Tema 1: La Historia del Derecho. Conceptos preliminares. •

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Tema 1: La Historia del Derecho. Conceptos preliminares.
• Historia del Derecho. Concepto y naturaleza científica
Las definiciones de la Historia suelen comprender tanto la realidad acontecida (hechos sucedidos) como la
ciencia que procede a su elaboración, es decir, su interpretación y su enseñanza.
Podemos admitir que la Historia es la elaboración científica referente al pasado humano.
Entendemos por conocimiento científico aquellos hechos que realmente sucedieron. Se puede diferenciar
entre hechos meramente pasados y hechos que debido a su especial condición han logrado una permanencia.
De esta forma podemos diferenciar hechos que son grabados y otros que pasan completamente desapercibidos
para el historiador. Al hablar del hecho histórico nos estamos refiriendo sobre todo a los fenómenos sociales
que transforman el devenir de la Historia.
Durante mucho tiempo, concretamente hasta el s. XIX, la Historia fue concebida como una historia política,
diplomática o militar. A partir de ese momento, también cobran importancia otros factores como pueden ser
los factures culturales, económicos e incluso, religiosos. Por tanto, en la actualidad nos encontramos en una
fase en la que la historia social cobra importancia y cualquier hecho histórico se analiza desde muy diversos
puntos de vista.
¿Hasta que punto podemos decir que un historiador es objetivo? Sabemos que todo historiador, aunque no lo
desee, es producto de la época que le ha tocado vivir. En este sentido, Leopold von Rake, en el siglo XIX, en
el prólogo de uno de sus libros, afirmaba que solamente iba a mostrar lo que realmente había sido, es decir,
contar las cosas tal y como sucedieron. La afirmación de este autor es difícil de aceptar de manera absoluta,
así que debemos matizarla. En primer lugar, porque la historia no puede ser simplemente el reflejo de lo que
se conoce (lo cognoscible), el historiador al enfrentarse a un hecho histórico siempre llegará a unas
conclusiones, es decir, interpreta la Historia. Por tanto, la Historia no puede ser simplemente una colección de
datos y el contacto del historiador con las fuentes, inexorablemente, va a llegar a un juicio o una
interpretación. Ahora bien, sí es cierto que el historiador tiene que ser objetivo a la hora de emitir juicios, es
decir, deberá atenerse a las fuentes de conocimiento y hacer uso de una serie de cautelas científicas, es decir,
recoger suficientes datos, diferenciar entre lo posible y lo probable, y de lo probable ir a lo seguro.
Podemos decir que el Derecho cambia en el tiempo porque también cambian las relaciones sociales que
regula, e incluso, la valoración de las mismas, por ejemplo, la ley del matrimonio homosexual es una
evolución del Derecho debido a la presión ejercida por determinados grupos sociales...
El Derecho tiene como característica el ser ciertamente estable (la sociedad evoluciona más rápido). En
términos generales, podemos afirmar que el ritmo jurídico es más lento ya que normalmente ha de adaptarse a
cambios de tipo social, económicos o ideológicos.
• Objeto de la Historia del Derecho. Delimitación material, espacial y cronológica
Al examinar el objeto de la Historia del Derecho debemos plantearnos tres problemas previos:
• Debemos hacer historia de los jurídico y no de lo que no lo sea, entendiendo que el Derecho no es sólo el
texto escrito sino que también se encuentra en la costumbre.
• Debemos juzgar los límites geográficos o espaciales de nuestra historia.
• Debemos ordenar las diferentes etapas por las que pasa la Historia del Derecho español.
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Delimitación material
Al hablar de delimitación material debemos diferenciar lo jurídico de lo extra jurídico. La dificultad de
diferenciar las normas jurídicas de aquellos otros de naturaleza diferente tiene que ver con que lo jurídico sólo
se manifiesta en los propios textos de cada época (no sólo la ley nos va a decir si es jurídico o no).
Por tanto, existen otros testimonios de diferente naturaleza. Entre las fuentes o modos de formular el Derecho
hay que diferenciar los que realmente la crean de aquellos otros que de manera directa o indirecta dan noticia
de la norma jurídica. Así, entre las fuentes directas, tenemos, la ley (es el más claro ejemplo), la costumbre (si
tiene efectos jurídicos reconocidos), las sentencias judiciales en ocasiones pueden crear Derecho e incluso, la
doctrina de los juristas, cuando se les reconoce ese carácter.
Existen otros muchos textos que nos enseñan el mundo jurídico (las novelas, el teatro, los refranes...). A través
de ellos, podemos ver la relación rey−súbdito, como está concebido el matrimonio... En todos estos textos se
expresa de alguna manera cuál es la normativa jurídica en uso en una determinada época. En muchas
ocasiones también nos refleja cuál es el sentir ocular hacia esa institución o norma; en estos casos, estamos
refiriéndonos a lo que es fuente indirecta.
Delimitación espacial
Teniendo en cuenta las variaciones geográficas que ha experimentado España a lo largo de la Historia
debemos preguntarnos que Derecho vamos a estudiar cuando estudiamos Historia del Derecho español. Si lo
analizamos en un sentido amplio incluiríamos todo el Derecho que ha estado vigente o que ha sido aplicado en
los territorios que históricamente han conformado España. Generalmente, en cada país lo que es objeto de
estudio es el Derecho nacional o doméstico. La Historia del Derecho de diversos pueblos o en última
instancia, la Historia universal del Derecho comparado se relaciona y en ocasiones, se confunde. En cualquier
caso, la Historia jurídica supranacional analiza fenómenos o instituciones semejantes en pueblos diferentes. A
veces, incluso, en etapas históricas muy alejadas en el tiempo. Un ejemplo de esto podría ser el estudio de las
similitudes de las estructuras feudales europeas con el derecho japonés que estuvo vigente hasta finales del
siglo XIX.
El conocimiento, el estudio y la comparación de diferentes derechos históricos se realizan en nuestro tiempo
sobre todo por análisis sectoriales, por ejemplo, las asambleas representativas, el status jurídico de la mujer...
Estos temas son estudiados por especialistas de diferentes países y más tarde discutidos en el seno de
reuniones científicas internacionales.
Delimitación cronológica
La Historia constituye un todo continuo y fluido, por tanto, su parcelación o división en etapas, en principio,
sería una división artificial. Sin embargo, hablamos de Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y Edad
Contemporánea. La razón de esta división en etapas es la presencia de acontecimientos en los que se advierte
una diferenciación suficiente. Por ejemplo, la Edad Media se caracteriza por el feudalismo, mientras que la
Edad Moderna, por el Antiguo Régimen.
No obstante, esos cambios no son drásticos, sino que se van sucediendo de acuerdo van pasando los siglos. La
división en etapas es sumamente genérica. Sin embargo, la periodificación de la Historia es sumamente útil y
de hecho resulta imprescindible para la exposición o la enseñanza.
La periodificación de la Historia del Derecho se suele hacer conforme a criterios cronológicos o a criterios
sistemáticos.
• Criterios cronológicos: se efectúa la división por periodos y en cada uno de ellos, se estudian
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diferentes ordenamientos jurídicos.
• Criterios sistemáticos: se actuaría de forma inversa, es decir, se delimitan los sistemas jurídicos para
después acoplarlos a su momento histórico.
Por ejemplo: el matrimonio, profundizar en la institución
La periodificación cronológica tiene el inconveniente de aglutinar en un mismo marco a sistemas jurídicos
que a veces casi ni coexisten o estudiar una institución en un momento histórico cuando el desarrollo de la
misma es homogéneo a lo largo de distintas etapas.
• La historiografía jurídica española
La historiografía jurídica se refiere a como las obras que versan sobre Historia del Derecho y a quiénes las han
realizado.
Los primeros testimonios tuvieron lugar en tiempos de Carlos I de España y V de Alemania. De esta época es
Lorenzo Padilla, quien realizó una obra sobre las leyes y los fueros de España. El trabajo de este autor carece
de elaboración y no va más allá de ser una recopilación de materiales dispersos, por tanto, su calidad científica
no es notoria.
En el mismo siglo (XVI), Francisco de Espinosa redactó una obra denominada Observaciones sobre las leyes
de España. Es una obra elaborada por el autor y no una simple recopilación de fuentes, lo que justifica que se
le haya denominado La más antigua Historia del Derecho español.
En el siglo XVII existe una obra de un jurista llamado Juan Lucas Cortés. Con la llegada del siglo XVIII los
estudios histórico−jurídicos adquieren una dimensión distinta debido a la llegada de la Ilustración. Esta etapa
se caracteriza por darle a las fuentes un mayor valor, las cuales deben ser encontradas, analizadas y discutidas.
En esa misma época comienza a hacerse uso de determinadas ciencias auxiliares, como por ejemplo, la
diplomática (análisis de los textos, interpretación de los textos antiguos desde el punto de vista de la evolución
del lenguaje). En esta etapa destacan diversas figuras como Jovellanos, Macanaz o Campo Manes. Durante
esta época y apoyados por el poder público, se promueve la creación de las Reales Academias.
Durante el siglo XIX debemos destacar la figura de Francisco Martínez Marina. Fue un sacerdote director de
la Real Academia de la Historia. Este autor destaca por la amplitud y profundidad de su obra. Martínez
Marina hizo uso de una técnica rigurosa reuniendo gran número de textos inéditos.
A finales del siglo XIX, en la década de los ochenta, se crean las primeras cátedras de la Historia del Derecho
en la Universidad Española. El estudio de la asignatura con rigor tuvo como punto de partida en nuestro país a
Eduardo de Hinojosa. Con él, la Historia y los historiadores del Derecho alcanzan el reconocimiento
internacional en el ámbito académico. La obra de Hinojosa es de una calidad perfeccional y se centró sobre
todo en el estudio de la España medieval.
En marzo de 1910 se crea el Centro de Estudios Históricos, más adelante denominado la Escuela de Hinojosa.
Entre los discípulos más destacados están Galo Sánchez, Sánchez Albornoz o Ramos Loscertales. Uno de los
mayores logros de los seguidores directos de Hinojosa fue la creación del Anuario de la Historia del
Derecho Español (AHDE).
En la década siguiente a la creación de dicho anuario se incorporaron destacados docentes (Riaza, López
Ortiz, Valdeavellano o Alfonso García Gallo).
Con la llegada de la Guerra Civil, el Centro de Estudios Históricos se paralizó y muchos de sus integrantes
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tuvieron que salir al exilio. Su publicación se reanudó en 1942 y continúa en la actualidad. Desapareció la
presencia internacional pero ello no fue debido al propio anuario, sino a la situación política del país. La
revista incorporó a los romanitas, en aquel momento representados por Álvaro Dors.
Si bien el anuario es la principal publicación de Historia del Derecho español, no es la única. En los últimos
años han surgido otras publicaciones periódicas:
• Historia, Instituciones y Documentos (Universidad de Sevilla)
• Glossae (Instituto del Derecho Común, Universidad de Murcia)
• Revista de la Inquisición (Instituto de la Inquisición)
Debemos decir que la Historia del Derecho ha superado su etapa de crisis porque en los años sesenta se
publicaron numerosas obras de conjunto de las cuales podemos destacar el Manual de Historia del Derecho,
de García Gallo o la Historia de las Instituciones, de Valdeavellanos.
Tema 2: La Romanización de Hispania
2.1. Derecho romano y los derechos indígenas
Entendemos por pueblos prerromanos los existentes en la Península Ibérica antes de la llegada de los primeros
colonizadores romanos. En cuanto al derecho de estos pueblos debemos afirmar que son plurales porque no
existía unidad ni política ni jurídica. Hay que destacar, y aún siendo todos estos pueblos anteriores a Roma,
tienen una evolución distinta entre ellos y por tanto, sus derechos también van a ser diferentes.
Hoy en día tenemos muy pocos medios para conocer a ciencia cierta como eran esos derechos; en principio
podemos destacar dos formas:
• Las inscripciones epigráficas, las cuales en muchas ocasiones son ilegibles por estar escritas en
caracteres íberos no traducidos (la Piedras del Museo Británico, la Piedra Roseta).
• Los escritores griegos y latinos. Sin embargo, estas fuentes deben ser tomadas con suma cautela
porque en muchos casos, estos autores no estuvieron en la Península Ibérica.
Ahora bien, estos pueblos prerromanos, podemos afirmar, tenían un derecho consuetudinario (basado en la
costumbre, y por tanto, no está escrito en su mayor parte). Por otro lado, uno de los principios que caracteriza
a estos derechos es el PRINCIPIO DE LA PERSONALIDAD (el derecho sólo se va a aplicar a sus gentes, es
decir, en estos pueblos no se aplicaría el derecho a aquellas personas que vinieran de fuera; únicamente se va a
aplicar a aquellas que pertenecen a la familia o al pueblo y por tanto, cada persona está sometida al derecho de
su grupo; en muchas ocasiones, si estos entraban en contacto con otros pueblos no podían acogerse al derecho
de este nuevo pueblo).
Con la llegada de los primeros colonizadores romanos, se va a producir un fenómeno que cambiará el sentido
de la vida y de las culturas hispánicas hasta nuestros días, y también se produjo una situación común a todos
los pobladores: la dependencia de un mismo poder político (Roma). Pero debemos ir más allá, no sólo se trata
de una unidad política sino que se incorporarán estos pueblos ibéricos a la cultura romana y al sistema de
valores propios de la sociedad occidental.
La cultura romana fue sobre todo una cultura de síntesis, capaz de aglutinar las aportaciones espirituales,
sociales y culturales de los diversos pueblos que forman el Imperio. Esto trajo consigo una orden jurídica
denominada la PAX ROMANA. También se desarrolló un espíritu político−económico común.
La Romanización de España significó fundamentalmente dos cosas:
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• La recepción de lo que denominamos cultura romana.
• La expansión del Cristianismo
Ahora bien, tenemos que tener en cuenta que la Romanización fue un largo proceso no asimilado en todas
partes de igual forma. Los diferentes pueblos fueron aportando sus propios particularismos. Todo esto fue
posible por la unidad política, por la fuerza ordenadora de su derecho, por la base lingüística de una lengua
común e incluso, podemos afirmar que por la red de vías y comunicaciones que estableció en el Imperio.
2.2. La romanización y sus consecuencias
La fecha que se tiene como punto de partida es el año 218 a.C. Desde esa fecha hasta el año 19 a.C.
transcurren dos siglos de lenta conquista, lo que determinará que desde el principio se produzcan diferentes
grados de Romanización entre unas y otras regiones.
Así por ejemplo, cuando Andalucía llevaba más de 200 años de pacífica vida romana, en el norte si sigue
luchando por conquistar esas tierras (Astures, Cántabros). Con la llegada de los ejércitos romanos llegaron
también numerosos comerciantes que se instalan conforme va avanzando la Conquista. Generalmente, Roma
respetó la vida política de las ciudades indígenas, siempre que estos aceptaron su hegemonía: según fuera la
actitud de estos pueblos indígenas, así sería también la respuesta de Roma.
En el caso de una aceptación por parte de los pueblos conquistados, se firmarían los tratados o FOEDERAS, y
en el caso de que la rendición fuera incondicional (conquista o guerra), hablaríamos de DEDITIO.
El pacto o FOEDOS supone la rendición pacífica y cierta alianza entre los dos pueblos. En todo caso, estos
pactos podían ser de amistad y cierta igualdad (PACTO EQUITATIVO) o bajo la fórmula de sumisión a la
soberanía romana (PACTO INÍCUO).
En el caso de la DEDITIO (desenlace a la resistencia o de aquellas que se han negado a capitular) su carácter
será de rendición absoluta. Las ciudades vencidas quedan como CIUDADES DEDITIAS; éstas, en algunas
ocasiones, subsistirán pagando un tributo a Roma. En otros casos serán completamente arrasadas, pasando su
territorio a dominio romano y sus habitantes pierden su derecho y organización política, convirtiéndose, en
muchos casos, en esclavos a merced de los romanos.
A medida que pasa la Conquista, Roma divide la Península en dos grandes provincias, CITERIOR y
ULTERIOR, dando cabida durante el proceso colonizador tanto a esas ciudades indígenas de diversa
condición jurídica, como también a los establecimientos romanos, donde rigió el derecho de la metrópolis.
En esta situación, coexisten los ordenamientos indígenas y el ordenamiento romano, y eso daría lugar a
diferentes clasificaciones de los grupos de personas que la habitan. Así, podemos hablar de:
• Ciudadanos romanos: forman parte del pueblo romano y ostentan la plenitud de los derechos civiles y
políticos. Son personas jurídicamente capaces.
• Latinos: constituyen una categoría inferior. Con el tiempo, se convierten en QUASI−CIUDADANOS.
Éstos se regían por el derecho romano en cuestiones relativas a asuntos comerciales y patrimoniales,
pero ordinariamente no podían usar el derecho romano para las cuestiones civiles, ni por supuesto
para las cuestiones políticas (no tenían derecho al voto ni a ser elegidos para desempeñar cargos en
Roma).
• Peregrinos: extranjeros o no ciudadanos que viven en Roma.
2.3. Las concesiones del derecho romano
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De lo dicho hasta este momento podemos deducir que los beneficios del derecho romano se atribuyeron no de
forma global, sino a través de un procedimiento selectivo y matizado. Hasta la Concesión por Caracalla en el
siglo III de la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio, el acceso al derecho romano se limitó
normalmente al nivel medio de la latinidad.
Éste fue entendido como una recompensa específica a particulares, y así, por ejemplo, encontramos algunos
casos en los que se conceden privilegios de forma esporádica a determinados indígenas en atención a sus
méritos. Hoy nos consta que hubo casos de concesión de los ciudadanos a ciertos españoles como premio a
sus servicios. Estos premios se podían otorgar a individuos aislados o a grupos enteros.
Al margen de estos casos, el resto de los españoles persistió en su condición de peregrino, lo que significaba
que se regirían por su propio derecho, tanto en las relaciones privadas como en las públicas, no reguladas por
el derecho provincial romano. Tal situación se mantuvo hasta que Vespasiano otorgó la latinidad a todos los
españoles.
La concesión por parte de Vespasiano encierra una serie de problemas. Tras la concesión cada ciudad habría
quedado adscrita a alguna de las tribus romanas. Cabe pensar que se trató de un simple otorgamiento de
latinidad, la cual, a efectos del acceso al conjunto del derecho romano significaba sólo un primer paso. Sin
embargo, teniendo en cuenta el alcance familiar del beneficio que transformaba en ciudadanos a los parientes
del beneficiado, cabe afirmar que, en cierto modo, la disposición de Vespasiano convirtió en ciudadanos
romanos a buena parte de la población.
La pertenencia a los amplios consejos municipales para acceder la ciudadanía romana y al hacerse además
extensivo ese beneficio a las familias, la ciudadanía debió alcanzar durante a penas 100 años a la mayoría de
los indígenas. La concesión de Vespasiano favoreció a la burguesía ciudadana, no obstante, la buena acogida
también tuvo sus detractores, que veían que un aumento de la presión fiscal o el desinterés por la organización
romana.
El proceso de romanización finaliza con la Constitución de Caracalla (año 212), a través de la cual se otorga la
ciudadanía a todos los súbditos del Imperio. Esta Constitución de Caracalla tuvo escasa repercusión en la
Península. Únicamente favoreció a los sectores marginados que no la habían conseguido antes.
Podemos decir que pese a la expresión dictada por Caracalla, al dirigirse a todos cuantos se hallan en el orbe,
realmente se estaba refiriendo al orbe romano, propio de la jurisdicción del emperador. Fuera quedaron los
bárbaros, los cuales irían adquiriendo la ciudadanía con el paso de los años a través de diversos
procedimientos: concesiones especiales, integración de nuevas regiones en el mundo romano y finalmente,
por esos bárbaros fueron infiltrándose progresivamente en las ciudades del Imperio. A partir de este momento,
el vocablo peregrino deja de hacer referencia al que no es ciudadano romano y comienza a utilizarse para
definir a quien no es ciudadano de la ciudad en la que se halla. Al quedar convertidos en ciudadanos todos los
habitantes libres del Imperio desapareció la tradicional distinción entre ciudadanos, latinos y peregrinos,
cobrando en su lugar fuerza el status social.
