REDVET. Revista electrónica de Veterinaria 1695-7504 2010 Volumen 12 Número 5B REDVET Rev. electrón. vet. http://www.veterinaria.org/revistas/redvet Vol. 12, Nº 5B Mayo/2011– http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n0505411B.html Semblanzas de la vida cotidiana de un veterinario rural: ciudadanos de segunda En El contexto de actividades programadas en el Año Veterinario Mundial Vet2011 y festejo del Año Internacional de la Veterinaria remito este artículo, referido a la participación del veterinario rural del marco de la salud pública. Hace referencia a la función profesional en el desempeño en la lucha contra la zoonosis, la vigilancia de la calidad y la inocuidad de los alimentos. Los que conocen la actividad del veterinario en el ámbito rural, seguramente no les pasará desapercibido el hecho de que desarrolla un sin número de actividades, que tienen que ver, precisamente, con su inserción en el medio en el cual le toca vivir. Desde lo educativo, pasando por las incumbencias en la salud pública, hasta por lo social y lo político, por citar solamente alguna de ellas, el veterinario es sin lugar a dudas uno de los protagonistas en la sociedad en la cual lleva adelante su tarea. Esta realidad se ve acrecentada en aquellas comunidades pequeñas, en donde su ocupación sobrepasa muchas veces la dimensión de lo meramente profesional. Tampoco es ajeno a la realidad socioeconómica de su zona. Más de una vez, ante la falta de trabajo, ha colaborado en la reinserción laboral del personal de campo, ya que conoce a la gente de los establecimientos por su diario trajinar; y cuan agradecido el hombre por una recomendación del ¨doctor¨. Cuantas veces se lo consulta, a través del mostrador, de los mates compartidos, de las charlas en la manga, del asado con los amigos, en la comisión del club, en temas tan diversos, que pasan hasta por lo sentimental, aunque a alguno al leer esto le arranque una sonrisa de incredulidad. El veterinario se mimetiza y se consustancia dentro de ese escenario rural, compartiendo las alegrías y los sinsabores de todos los días con todos los demás. La valoración de ese protagonismo no es casual. Es el reconocimiento a una conducta, a los valores morales, que hacen a la honorabilidad de la persona. Pero también la cotidianeidad provoca muchas veces que su labor se transforme en rutina. La familiaridad con que se mueve, puede provocar, algunas veces, que su desempeño se vea comprometido con la obligatoriedad de velar por el cumplimiento de las normas. Mucho más aún si de la salud pública se trata. Semblanzas de la vida cotidiana de un veterinario rural: ciudadanos de segunda http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n050511B/051127pdf 1 REDVET. Revista electrónica de Veterinaria 1695-7504 2010 Volumen 12 Número 5B Me refiero específicamente a las actuaciones que a menudo debe realizar, por solicitud del municipio, casi siempre ejerciendo funciones en el área de bromatología, o por petición de la policía, ejerciendo funciones de oficio, ante la comprobación de faena clandestina. Al no existir en la provincia de Entre Ríos, República Argentina, la instrumentación que permita una reglamentación uniforme de la actuación pericial del profesional actuante, se producen desacuerdos en las competencias de jurisdicción entre el profesional funcionario y la debida y obligada actuación del veterinario municipal. Esta realidad trae como consecuencia el consabido pedido de inspección, la que se propone que se realice en condiciones que no se condicen con lo que debería ser el estricto criterio profesional ante una situación semejante. Todos conocemos que la mayoría de las veces, los procedimientos se realizan de noche. Si en el mismo se descubre que la res proviene del abigeato, seguramente el veterinario se encontrará con un animal sin cuerear, despanzado, dentro del baúl de un auto. Si proviene de la faena clandestina, probablemente el animal se encuentre cuereado sobre el piso de una camioneta. No es mi intención abundar en los procedimientos a seguir, que hacen que la carne cuando llega a nuestro plato esté en condiciones de ser consumida. La inspección ante morten y post morten está reglamentada y es suficientemente conocida por todos. Por consiguiente, el hecho de otorgar una certificación de apto para consumo a una carne que se encuentra en esas circunstancias, va reñida contra toda lógica y es una falta grave a nuestro deber como veterinarios. A la solicitud de inspección, casi siempre se le antepone la excusa de que al existir necesidades, como en los comedores escolares, los asilos de ancianos, entre otras instituciones que requieren de la solidaridad, es oportuno que el producto del decomiso se destine a satisfacer esas urgencias que el presupuesto no puede cubrir. Hay que recordar, que al igual que los demás, estas personas de las que estamos hablando y que se encuentran atravesando contingencias adversas en sus vidas, tienen derecho a acceder a alimentos que tengan todas las garantías higiénico-sanitarias que los hagan aptos para su consumo. Tengamos en cuenta también el aspecto negativo que implica efectuar ¨asistencialismo¨ con los productos provenientes de los decomisos. Semblanzas de la vida cotidiana de un veterinario rural: ciudadanos de segunda http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n050511B/051127pdf 2 REDVET. Revista electrónica de Veterinaria 1695-7504 2010 Volumen 12 Número 5B Por último y a su vez importante, lo que todo veterinario debe evitar en ocasión de intervenir en casos de faena clandestina y abigeato, -fuera del marco de la Ley-. es la de ¨legalizar un ilícito¨ mediante el uso de su firma, con la cual está autorizando el consumo de carne que no reúne las condiciones higienico-sanitarias necesarias, las que además provienen de un acto ilegal. Es menester recordar a los colegas, que la Institución Policial no reviste carácter de ¨institución de bien público¨ sino que es un organismo dependiente del Ministro de Gobierno de la Provincia y tiene funciones específicas que cumplir, las que no son precisamente las de ser proveedor del Estado. Pero más allá de estas consideraciones, debemos anteponer, ante todo, nuestro criterio profesional, nuestra actividad debe estar reglada siempre por normas éticas, que no deben ser dejadas de lado ante presiones que ponen como excusa las necesidades básicas insatisfechas de un amplio sector de nuestras comunidades, para que nosotros nos expongamos innecesariamente. Quienes necesitan, no son ciudadanos de segunda, tienen los mismos derechos que los demás y no somos nosotros precisamente los culpables de esa situación, ni mucho menos los encargados de dar solución a esos problemas mediante la ¨legalización de ilícitos¨. Méd. Vet. Luis Carlos Rhades Responsable Técnico AER INTA San Salvador San Salvador - Entre Ríos - Argentina Semblanzas de la vida cotidiana de un veterinario rural: ciudadanos de segunda http://www.veterinaria.org/revistas/redvet/n050511B/051127pdf 3