¿ES TAN CRITICO EL DEBATE SOBRE LOS CTC?

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¿ES TAN CRITICO EL DEBATE SOBRE LOS CTC?
Guillermo de la Dehesa
Vicepresidente del CEPR
Centre for Economic Policy Research
Ante la radicalización y politización del debate actual sobre
la Enmienda a la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos,
reconociendo el derecho de las Compañías eléctricas a titulizar
y colocar en el mercado financiero los CTC, es decir, los "Costes
de Transición a la Competencia" ya incluidos en la Ley Eléctrica
de 1997, me veo obligado a intervenir de la manera más objetiva
y desapasionada posible, haciendo los siguientes comentarios.
1.- La producción y distribución de electricidad, como muchos
otros
"monopolios
naturales"
(el
agua,
el
gas
o
las
telecomunicaciones), son servicios públicos que, como tales, están
regulados por las Administraciones Públicas.
Tradicionalmente, los gobiernos han venido realizando planes
energéticos en los que se establecían, por un lado, los aumentos
previsibles de la demanda de energía y, entre otras, la de energía
eléctrica y, por otro, los aumentos de generación y distribución
que las compañías eléctricas tenían que acometer para satisfacer
dicha demanda y cumplir con su obligación, como servicio público,
de suministrar dicha energía eléctrica a todos los ciudadanos.
Al mismo tiempo, los gobiernos han venido determinando, por
decreto, la cuantía de las tarifas a aplicar a los distintos tipos
de consumidores de energía, intentando que dichas tarifas
permitiesen a las compañías eléctricas recuperar los costos de las
inversiones de acuerdo con su maduración temporal y obtener un
beneficio razonable.
La obtención del beneficio razonable ha derivado del hecho
que las compañías debían de dar un dividendo moderado pero estable
a sus accionistas, tanto públicos como privados en un principio
pero, ahora, después de la privatización y de la cotización de todas
las compañías en bolsa, solamente privados, que representan cientos
de miles de accionistas en bolsa que invierten en las acciones
eléctricas atraídos por las estabilidad, a largo plazo, de su
rentabilidad.
2.- El actual gobierno, con objeto de satisfacer lo establecido
por la Comisión Europea y cumplir con las directivas del Mercado
Unico, ha liberalizado el sector eléctrico con varios años de
antelación a lo previsto originalmente y a la liberalización de
otros países europeos como Francia e Italia, mediante la Ley
Eléctrica (Ley 54/1997). Con ello, ha dado un paso definitivo en
un desarrollo ya iniciado por la Ley de Ordenación del Sector
Eléctrico de 1994, que dio los primeros pasos, que estableció la
Comisión Nacional del Sistema Eléctrico como órgano regulador y
que, conviene ahora recordar, ya reconoció a la generación eléctrica
los costes de inversión, combustible y demás costes de explotación
1
de cada instalación así como la recuperación de su coste reconocido
desde el momento de su entrada en explotación.
El cambio legislativo de la nueva Ley es radical y profundo
ya que intenta pasar de un sistema de determinación de las tarifas
y de los costes recuperables por el Gobierno a otro de mercado en
el que el precio de la generación de electricidad se fija de acuerdo
con la oferta competitiva de los productores y la demanda de los
consumidores, al menos los de mayor entidad, que son los que pueden
acudir al mercado mayorista. En este mercado existe un "operador
de mercado" que organiza una subasta horaria de la energía eléctrica
que los productores están dispuestos a colocar en la que el precio
marginal, es decir, el del último productor que oferta, es el que
se toma como precio de referencia o precio del "pool de productores".
Asimismo, se reducen las barreras de entrada en el sector
eléctrico, eliminando la exclusividad en la producción y
distribución de electricidad y permitiendo que entren libremente
otros competidores, con nuevas plantas de producción más eficientes
y con menores costes de producción, sin necesidad de autorización
administrativa.
Ante tal modificación del "statu quo eléctrico", la Ley
Eléctrica de 1997 introduce, en su disposición transitoria sexta,
el reconocimiento de la existencia de unos costes de transición
a un régimen de mercado más competitivo, los llamados CTC, como
compensación de los costes incurridos, en el pasado, por la
construcción de centrales que garantizaban el suministro de acuerdo
con las disposiciones legislativas de cada momento que establecía
el Gobierno.
Es decir, ya que en el nuevo sistema de mercado, las empresas
eléctricas no podrán cubrir sus costes medios sino que los precios
se establecerán en competencia sobre los costes marginales, las
empresas eléctricas no podrán recuperar los costes fijos incurridos
años atrás por la construcción de dichas centrales más antiguas.
Para ello la Ley Eléctrica de 1997 establece el derecho de
las compañías eléctricas a recuperar un límite máximo de 1,7
billones de pesetas a lo largo de un período de 10 años con cargo
a la tarifa.
