2do Encuentro del Programa FIDA / MERCOSUR Colonia del Sacramento - Uruguay Hotel Casa del Sol 10 y 11 de mayo de 2012 Programa Regional del FIDA para el MERCOSUR Soporte Institucional: Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH) DOCUMENTO DE TRABAJO Tema 1. Mecanismos para la construcción y profundización del diálogo político sobre Agricultura Familiar, Seguridad Alimentaria y Nutricional y Desarrollo Rural. Difusión de la experiencia realizada en el MERCOSUR ampliado hacia otras regiones. Los antecedentes El Programa del FIDA para el MERCOSUR, surge como programa regional de apoyo a la discusión, diseño y aplicación de políticas públicas de inversión para el desarrollo de los territorios rurales y el combate a las causas que generan la pobreza rural en los mismos. Se genera esta iniciativa a partir de la propuesta surgida del Seminario Internacional realizado en Montevideo en 1997, por iniciativa del FIDA y el Gobierno del Uruguay, denominado “Combate a la pobreza con reglas de mercado”. En dicho seminario participaron Ministros y delegados de los Ministerios de Relaciones Exteriores y Agricultura del MERCOSUR ampliado. La convocatoria y realización de este seminario se apoyó en el convencimiento por parte del FIDA que difícilmente se tendría éxito en el combate a la pobreza rural, exclusivamente a través de “Proyectos”, es decir operaciones de préstamo acotadas en monto y objetivos, localizadas en determinados territorios y comunidades (limitadas territorialmente), y también acotadas temporalmente, pero adoleciendo de un marco claro de política pública, perdurable en el tiempo, coherente con la política macroeconómica y comercial, con la política de inversión pública y con las definiciones de desarrollo económico y social del país. La alternativa planteada fue estimular el debate sobre las implicancias de ubicar a los programas y proyectos en un contexto político explícito para que éstos fueran sus instrumentos operativos, tanto de cooperación técnica para incrementar la dotación de capital humano y social, como de cooperación financiera para incrementar el capital físico y económico. Otra dimensión analizada era la de la integración regional. Difícilmente las poblaciones rurales podrían capitalizar los beneficios de la integración (si los había), en la medida que no existieran políticas públicas destinadas a generar condiciones de desarrollo e inversión en los territorios rurales y a reducir asimetrías entre y dentro de los países, y especialmente entre los diferentes sectores de la población rural. Muy especialmente entre grandes y medianos productores comerciales (posteriormente se les dio en llamar el agronegocio) y pequeños productores familiares y sus comunidades. El comercio por sí solo no sería capaz de redistribuir recursos a favor de los más pequeños y vulnerables. Se recomendaba en ese momento a los Gobiernos del MERCOSUR, crear en este espacio institucional y político de integración, una Unidad de Coordinación Regional (UCR) para apoyar al diseño las políticas públicas que dieran marco y contexto a los proyectos de financiamiento externo y cooperación para el desarrollo rural y el combate a las causas generadoras de la pobreza rural. Esta UCR se instaló en Montevideo, en la sede del MERCOSUR, en setiembre del año 2000 y comenzó a actuar en el año 2001, una vez que el FIDA aprueba una primera donación a los Gobiernos del MERCOSUR ampliado, los cuales la aceptan y resuelven su creación. En el año 2001 se realiza el 1er. Encuentro de Colonia del Sacramento de la Unidad de Coordinación Regional del Programa FIDA/MERCOSUR, con la participación de delegados gubernamentales de los Ministerios de Agricultura de los cuatro gobiernos socios plenos del MERCOSUR y delegados del FIDA, definiéndose las primeras orientaciones para la intervención del Programa. 