Chávez, Caracas, Malnombre, Fidel, Cuba, canciones con alas En uno de esos días en que uno se agobia de trabajo y otras cosas sin importancia me llega el mensaje de Pedrito, mi colega del Instituto, quien me había visto penando el año pasado por no haber podido estar con ellos cuando el grupo Malnombre subió al pico Caracas en la Sierra Maestra, a sembrar un busto de Chávez, poco después de haberle perdido. También René, el héroe, había participado en aquel homenaje. “Esto es lo que hay”, me dijo esta vez: “salimos en una semana, el jueves 6 de marzo, para el pico Caracas, regresamos el lunes 10. Hay dos plazas para ti. Decide rápido si te sumas y me avisas para alistarte”. Esta inesperada señal me sacó de la inercia súbitamente. Quería, debía, anhelaba volar, y la Sierra Maestra era el refugio ideal. Es así como, después de ajustar detalles de aseguramiento familiar, y gracias al apoyo incondicional de mi madre y mi compañero, que salgo con José Julián, mi hijo de 13 años, rumbo a la salida del sol. No llevé donde escribir, por tanto, he perdido un montón de detalles que me hubiera gustado mucho registrar. A falta de diario de campaña, aquí van solo algunas anotaciones de esta expedición viaje, hilvanando canciones de Silvio y otras poesías que emergieron espontáneamente en aquella feliz travesía.. Viaje en el tren guantanamero, salida a las 7 pm de la Habana, llegada a las 9 am a Cacocum, Holguín. De allí en camiones a Bayamo, donde se sumaron Adrián y Cheo, amigo venezolano. En guagua a Bartolomé Masó y en camiones hasta la Juana. Todos listos entonces, en caravana, para adentrarnos en caminata ¿triunfal? en la Sierra Maestra. Realmente me preocupaba un poco dar la talla de novata o enclenque, hace ya bastante tiempo no me enrolaba en guerrillas. Si no aparecen los mulos a tiempo (y el implacable jefe accede) mi mochila hubiera provocado seguramente que rodara desequilibrada barranco abajo en cualquiera de las laderas que desafiamos. Fueron 10 kilómetros de dura prueba. Por momentos pensé que derrumbaba. La respiración jadeante me traicionaba. Los músculos de pies y piernas se acalambraban, los oídos chillaban en las pendientes más inclinadas. Es ahí que asoma Silvio su canción a mis sienes y me veo entonando: El aire toma forma de tornado y en él van amarrados la muerte y el amor. Una columna oscura se levanta y los niños se arrancan los juegos de un tirón. Abuela tus tijeras son rurales y cortan otros males pero este viento, no. Guárdate tu oración, amigo viejo, e invoca a Peralejo, que nos viene mejor. Nadie se va a morir, menos ahora que esta mujer sagrada inclina el ceño. Nadie se va a morir, la vida toda es un breve segundo de su sueño. Nadie se va a morir, la vida toda es nuestro talismán, es nuestro manto. Nadie se va a morir, menos ahora que el canto de la Patria es nuestro canto. Delante de la columna, al frente, donde ha viajado siempre la mira del fusil, que hable la fértil puntería, que esa garganta envía mi forma de vivir. Con la muerte todas las cosas ciertas grabaron una puerta en el centro de abril. Con la Patria se ha dibujado el nombre del alma de los hombres que no van a morir. Hay un claro, un camino más tranquilo al borde de un barranco y se abre paso el paisaje serrano en todo su esplendor. Brota entonces desde mi infancia y el recuerdo de mi querido y entrañable abuelo digno hijo de mambises, en forma de melodía: Yo soy de donde hay un río, de la punta de una loma, de familia con aroma a tierra, tabaco y frío. Soy de un paraje con brío donde mi infancia surtí y cuando después partí a la ciudad y la trampa me fui sabiendo que en Tampa mi abuelo habló con Martí. Supo la gran aventura, supo la estación más triste, supo el dolor que se viste de redención la cintura; supo la traición más dura, luego el silencio, el rumor, luego el murmullo, el clamor, y al fin supo del aullido, y del último estallido mi abuelo supo el amor. Así lo sé, porque quiero echarme en su misma fosa, sin oración y sin losa, hueso con hueso viajero; lo sé como el aguacero sabe que acaba en la orilla; lo sé como sé su silla, su cuchillo, su mascada, y su corona nevada, cual sé también su rodilla. Quisiera quedarme en