Tierras nuevas y contenidos esenciales

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Tierras nuevas y contenidos esenciales.
La universalidad profundiza y extiende el apostolado del CVS.
La dimensión internacional, para nuestra Confederación, es constitutiva de la identidad y realiza la
voluntad del fundador, el Venerable Luis Novarese, que miraba a horizontes muy amplios,
definiéndolos con la expresiva frase "la unión mundial de los enfermos."
Es necesario mirar a la internacionalización como a un recurso preciosos y no como a un
compromiso más. a una especie de lujo que la experiencia italiana ( sea de los Silenciosos
Obreros de la Cruz o del Centro Voluntario del Sufrimiento)
puede percibir
de compleja
realización. Para la Confederación las "tierras nuevas" son constitutivas de la identidad, sin ellas
la existencia permanece sin sentido e incapaz de un constructivo fin.
Tierras nuevas son los horizontes necesarios para nuestra existencia. Estamos convencidos que
la semilla del carisma, esparcido en nuevos terrenos, puede germinar en una renovación
constante. Creemos esto por todas las realidades existentes y aún más por cuanto pertenece a la
experiencia cristiana, basada sobre la comunión de vida con el Resucitado, con un Regenerador
infinito y Eterno. Conscientes de la identidad, atraídos de la finalidad preciosa que
nos
proponemos, creemos que el fruto de las "nuevas tierras" sea una comprensión y actualización de
la espiritualidad y apostolado de la Confederación más abierto, arraigado y esencial.
Los Silenciosos Obreros de la Cruz y el Centro Voluntario del Sufrimiento, están presentes en el
Norte y Sur de América, Europa, Medio Oriente y también en África. Son realidades obviamente
muy diferentes, con distintos elementos, en cuanto a pueblos y culturas. Diferentes son los
tiempos y formas en que el apostolado se hace presente en los diferentes continentes para la
promoción integral de la persona que sufre. Sin embargo, es importante acercarse a cada
experiencia dentro de una única lectura.
El elemento más fecundo da considerarse, queriendo de todo corazón la difusión del apostolado,
es la importancia
de entender algunas características esenciales. Comprender cuales son los
elementos verdaderamente necesarios para la identidad de un carisma, cuales aspectos de la fe
cristiana reciben mayor atención cuando uno se dirige a las personas que sufren.
Sucede a veces que la propuesta se ofrece casi exclusivamente en un solo contexto sociocultural, por lo general el mismo en el cual vivió el fundador. Existe el riesgo en considerar
"esenciales" una cantidad de cosas que realmente no lo son. Frecuentemente no se trata sólo de
elementos unidos a expresiones genéricas del idioma o al conocimiento eclesial y social de ese
lugar. Puede suceder que permanezcamos unidos también a formas de hacer o decir, de un
determinado período histórico, cerrado dentro del estrecho espacio de las circunstancias o
características individuales.
Es fácil que se busque cristalizar algunas realidades, queriendo
mantenerlas en nombre de la fidelidad, siempre igual a sí mismos.
El honor de los fundadores es otro. Es haber sabido realizar el propio camino, expandiéndolo a un
futuro más rico para que sea compartido. El iniciador de una obra decide impulsar su propia
intuición, pensamiento, experiencia en un éxodo a nuevas tierras. Los fundadores creyeron que
aquel pensamiento, aquella idea y tarea, eran tan importantes y claras que se puedan expresar
libremente dentro de otras experiencias de vida, diferentes a las propias. Incluso el fundador del
CVS ha llevado dentro de un éxodo su propia intuición. Es necesario para esto que la difusión del
apostolado iniciado por Mons. Luis Novarese mantenga el valor de creer en sus propias raíces y
aprender a florecer en todas las latitudes.
