gdeladehesa 13 Sep 2016 17:59 1/1 ALGUNOS DE LOS RETOS EMPRESARIALES EN UN MUNDO GLOBALIZADO Guillermo de la Dehesa, Presidente del Consejo Rector del Instituto de Empresa Por definición, las empresas que optan por aprovechar las ventajas de la globalización, es decir, de la apertura creciente de los países del mundo al comercio internacional, a la inversión internacional y a la transferencia de tecnología o lo que es lo mismo de su apertura a recibir bienes, servicios, capital y tecnología de otros países, tienen que ser cada vez más grandes para poder estar presentes en la mayor parte de dichos países. Este aspecto plantea un primer reto y es el creciente tamaño de las multinacionales frente al decreciente tamaño de los países, ya que, gracias a la globalización, los países más pequeños pueden subsistir siempre que tengan capacidad de exportar al resto del mundo y de atraer inversión y tecnología de otros países. La experiencia demuestra que a pesar de las crecientes diferencias de tamaño entre unas y otros, los países siguen teniendo más poder que las multinacionales, entre otras razones porque también se van integrando en procesos de integración regionales con lo que aumentan su capacidad de decisión soberana. Paradójicamente, las multinacionales se benefician de estar en mercados cada vez más grandes pero al mismo tiempo tienen que hacer frente a una creciente competencia. Debido a esta mayor competencia las multinacionales tienen que conseguir menores costes de producción y para ello tienden no sólo a des-localizar parte de sus procesos de producción sino también a externalizar parte de sus servicios a otros países, básicamente menos desarrollados, donde los costes son menores y la productividad y la calidad similar o incluso superior. Este fenómeno de la des-localización de parte de la producción de bienes y servicios permite a dichas empresas mejorar sus costes y su competitividad y, al mismo tiempo, beneficiar a los países en desarrollo que logran aumentar su empleo, sus niveles salarios, su formación y sus niveles de tecnología, evitando así sus flujos de emigración y de fuga de cerebros. El tercer reto de las multinacionales es que, por un lado, deben de estar crecientemente sometidas a órganos de defensa de la competencia de carácter supranacional para evitar que tomen posiciones dominantes sobre el mercado que afecten a los precios que pagan sus clientes y por otro deben de tener una cada vez más creciente “responsabilidad social corporativa” respecto a sus suministradores, sus clientes, sus empleados y la sociedad en su conjunto, allí donde están ubicadas. Existe una percepción creciente de esta necesidad y una presión cada vez mayor, por parte de los inversores en dichas empresas y de las ONG para que así sea.