3 Los primeros pasos fueron dados en el sentido de estimular el debate a nivel de las Oficinas de Políticas Agrícolas de los Ministerios de Agricultura, sobre la necesidad de que primero existieran y fueran explícitas en cuanto a sus objetivos, instrumentos y recursos de inversión, un conjunto de políticas públicas focalizadas a atender las necesidades económicas, sociales y de producción de las comunidades rurales y de los más pequeños productores y asalariados rurales. Luego que existiendo las mismas, éstas pudieran ser armonizadas y posteriormente articuladas dentro del MERCOSUR. El debate establecido con las Oficinas de Política, fue sobre la pertinencia de que existiesen políticas diferenciadas para la pequeña agricultura / producción (en ese momento aún no se hablaba en la región - salvo en Brasil - de Agricultura Familiar). En la mayoría de los casos no se consideraba necesario, pues la visión política dominante de aquel momento miraba a la “agricultura” como un único sector económico en competencia internacional, en una región con amplias ventajas comparativas para su desempeño competitivo en los mercados internacionales. Con reglas de mercado claras los agentes económicos debían adecuar sus inversiones, procesos de gestión económica y financiera, sus procesos productivos y comerciales, y aprovechar las ventajas de la liberalización progresiva de los mercados a partir de las teorías del “regionalismo abierto” de las cuales hacía parte el MERCOSUR. En una región exportadora neta de alimentos como el MERCOSUR, esta visión no reconocía más que la existencia de “una sola agricultura” la que debía ser atendida con medidas de política que potenciaran su competitividad natural y que mediante nuevas tecnologías y una liberalización progresiva del comercio le permitieran expresar al máximo su potencialidad, en el mercado internacional, especialmente en el mercado de la commodities. La población rural pobre y la agricultura de subsistencia, de mercado local o aún de producción para el mercado interno sin una posición exportadora, que no pudiese “subirse” a las nuevas oportunidades de mercado, debía ser atendida con políticas compensatorias más de tipo social que productivas o económicas / comerciales. La agricultura familiar, la pequeña agricultura, la agricultura de subsistencia, los trabajadores rurales sin tierras, los colonos o asentados, incapaces de abordar las exigencias de los mercados de exportación o aún de los mercados nacionales, eran materia de las inversiones en el plano social, de los ministerios de bienestar y/o desarrollo social y no de los ministerios productivos como los de agricultura. Eran parte del gasto social y no de la inversión económica. Las políticas para este sector eran claramente de tipo compensatorias y los proyectos de financiamiento y/o cooperación externa que se gestaban al amparo de estas definiciones, referían a la pequeña agricultura y los sectores rurales vulnerables como un problema eterno que solo la inmigración hacia las áreas urbanas resolvería. Mientras tanto los recursos (en gran medida) se dedicarían a mitigar las consecuencias de la pobreza y no a combatir sus causas. Existieron proyectos de financiamiento externo, de las agencias de cooperación multilaterales, que buscaban compensar los diferentes puntos de partida de los AF en todos los países de la región, con la visión de que aquellos que tuvieran la oportunidad de incorporarse al mercado lo hicieran, y para los que no la tuvieran aplicar recursos buscando que sufrieran lo menos posible los efectos de su marginación. Fueron muy notorios los 4 proyectos de reconversión productiva e incluso de reconversión para salirse del sector de actividad. La pequeña y mediana agricultura, la agricultura familiar campesina o la agricultura familiar como se le denominó finalmente en el MERCOSUR, a partir de la década de los 2000, fué objeto, sujeto y parte de las políticas sociales compensatorias. Luego, con el devenir de cambios en el escenario político regional y un persistente reclamo por parte de las organizaciones sociales de la AF a nivel de cada país y en la región, se comenzó a revisar el concepto a la luz de la notoria incompetencia de los instrumentos de compensación. Las oficinas de política pública agropecuaria de los ministerios sectoriales - luego de un arduo debate - fueron haciendo lugar a aceptar las notorias diferencias entre la agricultura familiar y la comercial, su relación y vínculo con los mercados de factores, de capital, insumos y productos, su relación diferencial con el comercio y con la tierra y el ambiente, y pasó nuevamente a formar parte de los “activos” del desarrollo. En este proceso hizo aparición la necesidad de políticas diferenciadas. El MERCOSUR no obstante trataba los temas de la agricultura y el comercio en el SGT 8 y otros grupos vinculados como el de normas técnicas, no obstante no existía un espacio que reconociera la AF y su vinculación con el comercio. En el año 2003 los Ministerios de Relaciones Exteriores y el de Desarrollo Agrario de Brasil, y la COPROFAM, convocan