LOS RETOS ECONÓMICOS DEL POSPUJOLISMO José García Montalvo Profesor del Departamento de Economía y Empresa Universitat Pompeu Fabra No hay duda que la economía catalana de 2003 ha progresado enormente frente a la situación de principios de los años 80. El PIB per cápita catalán en términos de paridad del poder adquisitivo ha pasado de ser el 83% de la media europea en 1980 al 101% en 2002. Es evidente que todo este progreso no se debe exclusivamente a las acciones de los sucesivos gobiernos del President Pujol pero no es menos cierto que muchas de sus actuaciones permitieron aprovechar la coyuntura económica favorable para transformar la economía catalana. La despedida de Jordi Pujol de sus responsabilidades de gobierno y la equiparación del PIB per cápita catalán a la media europea definen un buen momento para recapitular los retos a los que se enfrentará en el futuro la economía catalana. El primer reto que es necesario resolver es la cuestión del déficit fiscal. Sea cual sea el cálculo utilizado es evidente que Catalunya aporta muchos más recursos al estado español que los que recibe en forma de gasto público estatal. Además es preciso cerrar este tema para dejar de buscar chivos expiatorios económicos en el déficit fiscal. Para hacer frente a este reto se debe aclarar primero cuanto está dispuesta Catalunya a aportar en forma de solidaridad con el resto de autonomías españolas. Una respuesta podría ser “no queremos aportar nada” y, por tanto, solo estamos dispuestos a pagar un cupo por los gastos públicos del gobierno central que tienen una dimensión estatal (por ejemplo la defensa). Este punto de vista sería contradictorio pues dentro de Catalunya existen también déficit fiscales (por ejemplo el del área metropolitana de Barcelona) y una política explícita de solidaridad territorial intercomarcal que es generalmente aceptada. No hay que olvidar también que un pilar importante de la Unión Europea es la solidaridad interregional. Con todo, es muy probable que la contribución catalana a la solidaridad interregional del estado español sea excesiva y que dicho déficit tenga importancia en la evolución de la renta disponible de los hogares catalanes. De hecho solo dos comunidades autónomas cuyos hogares tenían una renta disponible bruta por encima de la media en 1978 han visto reducido significativamente su nivel frente a la media del Estado en 2001: Catalunya y la Comunidad Valenciana. El caso catalán es el más significativo pues la renta bruta disponible de los hogares ha pasado del 122% de la media del estado español (1978) al 113% (2001). Por el contrario, como muestra el gráfico anexo, en las Comunidades de régimen foral la mejora sobre la media del estado es espectacular. Por ejemplo en el País Vasco la renta disponible de los hogares ha pasado de representar el 108% (1978) de la media del estado al 125% (2001). Para tomar la decisión de cuanto se desea aportar en forma de solidaridad territorial es necesario saber con exactitud cuanto se paga y cuanto se recibe. No es lo mismo un déficit de 4.800 millones de euros que uno de 10.800 millones. No obstante el gobierno central se ha negado repetidamente a realizar un cálculo oficial de dicho déficit fiscal. Por tanto es preciso que el mecanismo de solidaridad interregional sea transparente a diferencia de lo que sucede en la actualidad. Estas circunstancias llevan a la necesidad de plantear un nuevo sistema de financiación autonómica donde el Govern de la Generalitat tenga mucha más capacidad impositiva y reciba más recursos que en el pasado. Sin embargo también es cierto que la capacidad impositiva que proporciona el sistema de financiación actual no ha sido prácticamente utilizada. El reto de futuro consiste en aceptar el coste político inherente a las decisiones impositivas evitando hacer una política meramente imitativa de las decisiones de Madrid (menos impuestos para todos, especialmente para los más ricos). Otro de los retos importantes, quizás el más importante, es mejorar la productividad. El bienestar de los ciudadanos está ligado intrínsecamente a las ganancias de productividad que el sistema económico pueda conseguir. La competitividad de una economía se basa en sus dotaciones de capital humano, capital físico y tecnológico, infraestructuras y capital social. En el aspecto del capital humano los retos más importantes son la consecución de una sociedad trilingüe, la mejora de la calidad de la formación y la integración educativa de los inmigrantes. Las sociedades avanzadas de países de habla no inglesa se caracterizan por tener un sistema educativo que posibilita que sus ciudadanos acaben dominando con fluidez varios idiomas. Este es el caso, por ejemplo, de Holanda o los países escandinavos. El sistema educativo catalán debe ser capaz de proporcionar una formación eficaz y suficiente en al menos un tercer idioma. Este objetivo debería plantearse no solo para los universitarios sino para todos los estudiantes que acabaran la enseñanza secundaria. Asimismo debe plantearse seriamente el objetivo de conseguir mejorar la calidad del sistema educativo. La forma de conseguir este objetivo es reconociendo el trabajo de los profesores con una remuneración adecuada a su nivel de responsabilidad y prestigiando su labor. Al mismo tiempo se debe favorecer una política de incentivos basados en el mérito y los resultados, especialmente en la educación universitaria. En este sentido las actuaciones en materia de universidades del último Govern de Jordi Pujol han sido una bocanada de aire fresco cuya labor debería ser continuada en el futuro si Catalunya quiere tener un sistema universitario de calidad. Finalmente el capital humano