El Enfoque realista de la economía Alfredo G. Barros Pontificia Universidad Católica Argentina Facultad de Derecho y Ciencias Políticas Av. Alicia Moreau de Justo 1400 011 - 4349-0200 E-mail: alfredobarros@uca.edu.ar Resumen. La presente ponencia es un ensayo sobre una aproximación realista a la economía. En el mismo se entiende por “realista” las doctrinas que asumen lo real como punto de partida para sus reflexiones, sea en el campo del vivir cotidiano, de las artes y técnicas o en el de las ciencias. Desarrolla en primer lugar, lo que se entiende por enfoque realista de la economía, partiendo de la noción más divulgada de la economía en estos tiempos, mostrando la insuficiencia de ciertas consecuencias en posteriores exposiciones, aportando elementos enriquecedores de la ética, y concluyendo en la necesidad de contar con conceptos más precisos. En segundo lugar, se plantea el alcance del denominado “Enfoque católico de la economía”, concluyendo que en el plano sobrenatural lleva a la supresión de la economía como ciencia y en el plano natural el adjetivo de católico no es necesario. En tercer y último lugar, se tocan dos temas que muestran a modo de ejemplo, aspectos que la economía tal como la estudia la llamada corriente principal, muestra aperturas a otros campos del saber, por autoconfesión de insuficiencia en el análisis. La conclusión es una recapitulación de las tesis centrales del ensayo. 1 El enfoque realista de la economía. Introducción. Esta comunicación presenta una pequeña reflexión sobre la pertinencia de estudiar la economía desde una perspectiva realista, esto es desde una perspectiva filosófica, que asume lo real como inicio de las reflexiones sobre economía y concluye o arriba a conclusiones reales. Reflexionaremos también sobre la pertinencia o no de denominar a esta perspectiva “El enfoque católico de la economía”, tratando de investigar si es correcta esta denominación, con vistas a lo que la justificaría, vale decir, si es pertinente o no. Por último, mostraremos algunos temas que son discutibles en el tratamiento económico, ya sea por no dar una respuesta acabada o profunda, ya sea porque en sede económica están hoy día en discusión dejando abierto el tratamiento a otras ramas del saber. 1. El abordaje realista de la economía La economía como ciencia y arte da por supuesta una noción por la cual se da a conocer como aquella rama del saber cuyo objeto es el tratamiento de las múltiples necesidades humanas frente a bienes escasos y útiles. Son conocidos por los estudiosos de la economía que las necesidades se plantean en consecuencia como mayores en número a la disponibilidad de bienes o recursos que puedan satisfacerlas, llegando incluso a oírse de vez en cuando, que “las necesidades son infinitas y los recursos escasos”. Está claro que cuando se presentan las necesidades como “infinitas” se les suman los “deseos”. Y también está claro que cuando los recursos son escasos se plantean en relación a una localización espacio – temporal, con una serie de supuestos que poseen la característica principal de ser inmodificables al menos en el corto plazo. Así por ejemplo decimos que la necesidad que el hombre manifiesta por la energía es mayor que los recursos que posee: la energía para calefaccionar en invierno ante la dotación de petróleo. La economía como ciencia indica las alternativas válidas o “económicas” para satisfacer tal necesidad con tales recursos. Más aún, indica explícitamente que no es objeto de su estudio la “elección de las necesidades” o si se quiere la valoración de las mismas: esto dependerá de cada uno. La cuestión es un poco más complicada cuando hacemos intervenir los deseos, esto es, partir del estudio de las necesidades consideradas lujosas frente a las necesidades “necesarias” o reales. Es un poco más complicada, si intentamos resolver cuestiones planteadas antinómicamente: ¿satisfacemos el hambre de poblaciones o el deseo de diversiones?. En el esquema del planteo de la corriente principal de la economía1 como indicamos no es problema por cuanto “cada uno es cada uno, y mira por si”. Comenzando por la cuestión nominal, hay una distinción entre necesidades y deseos: la necesidad como aquello de lo cual no podemos prescindir sin grave daño para nuestro ser y el deseo aquello de lo cual si prescindimos nos origina un daño no grave para nuestro ser. Podemos expresar esto de esta manera: el hombre debe vivir (satisfacción de necesidades básicas) y debe vivir bien 1 Una es la interrogación sobre la corriente principal (¿qué se enseña en los principales centros del mundo?) y otra es la corriente real (¿es esto verdad?). Aquí podemos plantear otra interrogación ¿cuáles son los criterios de identificación de la corriente principal y cuál su grado de validez? 