¿Y LA CUSTODIA? UNA HISTORIA MÁS Desde siempre escuchar a los abuelos narrar historias a sus nietos no es raro en los pueblos de casi todo el mundo y Santa Rosa no podía ser la excepción. A los niños les encanta los relatos que se confunden entre la ficción y la realidad. Andrés es un niño santarrosano que vive con sus padres en la zona urbana de Santa Rosa; a sus escasos doce años ya cursa el grado octavo en la Normal Pedro Justo Berrío. Es viernes por la tarde y Andrés está ansioso de salir del colegio, para viajar con sus padres a la finca de su abuela materna, a veinte minutos en automóvil de la zona urbana, en el corregimiento de Hoyorrico. Allí, además de disfrutar del paisaje, los animales, y los frutos silvestres está su abuela Blanca. Ella es una mujer de 82 años que vivió y trabajó toda su vida en el municipio; además de sufrir cansancio existencial, le brota la experiencia a flor de piel. Andrés está ansioso por escucharla contar una historia de esas que ella acostumbra, llenas de mitos, leyendas y costumbres. Al llegar a la finca se tira con ansiedad a los brazos de su abuela, saluda con un beso y en forma amable le pide que le cuente una de sus historias. Su madre le sugiere que las historias pueden esperar. Al caer la noche Andrés y los niños de las fincas aledañas se sientan a los pies de doña Blanca y ella desde una vieja silla comienza a hablar. Ha contado muchísima historias, demasiadas, entonces guarda un largo silencio, como pensando con vehemencia la forma más adecuada de comenzar. Los niños ansiosos le piden que comience. Con voz envolvente y casi mágica comienza a hablar sobre una hermosa custodia que, un hombre que se hacia llamar patrón Marín, luego de enriquecerse con un tesoro que se encontró, decidió regalar a la capilla en honor al Señor de la Humildad. Una hermosa custodia de oro puro, rica en filigranas y piedras preciosas. Esta invaluable reliquia se convirtió en el centro de admiración de todos los feligreses del lugar que devotamente asistían a procesiones, celebraciones litúrgicas de las cuales la custodia era la protagonista. El 26 de julio 1857 comenzó para los santarrosanos uno de los días más negros de su historia. Esa mañana en que los mineros se disponían a trabajar y las mujeres a rezar antes de iniciar sus labores domésticas, corrió por todo el pueblo la increíble noticia: había sido robada la custodia de la capilla. Las autoridades intentaron por todos los medios encontrar al sacrílego ladrón. Las autoridades eclesiásticas gestionaron su excomunión por cometer un crimen de tal magnitud contra la iglesia. La noche antes, ninguna persona se imaginaría que la custodia seria sustraída por un hombre cuya identidad, pese a haber transcurrido más de un siglo, se hace es aún confusa. Dicho hombre después de robarse la custodia descendió por las mangas que se ubicaban detrás de la capilla y su rastro se perdió para siempre. El relato dice que el sacrílego fue castigado por la divina providencia, pues a la hora en que se efectuó el robo, se desató una tremenda tempestad como advertencia del cielo; asustado, escondió la custodia en una zona boscosa que hoy es conocida como La manga de la custodia. Pasaron los días y la custodia jamás apareció. Ese trágico suceso se rememoraba en boca de los abuelos, y los abuelos de doña Blanca le habían contado esta historia hace ya tantos años que le daba dificultad a veces recordar. Pero el tiempo que todo lo cura accedió a calmar la pena que embargó a la población y el 29 de julio de1885 una mujer llamada Blanca Nieves, quien recogía leña por el lugar, encontró la custodia, desarmada en tres partes iguales. Dicen que la hermosa mujer, amante de los mineros, murió ante aquel suceso y su experiencia es base de otros relatos que acá no es necesario contar. La custodia, después de la restauración, descansa en Santa Rosa de Osos, para satisfacción de los feligreses, en especial de doña Blanca que hoy cuenta esta historia como parte del legado histórico de este pueblo lleno de cultura y conocimiento. Al día siguiente Andrés regresó pensando en la cantidad de historias que tiene su municipio y lo mucho que se debe valorar la experiencia de los viejos y el tesoro histórico y cultural que alberga este municipio. Sonríe sintiéndose orgulloso del lugar donde ha vivido siempre. Milena Osorno M. Estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales Universidad de Antioquia