Página 1 LA FORMACIÓN DE MÉDICOS GENERALES Vázquez, D.; Cuevas, L.; Crocker, R. “LA FORMACION DE PERSONAL DE SALUD EN MEXICO” U de G. México, 2005. Introducción El diagnóstico de la formación de médicos generales requiere contestar dos preguntas: ¿cómo deben aprender los estudiantes de medicina? y ¿qué y cuanto necesita saber un médico? La primera pregunta puede abordarse considerando a Hipócrates, quien en 460 a. C. nos lega sus aforismos, el primero de los cuáles señala: "La vida es corta y el arte es largo; la crisis fugaz; la experiencia riesgosa y la decisión difícil. El médico debe estar preparado no solamente para hacer lo que es correcto, sino también para hacer que cooperen el paciente, los acompañantes y los demás relacionados" (Magno Ausonio, 1990). Esto es una síntesis adecuada, vigente e ideal de lo que es la formación del médico general en la actualidad. El avance en el saber médico es notable, continuo e inacabado. Proporcionarle al alumno el conocimiento que necesita, requiere la distinción entre lo esencial o indispensable y lo superfluo, entre lo que le será útil y lo complementario o irrelevante. La definición de contenidos esenciales es, al mismo tiempo, origen de más cuestionamientos, ya que resulta muy importante establecer quiénes propondrán, cuánto material y como desarrollarlo para integrar el currículo básico de medicina. Además del alto nivel científico, el ejercicio de la profesión médica esta lleno de humanismo, idealismo, romanticismo y tradición. En consecuencia, un posible plan de estudios puede contener una cantidad tal de conocimientos necesarios que resulten inalcanzables. Al mismo tiempo, el medico debe ser formado de tal manera que se minimice la posibilidad de en peligro al paciente. Todo lo anterior, hace indispensable que el egresado de las de las escuelas de medicina sea: eficiente, racional, crítico y ético. (Brito, 2002). A lo señalado se debe agregar lo que la educación moderna concibe como la formación del estudiante, a través del balance entre lo científico y lo básico, lo general para su autodesarrollo, con un apropiado orden y el dinamismo que impone el desarrollo del conocimiento, sin menoscabo de su formación cívico-social. La complejidad del proceso y la calidad en los resultados esperados son un reto para las escuelas de medicina (Knight, 2001). Así, desde hace décadas, las instituciones formadoras de profesionales de la medicina están ocupadas en mejorar y elevar la preparación de sus egresados, preocupadas por dar respuesta a las necesidades sociales y contribuir al logro de los objetivos de los sistemas de salud del país (Rivero, Serrano y Tanimoto, 2003). Sin embargo, el profesional de la medicina general en nuestro medio, como lo señaló hace más de 100 años Hutchinson, sigue prefiriendo la sabiduría al conocimiento, el arte más que la ciencia y al sentido común sobre la astucia (Laín Entralgo, 1978; Testa, 1993). Página 2 Por otro lado, la sociedad espera y demanda del profesional de la medicina el estar siempre actualizado, disponible todo el tiempo, sin grandes aspiraciones económicas, derrochando simpatía y comprensión y, sobre todo, poseedor de una conducta intachable; olvida que estos profesionales no son más que un mero reflejo de la propia sociedad y de sus problemas. Con estas consideraciones, a continuación se describe la formación del profesional de la medicina en México. Su formación ha sido parte del desarrollo de la medicina mexicana y de una buena parte del desarrollo social del país (Soberón, 1999; Rivero Serrano y Tanimoto, 2003). 2. Historia de la formación de médicos 2.1. Antecedentes generales En un principio, lo que hoy consideramos como la figura del médico, era al mismo tiempo sacerdote, mago o brujo. Su formación, en el mundo, siempre fue aparejada al desarrollo social, después al desarrollo de la ciencia y la tecnología en general y del conocimiento médico en particular. Históricamente, la base de la formación de un profesional de la medicina se sustentó en tres pilares: la enseñanza tutelar, el ensayo y error y una o varias formas de tratar al enfermo. El que aspiraba a ser médico enfrentaba varios problemas: 1) buscar al maestro; 2) que este lo aceptara y lo formara en el arte de curar, 3) el maestro debía poseer suficiente prestigio social para que al alumno alcanzara una parte de su fama y pudiera decir que tuvo un gran maestro, reconocido por todos; y 4) el aprendiz después de varios años se emancipaba de la tutela y comenzaba a ejercer la profesión (Laín Entralgo, 1978). El proceso de enseñar medicina se limitaba a trasmitir los con tos y algunas habilidades. El proceso era inflexible, poco relevante o estimulante para el alumno y, por ende, ineficiente; al alumno no se le tenía confianza ni se le creía poseedor de virtudes. La evaluación se ignoraba casi en su totalidad y sólo se acreditaba la narración del pupilo, que repetía de memoria lo dicho por el maestro, quien, además, no toleraba la crítica. El gremio intentó preservar los conocimientos y la cultura medica mediante este proceso de formación de profesionales; los resultados obtenidos fueron irregulares y en muchas ocasiones ni se lograba el conocimiento verdadero ni una cultura real. Hoy día entendemos el proceso de formar médicos como algo radicalmente diferente, donde el aprender y el enseñar no se limitan a conocimientos: conllevan habilidades, actitudes y valores; es más un proceso integral para llevar, preservar y acrecentar la cultura (Laín Entralgo, 1978). Los griegos fueron los primeros en introducir en la práctica de la medicina los conceptos de observación y razonamiento en relación con las enfermedades, sus manifestaciones y evolución; señalaron su utilidad para la interpretación racional y sugirieron la discusión que permite elaborar conclusiones y generar enseñanzas. Los romanos, primero, y luego los cristianos, favorecieron los cuidados de los enfermos pobres en instituciones de salud, lo que permitió el análisis y discusión de parte de los médicos, actividad básica para un buen entrenamiento clínico (García Valdez, 1987). El progreso de la humanidad y el desarrollo y concentración de grupos de estudiosos, hicieron que los aspirantes a médicos buscaran ser instruidos por lo grandes maestros en los Página 3 mejores centros donde quiera que se encontraran. Los notables de la medicina como Hipócrates, Galeno, Avicena o Paracelso son ejemplo de este tipo de atracción para la formación, condición que aún es prevaleciente (Lyons y Petrucelli, 1980). Con la creación y consolidación de las universidades se cambiaron los ambientes y el énfasis de la educación. Al clínico se le llevó al aula, con lo que fue posible aumentar el estudio y la generación de teorías sobre las enfermedades, aunque el médico se alejó de la cabecera del enfermo y de los hospitales. El profesor universitario, con sus descubrimientos científicos fue creando los diferentes departamentos universitarios (Laín Entralgo, 1978; Freidson, 1978). En la Europa del siglo XVI se iniciaban los exámenes profesionales para ejercer la práctica de la medicina y durante los siglos XVII y XVIII se revaloro la práctica hospitalaria y el entrenamiento tutelar. El resultado fue una combinación de conocimientos básicos de "ciencias naturales" la evolución y fortalecimiento de los hospitales donde se entrenaban los médicos. El primer hospital universitario para la enseñanza e investigación fue creado en1893 en Baltimore, EUA, por John Hopkins, quien se baso en la experiencia alemana (García Valdez, 1987). La forma de tratamiento del enfermo, parte fundamental de la educación medica, ha pasado por varias etapas desde la mágica y con hierbas, el uso de fármacos, prótesis e implantes hasta la curación por la fe y la terapia génica teniendo como otros importantes ejemplos la radio y quimioterapia, los trasplantes, la rehabilitación o los cuidados paliativos. Sobre la base del avance en las diferentes formas de tratamiento, han surgido múltiples especialidades y subespecialidades médicas (Freidson, 1978). A partir del siglo xx, la formación médica