ese sitio de entrañas silvestres, contemplando la maravilla. Pero hay que seguir la cuesta, y vuelve a ser afanoso y grande el esfuerzo, y vuelve a temblar mi cuerpo al escalar los caminos. En un pequeño descanso en el medio del bosque hay un banco, como caído de la nada, al borde del camino. Y es allí que me alerta la historia de las sillas: En el borde del camino hay una silla La rapiña merodea aquel lugar. La casaca del amigo esta tendida El amigo no se sienta a descansar. Sus zapatos de gastados son espejos Que le queman la garganta con el sol Y a través de su cansancio pasa un viejo Que le seca con la sombra el sudor. En la punta del amor viaja el amigo En la punta más aguda que hay que ver. Esa punta que lo mismo cava en tierra Que en las ruinas, que en un rastro de mujer. Es por eso que es soldado y es amante Es por eso que es madera y es metal Es por eso que lo mismo siembra rosas Que razones de bandera y arsenal. El que tenga una canción tendrá tormenta El que tenga compañía, soledad. El que siga un buen camino tendrá sillas Peligrosas que lo inviten a parar. Pero vale la canción buena tormenta Y la compañía vale soledad Siempre vale la agonía de la prisa Aunque se llene de sillas la verdad. Cae la noche y la oscuridad nos cubre a todos, aun sin llegar. El gran compañerismo ha sido nuestro cómplice en la travesía, y nos salva de nuevo de las tinieblas en medio del monte. Ya en el campamento de Flora y Fauna, acampamos. Se reparten funciones a los grupos. Se arman las casitas, se cocina, se come. Se preparan condiciones para escalar al amanecer. Son tantas las estrellas! Yo digo que las estrellas le dan gracias a la noche porque encima de otro coche no pueden lucir tan bellas Y digo que es culpa de ellas, de la noche, el universo, cual son culpables los versos de que haya noches y estrellas. Yo digo que no hay quien crezca más allá de lo que vale y el tonto que no lo sabe es el que en zancos se arresta, y digo que el que se presta para peón del veneno es doble tonto y no quiero ser bailarín de su fiesta. Yo digo que no hay talante más claro que ir desnudo pues cuando se tiene escudo luego se quieren los guantes. Y a que diga que me aguante debajo de una sotana le encajo una caravana de sentimientos, de sentimientos, de sentimientos gigantes. Yo digo que no hay mas canto que el que sale de la selva, y qué será el que lo entienda fruto del árbol mas alto; y digo que cuesta tanto y que hay que cruzar la tundra pero al final la penumbra se hace arco iris del canto. Día 8 de marzo: día de la mujer, pero sobre todo, día de llegar a la cima del Caracas a recordar a ese grande de Nuestramérica, y amigo de Cuba, Hugo Chávez. Me sentí entonces muy dichosa de poder estar allí, privilegiada por esa oportunidad de hacer algo por lo que tanto siento y que es tan difícil de concretar en la cotidiana vida. Y fue ahí que Silvio me sopló su Oda a mi generación. A los veintisiete días de mayo del año setenta un hombre se sube sobre sus derrotas, pide la palabra momentos antes de volverse loco. No es un hombre, es un malabarista de una generación. No es un hombre, es quizás un objeto de la diversión, un juguete común de la historia con un monograma que dice “bufón”. Ese hombre soy yo. Pero debo decir que me tocó nacer en el pasado y que no volveré. Es por eso que un día me vi en el presente, con un pie allá donde vive la muerte, y otro pie suspendido en el aire, buscando lugar, reclamando tierra de futuro para descansar. Así estamos yo y mis hermanos, con un precipicio en el equilibrio y con ojos de vidrio. Ahora quiero hablar de poetas, de poetas muertos y poetas vivos, de tantos muchachos, hijos de esta fiesta y de la tortura de ser ellos mismos. Porque hay que decir que hay quien muere sobre su papel, que vivirle a la vida su talla tiene que doler. Nuestra vida es tan alta —tan alta— que para tocarla casi hay que morir, para luego vivir. Yo no reniego de lo que me toca, yo no me arrepiento pues no tengo culpa, pero hubiera querido poderme jugar toda la muerte allá, en el pasado, o toda la vida en el porvenir que no puedo alcanzar. Y con esto no quiero decir que me pongo a llorar. Sé que hay que seguir navegando. Sigan