2 (satisfacción de necesidades de lujo2). O bien, necesidades básicas y necesidades sociológicas. Todas estas expresiones deben ser precisadas, contextualizadas, para tratar de expresar aquello que vemos. Pero queda manifiesto que cuando hablamos de necesidades básicas o del vivir, nos referimos a las de alimentación, vestimenta y vivienda, y cuando nos referimos a las sociológicas o del buen vivir, incluimos aquellas que el hombre tiene como propias por su peculiar ubicación espacial, histórica, social y cultural: todos aquellos bienes que satisfacen su rango, su estirpe, y su deseo de ornato. ¿A cuál de estas necesidades trata de indicar los recursos escasos que las satisfacen y su medida, según la economía? A ambas3, pero ya su mera indicación nos permite jerarquizarlas, apreciar que deben ser satisfechas con criterio, con orden. Esto y no otra cosa es un enfoque realista: las necesidades se nos presentan individual y socialmente con primacías y secundariedades, independientes de mis apreciaciones. Pero como debemos indicar las maneras económicas de satisfacerlas, o de asignarles los recursos escasos, el hombre debe poseer un criterio que haga jugar armónicamente las necesidades y los recursos. Este criterio es la fuerza, la areté de la correcta ubicación en el bien aquí y ahora. Y como el hombre tiene tres grandes ámbitos de realización ubicada del bien aquí y ahora, el desarrollo de esa areté se realizará en consecuencia en tres ámbitos: el individual, el familiar y el social. Esto es, el armonizar necesidades y recursos, al estar en relativo cambio, debe lograrse con una capacidad humana que capte y concrete tal armonía ya sea que las necesidades y los recursos sean de dominio individual, familiar o social.4 Ahora bien, aceptar esta manera de estudiar la economía como rama del saber produce cambios en el tratamiento de los temas. Por ejemplo, no necesariamente las necesidades de familias o de naciones, serían la mera suma de sus necesidades individuales, representadas geométricamente por medio de curvas de demandas, las cuales sumadas darían las necesidades o demanda de mercado. Esto además de ser confuso, porque no distingue los conceptos sociológicos de categorías, conglomerados, grupos, asociaciones, comunidades y sociedades, presenta el inconveniente de no tomar en cuenta todos los elementos prudenciales que permiten concluir en una decisión económica correcta y ubicada. El porqué ha sucedido esto, es motivo de un trabajo de investigación, que deberá tener en cuenta el papel histórico y doctrinal que distintas posiciones filosóficas han hecho jugar sobre la economía. De paso solo queremos manifestar una típica expresión de graduados del área de económicas: “una cosa es la teoría y otra la práctica”: ¿cuál es el sentido de esta expresión?. Que una cosa es el desarrollo académico, conceptual de los temas y otra diversa (“nada que ver”) es la aplicación práctica. Observemos que desde el enfoque realista, no procedemos por este camino. Decimos que la verdad tiene una manifestación teórica y una manifestación práctica. Con rigor indicamos que la 2 Utilizo aquí la denominación que utilizan Yepes Stork Ricardo y Aranguren Echevarría Javier en “Fundamentos de Antropología. Un ideal de la excelencia humana”, Eunsa, Pamplona, 1999, aunque acepto que esta denominación puede dar lugar a una serie de precisiones por su sentido casi “equívoco” que posee. 3 A ambas como dijo el economista, porque si satisfacemos solo las primeras nos quedamos sin trabajo en un minuto. 4 Valga la redundancia, que nos referimos a la virtud de la prudencia. Pero “virtud” y “prudencia” evocan según los hombres, distintas y diversas realidades, llegando en ocasiones al equivoco. Pienso que no sucede lo mismo a nivel de realización concreta, pero esto ya es otra historia. 