dejó de ser por ensayo y error, puesto que ya se conocían aspectos de la pedagogía y se habían acumulado muchos conocimientos que formaban, en comparación con los siglos anteriores, "una ciencia médica moderna". A principios del siglo pasado se conocía tanto la anatomía humana como el funcionamiento de órganos y sistemas. Esto se reflejó en el establecimiento de las respectivas facultades de medicina. Uno de los avances más importantes en este campo fue el descubrimiento y reproducción de bacterias por Louis Pasteur. Este conocimiento fue aplicado por Lister a la cirugía, lo que dio origen al concepto de antisepsia y revolucionó la de práctica quirúrgica. Paralelamente, se desarrolló la anestesia general, lo que sitúo a los cirujanos en una era de desarrollo que aún no termina (Lain Entralgo, 1978; Lyons y Petrucelli, 1980). En la misma época se describió el concepto de salud pública, se inició la vacunación y se cambió el énfasis de la práctica médica de los aspectos de mortalidad a los de morbilidad. Entre 1930 y 1940 se descubrieron los antibióticos (y antifímicos) y avanzaron las áreas de inmunología, endocrinología y nutrición, iniciándose la quimioterapia para el tratamiento del cáncer. Estas cátedras se fueron introduciendo en los programas de medicina. En los últimos 50 años, los conocimientos en la bioquímica, la biología celular y molecular, la genética y la reproducción humana, el desarrollo tecnológico, los bancos de información, etc., han llevado a un punto de desarrollo jamás alcanzado en la historia de la medicina (Freidson, 1978). Página 4 El significado de todo esto son nuevos retos para alcanzar la satisfacción de las necesidades y expectativas de salud y bienestar de la población, así como para la capacitación del médico en una sociedad compleja, informada y participativa en la toma de decisiones. Ya desde 1960 se empezó hablar de la necesidad de actualizar la educación médica; en 1970 se discutió la necesidad de reformarla e integrarla para incorporar los nuevo conocimientos; para 1980 se consideró que era necesario innovarla y en 1990 se inicio el proceso de su internacionalización (Rodríguez, 1997). 2.2. Desarrollo del currículo médico Hasta principios del siglo pasado, la formación del médico se basaba en la transmisión de conocimientos. Conforme avanzaba el "saber médico" y alguien lo poseía se le invitaba para incorporarlo a los programas de medicina. La materia médica compartía los conceptos pedagógicos de la época, estableciendo una distinción entre la enseñanza del aprendizaje, la teoría de la práctica y la causa del efecto; se empleaban ambientes académicos organizados de manera vertical por áreas disciplinares y con una clara separación de las funciones sustantivas, profesor o investigador, etcétera. En 1910 se presentó el reporte de Flexner en los Estados Unidos, donde había un gran número de escuelas de medicina sin las condiciones adecuadas para la enseñanza (Flexner, 1910). Flexner demostró la falta de laboratorios, de facilidades en campos clínicos, de personal entrenado (profesores de clínica) y de métodos de enseñanza. El reporte señaló la necesidad de limitar la admisión a las escuelas de medicina para dar mayor oportunidad de recibir una tutoría cercana, intensa y con el número y variedad conveniente de enfermos en el campo clínico. También propuso la división de cursos de acuerdo con las especialidades médicas, el uso del hospital como el principal lugar de entrenamiento y la sustitución de las habilidades sensoriales en el proceso de diagnóstico por los resultados de laboratorio y gabinete y que, antes de otorgar una licencia médica, se hiciera un año de internado rotatorio como práctica hospitalaria de tiempo completo. En relación con el personal académico recomendó la creación de la figura del profesor a tiempo de completo para la enseñanza clínica, lo que significaba que el profesional de la medicina dedicaría todo su tiempo y esfuerzo a la enseñanza e investigación médica, con la tranquilidad de un salario adecuado como para no requerir el ejercicio privado de la profesión par a complementar sus ingresos. Posteriormente, R. Tyler elaboró una propuesta para interpretar el currículo desde una perspectiva sistemática en el ámbito de la educación formal (Tyler, 1973). Con el tiempo, ambas aportaciones, independientes en principio, permitieron construir un marco de referencia para el currículum de la carrera de medicina. El impacto mundial de estas aportaciones transformó la educación médica, tal vez no con la velocidad deseada, pero sí llegó a constituir la base del currículo "tradicional" de medicina. En 1960, en México, con la intermediación de la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina (AMFEM), se adoptó la "Declaración de Lima" sobre la educación médica, producto de la reunión en esa ciudad que apoyaba y recomendaba el currículo Página 5 tradicional de 3 ciclos estrechamente integrados y con énfasis en la medicina social y preventiva (Gallegos Téllez, 1997). 2.3 Currículo tradicional Está organizado por materias individuales, según sea el material básico especialidades médicas comprendidas en tres ciclos: de ciencias básicas, de ciencias clínicas y el entrenamiento clínico supervisado. 2.3.1 Etapa de ciencias básicas Tiene una duración de 2 años. Hoy en día, al aspirante a la carrera de medicina se le examinan habilidades y destrezas, entre otras cosas, pero las materias de física, química y biología, siguen siendo muy importantes antes de su ingreso al programa. El currículo se desarrolla basándose en el estudio de la forma, estructura y función del organismo humano, que incluye el estudio microscópico de tejidos sanos y enfermos, de los microorganismos patógenos y parásitos. El alumno recibe capacitación en el área psicológica, en bioestadística y en salud pública. La revisión de los programas de medicina demuestra grandes diferencias entre los países, e incluso dentro de cada país, en la secuencia, énfasis y valores de cada materia, en el balance entre el trabajo de aula y el trabajo de laboratorio o de campo y en el número de sesiones magistrales, seminarios o talleres. Estas diferencias siguen siendo aparentes, en la actualidad, para las escuelas de medicina del país (véase adelante). 2.3.2. Etapa clínica Dura de dos a tres años. Después de la etapa básica, se inicia la enseñanza en los hospitales, donde se aprende bajo la guía y supervisión de un profesor con el que se practicarán los métodos de elaboración de historias clínicas y de exploración física y se hará un juicioso uso de estudios de laboratorio y gabinete. En el período se rota por los diferentes servicios hospitalarios de medicina y cirugía, pediatría y ginecobstetricia (Lifshitz, 1997). 2.3.3. Entrenamiento clínico supervisado. Dura un año. En la mayoría de los países, al terminar la etapa clínica han transcurrido 4 ó 5 años en la escuela de medicina; los alumnos se gradúan y antes de obtener su registro profesional, requieren de un año de internado rotario en algún hospital bajo la supervisión de médicos competentes y otros especialistas. En México, desde su creación en 1983, la Comisión interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos en Salud (CIFRHS) se ha encargado de guiar la formulación de programas académicos y las normas operativas del internado de pregrado (Villalpando, 1994). Además, la CIFRHS ha establecido convenios con las instituciones educativas y de salud para la realización del año de servicio social profesional. La participación de las instituciones educativas ha sido escasa y más bien subordinada. Las decisiones adoptadas han tenido más en cuenta las necesidades del sector de la salud que las educativas Página 6 propiamente dichas. La "colaboración" entre las instituciones educativas y de salud ha tenido siempre ese carácter. 