Revelaciones alarmantes sobre la política exterior de Bush

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Revelaciones alarmantes sobre la política exterior de Bush
Alan Woods :: 09/04/2007
El 5 de marzo de 2007 apareció en The New Yorker un artículo destacado, firmado
por Seymour Hersh, un conocido periodista. En él se publicaban detalles de los planes de
contingencia para la guerra con Irán. Los funcionarios del Pentágono se dieron prisa en negar
las declaraciones de Hersh.
"Cuando los de arriba hablan de paz el pueblo llano sabe que habrá guerra" Bertolt
Brecht
Pero contiene revelaciones asombrosas sobre la política exterior seguida por la Casa Blanca.
Obviamente son ciertas y confirman todo lo que hemos escrito sobre este tema. En su artículo,
Hersh hace una pregunta muy relevante: ¿La nueva política de la administración está beneficiando a
nuestros enemigos en la guerra contra el terrorismo? Como la situación en Iraq se ha deteriorado,
Hersh dice, la administración Bush ha girado significativamente en su estrategia para Oriente
Medio. Este giro es conocido como la "re-dirección" dentro de la Casa Blanca. Amenaza con acercar
más a EEUU a una confrontación abierta con Irán y, en el proceso, agravar el conflicto sectario
entre los musulmanes chiíes y suníes. Según un antiguo oficial de inteligencia veterano, citado en el
artículo de The New Yorker, los planes actuales de contingencia permitirían un ataque para la
primavera. Añadía, sin embargo, que funcionarios veteranos del Estado Mayor consultados dijeron
que la Casa Blanca no "estaría tan loca como para hacer esto con la situación que hay en Iraq y con
los problemas que crearía a los republicanos en 2008". Ha habido una oleada de alegatos de la
administración sobre la implicación iraní en la guerra de Iraq. El 11 de febrero salieron informes
sobre explosivos sofisticados, capturados en Iraq, que según la administración procedían de Irán. El
mensaje de la administración, en esencia, era que la desoladora situación en Iraq era el resultado no
se sus propios fracasos de planificación y ejecución, sino de la interferencia de Irán. "El ejército
norteamericano también ha arrestado e interrogado a cientos de iraníes en Iraq. "La orden que salió
el pasado agosto para el ejército era capturar a tantos iraníes en Iraq como pudieran", según dijo un
veterano oficial de la inteligencia. "En determinado momento tuvieron encarcelados a quinientos.
Estamos trabajando a estos chicos y consiguiendo información de ellos. El objetivo de la Casa Blanca
es fabricar un caso para demostrar que los iraníes han estado fomentando la insurgencia y que Irán,
en realidad, está apoyando el asesinato de estadounidenses". Un especialista del Pentágono
confirmó que cientos de iraníes han sido capturados por las fuerzas estadounidenses durante los
últimos meses. Me dijo que el total incluye a muchos trabajadores iraníes de ayuda y humanitarios
que "son capturados y liberados en un corto espacio de tiempo", después de haber sido
interrogados". (The New Yorker, 5/3/2007). Al mismo tiempo la administración continúa haciendo
negativas indignantes sobre cualquier intención beligerante. "No estamos planeando una guerra con
Irán", esto es lo que anunció el nuevo Secretario de Defensa, Robert Gates, el 2 de febrero. Ninguna
persona seria se cree estas negativas que se contradicen por los hechos. El artículo de The New
Yorker continúa: "Según oficiales de la inteligencia norteamericana, veteranos y actuales, las
operaciones secretas en Líbano han ido acompañadas por operaciones clandestinas que tenían como
objetivo Irán. Las operaciones de los equipos militares y de operaciones especiales estadounidenses
han escalado sus actividades en Irán para reunir información y, según un asesor del Pentágono
sobre terrorismo y veterano oficial de inteligencia, también han cruzado la frontera en busca de
operativos iraníes de Iraq". Irán y EEUU Con la derrota en la cara en Iraq, ¿qué hace George Bush?
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Propone intensificar la implicación militar de EEUU en Iraq y abrir un nuevo frente en Irán. En las
semanas recientes la administración ha estado intensificando sus ataques beligerantes sobre Irán.
