La libertad de expresión, los avisos publicitarios y el derecho a la igualdad. Algunas reflexiones para su interpretación constitucional en el nuevo milenio Damián Azrak1 Introducción: Desde el comienzo de la historia constitucional argentina, y principalmente desde la recuperación de la democracia, el derecho a la libertad de expresión, junto con el derecho a la vida y a la libertad, es considerado como una precondición esencial para la concreción de una sociedad con verdaderas pretensiones democráticas. Sin embargo el conflicto comienza a asomar cuando se intenta delimitar el alcance de este derecho, sea porque entra en contradicción con la privacidad2, con el honor personal3, sea porque está en conflicto con el derecho a circular4 o con el derecho a la igualdad. Sobre esta última dificultad me concentraré en este trabajo aunque sólo lo haré en relación a un universo particular de discurso: las publicidades comerciales que pueden resultar violatorias del derecho a la igualdad. La colisión que se produce entre la libertad de expresión y el derecho a la igualdad, ha generado posiciones contrarias, por un lado se ubican aquellos/as que privilegian el derecho a la igualdad y por otro quienes prevalecen la libertad de expresión. ¿Será ésta una de esas típicas discusiones bizantinas que no tienen una posible solución? ¿Tendrá razón Owen Fiss cuando afirma que el debate entre el derecho a la igualdad y el derecho a la libertad de expresión ha puesto a los liberaleshistóricamente comprometidos con ambos valores- en un callejón sin salida5? En adelante intentaré explorarla y proponer una interpretación constitucional acorde a los compromisos asumidos en materia de libertad de expresión y el derecho a la igualdad. A este fin, el presente trabajo se estructurará de la siguiente forma: en un primer momento con el sólo objeto de clarificar la discusión haré algunos comentarios previos 1 Este artículo es una versión revisada del que ha sido publicado en Jurisprudencia Argentina, 27 de enero de 2010. CSJN, 11/12/1984, “Ponzetti de Balbín, Indalia c. Editorial Atlántida, S.A”. CSJN, 15/05/986, “Campillay, Julio C. c/ La Razón y otros” y CSJN, 20/10/1998, “Menem, Eduardo c/Sanz, Tomás M y otros” 4 Cámara de Apelaciones en lo Penal,Contravencional y de Faltas. Causa 40373-00-CC-08 “Wald, Julián; Vargas, Malvina Patricia y otros s/inf. art. 78 CC” – Apelación. 5 FISS, Owen. La Ironía de la Libertad de Expresión. Gedisa Editorial. Barcelona, 1999. 2 3 1 sobre los términos más relevantes que utilizaré en el trabajo. A continuación, me detendré en el marco normativo de la publicidad comercial y su particular relación con la libertad de expresión. Seguido, propondré argumentos de derecho a los efectos de arribar a la interpretación constitucional referida. Comenzando el debate con algunas aclaraciones previas De manera inicial, considerando que los términos utilizados a lo largo del presente pueden suscitar dudas o diversas interpretaciones dado que como todo lenguaje natural, los mismos adolecen de vaguedad, ambigüedad y carga emotiva6 y a los efectos de evitar disputas terminológicas me detendré brevemente en los conceptos principales. En consecuencia y para orientar el análisis, por “sexo” entenderemos que refiere a “la palabra que generalmente se usa para hacer alusión a las diferencias biológicas relacionadas con la reproducción y otros rasgos físicos y fisiológicos entre los seres humanos. El sexo como parámetro para crear categorías, distingue entre hombres y mujeres o, en otras palabras, entre machos y hembras de la especie humana”7. Coincidiendo con Alda Facio y Lorena Fries por “género” aceptaré que “(…) alude, tanto al conjunto de características y comportamientos, como a los roles, funciones y valoraciones impuestas dicotómicamente a cada sexo a través de procesos de socialización, mantenidos y reforzados por la ideología e instituciones patriarcales”8. En este mismo orden de ideas, Isabel Jaramillo dice que “(…) refiere a las características que socialmente se atribuyen a las personas de uno y otro sexo. Los atributos de género son, entonces, femeninos o masculinos. Entre otros, se consideran atributos femeninos la delicadeza en los comportamientos, la no violencia, la inclinación por las tareas domésticas y manuales, la menor capacidad de abstracción, la belleza. Como masculino, por oposición, se considera la brusquedad en las 6 NINO, Carlos S., Introducción al Análisis del Derecho., Capítulo 1, Editorial: Ariel, Barcelona, España, 2001 7 JARAMILLO, Isabel Cristina, “La Crítica Feminista al Derecho” en FACIO, Alda y FRIES, Lorena, Género y Derecho, Ed. LOM, Santiago de Chile, 1999. 