2.4 Nuevo currículo Desde 1970 se incorporaron a la educación médica diversos conceptos de pedagogía, epistemología, diseño y evaluación curricular. El resultado el desarrollo de nuevos programas que consideran dos componentes principales; uno externo, relacionado con la práctica médica, y otro interno, vinculado con el plan de estudios. El contexto externo de la práctica médica incluye la consideración de las condiciones socioeconómicas, políticas, demográficas y culturales que deberán estar incluidas en los programas. La práctica medica también refleja las necesidades de salud, el concepto salud enfermedad, el perfil epidemiológico, el mercado de trabajo y el grado de desarrollo del gremio (Testa, 1993; Carraccio y col., 2002). En 1995, la OMS en su Cuadragésima Octava Asamblea elaboró una guía para reconocer los problemas de la educación médica y su impacto en el proceso de la salud como expresión a nivel mundial, en la que señala (OMS, 1995): o La importancia de que se sitúe la enseñanza de la medicina en el contexto de una enseñanza multidisciplinaria y que la atención primaria de salud se dispense de modo multidisciplinario. o La necesidad de que las escuelas de medicina contribuyan más eficazmente a modificar las modalidades de prestación sanitaria, incluidas las investigaciones y la prestación de servicios, así como las actividades de prevención y promoción, mediante una enseñanza más adecuada con miras a responder más satisfactoriamente alas necesidades de la población y mejorar el estado de salud. o Las reformas en el ejercicio y la enseñanza de la medicina deben ser coordinadas, pertinentes y aceptables. La OMS solicitó la coordinación de esfuerzos de las autoridades de salud s organizaciones profesionales y de las organizaciones profesionales y de las escuelas de medicina para que estudien y apliquen nuevas formas de práctica profesional y de condición de trabajo que permitan a los profesionales identificar las necesidades de salud y la respuesta a dichas necesidades, a fin de aumentar la calidad, relevancia, eficiencia y equidad de la atención de salud. Los diferentes gobiernos han creído necesario, en primer lugar, distanciarse de la profesión y poner límites a la intervención profesional en los procesos de decisión de la política sanitaria. Luego de hacerlo, ahora parece que se mueven en la dirección de introducir medidas para cambiar el comportamiento de los médicos, al tiempo que se esfuerzan en dar respuestas al problema universal del exceso de demanda colectiva de servicios sanitarios en relación con la oferta disponible (Freidson, 1978). Por su lado, las instituciones formadoras han estado más preocupadas por sobrevivir, por contar con infraestructura física (ejemplo: centros de cómputo, acceso a bancos de información y datos) y con una plantilla docente que le de viabilidad a los programas y por Página 7 adecuar materias y tiempos a los avances científico-tecnológicos (ejemplo: diagnóstico por imagen, cirugía de invasión mínima). Todo ello debido a las políticas de educación, por un lado, y a las políticas de salud, por el otro (Knight, 2001; Carraccio y col., 2002). La rendición de cuentas ante la sociedad de las facultades y escuelas de medicina ha sido relegada; nunca ha sido vista como la obligación de dirigir la formación de los profesionales de la salud hacia las necesidades prioritarias del sistema sanitario de la comunidad, de la región o de la nación a la que se tiene el mandato de servir (Boelen y Heck, 1995). Las instituciones formadoras de recursos humanos en salud no han desarrollado la capacidad de rendir cuentas a la sociedad, por lo que sus programas pueden considerarse como fuera de contexto (véase adelante). El contexto interno o plan de estudios es el eje fundamental debido a que comprende el saber organizado que tendrá que ser el dominio de enseñanza y el aprendizaje bajo la denominación de contenidos. Su organización define y determina un modelo de hacer la educación, para alcanzar los fines propuestos. En su estructuración se consideran la operación del propio plan, reflejo de la interrelación entre el perfil profesional, los objetivos de la carrera y el mapa curricular. Al plan también lo definen la infraestructura disponible, los cuerpos de profesores y sus actividades de investigación o extensión (Tyler, 1973; Hargreaves y col., 1998). En las últimas décadas han ocurrido importantes cambios en los paradigmas de la ciencia, de la práctica médica y de las políticas de salud. Congruente con los cambios en los paradigmas, la teoría curricular actual considera al currículo como un instrumento para construir un sistema social abierto, dirigido y propositivo, interactivo con el entorno y, por tanto, inestable, pero con la flexibilidad necesaria que le de una capacidad de autorregularse, condicionando su continua evolución transformadora. Ese constituye el "escenario ideal" en lo que a teoría curricular se refiere (Smith y Donase, 1999; Knight, 2001). En el cuadro 1 se muestra una comparación entre las estrategias educativas con enfoque innovador o lo currículum médico (Venturelli, 2003). Cuadro 1. Características de las estrategias según el enfoque innovador y tradicionalista Innovadora Tradicionalista Evaluación Formativa continua Evaluación sumativa fuera del contexto Centrada en estudiantes activos con Centrada en el docente, alumno pasivo objetivos definidos Uso de recursos educacionales múltiples/ Uso de exposiciones repetitivas relevantes No considera al individuo Considera cualidades personales y estilos Entrega pasiva de información Promueve destrezas educacionales Programas establecidos Auto aprendizaje Usa oportunidades existentes Analítica, creativa No acepta electivos Uso de electivos Acrítica, basada en asignaturas Critica, basada en problemas, relevante Uso de memoria Fomenta el razonamiento Secuencial desintegrada, impositiva Integra conceptos transferibles, destrezas, Página 8 cualidades. Organizada en grupos, favorece trabajo en equipo Basada en necesidades prioritarias de salud Basada en atención primaria Impersonal, individualista Centrada en hospitales No establece prioridades, centrada en patología Fuente: Venturelli, 2003. Con la información del cuadro 1 podemos hacer varias consideraciones; a partir del diagnóstico de la educación superior del país que hacen las autoridades (Rubio Oca, 2003), la educación superior, de la que es parte la formación de profesionales en el área de la salud, está desintegrada, con predominio de modelos centrados en la exposición, con una débil articulación entre la formación profesional y el mundo del trabajo e insuficiente vinculación con el entorno social y productivo. Además, señala lo reducido de los cuerpos académicos, los bajos salarios y tabuladores inadecuados, y procesos de evaluación y acreditación no consolidados, o solo en proceso. Una conclusión de lo hasta aquí presentado apunta a las grandes contradicciones, deficiencias e incongruencias que tiene el sistema de formación de médicos, a pesar de los avances, propuestas y amplios conocimientos que en cada escuela se tienen para innovar y elevar la calidad, eficiencia y profesionalismo de los egresados. 