Mientras tanto, el Gobierno firmó un Protocolo Eléctrico con
las Compañías en las que estas se obligaban a reducir las tarifas
a lo largo de cinco años. Un 3% el primer año, un 2% el segundo
y un 1% los tres siguientes. Posteriormente, la reducción del
segundo año, es decir la de 1998, se aumentó a un 3,65% para recoger,
con exceso, la mayor bajada de tipos de interés de la prevista,
ya que el impacto de los tipos de interés sobre la deuda era bastante
menor que la pérdida resultante de ingresos por la mayor reducción
de la tarifa.
3.- Hasta aquí todo parece haber sido correcto. La Ley Eléctrica
fue aprobada y la Comisión del Sector Eléctrico dio su visto bueno
tanto al concepto de los CTC como a su cuantía. Era un paso importante
1
hacia la máxima liberalización posible en un sistema eléctrico y
fue también acogida, muy favorablemente, por la Comisión Europea
y por su Comisario de la Competencia.
Con esto quiero decir que el debate no se debe de centrar en
la existencia de los CTC ni de su cuantía como compensación a las
empresas
eléctricas
reconocido
mediante
Ley
y
aceptado
mayoritariamente respetando unos derechos adquiridos que ahora se
modificaban sustancialmente.
4.- El debate, por tanto, debe centrarse, exclusivamente, en el
Acuerdo de septiembre de 1998 que, posteriormente, han firmado las
empresas eléctricas con el Ministerio de industria y Energía, que
permite a dichas empresas adelantar el pago de las CTC mediante
su titulización, es decir, su venta, como derechos reconocidos,
en el mercado financiero. Esto ha sido aceptado por el Gobierno
a cambio de: reducir su cuantía total en 250.000 millones; reducir
la cantidad a titulizar a 1 billón, minorando su peso en la tarifa
al 4,5% anual, pero a cambio de repercutirla a lo largo de quince
años en lugar de diez; aumentar el número de consumidores
cualificado que pueden acceder al "pool de producción" o mercado
de subasta mayorista (con lo que se alcanzarán el número de 8.000
en 1999, lo que representa el 50% del total del consumo) mediante
la reducción del consumo necesario para acceder al pool y
reduciéndoles, gradualmente, el concepto de garantía de potencia
en un 75% y las tarifas de peaje por la utilización de las redes
en un 25%. Además, las compañías se comprometen a reducir, en 1999,
la tarifa en un 2,5% en lugar del 1% que estaba previsto en el
Protocolo Eléctrico.
5.- ¿Supone este Acuerdo un cambio tan radical sobre lo ya aprobado
y aceptado en la Ley Eléctrica de 1997 como para generar ahora un
debate tan crudo y tan politizado? Yo, personalmente, creo que no.
El argumento fundamental del actual debate es que la cuantía
de los CTC, establecida en la Ley, era máxima y que, de acuerdo
con la evolución de la demanda futura y de los tipos de interés,
podría ser mucho menor, mientras que con la titulización se adelanta
ya buena parte del pago de dichos CTC.
Ahora bien, cuando la Ley Eléctrica utiliza el término de
cuantía máxima se refiere a que, por un lado, si el coste medio
de generación del "pool de producción" superase las 6 pesetas, el
exceso se reduciría del montante de los CTC y, por otro, a que los
tipos de interés pueden seguir bajando y dicho montante puede
reducirse más así como las tarifas del resto de los consumidores.
Sin embargo, el Acuerdo garantiza ambas cosas. En primer lugar,
se hace una rebaja extra en los CTC de 250.000 millones no prevista
en la Ley, con lo que esta rebaja cubrirla ya una caída de los tipos
de interés, desde el 3% actual hasta el 2,4%, aproximadamente a
lo largo de los 15 años. En segundo lugar, el Gobierno sigue teniendo
en su mano seguir reduciendo las tarifas a partir del tercer año
(ya que las reducciones ya están pactadas para los tres primeros)
para acomodarlas a una mayor caída de tipos y, en tercer lugar,
1
se establece que, como ya se ha titulizado el billón el primer año,
si para el año 2.007 o anteriormente, el importe total a recuperar
ha superado ya los 1,3 billones (el billón titulizado más los 300.000
descontando, naturalmente, de dichos 300.000 millones los 120.000
millones, aproximadamente, que se cobrarán con cargo a la aplicación
de la Ley en 1998), el exceso se tendrá que aplicar a reducir, en
el mismo importe, las tarifas.
En definitiva, no creo que este Acuerdo vulnere el espíritu
lo ya legislado y aceptado con la Ley Eléctrica, sino que va más
allá permitiendo que las empresas grandes y medianas-grandes
consumidoras reduzcan fuertemente sus costes y aumenten su
competitivdad y el resto de los consumidores tenga asegurada una
bajada de tarifas superior a la prevista en la Ley en los próximos
tres años. Creo, honestamente, que el debate,aunque necesario, ha
ido mas allá de lo razonable. Ha sido muy importante para que la
opinión pública se sensibilice sobre un asunto tan complejo y
difícil como la fijación de las tarifas eléctricas y aumente su
información y comprensión del mismo, pero esta careciendo del rigor
que se merece.
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