De la crítica orteguiana de la razón escolástica a la razón académica en la filosofía española José Luis Moreno Pestaña Universidad de Cádiz Intervención oral en el Congreso de la Sociedad académica de Filosofía, 3 de Febrero, Universidad de La Laguna Proyecto de I+D FFI2010-15196 ¿Por qué estudiar estos tres debates? Los debates filosóficos permiten, por un lado, ejercitar argumentos que tienen una procedencia lejana en el espacio y en el tiempo pero, por otro lado, hacerlo dentro de una configuración singular y concreta. ¿Cómo reconstruirlos? Podemos prescindir de las configuraciones singulares y restringirnos a los argumentos, aceptando que estos pueden comprenderse por sí mismos. Así, examinaríamos los debates midiendo los conocimientos de cada uno y la coherencia de cada una de las doctrinas enfrentadas. A veces, muy pocas, elegiríamos un ganador; otras, las menos ―prudencia académica obliga― nos contentaríamos con establecer el justo medio. Se utilizará aquí otro supuesto. No es, en absoluto, que los argumentos se encuentran fatalmente determinados por la existencia de quien los formula y de quienes los aprueba. El debate en este punto es vano y suele consistir en ver hasta donde llega la determinación. Mi posición –que es orteguiana- es que ninguna idea se comprende bien si no se reconstruye el contexto pertinente que da sentido a su utilización. La cuestión es hasta dónde avanzar en la reconstrucción del contexto pertinente. La simple lectura y comprensión de los textos, el estudio de las fuentes de los mismos, trabajos indispensables ambos, no basta. Vivir como filósofo exige un modo de vida. Esa tesis, que Pierre Hadot ha utilizado para la filosofía antigua, nos parece valida también para la filosofía contemporánea. Esta intervención o resume el libro La norma de la filosofía. Para una genealogía del patrón filosófico español, de próxima publicación en Biblioteca Nueva (Colección “Pensar en español”) 1 Los tres debates que analizaré, cuyos argumentos presentaré en forma muy sucinta, permitirán comprender características generales de la filosofía española en las primeras dos décadas del franquismo, aunque el tercero, se produzca en los años 1970. En él se percibe el resultado intelectual de los dos primeros. Los debates son los siguientes: el de Marías con Pedro Laín Entralgo a propósito de las generaciones (que se desarrolla en los años 45 y el 49 en el que aparece El problema de las generaciones en la historia de Laín y El método de las generaciones en la historia), nos permitirá comprender la coyuntura de los herederos de la universidad republicana, y de las diversas herencias del proyecto orteguiano. El segundo debate, que enfrenta a variados pensadores católicos alrededor de la valía de Ortega, nos permite comprender, por un lado, la coyuntura ideológica de las diversas familias de la España nacional y, por otra, la actualización de una norma de ejercicio filosófico que marcará duraderamente a la filosofía académica española. El tercer debate, el archiconocido debate entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno, repite, en cierto modo, las diferencias teóricas entre el último Ortega respecto de Zubiri y, sobre todo, muestra dos reacciones muy similares ante el estilo de pensamiento teórico que se expande por las secciones de filosofía. Breve repaso a los argumentos y tipología Enumeraré brevemente los argumentos centrales de los tres debates y de las propiedades de cada uno de los participantes. El primer debate consiste en cómo utilizar el concepto de generación. Laín critica a Ortega por su biologicismo, es decir, por haber tenido en cuenta en su teoría de las generaciones la continuidad biológica. La historia es discontinua, solo hay proyectos personales y no puede hablarse de grandes conjuntos históricos como lo hace Ortega; únicamente es posible si se descubre, explica Laín, que los proyectos personales son comunes. Marías considera que Laín distorsiona el supuesto biologismo de Ortega La biología, para Ortega, forma parte de una “realidad concreta” que no es biológica y, por tanto, debe integrarse en una biografía social e histórica (tal es la diferencia entre zoé y bíos que Ortega formula