2.5. Formación de médicos en México 2.5.1. Época colonial En 1628 se otorga la cédula real que crea el protomedicato en la Nueva España. El protomedicato se encargaría de vigilar el buen ejercicio y enseñanza de la medicina. Separaba a los cirujanos "latinos" de los cirujanos "romancistas". Los latinos hacían cursos en la Nacional y Pontificia Universidad, no así los romancistas hasta la creación de la Escuela del Hospital Real de Naturales. Para 1768 se crea la Real Escuela de Cirugía, cuya cédula real exigía observar los dictados y estatutos de colegios españoles de cirugía. El protomedicato desaparece al concluir la lucha de independencia en 1830. La ley del 23 de diciembre de ese año exigía que para cursar cirugía se necesitaban los estudios de bachiller en artes (Flores Troncoso, 1982). El protomedicato fue sustituido mediante una ley promulgada por el presidente Dr. Valentín Gómez Farías, el 21 de noviembre de 1831, por una junta denominada Facultad Médica del Departamento de México, compuesta por 8 profesores médico cirujanos y 4 farmacéuticos. Con esta ley se regularizaba la situación de los facultativos dedicados a la medicina o la cirugía, unificando ambas facultades, creándose así el título de medico cirujano. El antecedente de este título ocurrió en Escocia en 1599, cuando Peter Lowe obtuvo del rey James VI el certificado para la Facultad de Médicos Cirujanos de Glasgow, que unificaba estos dos aspectos del arte de curar hasta entonces separados (Lyons y Petrucelli, 1980) 2.5.2 Época de la reforma Página 9 El primer reglamento de estudios médicos de exámenes y del Consejo de Salubridad del Departamento de México, publicado el 4 de enero de 1841, fue elaborado por la facultad médica del mismo departamento y por la junta de catedráticos del establecimiento de ciencias médicas. El reglamento establecía el gobierno, profesores, alumnos y plan de estudios de la facultad; también de los exámenes, los llamados "generales" (hoy profesionales) y los exámenes para los que deseaban ejercer en el departamento de México. El tercer capítulo del reglamento trata de la creación, composición y atribuciones del Consejo Superior de Salubridad, organismo que aún persiste. Para ser miembro del consejo se requería tener varios escritos y obras publicadas en materia médica y una notoria probidad. El 2 de diciembre de 1867 se promulgó la ley para registrar en el departamento de México los estudios y certificaciones profesionales. En 1867, la Escuela de medicina se convertía en la Escuela Nacional de Medicina y para 1872 se modifico el reglamento del Consejo Superior de Salubridad separándolo de sus funciones de enseñanza y certificación de los profesionales médicos. En 1887, Ángel Gaviño fundó el primer laboratorio de bacteriología en la escuela de Medicina; en 1902, bajo el título de "estudios de perfeccionamiento", se abren en la Escuela Nacional de Medicina varias cátedras como la de higiene pública. El Dr. Eduardo Liceaga encabeza y logra fundar el Hospital General de México, inaugurado el 5 de febrero de 1905, lo que constituye un hito en la educación médica en México, cuyo impacto es aún notable en la formación de especialistas médicos. 2.5.3 Siglo xx El cuadro 2 contiene la forma en que surgieron las instituciones formadoras de profesionales de la medicina. Después del período de la reforma se crearon 7 escuelas de medicina: Oaxaca (1827), Morelia (1830), Mérida (1833), Guadalajara (1838), Monterrey (1859), San Luis Potosí (1877) y Puebla (1878); éstas instituciones se agregaron a la facultad de medicina de la capital, cuando pudo romperse el monopolio que tenía ésta en la educación médica. Las escuelas tuvieron problemas y algunas cerraron sus puertas durante algunos años, pero se consolidaron después de la lucha fratricida de la revolución. En el siglo XIX también se crearon pero no sobrevivieron más que unos pocos años, las escuelas de medicina de Guanajuato, Chihuahua y Pachuca (Flores Troncoso, 1986). Muchos años después volvieron a ser organizadas y funcionan normalmente hasta el presente. Cuadro 2. Número de instituciones formadoras de profesionales de la medicina según año de origen y régimen (público o privado) Periodo Publicas Privadas Frecuencia Frecuencia relativa acumulada 1830-1900 8 O 10.0 10 1901-1950 5 2 8.5 18 1951-1960 7 0 8.5 27 1961-1970 1 4 6.0 33 1971-1980 24 6 37.0 70 Página 10 1981-1990 1991-2003 Totales 1 5 51 2 16 30 4.0 26.0 - 74 100 100. Fuente: Archivos de AMFEM y ANUlES. El gran crecimiento del número de escuelas de medicina se dio en dos períodos: primero de 1971-1980 y después de 1991-2003. La década de los setenta vivió el impulso a la educación en general y médica en particular, por iniciativa del gobierno federal, con un aumento en el número de instituciones públicas. De esta manera se enfrentó la demanda de más espacios educativos. Sin embargo, no había suficientes profesores capacitados para la docencia y la infraestructura de las escuelas (por ejemplo en laboratorios) tampoco era adecuada; se tuvieron que improvisar tanto a los docentes como a la infraestructura. Los malos resultados eran predecibles (Gallegos Téllez, 1997; Triana, 2002). En los años noventa hubo otro aumento en las instituciones formadoras de médicos, aunque ahora son las de carácter privado las que aparecen por la apertura y facilidades que los gobiernos federales y estatales otorgan para paliar el gran aumento en la demanda de educación y dada su limitada capacidad de hacerle frente con el sistema público. Aunque se tenia un buen número de profesores y la infraestructura podría ser la adecuada, el problema era (y sigue siendo) la insuficiencia de campos de clínicos. Los resultados son aún inadecuados (Soberón, 1999). Por otro lado muchas facultades y escuelas, al igual que muchas universidades públicas del país, han vivido etapas de inestabilidad académica del Ir el activismo político y la sobrepoblación estudiantil, cuyos efectos han repercutido por décadas. En la actualidad, en la mayoría de las instituciones, existe un espíritu renovado por centrar sus actividades en la vida académica con una búsqueda de la calidad educativa (Hernández, 1997; Triana, 2002). El crecimiento en el número de escuelas de medicina ha seguido el criterio de atención a la demanda mediante el aumento de la oferta. El costo para el alumno ha sido muy bajo, por ser públicas las instituciones. En las escuelas privadas, por el contrario, sólo un segmento de la población con capacidad económica suficiente lo puede pagar. Así, se crearon escuelas de medicina sin considerar las necesidades de atención a la salud de la población y sus distintos sectores, ni el mercado laboral o las oportunidades de empleo para el médico general. El resultado ha sido el desempleo y subempleo de profesionales de la medicina (Frenk y col. 1996; Nigenda, 1997) Por otro lado, el perfil y la orientación de la educación médica son diferentes entre las instituciones públicas y privadas. Las públicas, al funcionar dentro del presupuesto público, se adhieren fácilmente a los postulados del sector de la salud en relación con las características de la educación médica que imparten; mientras las escuelas privadas obtienen sus recursos del mercado de servicios educativos, por lo que esencialmente diseñan su oferta educativa basada en el mercado. El comportamiento del mercado de trabajo muestra el predominio franco y creciente de la medicina especializada sobre la medicina general desde hace varias décadas (Treviño, 1996). Por ello, algunas escuelas privadas orientan su educación hacia el trabajo médico Página 11 especializado, convirtiendo sus programas en cursos propedéuticos para el ex de residencias médicas. En las encuestas a egresados se reporta que la base científica, las habilidades y destrezas que requiere el medico moderno, simplemente no se adquieren en la mayoría de los programas públicos o privados actuales (Nigenda, 1997; Archivo de AMFEM, 2004). La calificación de la calidad, la orientación y los resultados de los programas requiere la sistematización en el estudio de los egresados. Su seguimiento se lleva en pocas facultades o escuelas de medicina y es otro de los programas que deberán consolidarse para orientar eficazmente las reformas o innovaciones en los programas de medicina. Una formación deficiente de profesionales de la salud, la infracción del respeto al consentimiento del paciente cuando se le emplea con fines docentes, la Vulneración o escasa observancia de la regulación ética en la investigación biomédica, pueden desencadenar - como ha sido el caso en el Reino Unido- una crisis de confianza del público en la profesión, tan profunda como la asociada a la incompetencia y negligencia asistenciales (Boelen y Heck, 1995; Carraccio y col., 2002). En conclusión, la educación médica en México está integrada por un conjunto de instituciones públicas y privadas, con diversos grados de desarrollo y distintas ofertas educativas. Los egresados tienen gran heterogeneidad y diferencias en su formación. 