Masturbación Masturbación mutua en una ilustración de Martin van Maële en La Grande Danse macabre des vifs (1905). La masturbación, tanto femenina como masculina, es la estimulación de los órganos genitales con el objeto de obtener placer sexual, pudiendo llegar o no al orgasmo. El verbo "masturbar" hace referencia a la práctica de la masturbación. La masturbación puede realizarse por uno mismo en solitario o como estimulación realizada sobre los genitales de otra persona con los mismos fines placenteros (como ocurre en la masturbación mutua). La masturbación suele efectuarse con las manos o mediante el frotamiento de los genitales contra algún objeto adecuado, como los llamados "juguetes sexuales" para obtener este tipo de excitación. Se atribuye a Sigmund Freud el descubrimiento de que la masturbación es algo común en la infancia. Curiosamente, el padre del psicoanálisis sostuvo hasta una edad avanzada que la masturbación adulta era la causa de una de las formas de neurosis conocidas por aquel entonces bajo el nombre de neurastenia, equivalente en la actualidad a la llamada fibromialgia o fatiga crónica. Sin embargo, debemos más al conocimiento de la sexualidad humana en la actualidad a un coetáneo suyo: Havelock Ellis. Este autor no sólo señaló que la masturbación era común en los hombres, sino que también se trataba de una práctica habitual en las mujeres de todas las edades.[1] Origen del término Se han empleado diferentes términos a la hora de denominar a esta actividad sexual: masturbación, onanismo, autoerotismo, ipsación... En todo caso, el origen del vocablo masturbación es incierto. La primera referencia conocida viene de Marcial, un poeta satírico hispanorromano del siglo I de la era cristiana. La voz podría derivar de una palabra compuesta por raíces latinas: "manus", "mano" y turba, "alteración", "perturbación", "excitación". Con lo que masturbación significaría "excitar el pene". También podría proceder exclusivamente del latín: manus stuprare (violar con la mano) o manus turbare (excitar con la mano). En todo caso, suele preferirse manus stuprare, porque históricamente se ha considerado "sucio" masturbarse. Aunque Manus turbare resulta más ecléctico e indica en qué consiste el acto, y no prejuzga ni el sexo de quien lo practica, ni si la actividad a la que se refiere es buena o mala. Onanismo A pesar de utilizarse como sinónimos, onanismo no significa lo mismo que masturbación. Es una palabra que se refiere al coito interrumpido, actividad sexual que habría practicado el personaje bíblico Onán con la viuda de su hermano. El patriarca Judá tuvo tres hijos: Er, Onán y Selá. A su debido tiempo, casó al malvado Er con una cananea llamada Tamar, pero el dios Yahveh, avisado de la maldad de Er, lo hizo morir. Entonces Judá le pidió a Onán que se casara con su cuñada y procurara descendencia a su hermano muerto —un favor que después Moisés haría obligatorio con la Ley del levirato—. No obstante, Onán sabía que aquella descendencia nunca sería suya, y por ellos «trillaba dentro pero sembraba fuera»: es decir, aunque tenía relaciones sexuales con Tamar a menudo, practicaba el coitus interruptus (literalmente 'coito interrumpido') eyaculando fuera de la vagina de su cuñada. De esta manera evitaba tener que mantener hijos que no llevarían su propio apellido. De ese modo, impedía que la herencia de su padre se repartiera. Por este pecado Dios hizo que la Tierra se lo tragara. Para lograr una descendencia propia, Tamar hizo que el patriarca Judá tuviera relaciones sexuales con ella disfrazándose de prostituta sagrada (llamadas q'desháh en contraposición a las prostitutas laicas Con el paso de los años el significado ha ido variando y hoy en día es sinónimo de masturbación. Otro eufemismo inapropiado de "masturbación" generado por esta historia es "mal de Onán" (que como hemos visto, se trató de coitus interruptus y no de masturbación). Técnicas Hombres Masturbación masculina por Édouard-Henri Avril, 1843 Existen variantes en la masturbación. La mayoría de los hombres se masturban agarrando el pene con la mano, moviéndola de arriba hacia abajo o de atrás hacia adelante, según la postura del individuo. Otros, no utilizan toda la mano sino que agarran la zona del frenillo entre los dedos índice y medio, y el pulgar por el otro lado. Otra