El apostolado del CVS, que afronta la presencia
universal del dolor humano, mira a la
universalidad: de los pueblos y de la existencia. Son estas las
nuevas tierras a las que es
necesario orientar la atención y el camino. Dispuestos a cruzar, sobre el eje horizontal y vertical, la
unión de estas dos universalidades generan un único punto de intersección, profundo y capaz de
irradiarse en todas partes.
Reconocemos este punto en la descripción dada por los Estatutos de la Confederación. En el art.
2, finalidad:
"La Confederación tiene como objetivo de promover, favorecer y asegurar en las asociaciones
que hacen parte de ella la realización de la intuición carismática de Mons. Luis Novarese, que ve
en el sufrimiento ofrecido por la persona enferma una participación en el misterio pascual de
Cristo que lo convierte en apóstol y por lo tanto en primicia y profecía para la valorización de toda
forma de sufrimiento presente en la vida del ser humano. Todo esto en un espíritu de profunda
adhesión a las solicitudes de oración y penitencia propias de la espiritualidad mariana de Lourdes
y Fátima, que la Confederación reconoce como momentos y lugares de su fundación espiritual".
La plena participación al misterio pascual, el paso de la muerte a la vida, encarnado en la vida
diaria y coherentemente anunciado, testimoniado, en el esfuerzo generoso de la misión. El punto
central fue tomado sabiamente de un experto teólogo (P. Jesús Castellano de Cervera, OCD)
durante el camino para revisar los estatutos de los Silenciosos Obreros de la Cruz. Haciendo una
síntesis de los aspectos esenciales del carisma del Venerable Luis Novarese, el religioso carmelita
identifico: "el descubrimiento del misterio de Cristo crucificado y
personas
aquella mirada hacia las
enfermas que viven o tienen que vivir este misterio. Porque de crucificados, se
convierten en
crucificados vivientes, es decir en
personas que viven esta realidad en la
dimensión de la Pascua, del sufrimiento ofrecido, del valor salvífico. Como una transformación
del dolor en amor, del sufrimiento en salvación, que también implica una transformación de la
persona".
Estamos frente a un contenido esencial, non único ― en el sentido de exclusivo— pero capaz de
especificar cualquier otro contenido. Como un color que defina cada cosa, dejando huellas de sí
mismo de la forma más apropiada y productiva, calificadora y liberadora. El punto esencial de la
espiritualidad y apostolado de la Confederación
CVS Internacional,
comunión de la total
existencia con el Resucitado y anuncio misionero de la nueva vida, compromete la integridad de
la persona, cuida la dimensión del sujeto activo, abiertamente enfrenta el desafío del sufrimiento,
enraizado en la dimensión eclesial: mariana y comunitaria, especialmente califica cada aspectos
de nuestra acción apostólica en el Misterio Pascual y en la misión que brota de ella.
Básicamente debemos saber acoger con creatividad y coraje las posibilidades concretas que se
ofrecen en la difusión de nuestro ideal apostólico.
Aquellas que se presentan de hecho, merecen de ser considerados buenas. Sólo en el caso de
que haya una aparente discrepancia evidente, se hace necesario descartar determinados
recorridos, aunque sean presentados como realizables inmediatamente.
Una acción de tipo
asistencial exclusivamente, la falta de atención a la función activa de la persona que sufre, una
propuesta separada de la profunda dimensión integral, serian de hecho caminos impropios para
la finalidad del CVS.
La adhesión a un ideal se conjuga necesariamente dentro de una posible realidad concreta. Si el
ideal está bien arraigado, siempre sabrá orientar nuevos caminos cada vez más fecundos y
adecuados. Un ideal no puede ser egoísta en ofrecer herramientas para su difusión. En su propia
vitalidad le corresponde la fuerza de asumir y transformar diversas ocasiones en las más variadas
expresiones.
La internacionalidad es un desafío muy grande y necesario. Es el banco de prueba fecunda para
la vitalidad de un pensamiento, de una espiritualidad. Un respiro universal no puede tener un
corto aliento, el miedo de perderse es un signo de la poca confianza en el camino emprendido.
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