3. La formación actual de médicos en México 3.1. Distribución de las escuelas y facultades de medicina En el cuadro 3 se muestra el número de escuelas y facultades de medicina de acuerdo con la ubicación regional establecida por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y según su carácter: público o privado. El mayor número de instituciones se localiza en la región noreste en la que hay 19, Tamaulipas y Nuevo León tienen el mayor número de escuelas, 7 y 4 respectivamente. La región metropolitana, donde se ubica la ciudad de México y su zona conurbada, sigue con 15, y después la región sursureste, con 14. Cuadro 3. Número de instituciones formadoras de médicos en México, por región y por su carácter público o privado, según La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior Región* Pública Privada Total (%) Noroeste 6 3 9 (11) Noreste 11 8 19 (23) Centro – occidente 8 4 12 (15) Metropolitana 10 5 15 (18) Centro –Sur 7 5 12 (15) Sur – Sureste 9 5 14 (17) Total 51 30 81(100) Fuente: ANUIES, 2001. Página 12 El nivel de estudios que otorgan todas es de licenciatura. Sin embargo, existen 8 diferentes nombres para los títulos otorgados (véase cuadro 4). Los más frecuentes son los de médico cirujano y de medico cirujano y partero. Las diferencias pueden explicarse basándose en el momento histórico de apertura del programa y la orientación de sus fundadores, o como indicador de la modalidad entre teoría y práctica medica. El Titulo de licenciatura en medicina no fue utilizado si no hasta en años recientes por algunas pocas instituciones, aunque en sentido estricto es el que corresponde a todos los egresados. Cuadro 4. Número de instituciones formadoras de médicos en México, según nombre del título otorgado a los egresados Título Frecuencia. Porcentaje Licenciatura en medicina 5 0.6 Licenciatura en medicina 1 0.1 naturo-terapeuta Licenciatura en medicina 11 14.0 general Licenciatura en medicina 1 0.1 homeopática Médico cirujano 39 48.0 Médico cirujano y partero 22 27 .0 Médico cirujano naval 1 0.1 .Médico homeópata, 1 0.1 cirujano y partero Total 81 100.0 Fuente: Archivos de AMFEM, 2003. En secciones anteriores se describió cómo en 1599 se forjó en Escocia el título que reunía la medicina y la cirugía en una sola figura. En México dicha vinculación se dio a partir de las reformas educativas y de la salubridad, que en 1845 dan origen al título de médico cirujano; al mismo tiempo se incluye lo referente a Partero, dada la necesidad de brindar una atención obstétrica profesional. Con la formación de la escuela para enfermeras parteras en el Distrito Federal, en algunas instituciones se decidió abandonar este término. En la provincia donde no se dieron estas mismas circunstancias se mantuvo el título completo, médico cirujano y partero. Después, aun cuando fuera necesario, algunas instituciones decidieron mantener la tradición de este título; y sin embargo, la práctica médica actual limita, condiciona o prohíbe al médico general la realización de muchos procedimientos quirúrgicos y obstétricos. 3.3. Programas de educaci6n superior para la fonnaci6n de médicos 3.3.1. Características académicas de los programas La descripción, que se presenta a continuación, de las características académicas de los programas de medicina se basa sólo en la información, de los programas sometidos al Página 13 proceso de acreditación (véase adelante) y que ya fueron verificados. El análisis de los datos reveló que de 44 programas sometidos a la acreditación, hasta julio de 2004, 79.5% de ellos tenían un currículo tradicional y el resto innovador (véase cuadro 1); de éstos: cuatro se estructuraron por competencias profesionales y cinco en módulos. Como parte de los criterios de acreditación, cada programa tiene al menos 5,500 horas totales, sin incluir el internado rotatorio de pregrado. La variación entre programas fue de 17% (935 horas). El análisis de las asignaturas que forman cada uno de los programas 16 desde varias perspectivas. Por un lado, se listaron los nombres de las materias que conforman los programas, para un total de 617 nombres diferentes. De ellos, 504 (82%) correspondieron a los currículos tradicionales y 113 a los innovadores. Luego, se agruparon de acuerdo con el área del conocimiento a la que pertenecen, por ejemplo, la anatomía. Encontramos que el área con mayor número de nombres diferentes fue la de farmacología con 18, seguido por anatomía con 15 y las nosologías con 14. En los programas innovadores, es poca la semejanza entre los nombres con los que se designan las materias o módulos; razón que dificulta la revisión y análisis de sus contenidos. Hallazgos similares se tuvieron en las horas dedicadas a cada una de las asignaturas en los diferentes programas. La variación fue tan grande que perdió importancia la realización de algún tipo de análisis. En el cuadro 5 se muestra un ejemplo de programa "típico" con las horas de teoría y practica semestrales. Cuadro 5. Ejemplo de un programa semestral de medicina con el número de horas teóricas y prácticas, por semana y semestre, según el semestre Semestre Horas teoría Horas práctica Horas/ semana Horas/ semestre 1 14 15 29 580 2 14 12 26 520 3 20 9 29 580 4 16 15 31 620 5 16 26 42 840 6 16 24 40 800 7 14 17 31 620 8 18 21 39 780 9 2 38 40 800 10 2 38 40 800 Total 132 215 347 6,940 Fuente: Archivos de ANFEM, 2003. La mayoría de los programas (88%) no ha hecho la conversión de horas /clase al sistema de créditos académicos. La combinación de todos los factores mencionados no favorece el intercambio y la movilidad de estudiantes entre programas nacionales o extranjeros. Página 14 La enseñanza clínica se desarrolla en servicios de atención médica instrumentada por convenios generales y específicos con el sector de la salud. Hay un predominio de la enseñanza clínica en el segundo y tercer niveles de atención médica, lo que es una distorsión y deficiencia de la práctica de la medicina general (Viniegra, 1996). En la estructura curricular de los programas sometidos a acreditación se encontró incluida, pero con diferentes grados, la vinculación entre las ciencias básicas y la clínica; además, están considerados diversos enfoques, sistémicos para el estudio de los procesos saludenfermedad, desde el nivel molecular hasta el psicosocial, lo que incrementa la variabilidad de los programas. Es notorio el impacto que tienen en los planes de estudio, la formación, los criterios y las decisiones de las autoridades académicas; cuando el directivo tiene formación en las ciencias básicas, impulsa, crea y apoya los programas con ese énfasis; mientras un clínico o un cirujano le imprimirán su sello particular. Algunas de las áreas deficientes en los planes y programas de estudio revisados fueron las relacionadas con el trabajo comunitario y el desarrollo de investigación, lo que refleja falta de mecanismos de integración del conocimiento y poco aprovechamiento de los recursos humanos y logísticos de que dispone la comunidad; y de los procedimientos de atención médica que las instituciones brindan a la población de referencia. En la formación básica profesional del médico se encontraron deficiencias, que coinciden con las reportadas por varios autores, en las siguientes áreas (Sackett y col. 1985; Viniegra, 1996; Castro, 1998; Smith y Dollase, 1999): o o o o o Medicina basada en evidencias y lectura crítica de la literatura. Elaboración y desarrollo de protocolos de investigación. Deontología y bioética. Conflicto médico, los deberes y obligaciones del médico. Comunicación médico paciente y formación del educador médico. Los programas curriculares con estructura tradicional son poco capaces de incorporar las modificaciones que resuelvan las deficiencias aquí señaladas. Su innovación, con todo lo implícito para cada institución, es una necesidad impostergable; así como la incorporación a los programas de profesionales de la educación y, en particular, de la educación médica (Venturelli, 2003). 