Florida, un barrio con memoria… Breve reseña histórica de la Quinta Trabucco Antonio J. Trabucco, quien era un comerciante dedicado a la importación de telas y a la confección de prendas de trabajo, en 1892 decidió comprar un terreno fuera de la capital para poder pasar sus vacaciones de verano junto a su familia. Buscando el paisaje bucólico que se les escapaba de las manos con el crecimiento de la ciudad de Bs.As., Trabucco al igual que muchas familias de la metrópoli, necesitaba buscar un lugar en donde estar en contacto con la naturaleza, pero no separándose tanto de la ciudad. Antonio Trabucco estaba casado con Ana Viglione y del matrimonio nacieron tres hijos: Delia Ana, Zulema y Alberto. El terreno adquirido por la familia eran diez hectáreas; desde Beiró hasta Estanislao del Campo, con frente en Melo y los fondos llegaban hasta cerca de un arroyo en la hoy calle Laprida. Lo primero que se realizó en la propiedad fue la plantación de árboles, ya que el predio adquirido era un páramo apenas cubierto de malezas y arbustos. La familia encomendó a Luigi Mendaro esta tarea y en pocos años el lugar se transformó en un vergel poblado de magnolias, robles, palmeras... En 1900, en el casco de la quinta, bautizada Villa Delia en honor a la hija primogénita del matrimonio, se levantó la casa en el ecléctico estilo italianizante de la época. Antonio J. Trabucco iba a la casa destinada a veraneo, con su esposa e hijos y años más tarde su única nieta, Nélida Ana, a partir de los primeros días de noviembre y se quedaba hasta mediados de marzo. En los alrededores de la casa había una cancha de tenis y una de bochas y en los fondos la caballeriza y una colección de animales exóticos (monos, zorros, etc.) que hacían las delicias de los niños. Años más tarde, en donde estaba la cancha de tenis, se construyó un estanque en donde había gran variedad de aves, garzas y teros sobre todo. Todo el clima de la Quinta era bucólico, etéreo y diáfano. En 1913, Antonio Trabucco donó el terreno de la esquina de Melo y Beiró para que se construyera una iglesia. La misma se erigió en 1931 con el nombre Nuestra Señora de la Guardia. En 1939, fallece Trabucco y es entonces cuando su esposa, Ana Viglione, decidió donar a la Municipalidad de Vicente López, el casco de la quinta para que se erigiera allí un espacio público que llevara el nombre de su esposo y fuera un lugar de esparcimiento para los vecinos de Florida. Dicho legado no se podría cumplir mientras fuera habitado por algún miembro de la familia. Trece años después fallece doña Ana y al poco tiempo también sus hijas Delia Ana y Zulema. El único morador de la casa es entonces Alberto José, el único hijo varón del matrimonio Trabucco. Éste, monta su atelier de pintura en la bodega de la casa. En los años 50, la construcción de la Panamericana y las calles adyacentes, cercenó parte de la quinta. En 1959, Alberto Trabucco y su sobrina Nélida Monés Trabucco, donaron los terrenos lindantes a la iglesia Ntra. Señora de la Guardia, para permitir la construcción del actual Instituto Ceferino Namuncurá. El resto de esa manzana fue loteada y vendida y simultáneamente la Municipalidad abrió la calle Rosetti en su traza actual. En 1990, a los 90 años de edad, fallece el artista Alberto Trabucco. Ese mismo año, en cumplimiento a lo dispuesto en el legado, la Municipalidad de Vicente López, toma posesión de la Quinta y por razones de seguridad y conservación la transforma en un espacio semi-público. En 1996, tras realizarle los arreglos necesarios, la casa es convertida en Centro Cultural.