MANIFIESTO DE LAS CÁMARAS DE COMERCIO INSULARES DE LA UE Este manifiesto de las Regiones Insulares de la Unión Europea persigue un único objetivo iniciado por el Tratado de Ámsterdam: art. 158. La consideración real de las desventajas de las Regiones Insulares de la Unión Europea debe traducirse hoy en actos políticos específicos y jurídicos claros, integrados definitivamente en el conjunto de las decisiones europeas. Este manifiesto aspira: - por un lado, en lo que respecta al Tratado Constitucional, que, en el III – 220, reconoce por fin el carácter insular y las desventajas vinculadas a éste, a menudo acumuladas; - y, por otra parte, la posibilidad gracias a las « cooperaciones reforzadas», que contemplan los artículos I-44, y del III-416 al III-423, de permitir la aplicación de las « disposiciones pertinentes de la Constitución», antes de su ratificación por los Estados miembros, a: crear el contexto favorable para el establecimiento de los procedimientos internos, indispensables para el desarrollo de las regiones y de las PYME insulares, respecto al gran principio de cohesión económica, social y territorial; favorecer una integración competitiva de las regiones insulares y dinamizar su desarrollo económico, respetando el marco previsto por el proceso de Lisboa. Tratado por el que se establece una Constitución para Europa COHESIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y TERRITORIAL Artículo III-220 A fin de promover un desarrollo armonioso del conjunto de la Unión, ésta desarrollará y proseguirá su acción encaminada a reforzar su cohesión económica, social y territorial. En particular, la Unión intentará reducir las diferencias entre los niveles de desarrollo de las distintas regiones y el retraso de las regiones menos favorecidas. Entre las regiones afectadas, se prestará especial atención a las zonas rurales, a las zonas afectadas por una transición industrial y a las regiones que padecen desventajas naturales o demográficas graves y permanentes como, por ejemplo, las regiones septentrionales con una escasa densidad de población y las regiones insulares, transfronterizas y de montaña. *** LAS COOPERACIONES REFORZADAS Article I-44 Los Estados miembros que deseen instaurar entre sí una cooperación reforzada en el marco de las competencias no exclusivas de la Unión podrán hacer uso de las instituciones de ésta y ejercer dichas competencias aplicando las disposiciones pertinentes de la Constitución, dentro de los límites y con arreglo a las modalidades contempladas en el presente artículo y en los artículos III-416 à III-423. La finalidad de las cooperaciones reforzadas será impulsar los objetivos de la Unión, proteger sus intereses y reforzar su proceso de integración. La cooperación reforzada estará abierta permanentemente a todos los Estados miembros, de conformidad con el artículo III-418. DESVENTAJAS DE LAS REGIONES INSULARES DE LA UNIÓN EUROPEA Las Regiones Insulares: padecen problemas y desventajas estructurales inherentes y permanentes vinculados a su insularidad, al aislamiento geográfico y a la débil densidad de población; son « sensibles » a los factores externos de orden económico social y medioambiental, y tienen que hacer frente a desventajas derivadas de todas las problemáticas ligadas a los recursos (agua, energía), indispensables para la vida social y la economía; están aisladas de los grandes mercados y disponen de mercados locales insuficientes para el desarrollo adecuado de las empresas; se enfrentan a desventajas mayores en relación con los ciclos « inversión - desinversión » para las infraestructuras, los servicios y las iniciativas de empresas; soportan costes de inversión para sus empresas mucho más importantes que los de las empresas competidoras continentales. Este hecho genera diversos efectos: débil rentabilidad, débil competitividad de las empresas insulares, gestión más complicada de las existencias y más costosa, inadecuación de los útiles de producción, situación de desigualdad en lo que al acceso del gran mercado europeo se refiere y al final generan la creación de un diferencial de gestión negativo que penaliza de manera sistemática; poseen ecosistemas frágiles y sensibles, a menudo caracterizados por un único tipo de actividad (monoactividad) inducido por el fenómeno de estacionalidad; se caracterizan todas por un retraso de desarrollo en relación con los datos medios de un país de pertenencia; pierden su potencial humano dinámico y de calidad, formado en sus universidades, como consecuencia de los costes adicionales existentes en lo que al acceso al conocimiento se refiere y de una débil diversificación de las actividades. La constatación es una emigración forzada de sus jóvenes hacia los grandes centros urbanos. PALIAR LAS DESIGUALDADES DE LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS CIUDADANOS INSULARES QUE PERTENECEN AL MISMO