MOVILIDAD SOSTENIBLE EN SEVILLA Ignacio Rodríguez Temiño Ecologistas en Acción-Sevilla 1. El sentido de la fase en que actualmente nos encontramos con respecto a la redacción del Plan General Municipal de Ordenación (PGMO) de Sevilla consiste, básicamente, en elaborar y evaluar un diagnóstico de la situación en que se halla la ciudad en los aspectos en que se han dividido las mesas de participación, y desde un punto de vista tan plural como diversa sea en su composición cada mesa o capaz de incorporar las opiniones y sugerencias no sólo de sus componentes, sino también de quienes desde fuera puedan introducirlas. Esta función de síntesis de la situación actual ha comenzado por la presentación de un amplio documento de prediagnóstico, elaborado por el panelista, al que ahora pretendemos incorporar nuestra respuesta. 2. En general, las mesas están divididas por ámbitos de actuación sectorial, lo cual dificulta el establecimiento de relaciones con otros factores y contingencias claramente conectadas con cada uno de los fenómenos analizados de forma aislada. La problemática compaginación entre planificación y la independencia con que obran las denominadas políticas sectoriales es, sin duda, una de las principales causas, a la vez que consecuencia, de la crisis de credibilidad que vive el planeamiento urbanístico y la planificación, en general. Es lamentable que, ya desde un principio, se haya adoptado un sistema de análisis de la realidad tan poco integrador y, por tanto, poco eficaz para comprender la multiplicidad de relaciones existentes entre los fenómenos. 3. El documento de diagnóstico elaborado por el panelista se resiente de esta carencia. Dado que pretende ofrecer una síntesis sobre el estado del tráfico y la movilidad en la ciudad y cómo pueden incidir en ellos los principales proyectos previstos en este sentido a corto y medio plazo, se echa en falta en el análisis la conexión entre movilidad y otros factores determinantes en su comportamiento, como el uso del suelo o la distribución de servicios, por ejemplo, para explicar dinámicas que fuerzan un modelo de movilidad preponderante, que tiene su principal característica en el (ab)uso del coche. Como dijo Munford, no resulta posible alcanzar un equilibrio capaz de satisfacer de modo adecuado a toda la ciudad si estamos pensando en una sola cosa: el tráfico. Debido a la parcialidad del análisis, en el documento se dan por válidas ciertos fenómenos (como el ya mencionado predominio de coche), sin entrar en mayores consideraciones sobre su contribución o no a la calidad de vida de los ciudadanos. De ahí se deriva cierto carácter romo en muchas de sus propuestas y, sobre todo, que las intenciones manifestadas de tender a la sostenibilidad del modelo, se diluyan conforme se avanza en el documento. En este sentido, también debería haberse distanciado críticamente algo más de las actuaciones en curso y de los documentos que le han servido de base, con objeto de evaluarlos. Ante la ausencia de una dirección concreta que vertebre el documento y a la que se articulen determinadas medidas y sus correspondientes sistemas de evaluación, al final el prediagnóstico parece quedarse en un catálogo de obra pública proyectada para mejorar la movilidad del coche, como ya se dijo en la primera reunión presencial. 4. Cuando hablamos de ciudades sostenibles, el marco de referencia no debería ser otro que el establecido por los documentos, convenios y demás textos (Carta de Aalborg, Libro Verde sobre el medio ambiente urbano, Bases para la Agenda 21 Andalucía, etcétera) suscritos por la propia ciudad de Sevilla o que desarrollan directrices de la Unión Europea. Cabe recordar que Sevilla firmó la Carta de Aalborg el 25/04/1996 y el 29/05/2000 se rubricó el Protocolo de Adhesión al Grupo de Ciudades Europeas participantes de la iniciativa "Hacia un perfil de la sostenibilidad local-Indicadores comunes europeos". Al consignar ambos compromisos, también adquirió el de elaborar una Agenda 21 Local, como plan de actuación, cuya redacción está bastante avanzada (http://www.agenda21local.com/sevilla/). Desde esta óptica, el concepto sostenibilidad exige el análisis global de los flujos de materia y energía de los ciclos completos de recursos implicados en un proceso. Afortunadamente, contamos con un documento excepcionalmente acertado en sus planteamientos, en estas mismas sesiones de trabajo, concretamente el diagnóstico sobre sostenibilidad realizado por el panelista de la mesa n1 3. Fuera de este marco, se corre el riesgo de que la sostenibilidad sea un mero recurso retórico, carente de contenido real. 5. No sería lógico planificar sin tener presente que en el próximo decenio la circulación de automóviles en las ciudades europeas crecerá