Presentación Alejandro Nató Leer el material de esta publicación acerca de la conflictividad en el Chaco, la Chiquitanía y el Suroeste de la Amazonía en el marco del trabajo del PCA, los modos de observarla y metodologías de abordarla, me despierta ese regocijo que produce el sentimiento del trabajo realizado, la experiencia compartida y el deseo cumplido de quien fue el mentor de esta iniciativa: Thomas Oberfrank, con quien he tenido el placer de intercambiar impresiones e incluso estrategias sobre dónde, efectivamente, el aporte de la Cooperación en Bolivia –en materia de conflictividad social– podría tener mayor sustancia. Siempre he ponderado la idea de hacer pie en tierras bajas para que se vislumbre un modelo referencial. Así, la invitación a hacer esta presentación no tengo más que agradecerla como gesto y como oportunidad. En cuanto a los contenidos aquí reunidos, creo que los textos hablan por sí solos y también mediados por introducciones impecables. A su vez, estos me revelan cuánto aprendí en mi experiencia de más de tres años en Bolivia. Con esto quiero decir que los saberes y prácticas con los que llegué se vieron expuestos a la experiencia de la prueba y la revisión, a la necesidad de escoger de ellos lo necesario, lo pertinente, lo adecuado. También a indagar más allá de lo dado, esto es, lo que no estaba en ese conjunto, explorar lo que el contexto y la particularidad de la conflictividad de “las diversas Bolivias” requería, sugería y merecía. Por cierto, este proceso no es un recorrido individual, es un proceso compartido con colegas, amigos, que nos enriquecimos en el intercambio y en el compartir, pero, fundamentalmente, con quienes consolidamos perspectivas y procesos, orientados a contribuir en la construcción de una convivencia pacífica en el marco del pluralismo. En este sentido, este libro, por el esfuerzo de su investigación y la rigurosidad de la exposición, también por el aporte y compromiso de la Cooperación alemana –lo que hasta hace poco era el DED– en el desarrollo de este emprendimiento, es una ocasión para aprender y celebrar. Este prólogo es también, como dije en el inicio, una oportunidad para felicitar a quienes ofrecen así un aporte significativo al campo de Gestión, manejo y transformación de conflictos, a partir de sus reflexiones y descripciones de un conjunto de buenas prácticas en torno a temas tan sensibles como los conflictos identitarios, las relaciones de poder en el territorio, los intereses simbólicos, políticos y materiales que son, en Bolivia, motivo de históricas pugnas y desencuentros. El pluralismo no es, como se ha dicho, una contingencia ni la catástrofe del UNO. No se trata de una unidad perdida que se trata de reestablecer, sino de una multiplicidad a partir de la cual se puede lograr el enriquecimiento mutuo. En este sentido, la ausencia de conflictividad 1 remite a esta idea de mismidad aparente (el UNO) y que solo es posible a partir de la invisibilización de las diferencias o el sojuzgamiento de los OTROS. Por el contrario, la conflictividad denota la necesidad del reconocimiento de los derechos de los OTROS, del reconocimiento del derecho a la diferencia y a la igualdad; la diferencia en términos de identidades y culturas; la igualdad en cuanto al acceso cierto a bienes materiales o simbólicos desde posiciones análogas. En contextos como el Chaco boliviano, la Chiquitanía o la Amazonía, el emprendimiento de construir una sociedad diversa e integrada demanda un pensar y un hacer original, complejo y creativo, de esto dan cuenta los textos aquí reunidos. Desde esta perspectiva, podría asumirse el desafío de lograr que grupos diversos puedan concertar propósitos comunes sin renunciar a su diferencia y en condiciones de igualdad. Este proceso se juega en un escenario político –que hoy, en el caso de Bolivia, resulta tener un recorrido ciertamente alentador– y se dirime en el territorio y por el territorio. Dicho de otro modo, en tiempos en los que es frecuente el uso del concepto de desterritorialización como explicativo de una condición contemporánea, esto es, la disociación del espacio y el espacio físico, no es menos cierto que el proceso al que refiere este concepto se combina con otros procesos, no necesariamente congruentes, de re-territorialización, mediante los cuales el territorio vuelve a ser protagónico en la dimensión político-social. Asimismo, si bien en la dinámica social contemporánea hay procesos que tienden a la homogeneidad o monocromía, no es menos cierto que este movimiento se combina con otros que podemos pensar en términos de la multiplicidad de demandas/reivindicaciones