OVNIS La ufología ha estado presente desde siempre en la humanidad y su entorno. Ya en tiempos antiguos e incluso prehistóricos se ha tenido constancia de la existencia de Objetos Volantes No Identificados. En ritos tribales adoraban a los dioses venidos de la estrellas y hacían referencia a unos seres macrocéfalos y en ocasiones con escafandra. Si nos percatamos de que estamos hablando de seres que vivían hace miles de años y que no sabían que era una escafandra o ni mucho menos de que el ser humano algún día iba a poder volar, se hace fácil poder suponer que en alguna ocasión hubo contacto entre estas civilizaciones antiguas y los OVNIS. En los legados que la humanidad ha conservado procedentes de estas civilizaciones antiguas; pirámides, colosales construcciones, templos, extrañas pistas de piedra y tierra, marcas en las rocas y un largo etc., tenemos reflejada una sabiduría, que desde hace miles de años el hombre conserva y guarda sin saberlo. ¿Qué son los OVNIS? Estas concretas siglas, mundialmente famosas, y ya míticas significan OBJETO VOLADOR NO IDENTIFICADO, o sea, la denominación de origen cual pata negra de los más modernos y ya celebérrimos UFOS. Poco importa tal denominación, afín a otras como FLIYING SOUCER,( inglés ), PRATOS VOADORES ( Portugués) o castellanamente hablando, DISCOS VOLANTES. Ahora bien, aquí se observa una ligera y velada incongruencia: Hablamos de discos volantes, descritos así por una aerodinámica concreta; ya hemos comentado que un OVNI, es algo no identificado. Por ello, establezcamos un par de matices: OVNI es un misterio, y el disco volante lo denominaremos VED (vehículo extraterrestre dirigido). Por que, de esta manera, los sustraeremos a la naturaleza física de lo tangible, como pudieran ser los ingenios terrestres (aviones, helicópteros, globos sonda). Y a la acción de fenómenos físicos y naturales (estrellas fugaces, meteoritos radiantes, cometas, radiaciones caloríficas, condensaciones energéticas). Así pues, los OVNIS dejan de ser tales cuando estos se convierten en una causa física, natural y explicable y por supuesto, cuando se transforman en los fascinantes y majestuosos VED; de origen, al menos, no terrestre. Hoy por hoy y pese a lo que digan los más audaces pseudo expertos, no existe en nuestro mundo un ingenio capaz de desarrollar la aerodinámica de los VED, ni de desarrollar velocidades astronómicas y mucho menos aún de superar la fricción de nuestra atmósfera. ¡ Y como no de ser tripulados!. ¿De Dónde Vienen? ¡ Y quién lo sabe!. Desde luego apostaría particularmente, que de multitud de lugares inimaginables y diversos. Y usando la estela suigéneris ya trazada desde luego que, ni del pentágono, ni del poligburó. Y es más, incluso me atrevería a asegurar que tampoco del centro de nuestro planeta. Especular, podemos especular en demasía, pero nadie, absolutamente nadie puede asegurar hoy por hoy la procedencia o procedencias exactas de las majestuosas máquinas del cosmos. Según los baremos y parámetros con que se maneja la estadística de la ciencia llamada antaño ufología y hoy día ovnilogía, se le sitúan desde; procedentes de una cercana luna y de otros mundos de nuestro propio sistema solar (Venus, Marte y las lunas mayores de los gigantescos Júpiter y Saturno), hasta los más remotos puntos del oceánico mapa estelar (las Pléyadas, Andrómeda, Cassiopea, Oirón, Sirio, Alfa Centauri, Betelgeusse). ¡Qué más da su procedencia! Al fin y al cabo vivimos en lo que muy seguramente puede y debe ser una descomunal y ciclópea ONU del cosmos. Lo que si que es cierto, pese a quien pese incluidos iluminados cerrilismos, menopausias mentales y egocentrismos en potencia, es que no nos hallamos solos. Ya lo dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo. ¿Desde cuándo nos visitan? El planeta Tierra es un mosaico de culturas y civilizaciones. Para comprobar esta aseveración, no tenemos más que abrir esa inmortal enciclopedia que recoge los anales de la evolución humana: La Historia. Y esa referida Historia nos revela que en su composición se ubican millares de tradiciones, culturas, ritos y civilizaciones, algunas de las cuales son tan arcaicas como el mismísimo tiempo. Incluso en la era cuaternaria, periodo en el que se afirma que se originó el hombre, encontramos vestigios sólidos y fundamentados, de una más que evidente presencia extraterrestre. Y al decir esto no quiero ni mucho menos rivalizar con el prestigioso experto investigador en astro arqueología Erich Vön Daniken, adalid de la huella sobrenatural de criaturas y civilizaciones de remotos mundos desconocidos. En todas las civilizaciones antiguas, hallamos un rastro perfectamente indeleble, del paso fugaz y prolongado de civilizaciones extraterrestres: En todas ellas, se nos habla de la relación mantenida con los viajeros de las estrellas o con los que consideraron sus propias deidades. Muestras tan increíbles y excelsas las encontraremos en: Las pirámides de Keops, Kefren y Mikerynos, el Machu Pichu, las pistas de Nazca, Tiahuanaco y las piedras de Ica, halladas en el desierto de Ocucage; el astronauta de palenque, los Mohais de la isla de Pascua; el Templo del Sol, o el extraordinario Santuario druida de Stonehenge. Anticipándome a las puntualizaciones de muchos basadas en el pragmatismo y sentido común, a cerca de que muchas de estas obras pudieran haber sido construidas por el hombre, quiero advertir dos cuestiones que semejante hipótesis no consigue aclarar: ¿ Para quién las construyeron y conque fin? y ¿Quiénes fueron los modelos o instructores ?. Ahí, en tal punto es donde comprobamos la majestuosidad de tales construcciones, justo cuando una y otra vez continuamente, nos estrellamos ante ellas. Sin llegar a descubrir lo que existe detrás de semejantes colosos arquitectónicos. Testimonios Divinos La Biblia, el libro de todos los libros, está trufado de manifestaciones sobrenaturales. Ya sé, que para los más acérrimos, religiosos, esto puede constituir una manifestación heréJica propia de un anatema integral. Ahora bien, sosteniendo mi apunte en los dogmatismo religiosos, se me ocurre recordar que el más grande de todos los profetas dijo aquello de: Mi reino, no es de este mundo, o lo que es lo mismo, pretender creer y por ende, que la Tierra es el centro del Universo, no obedece al amplio y expansivo sentido ecléptico y si a las emanaciones de un ego omnívoro y al mismo tiempo a un acusa estado de acentuada demencia senil. Transcurridos siglos desde aquel entonces, ni si quiera hoy podemos calcular las dimensiones del Universo. Y está claro que ello se debe tan sólo a una premisa irrefutable: El Universo es incalculable por su continua expansión. Sería aconsejable acometer el estudio del fenómeno OVNI bajo las tres fases en que se clasifica: 1ª.- Visualización. 2ª.- Fenómeno aterrizaje 3ª.- Abducción y encuentro físico. A estas, recomiendo la incorporación de lo que es la Cuarta Fase: Contactados y el fenómeno de la contactitis. Después de todo lo expuesto, sólo nos resta contemplarnos unos instantes ante un espejo, respirar hondo y considerar lo siguiente: No hay persona más necia y obsoleta, que aquella que se mofa de lo que desconoce (Efecto de Frustración).