catalán del futuro estará formado en una parte importante por inmigrantes o hijos de inmigrantes. Por tanto es preciso hacer un esfuerzo para conseguir que estas personas alcancen un nivel formativo similar al resto de los ciudadanos de Catalunya. Otro reto importante es la mejora del capital público y las infraestructuras. Durante gran parte de los años 90 el escaso nivel de inversión pública en Catalunya produjo una ralentización en la formación de capital público. Por tanto es necesario hacer un esfuerzo extra para alcanzar la senda de formación de infraestructuras que fue abandonada en los 90. Sin embargo es importante dejar de pensar en las infraestructuras como la simple construcción de carreteras. La productividad de la economía catalana se ve favorecida muy poco por la construcción de una nueva autovía para que los ciudadanos que van de fin de semana a su segunda residencia de la Cerdenya puedan volver sin encontrar atascos. Los puertos, los aeropuertos, la conexión de banda ancha y las líneas ferroviarias deben ser infraestructuras prioritarias junto con las instalaciones tecnológicas como el futuro sincrotrón Aurora (Cerdanyola del Vallès). Un reto futuro es también el mantenimiento y la mejora del capital social catalán. Por capital social se entiende un conjunto de normas y valores compartidos que facilitan la cooperación entre individuos e instituciones en la consecución de unos objetivos. El reto consiste en participar en un mundo cada vez más polarizado, globalizado y competitivo sin erosionar el capital social acumulado. Para conseguirlo será necesario poner el objetivo de mejorar el bienestar de los ciudadanos de Catalunya por encima de otros criterios de menor importancia, evitando entrar en una dinámica de creciente polarización y conflicto que perjudique la consecución del objetivo básico de mejora del bienestar de los ciudadanos. Pero en Catalunya tanto funcionarios como trabajadores en general tienen un problema para mantener su nivel de vida: el nivel de precios y la inflación son superiores en el principado a la media del Estado español. Sin embargo la mayoría de los convenios y negociaciones salariales no toman como referencia el nivel de precios ni la inflación propia de la economía catalana. Un reto importante consiste en aumentar el nivel de vida medido en paridad de poder adquisitivo en Catalunya y no respecto al nivel de precios medio del estado. La mejora de la eficiencia de la administración pública es otro de los retos del futuro económico de Catalunya. En los últimos años se han desarrollado diversos proyectos interesantes en el campo de la programación estratégica como el CAT21 o la aproximación de la administración pública catalana a los ciudadanos (CAT365 o administració oberta de Catalunya). La profundización en este tipo de iniciativas producirá ganancias de productividad en las empresas, que ven simplificados sus trámites con la administración, y facilitará la relación entre las administraciones públicas y los ciudadanos. La orientación adecuada de la estrategia de crecimiento de la economía catalana es otro de los retos importantes. Parece claro que una estrategia basada en fomentar la construcción y sobreponderar el turismo no es adecuada en el largo plazo. Este tipo de estrategia reduciría la competitividad futura de la economía catalana. Es preciso encontrar un equilibrio sectorial que permita una cierta diversificación y apostar por industrias de futuro con capacidad de generar mucho valor añadido. Por tanto hay que realizar una apuesta decidida por la innovación y las nuevas tecnologías. El pinchazo de la burbuja tecnológica pudo llevar a algunos a concluir que la llamada “nueva economía de la información y las comunicaciones” era un espejismo. No obstante estos “pinchazos” ya se produjeron en otras revoluciones tecnológicas del pasado que, con posterioridad, dieron lugar a industrias muy potentes. Es preciso reconocer que el futuro económico estará cada vez más dominado por las nuevas tecnologías y que llegar tarde a ese proceso supone perder el tren de las industrias del futuro. Por tanto el reto de encontrar una estrategia ganadora de crecimiento a largo plazo pasa por la potenciación del clúster universitario, biomédico y farmacéutico de Catalunya y la promoción de nuevas industrias relacionadas con las tecnologías de la información y las comunicaciones. En resumen, el reto más importante de la economía catalana es promover el aumento de la competitividad y la productividad para mejorar el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo no se debe olvidar que el PIB per capita es una medida muy imperfecta del bienestar. Si aumentar la productividad supone que los ciudadanos vivamos en una situación de stress continuado quizás las ganancias en renta per capita no reflejen ganancias reales de bienestar. En la actualidad ya empieza a notarse que la sociedad catalana está cada vez más estresada: la necesidad de hacer frente a unas hipotecas cada vez mayores y la propensión a identificar bienestar con acumulación de bienes (segunda residencia, segundo o tercer coche, tercera televisión, etc.) provoca horarios cada vez más prolongados y menor tiempo libre. Un reto futuro importante para la sociedad catalana consiste en evitar acumular stress para mejorar el bienestar integral y no tan solo el bienestar material. Renta disponible bruta per capita de los hogares. Índice España=100. Fuente: INE 60 70 80 90 100 110 120 130 Pais Vasco Navarra Balears (Illes) M adrid (Com.) La Rioja Catalunya Aragon Cantabria Castilla-Leon 1978 Com. Valenciana 2001 Asturias Canarias Ceuta y M elilla Galicia M urcia Castilla-La M ancha Andalucia Extremadura