8 FACIO, Alda y FRIES, Lorena, “Feminismo, género y patriarcado” en FACIO, Alda y FRIES, Lorena, Género y Derecho, Ed. LOM, Santiago de Chile, 1999. p. 34 2 actuaciones, la violencia, el egotismo, la competitividad, una mayor capacidad de abstracción, la fealdad”9. En tercer lugar, cuando se hace mención a la “perspectiva de género”, comprenderé que el mismo hace referencia a: analizar el impacto diferencial de una política pública, norma, práctica, proceso o institución sobre varones y mujeres, analizar la forma en que la política colabora o contribuye a estereotipar la construcción de la identidad y la subjetividad de género y por último la forma en que se legitiman, refuerzan o revierten las relaciones jerárquicas entre los sexos.10 Por último, por publicidad comercial sexista se entenderá aquella que “1. Promover modelos que consoliden pautas tradicionalmente fijadas para cada uno de los géneros. 2. Fijar unos estándares de belleza femenina considerados como sinónimo de éxito. 3. Ejercer presión sobre el cuerpo femenino a través de determinados tipos de productos que facilitan su dominio y control. 4. Presentar el cuerpo de las mujeres como un espacio de imperfecciones que hay que corregir. 5. Situar a los personajes femeninos en una posición de inferioridad y dependencia. 6. Excluir a las mujeres de las decisiones económicas de mayor relevancia. 7. Alejar a las mujeres de los espacios profesionales prestigiados socialmente y, por el contrario, asignarles los roles de limpieza, cuidados y alimentación familiar. 8. Negar los deseos y voluntades de las mujeres y mostrar, como “natural”, su adecuación a los deseos y voluntades de los demás. 9. Representar al cuerpo femenino como objeto, esto es, como valor añadido a los atributos de un determinado producto; en definitiva, como envoltorio del producto. 10. Mostrar a la mujer como incapaz de controlar sus emociones y sus reacciones, “justificando” así las prácticas violentas que se ejercen sobre ellas11”. JARAMILLO, Isabel Cristina, “La Crítica Feminista al Derecho” op cit. MAFFIA, Diana, “Género y políticas sociales de desarrollo humano” en BALBI, Julio Cesar” “Informe sobre Desarrollo Humano en la Provincia de Buenos Aires 2005-2006. Equidad: factor indispensable para el desarrollo social”, Eudeba/Fundación Banco de la Provincia De Buenos Aires, 2006. p. 157- 175. citado en Grupo de Justicia y Género del Centro Interdiscplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP), Reformas judiciales, acceso a la Justicia y Género 11 Observatorio Andaluz de Publicidad No Sexista, Decálogo para identificar el sexismo en publicidad, disponible en http://www.iam-publicidad.org/decalogo.asp 9 10 3 La democracia y la libertad de expresión El vínculo entre sociedades democráticas y la libertad de expresión puede definirse como íntimo, único. Incluso con esta contundencia: no hay sociedades verdaderamente democráticas si no se garantiza el derecho a la libertad de expresión, y no hay libertad de expresión sin sociedades verdaderamente democráticas12. Debe existir en estas sociedades una deliberación vigorosa, desinhibida y abierta13. En este debate, todas las personas, sujetos morales autónomos, que se verán afectadas por las decisiones que se tomen, deben tener la posibilidad de participar con el mismo respeto y consideración. Incluso cuando no compartamos ideas ajenas, cuando creamos que son equivocadas e incluso cuando nos resulten aborrecibles