El Cristianismo al convertirse en religión oficial del Imperio marginó a los herejes mediante otros
procedimientos que limitaron su libertad y capacidad de actuación.
2.4. Derecho romano y derecho provincial español
Con independencia del valor de la costumbre, mayor cuando es más vieja y se considera arraigada, el IUS o
derecho hace referencia en el mundo romano a la licitud misma de los actos que no se consideran lesivos.
Los romanos distinguieron entre Ius Naturale (derivado de lo que la naturaleza genera), Ius Gentium (usado
por los pueblos), el propio Ius Civile romano adecuado a lo que se estima lícito por decisiones judiciales o
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interpretación y Ius Honorarium (fijado por los magistrados).
Las normas establecidas por las autoridades reciben el nombre de LEGES. El poder para dictar las leyes
corresponde al pueblo reunido en los Comicios a instancia de un magistrado. Esa ley recibe el nombre de LEX
ROGATA, mientras que cuando los comicios delegan en el magistrado de facultad legislativa, la ley dictada
por éste es conocida como LEX DATA.
Los magistrados por sí mismos sin la mencionada delegación no pueden legislar. Este sistema es propio de la
Roma republicana y quiebra en la etapa del Imperio. Se desestimaron los comicios populares y el emperador
asume la facultad legislativa, que rigen mientras él viva. A medida que avanza la época imperial, el emperador
va imponiéndose incluso al Senado. De esta forma logra monopolizar las propuestas, que además siempre van
a ser aceptadas.
A partir del siglo III, el emperador actúa con su Consejo y el Senado, pero a partir de siglo V, legisla por sí
mismo a través de la pragmática sanción.
Por otro lado, en el mundo posclásico, los juristas recogerán en sus obras el derecho antiguo, el civil, el
honorario y las leyes imperiales posteriores. De esa forma se constituirán en el futuro las fuentes del derecho.
En la práctica, los jueces acuden a los escritos de esos juristas o a las constituciones imperiales que otros
expertos recopilan en una especie de códigos privados tales como los Códigos Gregorianos.
Podemos afirmar que en las provincias existía también un sistema de fuentes jurídicas. En este caso,
estaríamos hablando de la LEX PROVINCIAE, que regulaba de manera general el territorio de esa provincia.
En España, además contábamos con una serie de leyes especiales que se dictaban a los núcleos urbanos,
colonias y municipios que estaban organizados según el régimen de Roma, como por ejemplo, los Bronces de
Vipasca.
Las disposiciones del gobierno expresan la actividad ordenadora de los magistrados provinciales, por ejemplo,
conservamos testimonios en los que se de la libertad a determinados siervos.
Con el paso del tiempo, el derecho romano fue adquiriendo un rigor y un tecnicismo tal, que no podía ser
asimilado por el pueblo. A raíz de este fenómeno, se produce un cambio y comienza lo que se denomina
proceso de vulgarización. La vulgarización del derecho romano simplificó el aparato teórico en beneficio de
una aplicación más realista y sencilla.
La expresión derecho vulgar fue utilizada por primera vez por un autor alemán llamado Brunner, aludiendo
éste al derecho usado por los habitantes de las provincias en la etapa avanzada del Imperio. Recientemente se
contempla el derecho romano vulgar como el producto de un fenómeno cultural más amplio: el vulgarismo.
Éste simplificó el derecho, pero también, de alguna manera, quitó rigor a los conceptos jurídicos y llega a
mezclar categorías diferentes; por ejemplo, confunde propiedad y posesión.
Se afirma que la vulgarización fue obra tanto de la masa popular como de los juristas profesionales. El autor
Max Kaser ha insistido en que el vulgarismo tuvo lugar por la intromisión de juristas legos al desaparecer la
jurisprudencia clásica en el silgo III.
Tema 3: El Derecho de la Monarquía Visigoda
• El establecimiento de los pueblos germánicos.
La llegada de los pueblos que para los Romanos eran bárbaros y que hacían referencia a aquella gente que
vivía más allá de los límites del Imperio constituye un fenómeno de larga duración y muy diversas causas.
Esas oleadas de gentes fueron incontenibles a partir del siglo IV. Este fenómeno sacude la organización del
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Imperio Romano, el cual ya estaba en un periodo de decadencia. Hoy en día, la tesis predominante afirma que
esas invasiones consistieron en la progresiva llegada y asentamiento de pueblos enteros aliados de los
romanos.
Las invasiones de los bárbaros no se explican con una única causa, así, podemos hablar de factores
geográficos, económicos, climatológicos
La mayoría provienen de Dinamarca, norte de Alemania y Suecia. Hasta el año 418 es cierto que los pueblos
germánicos llegan a los límites del Imperio Romano y se introducen a través de batallas, pero a partir de esa
fecha, pactan con los romanos y reciben a cambio tierras para asentarse. Las tierras que reciben son las Galias
(Sur de Francia) y a cambio, van a luchar como aliados de los romanos frente a los enemigos del Imperio.
Ese es el inicio del Reino Visigodo. Se establece en el sur de Francia y su capital se constituye en Tolosa.
A partir del siglo V, los visigodos entran en España e importantes grupos de gente se instalan en territorio
hispánico.
En cuanto a la estructura social de este pueblo, podemos afirmar que existían hombres libres (clase
aristocrática dominante), hombres semi−libres (que si bien estaban sujetos a derecho, también debían prestar
sus servicios a su señor) y siervos.
Los hombres libres los vemos agrupados, generalmente, en el séquito de los señores poderosos, de hecho, los
propios reyes eran cabeza visible de esos séquitos o clientelas. La realeza visigoda en muchas ocasiones surge
de estas clientelas en época de guerra, esto es, se producía una gran batalla y de los vencedores, se proclamaba
rey a aquel que destacaba de entre todos los grupos.
Por otro lado, en el ámbito económico, el pueblo visigodo se dedicó a la agricultura. Hubo grandes repartos de
tierra a los diferentes grupos, y una vez repartidos, se sorteaban la cuota de terreno que iba a recibir cada
individuo. También existían territorios de uso común, como por ejemplo, los bosques o los prados comunales.
• La monarquía visigoda. La elección del monarca.
En el estado visigodo vamos a distinguir el reino y la monarquía gobernante. El reino lo forman los hombres
libres que desde el primer momento tienen la condición de súbditos. Este grupo es el grupo heredero de la
soberanía popular. Por otro lado, la monarquía está representada por el rey.
En un principio, la figura del rey aparece unida a la de un caudillo militar. En una segunda fase aparece como
jerarca político y al final como vicario con carácter quasi−sacerdotal.
En las antiguas comunidades germánicas el rey era elegido por la asamblea de los hombres libres, sin
embargo, en la práctica se impuso el predominio de una determinada estirpe que acaparó el gobierno de la
monarquía. Esta situación provocaba grandes luchas de poder, motivo por el cual van a ser muy comunes los
asesinatos y las traiciones dentro de la monarquía para evitar la prolongación de la estirpe reinante.
En cuanto a la elección del monarca, existen varias teorías: algunos autores afirman que era electiva porque
aunque hubiese asaltos y usurpaciones de poder, los nuevos monarcas tenían que ser reconocidos
posteriormente. Para otros no fue electiva porque, en la práctica, la fuerza y la violencia fueron el principio
motriz de las alternativas sucesorias y destacan el hecho de que los monarcas, al no poder poner como
herederos a sus hijos, recavan la protección de los Concilios para su familia que corría el peligro de caer en
manos del usurpador.
Los Concilios regularon en sus preceptos las condiciones necesarias para ser elegido rey. El candidato debía
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ser de sangre noble y godo, no podía ser clérigo y debía acreditar buenas costumbres. Tampoco podían ser
nombrados aquellos que habían intervenido en conjuras.
En la práctica lo elegían los príncipes del reino y los obispos. Cuando un monarca era elegido debí prestar
juramento de guardar la fe católica, proteger a la iglesia, defender el reino y gobernarlo justamente. Era
coronado, aunque se desconoce cuando comienza esta costumbre y al acceder al trono, tenía lugar la unción
del príncipe. Es aquí cuando la figura del rey adquiere un carácter quasi−sacerdotal. Esta ceremonia se
realizaba en la iglesia, ante el obispo, concluyendo con una misa solemne, confirmado con este acto la
legitimidad del príncipe a los ojos de la iglesia cuya autoridad moral era notoria.
El rey aparece como cabeza de un cuerpo social cuyos miembros le están subordinados. El poder del rey debía
ser administrado correctamente y para servir a ese fin, el rey acumula el poder en su más amplio sentido:
dirige la vida política, declara la paz y la guerra, asume la potestad legislativa, es cabeza de la administración,
juez supremo y máxima autoridad militar. El único límite que tiene son las propias leyes y la moral. En este
sentido, San Isidoro rompe con estas normas en tanto en cuanto el rey puede convertirse en tirano cuando aún
siendo monarca legítimo no gobierna de acuerdo a esos principios. Para este autor, el monarca ha de estar
adornado de virtudes, justicia y piedad.
• Asambleas políticas y eclesiásticas. El senado visigodo y los concilios de Toledo.
Algunos sectores o grupos sociales se congregaban para ocuparse de cuestiones concretas. Ese fue el caso de
los obispos y representantes provinciales, reunidos para promulgar el Breviario de Alarico.
También tenían lugar otras reuniones con carácter más institucional y competencias más amplias. En ese caso
estaríamos ante asambleas de representación colectiva, que eran el senado y los concilios de Toledo. El
senado era una junta reducida de magnates que auxiliaban y asesoraban al rey en las tareas de gobierno. Esa
especie de consejos se reunió durante los siglos V y VI. A partir de ese momento, el senado fue sustituido por
una nueva asamblea, el Aula Regia.
En cuanto a los Concilios de Toledo podemos decir que tuvieron carácter general (los concilios podían ser de
dos tipos: provinciales o generales). A ellos acudían reyes, los magnates, los nobles y los altos eclesiásticos.
En ellos se trataban las grandes cuestiones de la vida del Reino Visigodo.
La convocatoria de los concilios correspondía al rey, incluso, cuando en estos concilios se iban a tratar
exclusivamente cuestiones eclesiásticas. Ahora bien, éstos podían tratar cuestiones muy diversas: religiosas,
políticas, de gobierno, etc.
Muchos autores se preguntan si estos concilios eran asambleas de carácter religioso o de carácter civil y
político. Para la mayoría de los autores se trataba de reuniones de carácter religioso porque no actuaban con
poder otorgado por el monarca, sino en virtud de su autoridad eclesiástica. Sin embargo, para otro grupo de
autores, estos concilios también fueron asambleas legislativas y órganos de control político que si legislaron y
juzgaron. En suma, podemos afirmar que se trataba de asambleas mixtas que trataban asuntos eclesiásticos o
políticos, según las circunstancias lo aconsejaban.
• Las fuentes del derecho visigodo. Leyes y Códigos.
Las leyes más antiguas de las que tenemos constancia corresponden a Teodorico I y su hijo, Teodorico II.
Esas leyes fueron dictadas cuando aún subsistía el Imperio Romano de Occidente. La legislación teodoriciana
trata fundamentalmente del reparto de tierras entre visigodos e hispano romanos.
La existencia de esta legislación nos consta a través de una referencia explícita de Eurico. También cuando
trata la dicción de las tierras alude a la legislación de Teodorico.
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EL CÓDIGO DE EURICO
Eurico era hermano de Teodorico II y tras conspirar contra él, accede al trono en el año 466. Eurico asume
una política expansionista ya que el Imperio Romano se encuentra en una fase final de derrumbamiento. Se
expande por las Galias y penetra en Hispania. Al caer el Imperio Romano se convierte en el rey más poderoso
de Occidente. Eurico será recordado por San Isidoro como el primer monarca bajo cuyo gobierno los godos
comenzaron a regirse por leyes y no por costumbres.
Se interpreta que Eurico fue el primer rey legislador y tenemos conocimiento del Código en parte gracias al
Código de Leovigildo, que pasó a formar parte de otro texto llamado Liber Iudiciorum. En el Liber
Iudiciorum, el Código de Eurico habla de él como una ley antigua.
Existe una gran polémica en torno a la autoría del Código de Eurico. Fue hallado en el siglo XVIII por unos
monjes y hoy en día, se encuentra en la Biblioteca Nacional de París. Los propios monjes atribuyen a Eurico
su autoría con independencia de que materialmente hubiera sido redactado por algún jurista de la época.
Casi todos los estudiosos han dado por supuesto que el Código de París contiene unos capítulos del Código de
Eurico. Si atribuimos este documento a dicho autor habría que situarlo en el marco de su reinado entre los
años 466 y 484.
EL BREVIARIO DE ALARICO
En el año 506, una asamblea de obispos y representantes provinciales dan su aprobación a un código
elaborado por juristas que reciben la sanción oficial de Alarico II. El código es conocido con el nombre de
Breviario de Alarico o Lex Romana Visighotorum. El Breviario de Alarico fue fruto de una política de
atracción dirigida a las minorías rectoras de la población romana, las cuales se regían por el derecho contenido
en ese código. Alarico prohibió que en los tribunales se aplicara otra obra que no fuera su breviario. En el
prólogo de este breviario el rey afirma que este ordenamiento servirá para disipar cualquier duda o
ambigüedad que pueda surgir en los tribunales.
EL CÓDIGO DE LEOVIGILDO
En un pasaje de la historia de los godos, San Isidoro de Sevilla, que es contemporáneo de este rey Leovigildo,
afirma que este monarca corrigió determinadas leyes de Eurico, añadió algunas nuevas y excluyó otras. Por
tanto, es un rey legislador, al igual que sus antecesores.
En este texto se ha justificado la existencia de un Código de Leovigildo, también denominado Codex Revisus
del cual no nos ha llegado ningún ejemplar ni fragmento alguno. Simplemente sabemos que existió este
código porque se menciona en obras de sus contemporáneos.
Dada la situación, García Gallo, en 1974 realiza una serie de formulaciones. En primer lugar afirma que la
revisión (Codex Revisus) realizada por Leovigildo y relatada por San Isidoro no significa necesariamente que
este rey realmente formara un código. Va más allá y afirma que San Isidoro no fundamenta la noticia, de
donde viene esa información y supone que la toma del prólogo del propio código. Sin embargo, es difícil
pensar que efectivamente proviene del prólogo cuando en otros textos visigodos no existe el prólogo; es el
caso del Liber Iudiciorum o del Breviario de Alarico.
EL LIBER IUDICIORUM
A mediados del siglo VII, Chindasvinto dicta un número elevado de leyes, posiblemente con la intención de
realizar una compilación. En el año 654 tras haber sido revisado por el Concilio de Toledo, el rey Recesvinto
promulgó la gran compilación de leyes para godos e hispano romanos. Esa gran compilación es la conocida
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como Liber Iudiciorum. El también conocido como Liber se divide en doce libros y estos a su vez en títulos
y leyes. Contiene una gran riqueza de normas jurídicas y está ordenado sistemáticamente. Esta obra ha pasado
a la posteridad como la gran obra jurídica del reino visigodo.
El Liber recoge por una parte el conjunto de leyes antiguas, las cuales aparecen bien como en su día fueron
promulgadas o bien con las correcciones que hicieron posteriormente los reyes. También recoge algunas leyes
promulgadas entre los reinados de Recaredo a Recesvinto. El código deroga las leyes romanas aunque permite
acudir a ellas para ver su utilidad. En este código se afirma también que en caso de no existir ley aplicable se
debe acudir al monarca.
Posteriormente en el Concilio XII de Toledo se revisa el Liber y se modifican algunas leyes. También, a partir
de este concilio, se introducen otras normas dictadas por Recesvinto o Ervigio. Esta revisión por parte del
Concilio fue oficial, sin embargo, con el paso de los años, los juristas añaden algunas disposiciones, corrigen
otras y ello da lugar a la redacción de un texto que se denomina la Vulgata.
• El problema de su ámbito de vigencia: principio de personalidad y principio de territorialidad.
Decimos que una norma o ley tiene carácter personal cuando van destinadas en el seno de una comunidad
plural a un determinado grupo de personas. En cambio la territorialidad supone que esas normas rigen en todo
el territorio de la comunidad política, aplicándose a todos los que forman parte de ella.
Teniendo en cuenta esto y que en el estado visigodo habitaban de manera conjunta los godos y los hispanos
romanos, la cuestión que se nos plantea aquí es saber si las leyes y códigos visigodos fueron dictadas de
manera separada para unos y otros o, si por el contrario, rigieron para todos y estaríamos entonces, ante un
principio de territorialidad.
De los textos analizados, quedan fuera del problema el edicto de Teodorico porque no nos consta que esa obra
sea netamente visigoda. También dejamos fuera el Liber Iudiciorum, porque entre sus principios afirma el de
la territorialidad; por tanto, tendremos que ver qué es lo que ocurre con el Código de Eurico, el Breviario de
Alarico y el Código de Leovigildo.
Podemos afirmar que existen dos teorías o tesis principales: la teoría tradicional y la tesis territorialista.
TEORÍA TRADICIONAL
Afirma la personalidad de los códigos. Para este grupo de autores es característica de la legislación visigoda el
carácter o el principio de personalidad. Van más allá y afirman que el Código de Eurico fue dictado
exclusivamente para los visigodos. Afirman que en ese momento la población hispano romana se rige por el
uso de las leyes teodoricianas. Más tarde, los hispano romanos reciben el Breviario de Alarico y queda vigente
para la población visigoda el Código de Eurico. Lo que debemos destacar de esta concepción tradicional es la
vigencia simultánea de diversos códigos y por otro lado, reconocer la preocupación que existe en el reino
visigodo por unificar el derecho de las dos comunidades que coexisten y finalmente, esto se lleva a cabo con
el Liber, que ya destaca en su texto la afirmación del principio de territorialidad.
TESIS TERRITORIALISTA
García Gallo afirma que esos tres códigos tuvieron vigencia territorial común para todos e hispano romanos y,
por tanto, el código posterior fue derogando al anterior. Para este autor, el Código de Eurico fue derogado por
el Breviario de Alarico y este a su vez por el Código de Leovigildo, incluso va más allá y afirma que el Liber
Iudiciorum deroga a todos los anteriores. Por tanto, para él, el Código de Eurico tiene vigencia general
basándose en la romanización de ese cuerpo legal y la derogación de las leyes romanas anteriores, lo cual
resulta incongruente si el código hubiese sido destinado únicamente para los visigodos.
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Del Breviario de Alarico afirma que también es territorial porque en su elaboración participan obispos y
representantes provinciales; tanto García Gallo como D'Ors pensaban que los concilios estaban formados por
hispano romanos y visigodos, por tanto, es lógico que se aplique a unos y otros.
García Gallo afirma que el ordenamiento del Código de Leovigildo fue territorial tanto por su cansada
romanización como por dar cabida a leyes que e aplicaban tanto a los visigodos como a los hispano romanos.
• Las fuentes canónicas: la Hispana.
Las principales fuentes del derecho canónico en esta época fueron los cánones conciliares y las epístolas
pontificias. La recepción de unos y otros textos tuvo lugar a menudo en fechas tardías, en una situación de
dispersión poco propicia para que se formularan de manera homogénea y coherente. Dada esta situación de
crisis, lo que se pretende es asegurar la unidad normativa y un conocimiento más fácil de todos acerca de la
legislación eclesiástica. Esa es la razón por la cual se realizan compilaciones de estos cánones conciliares de
las epístolas pontificias.