a un encuentro regional sobre la AF y las negociaciones internacionales en la OMC y el MERCOSUR. En dicho encuentro se establece un vínculo de trabajo y cooperación entre la COPROFAM y el Programa FIDA/MERCOSUR. La COPROFAM venía reivindicando desde 1991 un espacio para la AF en el proceso de integración regional. Ese mismo año FIDA/MERCOSUR y COPROFAM realizan un encuentro en la ciudad de Montevideo, coincidente con la reunión del Consejo del Mercado Común (CMC) y la Cumbre de Presidentes y se le presenta a los Cancilleres de los cuatros socios plenos la “Carta de Montevideo” donde se propone a los gobiernos del bloque, la creación de un espacio de diálogo político especializado y asesor de los órganos ejecutivos del MERCOSUR. Este planteo es asumido por el Gobierno del Brasil, quien propone en la Argentina en junio de 2004 la creación de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF), aprobándose ese mismo año. Ese mismo año en Brasilia la recientemente creada REAF solicita al FIDA/MERCOSUR el apoyo financiero para consolidar este espacio y los servicios de secretaría técnica de la misma. El FIDA mantuvo y aumentó su apoyo y compromiso en los años subsiguientes a través de este su programa regional para el MERCOSUR, consolidándose la REAF como un espacio de diálogo político entre y dentro de las países del MERCOSUR ampliado, entre delegados de los gobiernos y dirigentes de las organizaciones sociales representativas, muy especialmente la COPROFAM, quién también redobló su compromiso político/gremial de consolidar este espacio. Los temas de la Agenda se fueron construyendo en conjunto desde las Secciones Nacionales hacia la Reunión Regional y el reconocimiento y fortalecimiento institucional (dentro y fuera del MERCOSUR) se fue dando a través de resultados medidos como recomendaciones al 5 MERCOSUR a través del GMC y el CMC, y las políticas e instrumentos discutidos y propuestos en la REAF adoptados también por los gobiernos. En 2010 se resuelve por parte de los gobiernos crear el Fondo de la Agricultura Familiar del MERCOSUR y a partir de allí comienza un proceso de transición donde el FIDA/MERCOSUR, dejaría finalmente en diciembre de 2011 de tener la responsabilidad de financiar la REAF y operar como Secretaría Técnica. La institucionalidad de la REAF consolidada y su sostenibilidad financiera asegurada a través del FAF, obligan y estimulan al FIDA y al FIDA/MERCOSUR a repensar un nuevo papel, que mantenga el apoyo decidido al diálogo políticos sobre las políticas públicas diferenciadas para la AF, ampliando su foco a políticas vinculadas y vinculantes con aquella como son las de desarrollo rural, seguridad alimentaria y nutricional y mitigación y adaptación al cambio climático por parte de la AF. La situación actual Hubo proyectos de financiamiento externo y cooperación sin políticas públicas y esto generó la necesidad de estimular el debate sobre la necesidad que éstas existieran fueran sostenidas en el tiempo y dieran el marco a las intervenciones y los proyectos. Doce años después hay políticas, hay voluntad de articularlas y armonizarlas en el bloque regional, hay voluntad de invertir en potenciar la AF como una parte importantísima de la solución a la pobreza y no gastar en ella como parte del problema, sino invertir en ella porque es parte de la solución. Hay necesidad de continuar perseverando en la institucionalización para hacer de las mismas (las políticas públicas diferenciadas para la AF) y de la REAF una realidad persistente y resistente. La garantía de que esto ocurra es el diálogo político maduro y equilibrado entre funcionarios de los gobiernos y dirigentes de las organizaciones sociales representativas. A pesar de los éxitos, recurrentemente en todos los países hemos vuelto en algún momento durante estos últimos 10 u 8 años al debate sobre si la AF hace parte de las políticas económicas, productivas, tecnológicas, comerciales, o hace parte del conjunto de políticas sociales. Un nuevo ministro, secretario, funcionario, un cambio de enfoque político en un gobierno, trae una vez sí y otra también este tema a la mesa del diálogo. Hay que encararlo con madurez, argumentos y ejemplos, y con avances concretos en temas sensibles como el comercio, compras públicas, inversiones, registros. También y sobre todo, un mayor y mejor conocimiento de las peculiaridades y diversidad de situaciones que se dan en la amplia categoría socio/económica que significa la AF, y