Washington repite constantemente la acusación de que los iraníes están armando y entrenando a las
milicias chiíes en Iraq. Bush ha enviado un grupo extra de portaaviones al Golfo y dado órdenes a las
fuerzas norteamericanas para que capturen o asesinen a agentes iraníes en Iraq. Esto no es
casualidad. Corresponde con un giro en la política estadounidense en Oriente Medio, que les ha
impuesto unas consecuencias imprevistas en la aventura iraquí de Bush. La invasión de Iraq ha
tenido consecuencias desastrosas para EEUU en Oriente Medio. Esto ha desbaratado totalmente la
correlación fuerzas y fortalecido a Irán. El único ejército que fue capaz de contener a Irán, aparte de
su potencial nuclear, sería un ejército permanente de cuatrocientos o quinientos mil soldados.
Arabia Saudí tiene setenta y cinco mil soldados en su ejército permanente. Los saudíes están
aterrorizados por Irán y están pidiendo a los estadounidenses que emprendan acciones contra
Teherán. Israel, Arabia Saudí y EEUU forman un bloque reaccionario, el propósito principal es
socavar y debilitar a Irán por cualquier medio, incluidas las acciones militares. Los estadounidenses
están implicados en una campaña de provocaciones escandalosas contra Irán. En un discurso el 10
de enero, el presidente Bush utilizó el lenguaje de la provocación: "Estos dos regímenes -Irán y Siriaestán permitiendo a los terroristas y a los insurgentes utilizar su territorio para entrar y salir de Iraq
() Irán está proporcionando apoyo material para ataques contra tropas norteamericanas. Nosotros
desbarataremos los ataques con nuestras fuerzas. Interrumpiremos el flujo de apoyo desde Irán y
Siria. Buscaremos y destruiremos las redes que proporcionan armamento avanzado y entrenamiento
a nuestros enemigos en Iraq". Este tipo de lenguaje es normalmente utilizado en la diplomacia
cuando un estado está preparando el terreno para la acción militar contra otro. El propósito de estas
provocaciones es bastante claro. El imperialismo norteamericano quiere que los iraníes respondan y
después la administración tendrá una excusa para atacarles. La lógica de la situación tiende a la
acción militar contra Irán. No es cuestión de si, sino de cuando y cómo. En el pasado, el
imperialismo estadounidense apoyó al Sha de Irán, que era un estrecho aliado en la región. Pero
después del derrocamiento del Sha por la revolución de 1979, EEUU rompió con Irán y se hizo más
dependiente de Israel y Arabia Saudí. Al día de hoy, Washington no se puede permitir ofender a
estos regímenes reaccionarios, especialmente a Israel, que realmente es la única base firme de
apoyo para el imperialismo norteamericano en esta región vital estratégicamente. Por eso todas las
palabras hermosas sobre resolver la cuestión palestina nunca llevan a nada. Tel Aviv tiene el veto
final y su lema es: "lo que tenemos nos lo quedamos". Por su parte, el presidente Ahmadineyad
continúa haciendo discursos desafiantes sobre el derecho de Irán a seguir con su programa nuclear.
El ayatolá Alí Kamenei, en la televisión estatal, dijo que las "realidades de la región muestran que el
frente arrogante, encabezado por EEUU y sus aliados, será el principal perdedor en la región". Los
círculos dominantes en Teherán parecen dejarse llevar por su propia retórica. Este es un juego
peligroso. En particular, la celebración de una conferencia negando el holocausto, que fue una
provocación que proporciona a los halcones de Tel Aviv la excusa perfecta para lanzar un ataque
preventivo contra Irán. La mecha está preparada, todo lo que hace falta es la chispa que la encienda.
