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Expte. 101.742/00 - "Franco Sandra Mónica c/ Castro Roberto Oscar y
Otros s/daños y perjuicios" – CNCIV – SALA H – 02/03/2011
”(…) Si a esto además se le suma que la víctima registraba la presencia de
alcohol en sangre en un tenor de 1.01 gramos por litro –lo que seguramente
afectaba su capacidad psicomotriz- así como la ausencia de señalización que
obligara a los conductores a prever el posible cruce de personas por el lugar,
solo cabe concluir que ha sido el peatón quien asumió una conducta
altamente desaprensiva para resguardar su integridad psicofísica al
intentar cruzar la avenida F. Alcorta de manera absolutamente negligente
conforme las condiciones apuntadas.
No me cabe duda de que la presencia del peatón en dicho lugar se
constituyó en un hecho imprevisible e inevitable para el conductor del
Renault 19, encontrando debidamente configurada la causal de
exoneración prevista por el art. 1113 del Código Civil, pues aquél incurrió
en una grave violación a las reglas del tránsito (art. 64 in fine de la ley
24.449).
Fallo Completo
En Buenos Aires, a los 2 días del mes de marzo de 2011, hallándose reunidos
los señores Jueces integrantes de la Sala H de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, a los efectos de dictar sentencia
en los autos caratulados "Franco Sandra Mónica c/Castro Roberto Oscar y
otros s/daños y perjuicios" y habiendo acordado seguir en la deliberación y
voto el orden de sorteo de estudio, el Dr. Mayo dijo:
I))Apelan las partes contra la sentencia de fs. 303/306 que admitió
parcialmente la demanda promovida por Sandra Mónica Franco en razón de
los daños y perjucios sufridos como consecuencia del accidente ocurrido el
06/05/2000 en el que perdiera la vida el Sr. Luis Alberto Rivas Hidalgo.
A fs. 338/342 expresa agravios la citada en garantía por los que cuestiona la
responsabilidad establecida, el resarcimiento reconocido a la accionante y la
tasa de interés fijada.
A fs. 344/345 lo hace la parte actora, solicitando que se eleve el monto
establecido por "valor vida" y se modifique la tasa de interés.
Corrido el traslado de ley, fue contestado a fs. 350, habiéndose ordenado a fs.
352 la elevación de los autos al Acuerdo de Sala, encontrándose de tal manera
las actuaciones en estado de dictar un pronunciamiento definitivo.
II) Por una cuestión de orden lógico trataré en primer lugar la queja de la
aseguradora referida a la responsabilidad por el hecho que dio origen al litigio.
No se encuentra discutido en autos que, en la fecha señalada, se produjo un
accidente de tránsito en la Avenida Figueroa Alcorta de esta Ciudad a la altura
del Ferrocarril General San Martín, habiendo resultado embestido el Sr. Luis
Alberto Hidalgo por el taximétro Renault 19 conducido por el demandado
Roberto Oscar Castro.
Con motivo del hecho se instruyó el pertinente sumario penal, en el que se
dictó el sobreseimiento del imputado, señalándose en dicho pronunciamiento
que "el imputado Castro, en ningún momento actuó negligentemente poniendo
el deber de cuidado en su accionar, toda vez que, no existiendo señalización
alguna y resultando el lugar de los hechos de alto riesgo, (…) puso todos los
recaudos para conducir con el cuidado que el caso amerita;; acreditándose ello
con los dichos del subinspector Mensa, quien (…) hace saber que en el lugar
se pudo constatar una frenada de 20 a 30 metros de longitud, destacando la
peligrosidad de la curva donde se produjera el accidente (…) Sin perjuicio de
no () poder determinar fehacientemente la velocidad en que transitara el
nombrado Castro ello me lleva a pensar que, tratándose de una zona de alto
riesgo no sólo por la velocidad que desarrollan los vehículos en dicho sector
sino también por la falta de iluminación adecuada, (…) trátase de un hecho
lamentable el cual diera con el deceso de Luis Augusto Rivas Hidalgo".
Vale destacar que, el sobreseimiento dictado en sede penal no hace cosa
juzgada en sede civil, pudiendo el juez valorar la conducta de las partes en la
órbita jurídica de su incumbencia con prescidencia de lo decidido en el fuero
represor.
No obstante, considerar aquellas que hagan a la materialidad del hecho y que
no fueren modificadas por otras pruebas que las partes puedan producir en la
causa civil.