técnica es emplear las dos manos en el pene. otros sólo frotan su pene con una mano y con la otra se estimulan los testículos o pezones, entre otras partes del cuerpo. Los hombres no circuncidados, no suelen necesitar el uso de lubricantes, porque el prepucio ya mitiga los efectos del roce directo por sí solo. Aunque los hay que los emplean para añadir sensaciones a su actividad. El uso de lubricantes es más frecuente entre los hombres que tienen su pene circuncidado, con el fin de facilitar el deslizamiento de la mano sobre el glande. Existen artilugios mecánicos y eléctricos para que los hombres se masturben: muñecas inflables, vaginas artificiales, bombas de vacío, etc. También pueden utilizar vibradores, concentrando su actividad sobre el frenillo. Masturbación, de Gustav Klimt, 1913 Mujeres La mayoría de las mujeres se masturba estimulando la zona del clítoris. Una cuarta parte de ellas suelen añadir también el estímulo vaginal introduciéndose sus dedos para incrementar la sensación placentera. Pero el estímulo exclusivo de la vagina para masturbarse es un procedimiento minoritario, a pesar de lo que muestran las películas pornográficas. Las mujeres suelen utilizar los dedos para masturbarse; estimulando el clítoris indirectamente al frotarlo a través del prepucio del clítoris, o menos frecuentemente estimulando directamente el glande del clítoris. Suelen lubricarse los dedos (sobre todo si estimulan directamente el glande del clítoris) bien introduciéndolos de vez en cuando en la vagina para extender su humedad al clítoris, o bien, mojándolos con su propia saliva. La gran mayoría de las mujeres se masturban acostadas (o en el baño) y con las piernas abiertas, un 10% lo hace boca abajo y las piernas más juntas o muy juntas. La mitad de estas últimas no emplean los dedos para masturbarse, sino que se frotan contra una almohada, el rebujo de las sábanas o montando algún peluche. El 3% de las mujeres se masturba en cualquier postura simplemente contrayendo los muslos. Otro 2% lo hace empleando el chorro de agua de la ducha o la bañera. Y existe un 2% más que lo hace sin manos, estimulándose sólo con fantasías. A pesar de las numerosas técnicas existentes para masturbarse, la mayoría de las mujeres (71%) suelen serle fiel a una de ellas durante toda su vida. El uso de dildos, vibradores y otros juguetes eróticos parece estar extendiéndose entre la población femenina. No resulta fácil saber cuántas los emplean. Pero las diferentes encuestas demuestran que entre una de cada cuatro y dos de cada tres mujeres, según los países, utilizan estos artilugios.[1] Extensión de la masturbación Prácticamente toda la población sana se masturba desde edades tempranas hasta el final de su vida, si su salud se lo permite. Se han visto con ecografías a fetos de ambos sexos masturbándose en el seno materno.[2] El análisis de las estadísticas arrojan como cifra probable de hombres que se masturban la del 92% ó 94%. Para las mujeres, los datos son más inseguros por la conocida inhibición femenina a la hora de reconocer esta práctica. Pero del estudio de las diferentes cifras manejadas por los investigadores, se sabe que se masturban entre el 85% y el 93% de las mujeres, en conjunto. Si el análisis se centra sólo en las mujeres orgásmicas (y lo es el 90% de la población femenina), se encuentra que se masturban entre el 91% y el 99% de ellas, prácticamente todas.[1] La masturbación a lo largo de la historia Sátiro masturbándose. Crátera griega del siglo VI a. C. La medicina moderna reconoce que la masturbación no produce daños significativos a corto o largo plazo, y la considera una práctica normal, incluso antiestresante.[3] Johann Nepomuk Geiger, témpera, 1840. A lo largo de la historia, sin embargo, siempre hubo voces que afirmaron que la masturbación era un acto inmoral. La base de tal criterio residiría según esas voces en que la masturbación impediría que la especie humana se mantuviera viva sobre el planeta por la emisión improductiva de semen en el caso de la masculina. Y en el caso de la masturbación femenina se afirmaba que si las mujeres se masturbaban podrían alejarse de los hombres por preferir autocomplacerse. No fue hasta el siglo XVIII que al supuesto "daño moral" que ocasionaría la masturbación se añadió el "daño físico": comenzó a decirse que la masturbación, además de condenar las almas, ocasionaba un sinnúmero de enfermedades. Se idearon muchos métodos para descubrir a los niños y niñas masturbadores,[cita requerida] y se crearon numerosos remedios contra la masturbación. Algunos de ellos incluían: circuncisión sin anestesia, guantes ásperos, aparatos especiales que impedían acceder a los genitales, descargas eléctricas, tratar los genitales con ortigas, o extirparlos quirúrgicamente.