en torno al 20%. Pero tampoco resultaría razonable ignorar que más del 50% de las emisiones de agentes contaminantes provienen de los vehículos a motor; que al rededor del 25% de todos los europeos sostienen que les molesta el ruido del tráfico y concretamente en Sevilla es el responsable del 70% del ruido ambiental; que la mitad de los viajes motorizados en Europa implica desplazamientos de menos de 3 kms, siendo en estas condiciones cuando el consumo de nergía de los coches y las emisiones de CO5 aumenta un 60% (http://www.22september.org/). Por tanto se precisa tender hacia un equilibrio entre ambos extremos, pero este equilibrio no puede ser simétrico, por cuanto que se parte de una situación de clara desventaja, del lado medioambientalista. Resulta evidente que desde hace treinta o cuarenta años, la ciudad viene siendo adaptada al coche, hasta tal punto que se ha convertido en su auténtico rey. De hecho, el urbanismo sólo se ha venido preocupando del automóvil, ya que son las infraestructuras para este modo las principalmente recogidas en detalle en el planeamiento urbanístico. 6. Por tanto, para normalizar la coexintencia con los coches y alcanzar un mayor índice de sostenibilidad deben restarse determinados privilegios consolidados en favor de los coches y en detrimento de los demás usuarios de la ciudad. Sin embargo, esta cuestión no resulta en modo alguno, fácil. No en vano ha sido calificado el tráfico y la movilidad en sus expresiones motorizadas como el "núcleo duro" de la crisis ecológica de la ciudad. Una de las principales razones de ello es que eluden todo intento de discusión racional acerca de su compatibilidad con los recusos disponibles o con la habitabilidad de los lugares que les sirven de soporte. Como expone A. Sanz, simplemente se admite con frecuencia que el tráfico crece en número y velocidad y que ello contribuye a satisfacer los deseos y necesidades de la población. En este mismo sentido, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), señalaba que la representación social atribuida al coche particular provoca conductas poco adecuadas tanto en el uso como en la compra de coches. Así, coches más potentes de lo necesario, conducciones violentas o velocidades excesivas sólo sirven para disparar el consumo de combustible, gastar más dinero, poner en peligro la vida de otros conciudadanos y causar daños en el medio ambiente. Sin un cambio progresivo de mentalidad será imposible plantear objetivo alguno tendente a la sostenibilidad global de la ciudad. Pero este giro debe comenzar en las estrategias de acercamiento a esta cuestión. 7. Hasta ahora, las políticas sectoriales se han centrado en gestionar la oferta. Esto es: a más coches, más infraestructuras. Sevilla ofrece unamuestra cabal de esta mentalidad. Cuando se anunciaba el vuelco que deseaba dar la corporación municipal a la política de tráfico en Sevilla, se admitía que a pesar de las grandes obras hechas para resolver el problema del tráfico, la densidad de circulación y la propia evolución de la ciudad habían provocado nuevos problema cuya solución debía acometerse actuando sobre las rondas externas y los accesos a la ciudad (Abc, 4/09/1999). Un diario local de bastante difusión titulaba "Un notable alto al tráfico en las calles de Sevilla", porque se alcanzaban velocidades punta comparativamente altas (Diario de Sevilla, 1/05/2000). Desde las estrategias expansionistas de la oferta, basadas en la construcción de nuevas infraestructuras, sólo cabe aumentar la disposición de recursos para saciar una creciente e incontrolada demanda, pero este modelo resulta insostenible social y medio ambientalmente, algo de lo que ya no duda casi nadie. El gran reto que tiene la ciudad en cuanto a gestión del tráfico es influir en la demanda para adecuarla a un modelo menos agresivo y devorador de espacios, energía y recursos. Afortunadamente este tipo de postulados ya no son únicamente defendidos por ecologistas, los documentos que elaboran las propias administraciones públicas en materia de tráfico están aceptando esta realidad, tanto el PIT como el posterior PIOV y el documento de prediagnóstico de esta mesa, participan en cierto grado de esta filosofía, aunque básicamente sigan dando la mayor importancia a gestionar la oferta y poner en carga nueva infraestructura que mantenga el privilegio que viene acaparando el coche. 