y reprochables. En consecuencia, las decisiones que se tomen bajo este paradigma de debate robusto gozarán de una mayor presunción de legitimidad, pues son presuntamente más imparciales y justas. A su vez, vale decir que el derecho a la libertad de expresión no se agota con la sanción de una ley, es decir, mediante el reconocimiento formal. Las personas deben tener la posibilidad de participar efectivamente e incidir, de la misma forma, en el medio ambiente moral y político14. Esto implica que el Estado, dentro de otras obligaciones, tiene la obligación de brindar los canales necesarios para que cuando los grupos históricamente desaventajados vean amenazada su capacidad de participación tengan las herramientas necesarias y efectivas para hacer que su voz se escuche respetando de esta forma el derecho a la igualdad y autonomía. 12 Especificar que bibliografía me lleva a hacer estas afirmaciones resultaría engorroso, en consecuencia para ver el vínculo entre la importancia y necesidad de participación robusta de las personas en las sociedades democráticas, véase un texto que engloba gran parte de la literatura existente, NINO, Carlos S., La constitución de la democracia deliberativa, Editorial Gedisa, Barcelona, 1997 13 Este concepto fue utilizado por la Corte Suprema de Estados Unidos en el fallo New York Times Co. v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964). Luego fue retomado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y tribunales nacionales en una gran cantidad de casos. Para un análisis de la jurisprudencia argentina, véase entre otros, BIANCHI, Enrique T. y GULLCO, Hernán V., El derecho a la libre expresión. Análisis de fallos nacionales y extranjeros. Librería Editorial Platense S.R.L, 1997.| 14 DWORKIN, Ronald, Freedom´s Law, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1996. 4 Los discursos comerciales y la libertad de expresión. Una vez, aunque brevemente, dejada en evidencia la importancia y fundamento del derecho a la libertad de expresión en las sociedades democráticas y su consecuente, y necesaria, protección, ahora, resta analizar si las publicidades comerciales merecen el mismo estándar alto de protección que los discursos públicos. Las publicidades comerciales, como el nombre lo indica, tienen como objetivo fundamental y casi único el de vender el producto15 o servicio que anuncian, no tienen, a priori, el fin de influir en lo que anteriormente denominamos, siguiendo a Dworkin, el medio ambiente moral y político de la sociedad, pues no diseminan información útil y funcional a la formación de opinión pública1617. La doctrina del discurso comercial está marcadamente orientada a la audiencia y regida por las leyes del mercado. Desde un punto de vista constitucional, la censura del discurso comercial no pone en peligro el proceso de legitimidad democrática. No amenaza con alienar a los ciudadanos de su gobierno ni tampoco con volver al estado dependiente de los oradores18 Reconociendo, en conclusión, que el discurso de las publicidades comerciales nada tiene que ver con el fundamento y la necesaria protección estricta del “corazón” del derecho a la libertad de expresión, pues no tienen vínculo con el discurso público, esta situación brinda un campo fértil para que no merezca la misma protección que los discursos públicos. El análisis sobre la posible corrección de la interpretación constitucional a favor del derecho a la igualdad frente a la libertad de expresión, se puede realizar siguiendo lo que en Estados Unidos se conoce como el Central Hudson Test: primero debemos analizar si el discurso comercial se refiere a una actividad lícita y no es engañoso. En caso que cumpla con estas condiciones, luego se debe analizar si el interés que el Estado aduce es sustancial. Si la respuesta es positiva, hay que razonar si la regulación guarda 15 En la misma línea véase, Jackson y Jeffries Jr titulado Commercial Speech: Economic Due Process and the 1st Amend", 65 Van L Rev 1 (1979 16 POST, Robert, “A Progressive Perspective on Freedom of