EL CUERPO Por DANIEL CABARCOS Es bajo la influencia gnóstica que entra en el cristianismo la idea de antítesis entre materia y espíritu, idea ajena a la Biblia. Los gnósticos predicaban el odio a la materia, el desprecio al cuerpo. Textos como 1 Timoteo 2:5 son anti-gnósticos porque ellos predicaban que Jesús era un espíritu o un fantasma. Es así como los gnósticos y sus influencias platónicas crearon una dicotomía absoluta entre cuerpo y alma, concepto como digo ajeno a la Biblia y también al judaísmo, los cuales, tanto Biblia como judaísmo, nunca entendieron un hombre dicótomo sino unitario, dándole un gran valor (dignidad) al cuerpo, dignidad por otra parte que Dios mismo le otorga en Su Palabra (Gn.1:27; 2:7). Dios crea primero la parte material del hombre. En la antropología bíblica, el cuerpo es visto como el mejor equipamiento de Dios a sus criaturas para interactuar con su entorno y como receptáculo de la parte inmaterial. En la antropología bíblica, el hombre alcanza con su cuerpo y solo con él, su pleno desarrollo, al contrario del platonismo y el gnosticismo que mantenían que el cuerpo era un obstáculo. El substantivo SOMA tiene en la Biblia varios significados dados por el contexto. En la Biblia es el hombre SARX el que no tiene porvenir pero sí el hombre SOMA. El hombre SOMA caído puede anexionarse al Cuerpo de Cristo, a la Iglesia y vencer así su finitud. Cristo, en su realidad glorificada se presenta como corpórea (Jn.20:17), “no me toques, no me retengas”. Sin embargo en Jn.20:27 no da la sensación que entre ambos sucesos Cristo hubiese ascendido al Padre… Estos textos pueden ser discutibles lo que ya es menos discutible es la realidad corpórea del Jesús transfigurado (Mt.17:2 y Ap.1:12-17). Juan presenta a un Jesús con realidad corpórea: “…puso su diestra sobre mí…”. El apóstol Pablo en su antropología insiste una y otra vez en el carácter corpóreo de su concepto de salvación (1 Co.15). Es el centro de esta enseñanza paulina. Para Pablo, la negación de la resurrección corporal atenta contra los fundamentos mismos de la fe evangélica (1 Co.15:12-22). La completa salvación es corpórea (1 Co.15:35, 42-48). Pablo habla aquí de cuerpos espirituales y de transformación (1 Co.15:51). Hay aquí una continuidad y al mismo tiempo una ruptura entre el hombre de la tierra y el del Cielo. El hombre es el mismo con sus recuerdos, sus experiencias, pero al mismo tiempo sufre una profunda transformación al ser cambiado su cuerpo de carne por uno espiritual, para adaptarlo así a la nueva existencia. Esta transformación afectará a su parte psico-espiritual al perder el lastre de la carne, el enemigo del espíritu y que combate contra él (GALOTTOS). La tésis de Pablo es clara: como Cristo resucitó también así resucitarán los muertos. Es tal la importancia de la realidad corpórea que la enseñanza del Nuevo Testamento acerca del estado intermedio es vista como una “dormición” (1 Co.15:18 y 51), en mi criterio, una desactivación física y no psíquica-espiritual, al igual que cuando dormimos (sueño REM). Pero este estado es visto por el Nuevo testamento como incompleto, de limitación. Al morir, el creyente pasa a la presencia del Señor, su conciencia y personalidad están activos, no su cuerpo. Esta experiencia es definida por Pablo como ‘desnudez’ al hallarse uno privado del cuerpo (2 Co.5:1-4). Este estado es mucho mejor que el que ahora teneos, de mayor comunión y cercanía a Dios, pero incompleto, incluso podríamos decir de cierta tensión existencial (Ap.6:9-11). Oscar Cullman dice que en la espera del día de Jahvé, los muertos se hallan todavía en el tiempo, la falta de plenitud se ve recordada por su clamor al igual que en Romanos 8: nosotros y la creación gemimos, estamos estrechos aquí, en este mundo. Solo la resurrección y la restauración de la unidad del hombre nos dará plenitud total.