La hija del jardinero

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La hija del jardinero
Pilar Hernández | Para AraInfo :: 04/05/2014
Intuyo que mi padre tiene razón. ¿Por qué la empresa coge algo que no puede
mantener? ¿Cómo es que el ayuntamiento no actúa ante la situación de los
jardineros?
He de reconocer que, a veces, no entiendo a mi padre. Será normal supongo, dada la edad que tengo
–catorce años son muchos años-. Dependiendo del momento creo que es un friki o una excepción en
este mundo loco. Cuando se lo digo, él me dice que en todo caso es un “multifriki”. Dice que nos va
bien, comparado con lo mal que lo están pasando otras personas, pero no es conformado. “Se me
haría difícil vivir si, en el futuro, me reprocharas que había sido un pasota; no podré arreglar el
mundo pero que no quede por mí”, me dice. A menudo habla de la pasividad con la reforma laboral:
“Llamaríamos a la policía y nos pondríamos como fieras si intentaran robarnos en casa y, sin
embargo, nos quitan dinero de la nómina y los trabajadores ni nos inmutamos”, refunfuña. También
habla de lo harto que está de los políticos -a pesar de que dice que son personas como los
fontaneros, albañiles o abogados y que no todos son iguales-. Noto cómo quiere convencerme de la
utilidad de la política, aunque sea otra política diferente a la actual. No siempre pero a veces sí me
habla de su trabajo. Ahora me comenta las medidas de protesta a las que va, puesto que está en
huelga. Yo también voy, siempre que puedo, con mi camiseta amarilla. La cosa viene porque la gran
empresa para la que trabaja le ha recortado derechos y sueldo después de años de esfuerzo y
reivindicaciones. Me habla de millones de euros anuales que quieren conseguir los directivos de la
empresa; a costa del ayuntamiento o de las nóminas de los trabajadores –o de ambos–. Yo le
pregunto si antes trabajaba más y ahora menos y por eso le descuentan dinero o si la empresa tiene
menos actividad. Él me dice que, a diferencia de otras empresas, ésta no se basa en la
productividad. Me explica que a la empresa le han
concedido de nuevo la contrata –así la llama él– para
cuidar las zonas verdes de la ciudad; sabía lo que
ganaban mi padre y sus compañeros y, pese a ello, les
quitan dinero porque quieren obtener los beneficios a
costa de quien sea. Y también me dice que el
ayuntamiento es responsable porque dedica poco
presupuesto para la cantidad de zona verde que hay
en la ciudad y no se atreve o no quiere gestionar los
parques directamente. Yo intento escucharle aunque
no comprendo del todo algunas cosas, pocas. Y más
vale no preguntar porque entonces me hace una
presentación con PowerPoint y todo. Aunque me
queden cosas por entender, intuyo que mi padre tiene razón. ¿Por qué la empresa coge algo que no
puede mantener? ¿Cómo es que el ayuntamiento no actúa ante la situación de los jardineros? ¿Acaso
no es el que tiene que decidir cómo se cuidan los parques? Viendo lo bien que les va a los jefes y a
los políticos voy a decirle que quiero estudiar Dirección de Empresas o Ciencias Políticas. Él me dirá
que prefiere algo relacionado con humanidades o arte. Lo dicho: a veces no entiendo a mi padre.
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