PUCSI BUALI “La Ventura de tener hijos” En la mitología andina existe una Madre o “Diosa” de nombre Pucsi Buali, ella es reconocida como “la ventura de tener hijos”. Cuando llegaba el mes de Setiembre o Coya Raymi Quilla (mes de la mujer o de la Kolla)(1), todas las jóvenes que habían tenido su 1ª menarquia, asistían a un templo a solicitarle a esta Madre o “Diosa” que cuando se casaran les mandase los hijos que ella deseaba. Se representación física son las flores del girasol (Masaq’inti). Cuenta una vieja leyenda andina que Pucsi Buali es hija de Apiñunu, mujer cuyos brazos terminan en pezones y que alrededor de su seno se encuentran niños, representa “el alimento de los niños desamparados”. A Pucsi Buali le parió su madre sobre un lecho de Anpi (algodón) y a su alrededor se encontraba matas de Anaypunku, que significa “Puerta de gratitud”, estas son matas de una flor herbácea en los paramos andinos, su primer llanto asemeja cuando el viento recorre las matas de Ayuyni (planta laurácea andina) y sus lagrimas despedían el aroma característico de la hierba buena. Muchas madres indígenas aseguraban que sus orines eran no solo fragancioso sino medicinal. A medida que crecía Pucsi Bauli iba segregando esencias; su pelo, negro y brillante y tejido en hermosas trenzas olía a claveles. Su cuerpo tenía la perfección de las hojas de coca y por donde pasara impregnaba un aroma de tierra húmeda después de la lluvia y sus piececitos terminaban en dedos pequeños cuya forma recordaba a los ollucos de mayo. Su cuerpo núbil empezó a tener la firmeza y suavidad del choclo tierno recién cosechado. Cuando cumplió los dieciocho años Pucsi Buali tenia todas las fragancias que una mujer añoraba tener; en ella convivían los penetrantes aromas de un bosque salvaje y los frescos efluvios del más cuidado de los jardines. Las esencias que desprendía su cuerpo cambiaban según su estado de ánimo; si gozosa, olía a flor de capulís dulce, si alegre, a suavidad y dulzura de la chirimoya le era común a ella, si coqueta y orgullosa los colores y aromas de la Lugma se ponía en manifiesto en su rostro. Su mirada era suave y a la vez impenetrable como la fruta del secreto o Pacae y el aroma amargo y acre de los Saúcos se manifestaba cuando la tristeza envolvía su alma, cuentan que sus labios tenia el sabor de los camotes puestos al sol y cuando se dirigía a alguien, su aliento tenia el sabor de Maníes maduros. Su caminar a esa edad era de fuego, por ello las jóvenes que le rendían culto en su 1ª menarquia saltaban tres veces sobre el fuego purificador. Pucsi Buali era la representación de la belleza de la mujer andina. Rodolfo “Locrito” Tafur