3 verdad económica tiene una modalidad teórica y un manifestación práctica, con la siguiente condición: no se contraponen ni van por carriles paralelos, menos aún opuestos. Con lo cuál si se manifiestan expresiones como “una cosa es la teoría y otra la práctica”, se manifiesta un modo, una postura de acceso a lo real, incompleto, poco real. La economía de alguna manera salva esto de alguna manera por vía práctica, porque en esta vía los aciertos y los errores se aprecian mucho más rápido que los correspondientes a la vía teórica.5 Por último, en esta breve reflexión sobre el enfoque realista de la economía, una indicación acerca del fin. El viejo principio humano nos indica que todo lo que se mueve, se mueve por algo. “Algo” es el fin. Y es fin porque es bueno, o sea perfectivo, y en consecuencia atractivo, que atrae, y de allí que todos queremos alcanzarlo. ¿Cuál es el fin para la economía? La satisfacción de las necesidades, es una respuesta incompleta, porque en definitiva lo que queremos es estar bien económicamente. Y queremos estar bien económicamente para poder alcanzar fines o bienes de índole superior a los pertinentes a la economía. La sociología y la psicología en el estado actual en que exponen sus enseñanzas nos enseñan mucho de esto, de la importancia que suelen tener los bienes materiales (= económicos) para satisfacer necesidades más profundas: de estima y de reconocimiento social. La ciencia ética también nos aporta sus verdades: el hombre se desarrolla como persona llegando a su plenitud, si usa de los bienes con moderación, con justicia, con prudencia. También nos enseña que su fin es la felicidad y por vía analítica nos indica en que consiste su felicidad: en la posesión del Bien Increado. Pero fijémonos que el hombre no persigue sus bienes solo individualmente, sino también socialmente. Ahora bien, cuando realizamos múltiples acciones individuales y sociales con la vista y la fuerza en alcanzar una meta, un objetivo, un fin, surge el orden, que no es otra realidad, “que la unidad resultante de la correcta disposición de muchas cosas”6, esto es de la multiplicidad de acciones dispuestas correctamente hacia el fin, hace surgir el orden. Para lograr, en consecuencia el orden, deben haber múltiples acciones, o sea, decisiones económicas encaminadas a alcanzar un fin que es común, porque un conjunto de hombres y grupos sociales lo persiguen y que al mismo tiempo, es el bien, o el fin del individuo. En resumen, la consideración del fin final, y de la correcta concatenación de fines próximos y lejanos, intermedios y finales, individual y socialmente, nos permiten valorar las acciones efectuadas para alcanzarlos, y en su raíz, nos permite el análisis de las correctas (o no) toma de decisiones en la asignación de recursos para la satisfacción de necesidades básicas y de lujo. En este planteo, el papel de las matemáticas, queda también ubicado a su justo lugar, por la razón básica de ser una ciencia cuyos supuestos no son suficientes para la formación acabada en la economía y por una razón adicional: al ser ciencia, es en definitiva formadora de una particular manera de ver las cosas7, la cuál extrapolada del alcance propio que tiene, produce una “deformación” o desajuste en el sujeto que la porta para la toma de decisiones. Las relaciones entre razón teórica – razón práctica, bien universal – bien concreto, el papel de la razón particular, todas estas según las entiende la filosofía que abreva en Santo Tomás de Aquino, tienen un importante papel formativo para la toma de decisiones económicas. 6 Santo Tomás de Aquino, Contra Gentiles, III, 71, citado en Sacheri Carlos, El Orden Natural, Ed. Del Cruzamente, Buenos Aires, 1980. 7 Es decir es formadora de una hábito. 5 4 Esto es, forma en lo suyo específico que es lo cuantitativo, pero no forma a los oyentes de esta disciplina en la consideración de aspectos como lo histórico y lo circunstancial. 2. La pertinencia nominal y real del “Enfoque Católico de la Economía”. No analizamos “enfoque” en el punto anterior, pero lo haremos ahora. Enfoque es la acción y el efecto de enfocar, y enfocar es hacer que la imagen de algún objeto producida en el foco de una lente se recoja con claridad sobre un plano y objeto determinado. Figuradamente, es descubrir y comprender los puntos substanciales de algún problema.8 Es decir, que cuando hablamos del “Enfoque Católico de la Economía”, estamos tratando de descubrir los puntos substanciales de la economía a la luz de lo “católico”.9 ¿En qué sentido se usa católico aquí?10. De todas las acepciones que indica el Catecismo de la Iglesia, creemos que la que más se aproxima a este modo de ver es la siguiente: “El deber de rendir a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado. Esa es “la doctrina tradicional católica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religión verdadera y a la única Iglesia de Cristo” (DH 1). