La Federación Médica Colombiana saluda la feliz iniciativa de las Comisiones Séptimas del Senado de la República y la Cámara de Representantes y considera su obligación hacer pública la presente ponencia ante el 1er. foro nacional “La verdad sobre los medicamentos genéricos”. Nuestra posición sobre este tema se define en 7 puntos que son: 1. Es verdad que en algunos sectores de la sociedad colombiana existe un imaginario de “mala calidad” de los medicamentos genéricos. Es verdad que, a partir de algunas imperfecciones en las normas que garantizan la calidad de estos medicamentos y de observaciones empíricas (puntuales y sin suficiente evidencia científica) que podrían alimentar cierta duda razonable al respecto, existen claras “razones de mercado” en la difusión del imaginario de “mala calidad” de los genéricos. Es necesario por lo tanto que, quienes legítimamente exigimos la mejor calidad de estos medicamentos, nos diferenciernos bien de quienes difunden el imaginario de “mala calidad” de estos productos, simplemente porque así aseguran sus ganancias. 2. Es verdad que el imaginario de “mala calidad” de los genéricos tiene efectos económicos ciertos a nivel del “gasto de bolsillo” y del gasto institucional. A nivel del llamado “gasto de bolsillo” (lo que todos pagamos en las farmacias) encontramos un reciente estudio de la ONG mundial HAI-AIS en los países andinos que demuestra que en Colombia, los precios de las “marcas originales” son los más altos de la región y las diferencias con los precios de los genéricos, son las más significativas. Informes publicados por nuestro Observatorio confirman la existencia de diferencias de precios tan irracionalmente grandes, tan fuera de toda lógica, que resulta desquiciado aceptar que se basen en diferencias de calidad, que nadie ha demostrado científicamente. A nivel “institucional” (recobros al FOSYGA que en último término, pagamos todos los colombianos) basta cualquier búsqueda por Internet para encontrar sentencias de jueces que ordenan suministrar una “marca original”, sobre el supuesto de que el genérico no funcionó, sin que estas sospechas sean respaldadas siquiera con reportes de farmacovigilancia. Por su perentoriedad, las acciones de tutela estimulan además el suministro de medicamentos “a cualquier precio”, lo cual a su vez empeora el problema de los precios perversos, que tarde o temprano el FOSYGA reconoce. Es así como el imaginario de “mala calidad” de los medicamentos genéricos puede generar grandes beneficios económicos para quienes interesadamente difunden este prejuicio, al margen de cualquier evidencia científica. 3. Es verdad que para superar este imaginario de “mala calidad” debemos implementar ajustes al sistema de aseguramiento de la calidad vigente. No basta con afirmar que los sistemas de seguridad social -incluso de los países del 1er. mundomanejan fundamentalmente medicamentos genéricos, ni basta decir que la mayor parte de los genéricos en Colombia son producidos por 3 grandes multinacionales y los 10 laboratorios nacionales más importantes del país. No es suficiente decir que todos los laboratorios que producen genéricos cuentan con certificación de buenas prácticas de manufactura del INVIMA o de las agencias reguladoras más importantes del mundo. Es necesario continuar avanzando en el aseguramiento de la calidad de todos los medicamentos que consumimos los colombianos. Es necesario avanzar hacia actos legislativos como una “Ley del Medicamento” que asegure la defensa de los intereses de la salud pública en este campo. Y es necesario avanzar hacia el “Sistema Nacional de Farmacovigilancia” que la Federación Médica Colombiana con sus Colegios Departamentales se propone dinamizar, a partir de los avances del INVIMA y las instituciones que ya trabajan en este campo. 4. Es verdad que, además de asegurar mejor la calidad de los medicamentos genéricos, debemos defenderlos de grandes peligros que amenazan su futuro. Por un lado, está la extensión de patentes a 25 años y protección de datos de prueba a 11 años, que los fundamentalistas de la protección del interés comercial exigen en las negociaciones del tratado de libre comercio con la Unión Europea. Aceptar estas exigencias, nos llevaría mucho más allá de lo establecido en cualquier convenio internacional y –simplemente- liquidaría la industria de medicamentos genéricos y con ello, las posibilidades de acceso de los colombianos a próximas innovaciones farmacéuticas,. Por otro lado, está la anunciada expedición de un régimen especial de registros sanitarios para "medicamentos biotecnológicos" que, excediendo incluso la capacidad regulatoria de la FDA norteamericana, pretende introducir barreras tecnológicas al ingreso de genéricos "biosimilares". De expedirse esta norma, sería otra forma de liquidar las posibilidades de acceso de los colombianos a la innovaciones terapéuticas, pero esta vez en el campo específico de los “medicamentos biotecnológicos" y “de alto costo”, precisamente aquellos que no tienen genéricos y cuyos millonarios recobros al FOSYGA nos están llevando rápidamente al colapso financiero del sistema de salud. 