8. Para gestionar la demanada no es suficiente con diseñar nueva obra pública, es preciso aplicar determinadas políticas a través de normativas tendentes a controlar el tráfico. Antes de entrar en medidas concretas, convendría hacer una aclaración entre los significados de movilidad y accesibilidad. La primera está vinculada al desplazamiento de personas o mercancías, mientras que la segunda, debe estarlo con la facilidad de acceso (en términos de proximidad) a un lugar para satisfacer cualquier necesidad. Esta diferenciación -de sobras conocida- sigue estando ausente de las políticas de tráfico en Sevilla. Adoptando un enfoque tradicional, normalmente en ellas se identifica accesibilidad con facilidad de despalzamiento, lo que conlleva habitualmente reforzamiento de infraestructuras, vehículos y sistemas de transporte, esto es, accesibilidad se asocia con incremento de la movilidad motorizada. De forma que movilidad y accesibilidad vienen a ser sinómenos. A la luz de la diferenciación hecha entre movilidad y accesibilidad, caben plantearse objetivos en cada uno de esos campos, para provocar la inflexión deseada del modelo hacia estándares más compatibles con un medio ambiente sano. Mientras que en el primero, se trataría de buscar alternativas de menor daño, dentro de la movilidad existente, con la finalidad de "calmar" el tráfico de coches y favorecer el transporte público. En el segundo, se busca reducir la necesidad de desplazarse en coche para acceder a ciertos bienes o servicios, pudiéndose hacer además mediante otros medios no motorizados, fundamentalmente en bicicleta o a pie. 9. La principal medida para reducir el impacto ambiental del modelo de movilidad existente, sigue siendo, incentivar el trasvase de de desplazamientos realizados en transporte privado, al público. Sobre este aspecto, el prediagnóstico lógicamente resalta la necesidad de liberar espacio viario para su uso por la red de autobuses de TUSSAM. Detecta la ridícula red de este tipo de carriles actualmente existentes en la ciudad y modera esa crítica, apoyándose en las propuestas del PIOV de extenderlos a otras zonas de la ciudad. Pero esta visión es sumamente falaz. En Sevilla, desaprovechada la oportunidad que supuso la Expo'92 para haber previsto en las nuevas rondas carriles bus, sigue habiendo una sola vía que mantenga una separación física entre el carril para bus y taxis del resto de la calzada; en las demás calles donde existe una franja señalada como reservada para el transporte público, la separación se realiza mediante una banda sonora. Resulta archiconocida la ineficacia de este sistema, habitualmente no respetado por los conductores que no sólo invaden el carril, sino que también lo usan para aparcar momentáneamente. La experiencia de colocar separadores que impidiesen el acceso de los coches al carril bus en Menédez y Pelayo terminaron en un fracaso tras una procelosa campaña de prensa auspiciada por comerciantes y taxistas. Así pues, aunque el "Pacto cívico por la movilidad" (epítome del PIOV) no renuncie a una red de carriles reservados, para independizar los transportes colectivos del resto del tráfico, hay serias dudas sobre su implantación final. Por tanto, no cabe esperar de esta medida exclusivamente un mejoramiento sustancial de la situación actual. Para que esto se produzca es necesario disminuir el número de coches en circulación. En este mismo orden de cosas, coincidimos con el prediagnóstico en que habrán de debatirse igualmente cuestiones referidas a la mejora y coordinación de las redes metropolitanas y urbanas de transporte colectivo, definición de las principales estaciones tanto para uno como para otros y el reemplzado de las actuales unidades por otras con mayor eficiencia energética y dotadas de los requerimientos necesarios para permitir la accesibilidad a personas con discapacidades. Con respecto al conjunto de los transportes colectivos (autobuses interurbanos, cercanías, autobuses y microbuses urbanos y metro) deben articularse las redes en una estructura racional. Nos sumamos al análisis de R. Marqués, en el documento propuesto por él mismo este espacio de debate, de un metro ligero en superficie, únicamente soterrado en el ámbito del casco histórico allí donde la estrechez de las calles no permita la cómoda convivencia de este modo con el tráfico residual de residentes y carga y descarga y con amplias zonas peatonales. Este metro permitiría un mayor servicio que si recorriese el centro histórico bajo tierra. 