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan “informar con el espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que cada uno vive” (AA 13). Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia católica y apostólica (cf DH 1). Los cristianos son llamadas a ser la luz del mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, enc. “Inmortale Dei”; Pio XI, enc. “Quas primas”).11 Este texto forma parte del tratamiento de Los Diez Mandamientos y junto a la Vocación del hombre: La Vida en el Espíritu, forma parte de la Tercera parte La Vida en Cristo.12 Esto es, el tratamiento del texto es teológico revelado, como se desprende de los títulos pertinentes. Cuando analizamos los temas de la Tercera Parte, vemos que los temas son de Revelación Divina como también se aprecia en partes del texto arriba transcripto. Pero debemos recordar que las verdades divinas pueden ser de dos tipos: algunas accesibles a la razón natural y otras no accesibles.13 En consecuencia, nos preguntamos: ¿con qué tipo de verdades se relaciona la economía, para que merezca un tratamiento 8 Acepciones aceptadas por la Real Academia Española. Algo así como un objeto formal quo. 10 Ledesma Joaquín R., El Enfoque católico de la Economía, Educa, Buenos Aires, 2000. 9 11 Catecismo de la Iglesia Católica Nº 2105. Es interesante ver que la La vida en Cristo se divide en las siguientes partes: Primera Sección: La Vocación del hombre: La Vida en el Espíritu: C. 1: La dignidad de la persona humana; C.2: La comunidad humana; C. 3: La salvación de Dios: la Ley y la Gracia. Segunda Sección: Los Diez Mandamientos: C. 1: Amarás a tu Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas; C. 2: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 13 Santo Tomás de Aquino, Contra Gentiles, L. I, C. 4. 12 5 “católico”? y segundo ¿porqué lo trata la Iglesia, en su Catecismo y en los documentos que forman parte de la Doctrina Social de la Iglesia? Con respecto de la primera pregunta, pensamos que el tratamiento de la Economía como ciencia y arte no es una verdad inaccesible a la razón natural. La realidad económica, como experiencia está al alcance de cualquier persona y comunidad en ejercicio de sus facultades. Como arte, esto es como conjunto de reglas para alcanzar una obra llamada económica, también es alcanzada por el ser humano individual y socialmente, seguramente por un número más reducido, al igual que los que se dedican al cultivo de sus principios desde una perspectiva científica. Vale decir, que la economía es un conjunto de verdades alcanzables por el sólo ejercicio de la razón natural, y más aún: ni siquiera Reveladas aunque el hombre las pudiera alcanzar con el ejercicio de la razón natural. ¿Porqué entonces son tratadas dentro del Catecismo y en particular por la Doctrina Social de la Iglesia?. Son tratadas para facilitar indirectamente el conocimiento y cumplimiento del núcleo central de la Revelación o bien, desde otra perspectiva, porque conviene para la salvación del hombre, el allanar inconvenientes y postular soluciones que no correctamente tratadas pueden interferir en el camino de salvación. Esto es, por una razón prudencial, o de ubicación en el bien aquí y ahora. Lo que queremos decir, es que el tratamiento que la Iglesia Católica efectúa sobre la economía, se refiere a principios que no son exclusivos de la economía sino a aspectos de la Ética, y valga la aclaración, con realidades que hacen a la conformación del hombre con su destino final: la economía como praxis humana está regulada por los principios de orden natural, los cuales están abiertos al orden sobrenatural, pero con una clara distinción, que impide la absorción o fusión de unos con otros. En consecuencia cuando se habla de “Enfoque Católico de la Economía”, en particular hay que remitir a explicar la raíz de la economía (praxis humana y su principio: el hombre como animal racional) y