valerie de la dehesa 13 Sep 2016 17:59 1/3 ¿ES SOSTENIBLE EL DÉFICIT EXTERNO AMERICANO? Guillermo de la Dehesa, Presidente del CEPR, Centre for Economic Policy Research, Londres La economía mundial se encuentra en una situación aparentemente paradójica. Estados Unidos es no sólo la primera potencia, económica, política y militar del mundo sino también el primer deudor mundial ya que, en estos momentos, tiene un desfase anual entre su ahorro y su inversión interno de 660.000 millones de dólares, lo que se refleja automáticamente en un déficit igual por cuenta corriente de su balanza de pagos, que ya representa más del 6 por ciento de su PIB y del 2 por ciento del PIB mundial. Para financiar tal descomunal déficit externo tiene que absorber casi el 80 por ciento de todo el ahorro del resto del mundo que no se ha invertido en el resto de los países que lo componen, entre los que destacan Japón, China, Alemania, Corea, Rusia y los países exportadores de petróleo de Oriente Medio, que tienen, en contrapartida y por definición, un superávit de ahorro y por cuenta corriente en su balanzas de pagos, con el que están financiado el déficit de EEUU. Ahora bien, la otra cara de la moneda es que, a cambio de acumular tan elevada deuda con el resto del mundo y absorber tan elevado porcentaje de su exceso de ahorro, EEUU ha sido la economía que más ha permitido que el resto del mundo crezca. En los últimos diez años, EEUU ha aportado cerca del 55 por ciento del crecimiento mundial, a pesar de que el peso de su PIB en el total mundial es del 34 por ciento, mientras que, por ejemplo, el Área Euro ha aportado sólo el 10 por ciento de dicho crecimiento a pesar de que el peso de su PIB en el total mundial es del 22 por ciento y Japón ha deducido un 10 por ciento al crecimiento mundial cuando su PIB pesa el 13 por ciento del total, mientras que China ha contribuido a otro 10 por ciento del crecimiento mundial cuando su PIB representa sólo el 4 por ciento del PIB mundial, todos ellos medidos en dólares corrientes. EEUU ha aumentado su demanda interna de consumo e inversión a un ritmo del 3,7 por ciento anual, más del doble que el promedio de los países de la OCDE y más rápido que el promedio mundial, lo que ha permitido que una parte importante de dicha demanda se haya convertido en unas cantidades crecientes de importaciones del resto del mundo o lo que es lo mismo, de exportaciones del resto del mundo a EEUU. Este país ha aumentado sus importaciones en porcentaje del PIB en cinco puntos porcentuales, del 10 por ciento al 15 por ciento, en sólo diez años, y así, no sólo ha impedido un menor crecimiento o una recesión mundial, sino que ha permitido que la Unión Europea, Japón, China e India y otros países hayan podido crecer a mayor ritmo que de no haber “tirado de ellos” la pujante demanda interna americana. Es decir, EEUU hizo lo que tenía que hacer, al estallar la burbuja financiera en 2001, que fue aumentar su déficit presupuestario y bajar los tipos de interés para evitar una recesión interna y de paso evitar una probable recesión mundo. Durante muchos años, desde 1995 a 2001, dicho déficit externo americano ha sido financiado en su mayor parte por el ahorro privado del resto del mundo, a través de inversiones privadas directas y de cartera en empresas americanas y en la compra de bonos y otros instrumentos de deuda privados y públicos americanos. Hoy, sin embargo, el sector privado americano está invirtiendo más en el resto del mundo, entre otras cosas para diversificar sus tenencias de dólares, que el sector privado del resto del mundo en EEUU, luego las entradas netas de capital privado son negativas. Son los Bancos Centrales del resto del mundo, especialmente los de los países asiáticos, Japón, China, Hong Kong, Corea y Taiwán valerie de la dehesa 13 Sep 2016 17:59 2/3 fundamentalmente, los de los países europeos y los de los países exportadores de petróleo del Oriente Medio, por este orden, los que financian cerca del 70 por ciento del déficit externo de EEUU y de paso casi todo el fuerte deterioro del presupuesto americano desde 2001. Además, estos Bancos Centrales están dando una financiación barata a EEUU, ya que algunos de ellos, especialmente los de los países asiáticos, están acumulando enormes reservas (cerca de 1,8 billones europeos de dólares) como resultado de sus políticas de mantener la paridad de sus monedas con un dólar que se deprecia, comprando dólares y vendiendo su propia moneda, con lo que siguen vendiendo productos y servicios a EEUU a precios competitivos, es decir también baratos, con lo que evitan que la depreciación del dólar este aumentando la inflación americana en lo que debería, derivada de los elevados precios del petróleo. La pregunta que se hacen todos los economistas es doble. La primera es ¿Por cuánto tiempo va a durar esta financiación? La segunda es ¿Como va a restablecer EEUU sus desequilibrios sin provocar un menor crecimiento mundial? La mayor parte de los economistas más expertos, como Rogoff, Obstfeld, Roubini y Krugman entre otros, opinan que los déficit gemelos de EEUU son insostenibles y que tienen necesariamente que reducirse en los próximos años y que la cuestión fundamental es evitar que su financiación por parte los bancos centrales caiga rápidamente y provoque un desplome del dólar que sería muy grave para el crecimiento del Área Euro, de Japón y de muchos países emergentes, ya que las necesidades de financiación de EEUU están aumentando más rápidamente que la propensión de los bancos centrales a acumular reservas en dólares y financiar el “despilfarro” americano que ha llegado a producir un déficit del 3,6 por ciento del PIB en el presupuesto y una caída del ahorro de las familias desde el 7 por ciento al 1 por ciento de su renta disponible. Algunos economistas, por el contrario, como Dooley, Folkkerts-Landau y Garber estiman que vivimos en un nuevo sistema de Bretton Woods que es