La Hispana es una colección de cánones conciliares y epístolas pontificias que realizó San Isidoro de Sevilla.
Los cánones recogidos corresponden a concilios griegos, africanos, de las Galias y españoles, mientras que las
epístolas pontificias están agrupadas por orden cronológico. Los principios que plantea la Hispana son
universales y con gran contenido, lo cual le confiere un papel de capital importancia.
Este texto, a partir de mediados del siglo VI, lleva incorporado un índice formado por el Extracto de los
Cánones. Consta de tres grandes bloques: la Isidoro (corresponde a la redacción primitiva), la Juliana y la
Vulgata (es la edición más difundida y utilizada y que influiría en otras colecciones canónicas posteriores).
Tema 4: El Islam Español
• Invasión y régimen jurídico de la conquista.
La derrota visigoda y la conquista musulmana aparecen como un gigantesco cataclismo a los ojos de los
cronistas cristianos de los siglos siguientes. Los árabes traerán una cultura, religión, idioma, derecho
diferentes. Existen numerosos textos y romances populares que evocan lo que se califica como la pérdida de
España. En muchos de esos textos queda reflejado este cambio político como un producto del castigo divino
por los pecados de los visigodos.
Pasamos de ser un país más o menos compacto de raíces cristianas a ser un territorio que en gran medida está
dominado por otro pueblo de raza diferente, con otras costumbres, otra cultura, otro idioma y otra religión.
Esta situación es de crisis absoluta para los pobladores de ese momento, pero si lo miramos con la perspectiva
del tiempo observamos que el país se enriqueció notablemente.
Cuando los musulmanes ocupan España, apenas ha transcurrido un siglo desde la predicación de Mahoma
como profeta de la doctrina que Alá le revela. La doctrina de Mahoma inicia la era islámica y convierte a los
musulmanes en una comunidad político religiosa homogénea.
Otro de los hechos que se produce con la llegada de la era islámica que se incita a predicar y practicar la
guerra santa. Esta obligación religiosa va dirigida contra los infieles no creyentes. En este sentido debemos
decir que los musulmanes diferencian entre politeístas y monoteístas. Con los monoteístas tienen punto de
concordancia, que son las tesis monoteístas (creer en un único dios) y el hecho de tener un libro que los guía.
En cuanto al régimen jurídico de la conquista, éste fue diferente según la acogida dispensada a los
musulmanes, lo que se tradujo en un doble tipo de pactos: de un lado estarían los acuerdos de capitulación y
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de otro lado, los tratados de paz.
Los acuerdos de capitulación son consecuencia de una guerra y significa el sometimiento absoluto a las
autoridades del Islam. Las tierras y propiedades de los vencidos dejan de pertenecer a sus propietarios y se
convierten en bienes de la comunidad musulmana. Los antiguos propietarios conservan el derecho al cultivo e
incluso pueden transmitir ese derecho a sus sucesores. Por otro lado, el tratado de paz era el que se suscribía
con pueblos aliados que quedaban en condición de protegidos. Se les respetaba la autonomía política, la
propiedad de la tierra y la libertad religiosa.
El régimen islámico regulador de la naturaleza de las tierras de conquista dispuso que los dominios
territoriales quedaran terminantemente excluidos del botín guerrero, permaneciendo indivisos como bienes de
la comunidad. Sin embargo, la rigidez de esta disposición no logró imponerse, lo que hizo más frecuente la
confirmación de las ocupaciones de hecho u otorgar campos y tierras de modo directo y discrecional.
Tales cesiones, en ocasiones transmitían el pleno dominio pero en muchos casos, se limitaron a adjudicar al
concesionario (quien las recibía) unos amplios derechos de disfrute. La entrega de la tierra y la IQTA
determinó su segregación del conjunto de bienes que pertenecía a la comunidad. Tal sistema hizo posible que
los musulmanes se hicieran dueños de los territorios que ocupaban y, por tanto, daban pie a un asentamiento
diferente.
• Etapas políticas en Al−Andalus e influjo en la historia de la Península.
Como consecuencia de la descomposición de la Monarquía Visigoda se produjo la Conquista Musulmana. Por
tanto, desaparece la España romana visigótica y aparece la España musulmana. Dentro de esta conquista
musulmana se producen diferentes periodos:
• Periodo de los Gobernadores: este es el primero y cuando finaliza ya han conquistado Andalucía
occidental, Toledo, Zaragoza y buena parte del valle del Ebro.
En una segunda etapa se conquistan las regiones subpirenaicas, Andalucía oriental, el Levante y gran parte de
Portugal.
Esta primera oleada de musulmanes proviene de Siria y se prolonga su dominio hasta el año 750
aproximadamente.
• Emirato Omeya de Córdoba: ocupa las fechas entre 750 y 910. Este segundo periodo se inicia con
Abd−Al−Rahman I, quien consolida un emirato independiente en lo político y subordinado en lo religioso
al Califa de Damasco. El estado se organiza conforme al modelo sirio y en esta época se produce el auge de
la ciudad de Córdoba como capital de ese emirato.
• Califato de Córdoba: se extiende entre los años 929 y el año 1000. Abd−Al−Rahman III adopta el título de
Califa y de príncipe de los creyentes, convirtiéndose en la suprema autoridad política y religiosa. Incluso
ciertos reyes cristianos pagan tributos a este Califa. Durante el reinado de éste se produce la expansión
hacia el Zagreb. Córdoba llega a ser la ciudad más importante de Occidente y aparece como el centro
cultural por excelencia. En los últimos años del siglo X se produce la caída de Santiago de Compostela a
manos del caudillo musulmán Almanzor. La caída del Califato de Córdoba se produce por los graves
enfrentamientos entre las diferentes facciones que ansiaban el poder. Eso da lugar a que se inicie el cuarto
periodo.
• Los Reinos de Taifas: el Califato cae en el año 1031 y se descompone en una serie de unidades políticas
conocidas con el nombre de Reinos de Taifas, que eran gobernados por reyes de diferente ascendencia.
Todos estos reinos no van a tener el mismo poder y los más fuertes se imponen a los más débiles y terminan
por absorberlos. A finales del siglo XI el mapa se reduce a las familias árabes de Sevilla y Zaragoza, o a las
bereberes de Granada y Toledo. En Valencia se instalan los descendientes de Almanzor. Con el paso de los
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años se formó el Reino Nazarí de Granada cuya existencia se prolongará más de dos siglos y será el último
reducto musulmán en España. En 1492 se conquistará Granada, finalizando la Conquista Musulmana y
consolidándose la Reconquista de los Reinos Cristianos por parte de los Reyes Católicos.
La influencia de la cultura árabe en España ha quedado patente en muchos aspectos. En primer lugar confiere
a la historia de España su peculiaridad respecto a la de otros pueblos europeos enraizados con nosotros por
ascendencia fenicia, griega, romana, etc.
En segundo lugar, no podemos hablar de influencia de la cultura árabe en la española, ya que durante siglos el
Islam español y sus manifestaciones artísticas, literarias y lingüísticas forman parte de la cultura
genuinamente nacional.
En tercer lugar sí tenemos que afirmar que el derecho musulmán debido a su carácter religioso fue uno de los
productos de la cultura musulmana que menos huella dejó en la española.
La convivencia entre cristianos y musulmanes se prolonga desde el año 718 hasta el año 1492. Por eso, según
algún autor no se pude hablar de reconquistar algo que duró ocho siglos.
Las diversas razas que convivieron durante esa época permiten que se hablara diferentes lenguas: árabe,
berberisco, latín, etc. La lengua oficial era el árabe y en este idioma se escribieron la mayor parte de las obras
literarias. Asimismo, la vida científica floreció con el dominio musulmán. Prueba de ello son las traducciones
del árabe al latín de textos de astronomía y matemáticas. Entre sus logros cabe destacar la introducción de la
brújula para la navegación o la redacción del primer tratado de trigonometría esférica.
En cuanto a la arquitectura tenemos buena muestra en gran cantidad de ciudades españolas. El esplendor
califal y los movimientos científicos y literarios convirtieron a Córdoba en el centro de Europa.
Los reinos cristianos fueron receptores de esa cultura e incorporaron a sus vocabularios multitud de términos
musulmanes.
• Fuentes del Derecho Musulmán. La revelación directa y la indirecta.
En el Islam, en rigor sólo hay una fuente del derecho. Ésta es la revelación divina transmitida a Mahoma;
según su mensaje pueden diferenciarse diversas manifestaciones del mensaje religioso.
En primer lugar hablaríamos de la revelación directa contenida en el Corán, que es el libro que recoge
aquello que Alá inspiró a Mahoma y que fue escrito por discípulos del profeta. Los principales temas que se
recogen en él son temas de ética social e individual.
En segundo lugar estaría la revelación indirecta que es la que se deduce a través de la conducta del propio
Mahoma. Esa conducta comprende lo que el profeta dijo e hizo y constituye un ejemplo a seguir por la
comunidad creyente. También recogería aquello que fue aprobado por el profeta, es decir, las costumbres y
hechos que fueron reconocidos y permitidos por él.
La sunnah se transmite por tradición oral y por ello necesita que se fije un sistema que garantice la
autenticidad de esa transmisión y que en consecuencia permite interpretar adecuadamente el comportamiento
y actitudes de Mahoma. Surge así la ciencia del hadit.
Todos estos mensajes requieren ser desarrollados y elaborados y ésta es la tarea propia de los juristas quienes
con ella constituyen la ciencia jurídica musulmana, que es una de las parcelas que menos influencia tienen en
lo que será nuestro derecho.
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• La ciencia jurídica musulmana.
Tras la muerte de Mahoma se procede a recoger las diversas tradiciones y enseñanzas referentes a sus hechos
o dichos. En estos documentos se añade todo aquello que pudiera prestar autoridad a las opiniones de los
juristas, es decir, de alguna manera trasladar las enseñanzas de Mahoma pero añadiendo sus comentarios
propios para darle fuerza. Por esto, se multiplican hasta el infinito las tradiciones de la sunnah (transmisión
oral).
En cambio la ciencia del hadit consiste en someter a crítica rigurosa la autenticidad del mensaje transmitido
por tradiciones. Lo que se hace es probar el encadenamiento lógico de las personas que reciben y transmiten el
mensaje de Mahoma. Se arranca del mensaje recibido en última instancia para seguir dicho mensaje de
manera ascendente hasta llegar al último que lo narra, es decir, alguien que fue discípulo directo de Mahoma.
Si la concatenación de personas en el tiempo se rompe, es decir, si se prueba que alguien no conoció a aquel
directamente, el hadit queda sin fundamento y pasa a ser considerado fabuloso (no es cierto).
En cuanto a la doctrina y a las sentencias judiciales tenemos que afirmar que la sentencia tiene estricta validez
para el conflicto que resuelve, si bien es posible su alegación y posterior justificación de otras. Las sentencias
tuvieron gran valor por defender doctrinas discrepantes. La sentencia se formula siempre como un acto escrito
y está autentificada con la firma de los testigos. Se registran en los llamados protocolos judiciales.
• El Estado musulmán.
Representa a la comunidad político religiosa regida por el Califa, el cual es considerado sucesor de Mahoma e
intérprete de la voluntad de Alá para su pueblo. Desde la llegada de los musulmanes hasta mediados del siglo
VIII, Al−Andalus forma parte del Imperio Islámico con capital en Damasco. Administrativamente dependió
del Zagreb, cuya sede radicaba en lo que hoy conocemos como Tunez. El Califa o las autoridades africanas
designaban a los sucesivos gobernadores. El Califa a través del cual se configura Al−Andalus como estado
independiente fue Abd−Al−Rahman II en los años 822−852.
Los Omeyas expulsados de Oriente habían consolidado su poder en España y lo que hicieron fue trasladar sus
costumbres y su aparato administrativo a la manera que se hacía en Oriente, por eso, algunos autores
denominan al estado cordobés con la frase fachada oriental. En cuanto a la sucesión del trono aparece
regulada a través de un sistema mixto de principios electivos y hereditarios. De esta forma ciertos textos
afirman que se accede al Califato por elección de aquellos que tienen poder para ello y por designación del
Califa anterior. En la práctica, lo que predominó fue el sistema hereditario, a través del cual los califas
nombraban en vida a sus sucesores. En este sentido, en Granada la sucesión al trono fue irregular ya que
adolescentes e incluso niños obtuvieron el favor regio (fueron elegidos).
En el estado musulmán, el príncipe es un monarca con plenos derechos. Es el supremo magistrado político,
jefe del ejército, máxima autoridad financiera, máxima autoridad judicial y en el caso de los califas, sería
también el líder espiritual de la comunidad creyente.
En cuanto a normas limitadoras del poder tenemos que afirmar que en el estado musulmán no existen. El
poder de los emires y califas es absoluto, si bien su ejercicio ha de ajustarse a las leyes cuya observancia es
obligatoria también para ellos. Por tanto, el príncipe islámico es quien dirige la vida política, nombra
embajadores, designa a los miembros de su administración, declara la paz y la guerra, proclama sentencias
inapelables, etc.
Tema 5: La Alta Edad Media (I)
• Reconquista y repoblación
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La Conquista de tierras y ciudades y la actividad para repoblarlas constituyen los dos ejes fundamentales de la
historia medieval. De alguna manera, el fenómeno de la reconquista ha sido tratado de forma mítica. El factor
religioso fue de vital importancia en las luchas contra los musulmanes, sobre todo a partir del siglo XII.
Pero frente a la importancia del factor religioso y de su afán restaurador hay que buscar otros móviles más
materiales. Debemos tener en cuenta que la resistencia y el comienzo de esa reconquista fueron en esos inicios
promovidos por los cántabros y los vascones. No debemos olvidar que ambos pueblos no estaban demasiados
romanizados, que había llegado a sus tierras el fenómeno del cristianismo, pero que aún seguían fieles a su
religión primitiva. Por ello, es poco probable que el fin que buscan estos pueblos sea el afán restaurador de la
unidad religiosa, política y cultural a la que sus antepasados se habían resistido con éxito.
Las fronteras y las relaciones entre los diferentes núcleos eran inestables. Habían actuado de forma
independiente frente Al−Andalus. El poder de los diferentes reyes y condes de esta zona era débil. Estos
necesitaban el apoyo de su corte formada por nobles militares. Ante esta situación era imposible establecer un
orden jurídico único y estable en todas las zonas recién conquistadas.
A medida que avanza la reconquista, estos nobles amplían su poder en base a la obtención de estas tierras
mediante donación regia. Así, los señores, cuando reciben estas tierras, se convierten en dueños y señores de
las mismas. Por otro lado, se afirma que uno de los principales factores de dinamización de la sociedad de los
siglos IX al XII fue la repoblación.
La ocupación de zonas desérticas, la necesidad de fomentar la llegada de cristianos a estas comarcas, el
establecimiento de una estructura socioeconómica y la implantación de determinados derechos marcaría el
futuro de todos estos territorios.
REPOBLACIÓN DE CATALUÑA LA VIEJA
La repoblación se realizó principalmente por hispanos que habían huido de las campañas de Abd−Al−Rahman
I. Estos hispanos defendían la tradición hispano−visigoda y coexisten con los francos y su derecho, formado
por las normas dictadas por los reyes carolingios. Por tanto, coexisten ambos derechos. Por tanto, conviven
ambos derechos.
Esta zona se caracteriza por el predominio de la propiedad latifundista, latifundios que estaban de manos de
los grandes condes catalanes y nobles en general. En este momento y en esta zona, las propiedades agrarias
pequeñas prácticamente desaparecieron.
REPOBLACIÓN DEL VALLE DEL DUERO (CASTILLA−LEÓN)
Esta zona se caracteriza por estar constituida por grandes extensiones de tierras sin dueño y ser susceptibles de
ocuparse por los repobladores que a ellas fueron llegando. En estas tierras se establecieron a partir del siglo IX
gentes provenientes del norte y también cristianos provenientes de tierras musulmanas. Esta repoblación
favoreció a los reyes, que necesitaban poblar aquellas tierras desérticas y hacerlas defendibles.
Otro de los grupos beneficiados fueron los nobles, que se reservaron grandes porciones de tierra; y un tercer
grupo, lo constituyen los monasterios.
Junto a estos grandes grupos también permanecieron pequeños núcleos urbanos y aldeas de hombres libres, lo
que los autores denominan islotes de hombres libres en la Europa Feudal. Estos mantuvieron su
independencia durante los siglos IX y X, pero a la larga también fueron absorbidos por los grandes
propietarios de las tierras.
REPOBLACIÓN DE EXTREMADURA
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En el siglo X la frontera con el mundo musulmán era el río Duero. Lo que estaba más allá era Extremadurii (la
zona comprendida entre dicho río y la Sierra del Sistema Central). La repoblación de la Extremadura leonesa
y castellana se intensifica a partir del año 1.085 cuando Alfonso VI conquista Toledo y se crean importantes
concejos, y también municipios dotados de núcleos urbanos y extensas tierras. A estas tierras llegan
repobladores gallegos, francos, judíos, castellanos, etc.
Los concejos van a organizar la repoblación y se crean pequeñas aldeas con gentes de libre condición, que
eran gobernadas desde el núcleo urbano.
REPOBLACIÓN DEL REINO DE TOLEDO
La Conquista de Toledo se hizo por capitulación y en las ciudades permanecieron sus antiguos pobladores
musulmanes, judíos y, sobre todo, mozárabes. Para contrarrestar este fenómeno se establece en la ciudad una
población cristiana incondicional integrada por castellanos.
REPOBLACIÓN DEL VALLE DEL EBRO
Fue necesario llevar pobladores de fuera de Aragón para repoblar el Valle del Ebro. Los moriscos continuaron
viviendo en las ciudades como los judíos. Los moriscos son aquellos que viven en tierras cristianas pero
practican su religión: el Islam. El problema de la repoblación fue resuelto por las reyes llevando a estas tierras
mozárabes de Andalucía, invitándolos a establecerse en las nuevas tierras con ventajas. Los pobladores
cristianos se trasladaron a las ciudades y los moriscos, al campo.
REPOBLACIÓN DE ANDALUCÍA
Existen diferentes modalidades de ocupación en función de la mayor o menor resistencia del pueblo
musulmán. Así, de esta forma, cuando la ocupación se hace a través de un pacto, la población local mantiene
sus tierras. Sin embargo, cuando la ocupación se realiza a través de la Conquista tras la resistencia más o
menos larga, las tierras se reparten entre los cristianos. Esta situación cambió a partir de una sublevación
mudéjar, lo que trajo consigo medidas drásticas de expulsión de sus tierras, casas, propiedades, etc.
Este vació producido por la expulsión de los mudéjares se cubrió en parte gracias a poblaciones de cristianos
que se trasladaron a esta zona fronteriza. Sin embargo, debemos que tener en cuenta que se trataba de una
zona fronteriza muy peligrosa y que el número de cristianos que se trasladaron no era suficiente para repoblar
toda la zona.
REPOBLACIÓN DE MALLORCA
Fue realizada por Jaime I con la financiación de los nobles catalanes. La mayor parte de la población
musulmana huyó y la que no, fue aniquilada o reducida a la esclavitud. El reparto de tierras dio lugar a
algunos grandes señoríos pero la mayoría fue repartida en pequeños lotes entre los oficiales del ejército y los
pobladores que acudieron desde Cataluña.
REPOBLACIÓN DE VALENCIA
Había sido conquistada por el Cid Campeador y posteriormente, perdida el Rey Alfonso VI. Por tanto, quedó
como tierra a reconquistar. Finalmente lo haría Jaime I entre 1232 y 1245. La repoblación de Valencia fue
llevada gracias a la ayuda de la nobleza aragonesa y parte de la nobleza catalana. Los aragoneses habían
participado en la repoblación de Valencia porque aspiraban a imponer su derecho en ese territorio. Sin
embargo, Jaime I crea un reino independiente del de Aragón y Cataluña, que es gobernado directamente por
él.