las políticas e instrumentos diferenciados dentro de los diferentes. Este es el nuevo contexto post – consolidación de la REAF para el Programa FIDA/MERCOSUR. Se manifiesta una vez más el compromiso institucional del FIDA con el proceso y con sus impactos y resultados en la región, no solo a través de sus proyectos (préstamos y donaciones), sino a través de una nueva donación para los actores sociales y públicos del MERCOSUR, que se expresa con una nueva etapa de apoyo, con al menos cuatro nuevos desafíos: 6 (i) (ii) (iii) (iv) Refrescar la Agenda con nuevos temas; Institucionalización de las políticas públicas diferenciadas para la AF, el desarrollo rural y el combate a las causas que generan la pobreza rural; Proyectar el modelo REAF hacia otras regiones; Acercar a los ámbitos de la REAF que corresponda (plenarias regionales, grupos temáticos y/o sesiones nacionales), experiencias de los Programas del FIDA en ejecución en la región que aporten al debate de los temas de la agenda REAF. En el enfoque generador de esta nueva fase, post – consolidación de la REAF para el programa FIDA/MERCOSUR, se manifiesta a través del objetivo más general de sus acciones, para coadyuvar a que el diálogo político sea equilibrado, democrático, representativo, informado y responsable, buscando resultados que se concreten en acciones o en políticas mejor orientadas o focalizadas. En esa medida éste ayudará a consolidar la institucionalidad y los compromisos, no solo entre los países sino dentro de los mismos, porque pone en un mismo nivel de información, discusión y para el diseño de las estrategias, las políticas y sus instrumentos a los funcionarios de gobiernos y a los dirigentes de las organizaciones sociales. Mejora el “ambiente” para la inversión pública y para la ejecución de los proyectos, permite fortalecer a las organizaciones sociales representativas, no solo de cúpula, sino también de base, a través de instrumentos e intervenciones directas de los proyectos. Las organizaciones de base con el apoyo técnico y financiero de los proyectos podrán operar en el marco de una política que les asigne explícitamente el papel de proveedoras de servicios y/o interlocutoras con las autoridades locales y nacionales. Mejora la calidad de la demanda desde la población rural y la AF. Las necesidades se traducen en propuestas y éstas en recursos mejor orientados. El escalamiento o la proyección del modelo diálogo político REAF, hacia otras regiones Como proyectar el diálogo hacia otras regiones: (i) (ii) (iii) (iv) (v) (vi) (vii) (viii) conocer bien el proceso seguido en el MERCOSUR, sus fortalezas y sus debilidades. Cómo se construye el diálogo político y cómo se lo mantiene vigente, con contenido y resultados, identificar en otras regiones a los interlocutores (funcionarios de los gobiernos y dirigentes de las organizaciones), sus intereses y posicionamientos institucionales, confirmar que existe una voluntad y una “cultura” de diálogo y cómo esta se encauza, identificar la institucionalidad que convocará al diálogo y el objetivo y resultado esperado del mismo, nivelar expectativas, la forma del diálogo, la metodología, las reglas del juego, la convocatoria y la participación democrática sin exclusiones, y los temas de agenda, acuerdos preliminares sobre la agenda y como se aborda, voluntad de la REAF y de los países que hacen parte de ella de promover el modelo de diálogo político hacia otros países y regiones. 7 Una premisa clara a esta altura del proceso seguido en los últimos 10 u 8 años es que el modelo es de los países que hacen parte de la REAF. El FIDA no tiene condiciones de apropiarse del mismo para su difusión, si no cuenta con la más comprometida participación de los países para proyectar la experiencia, por lo que el escalamiento del modelo REAF hacia potras regiones tiene que ser un emprendimiento conjunto entre la REAF y los países que la integran y el FIDA. El FIDA/MERCOSUR una vez más es una herramienta de esta alianza, ahora para proyectar el modelo de diálogo sobre políticas públicas para la AF hacia Centroamérica, la Región Andina y la Comunidad de Naciones del Sur del África. En los tres casos la REAF ya ha tenido a lo largo de los últimos años instancias de intercambio, información cruzada y manifestaciones de mutuo interés en profundizar en el proceso. No obstante esta herramienta solo podrá actuar si se dan en forma conjunta las siguientes condiciones: (i) (i) (ii) (iii) (iv) (v) A