10. Posiblemente la gran ausente del prediagnóstico, como del resto de los documentos oficiales elaborados sobre tráfico en Sevilla, sea la cuestión de la accesibilidad, formulada como la reducción de la demanda de desplazamientos motorizados. Para ello, la principal estrategia es la creación de proximidad, favoreciendo en la medida de lo posible que los desplazamientos sean autónomos. Lógicamente excede el campo sectorial de las políticas de transportes al uso, pero el Plan General es el marco idóneo para proceder, mediante la calificación, la asignación de usos del suelo y la dotación de equipamientos y servicios en los barrios, a la creación de esta proximidad. Coadyuvaría a poner freno a los desplazamientos forzados en coches eliminar la localización de grandes superficies comerciales en los bordes de la ciudad, únicamente accesibles mediante este medio. Cabe señalar que no contamos con estadísticas o indicadores que nos muestren el grado de satisfacción de las necesidades cotidianas a escala de barrio, superfices no superiores al km5 o número de habitantes. Sin esta aproximación hacia la accesibilidad, resulta utópico cualquier propuesta de alcanzar una movilidad sostenible. La creación de proximidad favorece igualmente otras políticas más directamente concernidas con el tráfico urbano no motorizado: los viajes a pie y en bicicleta. Sobre los desplazamientos a pie, que suponen el porcentaje mayor de los que se hacen en la ciudad, el prediagnóstico apenas le dedica unos párrafos reproduciendo prácticamente lo que ya dice el PIOV. Se habla de crear itinerarios peatonales capaces de generar una red peatonal en la ciudad. Sobre esta cuestión debe recordarse que ya en diciembre de 1997 se preparó por los servicios técnicos municipales un Avance de criterios de actuación para la mejora de la accesibilidad peatonal al casco histórico, que definía una red de estos itinerarios, recogida en el PIOV, así como un conjunto de propuestas y actuaciones concretas que favoreciesen el tránsito de personas, de las que poco se ha acometido o concluido. No obstante, el uso del muelle de las Delicias como aparcamiento y la pretendida reducción del espacio peatonal, paralelo a la dársena del río en la calle Torneo, con objeto de dar acceso motorizado a la Cartuja a través de la Pasarela e independizar de esa manera la entrada al futuro complejo de Puerto Triana, de la salida de Sevilla, revelan el nulo interés mostrado por las autoridades municipales en promocionar al peatón frente al coche. Otro tanto podría decirse de los carriles bici; las últimas experiencias son poco halagüeñas. Por tanto el documento final de esta mesa debe diagnosticar la insuficiencia de dotaciones en este terreno y proponer la elaboración de unos mínimos circuitos que habrían de ser recogidos por el PGM como estándares urbanísticos e incluidos dentro de los sistemas generales de comunicación definidos en él. Estos parámetros habrían de ser concordantes con los indicadores que registre la Agenda 21 Local. Sobre estos parámetros existe multitud de indicadores consultables en los sitios web de los programas internacionales dedicados a esta finalidad. 11. Las metas planteadas en cuanto a movilidad y accesibilidad sostenibles, carecerán de eficacia si a la vez no se acomete una discriminación positiva de los modos más eficientes social y ecológicamente hablando, frente a los más ineficientes. Como han señalado Rees y Wacjernagel en su libro pionero, la "huella ecológica" de una persona que viaje 10 km a la semana varía, según el modo de transporte, en la siguiente proporción: para ciclistas, sería en torno a 122 m5; para usuarios de autobús, 301 m5; y si fuera en coche, 1442 m5. Sin embargo, la cultura del coche está tan arraigada entre nosotros y es tan persistente y seductora la propaganda que hacen de él, que la mera presentación de su ineficiencia como modo de transporte no es suficiente y son precisas otras medidas tendentes a calmar la agitación y colapso que provoca en el tráfico y la vida de la ciudad. El prediagnóstico recoge algunas fórmulas para ello, aplicables principalmente al casco histórico y a ciertas zonas de la ciudad designadas a efectos de reserva medio ambiental. Creemos que estas medidas tan parcas tendrán poco influencia en la sostenibilidad global del modelo a escala de toda la ciudad, además de que los efectos provocados por propuestas concretas irán en sentido contrario al pretendido, esto es fomentarán el uso del coche. En primer lugar, debería tenderse a calmar el tráfico en toda la ciudad. El centro histórico es indudablemente una pieza de especial relevancia en la ciudad, con unos usos comerciales y turísticos que refuerzan la necesidad de adoptar este tipo de medidas; pero no en exclusiva. Los nuevos polos de atracción detectados por el prediagnóstico en la ciudad y, sobre todo, el amplio tejido residencial hacen obligado la extensión de las medidas aquí propuestas con carácter general. El documento final de esta mesa debe hacer hincapié en la conveniencia de calmar el tráfico en toda la ciudad, en su doble aspecto de reducir su número y velocidad. Ello significa jerarquizar el viario a esa escala, de forma que, salvo en determinadas vías, se reduzca la velocidad a menos de 50 km/h, con objeto de recuperar la habitabilidad urbana, reducida por la peligrosidad de las calles, facilitando que peatones