El programa nuclear de Irán sirve de excusa conveniente para la administración Bush. En la Fox
News, el 14 de enero, Cheney avisó de la posibilidad, en pocos años, "de un Irán armado
nuclearmente, a horcajadas sobre el suministro petrolero mundial, capaz de afectar negativamente a
la economía global, preparado para utilizar organizaciones terroristas y/o sus armas nucleares para
amenazar a sus vecinos y a otros alrededor del mundo". Además añadió: "Si vas y hablas con los
estados del Golfo o si hablas con los saudíes o si hablas con los israelíes o los jordanos, toda la
región está preocupada [] La amenaza que Irán representa va en aumento". El Pentágono continúa
con su planificación intensiva de un posible ataque aéreo sobre Irán. Estos preparativos comenzaron
ya el año pasado, por orden del presidente. En otras palabras, la decisión ya había llegado. Todo lo
que Bush está esperando es la oportunidad adecuada para ponerla en práctica. Se ha establecido un
grupo especial de planificación en las oficinas del Estado Mayor conjunto, encargado de la creación
de un plan de bombardeos de contingencia para Irán que pueda ser implantado, siguiendo órdenes
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del presidente, en veinticuatro horas. Según el reciente artículo publicado en The New Yorker, el
grupo de planificación de Irán tiene un nuevo encargo: identificar objetivos en Irán que puedan estar
implicados en el suministro o la ayuda a los insurgentes en Iraq. Anteriormente, el foco había estado
en la destrucción de las instalaciones nucleares iraníes y un posible cambio de régimen. La
administración ahora está examinando nuevos programas de armas y de inteligencia sobre Irán. Esto
nos recuerda forzosamente a la histeria generada por Washington sobre las armas de destrucción
masiva en Iraq, que sirvió como cobertura para la preparación de la opinión pública mundial para la
agresión militar contra Iraq. La fuente de esta inteligencia son agentes israelíes operando en Irán,
quienes pretenden que Irán ha desarrollado un misil intercontinental de tres etapas capaz de lanzar
varias cabezas pequeñas a Europa. Como Israel tiene intereses creados en un ataque militar contra
Irán, la precisión de esta información es bastante cuestionable. Dos grupos de portaaviones de
combate -el Eisenhower y el Stennis- están ya en el Mar de Arabia. Sus planes se revelarán a
principios de la primavera, pero existe preocupación dentro del ejército, según algunas fuentes, de
que puedan recibir órdenes de quedarse en la región después de la llegada de nuevos aviones.
(Entre otras preocupaciones están que la guerra ha demostrado que los portaaviones pueden ser
vulnerables ante tácticas rápidas con varios barcos pequeños, una técnica que los iraníes han
practicado en el pasado, los portaaviones tienen una maniobrabilidad limitada en el Estrecho de
Hormuz, cerca de la costa sureña de Irán). Se están preparando nuevas guerras Un asesor
anónimo del gobierno norteamericano, con estrechos vínculos con Israel, también es citado en el
artículo de The New Yorker diciendo que los estados suníes "estaban petrificados ante la insurgencia
chií, que existía un creciente resentimiento con nuestros juegos con los chiíes moderados en Iraq".
Además añadió que "no podemos dar marcha atrás a la conquista chií en Iraq, pero podemos
contenerla". ""Parece que ha habido un debate dentro del gobierno sobre cuál es el mayor peligro,
Irán o los radicales suníes", esto es lo que dijo Vali Nasr, un veterano del Consejo sobre Relaciones
Internacionales, a Seymour Hersh, y que ha escrito ampliamente sobre los chiíes, Irán e Iraq: "Los
saudíes y algunos en la administración han estado defendiendo que la mayor amenaza es Irán y los
radicales suníes son el mal menor. Esta es una victoria de la línea saudí"". Pero este nuevo giro de la
política exterior norteamericana en Oriente Medio está lleno de nuevos peligros, nuevas guerras y
conflictos. Martin Indyk, un veterano funcionario del Departamento de Estado en la administración
Clinton que también sirvió como embajador en Israel, dijo que "Oriente Medio se está encaminando
hacia una Guerra Fría suní-chií fría". Indyk, que es el director del Centro Saban para la Política de
Oriente Medio en la Brookings Institution, añadió que, en su opinión, no estaba claro si la Casa
Blanca era plenamente consciente de las implicaciones estratégicas de su nueva política. "La Casa
Blanca no sólo está doblando la apuesta en Iraq, está doblando la apuesta en toda la región. Esto
podría volverse muy complicado. Todo está patas arriba". En enero, Condoleezza Rice dijo ante el
Comité de Relaciones Internacionales del Senado que hay "un nuevo alineamiento estratégico en
Oriente Medio", separando a "reformistas" y "extremistas". La Secretaria de Estado señaló a los
estados sunís como centro de moderación y dijo que Irán, Siria y Hezbolá eran "el otro lado de la
división". Estas palabras constituyen y repudian explícitamente el consejo dado a la administración
por Baker y el Grupo de Estudios Iraquíes, que en realidad recomendaban que EEUU debería
comenzar una fase de retirada de Iraq y comenzar las negociaciones con Irán y Siria. Rice (que, por
alguna razón, está considerada una "moderada") dijo al comité que Irán y Siria "han hecho su
elección y es desestabilizar". Arabia Saudí, Israel y Palestina Los aliados clave de Washington en
la región, Arabia Saudí e Israel, ven a Irán como una amenaza. Están colaborando en secreto. Los
saudíes están intentando desesperadamente conseguir que los israelíes lleguen a algún tipo de
compromiso con los palestinos. Por eso de repente se han implicado en las negociaciones árabesisraelíes. A Israel se le aseguraba que su seguridad era primordial y que Washington y Arabia Saudí
compartían su preocupación sobre Irán. Los saudíes están presionando a Hamás para que modere su
posición anti-israelí y los han empujado a regañadientes a compartir el poder con Fatah. En febrero
los saudíes negociaron un acuerdo en La Meca entre las dos fracciones. Sin embargo, Israel y EEUU
han expresado su insatisfacción con los términos y la tensión entre las dos fracciones permanece.