la REAF (gobiernos y organizaciones representadas) le interese proyectar su experiencia y su modelo hacia otras regiones, en el marco de una decisión político / diplomática que es de cada uno de los países parte y es consensuada en este ámbito del MERCOSUR. Esto es así porque el “modelo” que se proyecta es propio de la REAF y fue creado por sus participantes y es a éstos y solo a éstos a los que les pertenece la decisión de proyectarlo, compartirlo y enriquecerlo con actores de otras regiones. El Programa FIDA/MERCOSUR puede ser el vehículo técnico y financiero para llegar a los diferentes países de las regiones mencionadas, en la medida que exista la voluntad de los países parte de la REAF/MERCOSUR de proyectar el modelo de diálogo sobre políticas públicas y especialmente construir una Agenda de interés común. En los países y/o en las regiones antes mencionadas habrá que identificar a los actores del diálogo, conocer sus intereses, sus posiciones de partida, la “cultura” de construir y participar juntos en el diseño y aplicación de políticas públicas de inversión diferenciadas para la AF y donde estos actores ubican los principales problemas y prioridades. La experiencia muestra que solo a través de una agenda compartida es posible avanzar en el “diálogo inter – regional”. En caso contrario los encuentros (costosos en sí mismos), no generarán más que aproximaciones, conocimiento, con más énfasis en las diferencias que en las similitudes y sin llegar a trascender hacia una etapa de intercambio y/o cooperación concreta. Los resultados son visibles y alcanzables sí y solo sí las acciones de cooperación y los recursos quedan en manos soberanas de los países y sus gobiernos que son los únicos que pueden dar continuidad y concreción al diálogo inter – regional. El Programa FIDA/MERCOSUR como herramienta técnica y financiera solo puede apalancar los recursos de cooperación de los países involucrados según la orientación que éstos les quieran dar a su aplicación, con los suyos propios y/o los del FIDA, facilitar los encuentros, aportar metodología de trabajo para éstos, difundir sus resultados mediante las técnicas de “gestión del 8 conocimiento” y hacer una especie de “gerencia de seguimiento” de la cooperación, en la medida que actúa en la preparación de la misma ex - ante, luego durante la misma y finalmente procesa la información ex – post para que los países y gobiernos involucrados hagan la evaluación que crean pertinente. La experiencia hasta el momento en relación a la proyección de la experiencia y metodología para el diálogo político desde la REAF/MERCOSUR hacia otras regiones y países podría resumirse como: (A) Para proyectar la experiencia de la REAF a otros países fuera del MERCOSUR, como ha sido el caso de Chile, Bolivia, Venezuela (países asociados o en proceso de asociación al MERCOSUR), Perú, Ecuador, Centroamérica y países que integran la comunidad de naciones del Sur del África, indica que no es suficiente contar con el interés de algunos de los actores que habrán de participar del proceso de diálogo político (Gobiernos y Organizaciones de AF) para mantenerlo vigente una vez promovido el mismo. (B) Con independencia del origen de la puesta en contacto entre la REAF y terceros países en otras regiones; (i) por razones propias de su ámbito de actuación natural, que puede calificarse como ineludibles/obligatorias, tales los casos de los miembros asociados al MERCOUSR (Chile, Bolivia y Venezuela) en los que el acercamiento se produce básicamente a partir de acciones directas de la propia REAF; (ii) por razones ajenas a su ámbito de actuación natural, que pueden calificarse como oportunidades/optativas, tales los casos de Centroamérica y el Sur del África, los resultados sostenibles sólo se han alcanzado cuando se lograron encontrar los dos actores necesarios interesados en conocer el proceso y comprometidos mutuamente para desarrollar una experiencia de diálogo político propia y/o en vínculo con la REAF. (C) Es así que podría calificarse como exitoso lo sucedido con Chile, que convocado desde los inicios por la REAF, encontró en todo momento eco en las autoridades de Gobierno y en las organizaciones representativas de la AF, que se interesaron en participar del proceso voluntariamente, y fueron encontrando según las circunstancias diferentes formatos de funcionamiento a nivel nacional que le permitieron integrarse como un par en las actividades de la REAF. (D) En sentido