AVANCES EN LOS TRATAMIENTOS ANTICASPA Leonor Prieto Farmacéutica Directora Técnica LABORATORIOS LA ROCHE-POSAY Definimos la caspa o pitiriasis como una descamación fina del cuero cabelludo, generalmente no adherida a la piel y de localización difusa. Entre sus síntomas acompañantes, los más relevantes son el prurito y el eritema, que pueden ser más o menos intensos, dependiendo del tipo de caspa (grasa o seca). Estas formas clínicas de la caspa pueden ser una manifestación aislada o, en algunos casos, ser el síntoma de otros procesos descamativos del cuero cabelludo (dermatitis seborreica, psoriasis, queratosis folicular). Aunque la etiología de la caspa no está totalmente elucidada, se constata que hay una aceleración del “turn over” celular (7 a 10 días en lugar de 21) y una proliferación del pityrosporum ovale (concentración del 75% en el cuero cabelludo y canal pilosebáceo en lugar del 45% en condiciones fisiológicas normales). Además, existen factores agravantes tanto internos (hormonales, genéticos, stress, atopia…) como externos (contaminación, frío, lavados agresivos, falta de higiene…). Aunque la caspa no es verdaderamente una patología, la realidad nos demuestra que la persona la vive como tal. Por eso la caspa se encuentra entre los 10 motivos más frecuentes en la consulta dermatológica. Su incidencia es alta; podemos afirmar que más del 50% de la población española sufre caspa (que se reparte de forma casi simular entre los dos sexos) de forma recidivante y que más del 80% ha sufrido en alguna ocasión el problema. La caspa afecta a las personas a dos niveles fundamentales, tanto en el plano físico (las molestias fisiológicas del problema) como en el plano estético (la vivencia social del problema). En el plano físico, las molestias que más preocupan a la persona son los picores, las complicaciones que pueda haber (sobre todo la caída del cabello) y el tener que usar continuamente cuidados especiales en los que siempre existe cierto temor a que estropeen el cabello. La vivencia estética repercute tanto sobre su imagen física como en su estado emocional. Aunque sabemos que la caspa es un trastorno fisiológico del cuero cabelludo, inconscientemente se asocia a una falta de higiene o descuido y provoca una “mala imagen” de la persona. Aunque los aspectos fisiológicos son importantes, ante este problema pesan más las consecuencias estéticas, ya que la opinión y la imagen que los demás tengan de nosotros pesa mucho. Todo esto hace que, aunque hoy día existan tratamientos anticaspa muy eficaces en el plano de reducir los síntomas descritos (escamas, picor, inflamación…), suelen ser tratamientos que pueden presentar objetiva o subjetivamente una tolerancia menor que el resto de los champús o cuidados capilares y que generalmente no cuidan la parte cosmética ni el aspecto estético del cabello, dejando el pelo apelmazado y sin brillo. Esto, que a simple vista nos podría parecer secundario, es la clave fundamental del fracaso terapéutico de los tratamientos anticaspa. El consumidor usa el tratamiento anticaspa hasta que las escamas o el picor desaparece y luego vuelve a utilizar champús normales, que le proporcionan mejor imagen. E, invariablemente, al poco tiempo el problema reaparece, incluso puede exacerbarse. Hoy en día, el avance fundamental de los tratamientos anticaspa, donde los principales grupos de tratamientos son queratolíticos y antifúngicos, se dirige a conseguir formulaciones que reúnan una eficacia demostrable y duradera, una máxima tolerancia, incluso en el uso diario, además de poseer todas las propiedades cosméticas que el consumidor busca en un champú: olor agradable, espuma, así como un pelo brillante, con cuerpo y con volumen. Conclusiones: Actualmente los tratamientos dermocosméticos anticaspa cuentan con nuevas moléculas más eficaces y seguras, como el LHATM, activo queratolítico derivado del ácido salicílico. Este nuevo activo combina una eficacia 7 veces superior al ácido salicílico, con una mayor tolerancia y afinidad por el cuero cabelludo, lo que nos permite reducir las concentraciones de los activos, aumentando la seguridad de la fórmula. Estas acciones han sido demostradas por diversos estudios clínicos. Dentro de la formulación, la micronización y vectorización de los activos también supone un paso importante, ya que nos permite llegar a zonas, como el canal pilosebáceo, donde las emulsiones clásicas no llegan, aumentando la eficacia de los activos. Ello permite, además, conseguir una mayor remanencia del champú, y reducir el tiempo de espera antes del aclarado. Los activos anticaspa no deben limitar la cosmeticidad del producto, por lo que las nuevas generaciones de champús consiguen reducir los síntomas de la caspa, además de ser agradables de utilizar y dejar el pelo en perfectas condiciones de brillo, volumen y facilidad de peinado. La aparición de champús anticaspa de uso frecuente, incluso diario, es fundamental en el éxito del tratamiento. Estos productos, similares a los tratamientos intensivos, pero con dosificación adaptada, son la clave para mantener los resultados de los tratamientos de choque. Se ha comprobado clínicamente, la diferencia de la evolución de los estados descamativos si el mantenimiento se hace con un champú específico o con un champú de uso frecuente. No debemos olvidar que el consejo dermocosmético del farmacéutico es imprescindible para el éxito de los tratamientos anticaspa. Nuestra labor es asegurar al paciente la mejor relación eficacia, seguridad y cosmeticidad, así como integrar en su higiene de vida un champú intensivo para los estados agudos y un tratamiento específico de uso frecuente que impida las recidivas continuas. El avance fundamental es el cambio en el comportamiento ante la caspa, por lo que la figura del farmacéutico es de capital importancia.