[cita requerida] En décadas posteriores, el terrorismo psicológico reemplazó a las otras medidas. Por ejemplo, se decía a los niños que si se masturbaban les crecerían pelos en las manos, la cara se le volvería verde, se les secaría el pene o el clítoris, se volverían locos, les saldrían granos en la cara... En los EE. UU. y otros países angloparlantes, se comenzó a practicar de forma rutinaria la circuncisión neonatal debido a un supuesto efecto preventivo contra la masturbación y la clitoridectomía a las chicas que eran descubiertas haciéndolo. Esta última se abandonó bien entrados los años treinta, pero la circuncisión neonatal de los varones se sigue practicando.[cita requerida] Afirmaciones populares acerca de la masturbación Según explica el psiquiatra y antropólogo español Jesús Ramos Brieva en su obra Un encuentro con el placer. La masturbación femenina (Espasa-Calpe, 2002), existen diversos prejuicios en la cultura popular en relación con la masturbación:[1] Los hombres se masturban más Suele afirmarse que los hombres se masturban con una frecuencia semanal que es el doble de veces la de las mujeres. Pero existen investigaciones que demuestran que los hombres mienten sistemáticamente en las encuestas sexuales exagerando la frecuencia con la que acuden al autoerotismo, mientras que las mujeres mienten en sentido contrario, minimizando la frecuencia (es típica la respuesta femenina de hacerlo una vez al mes). Si corregimos las afirmaciones de unos y otros, como han realizado algunas investigaciones serias, los datos tienden a converger: así, hombres y mujeres se masturban con una frecuencia similar.[1] Los hombres comienzan a masturbarse antes que las mujeres Según los estudios recopilados por Ramos Brieva, tampoco es cierto que los hombres se inicien en la masturbación antes que las mujeres por tener un órgano sexual tan "evidente" y que tienen que tocarse a diario por razones fisiológicas e higiénicas. Está demostrado que hay más mujeres que hombres que se inician en la masturbación antes de los 10 años de edad. Lo hacen así entre el 20% y el 42% de las mujeres, al menos, y entre el 3% y el 13% de los hombres. También hay un 42% a 52% de mujeres que comienzan a hacerlo, como los hombres, durante la adolescencia. Por eso, las mujeres aprenden a masturbarse espontáneamente con mayor frecuencia que los hombres (lo hacen siendo más niñas y sin haber hablado con nadie del tema), quienes suelen iniciarse más tarde, tras hablar con sus compañeros o leer sobre el tema (mujeres: entre el 57% y el 62%; hombres: 28%)[1] Las personas dejan de masturbarse cuando inician relaciones sexuales Según los estudios citados en la obra, los hombres y las mujeres continúan masturbándose después de establecer relaciones de pareja. Incluso aunque tales relaciones sean satisfactorias, el 75% de los varones y el 75% al 91% de las señoras emparejados continúan haciéndolo.[1] Se ha observado que mientras la frecuencia con la que los hombres emparejados acuden a la masturbación disminuye desde el momento que comienzan a tener relaciones sexuales y sigue descendiendo con el paso del tiempo, en las mujeres la frecuencia se mantiene igual o aumenta en la mayoría de los casos, sobre todo entre las que son más jóvenes. Esta idea contradice, igualmente, al tópico. Quienes se masturban se aislan socialmente El psiquiatra Jesús Ramos niega este supuesto, concluyendo que la masturbación no produce aislamiento, habiéndose comprobado que la mayoría de los seres humanos se masturban y tienen relaciones sexuales con normalidad.[1] Otras fuentes explican que en las personas aisladas que no saben relacionarse con los demás se desarrolla la masturbación como forma de satisfacción sexual al no tener la oportunidad de desarrollar la actividad sexual que apetece compartir con otras personas, al no ser capaces de relacionarse con esas personas