CELEBRACIÓN DEL DÍA 23 DE ABRIL - Mercedes Nacarino Ramos EL ESCENARIO El Cáceres de origen romano, se vio acometida por una invasión que supuso un cambio en todos los aspectos. Esta invasión contribuyó al florecimiento de la ciudad, se construyeron murallas para defenderse de los posibles ataques, y los espacios se cubrieron de ornamentos verdes entre las casas y la muralla, la ciudad se embelleció. Se construyeron aljibes y palacetes alrededor de la Mezquita y las calles tomaron vida con los comerciantes atendiendo las necesidades con sus mercancías exóticas a la vista del público. Una vez que los musulmanes se asentaron en nuestro territorio, la adaptación fue sencilla y rápida, acostumbrados a las ásperas zonas norteafricanas, nuestro país les debió parecer una liberación por su variedad. Se produjo pronto una asimilación de la cultura romana. La enseñanza musulmana se hacía a base de la lectura y la escritura del Corán. De ordinario los maestros estaban pagados por los discípulos y el número de analfabetos era menor que en otras naciones de Europa. Los libros eran más baratos que entre los cristianos por el empleo del papel, y el mercado de ellos tuvo gran importancia. La enseñanza superior fue brillantísima. Muchos y muy notables son los tratadistas de tradiciones de gramáticos, historiadores, matemáticos y astrónomos. La jurisprudencia fue la carrera más seguida porque conducía a los cargos públicos. Son innumerables los cultivadores de la poesía, tan apreciada entre los árabes. En general todas las ciudades eran homogéneas: una muralla encierra la medina y en las afueras quedan pequeños barrios, los arrabales que en caso de guerra eran abandonados. El centro de la vida ciudadana estaba en la Mezquita, que solía unirse al palacio del Califa, del rey o del gobernador y a su alrededor se distribuían los zocos o mercados agrupados por gremios La vida privada, silenciosa y oculta, se situaba en el resto de la Medina. Las calles eran tortuosas y estrechas, para evitar en lo posible las molestias del sol y por la necesidad de aprovechar el terreno. CELEBRACIÓN DEL DÍA 23 DE ABRIL - Mercedes Nacarino Ramos LA ÉPOCA Cáceres, en el momento de su Reconquista e incorporación a la vida cristiana, no es otra cosa sino una fortaleza que se convierte en Villa. El reducto recién rescatado del poder de los musulmanes era un extenso erial, tierras despobladas que asolaron guerras constantes desde el siglo XI. Alfonso IX erigió aquí una Villa de Realengo bajo el gobierno inmediato de un Concejo autónomo y sin sumisión a otro señorío, sin reconocer más autoridad que la del Rey, por ello procura llegar a un acuerdo con la Orden de Santiago, en el cual estos Caballeros renunciaban a sus derechos a cambio de las tierras de Zamora más una indennización de 2.000 maravedís. Esto dio lugar a una disposición en la que se prohibía a los vecinos de Cáceres donar, vender o empeñar tierras, campos, casas o huertos, en una palabra, cualquier bien a Órdenes religiosas o Religioso- militares. Una vez resuelto el conflicto jurídico, concede a Cáceres una “Carta de Población” y, casi simultáneamente le otorga un “Fuero”. LA IGLESIA La Iglesia es tan influyente o más que en la época anterior, interviniendo el clero en las guerras de la Reconquista y en las luchas civiles. Vivían en una situación de privilegios : por la “inmunidad personal” estaban exentos de la jurisdicción civil y por la “inmunidad real” sus bienes estaban libres de tributos. Sus propiedades eran enormes. Los cargos y dignidades los concedían los reyes y cabildos catedrales. Los señores eclesiásticos se comportaban como señores feudales y en muchas ocasiones marcharon al frente de las mesnadas a la guerra contra los árabes o a la lucha civil. Las peregrinaciones aumentaron en el siglo XII, a lo largo del camino había hospederías y hospitales y la Orden militar de Santiago se encargaba de proteger a los peregrinos. Orden que luchó con Alfonso IX en sus batallas de Reconquista