estable y que va a durar cierto tiempo. El antiguo sistema de Bretton Woods estaba basado en que Europa y Japón fijaban sus monedas al dólar y mantenían su financiación a EEUU ya que este les devolvía todo lo que invertían en dólares en la compra de sus bienes y servicios, con lo que alcanzaba un equilibrio estable que duró muchos años. El nuevo sistema de Bretton Woods es parecido al anterior, pero siendo esta vez Japón, China y el resto de los países asiáticos los que ocupan el lugar de Europa y Japón. Para estos países asiáticos, los beneficios de mantener sus monedas pegadas al dólar exceden de los costes de acumular sus reservas en dólares. Países en desarrollo como China y otros pueden seguir vendiendo en EEUU y aumentando sus exportaciones, creando empleo y absorbiendo su vasto exceso de mano de obra agrícola de baja cualificación mientras van creando su propia industria moderna exportadora urbana de cara poder absorberla en su totalidad en el futuro. Este proceso podría continuar durante bastantes años. Mientras, EEUU sale beneficiado ya que puede continuar con su elevado crecimiento, basado en su demanda interna, con una inflación moderada y mantener sus abultados déficit durante varios años hasta que pueda reducirlos lentamente. Sin embargo, si las necesidades de financiación de EEUU continúan creciendo, como va necesariamente a ocurrir en 2005 y probablemente en 2006, dependiendo de la tasa de depreciación del dólar, es difícil pensar que los bancos centrales asiáticos sigan acumulando dólares para continuar cubriendo cerca de 500.000 millones de dólares al año del déficit externo americano, cuando ya tienen tan enormes existencias de dólares acumuladas en los últimos años en las que están perdiendo rentabilidad. Dicha pérdida no sólo proviene de la pérdida de valor del dólar que continúa depreciándose, sino también de que, para esterilizar sus intervenciones, que crean mayor masa monetaria en su moneda nacional y evitar una mayor inflación, tienen que emitir bonos con tipos de interés más elevados que el que obtienen de sus colocaciones en dólares. valerie de la dehesa 13 Sep 2016 17:59 3/3 El problema potencial y peligroso es que si hay un banco central que, por cualquier razón, decide comprar menos dólares o vender parte de los que tiene, el resto puede entrar en una carrera de ventas, para evitar mayores pérdidas ante la probabilidad de una creciente depreciación del dólar, que puede resultar un venta masiva de dólares y compra de euros y otras monedas, con lo que todo el mundo sale perdiendo, ya que los diferenciales de la deuda de los países emergentes y de muchas empresas volvería a niveles estratosféricos, la apreciación del euro y del yen restarían todavía más del pobre crecimiento del Área Euro y de Japón y los precios de las materia primas, de las viviendas y de las acciones de muchas empresas podrían desmoronarse y el mundo podría entrar en recesión. Naturalmente, esta situación sólo se mantendría hasta que la caída del dólar fuera tan fuerte que empezasen de nuevo a comprar dólares, tanto los bancos centrales como los inversores privados, ante el menor precio y mayor rentabilidad de los bonos americanos e incluso ante las expectativas de un repunte del dólar. Por todo ello es necesario buscar una solución menos traumática. La gran diferencia entre el supuesto actual sistema Bretton Woods y el que terminó en 1971, es que en el anterior, EEUU no financió la Guerra Fría endeudándose en el resto del mundo, ni aumentando en tal proporción sus déficit fiscal y externo, sino que mantuvo un superávit por cuenta corriente a lo largo de los años 50 y 60. Además, su relación con Europa y Japón era mucho más estrecha que lo es ahora con China y otros países asiáticos. Ahora, los países que están financiando el déficit americano tienen un cierto deber moral de seguir evitando un fuerte caída del dólar o del crecimiento de EEUU, tras el esfuerzo americano para suavizar los efectos de la explosión de la burbuja financiera, pero no tanto para financiar una guerra mundial contra el terrorismo o la intervención militar en otros países acusados de financiar o albergar el terrorismo, especialmente cuando su financiación recae exclusivamente en los bancos centrales de una serie de países. Una solución a este problema de desequilibrio tan acentuado en un solo país, que no sea traumática, tiene que venir de la conjunción de varios factores. En primer lugar de que EEUU reduzca gradualmente su déficit fiscal, reduciendo el gasto público y aumentando su recaudación y en que las familias americanas reduzcan gradualmente su consumo y aumenten su ahorro a través de estímulos fiscales. En segundo lugar, en que el crecimiento de la productividad de EEUU continúe con su fuerte tasa de crecimiento actual. En tercer lugar, en que Japón y el Área Euro aumenten su exigua demanda interna, a lo que puede contribuir a medio plazo la apreciación del euro y del yen, ya que han estado creciendo fundamentalmente a través del mayor aumento de sus exportaciones sobre sus importaciones, aprovechando el crecimiento de la demanda interna de EEUU y de otros países del mundo. Y en cuarto lugar en que la depreciación del dólar haga el resto. No hace falta que el déficit externo americano desaparezca, bastaría con que cayera desde el 6 por ciento actual, al 3 por ciento, para que estuviese en un nivel perfectamente sostenible a medio y largo plazo dada la enorme apertura de los mercados internacionales de capital y la elevada liquidez existente buscando diversificar su riesgo de cambio. Ahora bien, es necesario que el peso del ajuste no caiga exclusivamente en algunos países o bancos centrales sino que se reparta de la forma más equitativa posible para que incentive una colaboración estrecha entre todos los países y se pueda salir ordenadamente del actual equilibrio inestable en el que nos encontramos que puede terminar en una pérdida para todos.