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Esta frágil coalición no es probable que dure demasiado. Un elemento calve en la ecuación, Arabia
Saudí, ahora es muy inestable. A pesar de su vasta riqueza petrolera, las condiciones de vida de las
masas han caído y el descontento con la camarilla corrupta y degenerada va en aumento. Esto se
reflejó en la creciente desafección de la juventud, que es atraída por el extremismo religioso. No es
casualidad que la mayoría de los suicidas del 11-S fueran saudíes. Durante décadas la Casa Saud se
mantuvo en el poder con un compromiso con el establishment religioso wahabí. La familia real podía
disfrutar de su obscena riqueza y suntuoso estilo de vida, sus coches rápidos, whisky, juegos y
prostitutas, mientras permitía al clero, seguidores de la rama fanática wahabí del Islam, que
gobernara la vida religiosa de la nación sin la interferencia del estado. En el momento de la
intervención militar soviética en Afganistán, la CIA organizó y financió a los grupos yahadíes que
llevaban a cabo una guerra contra el gobierno pro-soviético de Kabul. Bin Laden y los otros líderes
de Al Qaeda son suníes, y muchos de sus operativos proceden de círculos religiosos extremistas
dentro de Arabia Saudía. Mientras limitaban sus actividades al asesinato de rusos eran considerados
"luchadores por la libertad’, pero cuando comenzaron a matar a norteamericanos entonces
milagrosamente se transformaron en terroristas. Los estadounidenses están trabajando
estrechamente con el príncipe Bandar, el asesor saudí de seguridad nacional, que sirvió como
embajador en EEUU durante veintidós años, hasta 2005, y tiene estrechas relaciones con Bush y
Cheney. Continua reuniéndose en privado con ellos y veteranos funcionarios de la Casa Blanca han
hecho varias visitas recientemente a Arabia Saudí, algunas en secreto. En el turbio mundo de la
familia real saudí, Bandar ha construido una base de poder que descansa en gran medida en su
estrecha relación con los círculos dominantes norteamericanos. El pasado mes de noviembre,
Cheney voló por sorpresa a Arabia Saudí para reunirse con el rey Abdulá y Bandar. The Times
informaba de que el rey advirtió a Cheney que Arabia Saudí apoyaría a sus socios suníes en Iraq si
EEUU se retiraba. Un funcionario de la inteligencia europea informó de que la reunión también se
centró en los temores saudís más generales sobre "el ascenso de los chiíes". En respuesta, "los
saudíes están comenzando a utilizar su palanca, el dinero". Líbano Rafik Hariri, un multimillonario
suní y antiguo presidente de Líbano, estaba muy vinculado con el régimen saudí y con el príncipe
Bandar, fue asesinado en Beirut en 2005. Una investigación de la ONU apuntaba a la participación
siria, pero no hay ninguna prueba directa de esto y los sirios lo han negado enérgicamente. Los
estadounidenses utilizaron el asesinato de Hariri para derrocar al gobierno pro-sirio e obligar a los
sirios a abandonar Líbano. Se creían muy inteligentes pero el movimiento rápidamente les estalló en
la cara. No importa lo que se piense de Siria, pero sin duda la presencia siria permitió al país
disfrutar de cierta estabilidad. Líbano en realidad es un estado artificial, profundamente dividido en
líneas religiosas y nacionales. La salida de Siria fue seguida por la incursión militar israelí, que fue
respondida por Hezbolá, que consiguió una enorme popularidad. Hezbolá cuenta con el apoyo de
Irán y Siria. Ha dado al ejército israelí un golpe sangriento en el Líbano y ha intensificado su
campaña para derrocar al gobierno pro-estadounidense. Hezbolá tiene una infraestructura poderosa
y miles de miembros y combatientes activos. Ahora hay manifestaciones de masas contra el
gobierno. Las tensiones siguen aumentando, sometiendo a una dura tensión la estabilidad del país.
