Arte y arquitectura incas

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1. INTRODUCCIÓN Arte y arquitectura incas, supuso el momento culminante de un largo proceso social y
político que se había iniciado varios milenios antes. Más que un conjunto de formas innovadoras, sus
manifestaciones artísticas supusieron una continuidad con las tradiciones anteriores, siendo las más elaboradas
los textiles, la orfebrería, el trabajo en piedra y la cerámica. A partir de una experiencia local modesta, los
incas desarrollaron un arte sencillo al que fueron incorporando las técnicas y la habilidad de los pueblos
conquistados. Respondiendo a las necesidades derivadas de un Estado tan complejo como el inca, sus
manifestaciones artísticas se convirtieron en un arma propagandística de una gran importancia.
2. ARQUITECTURA
Al margen de las obras agrícolas, los incas desplegaron una intensa actividad constructiva que perseguía
objetivos políticos, de conquista y de unificación.
2.1. Características
La arquitectura inca fue fundamentalmente lítica, pero con su pragmatismo se adaptaron en la costa a las
formas tradicionales de la construcción con adobe. Los paramentos de piedra se diferencian según la finalidad
de la construcción y el tipo de material empleado. Por ejemplo, los muros de corrales y de habitaciones
campesinas se realizaban con piedra sin trabajar, superpuestas y ajustadas con piedrecillas; es la pirca. Se
cubrían con techos a dos aguas de ichu, la hierba dura de la puna, sostenido por un armazón de palos.
Para la gran arquitectura se utilizaban piedras seleccionadas y bien talladas. Para fortalezas se prefería el
aparejo poligonal, trabajando cada piedra de forma individual para que sus ángulos encajasen perfectamente
con los de sus vecinas. En las bases de estos muros aparecen verdaderas piedras ciclópeas, de varias toneladas
de peso, cuyo ejemplo más conocido es la fortaleza del Sacsahuamán.
Los palacios y edificios religiosos se hacían con piedras regulares, colocadas en perfectas hiladas horizontales
que presentan siempre un aspecto completamente liso al exterior. En los muros curvos el ajuste y la
colocación de las piedras seguía siendo perfecto, sin haber el menor resquicio entre las mismas. El acabado
final se conseguía por frotamiento de arena humedecida. Un tipo de aparejo muy característico es el de piedras
almohadilladas, utilizado tanto para andenerías de cultivo como para edificios, que bajo la dura luz del
altiplano produce un interesante efecto visual.
Los edificios incaicos tienen además otra serie de características peculiares que le confieren un estilo
inconfundible. Los muros se hacían siempre con un ligero talud, que proporciona un cierto aspecto macizo.
Los vanos tienen forma trapezoidal y en el interior de las habitaciones aparecen nichos u hornacinas de la
misma forma. A pesar de la magnificencia de los muros líticos, los tejados se techaban con madera, hasta el
templo mayor del Cuzco se cubrió así.
2.2. Urbanismo
El urbanismo inca encuentra su mejor ejemplo en su capital: el Cuzco. Fue remodelada por Pachacutec Inca
Yupanqui a mediados del siglo XV. La ciudad se estructura sobre la base de dos diagonales que se cruzan en
la plaza central formando así cuatro barrios. Del centro de la ciudad partían las rutas que conducían a las
cuatro regiones del Imperio. En el norte dominaba la fortaleza del Sacsahuamán, donde residía el centro
político−militar del Estado y cuyo plano se ha identificado con la cabeza de un puma o de un halcón con las
plumas erizadas, mientras que el resto de la ciudad sería el cuerpo del animal. La asociación del felino con el
halcón se remonta a tiempos formativos y responde a una interpretación simbólica del espacio.
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El otro gran ejemplo fue la ciudad de Machu Picchu, quizá la que ha generado más literatura. Se adhiere a una
escarpada cima montañosa bajo la protección de un elevado pico, el Huayna Picchu. Se encuentra situada en
una curva del río Urubamba, rodeada de precipicios que caen verticalmente. Terrazas, palacios, recintos
sagrados, habitaciones, forman un impresionante conjunto que, a pesar de haber sido sometido a una feroz
reconstrucción turística, sigue conservando un aspecto imponente y majestuoso.
Como ejemplo impresionante en el que el urbanismo se conjuga con un imponente escenario natural es el de
las andenerías de Pisac. Situada en una escarpadura rocosa perpendicular al valle del río Vilcanota, forma un
gigantesco conjunto de terrazas colgantes a gran altura, junto con palacios, fortificaciones, reservorios de agua
y templos.
Los palacios cuzqueños son innumerables y constituyen, hoy día, los cimientos de la ciudad colonial. Destaca
también en ellos la perfección y sobriedad de su construcción, reduciéndose los elementos decorativos a los
típicos nichos y a algunas decoraciones en relieve de pumas y serpientes.