efectuar un abordaje desde la Doctrina Social de la Iglesia, parte de la Teología Revelada, en dónde se vincula la economía a los principios que hacen más directamente a la salvación del ser humano. Pero para tratar de la economía con su primera parte, la raíz de la economía, el vínculo de la economía como ciencia y arte al hombre en su aspecto integral (espiritual y corpóreo, individual y social, cultural e histórico, con una actividad inmanente y un destino trascendente) no hace falta recurrir al adjetivo católico, por cuanto esta relación es captable en el orden natural de las cosas. Por ejemplo, plantear la solidaridad en economía, de ricos con pobres, no es algo que necesariamente deba respetarse por ser católico: debe respetarse por ser humano. La explicación de las vinculaciones de la economía con la ética no es algo exclusivamente logrado en el plano sobrenatural, sino posible de explicar en el plano natural. Que la religión Católica pueda dar un conjunto de explicaciones de largo alcance o de mayor motivación, es otro cantar que no invalida la tesis que dice: no hace falta plantear un enfoque católico de la economía, si con esta denominación se quiere asegurar el tratamiento de un corpus ético, que resguarde la dignidad de la persona humana. Pensamos que indicar un tratamiento realista de la economía, lleva ya a reconocer los aspectos que hacen a la dignidad humana en sus dimensiones individual y social. 6 Como una ventaja de menor rango, puede lograr establecer encuentros con grupos que no acepten una teología revelada pero que estén dispuesto al descubrimiento de la verdad en su manifestación natural. Un tratamiento de este tipo es incompleto por cuanto no tiene presente la inserción de este campo del saber humano en la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo, sobre todo, en lo que el Catecismo señala como la “realeza de Cristo sobre toda la creación y en particular sobre las sociedades humanas”.14 En síntesis: desde una perspectiva nominal, el enfoque católico de la economía lleva a su aspecto real. Y su aspecto real es Súper Real: sobrenatural: puede efectuarse un tratamiento científico pero de ciencia teológica y no económica. Si se quiere mantener un tratamiento de ciencia como tal, hay que efectuar un tratamiento en el plano natural –de la razón natural- y en este caso pensamos es superfluo colocar el adjetivo de católico. 3. Algunos aspectos que la ciencia económica de la corriente principal deja resueltos de manera incompleta. En esta última parte de la comunicación ejemplificaremos algunos temas que la economía como es estudiada en sus primeros niveles científicos no soluciona acabadamente. El primero de ellos es la clásica distinción entre economía normativa y economía positiva. Esta distinción, por vía de simple argumentación lógica, plantea el siguiente inconveniente: aceptado que la economía es una ciencia práctica: ¿cómo no va a ser normativa? Si una ciencia se postula como práctica o menos aún, si es un saber artístico o técnico es práctico, ¿cómo no va ser normativo? Es decir, si es práctico, postula dos cosas: primero, que tienen un fin de tipo operativo, práctico, y segundo, que conoce los caminos válidos para lograrlo. El lazo entre el primero y el segundo no es otra cosa que la normatividad: la indicación que por estos caminos llegaremos mejor al objetivo económico. Que la ciencia práctica tenga que realizar trabajos de campos, sea. Que deba tratar de buscar vínculos en los datos registrados, sea. Estos puntos no invalidan la normatividad. Ahora, si deben proponerse objetivos a alcanzar, hay que distinguir si están dentro del alcance de la ciencia o no. Si están dentro del alcance de ella, con más razón es normativa: dice lo que se puede alcanzar y cómo. Si están fuera de su tratamiento, hay ya no opina, y mucho menos dictamina, por dos razones al menos: no posee los instrumentos científicos para tratar el inconveniente, y dos, no le compete a una ciencia, indicar lo que está más allá de sus principios, cuando estos son superiores. Nuestra opinión es que en el planteo de ciencia normativa – ciencia positiva, se confunden ciertos temas: uno, una sola ciencia puede tener dos instancias: la positiva y la normativa. Dos, una antigua y ya casi obsoleta consideración epistemológica de la ciencia: hablar actualmente de ciencia positiva es ya trabar con instrumentos de siglos anteriores que casi sin dudas están superados ¡en la corriente principal de la epistemología!15. Tres, un planteo de ciencia normativa y ciencia positiva como viene dado en la mayor parte de los textos de introducción a la economía que hemos revisado16 tratan el tema de la siguiente manera: indican que es ciencia normativa y que ciencia positiva y “aplican” 14 Ibidem, Nº 2105. Basta recordar un solo nombre: Karl Popper. 