La administración Bush está alarmada ante el giro de los acontecimientos en Líbano. En su
cooperación con Arabia Saudí en operaciones clandestinas tienen como objetivo debilitar a Hezbolá.
El gobierno saudí, con el apoyo de Washington, también está proporcionando fondos y ayuda
logística para socavar al gobierno del presidente Bashir Assad en Siria. Los israelíes creen que la
presión al gobierno de Assad le obligará a hacer concesiones, particularmente el cortar el suministro
de armas a Hezbolá, su adversario más formidable en la región. EEUU y los saudís están
desesperados apuntalando al gobierno libanés de Fouad Siniora, que lucha con uñas y dientes por
quedarse en el poder frente a las manifestaciones en las calles. Siniosa se basa en el apoyo de
EEUU, pero fue incapaz de convencer al presidente Bush para que exigiera el final del bombardeo
israelí de Líbano. La administración Bush y los saudíes entregaron públicamente miles de millones
de dólares al gobierno de Siniora en concepto de ayuda, aunque la mayor parte de la ayuda
estadounidense tenía un propósito militar y para la seguridad interna. Es un secreto a voces que
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Siniora ha permitido que algo de esta ayuda acabe en manos de grupos radicales suníes en el norte
de Líbano, el Valle de Bekaa, y en los campos de refugiados palestinos del sur. Con eso pretende
fortalecer a estos grupos, aún pequeños, como un parachoques contra Hezbolá. El hecho de los lazos
ideológicos de estas organizaciones estén con Al Qaeda no le importa, ni tampoco a los
estadounidenses. Muchos de los militantes han sido entrenados en los campamentos de Al Qaeda en
Afganistán. Impulsando a estos elementos están preparando efectivamente el terreno para una
nueva guerra civil sangrienta en Líbano, con Hezbolá luchando contra las fuerzas suníes. Las
consecuencias serán horrorosas. Leslie H. Gelb, ex - presidente del Consejo de Relaciones
Internacionales, dijo que la política de la administración no tenía nada que ver con la democracia
sino con la "seguridad nacional pro-norteamericana. El hecho es que sería terriblemente peligroso
que Hezbolá gobernara Líbano". La caída del gobierno Siniora sería vista, según Gelb, "como una
señal en Oriente Medio del declive de EEUU y el ascenso de la amenaza terrorista. Y cualquier
cambio en la distribución del poder política en Líbano se encontrará con la oposición de EEUU, y
está justificado que resistamos a cualquier partido no chiíta que se resista a ese cambio. Deberíamos
decir esto públicamente en lugar de hablar sobre democracia". Esta es la voz auténtica del
imperialismo norteamericano. El objetivo real de Washington no es extender la democracia por
Oriente Medio sino sólo defender los intereses del imperialismo estadounidense. Si esto significa el
no reconocimiento de Hamás, aunque haya sido elegido democráticamente por el pueblo palestino,
pues así sea. Walid Jumblatt, líder de la minoría drusa en Líbano y un enérgico seguidor de Siniora y
enemigo virulento de Siria, se reunió con el vicepresidente Cheney en Washington el pasado otoño
para discutir, entre otras cuestiones, la posibilidad de socavar a Assad. Él y sus colegas aconsejaron
a Cheney que, si EEUU intenta hacer algo contra Siria, miembros de la Hermandad Musulmana siria
serían "los que hablarían". La Hermandad es un enemigo declarado de EEUU y de Israel. Sin
embargo, dijo Jumblatt, "le dijimos a Cheney que el vínculo básico entre Irán y Líbano es Siria, y
para debilitar a Irán necesitarías abrir una puerta a la oposición siria". Existen pruebas de que los
estadounidenses ya están financiando a la Hermandad. Un antiguo alto oficial de la CIA es citado por
Hersh diciendo: "Los estadounidenses han proporcionado apoyo político y económica. Los saudíes
están dirigiendo el apoyo financiero, pero hay participación norteamericana". Los saudíes también