3.3.2 Contexto externo de los programas acreditados Según el Consejo Mexicano de Acreditación de la Educación Médica, los programas de formación médica deben considerar, para supuesta en marcha y actualización, el contexto externo, que incluye al menos 8 condiciones o características, listadas en el cuadro 6. Estas características están dirigidas a que los programas tomen en cuenta la práctica profesional donde laborará el egresado, las condiciones socio-económicas y demográficas de la región geográfica en la cual practicarán, las necesidades de salud, el perfil epidemiológico y el mercado laboral. En conjunto, esta información constituye el referente global de la práctica médica actual y su posible evolución a mediano y largo plazo. Para el estudio de estas características en los programas se utiliza una escala cualitativa que pondera su existencia Página 15 (valor máximo de 4) o ausencia (valor mínimo de 0). En el cuadro 6 se muestran los resultados de la valoración realizada al contexto externo en los programas de medicina acreditados. Cuadro 6. Media del valor ponderal obtenido en 23 programas de licenciatura en medicina acreditados, en las características del contexto externo Característica Valor ponderal promedio Condiciones socio-económicas 2 Condiciones demográficas O Condiciones políticas y culturales O Necesidades de salud 1 Concepto de salud enfermedad 2 Perfil epidemiológico 2 Mercado de trabajo 0 Desarrollo gremial 1 Escala: 0 = no incluida 1 = inclusión inadecuada; 2= poco incluida 3 = inclusión satisfactoria; 4 = inclusión adecuada. Fuente: COMAEM Y AMFEM, 2004 3.3.3. Alumnos Uno de los más serios y duraderos problemas que enfrentan las facultades y escuelas de medicina es la demanda de ingreso. Desgraciadamente no hay, cifras reales y verificables del número de aspirantes. El Consejo Mexicano de Acreditación de la Educación Médica (COMAEM) tiene como estándar de calidad que el número de aspirantes debe ser, al menos, el doble de los aceptados. Del total de aspirantes, las instituciones públicas reciben anualmente de 10 a 30%, lo que crea una gran demanda a las instituciones privadas, éstas aceptan de 40 a 70% de sus aspirantes (COMAEM, 2004). Por informes directos de algunas instituciones, se conoce que, en general, los que aspiran a estudiar medicina son de los mejores estudiantes de las escuelas preparatorias. También, y de acuerdo con la matrícula, la demanda a las facultades y escuelas de medicina va en aumento. Sin embargo, no hay una estrategia para hacerle frente y canalizar el gran número de excelentes estudiantes que podrían ser formados en alguna otra área. Los cuadros 3 y 7 muestran la matrícula en las escuelas de medicina. En 2001, había inscritos 66,890 alumnos, de los cuales 81% se encontraba las instituciones públicas (cuadro 3). De ellos, 34,212 (51%) eran del sexo femenino. La matrícula más grande se ubicó en el Distrito Federal con 21,673, seguida por Jalisco (10,226), Puebla (10,022), Estado México (6,883), Michoacán (6,049) y Veracruz (6,003). En el cuadro 7 se muestran las cifras de la matrícula desde 1985 a 2001. La matrícula de 1985 hasta 1993 disminuyó 16%; después se mantuvo estable por 5 años hasta 1998, pero a partir de ese año volvió a mostrar un aumento que revirtió la tendencia con 17% para el año 2001. Página 16 Cuadro 7. Matrícula de estudiantes de medicina en México, según el género y año Año Hombres Mujeres Total 1985 42,169 24,032 66,201 1986 40,056 24,795 64,851 1987 35,999 24,139 60,138 1988 34,632 25,464 60,096 1989 34,315 26,206 60,521 1990 32,330 25,337 57,667 1991 31,199 25,273 56,472 1992 30,760 26,555 57,315 1993 30,112 25,479 55,591 1994 29,796 27,150 56,946 1995 30,142 27,980 58,122 1996 30,109 29,536 59,645 1997 29,364 28,403 57,767 1998 31,484 30,579 62,063 1999 34,602 34,862 69,464 2000 35,115 35,715 70,830 2001 32,678 34,212 66,890 Fuente: ANUIES, 2001 La matricula correspondiente al sexo femenino mostró en esos años un aumento progresivo hasta igualar la matrícula del masculino en 1997 y mantenerse en ese nivel desde entonces. De los 66,890 alumnos, inscritos en escuelas y facultades de medicina en 2001, 81% estaban en instituciones de tipo público. El cuadro 8 contiene los datos, por generación, de ingreso, egreso y titilación en el mismo período: 1985-2001. En lo global, hay una diferencia de 33% entre el ingreso y egreso de esas generaciones, que indica una eficiencia terminal variable, pero en promedio fue de 67%. Las cifras de titilación comparadas con el egreso, son adecuadas, ya que en promedio menos de 9% de los egresados permanece sin titulación; resultaría interesante conocer las cifras de estos indicadores por sexo, ya que en los últimos 7 años, cuando se iguala la matrícula de ambos, se aprecia una eficiencia terminal de sólo el 50%. 3.3.4. Profesores La información sobre el número, tipo y perfil de los profesores en las instituciones formadoras de profesionales de la salud, es incompleta, limitada y enfocada a los pocos profesores de tiempo completo que laboran las instituciones públicas. Por informes personales de los directores miembros de la AMFEM, con datos de los archivos de AMFEM (AMFEM, 2004) y de los informes al COMAEM se infiere que predominan en estas instituciones los profesores contratados para hacerse cargo de una asignatura de tipo clínico y con remuneraciones que van de dos horas hasta el medio tiempo (20 horas/semana/mes). Página 17 Cuadro 8. Matrícula de estudiantes de medicina en México, según ingreso, egreso y titulación Año Ingreso Egreso Titulados 1985 10,113 9,488 8,471 1986 9,706 8,638 8,370 1987 9,642 9,592 8,646 1988 10,265 9,032 7,270 1989 10,280 8,444 8,612 1990 11,226 6,990 7,864 1991 12,090 8,926 7,219 1992 12,480 6,926 7,231 1993 11,449 7,126 6,681 1994 11,059 7,241 6,515 1995 11,493 5,686 6,784 1996 12,254 7,293 7,374 1997 13,639 7,767 7,216 1998 14,520 7,702 7,059 1999 15,513 9,244 7,337 2000 15,463 9,764 7,992 2001 15,793 8, 799 6,069 Total 205,289 138,658 126, 710 Fuente: ANUlES, 2001 Las proporciones calculadas con los datos de archivo de 19 instituciones públicas y 15 privadas son en promedio las que se observan en el cuadro 9. Cuadro 9. Relación entre diferentes tipos de profesores de acuerdo con el tipo de nombramiento, y entre profesores y alumnos en 24 escuelas de medicina en México Relación Promedio Rango Profesores de tiempo completo / profesores de tiempo parcial 1 / 43 1/12 a 1/103 Profesores de ciencias básicas / profesores de clínica 1 / 76 1/35 a 1/128 Profesores de tiempo completo / alumno 1 / 49 1/16 a 1/240 Profesores de asignatura clínica / alumno 1 / 10 1/4 a 1/45 Fuente: ANFEM, 2004 Estos resultados hacen evidentes la gran variación entre las instituciones y las desproporciones entre la matrícula y la reducida plantilla de profesores. La mitad de los profesores encargados de las ciencias básicas de medicina tienen grado de maestría (93%) y doctorado (7%) de las diferentes áreas. De los restantes, 96% de los de tiempo completo y asignatura tienen especialidad médica; sólo 4% son médicos generales. Existe una proporción de 48% de médicos especialistas encargados de las ciencias básicas de la medicina. Esto es particularmente notable en las instituciones privadas, puesto que las Página 18 políticas para el ingreso y de profesores en las instituciones públicas no permiten su contratación con ese perfil. Al mismo tiempo hay una escasez de profesores con solamente la licenciatura de medicina. Esto, se reconoce, introduce un sesgo en la formación de médicos generales. 4. La Asociación de Escuelas y Facultades de Medicina La Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina (AMFEM) fue fundada en 1957 en la ciudad de Monterrey, en la facultad de medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Desde 1925 hay antecedentes de que los directivos de varias escuelas intentaron reunirse e intercambiar sus experiencias. Pero fue en 1944 cuando se realizó el primer Congreso de Facultades de Medicina en la ciudad de Monterrey. Después de varias reuniones preparatorias se realizó la asamblea de fundación (Gallegos Téllez. 