16 Los manuales de Samuelson – Nordhaus, Dornsbusch y Fisher, Mankiw, etc.. 15 7 estas categorías a la economía. Mejor sería ver la realidad económica en sí, ver como toman decisiones los agentes económicos y que obras logran, para desde allí comenzar a elaborar una formulación científica “realista” y luego –subrayo luego-reflexionar sobre el tipo de ciencia que es. En este sentido, el viejo maestro Aristóteles puede enseñarnos mucho. Otro tema no resuelto por la economía y en particular por la macroeconomía, es lo vinculado a las decisiones grupales: caso concreto cómo determinar el método por el cual se deciden aspectos de Finanzas Públicas, como por ejemplo, la determinación de necesidades sociales y los bienes que deben cubrirlas. En algunos casos se remite a la decisión del voto, y en otros al voto pero encaminado a la elección de los políticos, que con sus decisiones tomarán “el toro por las astas”.17 Esto está mostrando al menos dos cosas: o la insuficiencia del campo de trabajo de la economía y en consecuencia la insuficiencia del instrumental conceptual para trabajar y el problema de plantear los campos científicos como compartimentos estancos. Apuntamos aquí sólo posibles puntas de investigación. Con respecto de lo primero, si arrancamos de una deficiente ubicación epistemológica, la carencia y pobreza de instrumentos será una consecuencia lógica. Pensamos que la Macroeconomía no tiene alcance suficiente para dar a conocer como es el proceso decisorio. Pero con una correcta epistemología se podría realizar un análisis parcial de las necesidades y de los bienes sociales. Porque si más arriba hemos dicho que para llevar a su plenitud la economía hay que introducir el tratamiento de la prudencia para formar en la toma de decisiones económicas, ¿cómo no va a poder abrir la boca sobre la determinación de las necesidades? En relación al tratamiento de las ciencias como compartimentos estancos es algo que atenta contra el alcance y las potencialidades de las ciencias. El reconocimiento de lo real como algo más rico que el conjunto de contenidos de las ciencias debe llevar al reconocimiento de la necesidad del tratamiento interdisciplinario. Y del tratamiento interdisciplinario, al tratamiento intradisciplinario, para calibrar la jerarquía de las ciencias que están tratando con lo real en distintos grados de profundidad. De esta manera la apertura a otras formas de realidad y a otras concepciones de ciencia pueden llevar al correcto tratamiento en la determinación de necesidades y bienes públicas. 4. Conclusión. Este corto recorrido que hemos efectuado bajo la denominación del Enfoque Realista de la Economía, pretende mostrar insuficiencias y excesos en el tratamiento de lo real, bajo su aspecto de económico. La economía como está siendo cultivada en nuestro medio creemos lleva un germen de esterilidad, al no poder dar explicación de problemas humanos cotidianos: por ejemplo, la distribución de la riqueza y la pobreza, el desempleo, el desigual nivel de crecimiento y desarrollo de las comunidades. Pensamos también que otra manifestación de esterilidad, es la reducción de las discusiones a un círculo de especialistas. La especialización creemos es el gran enemigo del saber, porque el saber de por sí, incluso el saber “más saber” la sabiduría es de por si manifestativo, luminoso. Ahora, si por “saber economía” es algo que nadie más que los eruditos entienden, algo está funcionando mal, porque parece que eso 17 Dos autores: R. Musgrave y H. Petrei. 8 lleva a que las concepciones económicas se concentran en pocas manos, sin mostrar la realidad que eso sea verdadero. La segunda conclusión, es que no es posible plantear un enfoque católico de la economía y mantenerla al mismo tiempo como ciencia: si es posible tratar de la economía desde perspectiva católica, pero en ese caso, no hay ciencia económica sino teológica. 9