han proporcionado miembros al frente con documentos del viaje. EEUU apoya a Al Qaeda, una vez
más Washington ha despertado con retraso ante el hecho de que la guerra de Iraq ha fortalecido
enormemente la posición regional de Irán. Al arrasar Iraq, el imperialismo norteamericano ha
destruido la única fuerza en la región capaz de presentar oposición a Irán. ¡Realmente no era su
intención! Aquí está la prueba, si era necesaria tal prueba, de que Bush y sus socios no
comprendieron nada y ni previeron ninguna de las consecuencias que inevitablemente tendrían sus
acciones. Ahora están intentando desesperadamente corregir el error, pero en el proceso están
cometiendo diez más. Los estadounidenses, los saudíes y los israelíes están alarmados por el
creciente poder y la influencia de Irán, que está interviniendo en Iraq y en Líbano. Por lo tanto,
están ansiosos buscando aliados potenciales contra Irán. EEUU está participando en operaciones
clandestinas que tienen como objetivo Irán y Siria. La nueva estrategia es contradictoria porque en
Iraq, la mayoría de la violencia dirigida contra el ejército norteamericano procede, no de los chiíes,
sino de las fuerzas suníes. Lógicamente, los norteamericanos deben seguir basándose en los chiíes
para combatir la insurgencia predominantemente suní. Pero esto no es una cuestión de lógica sino
de los intereses del imperialismo norteamericano en Oriente Medio. Para combatir la influencia de
Irán, EEUU ahora está inclinándose hacia los suníes en parte de Iraq (utilizando la vieja política del
imperialismo británico de sobornar a los jefes tribales). Esto también supone el reforzamiento de
grupos extremistas suníes, aunque éstas son hostiles a EEUU y cercanos a Al Qaeda. La racionalidad
detrás de esta política es "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Esto no es nuevo. Debemos
recordar que fue precisamente esta racionalidad lo que llevó a EEUU a apoyar a Sadám Hussein
contra Irán y Bin Laden contra la URSS en Afganistán. Ahora, como entonces, estas actividades se
están realizando en estrecha colaboración con el régimen saudí. Los estadounidenses y la Casa Saud
imaginan que serán capaces de controlar a los fanáticos suníes. Pero pensaron lo mismo la última
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vez y lo pensaron hasta que bin Laden declaró la guerra s sus antiguos mecenas y aviones pilotados
por saudíes se estrellaron contra el World Trade Centre. Como Frankestein crearon un monstruo
que no pudieron controlar. Ahora están cometiendo el mismo error. Los saudís tienen medios
económicos considerables, mantienen relaciones con la Hermandad Musulmana y con la secta Salafi,
extremistas suníes que ven a los chiíes como apóstatas y herejes. Pero hay un problema al utilizar
este tipo de personas. Como señalaba uno de los entrevistados por The New Yorker: "La última vez
que Irán fue una amenaza, los saudíes fueron capaces de movilizar al peor tipo de radicales
islámicos. Se les puede sacar de la caja pero no volver a meterlos en ella". La familia real saudí
calcula que no será derrocada mientras dejen tranquilos al clero y a los extremistas islámicos. La
administración Bush está calculando que este acuerdo funcionará. ¡Es un juego arriesgado! La
familia real anteriormente estuvo implicada, junto con la CIA, en el apoyo a grupos extremistas
suníes, incluido Al Qaeda. Bin Laden es el hijo de un multimillonario saudí. Estos grupos de fanáticos
religiosos ponen objeciones a la corrupción y la decadencia de la familia real y a la influencia de
occidente en general, y de EEUU en particular. Aceptarán la ayuda que tan generosamente les
ofrece Washington, pero mañana no vacilarán en morder la mano que les dio de comer. En los años
ochenta y principios de los noventa, la CIA estaba llevando a cabo una guerra contra la Unión
Soviética en Afganistán. El gobierno saudí subvencionó las actividades terroristas de los yihadistas.