exigiéndome cada vez más hasta poder seguir o reventar. La escalada fue rápida para lo que esperaba. Quizás la ansiedad por llegar aligeró la marcha. Mientras subía palpitaban los versos de Villena: ¡Oh, mi ensueño, mi ensueño! Vanamente me exaltas: ¡Oh, el inútil empeño de subir donde subes!... ¡Estas alas tan cortas y esas nubes tan altas…! ¡Y estas alas queriendo conquistar esas nubes! Llegamos a la cima, allí estaban Bolívar y Chávez, con su mirada de futuro, con su certeza en el triunfo, instándonos a luchar y a vencer. Era una tremenda e incontenible conmoción la que me embargaba. Después de nuestro himno, escuchamos a Chávez cantando el de Venezuela bolivariana. Sandelis hizo el recuento de las subidas de Malnombre al pico Caracas, en el 2004 por subir a Bolívar y en el 2013 elevando a Chávez (antes al Che al Hombrito, y a Céspedes a La Bayamesa). Fecunda labor esta de forjar hombres y mujeres… Luego dije algunas cosas que no recuerdo bien, por la gran tensión que me inundaba. Estaba muy nerviosa, pero sentí que tenía que hablar por Chávez, por la Revolución bolivariana, por nuestra América unida, y leí entonces a Chávez invocando a Fidel. Fidel, el Che, Chávez, gigantes de América, esos hombres montañosos que dejan ante si y detrás de si llana la tierra. Ellos, junto a Martí y Bolívar, nos muestran el camino. Luego Cheo nos regaló su historia llena de hazañas increíbles y magnos sacrificios. Fue un regalo grandioso este momento, para no borrar jamás. Al amanecer, algunos ojos ya eran de la oscuridad y huyeron hacia las tinieblas del ayer con un puñado de semillas por sembrar, con un puñado de promesas por crecer y amar. Pero salió el sol y se elevó sobre la tierra siempre más secando el frío nocturnal, dando calor, regocijando al mundo con su prodigar, irguiendo al viento un poderoso corazón de amar. Y su luz subió saltando las montañas, traspasando el mar, regando el mundo con su cálida verdad, su cálida razón, esparciendo la claridad como una estación. Era bello el sol que se elevaba sobre el mundo siempre más, con su destierro de nevadas, su canción, su semillero en jubiloso despertar, erguido al viento el poderoso corazón de amar. Y su luz llegó al reino oscuro a las torres del ayer, y la simiente arrebatada de su amor sintióse renacer al contacto de su calor y de su quehacer. Luego al final, a la hora en que se suponía atardecer, sintieron que la luz quedó en su respirar como una sangre de la atmósfera, un poder, un pacto eterno con la claridad solar, con ser. Ha sido una experiencia inmensa también para José Julián, quien hasta ahora había asistido a caminatas campestres, en familia, y sin el esfuerzo o voluntad que esta ha implicado. Se ha percatado que Subir montañas hermana hombres, como dijo el más grande de los cubanos. Es otra dimensión alcanzada, y se que no renunciará a ella nunca mas, para mi felicidad. En los camiones, de regreso, mientras buscábamos en el horizonte a Martí en el pico Turquino, iba en mi mente zumbando……Marchando vamos hacia un ideal, sabiendo que hemos de triunfar….. Gracias a todos los buenos amigos de Malnombre, alegres, inteligentes, leales, intrépidos, por esta expedición inolvidable. A Ana y su novio, Wilfredo, Oscarito, que emanan pureza, convicción, nobleza A Pedro y Susana, hermanos de batallas comunes A Lupe y Roque, entrañables amigos A Lis, Lisset, mama de Amely por su sencillez y ternura A Mary y Mario, lindos compañeros de cantos A Alberta por su entusiasmo, franqueza, y deseos de compartir A Rafa, ocurrente, jaranero, divertido A Amely y Daniela, bellas y audaces emprendedoras A Cesar, Julito, Chichi, tiernos titanes de guerrillas A Edgardo, Jorgito, Ale, siempre atentos, afables y ágiles A Yanet, Elizabet, Pedrito, muchachos del CIGB, y otros tantos cuyos nombres no logro alcanzar, por su camaradería A Alexis, por su gran sensibilidad, humildad, solidaridad y entrega A Sandelys, guía de voluntad sin límites, por su altruismo, ejemplo, y su amor por Cuba A Adrian, familiar, animoso A Cheo, jovial, cercano, valiente, patriota, amigo Ana Beatriz Pérez Díaz, martes 11 de marzo del 2014. ….Patria sagrada, ansias del alba, no te olvides que andamos muy mal sin ti……..