1997). Los objetivos que acordaron los directores fundadores de la Asociación fueron: o Promover el mejoramiento de la formación de médicos en el país. o Intercambiar conocimientos y experiencias con organismos relacionados con la formación de recursos humanos para la salud. o Constituirse en un órgano de consulta para organismos relacionados con la educación médica. o Promover, organizar, fomentar y participar en eventos relacionados con la educación y la capacitación en ciencias médicas. o Conducir, promover, patrocinar o llevar a cabo estudios, trabajos de investigaciones en el área de educación médica. o Promover y fomentar la formación y capacitación de personal docente y técnico docente. Los objetivos iniciales han sido adecuados, mejorados o arreglados para incluir las necesidades, conveniencias y preferencias de la asociación. En fecha reciente se han vuelto a revisar la misión, la visión y los objetivos. Por acuerdo de la asamblea extraordinaria de asociados de octubre del 2003 se estableció su misión: "La AMFEM es una organización líder en México integrada por facultades y escuelas de medicina que impulsa el desarrollo permanente de la educación médica con calidad, comprometida con la sociedad para responder a sus necesidades bajo principios científicos, bioéticos y humanísticos" (AMFEM, 2004). Su visión señala: o La AMFEM se observa a sí misma dentro de 10 años como la instancia más importante en México que garantice la calidad de la educación médica y que vigile la congruencia entre la educación impartida y su respuesta a la solución de las necesidades del país. o La AMFEM cuenta con convenios y compromisos intra e interinstitucionales, sectoriales e intersectoriales, con instituciones gubernamentales y no gubernamentales que le permiten responder a la demanda de las necesidades de educación e investigación médica de las escuelas y facultades de medicina del país. Página 19 o La AMFEM impulsará el desarrollo permanente de la educación médica, y sus miembros se comprometen a profesionalizarse para responder a la solución de los problemas educativos y de salud del país. o La AMFEM fomentará la investigación y la formación de investigadores a través de convenios nacionales e internacionales con institutos o centros de investigación. o La AMFEM es consultora y asesora oficial de las instituciones relacionadas de manera directa e indirecta con la educación médica; como resultado de la capacidad técnica y autoridad moral de sus integrantes, sus puntos de vista son considerados imprescindibles en la generación de proyectos y en la toma de decisiones en este campo. o La AMFEM es la institución consensuadora de la orientación general de la educación médica en México, respetuosa del libre pensamiento de sus agremiados; productora y reguladora de procedimientos del diseño del currículum médico. o La AMFEM es una institución financieramente estable, cuenta con una instancia propia, autónoma, que integra a sus miembros y desarrolla su profesionalización para que participen en proyectos de mejora continua, orientados hacía el logro de su fisión institucional. o La AMFEM está abierta a la incorporación de nuevas escuelas a través de un esquema diversificado de opciones de afiliación bajo la premisa de respeto irrestricto a los principios académicos de la misma asociación. (AMFEM, 2004). Los logros de la asociación se traducen en el reconocimiento de sus funciones y de sus objetivos institucionales al interior de cada una de las escuelas y facultades que la constituyen, así como en la participación de sus miembros en el bienestar bio-psico-social de la sociedad mexicana. La Asociación está integrada por 4 tipos de miembros (AMFEM, 2004): l) institucional titular acreditado, 2) académico, 3) honorario y 4) institucional aspirante a membresía. El "institucional titular acreditado" es la facultad o escuela de medicina, o el área de medicina de otras instituciones interdisciplinarias, ubicadas en la república mexicana, que están reconocidas y autorizadas para impartir enseñanza y educación medica por institutos, universidades y autoridades educativas y que han recibido su acreditación del Consejo Mexicano para la Acreditación de la Educación Médica. El asociado "académico" es un miembro del personal académico de una facultad o escuela de medicina asociada ala AMFEM Con antigüedad, reconocimiento y trayectoria sobresaliente. La asamblea de asociados podrá otorgar la calidad de asociados "honorarios" a profesionales, tanto nacionales como extranjeros, cuyo prestigio, funciones o actividades resulten de interés y relevancia para la propia asociación y los fines que persigue. El asociado "institucional aspirante a membresía" es similar al asociado "institucional titular", pero aún no ha sido acreditado; una vez que lo sea, pasa a ser "titular". La asamblea general de asociados institucionales es el órgano supremo de gobierno de la asociación. Por lo tanto, en ella reside la autoridad máxima para decidir cualquier asunto relacionado con la misma, incluso aquellos que, por razones prácticas, se deleguen a otros órganos de la propia asociación. La asamblea realiza sesiones ordinarias una vez al año, por convocatoria del consejo directivo; los acuerdos se toman por el voto de la mayoría simple Página 20 representada. También se realizan asambleas extraordinarias para tratar asuntos de estatutos o un tema particular. La asamblea se encarga de elegir al consejo directivo en funciones por dos años formado por un presidente, un vicepresidente y dos vocales. La administración de la asociación está a cargo del consejo directivo y de tres secretarios: ejecutivo, académico y administrativo. Los secretarios son propuestos por el presidente y ratificados por la asamblea 4.1. El programa de calidad de la educación médica La AMFEM planificó, desarrolló y está llevando a cabo, desde 1994, el "Programa de calidad de la educación médica" (Gallegos Téllez, 1997). El programa tiene dos partes: el Sistema Nacional de Acreditación (SNA) y el Programa de Desarrollo Académico (PDA). El SNA es el Conjunto de normas académicas, técnicas y administrativas que tienen como propósito intermedio regular, orientar y conducir la educación médica impartida en las escuelas y facultades de medicina, a través de los cauces de calidad y excelencia educativa, para lograr la acreditación. La acreditación es el proceso voluntario y periódico relacionado con la mejora de la calidad de la educación y constituye el reconocimiento valido y de carácter público, a través del cual se hace constar que una institución cumple con los estándares de calidad establecidos en el SNA (Triana, 2002). El proceso fue diseñado para ser autónomo, no gubernamental, sin afán de lucro, representativo, único, voluntario y autosuficiente. Los indicadores de calidad se agruparon en 88 estándares en cuatro categorías: a) requisitos mínimos, b) a mediano plazo (a cumplir a mediano plazo), c) de excelencia y, d) convenientes. Los estándares están contenidos en 10 capítulos que evalúan la estructura, el proceso y el resultado de los programas (cuadro 10). Cuadro10. Capítulos del instrumento de autoevaluación Capitulo Instrumento de autoevaluación 2003 I Bases generales y objetivos educativos II Gobierno y orientación institucional III Plan de estudios y estructura académica IV Evaluación del proceso educativo V Alumnos VI Profesores VII Coherencia institucional VIII Recursos IX Campos clínicos X Administración Fuente: COMAEM, 2004 En 1998 la revisión del SNA deriva en la desaparición de las categorías “a mediano plazo”, “excelencia” y "convenientes" y todos los estándares pasaron a la de "requisitos mínimos" y se reagruparon, reduciéndose a 78. El proceso de acreditación tiene tres fases: Página 21 autoevaluación, visita de verificación y emisión del dictamen por 5 años, cuando el programa cumple con 80% de los estándares de calidad (Triana, 2002). El programa de Desarrollo Académico (PDA) es la serie de recomendaciones (áreas de oportunidad) para las escuelas y facultades tendientes a alcanzar mejores niveles de educación; se gesta durante la visita de verificación y se concreta con el dictamen y sus recomendaciones. Tiene como origen el resultado del grado de correspondencia entre lo reportado por la institución y lo observado durante la visita de verificación. Sirve para sustentar la gestión de recursos necesarios a fin de atender las áreas de oportunidad encontradas en las instituciones y así poder elevar y sostener los niveles de calidad de la educación médica. La institución se compromete a realizar acciones para responder a las recomendaciones, establecer el responsable de llevarlas a cabo, las fechas de inicio -conclusión, los recursos destinados (humanos, materiales, económicos, de tiempo, etcétera), y reportar los avances. Con esto es posible el desarrollo de la planeación estratégica y se da impulso a la investigación educativa. Desde el año 2002, por recomendación del Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES), todo el proceso de acreditación fue entregado al Consejo Mexicano de Acreditación de la Educación Médica (COMAEM). La AMFEM es parte de este último consejo, en el que participan su presidente y vicepresidente. 