1940-49: Simplicidad sistematizada en la producción Durante los años 40 Scania-Vabis se transformó de empresa artesanal en industria racional. El “espíritu de Vabis” que imperaba en la cultura de taller dejó lugar al “espíritu de Scania”, principalmente entre los jóvenes funcionarios que ingresaron a la empresa. A fines de los 30, Marcus Wallenberg Jr ingresó a la dirección de Scania-Vabis, señal de un mayor compromiso de los propietarios. Wallenberg buscó un director ejecutivo que pudiese transformar la producción artesanal en una racional empresa exportadora. El elegido fue un ingeniero civil de unos treinta años, Carl-Bertel Nathhorst, quien había dirigido la racionalización de la fábrica Ljungman, en Malmö. Nathhorst había sido pasante en Scania-Vabis bajo la guía de Gunnar Westerberg y conocía la empresa muy bien. Con el apoyo de los propietarios y su visión y experiencia, el trabajo le caía como anillo al dedo. Veía un desafío en la sistematización, la simplificación, el abaratamiento y la expansión de las actividades. Carl-Bertel Nathhorst ingresó en febrero de 1939 y fue nombrado director ejecutivo en 1940. Ya en marzo de 1939 presentó un proyecto de “reforzamiento del personal técnico en AB Scania-Vabis”. Dotaciones de especialistas serían puestas bajo un encargado unitario de producción. Por lo menos nueve de doce nuevos cargos de jefe, serían provistos mediante reclutamiento externo. Jóvenes ingenieros mecánicos ingresaron como jefes en nuevas divisiones tales como Análisis de funciones, Compras, Planificación de producción o Control de calidad. Varios mantendrían su puesto durante 30 o 40 años. Lo mismo sucedió con jóvenes economistas, contratados para modernizar los métodos contables y de cálculo La reorganización, y la renovación de personal, se debió a la decisión de producir en gran escala para el mercado civil, pero la Segunda Guerra se interpuso y Scania-Vabis se transformó prácticamente en una industria de la Defensa. Las Fuerzas Armadas compraron muchos camiones y vehículos especiales, tanques de guerra, blindados y transportes todo terreno de doble tracción. Los pedidos de la Defensa tuvieron gran magnitud en 1942 y ocuparon casi totalmente la capacidad de producción en 1943. La empresa dio una ganancia significativa durante los años de la guerra. Detrás de la buena rentabilidad se ocultaban mejores métodos de cálculo y planificación, y también un trabajo sistemático en simplificar y abaratar la producción. Scania-Vabis había introducido su primer motor diesel en 1936, pero en vehículos militares se utilizó por primera vez una nueva serie de motores de 4, 6 y 8 cilindros. Este programa llamado ”motor unitario” se basaba en un pensamiento modular y un alto grado de estandarización de los componentes. Muchos detalles como tapas de cilindro, camisas, pistones, bielas y cojinetes eran idénticos en todos los motores, permitiendo una fabricación más económica y el mantenimiento de un stock de repuestos. Anteriormente, casi todo el acabado se realizaba en los llamados ”talleres por función”. Las piezas a ser torneadas, fresadas, perforadas y pulidas pasaban por cuatro talleres. Con la nueva estandarización sistemática se hizo más económico producir muchos componentes estándar en cadena de montaje, pero las variaciones de modelos hacían que los volúmenes de la mayoría de las piezas fueran pequeños. Esto llevó al nuevo jefe de Análisis de funciones a realizar una labor pionera en técnicas de producción: se creó un sistema de clasificación que identificaba las piezas que tenían un flujo de producción similar. Ésto, combinado con una sistemática previsión productiva, justificó la fabricación en la empresa de estos componentes. Para ello se crearon los llamados “grupos de flujo”, cadenas de montaje de fácil readaptación. A fines de 1943, Scania-Vabis comenzó a prepararse para la producción civil con nuevos chasis para camiones y modelos de buses. A fines de 1944 se entregaron los primeros camiones, pero entonces sólo existían los chasis y los motores de 4 cilindros. El desarrollo de los modelos se hizo a marcha forzada y una vez completados los diseños ingresaron rápidamente pedidos. Durante 1945 dominó en la empresa el optimismo y la fe en el futuro: era la hora de utilizar sus ventajas relativas frente los competidores extranjeros. Pero en 1946 el optimismo se transformó en una crisis aguda, debido a que los nuevos productos habían ido directamente del tablero de diseño a la línea de producción. Aparecieron serias fallas en los camiones ya entregados: los motores quemaban los aros, las tapas y los cilindros se partían, las bielas también. Las cajas de cambio, muy débiles para la potencia del motor, quedaban averiadas y aún en los frenos y los chasis aparecían rajaduras y defectos. La situación era muy crítica: las fallas tenían que atenderse rápidamente y sin costos para el cliente. Era necesario a-nalizar sus causas y eliminar su fuente, y las medidas adoptadas resultaron muy exitosas: en un par de años se redujo el número de reclamos por camión de 9 a 1. Con eso, Scania-Vabis estaba lista para lanzarse al mundo y acrecentar su producción. Carl-Bertel Nathhorst Carl-Bertel Nathhorst fue Director Ejecutivo de Scania-Vabis del 40 al 51. Ingeniero mecánico especializado en racionalización, fue un líder carismático que transformó, en diez años, un taller tradicional en una industria con grandes posibilidades en la exportación.