locales, específicas, identitarias, que emergen –no pocas veces– asociadas al territorio. Así, es preciso adoptar instrumentos, como los que podemos encontrar en el texto, orientados a superar esta fórmula dicotómica de lo homogéneo o lo fragmentario, un único plano o un mosaico variopinto, para poder pensar un conjunto atravesado por contradicciones que emergen de los propios conflictos y cuya posible y factible transformación puede contribuir a construir un entramado complejo y múltiple que tienda a la cohesión, a la vez que a la reivindicación de las particularidades, que –como en el caso de Bolivia– por tanto tiempo han sido invisibilizadas, soslayadas e ignoradas. Estas condiciones son la base de una conflictividad o “conflictividades” en plural (en el contexto o en el interior de los grupos identitarios) a las que aluden los textos presentados, ofreciendo modelos de análisis que promueven procesos de re-significación a partir de narrativas alternativas co-construidas en procesos de diálogo como se presentan en esta obra. Estas conflictividades/violencias han sido tramitadas en un proceso histórico en una relación de poder radicalmente asimétrica. Las “Necesidades de Paz” aluden entonces, como refiere el texto que así las denomina, no solo al cese de la violencia sino de la transformación de las condiciones que la sostienen, promueven o propician, y a espacios (saberes, dispositivos, operadores de conflictos) en los que el diálogo intente establecer pactos de reconocimiento o un nuevo contrato social. Los derechos sociales, políticos y culturales, el derecho al acceso 2 al territorio, al acceso y control de recursos fundamentales para el desarrollo de grupos históricamente postergados, todos temas abordados por los autores, deben entonces confluir en el derecho a co-construir regiones pacíficas, inclusivas e integradas. Esto es posible, como ellos señalan, a partir de ampliar la participación democrática y el desarrollo de capacidades propias de los actores que les permitan un protagonismo en la articulación de las demandas y reivindicaciones asociadas, sin por ello desestimar, como también ellos nos advierten, las relaciones de fuerza, la disputa por la legitimidad y hegemonía, las tensiones locales, nacionales y regionales, y el rol de los medios de comunicación en la compleja construcción de estos escenarios. Una idea que siempre me motivó en mi trabajo es aquella que expresó alguna vez John Berger: “No sé si otro mundo es posible, pero estoy seguro de que otro mundo es necesario”. Thomas Oberfrank no habrá de ver este trabajo publicado, pero se fue con un trabajo realizado y reunido hoy por un equipo que demuestra que otro Chaco, que otra Amazonía, que otra Chiquitanía son necesarios y que, en el marco de un proceso de transformación más general (restructuración del Estado boliviano, reconocimiento de derechos para las poblaciones indígenas, protagonismo de las organizaciones de los pueblos indígenas, intervención de instituciones de distinto orden, un discurso social e intelectual comprometido con este proceso) e instrumentos que facilitan esta transformación, las tierras bajas a las que aspiramos empezaron a ser posibles… Si bien, como se señala en los textos, aún no se han logrado materializar demandas centrales en juego, me permito agregar que procesos prolongados que han configurado estas condiciones no pueden ser desmontados en tiempos que no sean también prolongados, con acciones sostenidas como las que se presentan aquí y otras que han estado llevándose a cabo. Dicho de otro modo, los procesos de paz no pueden y no deben ser ahistóricos. Es preciso comprender la historia en su debido contexto, complejidad y detalle a fin de que en el marco de ellos se pueda cambiar la relación de fuerzas y revertir o redireccionar la inercia de cientos de años, sin olvidar que, como señala Edward Said, “[…] las historias de los pueblos son procesos complejos que entrañan ideas de justicia, agravio y opresión […]". En este sentido, Bolivia se encuentra en plena consolidación de su reconfiguración política, económica y social, lo cual tendrá un impacto profundo, decisivo y de largo alcance, no solamente sobre los diferentes pueblos que habitan su territorio, sino también sobre toda la región latinoamericana. Los textos que aquí se presentan proponen perspectivas y procesos que, en su conjunto, constituyen sin duda un paso hacia adelante en cuanto al aporte que puede hacer el campo de la transformación de conflictos en el propósito de construir un Chaco, una Amazonía, una Chiquitanía en el marco de una Bolivia más fraternal, justa y solidaria. 3