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REPOBLACIÓN DE MURCIA
En alguna fase de la Conquista del reino de Murcia la repoblación fue realizada también por Jaime I, pero
terminó de controlarla militarmente Alfonso X, quien la incorporaría a la Corona de Castilla.
Al principio existe un predominio de la población árabe, pero ésta, en gran medida, se traslada al Reino
Nazarí de Granada. Se producen además algunas conversiones y la llegada sistemática de pobladores
castellanos.
• La organización social del periodo
A partir del año 800, una masa de población procedente del reino Astur (Asturias) desciende y penetra en lo
que se denominaba Desierto del Duero. A medida que avanzan, se van apropiando de las tierras que
encuentran a su paso. Esta ocupación de tierras que anteriormente no tenían dueño es un fenómeno conocido
con el nombre de presura.
Al hablar de presura nos estamos refiriendo a tierras que no son de nadie y que no se encuentran habitadas. En
la sociedad alto−medieval la libertad y la independencia corresponden a quien es propietario de tierras que
pueden ser cultivadas. Los libres cultivadores surgen conforme se desarrolla la repoblación privada del reino
astur−leonés. Este fenómeno se produce sobre todo en Castilla y ayudó a crear un clima social e igualitario.
Estos campesinos castellanos poseen, cultivan y transmiten sus propiedades a sus descendientes. El
peculiarismo castellano está en que la estructura social se asentó sobre todo en los pequeños propietarios.
A partir del siglo XI, este sistema quiebra y los propietarios libres fueron despareciendo conforme sus tierras
iban siendo incorporadas al proceso generador de señoríos. Ello va a traer como consecuencia lazos de unión
y absoluta dependencia de estos campesinos con respecto a los señores que van adquiriendo grandes
extensiones de territorio.
En general, los factores que concurren en la constitución de ese régimen señorial son los siguientes:
• Donaciones reales: éstas favorecieron sobre todo a la Iglesia y a los grandes magnates laicos (señores)
y tuvieron gran importancia en las zonas de Galicia y Valle del Duero.
• Entregas de la tierra en compensación de préstamos impagados: se produce porque era muy frecuente
que los monasterios y particulares prestaran dinero o cereales a los campesinos; al éstos no poder
hacer frente a la devolución del préstamo, el prestatario (quien recibe el préstamo, el campesino) se ve
obligado a pagar con sus tierras.
• Despojo a la fuerza o coacción: son muy comunes en esta época los abusos e intimidaciones, por
ejemplo, es muy común que los eclesiásticos pidan las tierras a los campesinos en el lecho de la
muerte a cambio de la salvación del alma o la simple ocupación a la fuerza por parte de los poderosos
(abuso del poderoso sobre el débil).
• Donación de la tierra del pequeño al gran propietario: en casos de crisis o malas cosechas, al no poder
afrontar los pagos, se donan las tierras a los grandes propietarios, a cambio de poder seguir
cultivándolas.
• Entrega de la tierra como una pena o arancel judicial: la tierra en este momento es el bien más
importante, pero su precio es bajo. Para poder afrontar el pago de cualquier multa, en muchas
ocasiones, el campesino se veía obligado a ceder o vender parte de su propiedad.
• Cesión voluntaria de tierras (sobre todo a la Iglesia) debido a motivos religiosos: era muy común que
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tanto clérigos como laicos dejaran todos o parte de sus bienes a iglesias y monasterios para así obtener
la salvación del alma.
Con estas diferentes formas de ir adquiriendo las tierras, nos vamos a encontrar con que el señorío no forma
una unidad geográfica cerrada sino que se dispersa en territorios a veces distantes. Era muy frecuente en León
y Castilla que los señores de los territorios cedieran su cultivo a quienes ya eran pequeños propietarios
cercanos al propio señorío. Esta entrega de tierras señoriales no garantizaba la independencia a estos
campesinos, ya que en caso de que quisieran buscar nuevas tierras pertenecientes a otro señor, debían
devolver al antiguo señor, no sólo lo que habían recibido de él, sino la mitad de su propia heredad.
En cuanto a los derechos de los señores podemos hablar de:
• Monopolio del señor: sólo el señor puede construir molinos, hornos y fraguas y los colonos
(campesinos), para poder hacer uso de éstos, tienen que pagar (dinero o especia)
• Prestaciones de carácter personal: los colonos debían desempeñar ciertas labores determinados días al
año, tales como reparar caminos o participar en los turnos de vigilancia, o en caso de guerra, acudir al
lado del señor.
• Cargas relativas al estado civil y a la transmisión sucesoria del patrimonio: los campesinos, cuando
contraían matrimonio, no sólo tenían que pedir permiso al señor, sino que además, debían pagar por
ello. Y lo mismo ocurre con las transmisiones: debían pagar una cantidad para que sus descendientes
pudiesen hacer uso de esas tierras.
• Orígenes de las estructuras políticas peninsulares
Como consecuencia de los grandes cambios políticos y sociales que se producen en la Alta Edad Media, la
noción de estado cambia. A partir de los siglos IX y X surge una nueva concepción de estado, el Estado
Feudal, que sustituye a la antigua noción de estado entendido como comunidad política dotada de un poder
público unitario. El feudo se va a convertir en una pieza esencial de la política. Al concederse en feudo los
antiguos distritos en los que se dividía el territorio del Estado e igualmente los derechos de soberanía y
poderes públicos y al otorgarse el privilegio de inmunidad a las tierras, el poder público encarnado en la
autoridad del rey no actúo ya de una manera directa sobre todo el territorio del Estado.
Por otra parte, la relación de dependencia jurídico−privada del vasallaje fue el vínculo que subordinó a los
grandes señores frente a la Corona. El poder político queda debilitado y se disuelve en el fraccionamiento de
los poderes señoriales y la vinculación general de los súbditos al estado. Algunos autores creen que el sistema
feudal no produjo la disolución ni la desarticulación de la estructura del estado, sino que formó parte de la
misma.
El feudalismo sólo alcanzó su completo desarrollo en los condados catalanes. La estructura política de la
mayor parte de los estados hispano−cristianos de la Edad Media no fue la propia de los estados feudales. Por
tanto, el proceso de feudalización no fue tan profundo en los reinos de Castilla y León o en los reinos de
Aragón y Navarra. En éstos, la influencia del feudalismo no fue tan intensa como para afectar su estructura
política de tal modo que cada uno de esos reinos se constituyera en un estado feudal.
No por ello las instituciones y la organización feudal dejaron de ejercer su influencia en los territorios de la
Reconquista. A partir del siglo XII, se establecen los privilegios de inmunidad otorgados por el Rey a los
señores en sus territorios o señoríos, y a su vez, implica, normalmente, la concesión de la jurisdicción u otros
derechos. Podemos resumir diciendo que los fines del estado en la España medieval eran, entre otros, los
siguientes:
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• La realización del bien público.
• El mantenimiento de la paz y el orden público.
• La conservación de la integridad del estado y sus territorios.
• La protección de la fe cristiana y la Iglesia.
• El mantenimiento del derecho tradicional o viejo.
• La defensa armada contra los enemigos del exterior.
No obstante, el estado era el reflejo jurídico de una comunidad política cuyos elementos integrantes eran el
príncipe, el territorio y los súbditos.
El príncipe estaba investido de la representación personal del estado y ostentaba el poder de mando para la
realización del bien público.
El territorio y los súbditos integraban el reino o estado. El territorio que forma parte del estado estaba
formado tanto por el núcleo territorial originario como por las tierras que el rey adquiría por cualquier
titularidad, es decir, por donación, herencia, matrimonio o por conquista militar.
En la Alta Edad Media, solamente los grupos privilegiados (nobleza y alto clero) participaban activamente en
el gobierno del estado a través de su intervención en las asambleas en la Corte o al lado del rey.
Por lo que se refiere a los derechos reconocidos a los súbditos, en los estados hispano−cristianos medievales,
fueron de variada índole y en muchas ocasiones, de alcance meramente local. Por ejemplo, el derecho de
determinada población a gozar de la condición de ciudadano libre.
Junto a los derechos de los súbditos de alcance local, aparecen otros de carácter general, por ejemplo, los
reconocidos por el rey Alfonso IX en las Cortes de León a los leoneses.
Como conclusión podemos afirmar que la estructura del estado se fundamentó en la Alta Edad Media en el
poder político supremo atribuido al príncipe sobre el territorio y la población integrante del reino, pero con la
interposición del poder señorial y sus reglas de derecho privado en la ordenación jurídica de la comunidad. A
partir del siglo XII, hubo de atribuírsele la consideración de estamento a los nobles y a la Iglesia. El carácter
de estamento significa que se convierten grupos sociales dotado cada uno de ellos de su propio estatuto
jurídico.
Tema 6: La Alta Edad Media (II)
• La persistencia de la legislación visigótica en la Edad Media
La tesis de la vigencia generalizada del Liber Iudiciorum después de la invasión musulmana encuentra
creciente aceptación. Sin embargo, debido a que las fuentes alto−medievales sobre este tema son escasas, es
inevitable recurrir a hipótesis.
Por otro lado, la diversificación jurídico−política del mundo alto−medieval hace aconsejable un tratamiento
fragmentado del tema, es decir, no va a ser igual la aplicación de estos textos en todos los territorios.
Si se sabe que en la zona de Cataluña, la aplicación del Liber fue generalizada. En este caso, si existen textos
que prueban dicha pervivencia. Se sabe que los hispani de esa zona obtienen autorización expresa de los
francos para la aplicación del Liber. El mismo reconocimiento lo encontramos en varias disposiciones
legislativas de los Reyes Carolingios (sur de Francia, origen de los Reinos Visigodos).
En las Capitulares Carolingias, la vigencia del Liber tenía limitaciones importantes, pues en materia de
organización política, servicio militar y derecho penal no podía aplicarse éste. En estos asuntos la legislación
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que se aplicaba era la contenida en las propias Capitulares Carolingias.
A pesar de tales restricciones, el Liber fue aplicado frecuentemente y durante los siglos VIII al I, fue el
derecho más generalizado y común en toda Cataluña. Sin embargo, a medida que surge en Cataluña un
derecho autóctono, la aplicación del Liber comienza a decaer. Las Cartas Pueblas, concedidas a lo largo de las
campañas repobladoras comenzaron a aplicarse con preferencia frente al Liber. Las Cartas Pueblas son
documentos muy simples que recogen una legislación muy básica, y se usa para regular el funcionamiento de
los asentamientos a medida que va avanzando la Reconquista y la Repoblación. Con el tiempo, se dictarán los
Fueros Breves y en la fase final de la Reconquista, los Fueros Extensos, que detallan de forma más
pormenorizada y evolucionada el funcionamiento de las ciudades.
Siguiendo este proceso de decadencia en la aplicación del Liber, fueron muy frecuentes, a partir del siglo XIII,
las renuncias a la aplicación de la Lex Gótica. Sabemos, por ejemplo, que en Lérida, en el año 1228 se usaban
muy pocos preceptos del Liber, aunque éste era el derecho supletorio en aquella ciudad. En aquellos casos en
que la legislación existente (Cartas Pueblas o Fueros) no regulaban un determinado aspecto, se acudía al
Liber.
La aplicación de la ley visigoda no fue menor entre los mozárabes. Hoy en día, se habla de una lengua o un
arte mozárabe, destacable sobre todo en el ámbito arquitectónico. Todo ello nos permite hablar de una cultura
mozárabe cuya peculiaridad consistió en haber transmitido y transformado, bajo la influencia islámica, la
cultura hispano visigoda. En este sentido, podemos afirmar que uno de los elementos de esta cultura fue el
elemento jurídico, constituido por el Liber y la Hispana.
Los mozárabes conservan el Liber como derecho propio en Al−Andalus y lo llevaron consigo a los territorios
cristianos en los que se refugiaron a raíz de las persecuciones de las que fueron objeto por los musulmanes en
la segunda mitad del siglo IX.
La vigencia del Liber no quedó limitada a su aplicación a los hispani y a los mozárabes, sino que continuó
rigiendo como derecho general en todos los territorios peninsulares, tanto en los conquistados por los
musulmanes como en los independientes.
Para afirmar esto, necesitamos datos y los principales que apoyan las tesis de su vigencia generalizada son los
siguientes:
• La existencia de numerosos códices del Liber en monasterios de Asturias, Galicia y norte de Portugal.
• También han llegado datos de la vigencia del Liber en Navarra. Son documentos que se conservaron en
monasterios durante los siglos X y XI.
• En Aragón existe un manuscrito elaborado por un jurista anónimo de Huesca, de principios del siglo XIII.
En este manuscrito se conservan leyes pertenecientes al Liber.
• Por lo que respecta al Reino de León, no hay nada acerca de su arraigo. A partir del siglo X, era costumbre
someter la solución de los litigios al llamado juicio del Libro. Éste no es otro que el derecho contenido en el
Liber. A partir del reinado de Alfonso IX, el Liber se utilizó como derecho general del reino; sin embargo,
por estas fechas, en otros territorios tales como Cataluña fue decayendo su aplicación.
El Liber Iudiciorum había sido una recopilación del derecho legal de la monarquía y para lograr su aplicación
se contaba con el apoyo del propio monarca, oficiales y agentes. Pero a la caída del reino visigodo, este texto
legal allí donde subsistió, lo hizo sin el respaldo del poder político.
El LIber se mantuvo por la propia evolución del texto y su adaptación a los cambios que se producían. No
obstante, al caer los monarcas visigodos, se produce un fenómeno de estancamiento y vulgarización
inevitable. Por otro lado, como ya hemos visto, el Liber no se aplicó en su totalidad. Ya vimos como los
monarcas carolingios restringieron su uso y lo mismo debió suceder entre los mozárabes.
21
Como consecuencia de estas limitaciones, tanto los hispani como los mozárabes, conservaron el Liber en lo
concerniente al derecho de familia, al derecho sucesorio y a las obligaciones o relaciones contractuales, pero
no en lo relativo al derecho penal, procesal o administrativo. Este texto allí donde subsistió o donde lo
reintrodujeron los mozárabes, nunca pudo ser el único derecho vigente, y siempre necesitó normas nuevas y
complementarias. Así se explica por qué los primeros derechos municipales contenían fundamentalmente
normas de derecho penal, procesal y administrativo. Éstas eran normas sustitutivas de aquella del Liber que
habían caído en desuso o complementarias en atención a las nuevas circunstancias.
Por último, podemos decir que el dominio visigodo fue débil y casi inoperante en algunas zonas de la
Península (Cantabria y País Vasco) y por esta situación, el Liber en estos territorios apenas se aplica. Es más,
cuando muy al principio estos pueblos cántabros y vascos repoblaron la zona más oriental del Valle del
Duero, llevaron a aquellas tierras su derecho primitivo, poco nada romanizado ni germanizado.
• Las vías de creación del nuevo derecho
Ciertamente, entre los autores existe preocupación por encontrar los orígenes del derecho alto−medieval.
Algunos autores vuelven su mirada hacia posibles raíces del mismo, por ejemplo, el romanista Álvaro D'Ors
reduce a la nada le peculiaridad del derecho visigodo y trata de explicar su existencia en la Edad Media a
través de algunos elementos jurídicos germánicos como consecuencia de la influencia del derecho franco.
En 1880, un autor alemán llamado Sohn, afirmaba que en la Historia del Derecho Occidental no contaban más
que dos derecho, ambos universales: el derecho romano y el derecho franco. Sin embargo, esta tesis es
demasiado simple y, en cuanto tal, inadmisible. No obstante, si tenemos que reconocer la influencia del
derecho franco en zonas concretas, tales como Cataluña, Navarra y sobre todo, Aragón.
Hasta ahora hemos mencionado como elementos componentes del derecho alto−medieval al Liber, al derecho
consuetudinario germánico−visigodo, a los derechos primitivos y al derecho franco. Todos estos elementos
nos remiten a raíces anteriores.
Sin embargo el derecho alto−medieval también recibió influjos emanados de los que no eran cristianos. El
carácter profundamente musulmán o hebreo impidió que las recíprocas influencias entre ellos y los derechos
cristianos fueran hondas y generales, es decir, que existe una cierta influencia lógica de la convivencia, pero
no hay una aceptación de ese derecho a pesar de poblar esos territorios durante siglos.
Cuesta minimizar el influjo musulmán, sobre todo en aquellos territorios en los que la población morisca
perduró hasta el siglo XVII. Los moriscos son aquellos musulmanes que permanecen en territorios cristianos
una vez reconquistados (Murcia, Valencia y Andalucía Oriental). También se perciben influencias
musulmanas en algunos preceptos alto−aragoneses; con mayor razón tendremos que aceptar su influencia en
zonas de mayor convivencia.
Algo similar es admisible en relación con el derecho judío. Lo que sucede es que los estudios acerca de este
sector de la población son mucho menores, apenas se ha estudiado.
El peso de la tradición o la costumbre en el derecho alto−medieval es enorme, pero no todos los problemas
jurídicos se podían resolver acudiendo a la tradición de cada pueblo de cada grupo diferenciado cultural o
políticamente. Para ello fue necesario desarrollar una cierta capacidad creadora. Conviene destacar que
también el derecho alto−medieval tenía elementos nuevos fruto de nuevas circunstancias y de las respuestas a
las mismas.
• Algunas nociones sobre el derecho canónico en la Alta Edad Media
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La recuperación de territorios que hasta ese momento habían estado en manos de los musulmanes hizo posible
el restablecimiento del sistema diocesano a imagen del que había existido en la época visigótica. Se observa,
pues, una vuelta a las antiguas costumbres, que evidentemente, durante la época de dominio musulmán habían
dejado de practicarse. Así, por ejemplo, el obispo comienza a gobernar su diócesis con ayuda del arcediano y
de los otros oficiales eclesiásticos que componen la curia episcopal.
Los prelados (obispos), al mismo tiempo que avanza la Reconquista, promueven la creación de monasterios e
iglesias y, a la vez, se crean iglesias al amparo de la iniciativa privada (también los señores, por iniciativa
propia, fundan iglesias y monasterios).
Estas iglesias y monasterios fueron construidos por los repobladores dentro de sus dominios como iglesias
propias. Estos hechos van a tener lugar hasta que el Papa Gregorio VII recorta los derechos de los titulares de
estas tierras y los convierte en derechos de protección. En última instancia, se configura como un derecho de
presentación al patrono.
Los decretos conciliares (normas que surgen de los concilios) afirmaron la autoridad del obispo en el distrito
diocesano, debiendo los clérigos contar con su permiso y mandato para poder ejercer su labor en las iglesias.
Otra de las reformas llevadas a cabo por el Papa Gregorio VII fue la de sustituir el rito visigótico por el rito
romano.
Otra reforma a la que intentó hacer frente este papa fue pretender que la Santa Sede ejerciera el dominio
temporal sobre España. Según este papa, basándose en la denominada donación de Constantino, sostenía que
España pertenecía a la Sede Apostólica. Esas reivindicaciones quedaron sin respuesta por parte de León y
Castilla, pero los Reyes de Aragón, y más tarde, los de Portugal, se declararon vasallos de Roma, convirtiendo
sus reinos en feudos de los pontífices.
Como consecuencia de la Repoblación, se propició también la creación de monasterios; en la mayoría de los
casos, están dispersos y aislados, y se convierten en focos de inquietud religiosa y con el tiempo, en centros de
la vida económica y social.