2.3. Arquitectura civil
La arquitectura civil gira en torno a las exigencias del Imperio. Encontramos caminos y calzadas para la
rapidez de las comunicaciones y la movilidad de las tropas. Depósitos y almacenes desde donde se distribuía
todo lo necesario para el correcto desenvolvimiento de la vida cotidiana.
2.4. Arquitectura religiosa La arquitectura religiosa está representada por la huaca del Sol o Coricancha. Su
recinto sagrado estaba delimitado por un muro con una especie de proa curvilínea. Encerraba una roca
sagrada, el usnu, llamado por algunas fuentes el intihuatana, el lugar del Sol. Se le han atribuido funciones
astronómicas, pero parece más bien que poseía carácter mágico−religioso por el que, a través del sacrificio, se
ponía en relación la divinidad solar con los seres humanos. Todavía subsisten parte de los edificios originales,
entre los que destacan cuatro construcciones rectangulares, colocadas dos a dos, siguiendo un perfecto eje de
simetría y que, según los cronistas españoles del siglo XVI, estuvieron recubiertas de placas de oro y pedrería.
El Coricancha era también el mausoleo de los soberanos incas y allí se guardaban las momias a las que su
linaje rendía culto. Parece que en el exterior hubo un jardín artificial de oro en el que, según las descripciones
españolas, los terrenos eran de oro fino, así como las mazorcas de maíz, el ganado e incluso los pastores que
lo guardaban. En la actualidad el antiguo Coricancha se ha convertido en la iglesia de Santo Domingo.
2.5. Arquitectura militar La arquitectura militar está representada por el Sacsahuamán. Esta antigua fortaleza
estuvo formada por una serie de edificaciones de las que no quedan más que los cimientos, pero de la que
todavía permanecen tres enormes murallas que, de forma escalonada y siguiendo tres niveles, se enlazan
armoniosamente formando una imponente obra de defensa. Sus edificios revelan todo tipo de funciones, desde
palaciegas hasta defensivas, pasando por las de almacenamiento. Debió ser un centro de poder desde el que el
Inca, rodeado de una esplendorosa majestad, impartía órdenes a todos los confines del Imperio. Constituía el
símbolo más importante del poder militar de los incas siendo, a demás, un lugar muy idóneo para refugiarse
en caso de rebelión o invasión.
3. TEJIDOS
Conocieron un desarrollo espectacular. En primer lugar se daba a las fibras (lana y algodón) un tinte con
colorantes naturales, para a continuación ser hiladas con la ayuda de ruecas y después tejidas en diversos tipos
de telares rudimentarios. El más corriente, todavía se sigue utilizando en los Andes, consistía en dos lienzos
colocados sobre un plano horizontal, uno fijado a un árbol o a un poste y el otro atado a una correa que el
tejedor pasaba alrededor de los riñones. Las técnicas conocidas eran muy variadas, pero para producir tejidos
destinados a fines ceremoniales se utilizaba el brocado, el bordado y la tapicería, siendo las piezas salidas de
los talleres de Paracas las más apreciadas. Estas magníficas telas podían alcanzar hasta 20 metros de longitud
y estaban decoradas con una perfecta maestría y buen gusto con motivos zoomorfos policromos, marcando,
sin duda, uno de los más brillantes momentos del arte universal del tejido. Además de estas piezas, de clara
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inspiración foránea, los incas dieron paso a un variado universo propio con vistosos diseños geométricos de
gran colorido. Dividen el espacio en franjas y cuadrados donde expresan un complejo mundo de símbolos
presidido por la disposición geométrica. Durante este periodo la producción textil adquirió un carácter masivo
siendo los templos del Sol los lugares destinados al abastecimiento del Inca y su corte.
4. METALISTERÍA
Los objetos de metal constituyen, sin duda, la realización más llamativa de todas cuantas llevaron a cabo los
incas. La tradición orfebre, muy antigua en la costa peruana, ocupó un capítulo muy importante dentro de su
ajuar. Trabajaron el cobre, el bronce, la plata y el oro, siendo el repujado y calado de láminas el procedimiento
más utilizado. Las decoraciones son eminentemente geométricas, aunque los motivos antropomorfos y
zoomorfos, representados frontalmente conforme a los principios de hieratismo y simetría axial, son bastante
frecuentes. Los alfileres y prendedores para sujetar las prendas de vestir, tupu en lengua quechua, fueron
elementos muy corrientes aunque de tipología poco variada. El remate solía ser una lámina muy desarrollada,
de forma variable, que en el caso poco habitual de ir decorada, presentaba motivos geométricos muy simples
dispuestos en bandas o cenefas. El alfiler de cabeza laminar o circular fue el modelo cuzqueño que alcanzó
más difusión y popularidad, pudiéndolo encontrar tanto en Cuzco como en los últimos confines del Imperio.