Speech” en Balkin, Jack M. & Siegel, Reva B. (eds), The Constitution in 2020, Oxford University Press, New York, 2009 17 Inicialmente la Corte Suprema de Estados Unidos extendió la protección de la libertad de expresión a las publicidades comerciales basándose en que este tipo de discursos también expresaban información relevante para los usuarios. Al Respecto, véase RUBÍ I PUIG, Antoni, Publicidad Comercial Y Libertad De Expresión. La protección constitucional de la información en el mercado, Tesis doctoral, Universitat Pompeu Fabra. Disponible en http://www.tesisenxarxa.net/TESIS_UPF/AVAILABLE/TDX-0116109-174349//tarp.pdf 18 POST, Roberto, The Constitutional Status of Commercial Speech, 48 UCLA L. Rev. 1 (2000).p.7 5 relación directa con el interés fundamental invocado y por último, estudiar si la regulación en examen se extiende más allá de lo necesario para lograr ese interés19. A continuación, analizaré los argumentos de derecho para combatir contra la escasa protección de las publicidades comerciales sexistas. La igualdad como freno a las publicidades sexistas El argumento central de la “estrategia igualitaria” postula que el derecho a la igualdad y no discriminación, pilares del sistema democrático, se encuentran violentados. No se hace hincapié en la-tal vez posible y real- incitación a la violencia de género ni por el peligro que puede generar para todo el grupo de mujeres 20, tampoco en cómo estas publicidades pueden o no ser recibidas por el público21 sino que se analiza la consecuencia misma de ese discurso. La pregunta simplemente consiste en: “este tipo de discursos, ¿violan el derecho a la igualdad y no discriminación?”. En esta línea, los discursos basados en expresiones sexistas denigra el valor y la dignidad de todo el grupo de mujeres, pues actúan como un eco 22: sus efectos recaen sobre todas las mujeres, no importa cuán cerca o lejos se encuentren. El grupo, es violentado en su derecho a la igualdad. Es a través de estos discursos que se reinstaura y solidifica la supremacía y se condena a la desigualdad de género: se inventa un mundo violentamente desigual y la mujer vive en él, supuestamente consciente23. Nadie queda exento de sus consecuencias. En consecuencia, considerando que las publicidades comerciales no poseen el alto estándar de protección que sí tienen los discursos políticos y artísticos, y en la medida que estas contengan discursos directamente discriminatorios contra un grupo históricamente desaventajado, como en este caso son las mujeres- más allá de quien sea la persona o grupo que los infiera-, el Estado tiene la obligación moral- y por ende 19 Central Hudson Gas and Electricity Corp. v. Public Service Commission (447 U.S. 557 (1980)). En el marco jurídico argentino, la regulación de las publicidades no es algo extraño. El artículo 9 de la Ley 22.082 prohíbe expresamente las publicidades comerciales y/o engañosas y a nadie-supongo- se le ocurriría decir que esta norma es inconstitucional dado que se estaría protegiendo los derechos del consumidor y de la competencia entre las empresas 20 Corte de Apelación de los Estados Unidos, Séptimo Circuito 1985. 771 fd. 323, affirmed mem., 475 U.S. 1001, 106 S. Ct. 1172, 89 L. Ed. 2d 291 (1986) 21 Al respecto véase, Corte Suprema de Estados Unidos, Terminiello v. Chicago, 337 U.S 1 (1949); Corte Suprema de Estados Unidos, Feiner v. New York, 340 U.S. 315 (1951) 22 GÓMEZ, María Mercedes. “Los usos jerárquicos y excluyentes de la violencia” en Más allá del derecho. Justicia y género en América Latina. Luisa Cabal y Cristina Motta (comp.) Red Alas Siglo del Hombre Editores, Ediciones Uniandes, 2006. p. 19-55 23 MACKINNON, Catherine. “La pornografía no es un asunto moral” op. cit. p. 45-86 6 legal- de asegurar que este tipo de discursos no estén cubiertos por el aura mágica de la libertad de expresión. Siguiendo el Central Hudson Test explicado anteriormente, supongo que la actividad o servicio promocionado es lícito y tampoco es engañoso. Segundo análisis, el interés que se debería invocar, según los postulados