Esta situación dio lugar a los monasterios familiares y a los monasterios dúplices. Los monasterios familiares
son creados por un particular y varios parientes de sangre. Estos actúan a merced de sus propias inquietudes
religiosas y su desarrollo resulta variado. Cuando nos referimos a monasterios dúplices, hablamos de lugares
compuestos por comunidades de hombres y mujeres que viven separados, pero bajo una misma autoridad y
reglas. Estos últimos no deben ser confundidos con el denominado cenobio mixto, que sería el lugar en el cual
viven en comunidad, tanto hombres como mujeres, haciendo vida en común. Obviamente, estaban prohibidas
por la Iglesia.
Los monasterios dúplices también surgieron de la tutoría de los cenobios de varones sobre comunidades
religiosas femeninas.
Tema 7: La Alta Edad Media (III)
• El proceso de desarrollo de los fueros.
Durante la Alta Edad Media, las normas jurídicas sólo tenían vigencia en ámbitos espaciales muy reducidos,
por ejemplo, una aldea, una villa o una tierra señorial. A este fenómeno propio de los siglos VIII al XII lo
denominamos localismo jurídico.
Por el contrario, al conjunto más o menos completo de normas de vigencia local se le denomina derecho local.
En relación a este último aspecto, es decir, a la plasmación por escrito, lo vamos a denominar fuentes del
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derecho, y esas fuentes van a ser los textos en los que se recogen total o parcialmente esos derechos.
La palabra FUERO es uno de los términos utilizados en el lenguaje jurídico alto−medieval con la excepción
de Cataluña, donde nunca se utilizó dicho vocablo. Fuero tiene diferentes acepciones: por un lado hace
referencia a la norma jurídica singular de un lugar, pero también significa el conjunto de normas o el
ordenamiento jurídico vigente en un lugar determinado. Esto es, el Derecho. Asimismo, se denominó fuero al
texto en que se recogía por escrito el derecho propio de un lugar.
Los lugares en los que vive la población entre los siglos VIII y XII son bastante variados: van desde un
asentamiento rural con escasa población hasta una ciudad.
La mayor parte de la población rural vive en tierras de señorío, sometida a un régimen jurídico duro y
opresivo. Generalmente tenían un derecho constituido por algunas concesiones señoriales y por las
costumbres que en torno a ellos se fueron produciendo.
Los textos o documentos jurídicos que otorgan ciertos derechos a los pobladores que se instalan en estas
tierras reciben el nombre de Cartas Pueblas. En éstas se confieren las condiciones del asentamiento de los
nuevos pobladores.
En la sociedad medieval, sobre todo durante estos primeros momentos, hubo pocos centros urbanos, pero a
medida que pasa el tiempo, se va acentuando la diferencia entre la vida campesina y la vida ciudadana.
Al mismo tiempo, en Europa se han constituido nuevas ciudades y han resurgido otras antiguas. Con
frecuencia, junto a las murallas de estas ciudades surgen barrios de artesanos y mercaderes que acaban por
incorporarse de forma estable. A tales concentraciones de población se las denominó burgos y a sus
habitantes, burgueses. Algunas colonias estables de población se formaron en Barcelona o en León. Más
adelante, conforme aumenta la población en toda Europa, también se produce este fenómeno, por ejemplo, en
el Camino de Santiago en España o alrededor del mismo. Es alrededor de este recorrido donde se desarrollan
ciudades como Jaca, Pamplona, Logroño o Burgos. Por supuesto, alrededor de estos núcleos urbanos se van a
establecer grupos de artesanos y comerciantes.
En otras zonas de la Península Ibérica, tales como el Valle del Ebro o la franja entre los ríos Duero y Tajo,
también surgen núcleos urbanos, pero en éstos, la llegada de pobladores artesanos o comerciantes fue mucho
menor y la población de estas zonas se dedicó, sobre todo, a la agricultura y la ganadería. Estas ciudades de la
meseta castellana tienen más forma de fortaleza que de ciudad de mercado, valgan como ejemplo la ciudad de
Ávila, pero independientemente de las diferencias entre unas ciudades y otras, tienen en común un factor que,
de forma decisiva, fomentó la formación de los centros urbanos. Este factor común no es otro que la
concesión a casi todas ellas de fueros que contenían privilegios, franquicias y libertades.
La principal franquicia consistía en el otorgamiento de la autonomía jurisdiccional, es decir, el reconocimiento
a los vecinos de una localidad a elegir entre ellos a sus jueces. Estos jueces gozaban de autonomías,
denominadas municipios. En este sentido, el concepto de municipio tiene carácter jurídico y no hace
referencia a la cuantía de la población agrupada en determinados núcleos, sino al régimen jurídico del mismo,
hasta cierto punto independiente del número de habitantes.
Por otro lado, antes de alcanzar la plena autonomía se pasaba por diferentes etapas. La primera era el
municipio rudimentario con escasa autonomía. Hay que decir que muchos municipios no pasaron de esta etapa
y quedaron con una escasa autonomía.
A la hora de clasificar las fuentes de los derechos locales podemos dividirlas en tres grandes grupos, grupos
que coinciden con los tres momentos y tipos de organización de las formas de asentamiento de la población:
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• Cartas Pueblas de índole agraria: se corresponden con el momento de establecimiento de pequeños
núcleos de campesinos carentes de organización municipal y, generalmente, diseminados en tierras
señoriales.
• Fueros municipales breves: estos coinciden con el momento de constitución del régimen municipal de una
vecindad pequeña o de una unidad.
• Fueros extensos: estos pertenecen a épocas tardías, son textos muchos más desarrollados que contienen
normas jurídicas concernientes al régimen municipal, a las libertades y franquicias vecinales y, sobre todo,
al derecho por el que se regulan los habitantes de aquel municipio plenamente desarrollado.
La consolidación de las formas más desarrolladas de autonomía no eliminó la existencia de la población rural.
Va a ser frecuente la coexistencia de fuentes complejas y desarrolladas de derecho local junto a fuentes a
penas desarrolladas. Se va a dar el caso de que en épocas tardías se dicten cartas pueblas (siglo XIII) para
tierras repobladas tardíamente cuando en ese mismo momento, en otros lugares, se están redactando fueros
extensos.
• El surgimiento de textos de carácter comarcal en el proceso de fortalecimiento político.
La mayoría de estos textos son anónimos y aparentemente privados; sin embargo, en algunos de ellos aparece
la confirmación oficial por parte del Rey. Es, por ejemplo, el caso del Fuero Viejo de Castilla. Pero aún en
estos casos, la iniciativa procede de manera espontánea de cierto grupo de personas interesadas en recoger por
escrito el derecho de una comarca. Corresponden a regiones ya más amplias.
En Castilla, existía un derecho consuetudinario ajeno a la tradición del Liber y basado en buena manera, en la
actividad de los jueces. En Castilla había diferentes leyes pero éstas no eran impuestas por los Reyes y,
respecto a la aplicación, no eran para toda Castilla. La raíz de este derecho castellano no fue legal, sino
consuetudinario (se plasmaron por escrito las costumbres que nunca se habían redactado). Así, por ejemplo,
en el siglo XIII, existe ya una masa considerable de preceptos de difusión general en todo el territorio. Por
tanto, únicamente faltaba plasmarlo por escrito y a lo largo del siglo XIII, se realizó dicha tarea.
Algunos autores defienden el carácter señorial de estos textos. En ellos lo que se intenta es conseguir un
derecho concreto de Castilla. El Fuero Viejo de Castilla fue elaborado por un jurista anónimo del siglo XIV.
Este lleva a cabo una redacción sistemática basada en una anterior no sistemática. El Fuero Viejo de Castilla
consta de cinco libros: uno de derecho público, otro de derecho penal, un tercero de derecho civil, otro
referido a la organización judicial y un último libro dedicado al procedimiento.
En todo caso, este Fuero Viejo de Castilla no puede ser considerado un código nobiliario pues contiene
muchos preceptos que nada tienen que ver con estas cuestiones. Esta obra se cree que fue redactada en Burgos
y cuanto a las fuentes, el Fuero Viejo de Castilla utiliza algunas de tipo nobiliario. Ahora bien, este derecho
propio de Castilla no logró mantenerse vivo durante las siglos posteriores; al contrario de lo que ocurriera en
otros lugares, el derecho de Castilla no se extendió a otros territorios, ni siquiera perduró más allá del siglo
XIV. Lo que ocurrió en realidad fue que se trataba de un derecho de carácter individual propio de Castilla y
este derecho contenido en estas fuentes fue olvidándose o sustituyéndose.
La razón por la que se sustituye este derecho es por la existencia de una política real creadora de un derecho
nuevo por vía legal. Además de esta imposición de la firma del rey, hay otras circunstancias, como la
presencia de un derecho creado por juristas de raíz romanista de nueva elaboración y la expansión de nuevas
instituciones más convenientes para la nobleza.
Como ya se ha dicho, a partir del siglo XIII, los grupos sociales comienzan a dividirse en estamentos y, por
tanto, comienza lo que sería el origen del estado estamental.
Por otro lado, reaparece el derecho romano, ya que en Europa se extiende el concepto jurídico romano de la
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Universitas o corporación. Ello determinó que el estado estamental fuese concebido como una persona
jurídica que forma parte de un cuerpo distinto e independiente de los individuos y de los estados o estamentos.
Esta concepción estamental queda recogida en la obra de Alfonso X.
El estado estamental se configura como un cuerpo formado por tres estamentos o estados: el estado nobiliario,
el estado eclesiástico y el estado popular o ciudadano (tercer estado).
Estos tres estados eran los integrantes del Reino y los grupos sociales que, bajo la autoridad del rey,
participaban en el gobierno a través de sus representantes en las asambleas políticas o Cortes. Estas Cortes
eran el órgano político representante del estado estamental.
Por tanto, estos tres estamentos son unidades o grupos sociales dotados de un estatuto jurídico propio que les
atribuye a cada uno de ellos derechos, libertades y privilegios propios del grupo social. Esta situación ayuda a
lograr una cohesión social por la coincidencia de intereses comunes.
Las Cortes o asambleas políticas del reino, que como ya hemos visto, estaban integradas por el rey y los tres
estamentos, eran el órgano de actuación en el gobierno y el cauce normal para la defensa de los intereses de
los tres estados o estamentos. La presión que ejercían estos tres grupos lo hicieron también a través de las
juntas o hermandades.
La hermandad a veces agrupaba a los estamentos por la vía revolucionaria y realizaba funciones propias de los
órganos legales que ostentaban el poder político. Estas hermandades, en ocasiones, a través de su propia
organización y su estatuto jurídico actuaban al margen de las Cortes y ejercían presión sobre el poder real.
Por lo que respecta al poder real, es amplio en cuanto se extiende a todo el territorio, pero limitado si tomamos
en consideración los derechos que en él se contienen. La restricción de facultades del rey es inversa a la
adquisición de poder por parte de los señores (el rey pierde poder a favor de los señores).
El poder real fundamentalmente se va a extender sobre todo a la justicia y a la guerra. En un principio,
debemos tener en cuenta que el reino aparece legislado por la costumbre, de ahí que los reyes de estos
primeros momentos no legislen; lo que hacen es aplicar la costumbre y otorgar privilegios. Pero esta situación
varía a partir del siglo XII, en el que el monarca aparece investido de poder moderador y judicial, juzga a sus
súbditos, aplica las penas más graves y poseedor del derecho de gracia. El monarca no tiene en estos
momentos una sede fija. Mantiene una relación directa con sus súbditos y actúa en sus tierras con un poder
similar al de los señores.
A partir del siglo XI comienza a formarse el mapa político de la España Cristiana y por primera vez, los reyes
hispanos ejercen funciones de soberanía: legislan, acuñan moneda, etc., es decir, se producen los primeros
pasos hacia una territorialización de las leyes. A partir de estos elementos, las fuerzas de cada reino van a
girar alrededor de una autoridad.
A partir de la expansión de estos reinos se produce el fenómeno de las alianzas, es decir, unos y otros reinos
van a contactar mezclando sus intereses y promoviendo las alianzas selladas con frecuencia a través de
matrimonios entre sus príncipes. Se configura de esta manera la denominada unidad hispana repartida entre
varios reyes. Podemos destacar como primer rey de esta época a Sancho III de Navarra.
La delimitación de los objetivos políticos de los estados peninsulares tiene lugar a lo largo del siglo XII y ésta
engloba, por un lado, el reparto de funciones que llevará cada reino en la Reconquista y la fijación de las
respectivas fronteras. El punto de partida es la unión de los estados de Castilla y Aragón, entre Doña Urraca,
hija de Alfonso VI, y Alfonso el batallador. El matrimonio entre ambos fracasó, de modo que también fracasa
este primer intento y Alfonso el batallador regresa a Aragón, rompiéndose la alianza política. A su regreso,
continua por sí mismo la Reconquista. Evidentemente, cada uno de estos reinos aspira a construir unidades
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políticas más grandes y centralizadas (poder centralizado) para acaparar el mayor poder posible.
Asimismo, en estos momentos surge el comercio cuyos beneficiarios (burgueses) reivindican facilidades para
su desarrollo. Pero en este temprano momento, la repoblación plantea problemas de asentamiento de la
población y de las actividades económicas.
A partir del siglo XIII, los diferentes reinos se plantean objetivos que vamos a sintetizar de la siguiente forma:
La Corona de Castilla es el único reino que mantiene fronteras con los musulmanes, si bien habían
conseguido reducirlas a los macizos de la zona penibética y al Reino Nazarí de Granada. La rapidez del
avance de la Reconquista obliga a replantearse la organización de las tierras. La opción más adecuada a esta
situación es el cultivo extensivo del olivo y la ganadería.
Por su parte, el Reino de Aragón sigue la Reconquista y Repoblación del Reino de Valencia. En este reino
(Valencia), la mayor parte de la repoblación fue realizada por los catalanes. Ello permitió al rey Jaime I
conceder un fuero a la capital que se extendiera a todo el reino. Esta decisión no fue del agrado de los señores
aragoneses, que vieron frustrado su intento de trasladar al nuevo reino sus propios fueros. En consecuencia,
cuando el rey los necesitó para frenar la revuelta de los mudéjares en Murcia, éstos se negaron a acudir y
cuando lo hicieron, fue a condición de ver respetados algunos de sus derechos. Este carácter pactista se
reforzó con su sucesor, Pedro III, ya que la conclusión de la Reconquista aragonesa dejaba al reino sin
fronteras con los musulmanes y, por tanto, sin posibilidad de ampliar las propias a costa de ellos. En tales
condiciones, si el monarca aspira a contar con la ayuda de la nobleza, deberá pactar con ella refrendando y
aumentando sus privilegios.
Resumiendo, podemos afirmar que hasta mediados del siglo XIII no se produce propiamente un sistema
jurídico castellano, ya que coexisten diversos ordenamientos heterogéneos: por un lado, permanece el Liber
Iudiciorum, y por otra parte, está el derecho judicial o de albedrío (sobre todo en Castilla La Vieja) y
finalmente aparece una compleja red de fueros municipales. La unificación de las diferentes fuentes parecía en
un primer momento una tarea extremadamente dificultosa pero la superación de este pluralismo normativo fue
lograda concediendo el mismo fuero a varias localidades, con lo cual, un idéntico derecho comienza a regir en
amplias regiones. Por ejemplo, el Fuero de Jaca se concedió en el siglo XI como fuero de francos, es decir,
este fuero garantizaba libertades y privilegios para atraer a la población ultra pirenaica. Este mismo fuero es
confirmado por Alfonso II un siglo más tarde y lo concede en numerosas localidades navarras. Lo concede
también a las comunidades de francos residentes en Pamplona. Como consecuencia de este fenómeno y hasta
el siglo XIV, este fuero es la base del derecho territorial navarro−aragonés.
• El aumento del poder real y su impulso en la territorialización del derecho: el Fuero Juzgo y el Fuero
real en Castilla.
EL FUERO JUZGO
Con la Conquista de Toledo en el año 1085, Alfonso VI regula el estatus jurídico de los diversos grupos de
población, tanto el de aquellos que ya se encontraban en la ciudad como el de los que la habían ocupado. Por
eso, debe distinguirse de una parte el derecho de moros, judíos y mozárabes, y de otra, el de castellanos y
francos. A ello debemos añadir que, con independencia de su origen, los clérigos obtienen un específico fuero
eclesiástico, con lo cual quedan exentos de la jurisdicción secular y pasan a depender del obispo, rigiéndose
por el derecho canónico.
Por su parte, los moros y los judíos toledanos conservaron su derecho y siguieron constituyendo comunidades
dirigidas por autoridades propias. La población mozárabe, compuesta en su mayoría por quienes vivían en
Toledo y, de modo residual, por quienes vinieron de fuera, recibió un estatuto que fijaba su estatus jurídico.
Este texto no supuso un régimen privilegiado, salvo en lo relativo a la posibilidad de regirse por el Liber
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Iudiciorum en las cuestiones privadas y en los litigios de idéntica naturaleza surgidos entre ellos mismos.
Con la reconquista andaluza, asistimos a la expansión del Fuero de Toledo. Fue confirmado por Fernando III
al intentar generalizar un mismo texto jurídico en extensas áreas territoriales. Fue otorgado a Córdoba en
1241, a Sevilla en 1250 y a Carmona en 1252. Fernando III no alude a la procedencia del fuero, aunque tras
ver las normas que rigen el régimen municipal, observamos que reproduce el texto del fuero de Toledo que
había sido confirmado en 1222. Naturalmente sustituye las referencias a Toledo por el nombre de la ciudad a
la que se lo está concediendo ahora.
Después de aplicarlo a las ciudades ya citadas, este mismo fuero se concede a Cartagena y a Alicante. La
concesión a Sevilla se hace expresando que se le otorgan los fueros de Toledo, incluyendo privilegios
mercantiles; así en las más importantes ciudades andaluzas, ahora reconquistadas y repobladas por
castellanos, va a regir el Fuero Juzgo. Esta es la política que desarrolla Fernando III en el siglo XII, otorgando
el Fuero Juzgo a varias ciudades y así es como el derecho local llega a territorializarse, es decir, pasa a
aplicarse a un territorio extenso y se supera el pluralismo jurídico.
No obstante, sigue en pie la diferencia de fondo entre los diversos sistemas jurídicos sin que se logre un
régimen general que ordene la totalidad del reino. Tendremos que esperar al rey Alfonso X el sabio y a su
obra Las Partidas para lograr realizar un código modelo en la Historia del Derecho Español.
EL FUERO REAL DE CASTILLA
La obra que conocemos como Fuero Real consta de cuatro libros. Estos están dedicados a diversas materias,
que son:
• Cuestiones religiosas y políticas
• Procedimiento judicial
• Derecho Privado
• Derecho Penal
Sus leyes proceden del Fuero Juzgo y de otros fueros castellanos. La razón por la que se promulga esta obra
nos lo dice su prólogo. Se trata de remediar la carencia de textos escritos y de fueros. Con esta obra se intenta
evitar que siga proliferando el juicio de albedrío. El juicio de albedrío es la sentencia que dicta un juez
cuando no existe regulación sobre un determinado tema, bajo su propio criterio. Estas sentencias se van
convirtiendo en derecho y producen enfrentamientos por las distintas maneras de resolver una misma
situación.
A lo largo del su existencia, el Fuero Real recibe diferentes nombres. Se le denomina Fuero del Libro, Libro
de los Concejos de Castilla, Fuero Castellano, etc.
La fecha de redacción no podemos fijarla con exactitud, sin embargo, sí sabemos que en 1254 ya estaba
redactado. En marzo de ese año, Alfonso X lo concede como fuero municipal a la ciudad de Aguilar de
Campó y en abril, a Sahagún.
Con el Fuero Real se pone fin al libre albedrío judicial que había sido causante de muchos males en Castilla.
Además, el rey se reserva para sí la potestad legislativa y se convierte de esta manera en fuente creadora de
derecho.
