La batalla en Venezuela

Anuncio
La batalla en Venezuela
Fernando Vicente Prieto :: 11/02/2015
2015 se anuncia como definitorio para el futuro de la Revolución Bolivariana. Los dos
proyectos en disputa han llegado a un punto de máxima tensión
La derecha a la ofensiva
Con importantes elecciones legislativas previstas para el segundo semestre, las fuerzas de la
contrarrevolución profundizan su estrategia de desgaste del gobierno de Nicolás Maduro. Esta
estrategia combina el golpe económico, las operaciones psicológicas y las acciones violentas al
interior del país, junto a una sostenida campaña mediática y “diplomática” que articula a los
sectores más conservadores de EE.UU., el Estado español y los demás países de América Latina.
Como una copia fiel de lo sucedido en Chile durante el gobierno de Salvador Allende, durante los
primeros días del año crecieron las colas en los mercados, al ritmo del desabastecimiento
programado. Con una economía que vive casi exclusivamente de la renta del petróleo –responsable
del 95% de las divisas que ingresan al país-, la burguesía importadora solicita al Estado dólares a
precio subsidiado, para comprar productos industriales fuera del país y luego venderlos al público a
bajos precios. O eso es lo que se supone.
En la práctica, muchas de estas grandes distribuidoras aprovechan, sí, el tipo de cambio preferencial
para adquirir los productos, pero en lugar de colocarlos en el mercado, los acaparan y desvían hacia
la reventa informal o para las redes de contrabando hacia Colombia. De esta manera, obtienen
ganancias multimillonarias en bolívares, que luego necesitan convertir en divisas y por lo tanto
alimentan la demanda del dólar paralelo, única alternativa porque en el mercado legal no podrían
justificar sus ingresos (ilegales).
Esto se convierte en un círculo vicioso, porque a medida que crece el valor del dólar paralelo -y
mayor es el diferencial cambiario con Colombia-, mayores incentivos tienen estas empresas y las
mafias revendedoras para sacar de circulación más y más productos del mercado regular. Y más
acaparamiento, combinado con rumores de hipotéticos golpes de Estado, caos y saqueos, hace
aumentar las colas, porque la gente quiere comprar todo lo que esté en los anaqueles y por lo tanto,
también aumenta el precio que están dispuestos a pagar los consumidores. Esto aumenta las
ganancias ilegales y así sucesivamente.
Esta situación, por supuesto, genera malestar social, que intenta ser aprovechada por los sectores
de ultraderecha para promover un estallido que fuerce el derrocamiento del gobierno, o al menos lo
desgaste lo suficiente para obtener una amplia victoria en las legislativas, que luego podría habilitar
una escalada mayor, convocando a un Referéndum en 2016 o en un extremo, un golpe parlamentario
al estilo de lo sucedido en Paraguay con Fernando Lugo.
A su vez, la ofensiva interna se articula con la batalla de ideas a escala internacional, desarrollada
fundamentalmente por medios como El País y ABC del Estado español, el Nuevo Herald de Miami,
NTN24 y RCN de Colombia e Infobae, Clarín y La Nación de Argentina. La reciente visita a Caracas
de tres ex presidentes, símbolos de la derecha latinoamericana –Sebastián Piñera de Chile, Felipe
Calderón de México y Andrés Pastrana de Colombia-, para participar en un Foro de los sectores
golpistas de #LaSalida, junto a una grosera carta enviada a la actividad por el ex presidente de
Costa Rica, Oscar Arias, desnudan el alcance de las maniobras en curso, impensadas sin el aval
directo de los EE.UU. Se trata de presentar al gobierno bolivariano como un “régimen” autoritario,
lahaine.org :: 1
que hambrea y reprime a su pueblo y limita la libertad de expresión, para legitimar cualquier tipo de
golpe o intervención.
La propaganda no guarda ninguna proporción con la situación real en Venezuela, donde existe un
gobierno democrático, con pleno funcionamiento de todos los poderes; donde se garantiza la más
amplia libertad de prensa –y de empresa- y donde las políticas oficiales dedican gran parte del
presupuesto a garantizar alimentos a bajo costo a la población, además de salud y educación
gratuita a niveles históricos para el país y el continente. Una situación bastante diferente a la de
México, Chile y Colombia, por cierto, cuyos gobiernos -especialmente los que encabezaron los
visitantes “preocupados por los derechos humanos”- garantizan la impunidad ante la abundante
represión policial y paramilitar contra estudiantes, pueblos originarios, campesinos y en general,
contra todo aquel que proteste por las políticas neoliberales.
Desde ya, esta paradoja es obviada por el gobierno de EE.UU. y en consecuencia, por sus medios
afines, que evitan preguntarse, por ejemplo, qué pasaría si altas figuras políticas de otros países
viajaran para apoyar explícitamente a sectores que promueven golpes de Estado contra estos
gobiernos.