de esta estrategia, es el de garantizar la no violación del derecho a la igualdad y no discriminación que estaría violado por las publicidades comerciales sexistas. Interés fundamental constitucionalmente reconocido por Estado argentino. Tercero, la interpretación a favor del derecho a la igualdad, condenando las publicidades comerciales con discursos discriminatorios en razón de género guarda perfecta relación con el interés que debería aducirse. Cuarto, dicha interpretación no se extiende más allá del objetivo ni tampoco viola derechos fuertes. Para reafirmar el uso de esta estrategia, siguiendo a Rivera (h), se puede afirmar que no se debe adoptar una interpretación de la libertad de expresión que importe la aniquilación de otro derecho constitucional en disputa, mucho menos si ese derecho constitucional es el derecho a la igualdad24. Para finalizar, resulta útil recordar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha expresado a favor de una interpretación constitucional de la libertad de expresión como las que aquí se proponen. Ha considerado que las reglamentaciones son necesarias en una sociedad democrática, entendiendo como necesidad no una mera utilidad, ni razonable u oportuna, sino que deben ser justas e indispensables25. Algunas propuestas y consideraciones finales: Una posible objeción a la intervención del Estado en el mercado de ideas por parte de los defensores acérrimos de la libertad de expresión puede consistir en que el remedio debe basarse aumentando y no disminuyendo las expresiones. En el mismo sentido, en el caso Whitney v. California, el Juez Brandeis ha expresado que: “[s]i hay tiempo para exponer mediante la discusión, las falsedades y las falacias, para evitar el RIVERA, Julio César, “Los estándares….” Op. cit. Corte IDH, La Colegiación Obligatoria de Periodistas. Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, párrafo 70. Para un mejor análisis de los estándares de la revisión judicial de la libertad de expresión, véase RIVERA, Julio César (h), “Los estándares de revisión judicial en materia de la libertad de expresión”, Lexisnexis N°0003/013515 24 25 7 mal a través de los procesos de educación, el remedio que debe aplicarse es más expresión y no el silencio impuesto. Sólo una emergencia puede justificar la represión”26. Si bien ésta observación es correcta, es oportuno recordar que el laissez faire puede ser una teoría adecuada cuando no estamos frente a una sociedad jerarquizada y el discurso del poderoso impone y naturaliza su visión27. Para graficar28 la idea nos sirve pensar en un ejemplo de la economía de libre mercado: cuando una empresa tiene el monopolio de cualquier sector económico, el Estado está obligado a intervenir en la economía pues no se quiere dejar a una empresa el manejo exclusivo del mercado. Ahora, volvamos, imaginemos lo peligroso que resulta esta situación cuando hablamos de los medios de comunicación. Sigamos indagando en los temores, preocupémonos más si una persona o grupo de personas manejan el mercado de ideas29. En conclusión, lo que aquí se propone no es la creación de un “aparato estatal” que intervenga en las esferas privadas sistemáticamente y regule todas las comunicaciones, sino simplemente abandonar viejos, aunque siempre presentes, axiomas y repensar una interpretación de la libertad de expresión, cuando de publicidades comerciales se refiere, acorde a los compromisos asumidos en materia de igualdad y no discriminación. Whistney v. California, 274, U.S., 357, 377 (1927), citado por RIVERA, Julio César (h). “La libre difusión de ideas y los delitos de opinión”, La Ley, Suplemento de Derecho Constitucional, 22 de agosto de 2006, p. 48. 27 MACKINNON, Catherine. “La pornografía no es un asunto moral”, op. cit. 28 El ejemplo que se brinda a continuación se brinda al sólo efecto de graficar las consecuencias de la monopolización del mercado por parte de un sector poderoso del mercado, ya sea económico o de ideas. Se agradece a Julio Rivera (h) por advertir la necesidad de aclarar esta comparación. 26 29 8