4.2 Sistema Nacional de Educación Médica En mayo de 2001, la asamblea de asociados de la AMFEM aprobó la conformación del Sistema Nacional de Educación Médica (SNEM) para atender el área de oportunidad de currículos médicos sin modificación por más de cinco años, con la posibilidad de enlazar en un sistema los currículos médicos y, de esa forma, potenciar su capacidad de transformación tanto individual como de conjunto. . La modificación de un currículo es una tarea compleja, difícil y que puede rebasar la capacidad de una institución. Por medio del SNEM, se sumará la fuerza del conjunto a la capacidad individual de cada escuela; cada currículo de los asociados a la AMFEM es una parte constitutiva del SNEM; esto multiplica la capacidad educativa de la AMFEM y puede mejorar la educación médica e, indirectamente, la calidad de la atención medica que se brinda en el país. La interacción entre las diferentes escuelas y facultades de medicina asociadas de la AMFEM tiene por finalidad la construcción de un plan de estudios con posibilidades de ser permanentemente actualizado. El SNEM operará mediante una "Comisión de planes de estudios" con la representatividad de las distintas regiones del país. Esta comisión, a su vez conformará el grupo de expertos que participarán en el "Programa de formación, actualización y perfeccionamiento docentes" y que apoyarán la puesta en marcha de los planes de estudios en las diversas escuelas y facultades. Página 22 En la medida en que más escuelas compartan planes de estudios parcial o totalmente, se multiplicarán las posibilidades de intercambio de conocimientos y recursos. Con estas acciones se busca la consolidación del sistema nacional de educación médica. 5. Proceso de acreditación de programas de licenciatura en medicina El cuadro 11 muestra los datos relacionados con el proceso de acreditación del COMAEM, 50% de los programas de licenciatura en medicina ha sido acreditado o reacreditado; por otro lado, menos de 9% de los programas no ha sido acreditado (COMAEM, 2004). Los resultados globales del proceso, hasta ahora, pueden calificarse de pobres, poco trascendentes y mas bien desilusionantes, puesto que han transcurrido 10 años desde que se inicio el esfuerzo del programa de calidad de la AMFEM y de la certificación Cuadro 11. Estado actual de la acreditación de programas de licenciatura en medicina en México, 2004 Programas Número Porcentaje Frecuencia acumulada Acreditados 27 33.3 33.3 Reacreditados 13 16.0 49.3 Auto evaluación 34 42.0 91.3 No acreditados 7 8.7 100.0 Total 81 100.0 Fuente: COMAEM, agosto de 2004, www.comaem.org.mx Como se puede observar, el proceso de acreditación aún no se completa en todas las instituciones educativas. Solamente los programas de medicina con los elementos, infraestructura y organización adecuados son los que, en su mayoría, han logrado la acreditación. La trascendencia del proceso de acreditación, de acuerdo con sus objetivos dentro del círculo de la calidad, es poca, puesto que a 10 años de distancia ya se deberían contemplar más y mejores indicadores de calidad de los procesos educativos para darle continuidad a este círculo virtuoso. Desde hace dos años, la Secretaría de Salud anunció la creación de una Norma Oficial Mexicana (NOM) en materia de utilización de campos clínicos para ciclos clínicos e internado de pregrado; la norma está en su fase final de oficialización. Como consecuencia de ello, sólo tendrían acceso a los campos clínicos las instituciones con programas acreditados. Por el estado actual de la acreditación, se estima que menos de 3% de los alumnos de escuelas o facultades de medicina se verían eventualmente afectados por dicha política. De cualquier forma, el proceso "autónomo", "voluntario" y "no gubernamental" creado por la AMFEM se convertirá en obligatorio y, en caso de aplicarse la NOM, tendrá graves consecuencias si las instituciones no logran la acreditación. Página 23 6. Propuestas y conclusiones 6.1. La educación médica mexicana La educación médica mexicana está conformada actualmente por un conjunto heterogéneo de instituciones que presentan diversos grados de desarrollo y distintas ofertas educativas. Estas características están presentes, en mayor o en menor medida, tanto en las escuelas y facultades públicas como en las privadas. La búsqueda de planes y programas que reduzcan las desigualdades y diferencias deberá ser una prioridad para la AMFEM en los próximos años. El contar con un perfil profesional por competencias puede ser el inicio de esta tarea. 6.2. La educación médica mexicana es parte de los procesos sociales en permanente transformación La educación médica mexicana es parte de los procesos sociales en permanente transformación; la sociedad, sin embargo, no ha influido en su determinación y caracterización. Las instituciones formadores de profesionales de la salud deberán desarrollar nexos con las comunidades y autoridades sanitarias e incrementar su capacidad para rendir cuentas a la sociedad. El proceso de acreditación de la calidad de los programas, 10 años después de su implementación, ha tenido poco impacto en la mitad de las escuelas de medicina. 6.3. La tendencia en la formación de médicos muestra un incremento La tendencia en la formación de médicos muestra un incremento; el cambio no tiene sustento en la capacidad de las instituciones formadoras, ni en la disponibilidad de campos clínicos, o en las necesidades del sector de la salud ni en sus planes de crecimiento o contratación. El estímulo para este aumento es la demanda de estudiantes a las escuelas y Facultades de medicina. El resultado es una tasa de desempleo, que requiere discusión y análisis entre los formadores y empleadores para acordar la política de formación de estos profesionales. 6.4 El perfil profesional El perfil profesional, las necesidades de salud de la población y los programas y planes del sector de la salud, no tienen la congruencia ni la integración para mejorar su eficacia y eficiencia. Se debe buscar la correspondencia entre el perfil profesional, las necesidades de salud de la población y lo que el sector de la salud requiere para sus programas atención. Los planes y programas curriculares y la educación médica en general, deben ser permanentemente mejorados, integrados y articulados, o acreditados, según corresponda. 6.5 La planta de docentes La información respecto a la planta de docentes de las instituciones formadoras de médicos es incompleta; a pesar de ello, permite vislumbrar y confirmar los viejos problemas: es insuficiente, no hay formación completa en pedagogía, no es profesional ni dedicada a tiempo completo a las funciones universitarias básicas. Página 24 6.6 La información sobre las instituciones formadores de médicos La información sobre las instituciones formadoras de médicos es incompleta y difícil de conseguir; sin embargo, es necesaria para el análisis y la realización de diagnósticos para una mejor toma de decisiones e indispensable para la planeación. Se requiere un banco con información confiable, completa y actualizada. Las instituciones educativas tampoco realizan investigación formal y de calidad en sus procesos. Se debe fomentar, apoyar y compartir la investigación educativa mediante estudios colaborativos multicéntricos.