella Mérope es visible sólo desde cielos oscuros, y se muestra bastante extensa. En torno a las otras estrellas la nebulosidad es menos definida y se parece a un pálido halo, como si el ocular estuviera ligeramente empañado. Durante mucho tiempo se creyó que la débil nebulosidad que rodea a las Pléyades eran los restos de la nube que las formó, pero ahora se piensa que las Pléyades se toparon con la nube en su constante movimiento alrededor de la Galaxia. La vemos porque refleja la luz procedente de las estrellas que brillan en su interior (lo que se conoce como nebulosa de reflexión). DOBLE CÚMULO DE PERSEO (NGC 869 y NGC 884) y M34 Se trata de dos brillantes cúmulos estelares abiertos, situados muy próximos entre sí, en la constelación de Perseo. Ambos son visibles a simple vista desde cielos oscuros. La magnitud visual de NGC 869 es de 5.3, y la de NGC 884, 6.1. Están situados a unos 7.000 y 8.100 años luz de nosotros respectivamente, y su edad estimada es de 13 millones de años. Ambos cúmulos están separados entre sí unos 1.100 años luz. Se cree que nacieron de la misma región de formación estelar. Este cúmulo doble es un objeto perfecto para observar con prismáticos, ya que es relativamente extenso (casi 1º) y además está inmerso en una rica zona estelar en plena Vía Láctea. NGC 869 contiene alrededor de 200 estrellas, mientras que NGC 884 contiene unas 150. Son cúmulos muy concentrados, en los que abundan las estrellas azules, aunque también contienen varias estrellas naranja. NGC 869 es el que posee el mayor número de estrellas brillantes. La visión del conjunto con unos prismáticos o con telescopio a bajos aumentos es, sencillamente, soberbia, por la gran concentración de estrellas y porque además ambos cúmulos caben perfectamente en el campo de visión. Otro cúmulo muy interesante en Perseo es M34 (NGC1039), situado a unos 1.400 años luz de la Tierra y que contiene unas 100 estrellas. El cúmulo puede llegar a verse a simple vista en condiciones muy oscuras. Se puede apreciar bien con prismáticos.