en El tema de nuestro tiempo de 1923). Marías considera que la incomprensión de Laín se debe al modo de vida en el que se encuentra Laín. Para describirlo utilizaremos una tripartición inspirada en Geoges Dumezil (tres funciones: agricultores, guerreros, sacerdotes), Georges Duby (laboratores, bellatores, 2 oratores), Michel Foucault (tres modos de veridicción filosófica en Le courage de la vérité: profeta, técnico y sabio) para ordenar las propiedades de los tipos de agentes que se enfrentaban en el debate, es decir, para comprender el contexto que según Julián Marías promovía las incomprensiones de Ortega. La utilizaremos también para comprender los dos debates a los que me referiré. Al final de la Guerra Civil hay, grosso modo, en el campo de la filosofía española, al menos tres tipos de agentes. En primer lugar, aquellos que ocupaban puestos en el campo filosófico, por ejemplo, en la Universidad y cuyo destino se encuentra alterado por la contienda. El mundo orteguiano, sin duda, fue el que más proyección tenía y el que más perdió tras la reordenación de la vida filosófica en España. Ese grupo poseía, grosso modo, las propiedades siguientes: extracción social burguesa, una conexión importante con el mercado extraacadémico (Marías escribe su Historia de la filosofía a partir de las conferencias que da en la Residencia de Señoritas) y un modelo filosófico doble y en conflicto. Por un lado, la idea de un nuevo sistema prometido por Ortega a partir de sus famosos mamotretos –que consistirían básicamente en una filosofía de la razón histórica- y, por otro lado, su defensa final (ver La idea de principio en Leibniz) de un filosofía no escolástica, es decir, que sitúa las ideas dentro de marcos históricos amplios, de cuño diltheyano y quizás durkheimiano. Emilio Lledó representa de algún modo ese grupo y sólo podrá hacer carrera yéndose a Alemania. El segundo grupo es el de aquellos a quienes la Guerra Civil aceleró su carrera. Eran personas que cambiaron su posición política (por ejemplo, Enrique Gómez Arboleya y Francisco Javier Conde), quienes la precisaron (Laín Entralgo o Aranguren). Estos tenían altos recursos políticos y por tanto el control de los puestos institucionales en la administración y en la industria cultural, pero no en la universitaria (ver el caso de Yela Utrilla: falangista antizubiriano). El modelo filosófico de este grupo, en buena medida, salvo Aranguren, procedente allende la sección de filosofía, era inexistente. El impacto de Heidegger y la posterior identificación con otro maltrecho de la Universidad republicana (Zubiri) les permitirá adquirir un nuevo capital cultural. Su influencia en el mundo de la filosofía académica es escasa, sólo Aranguren estará en la Facultad de Madrid y en la asignatura de Ética, la más próxima a las ciencias sociales. Zubiri y Ortega mantienen una relación común con las ciencias: si bien el primero despunta más en la Física y la cultura histórica de Ortega es apabullante, así como su proyecto de ser un Galileo de la razón histórica (que poco tiene que ver con Heidegger). Sus diferencias se encuentran en torno a la historia de la filosofía. Mientras 3 Ortega defiende una precisión resueltamente histórica y sociológica de la filosofía, lo que impide construir una tradición común entre Platón y nuestro tiempo (Prólogo a la Historia de la Filosofía de Émile Brehier), Zubiri, sin embargo, concibe el ejercicio de la filosofía como una actualización de las posibilidades no realizadas de la historia de la filosofía. La razón vital de Ortega, que tomaba en cuenta las condiciones biológicas de la sucesión generacional, era, para un miembro de este grupo como Laín, un recordatorio de que, como reconoce Aranguren en Memorias y esperanzas españolas, sin la Guerra nunca hubieran sido intelectuales. Los miembros de esta fracción estaban reclutados en fracciones de las clases medias menos elevadas que los orteguianos y, sobre todo, sin contacto universitario. Pero la diferencia fundamental es la aceleración de las fases de su ciclo de vida intelectual que produce la Guerra Civil. El tercer grupo también acelera su presencia por la Guerra, aunque proviene, y eso los diferencia de los dos