y ciclistas se sientan más seguros, con lo que se estimularán estos modos por toda la ciudad y no solamente en los espacios destinados a ellos. Piénsese que el peatón hace ciudad, establece la comunicación y convivencia que caracteriza al hecho urbano. Esta moderación de la velocidad de los vehículos se consigue interviniendo físicamente en el diseño de las calzadas y las aceras y estableciendo restricciones de velocidad, aparcamiento y tránsito para los coches. En las denominadas vías de coexistencia, debería reducirse a 15 km/h. El diseño de estas medidas no tiene que obstaculizar el funcionamiento del transporte público. Se pretende, de forma genérica, suprimir los privilegios y posiciones dominantes que permanecen en favor de la movilidad motorizada en la administración del espacio urbano. Dinamarca, Alemania y Holanda, por citar ejemplos clásicos, han usado medidas de este tipo en muchas de sus ciudades desde los años setenta. En el Reino Unido, más recientemente llegado a este club, su imposición viene siendo gradual, como consecuencia de la aplicación de la Traffic Calming Act de 1992. Las ciudades de York y Exeter sirven de primeras muestras. Otro aspecto especialmente preocupante es la política de aparcamientos de rotación o mixtos, periféricos al centro histórico que están en vías de ejecución o proyectados y a los que el prediagnóstico se limita a sancionar. Incluso la ocupación de las márgenes del río, espacio con clara vocación de servir de expansión a los ciudadanos. Contrariamente a lo defendido por el Ayuntamiento, estos aparcamientos no servirán para calmar el tráfico, sino antes bien, lo agitarán. La perspectiva de aparcamiento generará atracción y por tanto es previsible la multiplicación de viajes al centro en automóvil particular aumentando la presión ejercida sobre el mismo, en detrimento de los otros modos y del mejor funcionamiento de los servicios públicos, y ampliando el impacto global de la ciudad en el medio ambiente, justamente lo opuesto a la sostenibilidad. Este ha sido justamente el punto débil de actuaciones tendentes a facilitar la regeneración y rehabilitación de la vida urbana en ciudades como San Sebastián o Gijón. Cabe señalar que el estudio de Consultrans, S. A. "Programa de aparcamientos de Sevilla", elaborado en 1997 y sobre el que parecen sustentarse las iniciativas municipales en este terreno, está guiado fundamentalmente por criterios de rentabilidad, al margen absolutamente de otras consideraciones de carácter social o medio ambiental. Con lo cual, propuestas elaboradas con un discurso economicista no pueden ser las únicas que soporten políticas de sostenibilidad. En último término, como quiera que las características de un aparcamiento para rotación son iguales que para residentes, podrían reconducirse a esta finalidad, algunos de los proyectados en la periferia del casco, siempre que sirviese para despejar el escenario urbano de coches de residentes y se evitase que los espacios liberados no sean nuevamente ocupados por no residentes. Esto es, eliminar coches de la superficie, sólo tendrá sentido y producirá los efectos buscados si se complementa con restricciones de acceso. Reconducidos a aparcamientos para residentes, posiblemente muchos de los actualmente previstos en la periferia carecerían de espectativas económicas que justificasen su construcción, con lo que si se considerase necesaria la eliminacicon de coches aparcados, habría que buscar fórmulas para su gestión. Es de esperar que se produzca un debate serio en esta mesa sobre esta cuestión, capital en cualquier política sobre el tráfico que tenga aspiraciones de sostenibilidad. Finalmente, debemos resaltar la necesidad de apurar el tiempo de vigencia de la mesa que nos queda en fijar objetivos y criterios de evaluación mediante indicadores, para orientar la futura movilidad y accesibilidad a la que el Plan General debe servir como marco. Bases para la Agenda 21 Andalucía, Junta de Andalucía, s/a. Bettini, V. Elementos de ecología urbana, Editorial Trotta, Madrid, 1998. Elsom, D. Smog Alert. Managing urban air quality, Earthscan Publications Limited, Londres, 1996. Estevan, A. y Sanz, A. (1996), Hacia la reconstrucción ecológica del transporte en España, Ediciones La Catarata, Madrid. Libro sobre el Medio Ambiente Urbano, Comisión de las Comunidades Europeas, Bruselas, 1990. Marqués, R. (1999). "Reflexiones en torno al metro y el transporte público en Sevilla" (Borrador), Mímeo. Rees, W. y Wacjernagel, W. (1993). How big is our Ecological Footprints?, University of British Columbia, Vancouver. Sanz, A. (1998). "Tráfico y medio ambiente en Sevilla: apuntes para un debate", trabajo presentado al Premio Medio Ambiente Urbano del Ayuntamiento de Sevilla. Mímeo.