5. Es verdad que debemos defender el rol que cumplen los medicamentos genéricos en el acceso a las innovaciones farmacéuticas. Debemos oponernos a los excesos en la protección de patentes. Debemos asegurarnos de que no se repita lo sucedido en las negociaciones del TLC con los Estados Unidos, donde fue el protocolo modificatorio impulsado por los demócratas norteamericanos el que reversó varias concesiones contrarias al interés de la salud pública que nuestro equipo negociador ya había aceptado. Las pretensiones de los negociadores europeos son muy duras y neutralizarían incluso lo logrado con los demócratas norteamericanos. Al respecto, las manifestaciones públicas de nuestros negociadores no son tranquilizadoras. Nuestros negociadores se niegan a hablar siquiera de líneas rojas, aún para las pretensiones más exageradas y absurdas de los fundamentalistas “defensores –no de la propiedad intelectual- sino del interés comercial”. 6. Es verdad que debemos evitar que el Gobierno se precipite en la imposición de barreras tecnológicas a los genéricos “biosimilares”. Actualmente, no se conocen problemas realmente graves en el tema de registros sanitarios porque el INVIMA reconoce las decisiones de las agencias regulatorias más importantes del mundo, entonces ¿de donde surge y a quién sirve la urgencia de una legislación especial, que incluso anticipe a la FDA norteamericana?. Los sectores que vienen impulsando este régimen especial para “medicamentos biotecnológicos” con el argumento de “defensa de la calidad” deberían demostrar primero que están alejados del interés comercial de las grandes transnacionales farmacéuticas, que son las que realmente necesitan de la fórmula “más años de protección de patentes, más años de protección de datos de prueba y más barreras tecnológicas” para proteger sus multimillonarias inversiones en empresas biotecnológicas. 7. Finalmente, es verdad que debemos evitar que quienes implementan la actual política de desregulación y desinformación del mercado farmacéutico aniquilen además nuestras posibilidades de acceso a las innovaciones terapéuticas. Recordemos que el Ministro de la Protección social aquí citado, es miembro de la Comisión Nacional de Precios de Medicamentos, y es coautor de la Circular 04 de 2006 que puso en marcha la política de desregulación de precios de medicamentos, que tiene al borde del colapso financiero el sistema de salud. En Colombia, el mercado farmacéutico se encuentra “desregulado”. Para contextualizar este hecho, recordemos que con la Circular 05 de 2002 impulsada por el extinto Ministro Juan Luís Londoño teníamos en régimen de “control directo” (máximo nivel de regulación) a 118 productos considerados “monopólicos” (que podían abusar de su posición dominante en el mercado). Hoy, en manos de su ex asesor y sucesor Palacio no queda ni un solo producto en este nivel de regulación. Prácticamente todos los medicamentos que el FOSYGA pagó y sigue pagando “a cualquier precio” están en la lista de 118 que Londoño proponía regular. Hoy, por haber eliminado la regulación de precios de esos productos, cientos de miles de millones de pesos colombianos pasaron en los bolsillos de los conductores de la “maquinaria” de recobros, en lugar de servir para la salud pública. Pero además tenemos “desinformación”, debido a que ni la Comisión Nacional de Precios de Medicamentos ni el SISMED han publicado ni uno solo de los datos reportados desde finales de 2006 ¿A quién beneficia la desregulación y desinformación en un mercado como el farmacéutico, reconocido por todos como uno de los más imperfectos? Solo a quienes buscan en este mercado unos rendimientos financieros que no pueden imaginarse en otros sectores de la economía Los mismos que –como dijimos- se enriquecen con la difusión del imaginario de mala calidad de los genéricos, con la ampliación de la protección de patentes a 25 años o datos de prueba a 11 años y con las barreras tecnológicas a los genéricos “biosimilares”. Dr. Sergio, no encontré dónde incluir la frase: Además, a finales del año 2002, 32 laboratorios tenían sus productos en régimen de “libertad regulada” por incrementos injustificados en sus precios, hoy a 21 de abril de 2009, solo 10 productos están en este régimen y aún no se han hecho públicos sus precios. Esto es “desregulación”. Y lo relacionado con el PLUS o POS limitado o POS “chiquito” Tocará dejarlos para otra oportunidad.