Mostrando las garras
Entre el 26 de enero y el 3 de febrero, la escalada adquirió elementos
cada vez más preocupantes, con dos participaciones de altísimo nivel,
como para que no quede ninguna duda.
De acuerdo a lo denunciado por Nicolás Maduro al volver de la Cumbre de la CELAC celebrada en
Costa Rica, el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden se reunió con presidentes y primeros ministros
de países caribeños, presionándolos para que se retiren de Petrocaribe y asegurándoles que el
presidente bolivariano sería derrocado en los próximos meses.
Pocos días después, el general Vincent Stewart, director de la Agencia de Inteligencia del
Departamento de Estado, concurrió a la Comisión de Asuntos Militares de la Cámara de
Representantes para hablar de las “amenazas internacionales” a EE.UU. Allí, Stewart explicó que
durante 2015 continuaría la desestabilización en Venezuela. “En este año -aseguró- nosotros
anticipamos que las organizaciones estudiantiles y la oposición política van a organizar protestas en
los meses previos a las elecciones legislativas”. Stewart, además, relacionó a las elecciones con “lo
que eso podría significar en términos de violencia y los derechos humanos”.
En síntesis, se trata de una continuidad recargada de lo que ya venía ocurriendo durante 2013 y
2014, pero ahora la magnitud de los factores en juego –entre los que cabe mencionar la caída de los
precios del petróleo-, el calendario electoral y la propia dinámica de los acontecimientos hacen
prever un necesario desenlace: para que lo nuevo pueda nacer, lo viejo tiene que morir. O a la
inversa: si lo viejo no termina de morir, la Revolución corre serios riesgos.
Los desafíos para la Revolución Bolivariana
En este contexto, el campo revolucionario tiene inmensos retos en el corto y mediano plazo. Por un
lahaine.org :: 2
lado, es vital garantizar los mecanismos de provisión de productos para las familias. Con este fin, se
ha extremado la fiscalización, descubriéndose miles de toneladas de productos acaparados y
comenzando a visibilizar y detener a los dueños de las empresas. Junto a esto, se han lanzado
megaoperativos de Mercados de Alimentos y se mantiene un importante subsidio a los productos de
primera necesidad, resistiendo a las presiones para eliminar el tipo de cambio preferencial para
alimentos y medicinas.
A su vez, el presidente Nicolás Maduro anunció una serie de medidas contracíclicas dirigidas a
proteger los ingresos de los sectores populares, entre los cuales se cuentan el fortalecimiento de
programas sociales, un aumento salarial del 15% y la construcción de 400 mil viviendas para lo que
resta del año.
Por otro lado, ante la baja en los ingresos por las exportaciones de petróleo, se requiere cambiar
profundamente la matriz rentista-importadora de la economía, promoviendo la producción nacional.
Hasta el momento, las políticas del gobierno se han dirigido a celebrar acuerdos de inversión con
capitales trasnacionales y algunos locales, forzando una distinción entre “la burguesía parasitaria y
las empresas que quieren trabajar” que cuesta verla en la práctica, dada la naturaleza común a la
búsqueda de lucro, que no suele detenerse en consideraciones éticas o legales. El objetivo declarado
es promover la sustitución de importaciones, mientras también se promueve la muy incipiente
economía comunal y se intenta relanzar la actividad en las empresas recuperadas, la mayoría bajo
gestión estatal.
Esto supone desafíos concretos de primer orden: combatir decididamente la corrupción interna –que
favorece el sabotaje económico-; superar la ineficiencia, anclada en la histórica cultura rentista y
garantizar la participación popular en la elaboración y ejecución de las políticas.
La necesidad de superar el Estado liberal burgués, en el camino de la construcción de un Estado
democrático popular -el Estado comunal-, no es una declamación abstracta, sino una urgencia
histórica. En 2013 y 2014 hubo una explosión del poder popular, con el registro de más de 900
comunas y la creación de los Consejos Presidenciales de Gobierno Popular, pero se requiere
profundizar e incluso acelerar este camino.
El presidente Maduro cuenta con el respaldo de la amplia mayoría de los sectores revolucionarios,
que de todos modos esperan medidas de mayor profundidad, como podrían ser la nacionalización de
sectores del comercio exterior y la banca privada, actores principales en el golpe económico.
El pueblo bolivariano tiene conciencia del momento que atraviesa la Revolución y está decidido a
resistir junto a su gobierno. Los poderes imperiales también tienen conciencia de la implicancia
histórica que tiene el proyecto bolivariano para Nuestra América y están decididos a liquidar esta
experiencia, como un paso clave en la ofensiva para recuperar el control de lo que consideran su
patio trasero. Se trata de una batalla decisiva para nuestros pueblos. Nadie puede esgrimir el
derecho de neutralidad o desconocimiento ante su importancia.
Telesur
_______________
http://www.lahaine.org/mundo.php/la-batalla-en-venezuela
lahaine.org :: 3
Descargar