Otras culturas del periodo intermedio tardío (Chancay, chimú, ica−chincha) desarrollaron un arte figurativo
muy rico a base de prendedores rematados por figuras humanas o zoomorfas. Colgantes, collares, aretes,
anillos, brazaletes y pulseras son otros tantos objetos fabricados según las técnicas descritas. Los vistosos y
ricos tocados que adornaban las cabezas de reyes y nobles (donde confluían materiales como el tejido, la
plumería y los metales preciosos) son otros tantos ejemplos de la riquísima orfebrería inca. Encontramos
también objetos rituales, utilizados como amuletos u ofrendas, que representan animales y figuras humanas,
de bulto redondo, entre los que merece la pena destacar las figuras antropomorfas desnudas con una
estilización y geometrización muy señalada, y los estereotipos más comunes de llamas y vicuñas. Los objetos
de metal se encontraban a menudo incrustados de piedras preciosas o semipreciosas. A veces se coloreaban
con un ácido natural que bruñía el cobre haciendo salir, de este modo, el brillo del oro o la plata con que
estaba aleado. La producción se orientó hacia fines ornamentales. El Inca, la corte y los dignatarios del Estado
iban ataviados con pectorales, brazaletes y collares, que ponían de manifiesto su inmenso poder.
5. CERÁMICA
La ausencia del torno hacía que el alfarero tuviera que modelar la vasija a mano, y la pasta, presentada
generalmente en forma de rulos alargados, se enroscaba sobre sí misma para construir las paredes de la pieza.
Además de esta antigua técnica andina, la utilización del molde permitió la fabricación en serie, de tal forma
que la producción se incrementó notablemente. Debemos distinguir entre el menaje doméstico y la vajilla de
uso ritual. Mientras que en el primer caso las formas y tamaños derivaban de las necesidades cotidianas, en el
segundo, su desarrollo estuvo directamente condicionado por el mundo de las creencias.
Estilísticamente encontramos la cerámica tipo killke, con una cronología que va del 1200 al 1450 d.C., y la
cerámica policroma tipo Cuzco desde 1450 hasta la colonia. Las primeras aparecen decoradas con motivos
geométricos muy sencillos en tonos rojos y negros mientras las segundas, decoradas de igual forma, denotan
una elaboración técnica más cuidada. No sólo se plasmaba sobre sus paredes una rica iconografía, sino que las
piezas mismas eran colocadas como ofrendas en las sepulturas.
Los alfareros incas no inventaron ninguna técnica que fuera desconocida en épocas anteriores y su cerámica se
caracterizó, fundamentalmente por formas equilibradas, un pulimento notable y la preponderancia de los
motivos geométricos. Los tipos más característicos y propios fueron el aríbalo, una vasija globular de base
cónica, cuello cilíndrico de borde evertido con un apéndice zoomorfo en la base del cuello y dos asas en forma
de lazo; el kero, un vaso de uso ceremonial utilizado por el Inca y la nobleza; y una gran variedad de cuencos
y platos de muy diversas formas y decoraciones.
Los keros y pajchas merecen una mención especial. Realizados a partir de maderas muy duras como la chonta
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y utilizados para libaciones rituales a la tierra, se ornamentaban mediante incisiones o decoración labrada
sobre las que luego se aplicaban pastas resinosas coloreadas. Los temas solían ser escenas figurativas
dispuestas en franjas o frisos horizontales que proporcionan una riquísima información sobre la vida incaica,
tanto en época prehispánica como en tiempos de la conquista española (encontramos escenas cortesanas, de
guerra y rituales). Estas tipologías siguieron vigentes durante la época colonial, aunque incorporando en sus
composiciones numerosos elementos ornamentales de raíz hispana y mayores dosis de dinamismo y profusión
decorativa.
• ESCULTURA
Los trabajos realizados en piedra constituyen el otro gran conjunto de realizaciones incaicas que merece la
pena destacar. Suele limitarse a representaciones zoomorfas de auquénidos (llamas, vicuñas y alpacas) y
fitomorfas (mazorcas de maíz), que son conocidas como conopas, y a numerosos cuencos y recipientes
llamados popularmente morteros.
Entroncados en las tradiciones artísticas andinas, los incas supieron imprimir un carácter propio y original a
sus obras que se basó en una simplificación de las formas por medio de volúmenes geométricos sencillos y
una esquematización de los motivos decorativos muy próxima a una concepción estética geometrizante y
cubista. El arte inca se caracterizó por la sobriedad, la geometría y la síntesis, tendiendo más a lo práctico y
funcional que a lo formal.
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