Cientos de jóvenes saudíes fueron enviados a la frontera de Pakistán, donde se crearon escuelas
religiosos, bases de entrenamiento y centros de reclutamiento. Este fue el origen de Al Qaeda y de
los talibán. Fueron organizados por la CIA y el ISI pakistaní, financiados fastuosamente con dinero
saudí. Muchos de ellos eran salafis, una secta extremista, incluidos Osama bin Laden y sus socios,
que crearon Al Qaeda en 1988. Bandar y otros saudís han afirmado que la Casa Blanca en esta
ocasión "mantendrá una estrecha vigilancia sobre los fundamentalistas religiosos". "Hemos creado
este movimiento y podemos controlarlo", les dice Washington de modo tranquilizador.
Desgraciadamente, todas las experiencias anteriores nos dicen que no es fácil controlar a los perros
rabiosos una vez que los has liberado. El círculo gobernante saudí están corriendo un gran riesgo
político al unirse a EEUU en su lucha contra Irán; Bandar ya es visto en el mundo árabe como
alguien demasiado cercano a la administración Bush. "Tenemos dos pesadillas", decía el ex diplomático Seymour Hersh: "Que Irán adquiera la bomba y que EEUU ataque Irán. Yo preferiría
que fueran los israelíes quienes bombardearan Irán, así podemos culparles. Si lo hace EEUU se nos
culparán". EEUU está participando en operaciones clandestinas, en la ejecución y financiación de lo
que generalmente hacían los saudíes. De esta manera la administración norteamericana ha
encontrar una manera de sortear el proceso normal del Congreso. Así EEUU se puede ver arrastrado
a nuevas aventuras en Oriente Medio sin el conocimiento o control del Congreso. Un miembro
veterano del Hose Appropiations Committee era citado en The New Yorker por Seymour Hersh,
decía que había oído la nueva estrategia pero que él y sus colegas no tenían la suficiente
información. "No sabemos nada de esto. Preguntamos y dicen que no hay nada. Y cuando hacemos
preguntas específicas dicen, "Ya os responderemos". Es frustrante". Según Hersh, los jugadores
clave detrás de la "redirección" son el vicepresidente Dick Cheney, el asesor de seguridad nacional
Elliott Abrams, el embajador en Iraq (y nominado embajador por las Naciones Unidas), Zalmay
Khalilzad, y el príncipe Bandar bin Sultán, el asesor de la seguridad nacional saudí. "Aunque Rice ha
estado muy implicada en dar forma a la política pública, funcionarios antiguos y actuales dijeron que
la parte clandestina ha estado dirigida por Cheney. (La oficina de Cheney y la Casa Blanca
declinaron comentar esta historia, el Pentágono no responde a preguntas específicas pero dijo que
"EEUU no está planeando ninguna guerra contra Irán")". Todo esto es una reminiscencia de la
política exterior aventurera seguida por Richad Nixon, que llevó a cabo una guerra no declarada en
Camboya sin el conocimiento o consentimiento del Congreso. También negó repetidamente
cualquier intención de ir a la guerra en Camboya, en el momento que ya se estaba produciendo esta
guerra. El paralelismo es cada vez más claramente inquietante para algunos en el Capitolio. En la
reunión de enero, el senador Demócrata Joseph Biden, por Delaware, preguntó a Rice si EEUU está
planeando cruzar la frontera iraní o siria. "Obviamente, el presidente no descarta nada para
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proteger a nuestras tropas, pero el plan es desmantelar estas redes en Iraq", pero Rice añadió:
"Pienso que todo el mundo comprenderá, el pueblo norteamericano y asumo que el Congreso, y
esperará que el presidente haga lo que sea necesario para proteger a nuestras fuerzas". La
ambigüedad de esta respuesta provocó la respuesta del senador por Nebraska, Chuck Hagel, un
Republicano, que ha sido crítico con la administración Bush: "Algunos de nosotros recuerda 1970. Y
eso fue Camboya, cuando nuestro gobierno mintió al pueblo estadounidense y dijo: "No cruzamos la
frontera con Camboya", cuando en realidad lo hicimos. Espero saber algo sobre eso y que este
comité haga algo. Señora Secretaria, cuando ponen en movimiento el tipo de política de la que está
hablando el presidente, es muy, pero que muy peligroso". In Defence of Marxism
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