El Fuero Real tiene características que tendrán gran repercusión en todo el derecho castellano. El rey Alfonso
X lo va a conceder de manera sucesiva a diferentes ciudades y pueblos, como es el caso de Burgos, Soria,
Santo Domingo de la Calzada o Madrid. Este fuero no sólo se otorga a poblaciones que carecen de fueros,
sino también a otras que deben abandonar su fuero antiguo y acogerse al fuero real.
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Esta política del rey tiene dos fuentes de oposición:
• La nobleza castellana, por entender que con la aplicación de esta ley disminuyen de forma notable sus
privilegios.
• Las propias ciudades que empiezan a ver mermadas sus competencias.
El Fuero Real mezcla el elemento germánico y el romano. Su influencia fue grande en la Historia Castellana y
su aplicación dio lugar a las denominadas leyes del estilo. En Álava rigió desde su incorporación a Castilla,
pasando algunas de sus leyes a las recopilaciones castellanas que se llevarían a cabo a lo largo de la Edad
Moderna.
• La situación política de la Península en el tránsito a la Baja Edad Media.
(Este apartado está incorporado en el epígrafe 7.2)
Tema 8: El Derecho Común
• Glosadores y comentaristas.
El renacimiento de los estudios jurídicos y su elaboración en torno a las fuentes justinianeas se produce
preferentemente en las ciudades del norte de la península itálica. No obstante, el renacimiento jurídico del
siglo XII tuvo causas y manifestaciones más generales. El aumento demográfico que experimentó el occidente
europeo en el siglo XI se notó de modo destacado en las ciudades, donde la población creció bastante.
En estas ciudades se desarrollaron formas de economía urbana distintas a la rural. Por ello, en esta época,
estas ciudades se convirtieron en lugares atractivos de convivencia y a la larga en núcleos con cierta
autonomía. Todas estas peculiaridades requerían una ordenación jurídica nueva. Para esta sociedad no eran
adecuados los viejos y elementales derechos germánicos, ni la tradición romanista conservada, pero degradada
en epítomes o extractos que habían empobrecido el contenido de los textos.
Pero otra cosa es el derecho romano justinianeo, el cual en sus textos completos y originales sí que contenía
un caudal riquísimo para configurar ese nuevo derecho. Teniendo en cuenta esta situación se entiende porque
se rescatan del olvido los textos justinianeos y en concreto, el Digesto.
En Bolonia existían escuelas desde el siglo X. En una de ellas enseñaba un hombre llamado Irnelio (o Irnesio),
alrededor de los años 1055 y 1100. Se sabe muy poco de su vida pero sí se sabe que creó una nueva forma de
estudiar el derecho y en este sentido, es también creador de una nueva escuela. Por eso, Bolonia se perfila
como una ciudad a la que acuden numerosos estudiantes de derecho atraídos por la justa fama de este autor.
Los principales méritos de Irnesio fueron haber dado a la enseñanza del derecho plena autonomía, separándolo
de la retórica y otorgando al derecho un lugar independiente en la enseñanza y haber estudiado el derecho
justinianeo en los textos originales completos, abandonando la lectura de los epítomes y reproduciendo la
lectura y el estudio del Digesto, hasta entonces olvidada.
El hecho de haber hallado un manuscrito del Digesto en Bolonia facilitó que se convirtiera en el libro
preferido de los estudiosos (investigadores) de Bolonia.
Su método de trabajo consistió en la glosa. Su preocupación fundamental era descubrir y explicar el sentido de
los textos justinianeos. Para lograrlo colocaba breves aclaraciones del significado de cada pasaje situándolos
entre líneas o al margen de cada párrafo. Este método era analítico, exegético y casuístico. Les preocupaba el
alcance del significado de cada término (análisis). Lo glosaban o explicaban con aclaraciones tendentes a
buscar las conexiones y relaciones entre los conceptos, utilizando para esta labor exegética la lógica
29
aristotélica que la teología y la filosofía escolásticas estaban difundiendo por las universidades europeas.
Este sistema exegético se percibe también en otras obras denominadas comenta o lecturae en las cuales los
glosadores explicaban las leyes o fragmentos jurisprudenciales del Digesto. Estas obras tenían una finalidad
didáctica: por un lado, los comentas eran comentarios realizados por el profesor y los lecturae eran una
especie de apuntes.
Existen otras obras en las que los glosadores utilizan el método sistemático, como por ejemplo, en los
summae. Una suma es un resumen sistemático de una obra del Corpus, destinado a la enseñanza.
En el siglo XIII destacan Azzo y Accursio. Azzo fue el autor de una importantísima suma códices. Se trata de
una exposición sistemática del Código. Accursio debe su fama a la colección que hizo de glosas escritas por
sus predecesores y sus contemporáneos. Tal recopilación es reconocida con el nombre de Glosa Ordinaria.
Su utilidad y difusión fueron enormes, sin embargo, con esta obra se afirma que el trabajo de los glosadores
había llegado a su límite.
Como características principales de las obras de los glosadores podemos señalar, en primer lugar, que los
glosadores fueron ideológica y políticamente partidarios del emperador y de su idea medieval del imperio.
Para ellos, el imperio existe y debe seguir existiendo, debe tener un único derecho y éste sólo pude ser el
derecho romano. En segundo lugar, para los glosadores, el derecho romano justinianeo no es un derecho
histórico, sino un derecho positivo y vivo en el ámbito del imperio. Algunos autores afirman que los
glosadores carecían de sensibilidad histórica pero es que para ellos el derecho romano de Justiniano no era un
ordenamiento cuya historia interesase sino un derecho actual que importaba aplicar. En tercer lugar, la actitud
de los glosadores respecto a las fuentes del derecho justinianeo es la siguiente: para éstos, los textos romanos
son considerados casi sagrados, de ahí su fidelidad a los mismos y de ahí, también su desdén hacia cualquier
otro tipo de derecho, como por ejemplo, los particulares de cada reino o el derecho de cada ciudad basado en
la costumbre. Se considera que estos derechos son poco técnicos y de ahí que fueran incapaces de discurrir de
un modo espontáneo y libre al margen de lo que dijeran los textos romanos. Para esta escuela, únicamente es
válido el derecho justinianeo y rechazan cualquier otro texto jurídico que no tenga como base al propio
derecho justinianeo.
A partir del siglo XIII se intentó superar y enriquecer el método de la glosa. Los juristas de los siglos XIV y
XV pasan a denominarse post−glosadores. También se les va a denominar comentaristas, ya que los
comentarias fueron uno de sus géneros preferidos.
La nueva dirección doctrinal recibió en aquellos momentos el nombre de MOS ITALICUS, porque fue entre
los juristas italianos donde se consolidó.
En la universidad francesa de Orleáns comienza a practicarse un nuevo método de estudio: van a adoptar una
actitud crítica respecto a los resultados obtenidos por los glosadores. Los comentaristas adoptaron una
posición más crítica hacia el derecho romano y manifestaron en sus trabajos una mayor influencia de las
formas escolásticas de la lógica y de la dialéctica.
El método de los comentaristas se diferencia del de los glosadores por su mayor preocupación por la
aplicación del derecho y por su orientación práctica para resolver los problemas que el derecho plantea. Se
van a fijar más en los casos prácticos y van a intentar profundizar en el tratamiento de problemas concretos.
Esto no significa que los textos romanos dejaran de tener gran valor.
A parte de esto, abordaron un tema fundamental que fue la integración del derecho romano justinianeo con los
derechos de los municipios italianos. En ese momento las ciudades italianas habían logrado una autonomía
política y como consecuencia de ésta, también una autonomía jurídica. Esto significaba que tenían derecho a
promulgar su propio ordenamiento jurídico. Ante esta situación, se plantea el problema de la compatibilidad
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del Ius Civile con estos estatutos municipales. Esta cuestión no había sido abordada por los glosadores, sin
embargo, los comentaristas, especialmente San Bartolomé de Sassoferrato, que acepta e incluso fortalece el
derecho municipal, integrándolo dentro de un sistema jurídico más amplio, basado en el derecho romano.
Los comentaristas reconocen la vigencia preferente de los estatutos municipales de cada ciudad, pero a la vez
también la vigencia subsidiaria y común de todos ellos frente al derecho romano.
Por lo que respecta a la literatura jurídica, destaca el uso de los COMMENTARIA y de los CONCILIA. Los
comentaría son comentarios al derecho romano. Buscan el sentido de cada texto, relacionándolos con otros e
interpretándolos. Por su parte, los concilia son un género literario original que da lugar a la denominada
literatura dictaminadora o jurisprudencia por consulta. Por ejemplo, en ocasiones cuando a los jueces de
las ciudades se les planteaban dudas, antes de dictar sentencia solicitaban el consejo de un perito para que les
aclararan problemas técnico jurídicos. En otras ocasiones, eran las partes las que realizaban estas consultas.
Pues bien, los consejos o decisiones e estos peritos eran publicadas y estas colecciones se divulgaron
rápidamente.
En realidad, estas publicaciones sirvieron para que el derecho romano penetrar en la práctica. Muchos de estos
jueces eran legos en la materia (no eran expertos) y estas colecciones les van a ayudar en el desempeño de su
función.
En tercer lugar, podríamos hablar de los TRACTATUS. Estas son obras más eruditas, se trataba de
monografías sobre teoría del derecho, dejando a un lado los problemas prácticos. Analizan una determinada
materia jurídica, la delimitan conceptualmente y estudian todos sus aspectos.
• Las características del Derecho Común.
La legitimidad reconocida al derecho romano a partir del siglo XI actuó a favor de su vigencia y difusión; a la
vez se le consideró un derecho de prestigio, que se extendió al derecho canónico clásico y en especial, a las
decretales de Gregorio IX.
El apoyo que la Roma Pontificia prestó a este derecho canónico contribuyó de forma decisiva al casi
indisoluble prestigio de uno y otro derecho, entendidos como el derecho común de la cristiandad en su doble
vertiente de derecho e iglesia. Ello va a producir una mitificación de las fuentes romanas justinianeas y de las
fuentes del derecho canónico clásico. Este fenómeno se va a admitir incluso fuera del ámbito de los juristas y
se promulgó hasta el siglo XVI. Se generalizó la creencia entre todos los juristas europeos en el derecho
romano y de manera secundaria, en el derecho canónico. Se entendía que eran ordenamientos equitativos,
técnicamente perfectos y completos, por cuanto que interpretando sus textos se podía hallar la solución justa
para cada caso concreto.
Por ello, los legisladores y juristas, no sólo los italianos, sino también los que pertenecían al Imperio o incluso
aquellos que nunca estuvieron incluidos en el Sacro Imperio Romano Germánico, acudieron al derecho
romano justinianeo y al derecho canónico clásico en defecto de normas propias y específicas.
El derecho romano canónico bajo medieval significó no sólo la vigencia de las fuentes romanas y canónicas,
sino también la elaboración en torno a ellas de la doctrina construida por los juristas. Por ello, dentro del Ius
Commune se incluía, no sólo los textos romanos y las fuentes canónicas, sino también la jurisprudencia
compuesta por la glosa y las obras de los comentaristas (MOS ITALICUS). Así, la unión de todos estos
elementos se nos presenta como el resultado de un largo proceso histórico, que, sin embargo, nunca fue
definitivo y nunca terminó porque las necesidades sociales obligaban a actualizar la jurisprudencia y a
reinterpretar las fuentes.
• La trascendencia del Ius Commune.
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La legitimidad reconocida al derecho romano justinianeo se basaba en la consideración de éste como Lex
Imperio. En esto consistió su legitimidad desde el punto de vista político. También actuó a favor de la
vigencia y difusión del derecho romano su enorme prestigio. La mitificación de las fuentes romanas
justinianeas y las del derecho canónico clásico fue generalmente admitida, incluso fuera del ámbito de los
juristas y se prolongó hasta bien entrado el siglo XVI. Se generalizó la creencia de que en el derecho romano
y, secundariamente en el derecho canónico, podía hallarse la solución justa para cada caso.
Existía la creencia de que en el derecho romano canónico bajo medieval se traía consigo la vigencia de las
fuentes romanas y canónicas y a ello había que unir la doctrina de los juristas, resultando, por tanto, la unión
de todos estos elementos lo que integraría el derecho común de aplicación en prácticamente toda Europa.
• El Derecho Común y la Universidad Medieval.
La Universidad Medieval fue el lugar donde se enseñó y difundió el derecho común. La cultura surge de las
escuelas catedralicias, monacales o municipales, y se inicia un lento proceso de secularización. La
Universidad Medieval se conocía con el nombre de Estudio General o Universidad. En principio, el estudio
era general o más bien, el lugar donde se impartía una enseñanza superior y la universidad era la asociación de
maestros y alumnos que allí estudiaban. En estos centros se planteaban todas las cuestiones prohibidas o
eliminadas en otros lugares por los grupos contrarios a toda innovación, a toda nueva tecnología o filosofía y,
por tanto, el nuevo derecho es producto de la universidad de los siglos XII, XIII y XIV. Sus enemigos
afirmaban que en estos centros se planteaban cuestiones impúdicas.
Las universidades podían ser de fundación eclesiástica o real, de fundación privada o municipal, como por
ejemplo, el caso de Bolonia (municipal). Esta última es la más interesante para nosotros, no por ser de ámbito
municipal, sino por su facultad de leyes, que fue la más prestigiosa y famosa de toda Europa y sirvió de
modelo para la organización de los estudios jurídicos en la mayor parte de las universidades.
Estos centros se regían por sus propios estatutos que eran aprobados por el Papa, ya que la Santa Sede les
otorgaba la licencia para la docencia. Los modelos de gobierno variaban de una universidad a la otra. Sin
embargo, en lo relativo al método y al contenido de la enseñanza, funcionaban del mismo modo. En todas las
universidades la enseñanza se impartía en latín, que era la lengua común en la que se escribían los textos
jurídicos europeos hasta el siglo XVII.
Al impartirse las enseñanzas en esta lengua, se conseguía que el idioma no fuera obstáculo, que se evitaran las
interpretaciones al utilizar diferentes lenguas, es decir, que se hubiesen malos entendidos, y a su vez, también
se produce otro fenómeno, que es que la bibliografía utilizada en las diferentes universidades europeas fuese
la misma. Sin embargo, si bien esto es positivo para el derecho, también tiene un aspecto negativo: el derecho
se aleja de la mayor parte de la población, al ser el latín una lengua culta, no todas las personas podían
entenderlo.
Otro factor importante es que en las universidades europeas el único derecho que se estudiaba era el derecho
romano canónico. Los derechos nacionales de cada país no se estudiaban en estos centros y tendremos que
esperar hasta bien entrada la Edad Moderna para que el estudio de los derechos nacionales se realice en las
universidades.
Los principales tipos de lecciones que se practicaban eran las lecciones, las repetitiones y las disputationes.
Respecto a las lectiones (o lecturae) consistían en realizar un comentario a un texto legal: leer el texto, fijar su
significado, relacionarlo con otros textos similares, analizar los problemas que pudieran derivar de ese texto y
sacar conclusiones.
Las repetitiones eran clases o ejercicios académicos extraordinarios y solemnes. Se comentaba entre
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profesores y alumnos acerca de un tema libremente elegido.
Las diputaciones eran debates públicos en torno a un texto o a un caso práctico. En esto únicamente
intervenían los doctores de la universidad, si bien cualquier asistente podía realizar objeciones o formular
preguntas.
La materia que se enseñaba en estas universidades eran las mismas que en toda Europa y a ellas acudían
estudiantes de los más diversos países. Sabemos que el número de estudiantes españoles en Bolonia era
elevado. Allí pasaban entre 6 y 7 años y después solían permanecer algunos años más como profesores. Al
regresar a España trajeron consigo libros y documentos jurídicos y esa fue una de las formas de entrar el
derecho común en España. Estos libros se difundieron por toda Europa. Otras universidades destacadas de
esta época fueron las de Salamanca, Montpellier, Orleáns, Papua, etc.
En cuanto a la categoría social de los estudiantes, en su mayoría pertenecían a las clases nobiliarias.
Normalmente era el segundo hijo de las familias nobles, los hijos de las familias nobles de clase baja o los
hijos de la incipiente burguesía.
Tema 9: La Integración Normativa de la Baja Edad Media
• La organización social medieval y su trascendencia jurídica
En cuanto a la población es difícil de calcular, incluso de forma aproximada, que número de habitantes tenía
la Península Ibérica debido a la escasez de datos y también a que la Reconquista y la Repoblación trajeron
consigo una movilidad permanente. Por ejemplo, se cree que en León y Castilla a finales del siglo XI la
población ronda los tres millones de habitantes. Sin embargo, esa población aumentará por la adhesión de
Extremadura y Andalucía Occidental. Es en ese momento cuando comienza el agrupamiento de las gentes
alrededor de las ciudades.
En el siglo XIV se produce una enorme mortandad debido a los estragos del hambre, lo cual puso de
manifiesto el terrible desequilibrio entre la población y los recursos alimenticios. A ello hay que añadir en la
década de los años 30 (1330−1340) se produjo la primera gran epidemia de peste, a la cual siguieron otras
epidemias menores, pero que en conjunto trajeron consigo la despoblación y el abandono de muchas aldeas.
Por lo que respecta a Cataluña y a Aragón, la población creció e incluso es posible, según las crónicas, que se
duplicase entre los siglos XIII y XIV. Pero al igual que Castilla, se vio afectada por la peste.
En resumidas cuentas, podemos decir que al final de la Edad Media, la población total de España rondaba los
nueve millones de personas. Esa es la denominada España de moros, cristianos y judíos (como es el caso de
Toledo).
En estos momentos no existe la xenofobia o el odio racial por parte de los cristianos hacia esas otras
religiones. Será en el siglo XIV cuando comiencen estas hostilidades, que van a ser muy potentes.
En cuanto a la organización de la sociedad civil, ésta va a quedar dividida en estamentos, y así, la comunidad
política aparece dividida en tres estamentos:
• Los que rezan (EL CLERO)
• Los que combaten y defienden por medio de las armas (LOS NOBLES)
• Los que trabajan o laboran (EL PUEBLO LLANO)
Por encima de estos tres estamentos se encuentra el príncipe o monarca que ejerce el poder recibido de Dios.
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LOS NOBLES O CLASE PRIVILEGIADA
Los nobles ocupan la posición más destacada del orden social. Para ser noble y para ser considerado como tal,
el único principio válido o única vía a la nobleza era el nacimiento. En estos momentos los rasgos
característicos de la nobleza son la riqueza, el poder, la sabiduría o el valor, es decir, si se es noble, es natural
ser rico, poderoso, valiente y sabio.
A pesar de esto, aunque una persona tenga estas características, no se le va a considerar noble si no ha nacido
en una familia noble.
La alta nobleza está vinculada por lazos de fidelidad al monarca, así en los siglos de la Baja Edad Media (del
XI al XIV) en Castilla y Aragón aparecen como ricos hombres y nobles. En ese mismo momento, en la zona
de Cataluña, Valencia, Mallorca esta alta nobleza recibe el nombre de magnates o barones. Estas influyentes
familias y personajes son calificadas de grandes por el rey Juan II en las Cortes de Valladolid de 1451. La alta
nobleza resultó ser una minoría insignificante pero de extraordinario poder. Hay que decir también que la
mayor parte de esta alta nobleza había obtenido sus títulos a través de hazañas guerreras, intrigas artesanas o
eran fruto de descendencia ilegítima de los monarcas.
La evolución de la alta nobleza en el Reino de Castilla y de Aragón va a ser diferente. Los nobles castellanos
van a tener un discreto peso mientras que los aragoneses van a disputar el poder al monarca. A partir del siglo
XIV en Castilla y como consecuencia de la Reconquista de Andalucía, los señores castellanos van a
convertirse en grandes propietarios territoriales con título nobiliario. En este momento es cuando surgen los
duques de Medinaceli, los Marqueses de Cádiz, etc.
