Ideas gramaticales de Nebrija y de Valdés

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IDEAS GRAMATICALES DE NEBRIJA Y VALDÉS
Introducción
El Renacimiento como época cultural y el Humanismo como doctrina filosófica transfomaron completamente
la vida artística, intelectual y vital de Europa a partir del siglo XV. Llevados por un afán racionalista, los
humanistas estudiaron todas las facetas del saber, tomando como base lo aportado por la Antigüedad clásica,
que poco a poco se iba recuperando. Los estudios lingüísticos también avanzaron de manera importante; así,
mientras que Lorenzo Valla veía en su obra Elegantiarum latinae linguae libri (ca.1444) la necesidad de
recuperar la "latinitas", otros estudiosos (ya desde Dante, con su De vulgari eloquentia, ca.1310) centraron su
interés en las lenguas vulgares, en el movimiento que se dio en llamar "humanismo vulgar" y que tenía como
principal figura a Leon Battista Alberti.
La teoría gramatical se ve transformada al tener lugar la separación entre la "grammatica methodica", que
permite el conocimiento de una lengua, y la "grammatica exegetica", encargada de la fijación y el comentario
de las obras clásicas. Otro aspecto interesante fue el de la cuestión de la lengua, que versaba sobre las
relaciones entre el latín y las lenguas romances.
Todos estos esfuerzos linguísticos −provenientes en su mayoría de Italia− tuvieron su eco en los gramáticos
españoles. Dos de los más significativos, Antonio de Nebrija y Juan de Valdés, serán el objeto de nuestro
estudio, en el que trataremos sus principios lingüísticos y sus aportaciones al ámbito de la teoría gramatical.
Las ideas gramaticales de Nebrija y Valdés
1) La cuestión de la lengua
La dignificación de las lenguas vulgares llevada a cabo por humanistas como L.B. Alberti tuvo como primera
consecuencia el interés por conocer sus orígenes. Tanto Nebrija como Valdés aceptan la teoría de la
corrupción, según la cual las lenguas romances −en su caso el castellano− provienen de la degeneración del
latín. Así, Nebrija escribe en su prólogo: "començó a caducar la lengua latina, hasta que vino al estado en que
la recebimos de nuestros padres" (1). Semejante juicio hallamos en Valdés: "todavía la lengua latina es el
principal fundamento de la castellana" (2). También coinciden nuestros dos gramáticos en dotar de prestigio al
castellano; de este modo, mientras Valdés cree que la lengua que se hablaba en la Península antes de la
ocupación romana era el griego (lengua de prestigio en el renacimiento), Nebrija opina que el proceso de
corrupción del latín se compensó con la aparición de la lengua castellana, digna continuadora del latín.
Donde no hay acuerdo es en la relación que la lengua utilizada por estos gramáticos conserva con respecto al
latín. Si bien Nebrija conserva los lazos de unión con la lengua madre y las tendencias latinizantes (lo cual no
excluye que destaque en varias ocasiones lo específico del castellano), C. Barbolani −citando a L. Terracini−
resalta la plena actualidad del castellano en Valdés y la autonomía de esta lengua respecto al latín (3). De
hecho, como nos recuerda W. Bahner, Valdés censura las tendencias latinizantes introducidas por Nebrija en
el castellano, a las que acusa de afectadas (rasgo opuesto al sistema de valores estilístico presentado por el
lingüista conquense) (4).
2) Las teorías gramaticales
De opuestas se pueden clasificar las posturas de los dos estudiosos con respecto a su visión del arte
gramatical. Partiendo de un hecho cohesionador −la dignidad del castellano, capacitado para alcanzar el
mismo nivel que el latín−, tanto Nebrija como Valdés dirigen sus esfuerzos a una profunda investigación
sobre la lengua más importante en la Europa del renacimiento.
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Tres son los propósitos de Nebrija al redactar su Gramática de la lengua castellana (Salamanca, 1492) (5):
a) Fijar la lengua.
b) Ayudar a los que quieran estudiar la lengua latina.
c) Enseñar el castellano a aquellos cuya lengua nativa es otra.