Sentado ello, tenemos que a fs. 1 /2 de la causa penal, el oficial que realizó la
instrucción, manifestó que constituído en el lugar del hecho, pudo constatar
que por Figueroa Alcorta bajo el puente del ferrocarril San Martín, en el
boulevard central observa a una persona de sexo femenino junto a otra de
sexo masculino que le hace señas, por lo cual entrevista a la mujer, quien le
dice ser Sandra Mónica Franco, quien vive debajo de dicho puente, y
manifiesta que momentos antes una ambulancia del SAME se había llevado a
su esposo, de nombre Luis Augusto Rivas Hidalgo, al Hospital Fernandez, el
que había sido atropellado por una persona de sexo masculino que se
encontraba en el lugar con el automóvil taxi Renault 19, individualizado luego
como Roberto Oscar Castro.
Informó que el vehículo tenía el parabrisas astillado del lado izquierdo,
guardabarro delantero izquierdo abollado y faro de luz del mismo lado roto (el
declarante tomó lado izquierdo mirando el auto de frente).
Sobre el pasto del boulevard central se secuestraron pedazos de dos cajas de
vino blanco (tetrabrick), que según la Sra. Franco llevaba su marido.
Que debido al rápido y abundante tránsito vehicular que es de costumbre en
el lugar a dicha hora, y el peligro que representaba para terceras personas, el
vehículo fue removido rápidamente, trasladándoselo a la dependencia policial.
Que la Avda. Figueroa Alcorta, en el lugar del hecho presenta curva y
contracurva en forma de "S", siendo en la primer curva del lado izquierdo
donde se produjera el accidente, la cual posee escasa iluminación, decreciendo
bajo el puente debido a la sombra que éste proporciona, que desde el lado
derecho de dicha curva hacia el lado izquierdo se denotan huellas de frenada
de una longitud aproximada que ronda entre los 20 y 30 metros, que
terminarían en las cercanías del lugar donde se encontraba el vehículo, el
cual, al arribo del declarante había sido removido de su lugar original,
pudiendo estas huellas pertenecer al mencionado automotor.
En el lugar no existen sendas peatonales ni semáforos, siendo el tránsito
vehicular abundante y extremadamente rápido, con sentido sur-norte.
Finalmente señala que no se obtuvieron testigos oculares del hecho.
A fs. 36/vta. (07/05/00) el Inspector Bruno, ingeniero mecánico de la Policía
Federal informó que realizada una inspección ocular del lugar del hecho pudo
constatar huellas de neumático, no pudiéndose determinar en forma
categórica a qué vehículo pertenecen y/o si las mismas hubieran sido de
antigua o de reciente data.
Inspeccionado el vehículo Renault 19 presenta deformación frontal angular
derecha, afectando: una impronta en zona derecha en el parabrisa delantero,
provocándole la fisura con sentido de afuera hacia adentro, abolladura en
zona superior y lateral del guardabarro delantero derecho, signos ascendentes
de roces en el capot (zona derecha), abolladura leve en zona derecha parte
media del capot, desalineación de su posición original del capot, faro de giro
delantero derecho roto (acrílico), desalineación del espejo retrovisor derecho.
Del lado izquierdo también se observa: desprendimiento de la terminación de
parrilla debajo del faro de giro izquierdo, rotura del acrílico del faro delantero
de giro izquierdo, abolladura leve en el borde del guardabarro delantero
izquierdo en proximidad del faro delantero izquierdo, paragolpe delantero
desalineado (ver asimismo fs. 82 vta.).
A fs. 50/51 prestó declaración indagatoria Castro.
Señaló que en la oportunidad se encontraba circulando por la Avda. Figueroa
Alcorta hacia Dorrego, intercalado entre varios autos, más o menos cuatro, y
aparte un coche de cada lado, cuando delante de su vehículo se abren los
restantes autos en forma de abanico;; extrañándole la rareza de la maniobra
de los autos, siguiendo con su marcha normalmente, encontrándose a unos
30 metros aproximadamente del vehículo que lo precedía.
Que luego de unos segundos comenzó a "peinar" el freno y fue cuando sintió
un impacto, no pudiendo distinguir qué golpeaba con la parte de abajo del
parabrisas del lado derecho, produciendo ese impacto la frenada de su auto a
unos 15 metros.
Que estaba manejando a 45 km/h aproximadamente, ya que esa curva es
muy cerrada y los autos van de a tres en fila.
Que el piso estaba bastante seco por lo que pudo frenar bien cuando lo
necesitó.
Que después, cuando se bajó del auto fue cuando vio que era un cuerpo y
pidió prestado el celular a otro muchacho que frenó junto con él y llamó a la
policía y al SAME.