MARCO INSTITUCIONAL: UNA EXIGENCIA ÉTICA Y POLÍTICA PARA LA UNIÓN Desde el tratado de Ámsterdam, que en su artículo 158 reconoce, para alcanzar los objetivos de cohesión económica y social, una importancia fundamental a la reducción del retraso en lo que se refiere a los niveles de desarrollo de las regiones menos favorecidas, cabe constatar que no se ha adoptado hasta ahora ninguna iniciativa concreta y/o específica para reducir el retraso de desarrollo que caracteriza a las regiones insulares de la Unión Europea. Desde hace varios años los problemas de las Regiones Insulares se han puesto de relieve principalmente a través de la necesidad existente para que las políticas europeas sean eficaces de: - tener en cuenta la realidad de los territorios (de todos los territorios), y más concretamente de la de las islas; - adoptar iniciativas importantes a favor de las PYME-microempresas de las regiones insulares de la UE y del desarrollo del espíritu de empresa, condición sine qua non para favorecer la diversificación de la monoactividad que les caracterizan. Se han realizado progresos, pero conviene destacar que la Unión Europea no ha llegado hasta el final de la gestión territorial, su aprensión de la problemática insular, cuando menos, puede calificarse de indecisa. L’Unión Europea no puede pasar por alto la necesidad de atribuir a la especificidad insular su justo grado de gravedad: 284 territorios insulares y más de 13 millones de residentes insulares permanentes están afectados. La responsabilidad de la Unión Europea es grande en materia de cohesión económica, social y territorial. Esta responsabilidad de cohesión territorial cubre la situación de las Regiones Insulares y debe estar ejercida de manera formal y técnica a través de una redacción adaptada de la legislación europea. La Unión Europea debe favorecer la resolución de los problemas de las Regiones Insulares, exigiendo que se otorgue un nivel de igualdad de oportunidades a las islas, para que un desarrollo insular sostenible pueda garantizar al conjunto de los habitantes de las islas, prosperidad, cohesión social y territorial y la desaparición de las desigualdades en relación con las Regiones continentales de la UE. UNA POLÍTICA DE COHESIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y TERRITORIAL PARA LAS REGIONES INSULARES ESTA POLÍTICA DEBE RESPONDER: a un postulado simple, base de la cohesión territorial: El funcionamiento competitivo de las empresas insulares, la diversificación de las actividades, indispensable para el desarrollo sostenible de las economías de las islas, y el acceso a los grandes mercados, no deben verse dificultados por condiciones que generan actualmente, con motivo de las desventajas naturales a menudo acumuladas, diferenciales de gestión y de competitividad negativos tales que niegan los principios fundamentales de igualdad de oportunidades, de igualdad competitiva y de acceso en igualdad de condiciones al gran mercado europeo. a una exigencia moral europea: La especificidad negativa de las condiciones de medio ambiente de las empresas insulares no permite, y nunca ha permitido: « LA IGUALDAD DE CONDICIONES, LAS MISMAS OPORTUNIDADES, PARA LAS REGIONES Y LAS EMPRESAS INSULARES EUROPEAS» LA UNIÓN EUROPEA Para respetar las exigencias de la política de cohesión para las Regiones Insulares, debe adoptar disposiciones y medidas concretas: - La legislación debe tener en cuenta las necesidades particulares de las Regiones Insulares; - La UE y los Estados deben poder adoptar medidas compensatorias para contrarrestar los efectos de las especificidades insulares que generan diferencias negativas; - Los Estados deben tener la posibilidad de otorgar incentivos de naturaleza fiscal y social, adaptados a cada situación insular; - Se debe reconocer a los Estados la posibilidad de derogación para que puedan tomar medidas de urgencia cuando sus islas se enfrentan a crisis económicas o naturales excepcionales. - Se debe promover y reforzar la sociedad de la información y las nuevas tecnologías, que constituyen vías de diversificación de actividad y de progresión del conocimiento para las islas; Se deben autorizar incentivos de naturaleza económica, específicamente en el ámbito de transporte, con vistas a favorecer el desarrollo sostenible de las islas y eliminar los factores que bloquean el desarrollo de las empresas y su acceso a los grandes mercados europeos (Continuidad Territorial Europea). La legislación europea debe permitir que se concedan duraciones más largas para licitaciones correspondientes a los transportes marítimos y aéreos; - Las medidas propuestas por la Unión Europea no deben traducirse en una agravación de las exigencias a las que hacen frente las Islas ; - Las políticas comunes no deben añadir más desventajas a las desventajas naturales, a menudo acumuladas, que afectan a todas las Regiones Insulares.