La baja nobleza es el grado inferior de la nobleza, que estaba formado por los infazones. A finales del siglo
XII esos nobles en León y Castilla son designados con el calificativo de hidalgos (hidalgo > hijo de). Estos
hidalgos forman una clase privilegiada dedicada sobre todo al ejercicio de las armas. Se les consideraba
privilegiados porque tenían caballos. Esta baja nobleza está en el intermedio entre la alta nobleza y el pueblo
llano. En cuanto a la condición jurídica de los nobles, helecho de pertenecer a este estamento no sólo les
reportaba crédito o estima social, sino que se tradujo en un estatuto jurídico de verdadero privilegio, cuya base
económica fue la exención fiscal (no pagaban impuestos).
Los nobles no pagan ni impuestos ordinarios ni extraordinarios y sus fincas y posesiones permanecen libres de
cualquier gravamen.
Por ejemplo, en la esfera judicial, los nobles van a tener unos procesos especiales para ellos. También su
juramento vale más que el de cualquier otra persona del pueblo. No están sujetos a tormentos (tortura) en el
proceso penal de la época.
LOS HOMBRES LIBRES E INDEPENDIENTES
Al margen de la nobleza, la mayor parte de la población estuvo simplemente compuesta por hombres libres.
Dentro de este grupo social debemos destacar a los pequeños propietarios rústicos. Éstos eran poseedores de
pequeñas parcelas de tierra que cultivaban. Junto a éstos encontramos también a personas que conservaron su
libertad y que se dedicaron a cultivar las tierras de la iglesia y de los nobles. Estos dos grupos formarían la
población rural.
Con el tiempo y visto lo que ya sabemos con respecto a los impuestos, estos propietarios fueron perdiendo o
vendiendo sus tierras. Desde que se produce este fenómeno fue muy común que los señores castellanos
enrolaran entre sus ejércitos a estos antiguos pequeños propietarios, que ahora sólo son libres (no pasan a
depender del señor). Éstos pequeños propietarios normalmente poseían armas y caballos, lo que significó un
medio de promoción social para este grupo.
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El hecho de disponer de patrimonio permitió que muchos de ellos se vieran integrados en la baja nobleza.
El asentamiento de artesanos y mercaderes dio origen en las ciudades a la aparición de una clase burguesa
independiente dedicada al comercio, próspera en lo económico y libre en lo jurídico. Esta libertad es lo que les
va a diferenciar. Han de viajar, comprar y vender y en tanto en cuanto esta clase social vive en las ciudades, la
libertad se establece en los núcleos urbanos. La expresión ciudad−libertad significa vida urbana y vida libre.
El progreso económico de este grupo trae consigo cambios jurídicos, por lo que se crea una nueva atmósfera
legal donde ellos van a actuar. De un parte, van a surgir una serie de usos cuya observancia fue sometida a
unos tribunales especiales y se llega así a un derecho mercantil que llega a tener tintes de internacionalidad.
Por otro lado, el surgimiento y el consiguiente crecimiento de estas ciudades permitieron el nacimiento de un
derecho municipal autónomo.
Como consecuencia, cuando a partir del siglo XII el patriarcado de la ciudad accede al poder local,
monopolizan los cargos públicos y éstos van a ser los futuros representantes de las ciudades en las Cortes.
Numéricamente este grupo burgués poderoso va a ser pequeño.
Por debajo de esta oligarquía rectora van a existir gentes de la más diversa procedencia: judíos, personas
asalariadas, artesanos, pequeños mercaderes y ellos se integrarán en las cofradías o gremios, que son grupos
de representación de los intereses de cada una de estas profesiones.
LAS CLASES INFERIORES
En los niveles más bajos de la estructura social figuran los colonos y los siervos. En teoría, los colonos son
hombres libres que cultivan tierras ajenas y los siervos son personas carentes de libertad que viven
normalmente diseminados en el campo. Los textos altomedievales afirman que existen colonos o campesinos
instalados en las grandes posesiones de los reyes, de la iglesia o de los monasterios. Parece ser que esos
colonos se unieron tardíamente a la Repoblación y que para obtener protección comenzaron a cultivar las
tierras de los poderosos.
El sector más desfavorecido de la escala social estuvo compuesto por siervos y esclavos. Durante esta época
se aprecia un decrecimiento de la esclavitud debido a las influencias de la iglesia y del sentimiento religioso
que llevaba a los dueños de esclavos a darles la libertad. La condición de esclavo se adquirirla por cuatro
causas fundamentales:
• Nacimiento: hijo de esclavo, nace esclavo.
• Cautiverio: a través del apresamiento en una guerra.
• Deudas: préstamos usurarios o porque el deudor en muchas ocasiones es incapaz de pagar la deuda, lo que
le convertía en servidumbre del juez.
• Consentimiento voluntario: se producía porque en muchos contratos existía una cláusula de reforzamiento
a través de la cual, en caso de incumplimiento, se convertía en siervo el incumplidor.
Hasta el siglo XIII se puede diferenciar claramente al siervo rural adscrito a la tierra que cultiva del siervo
personal que trabaja en el servicio doméstico de los señores. Generalmente como servicio doméstico aparecen
los cautivos musulmanes, aunque también, pero en menor medida, cristianos.
La libertad a estos siervos podía tener diferentes grados, desde un reconocimiento pleno hasta su otorgamiento
con serias limitaciones. La manumisión se formalizaba generalmente a través de un documento o carta en la
que constaba la voluntad del señor de otorgar esta libertad. Otras veces se podía obtener a través del
testamento o incluso, existen casos de manumisiones solemnes ante el Consejo de la villa o liberaciones
colectivas en virtud de tratados con los musulmanes.
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• El papel de la monarquía medieval en la formulación del derecho
Desde el siglo IX, los reyes astur−leoneses reconocen en los documentos que lo son por la gracia de Dios.
Esta fórmula, con algunas variantes, fue una constante en el pensamiento medieval. Existe otra teoría a través
de la cual el poder llega al rey, y es por medio de la comunidad, pero incluso en este caso, tiene un origen
divino. Esta teoría fue desarrollada por Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII. Con ésta se sentaron las
bases de una concepción democrática del orden político porque si el pueblo confía el poder a una persona,
también este pueblo está legitimado para retirárselo o al menos, ejercer un adecuado control. En el caso de que
el monarca recibiera el poder temporal del Papa, este rey quedaría subordinado al Pontífice y en términos
generales, el poder temporal depende del Pontificio.
Siguiendo la teoría del origen divino del monarca, no sólo cabe justificar su independencia respecto a los
súbditos, sino que incluso en determinados supuestos lo legitima para enfrentarse al Papa.
Como consecuencia del proceso de la Reconquista y de la posterior formación del régimen señorial, en la Alta
Edad Media se distingue el poder general y político del rey y aquel otro poder particular que el monarca ejerce
en los territorios no sometidos al poder de los señores. En cambio, en la Baja Edad Media, este panorama de
alguna manera se modifica: los señores van a intentar mantener su jurisdicción y privilegios en sus dominios y
por otro lado, el rey va a suavizar el control del realengo otorgando una creciente autonomía a las ciudades
que en él existen. Las ciudades de realengo estaban más desarrolladas que las de señoría, debido a que el
control era menor.
Al rey, como tal, le corresponden los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. En la España medieval la
potestad legislativa va a depender del juego que se produce entre el rey y las Cortes y esta relación será
diferente en Castilla y Aragón.
En Aragón, el monarca va a tener que legislar de acuerdo con la asamblea. En Castilla, en cambio, el rey gozó
de más discrecionalidad. Ello es debido al absolutismo regio que había sido consagrado en las partidas. En
ellas se afirma que el rey podrá dictar leyes, no sólo junto a las Cortes, sino también a través de las
pragmáticas, que son normas dictadas directamente por el monarca a las cuales las Cortes no se podrán
oponer).
El poder ejecutivo estaría representado en la figura del rey, ya que éste se encuentra al frente de la
administración del Estado, representa al reino, concierta la paz y la guerra y es el supremo jefe militar.
En cuanto al poder judicial, el rey es la máxima autoridad en la administración de justicia y es directamente
competente con su tribunal en determinados litigios.
Otra de las funciones encomendadas al monarca es que éste debe proteger la fe, gobernar con justicia y
mantener la paz. Para ello dispone de la fuerza de las leyes, pero debe adecuar su comportamiento a esos fines
y aparecer como un monarca ejemplar. A partir del siglo XII los textos atribuyen la condición de tirano al rey
legítimo que usa su poder con exceso y no gobierna rectamente. El poder del rey, en teoría aparece limitado
ya que se exige que ejerza su función con templanza. También aparece limitado por el propio juramento que
realiza el monarca al asumir su función. En ese juramento aparece de forma explícita su compromiso de
defender la fe, guardar el reino y cumplir las leyes.
Parece más problemática la vinculación de esas leyes al propio monarca ya que el derecho romano facilitó una
interpretación a través de la cual el príncipe estaba exento de la ley. Por supuesto, los monarcas apoyan o se
basan en este derecho romano que les permite estar por encima de la ley. Incluso este derecho fue proclamado
en las Cortes de Olmedo en 1445.
Por otro lado, el pactismo es un sistema de organización política que fundamenta el gobierno del reino en un
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pacto tácito o expreso entre el rey y los súbditos. A tenor de este contrato la obediencia de los súbditos queda
condicionada a que el rey respete sus derechos, fueros y libertades.
En los primeros siglos, este sistema no existe en Asturias, León y Castilla, donde se entiende que el rey es
puesto por Dios y ocupa el trono por herencia.
En cambio, a partir del siglo XIII el espíritu de pacto y compromiso hace acto de presencia en el mundo
castellano como consecuencia de las tensiones entre el rey y las Cortes. La doctrina oficial política no hace
caso de estas presiones y el rey sigue apareciendo como un rey absoluto.
En Navarra, el pactismo se impone a partir del siglo XIII y el rey es proclamado tras el juramento de los
fueros.
Sin embargo, donde más relevancia tuvo el pactismo fue en Aragón. El pactismo en este reino será ante todo
un pactismo político. El régimen aragonés se basaba en antecedentes remotos donde la elección del monarca
revestía el carácter de auténtico pacto a través de un compromiso condicional que los nobles y magnates
presentaban al monarca.
La sujeción del rey al ordenamiento jurídico significa que las normas o actos que lo quebranten sean
considerados como agravios o contrafueros. En definitiva, el agravio o contrafuero es, sobre todo, la actuación
del monarca contra el derecho o fuero, pero en un sentido más amplio, el agravio puede proceder de la
conducta de otras autoridades.
Entre los agravios hay que destacar las denominadas cartas desaforadas, que no son otra cosa que escritos
del rey que vulneran el ordenamiento jurídico vigente. Estas cartas desaforadas tuvieron gran importancia
cuando atentaban contra los derechos municipales o los ordenamientos que provenían de las Cortes. Así, por
ejemplo, las Cortes de Burgos en el año 1379 solicitaron al rey que lo que es hecho por Corte o Ayuntamiento
no pueda ser deshecho por estas cartas, sino por las propias Cortes.
La reacción frente a estos excesos se tradujo en la fórmula obedézcase pero no se cumpla. Obviamente una
ley se dicta para ser cumplida, sin embargo, puede darse un vicio intrínseco que aconseje no aplicarla. La ley
ha de ser acatada en razón de su autoridad, pero no cumplida. Esta fórmula significa una legalización de la
inobservancia que plantea algunos problemas:
• Para que una ley pueda ser obedecida pero no cumplida, según García Gayo, se está haciendo referencia a
las leyes ilegítimas o injustas. Para otro autor, Lalinde, la fórmula no debe ser aplicada a las leyes ni a las
pragmáticas, sino a meras disposiciones de gobierno.
• Esta fórmula no se podrá referir a aquellas normas que hayan sido dictadas de acuerdo por las Cortes, ya
que en ese caso se produciría un colapso jurídico. En cambio, sí se podría utilizar para aquellos casos en los
que la norma o seudonorma dictada supone una amenaza al ordenamiento jurídico.
Esta fórmula es propia sobre todo del Reino de Castilla. En Aragón, dado el carácter pactista y la relación
entre el rey y las Cortes no tuvo fuerza, no se aplicó.
• Las Cortes y su función en los distintos reinos: pactismo y decisionismo
El control del poder a través de una cámara de representación había sido ensayado con mayor o menor éxito a
lo largo de la Edad Media. Los reyes medievales aparecen en Europa rodeados por un séquito de poderosos,
tanto seglares como eclesiásticos, que prestaban su consejo o ejercían determinadas funciones en el gobierno
del rey. Este grupo de poderosos figura al lado del monarca dictando leyes para el rey.
En la primitiva Alta Edad Media, este grupo de personas formaban unas juntas que se denominaban CURIAS.
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Podemos distinguir dos tipos de curias:
• Curia reducida u ordinaria: que se desenvuelve en el entorno cercano al monarca.
• Curia plena o extraordinaria: que es más amplia, en la que participan también nobles y eclesiásticos
de todo el reino. Ésta sólo se convocaba para casos de mayor importancia.
Con el tiempo, estos órganos evolucionaron y observamos como en la Baja Edad Media la curia ordinaria se
transforma en lo que se conoce como Concejo del Rey y la curia extraordinaria se transforma en una asamblea
más o menos representativa que adopta en Europa diversos nombres (Estados Generales en Francia,
Parlamento en Inglaterra o Cortes en España).
Decimos que las Cortes se convierten en asambleas representativas porque en la sociedad bajo medieval se
distinguen tres estamentos (nobiliario, eclesiástico y ciudadano), pues bien, sólo los dos primeros formaban
parte de las antiguas curias y la entrada de los burgueses o de los ciudadanos a estas asambleas las convirtió
en juntas de representación del cuerpo social en conjunto.
La llegada de los representantes de los ciudadanos a las Cortes debe situarse alrededor del siglo XIII o XIV.
Sin embargo, en España existen testimonios anteriores. En algunos textos de esta época se afirma que en las
Cortes de Aragón, en el siglo XII, había representación de los ciudadanos.
En los reinos cristianos surgidos a partir de la Reconquista, el rey ostenta un poder absoluto pero no lo ejerce
en solitario. A fin de asesorarle, gentes procedentes de los estamentos privilegiados se integran en las curias.
Esta CURIA REGIA es una asamblea palatina. Por su propia naturaleza, generalmente actuaban en materias
ordinarias. La curia plena en cambio, estaba compuesta por nobles y eclesiásticos que integraban la palatina y
también por los eclesiásticos y nobles del reino.
La conveniencia de que todos participen en la adopción de decisiones fue simbolizada en el pensamiento
político medieval. No se trataba simplemente de un mero pensamiento teórico sino que era traducción del
pensamiento de la época y un verdadero principio de participación democrática. Esa será la justificación para
que entre a formar parte de dicha institución el Tercer Estado o estamento ciudadano.
Sin embargo, la naturaleza jurídica y política de las Cortes es un tema que ha provocado en los autores debate.
Las discrepancias se han centrado principalmente alrededor de las Cortes de Castilla. Se discute hasta qué
punto fueron una asamblea que controló y limitó el poder real. La primera de estas posiciones y la más antigua
es la posición de Martínez Marina, para quien las Cortes, al legislar conjuntamente con el monarca,
controlaron su poder y de alguna formar, encarnaron una especie de soberanía popular en la Edad Media.
La segunda tesis, opuesta a la anterior, afirma que esas asambleas no habían superado un papel de órgano
meramente consultor y que, por tanto, no ejercían un verdadero control sobre el poder legislativo del monarca.
Desde el plano jurídico, otro autor llamado Valdeavellano ha destacado que las Cortes, a través de las
peticiones y quejas, fiscalizaron la actuación de los monarcas y legislaron con ellos. Este autor va más allá y
afirma que el monarca no podía derogar por sí sólo las leyes, fueros y ordenamientos.
Para concluir y siguiendo a Escudero, podemos decir que las Cortes castellanas fueron una asamblea cuya
justificación radicó en legitimar con su consenso las decisiones unilaterales del monarca pero que, por las
circunstancias políticas se convirtió, de hecho, en un órgano que con mayor o menor fuerza según las épocas,
limitó y moderó el absolutismo regio.
Tema 10: Los sistemas jurídicos durante la Baja Edad Media: la Corona de Castilla
• La obra jurídica de Alfonso X
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Hasta mediados del siglo XIII, Castilla no va a tener un sistema jurídico castellano. Existen diversos
ordenamientos de naturaleza heterogénea que se aplican en las diferentes zonas que pertenecen a la Corona de
Castilla. Así, sabemos que todavía el Liber Iuduciorum, cuya versión romance fue el Fuero Juzgo, rige en
tierras de León. Este mismo fuero va a ir a Toledo y de ahí, hasta Andalucía.
Por otro lado, el derecho judicial o de albedrío perdura en Castilla La Vieja y finalmente una serie de fueros
de carácter desigual se extienden por la zona norte. Pues bien, la figura de Alfonso X el Sabio ocupa un lugar
destacado en la cultura europea y su obra es considerada como la aportación más importante de los reinos
hispanos a la legislación.
Alfonso X fue proclamado rey de León y Castilla en 1252 y su reinado perduró hasta el año 1284. (¡¡ES
IMPORTANTE RECORDAR ESTAS FECHAS!!)
A este monarca se le atribuyen diversas obras jurídicas. Se afirma que terminó un tratado que había sido
iniciado por su padre. Este tratado se conoce con el nombre de Setenario. También se le atribuyen otras obras
jurídicas denominadas el Especulo y el Fuero Real; pero sin lugar a dudas, la más importante de las obras
atribuidas a este monarca van a ser Las partidas. Ante esta cantidad de obras jurídicas cabe preguntarse cómo
es posible que a los tres años de haber sido proclamado rey, y teniendo en cuenta que la situación política en
ese momento es muy complicada (guerra), haya sido capaz de haber concluido y otorgado una obra jurídica
compleja como es el Fuero Real o tal vez, el Especulo.
Sobre este tema existen diversas teorías. Durante mucho tiempo, ni siquiera se había puesto en duda, hasta las
investigaciones de García Gayo en 1950.
Alfonso García Gayo puso en cuestión el que Las partidas fueran una obra exclusiva de Alfonso X,
defendiendo que existían una serie de redacciones sucesivas y que habían concluido cuando el monarca ya
había muerto.
Existen de una parte dos obras, que son el Fuero Real y el Especulo sobre las que hay acuerdo respecto a su
atribución a Alfonso X. Sin embargo, existen discrepancias en lo relativo a su naturaleza y a su cronología.
Por otro lado, cierto sector adjudica las Partidas al rey, quien las promulga por diversos acontecimientos
políticos o bien las tesis de García Gayo, que afirmaba que las Partidas habían sido realizadas tras la muerte
del monarca.
En suma, García Gayo afirma que el Fuero Real, el Especulo y las Partidas responden a reelaboraciones de un
mismo texto aunque con contenido diferente.
EL FUERO REAL
Consta de cuatro libros, que abarcan cuestiones religiosas, proceso judicial, derecho privado y derecho penal.
La razón por la que se promulga es intentar remediar la carencia de textos escritos. Al Fuero Real se le
identifica también con el denominado Fuero del Libro. Existe una duda de su ámbito de vigencia puesto que
si bien sabemos que se concedió localmente otro texto como es el Fuero Viejo afirma que el rey Alfonso dio
el Fuero del Libro a los Concejos de Castilla, por tanto, ya no tendría un ámbito local, sino más extenso.
Para Martínez Marina el propósito del rey había sido dictar un código que rigiera en todo el reino, si bien el
apego de las ciudades a sus propios fueros le obligó (al rey) a desistir de tal propósito. Por eso lo otorga como
fuero local.