A fs. 73 de la causal penal (igualmente a fs. 106) el Cuerpo Médico Forense,
que realizó la autopsia del cadáver, registró la presencia de alcohol etílico en el
material de peritación, habiendo arrojado la respectiva evaluación en sangre,
un tenor de 1.01 gramos por litro.
A fs. 130 de este expediente civil, prestó declaración testimonial Roberto
Manuel Ortiz.
Señaló que en la oportunidad viajaba como pasajero del taxímetro, habiendo
presenciado el accidente.
Que se dirigía hacia el hipódromo, a la casa de un amigo, por la Avda.
Figueroa Alcorta, que el tráfico era normal.
Que pasaron la rotonda de Sarmiento y de golpe, cuando se hace un embudo
siente, junto con el chofer del taxi, un golpeQue el chofer le dijo "agarramos un perro", que frenaron a los 15 metros y
vieron que no era un animal, era una persona que estaba tirada al lado del
cordón.
Que ahí se dieron cuenta que eran dos personas que venían cruzando la
avenida, dos hombres de aspecto indigente, pobre, tenían cajas de vino que
estaban tiradas cerca del cuerpo.
Que después llegó la policía, que el testigo dejó su número de teléfono al
conductor del taxi y se retiró.
Que el clima era bueno, la visibilidad normal, la velocidad del taxi era
tranquila, no era excesiva porque venían con tráfico adelante.
Que la iluminación de la calle en ese sector es un poco baja, que está bien
iluminada pero que, por el puente del ferrocarril que cruza la avenida, es
medio oscuro.
Ante preguntas específicas, el testigo responde que, luego de sentir el impacto
el taxista no frena de golpe, al ver los coches que frenan detrás, para a los
quince metros y se baja el conductor.
A fs. 207/209 el perito ingeniero designado de oficio en autos consideró
verosímil el relato de los hechos formulado en el escrito de inicio y señaló que,
teniéndose en cuenta la huella de frenado informada en la causa penal, la
velocidad del automóvil podía estimarse entre 85 km/h y 105 km/h.
Cabe mencionar que, ante la impugnación formulada por la citada en garantía
– con basamento en el informe de su consultor técnico (cfr. fs. 215/216 y 221),
el experto manifiesta a fs. 221 que incurrió en un error en su anterior
dictamen, y que a una huella de frenado de entre 20 y 30 metros la velocidad
corresponde una velocidad de entre 60 a 73 km/h.
Por otra parte y cuestionado el informe por cuanto en la causa penal no se
pudo determinar que dichas huellas correspondieran al vehículo de su
asegurado, el perito contesta que debe considerarse que aquéllas tienen su
inicio en el lugar en que se produjo el hecho y finalizan en la posición final del
Renault.
Ahora bien, valoradas en su totalidad las pruebas aportadas en autos y las
constancias obrantes en la causa penal, considero que los agravios deben ser
admitidos y ello por los siguientes motivos.
En primer lugar entiendo que debe desestimarse el informe pericial mecánico
en cuanto estima la velocidad de circulación del Renault 19 entre los 60 a 73
km/h, toda vez que se basa en datos hipotéticos –que no pueden inferirse
además de otros hechos o pruebas rendidas- e insuficientes elementos para
fundamentar científicamente sus conclusiones, de un modo que permita
admitirlas de manera, aunque solo, sea mínimamente certera.
En efecto, no ha podido probarse que las huellas de frenado existentes en el
lugar correspondieran al automóvil en cuestión.
Así lo entendió también el Juez penal, en criterio que, evidentemente comparto
y sin que se hubieran producido otras pruebas que autoricen a llegar a una
diferente opinión.
Adviértase que la ausencia de testigos impiden conocer el lugar exacto en que
se encontraba la víctima al ser atropellada como también aquél en que quedó
el vehículo conducido por Castro.
Téngase en cuenta, respecto a estas dos circunstancias, que las referencias
que efectúa el oficial que instruyó la causa, como él mismo lo señala, no
derivan de su observación directa, no habiendo localizado testigos presenciales
del hecho, incluso dejó constancia de que, a su arribo, el taxi había sido
movido de su posición original.
Valórese que el ingeniero de la Policía Federal que se constituyó en el lugar de
los hechos al día siguiente de ocurrido el lamentable suceso, no pudo
establecer si dichas huellas pertenecían al taxímetro, como tampoco pudo
determinar si eran de reciente o antigua data.
A ello se agrega que la sola medición de las huellas de frenado, resultan
insuficientes para estimar la velocidad del vehículo, pues, como se dijo, se
desconoce el lugar exacto del impacto y del que quedó el automotor, como
también la profundidad y magnitud de las deformaciones en el rodado.