anteriores, menos del prestigio y los cargos políticos (como los zubirianos en filosofía y falangistas en política), que de la imposición administrativa. El Régimen del 19 de julio impuso una filosofía oficial, el tomismo, y con ello encomendó la formación universitaria y, muy importante, la formación en enseñanza media en la que la filosofía adquirió una gran preponderancia. El plan de 1938 dedicará nada menos que 9 horas semanales a la filosofía en Bachillerato. El régimen, asumiendo el tomismo, convertía al Estado en vanguardia de la campaña neotomista en Filosofía decretada por el papa León XIII, en 1879, con la Encíclica Aeterni Patris. Encíclica reforzada por la campaña antimodernista en teología —Zubiri tuvo que prestar el juramento antimodernista— con la encíclica de 1907 del Papa Pio X Pascendi Dominici Gregis. ¿Quién interviene en el debate contra Ortega? Todos cuantos intervienen se encuentran fuera del mundo universitario y forman parte de la red filosófica de la Iglesia, muchos de ellos han sido facturados como personas y como pensadores en instituciones totales (control de la vida cotidiana, ruptura con el mundo originario, sometimiento a un grupo de pertenencia, relación tipo oblato) de la iglesia, con todos los rasgos vitales que ello supone. Ramírez, su héroe filosófico, dirigió un tiempo el CSIC pero no podía vivir fuera del convento y terminó volviéndose a San Esteban. La polémica, por un lado, pretende mostrar la incompatibilidad de Ortega con el catolicismo y, por otro, la falta de sistema del pensador, su tendencia al historicismo, su carácter mundano, etc. Uno de los participantes, el miembro del OPUS DEI Vicente Marrero insistirá en lo poco filosófico que es Ortega, citando entre otros al propio Gaos, 4 lo que prueba que no se trataba sólo de una pugna ideológica, sino de una disputa acerca de la norma filosófica a asumir. Marrero muestra cómo Ortega disuelve la filosofía en la historia. Aunque extrauniversitaria, la polémica estaba conectada con la Universidad: en esa época, González Álvarez reclutaba doctorandos (García-Borrón) para atacar a Ortega. La cátedra de Ortega, que quedaba libre, y que ocuparía González Álvarez, fue objeto de una significativa campaña política por parte de Rafael Calvo Serer. Entre los discípulos de la segunda generación del poder universitario franquista, toda una generación de profesores universitarios está poniendo las bases de una historia textual de la filosofía, por ende, antihistoricista, pero rompiendo los estrechos marcos del tomismo. El ejemplo es, por ejemplo, Sergio Rábade respecto a Ángel González Álvarez. La norma tomista del comentario del canon permanece, pero el canon se amplía hasta abarcar la importación de las diversas escuelas filosóficas del planeta, actividad en la que el ambiente filosófico español sobresale. Los orteguianos, desprestigiados, se refugiarán bien en algunas ramas aplicadas de la filosofía práctica, pasarán a la sociología (una institución como CEISA es impensable sin la inspiración orteguiana) o al ensayismo. Los zubirianos, siempre mejor mirados dentro de la institución escolástica, permanecerán al margen de la reproducción del cuerpo de filósofos. En cualquier caso, los años 1960 suponen la intersección definitiva entre los remanentes del modo de generación orteguiano y zubiriano en la intersección entre la filosofía, las ciencias sociales y la medicina. La ortodoxia, una vez eliminado el cepo doctrinal, entra en crisis a finales de los años 1950. Se trata de una corriente que tenía una muerte social posible, la de permanecer demasiado fiel a una corriente del siglo XIII. Buena parte de sus partidarios académicos, aquellos con más capital cultural, se instalarán académicamente en la filosofía, algunos representantes más militantes, como Calvo Serer, cultivarán el capital político virando a la izquierda. Viraje generalizado pues el posicionamiento de izquierda es una condición de entrada en el campo cultural. La reacción contra esa norma anima el tercer debate, sostenido entre una posición de radicalización del orteguismo y una posición de defensa de la filosofía mundana sin desdeñar la formación filosófica, es decir, la productividad