contrario podría calificarse como un fracaso lo sucedido en los casos de Bolivia y Venezuela, con los que la REAF realizó esfuerzos comparables (cuando no mayores) a los realizados en el caso de Chile para involucrarlos a la REAF, y no logró hacerlo más que transitoriamente en algunos momentos. Incluso en dichas instancias puede decirse que respondió más a la voluntad y dedicación de algunos de los actores institucionales y/o de las personas involucradas. En el caso de Bolivia el motor del acercamiento fue el vínculo con el MERCOSUR que significaba la participación activa de alguna organización de AF boliviana en la COPROFAM, que fue el caso de la CIOEC, que trabajaba permanentemente para motivar a las autoridades de gobierno a involucrarse. Esto se logró en algunos períodos, pero que se fue perdiendo con los sucesivos cambios de responsables a nivel oficial, hasta llegar a una situación de desconexión casi total. 9 (E) En el caso de Venezuela el motor del acercamiento estuvo dado por el interés del Gobierno de Venezuela en integrarse a la REAF durante el período en el que se procesaba a nivel MERCOSUR la posible integración plena del país al bloque. Una vez que dicho proceso se enlenteció, el interés decayó y la situación llego también a un grado de desconexión total. (F) Los casos de Perú y Ecuador en la Región Andina, vale mencionarlos porque fueron acercamientos preliminares que se gestaron por diferentes vías (en Perú fue la COPROFAM que incidió a partir de las Organizaciones de AF peruanas que la integran para invitar a sus representantes y a autoridades de Gobierno sectoriales a participar de la REAF; en Ecuador fueron autoridades de Gobierno que se mostraron interesadas y tomaron contacto con la Secretaría de la REAF y con algunos referentes de los Gobiernos, e incluso con FIDA), pero en ninguno de los casos las acciones desarrolladas fueron suficiente para sostener el proceso. (G) Finalmente las experiencias en Centroamérica y en la Comunidad de Naciones del Sur del África, en las que autoridades de Gobierno y representantes de organizaciones de AF tomaron conocimiento de la realidad de la REAF en diferentes instancias (ya sea porque una delegación de la propia REAF los visitó, porque sus delegaciones asistieron a reuniones de la REAF en la región, y/o porque participaron de eventos paralelos como el Foro Mundial Campesino en el que se presentó más de una vez la experiencia del MERCOSUR), pueden calificarse como parcialmente exitosas porque los canales de comunicación a nivel REAF o a nivel de Delegaciones de países permanecen relativamente abiertos, pero también pueden calificarse como parcialmente no exitosas ya que no fue posible acordar una agenda de trabajo común a mediano plazo entre las partes y no aparecen con claridad los motivos para realizar nuevos encuentros. Finalmente, el análisis de las experiencias reseñadas sugiere que las posibilidades de difusión de la experiencia de la REAF a nivel de otros países/regiones, requiere en nuestra opinión, de: Una clara identificación de actores de gobierno y representantes de organizaciones de AF interesadas en el diálogo político en terceros países/regiones, que vean en la herramienta una oportunidad de mejora para hacer más fructífero su relacionamiento. El reconocimiento mutuo de ambas partes como actores indispensables de cualquier proceso de diálogo político a nivel interno, y con la REAF, para analizar la pertinencia de una agenda de trabajo conjunto. El estudio previo de los temas de política para el sector de la AF que están pautando la agenda de los que van a relacionarse (los terceros y la propia REAF) para definir un plan de trabajo que permita encontrar a la brevedad posible puntos de interés compartidos que den sostenibilidad a proceso. La decisión expresa de la REAF del interés por abordar la relación cómo una cuestión regional, lo cual supone que los Delegaciones Nacionales los acuerden previamente y los Coordinadores Nacionales tengan el respaldo necesarios de sus Cancillerías para abordar formalmente el relacionamiento con terceros. 10 Para que los actores sociales que tengan vínculos con sus pares en terceros países/regiones la COPROFAM, es también una herramienta de apoyo y soporte a este proceso, en la medida que estén debidamente informados del mismo, entre otras cosas aportando temas para la AGENDA común. Unidad de Coordinación Regional del Programa FIDA/MERCOSUR Colonia del Sacramento, mayo de 2012. 11