No está demás recordar que las normas procesales en vigencia exigen que el
dictamen contenga la explicación detallada de las operaciones técnicas
realizadas y principios científicos invocados y demás elementos de convicción
que la causa contenga (art. 472 CPN).
Señala el código de forma, por lo demás, que la fuerza probatoria del informe
pericial será estimada por el juez teniendo en cuenta la competencia del
perito, los principios científicos o técnicos en que se funda, la concordancia de
su aplicación con las reglas de la sana crítica, las observaciones formuladas
por los consultores técnicos o los letrados, conforme a los artículos 473 y 477
y los demás elementos de convicción que la causa ofrezca (art. 477).
Como corolario de lo expuesto, surge la imperiosa necesidad de que el perito
explique las operaciones y fundamente su opinión.
En su defecto, el juez no puede valorarla o tiene que desechar sus
conclusiones por infundadas, desde que no puede darle valor a algo que no lo
tiene, por impedírselo la ley y carecer de facultades para ello (esta sala,
expedientes 77.713, 79.449, 56.823, 112.034, 107.543, entre otros).
También considero que debe prescindirse de la declaración testimonial de
Ortiz.
Tratándose del único testigo que declara respecto de ciertos hechos que
benefician a la parte que lo propuso, sus dichos deben ser valorados de
manera prudente.
En este sentido, resulta llamativo que no hubiere aportado sus datos al policía
que realizó la instrucción, quien dejó expresa constancia de la ausencia de
testigos presenciales, como también que Castro no lo hubiera mencionado en
su declaración indagatoria.
Por lo demás, no existe prueba que corrobore el relato del deponente.
Sin embargo, y no obstante desestimar esta última prueba, considero que en
las circunstancias de tiempo y lugar en que ocurrió el evento, éste resulta
imputable en forma exclusiva a la culpa de la propia víctima.
Es que, debe ponderarse que el occiso intentó efectuar el cruce de una avenida
de intenso tránsito por un lugar prohibido.
Se trata de una zona altamente riesgosa para el cruce peatonal.
No solo la densidad del tránsito impide que pueda atravesarse la arteria de
manera segura, sino que el hecho ocurrió en un sector donde el camino hace
una curva y contracurva que dificulta la visión de los automovilistas.
A ello se agrega la escasa iluminación existente debajo del puente por el que
cruzaba Rivas Hidalgo.
Valórese que el hecho ocurrió a mediados de mayo, a las 20.30
aproximadamente, con el intenso caudal vehicular que da cuenta la
instrucción.
Si a esto además se le suma que la víctima registraba la presencia de alcohol
en sangre en un tenor de 1.01 gramos por litro –lo que seguramente afectaba
su capacidad psicomotriz- así como la ausencia de señalización que obligara a
los conductores a prever el posible cruce de personas por el lugar, solo cabe
concluir que ha sido el peatón quien asumió una conducta altamente
desaprensiva para resguardar su integridad psicofísica al intentar cruzar la
avenida F. Alcorta de manera absolutamente negligente conforme las
condiciones apuntadas.
No me cabe duda de que la presencia del peatón en dicho lugar se constituyó
en un hecho imprevisible e inevitable para el conductor del Renault 19,
encontrando debidamente configurada la causal de exoneración prevista por el
art. 1113 del Código Civil, pues aquél incurrió en una grave violación a las
reglas del tránsito (art. 64 in fine de la ley 24.449).
Por las razones expuestas, propongo al Acuerdo, revocar la sentencia de grado
y rechazar la demanda promovida, con costas de ambas instancias a cargo de
la parte actora que resulta vencida (art. 68 del CPCC).
Así lo voto.
Los Dres. Abreut de Begher y Claudio M. Kiper, por las consideraciones
expuestas por el Dr. Mayo, adhieren al voto que antecede con lo que se dio por
finalizado el acto, firmando los señores Jueces por ante mí de lo que doy fe.
Fdo. Jorge A. Mayo - Liliana E. Abreut de Begher - Claudio M. Kiper.
Buenos Aires, de marzo de 2011.Y VISTO, lo deliberado y conclusiones establecidas en el acuerdo transcripto
precedentemente, por unanimidad de votos, el Tribunal decide: revocar la
sentencia de grado y rechazar la demanda promovida, con costas de ambas
instancias a cargo de la parte actora que resulta vencida (art. 68 del CPCC).
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, devuélvase.
Fdo. : Jorge A. Mayo - Liliana E. Abreut de Begher - Claudio M. Kiper
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