Estos principios responden en gran medida a los intereses políticos de la época, los cuales veían en la lengua
un perfecto instrumento cohesionador. Por tanto, Nebrija aprovechará la expansión política llevada a cabo por
los Reyes Católicos para trazar un paralelismo entre lengua y estado, convirtiéndose la lengua en "compañera
del imperio" (6).
Por su parte, parece que el Diálogo de la lengua (Nápoles, 1535) se debe al intento de Valdés de aclarar
ciertas dudas lingüísticas planteadas por amigos suyos. Y es que no debemos olvidar el interés que una lengua
como el castellano suscitaba en un país −Italia− inquieto por los debates sobre la cuestión de la lengua.
Con su gramática pretende Nebrija "reduzir en artificio este nuestro lenguaje castellano" (7). En su opinión, la
lengua ha cambiado tanto en tan pocos siglos porque no ha estado sujeta a "Arte" alguno, es decir, no ha sido
sometida a reglas mediante una gramática (8). Esta idea la toma de su formación lingüística, dedicada al
estudio de las lenguas clásicas. Ha comprobado Nebrija que tales lenguas se han conservado perfectamente
gracias a la creación de las gramáticas. Ahora bien, demuestra así el gramático sevillano no distinguir entre
lenguas vivas y lenguas muertas; además, esto entra en contradicción con su idea de la evolución de un estado
y la paralela evolución de su lengua. Otra ventaja de la Gramática es que su conocimiento posibilita a los
extranjeros para aprender el castellano (9).
Difiere Valdés de estos argumentos; según escribe en el Diálogo de la lengua "las lenguas vulgares de
ninguna manera se pueden reduzir a reglas de tal suerte que por ellas se puedan aprender" (10). Según
Balbolani, para este gramático "el conocimiento de la gramática no es bastante para adueñarse de la lengua"
(11). El uso es presentado como el principio indispensable para dicho objetivo (12), basándose en él para
adoctrinar a sus contertulios. De aquí se deduce que Valdés posee una visión descriptiva de la enseñanza de la
lengua, frente al carácter prescriptivo de la gramática nebrijense.
En cuanto a la metodología, Nebrija recurre a los modelos latinos, en los que se basa para estructurar su obra;
esto no es de extrañar si tenemos en cuenta su formación y su condición de pionero en la elaboración de una
gramática científica de la lengua romance. Por su parte, Valdés adopta el género del diálogo latino, muy
extendido entre los humanistas italianos. Es este un género didáctico en apariencia asistemático y
desorganizado; sólo la profundización en el texto nos hará ver cierta organización en el diseño de la obra,
como ha señalado Barbolani (13).
En resumen, podemos afirmar que mientras Nebrija ve la necesidad de fijar la lengua en una gramática
(obviando la evolución de toda lengua), para Valdés dicha fijación va en contra del principio dinámico del
uso; un principio fundamentado en el rasgo característico de cualquier lengua: su comprensión por parte de
todos los usuarios de la comunidad lingüística. (Bahner, 70)
NOTAS
1. Nebrija, Elio Antonio de: Gramática de la lengua castellana, edición de A. Quilis y prólogo de M. Seco,
Madrid, Aguilar, 1992, fol. 2 r.
2. Valdés, Juan de: Diálogo de la lengua, edición de C. Barbolani, Madrid, Cátedra, 1992, pg. 139.
2
3. Valdés, ob. cit., pg. 77.
4. Bahner, Werner: La lingüística española del Siglo de Oro, Madrid, Ciencia Nueva, 1966, pg. 69.
5. Nebrija, ob. cit., fol. 2 v. − 3 v.
6. Nebrija, ob. cit., fol. 1 r. Esta idea provenía de las Elegantiae del humanista Lorenzo Valla.
7. Nebrija, ob. cit., fol. 2 v.
8. Nebrija, ob. cit., fol. 2 v.
9. Nebrija, ob. cit., fol. 3 v. "por esta mi 'Arte', podrían venir en el conocimiento della".
10. Valdés, ob. cit., pg. 153.
11. Valdés, ob. cit., pg. 82. El subrayado es añadido.
12. Valdés, ob. cit., pg. 150. "No me parecería mal si se usasse, pero como no se usa, yo por mí no lo osaría
dezir ni escrivir."
13. Valdés, ob. cit., pg 60.
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