Publicado Columna Diario : El 6 de agosto del 2011 : Globalización con Equidad : La Primera Las trampas de la desigualdad Enrique Fernández-Maldonado Mujica Dos son los mensajes que nos deja las recientes elecciones generales: 1) Que la gente quiere mayor inclusión social a través del Estado; 2) Que es necesario reducir las brechas sociales para hacer viable la democracia y la economía de “mercado”. Por eso es importante emprender una discusión sobre la necesidad de cambios constitucionales. Contrariamente a lo que creen algunos, resulta difícil avanzar hacia estos objetivos sin modificar el pacto social vigente. La Constitución del 93, más allá de la legalidad o ilegitimidad de su origen, sirve para crecer económicamente; no para distribuir la riqueza. Se dice que con el actual marco constitucional es posible conciliar crecimiento e inclusión. Obvian que llevamos veinte años sin lograr ese objetivo. Estos mismos sectores se oponen al cumplimiento del plan de gobierno de la candidatura vencedora. Señalan que ampliar la base tributaria, cobrando un impuesto a las sobreganancias mineras, es poner en riesgo lo avanzado: detendría el crecimiento. ¿Qué dice la experiencia latinoamericana? Que la fórmula crecimiento + inclusión social no siempre van de la mano. Chile, por ejemplo, tuvo una tasa de crecimiento promedio de 5.1% entre 1990 y 2007 (antes de la crisis económica global). Uruguay y Venezuela crecieron a su vez en 3.5% y 3.35%, respectivamente. Perú, por su parte, fue la vedette de la región: creció en promedio 6.7% en el mismo periodo. Sin embargo, dicha performance no tuvo correlato en materia de desarrollo y equidad social. Países con niveles de crecimiento económico promedio menor muestran mejores indicadores sociales que los nuestros. A pesar del “milagro” peruano. Esto se refleja particularmente en la repartición del ingreso: con excepción de Chile –donde la desigualdad es mayor–, los países con Estados más fuertes e “intervencionistas” reflejan una mejor distribución del ingreso. Para superar lo que el PNUD (2010) denomina la “trampa de la desigualdad”, es necesario revisar las reglas de juego que traban una repartición justa de la riqueza y los ingresos. Como bien planteó Jorge Bernedo, no se trata de apostar por un “crecimiento con inclusión social” (artilugio retórico para priorizar lo primero), sino avanzar hacia un “crecimiento inclusivo” que es lo que impide la actual Constitución Fujimorista.