de la filosofía académica para comprender las realidades sociales. Ambos contendientes defienden posiciones muy próximas basada en una concepción abierta de la filosofía, que trabaja 5 más allá de los signos considerados filosóficos y que considera escolástico el simple cultivo del canon, con sus ampliaciones incluidas. Podemos comprender este debate con tres criterios de diferenciación, cuya pertinencia no podemos justificar aquí completamente: la posición institucional dentro del mundo de la filosofía (que Sacristán no tiene), los mercados que sirven de referencia a la propia labor y el modelo de discurso filosófico (que supone una concepción de la filosofía y un material sobre el que ejercerla). Las posibilidades son ocho. Estas posibilidades representan, en el momento en que se produce el debate, la historia colectiva del campo y los recursos de los que disponen los agentes Número de la Institucional Públicos amplios Concepción abierta combinación 1 + + + 2 + + - 3 + - + 4 + - - 5 - + + 6 - + - 7 - - + 8 - - - No se dispone de espacio para comentar el conjunto de las posibilidades que se analizarán en un trabajo más amplio. Concentrémonos en las relevantes para lo que aquí se debate. Bueno se encuentra en la posición número 3 (asentado institucionalmente y con una concepción abierta) aunque sin duda pretende llegar hasta la 1, pero sin descuidar, en su conquista de públicos intelectuales, el público conformado por los profesores de filosofía educados en la escolástica nacionalcatólica (cuyos principios de análisis reformulará dentro de su versión del materialismo). Sacristán se encuentra en la posición 5 (marginado institucionalmente como filósofo en Económicas, pero con un importante mercado intelectual y político) y, con su intervención, pretende convertir su propia posición en la norma hegemónica cortando de raíz la legitimidad procedente de la Filosofía institucionalizada como tal. Para ello la confina en la posición 4: la 6 institucionalización filosófica se restringe a meditar sobre el canon delante del gremio, algo que Bueno, obviamente, no puede aceptar. Conclusión Desde el final de la Guerra Civil hasta los años 1960 se estabilizan tres concepciones de la filosofía, cuyos agentes tienen sociogénesis diferentes. Un primer tipo de agentes, la generación republicana-orteguiana, surgida de fracciones del mundo burgués y de la vida universitaria pierde los puestos institucionales y el control de los mecanismos de reproducción académica. Uno de ellos, Zubiri, servirá como referente de un grupo de agentes que –en Madrid- vieron su carrera acelerada por la guerra, y que harán filosofía en puestos institucionales ajenos a las secciones y áreas de filosofía, o en las partes más prácticas (Miguel Cruz, Arboleya, Conde, Aranguren, Laín). En fin, un tercer grupo surgido de las clases medias católicas o de clases populares (aupadas por medio de los internados religiosos) intentó imponer el canon neotomista. Cada grupo disponía, en los años 50, de posibilidades de marginación o de mantenimiento y mejora de la propia posición (véase cuadro siguiente). Un grupo reúne agentes que tienen similares estructuras y volumen de capital, pero se pueden tener propiedades de varios grupos. Dos ejemplos: Así Sacristán tiene propiedades del grupo de gentes cuya carrera se acelera en el Nuevo Régimen y de transmisor de doctrina del canon. Calvo Serer tiene una posición de transmisor de doctrina del canon pero su volumen de capital en ese ámbito es tan bajo que pasa rápidamente a ejercer de profeta/bellator/guerrero. Marías será un filósofo extraacadémico y sin embargo administrador de un canon (el “orteguismo”) ante públicos no universitarios. Posibilidades de fracaso intelectual y de reconversión en la década de los 50 Propiedades Muerte intelectual Laboratores/sabios Expulsión de Reconversión la vida Ciencias sociales intelectual Ensayismo no académico Defensa del canon marginado Bellatores/profetas Estigmatización ideológica Reconversión ideológica 7 Rigidez Oratores/técnicos teórica (Zubiri Ciencias sociales como referente) ampliación del canon Rigidez del canon Ampliación del canon Estigmatización ideológica Aggiornamento y tecnocrático 8