Sin embargo, García Gayo afirma que el Fuero Real no es aquel denominado Fuero del Libro que se dio a los
Concejos castellanos, sino que se trata de otra obra, el Especulo. García Gayo se basa en los siguientes
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hechos:
• Él cree que el Fuero Real posiblemente no existe en 1255 (que es cuando en teoría se les concede el fuero
castellano).
• García Gayo afirma que el Especulo en 1255 ya existe y en su rúbrica inicial lleva el título de Fuero del
Libro.
Según esta interpretación Alfonso X ordenó elaborar el Especulo como obra legal y por dificultades políticas
el Especulo entró en crisis, redactándose, entonces, el Fuero Real a modo de compendio de aquella obra.
EL ESPECULO
Tal y como ha llegado a nosotros, el Especulo es un cuerpo legal compuesto por cinco libros. Su contenido es
muy similar a las tres primeras partidas, abundando incluso las coincidencias literales.
En relación al sentido del Especulo, es decir, el porqué Alfonso X dicta esta obra, hay diversas teorías, pero
son tres las principales que hablan acerca de las razones que llevan al monarca a dictar el Especulo.
Para Iglesias, el monarca había dictado el Fuero Real primero para Castilla y Extremadura. Más adelante, el
monarca intenta la unificación jurídica y por ello, ordena redactar el Especulo, cuya elaboración se
interrumpe, apareciendo esta obra como inconclusa.
Para García Gayo, la primera obra del rey Alfonso X fue precisamente el Especulo y posteriormente, el
Fuero Real lo desplazó como cuerpo legal. Para este autor, tras el fallecimiento de Alfonso X, los juristas de la
Corte proceden a su reelaboración, fruto de la cual surgen Las Partidas. En resumen, el Especulo se
transforma en Las Partidas.
Para Martínez Diez el Especulo fue proyectado como obra de carácter oficial y vigencia general. No fue
conducido ni remitido a las villas (simplemente tuvo un carácter teórico, no tuvo aplicación práctica).
LAS PARTIDAS
Las Siete Partidas constituyen el código más importante de la Historia del Derecho y representan el apogeo
del derecho común en Castilla. Es un obra dotada de solidez científica y que incorpora desarrollo técnico que
convierte a esos siete libros en verdadero modelo de obra jurídica.
Como su nombre indica el código consta de siete partidas o libros. La primera partida trata de las fuentes del
derecho y del ordenamiento eclesiástico. La segunda se dedica al derecho público, es decir, la familia real, la
sucesión al trono, los oficios palatinos, etc. La tercera se ocupa de la organización judicial y del proceso en
incluye un sumario de fórmulas notariales. De la cuarta a la sexta se dedican al derecho privado. Se incluye el
matrimonio (cuarta partida), el contrato (quinta partida) y derecho sucesorio (sexta partida). La séptima se
ocupa del derecho penal. También se hace referencia al estatuto jurídico de los musulmanes y los judíos.
Entre las fuentes a las que acuden Las Partidas, ocupan un lugar principal las fuentes romano−canónicas, que
provienen del derecho común. Así mismo, también se toman como referencia las decretales, los glosadores y
los comentaristas.
Las Partidas, como texto legal, obtuvieron un gran éxito y se tradujeron al catalán, hecho éste que facilitó el
pasar de un derecho feudal a un absolutismo monárquico. También hubo traducciones al portugués, al gallego
e incluso, al inglés.
Desde siempre esta obra se ha atribuido a Alfonso X. La teoría es que durante su reinado un conjunto de
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juristas, más o menos directamente dirigidos por el monarca, habría iniciado y concluido el texto.
Los autores, durante mucho tiempo, no se plantearon el objetivo por el que Alfonso X había ordenado realizar
esta obra. Se entendía que un rey que había iniciado empresas culturales, iniciar una obra como Las Partidas
entraría dentro de este movimiento cultural.
Para estos autores, esta enciclopedia jurídica representaba una de esas vertientes culturales. Sin embargo,
recientemente, algunos estudiosos han aventurado una respuesta más concreta. Algunos opinan que Alfonso X
aspiraba a ostentar la Corona Imperial porque determinados embajadores italianos le ofrecieron su apoyo para
que Alfonso X fuese la cabeza visible del Imperio.
Durante más de diez años, el rey inició una lucha diplomática para obtener el favor de los Pontífices. Para este
grupo de autores, la actuación del rey en el plano político de esta forma es la razón que le lleva a ordenar la
redacción de un código que recogiese el derecho común, es decir, el derecho que era conocido en aquellos
países a los cuales aspiraba gobernar.
En este sentido, Rafael Gibert ha destacado la ausencia de referencias concretas a Castilla o a España. Este
hecho le lleva a afirmar que se trata de un proyecto legislativo universal ligado al Imperio.
Para García Gayo, las Partidas constituyen el resultado de una reelaboración del Especulo y que fueron
llevadas a cabo con posterioridad a la muerte de Alfonso X. Se basa para defender esta teoría en que las
primeras referencias proceden del siglo XIV y también afirma que algunos materiales utilizados en las
Partidas sean de fecha posterior a la atribuida al código. Según García Gayo, las Partidas debieron ser
realizadas hacia 1290 y no más tarde de 1310.
Cabe además alegar que hay varias razones a favor de la elaboración tardía de alguno de los libros, por
ejemplo, la segunda Partida no pudo ser anterior a 1265, pues recoge una obra iniciada por Santo Tomás de
Aquino, que data de ese año. Para finalizar, García Gayo afirma que las Partidas proceden del Especulo y que
el proceso de elaboración fue posiblemente desde el momento en que perdió fuerza legal y se convirtió en una
acreditada colección de doctrina. Por tanto, afirma así el carácter doctrinal y no legal de esta obra hasta el
siglo XIV.
• El Ordenamiento de Alcalá de 1348 y las fuentes del Derecho: las Pragmáticas
A lo largo del siglo XIII y parte del siglo XIV, la aplicación del derecho en Castilla no fue fácil. En las Cortes
de Zamora de 1274 se había impuesto un retorno a los fueros antiguos. De esta forma se intentaba limitar el
ámbito propio de las leyes regias.
Como sabemos, entre el derecho viejo y el nuevo se produjeron numerosas lagunas, lo que facilitó la
intervención de los monarcas, los cuales interpretaron discrecionalmente esos textos.
Por otro lado, se produjo la entrada del derecho común a través de la actividad de los juristas y de Las
Partidas.
En el reinado de Alfonso XI, las Cortes de Alcalá promulgaron un libro llamado Ordenamiento de Alcalá. En
este libre se establece claramente el orden de prelación de fuentes. Afirma la aplicación en primer lugar del
propio Ordenamiento, y en su defecto, se aplicarán, en segundo lugar, los fueros municipales, siempre que no
fueren contra Dios, la razón y las leyes, aunque hace una salvedad siempre que el rey no mejore o enmiende.
En tercer lugar se aplicaron Las Partidas.
Lo dispuesto en el Ordenamiento de Alcalá tuvo enorme trascendencia y debemos tener muy en cuenta que
este orden de prelación de fuentes se recogería posteriormente en las recopilaciones de la Edad Moderna y
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estaría vigente hasta la promulgación del Código Civil en el siglo XIX.
El Ordenamiento de Alcalá además reconoce el carácter de texto legal de Las Partidas para determinados
supuestos. Tanto el Ordenamiento de Alcalá como cualquier otro fuero municipal se quedarían cortos ante una
obra legal como Las Partidas, que lo recogían casi todo. Por eso, no nos debe extrañar que, a partir del siglo
XIV, se acudiera a ella, más aún si tenemos en cuenta que muchos de los juristas de esta época se habían
formado en el mismo derecho que se recogía en Las Partidas (derecho común).
Por lo que respecta a las Pragmáticas, tenemos que afirmar que la fuerza obligatoria de las leyes había sido
interpretada por los comentaristas en un sentido muy favorable para los reyes al atribuirles la capacidad de
crear derecho por sí mismos.
Esta facultad podía revestir diversas modalidades. En primer lugar, la concesión de privilegios contra el
derecho establecido y en segundo lugar, la suspensión de la vigencia de la norma general en un caso concreto.
Surge así una modalidad de crear derecho basada en la potestad absoluta del rey.
Este modo de crear derecho tiene en Castilla su más importante manifestación en las Pragmáticas. Los
monarcas se van a basar en las normas dedicadas al poder legislativo del rey, que aparecían integradas en el
Especulo y Las Partidas. A partir del reinado de Juan II, que finaliza a mediados del siglo XV, se fortalece la
concepción absolutista del poder real y el ejercicio del mismo en orden a la creación de normas jurídicas
generales.
Las Pragmáticas se caracterizaron por estar por encima de las leyes dictadas en Cortes y los reyes entendieron
que tenían fuerza suficiente para derogar las leyes dictadas en Cortes. Por eso, el rey empleaba una fórmula en
la que declaraba su voluntad de que la promulgación tuviese fuerza de ley. Las Cortes protestaron ante
semejante práctica sin éxito alguno.
De este modo, en el concepto de derecho real se incluye en Castilla tanto los ordenamientos de leyes como las
Pragmáticas, teniendo estas últimas tanta fuerza como aquellos, lo que significó que el derecho pactado por el
rey y los estamentos privilegiados reunidos en Cortes podía ser derogado por el derecho emanado de la
voluntad real o poder absoluto.
Tema 11: Los sistemas jurídicos durante la Baja Edad Media (II): El Reino de Navarra y la Corona de
Aragón
• El Derecho de Aragón y Navarra hasta el siglo XII. El Fuero de Jaca.
El derecho de Aragón y de Navarra tuvo raíces comunes porque hasta el siglo XII la Reconquista se hizo de
forma común. Tras la muerte de Alfonso el Batallador en el año 1134, se separa el rumbo político y jurídico
de ambos reinos. Aragón se vincula a Cataluña, y Navarra queda de forma independiente, pero con una gran
influencia francesa.
EL FUERO DE JACA
En el año 1063, el rey Sancho concede un fuero a la Villa de Jaca para atraer a la población a ese lugar. Entre
sus caracteres está el de propugnar un derecho igualitario y un clima de libertad. Con estas características, este
fuero favorece el asentamiento de mercaderes y artesanos, lo cual trajo consigo el cambio económico y social
de ese lugar.
Ahora bien, a parte de estas características, el Fuero de Jaca es el que influye para el otorgamiento de esta
misma estructura a otras ciudades, es decir, sirve de modelo y se implanta en otras ciudades. Entre otras cosas,
propugnaba la adquisición de la tierra tras haberla poseído un año y un día. En líneas generales, lo que hizo
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fue dar seguridad jurídica a las personas que habitaban esa zona.
• El desarrollo del Derecho aragonés. Las observancias de Aragón.
Podemos afirmar que el derecho de Aragón pasa por distintas etapas hasta llegar a las Observancias.
Primera etapa: mediados del siglo XII a mediados del siglo XIII
En este momento, el derecho es consuetudinario, es decir, basado en la costumbre y fijado a través de
sentencias judiciales.
Además, en estos momentos, el derecho es de corte igualitario porque no reconoce los privilegios de los
barones y población (esto es así porque lo que interesa es repoblar las áreas con fronteras a zonas enemigas),
ya que se trata de un territorio fronterizo y peligroso.
Segunda etapa: a partir de mediados del siglo XIII (coincide con la época del Alfonso X en Castilla)
Se caracteriza por la existencia de redacciones privadas de derecho consuetudinario. Ante la magnitud de
textos, Jaime I (suegro de Alfonso X) ordena su corrección y síntesis en un documento oficial que recibe el
nombre de Fueros de Aragón (o también, Código de Huesca). Este texto pretende terminar con la inseguridad
jurídica y que aparezca como único texto legal vigente.
Tercera etapa: cronológicamente coincide con el final de la Edad Media
Tras la recopilación oficial, se fueron incorporando otros fueros y leyes de Cortes (leyes del rey con las Cortes
= Pactismo). Con ello, a final de esta etapa, los Fueros de Aragón están formados por doce libros.
En la práctica, los Fueros de Aragón eran interpretados y aplicados por los juristas aragoneses. Estos juristas
también tenían en cuenta el derecho común y por eso, sus sentencias van a estar basadas en la costumbre y en
el derecho común.
En la medida en que estas sentencias tienen que ser observadas, estos preceptos reciben el nombre de
observancias.
Estas observancias, a su vez, fueron recogidas en diversas colecciones entre los siglos XIV y XV. Las más
conocidas fueron las de Diez de Aux. Éstas llegaron a adquirir una autoridad superior y prevalecieron sobre
los fueros.
• El Derecho en Cataluña, Mallorca y Valencia.
CATALUÑA
Tras la ocupación musulmana, los hispanii de Cataluña se rigen por el derecho visigodo. Al carecer de un
sistema político propio y formar parte de la estructura carolingia, los territorios catalanes quedan sujetos a las
normas dictadas por los reyes francos (capitulares). Estas capitulares procuran resolver el problema de la
incorporación de una comunidad al sistema político franco. Intentan respetar el derecho propio, pero a la vez,
salvaguardan los intereses de la monarquía franca. Regulan, por ejemplo, cuestiones de carácter militar o
formas de adquisición de la tierra.
En Cataluña podemos también ver diferentes etapas:
Primera etapa: Formación (siglo XI al XIII)
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Se caracteriza por el mantenimiento y posterior ocaso de la legislación visigoda; esto se debe a que los condes
van a dictar las Cartas de Población y Franquicias, y también por la expansión de un ordenamiento jurídico
de signo feudal a través de los usatges (usos, en catalán).
El clima de violencia que surge a partir del siglo XI es lo que va a ocasionar la no aplicación del código y todo
ello conduce a que la tradición jurídica visigoda persista en la costumbre, es decir, se produce una confusión
entre el derecho legal y el derecho consuetudinario.
Con el paso del tiempo surge el sistema de cartas de población, que son normas que se van a dictar en las
nuevas tierras. En teoría, éstas se dictan para lugares que han de ser repoblados y donde la gente se establece
por primera vez. La singularidad más notable de esta etapa la constituye la aparición de un derecho nuevo a
través de los llamados usatges, que están estrechamente vinculados a las instituciones políticas y a la
regulación de la estructura feudal propia de Cataluña.
Segunda etapa: a partir del siglo XIII
Tras dejar de aplicarse el Liber Iudiciorum, una constitución de las Cortes de Barcelona prohíbe la aplicación
del Liber en beneficio de los usatges y de las constituciones propias del lugar. Pero las Cortes no tienen
suficiente fuerza, por lo que su legislación es débil y sólo abarca determinadas cuestiones. Esta situación no
permite que se produzca la unificación jurídica y por ello predominan los derechos locales. Y por eso, éstos
últimos tienen tanta fuerza en Cataluña.
Todos estos derechos son recogidos en libros que reciben el nombre de Consuetudines o Costums. Van a
existir varias de estas colecciones. Las más conocidas son las de Tortosa y Barcelona, aunque tienen también
importancia las de Gerona.
MALLORCA
Cuando Jaime I conquista las islas de Mallorca, Menorca e Ibiza, acuden pobladores catalanes. Allí lo que ha
prevalecido es un derecho insular en cada isla, y por eso se introduce el derecho catalán propio de los
conquistadores y pobladores. La carta de población que Jaime I concede a Mallorca contempla la vigencia de
las usatges de Barcelona.
Al morir Jaime I, Mallorca se convierte en un reino independiente, lo que trae consigo que se interrumpa la
recepción del derecho catalán. Hay poca actividad legislativa por parte de los reyes mallorquines. Por eso,
hasta la incorporación de este reino a la Corona de Aragón, a mediados del siglo XIV, facilita que se acuda
como derecho subsidiario al romano canónico. La inexistencia de Cortes y de las constituciones que de ellas
surgirían produce un mayor realce en la legislación real en forma de privilegios y pragmáticas,
posteriormente.
Para Ramón Piña, las notas características del ordenamiento mallorquín fueron el valor de la costumbre, el
concepto pactista de la ley y la recepción del derecho común.
VALENCIA
El derecho valenciano aparece en el siglo XIII y desaparece en el siglo XVIII. Su origen y formación están
condicionados por las circunstancias de la reconquista. Una primera etapa coincide con la ocupación de
Castellón y se caracteriza por el otorgamiento de cartas pueblas. La segunda etapa se centra en la conquista de
Valencia y tras ello, cuando el proceso repoblador se encuentra en un estado muy avanzado, Jaime I otorga la
Costum o también denominado Furs (fuero en dialecto valenciano).
El derecho concedido está basado en el de Aragón, Cataluña e, incluso, Castilla. Tal herencia implica que
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coexistan diferentes ordenamientos jurídicos. Por tanto, el derecho valenciano sintetiza y concuerda toda esta
normativa.
Primera etapa: Conquista de Castellón
Éstos reciben cartas de población cristianas, pero que mantienen el respeto del derecho musulmán propio de
los que allí permanecen. Esto quiere decir que la influencia castellana es perceptible y que estas tierras reciben
en realidad el Fuero de Sepúlveda.
Otras muchas ciudades van a recibir el Fuero de Zaragoza. Esto nos lleva a preguntarnos si esta concesión de
los fueros de otras localidades implicó de hecho la importación de las costumbres jurídicas vigentes en los
lugares de origen.
La mayoría de los autores creen que esto no es probable porque estos territorios eran poblados por gente de
muy diverso origen, y es de suponer que, al margen de las cartas de población, siguieran utilizando las
costumbres propias.
Segunda etapa: Furs de Valencia
La conquista de Valencia la realiza directamente Jaime I y tras obtener Valencia, promulga un código
conocido como Costum o Fur. La Costum fue promulgada por primera vez para la ciudad de Valencia y de
ahí se trasladó al resto del reino. Fue escrita en latín y se le realizaron añadidos en la segunda mitad del siglo
XIII (ese es el texto que nosotros conocemos).
La Costum recoge los privilegios concedidos por Jaime I. Sigue la sistemática del Código de Justiniano y
representa la recepción prácticamente general del derecho romano justinianeo.
Se afirma que el monarca otorga el derecho romano justinianeo a Valencia porque en el momento de la
Conquista es un extenso reino poblado por gente de muy diverso origen. En tales circunstancias el único
derecho aplicable a todos y que evita la preminencia o los privilegios de cualquiera de los grupos habitantes es
el derecho común, cuyo prestigio es indudable y extraño a todos ellos.
La conversión de este código valenciano en derecho general del reino se vio favorecida por una política de
unificación, ya que los Furs se fueron dando como derecho local a las nuevas poblaciones.
Los Furs establecen que ellos mismos van a ser aplicados en primer lugar, y en su defecto, se va a acudir a la
razón natural y a la equidad. Esto último facilitará la alegación de los textos romanos, pese a la prohibición de
los reyes, quienes sólo aceptaban una interpretación estricta y literal del código valenciano. Los Furs habían
sido pactados entre el rey y las Cortes, y por ello, para su modificación era necesario el acuerdo.
• El Derecho de Navarra.
La formación del derecho de Navarra se produce a través de la iniciativa privada. Diversos juristas durante el
siglo XIII fijan por escrito las normas jurídicas vigentes de tiempos anteriores.
Uno de los textos que logra notable autoridad es el Fuero General de Navarra. Éste desplaza a los fueros
locales y logra que se reconozca como el derecho navarro que los reyes deben respetar y jurar.
La existencia del Fuero General de Navarra no impidió que se mantuvieran los fueros locales en algunas
ciudades, lo cual va a ser fuente de conflicto. El Fuero General de Navarra sólo podía ser modificado por el
acuerdo del rey y las Cortes a través de los amejoramientos.
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Sin embargo, las Cortes en estos momentos tienen poca actividad y por tanto, prevalecen como normas
jurídicas el Fuero General de Navarra, los fueros locales y, en último lugar, el derecho consuetudinario
recogido en las sentencias que, a su vez, también tenían en cuenta el derecho romano.
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