ESTUDIO SOBRE LA PRIMERA EPÍSTOLA DE SAN PEDRO Por DANIEL CABARCOS 4ª PARTE: VERSÍCULOS 17 AL 19 1 Pedro 1:17.“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;” Sigue Pedro con su discurso de exhortación a adecuar nuestro comportamiento al Modelo, pero ahora cambia el argumento y adquiere un tono de responsabilidad ante la expectativa de juicio de la obra personal, puesto que nuestro Padre y Modelo, también es el Juez justo del mundo. Dice Pedro si INVOCÁIS = EPIKALEÔ, palabra que significa “llamar para sí” o invocar de EPI = sobre y el verbo KALEO = llamar; este verbo procede de una raíz que significa clamar; aquí se usa para invocar, llamar a favor de uno mismo o para uno mismo. En el NT, sobre todo Pablo, entiende la vocación, el llamado, “KALEO”, como un proceso por el cual Dios llama a aquellos que ha elegido de antemano como veíamos en el vers.2; llama a separarse, a salir del esquema del mundo para santificarlos y justificarlos (Ro.8:29-30) y ponerlos a su servicio como miembros de su casa y también como administradores de ella. Esta nueva posición adquirida, da el derecho de llamar, de invocar a Dios como Padre (Efe.2:18-19; Ro.8:15-17), puesto que Él es el pater-familia. El uso de este verbo en Pedro es muy parecido al que hace Pablo. Pedro señala, como hemos visto en 1:15, que el que llama es Dios y que al hacerlo tiene un propósito para los llamados (1Pe.2:21 y 3:9). Los llamados hemos de dar testimonio del que nos llamó y nos llevó de las tinieblas a la luz (2:9). Resumiendo: el llamamiento de Dios genera derechos pero también deberes; abre una “relación abierta” con el Padre, se le puede llamar “invocar en auxilio”, pero también hemos de cumplir las tareas para las que fuimos llamados. Por lo tanto lo invocamos como auxiliador, defensor de nuestra causa (Sl.89:26; Jer.3:19) y Este al que pedimos auxilio se caracteriza por un juicio justo, por no hacer acepción de personas; esta expresión APROSÔPOLEMPTÔS, es una palabra compuesta de PROSOPON = rostro y el verbo LAMBANO = tomar o asirse. Se usa aquí con un privativo y denota “juicio imparcial”, no mostrar favoritismo. Dios no se deja impresionar por la apariencia y el boato humanos; es en base a esta equidad en sus juicios de la obra personal de cada uno que debemos ser cuidadosos en las responsabilidades que conlleva el llamado y no esperar un trato de favor de parte de Dios, aunque nuestra relación con Él sea íntima. Dios no va a contribuir a malcriarnos. Todo lo contrario, como dice Heb.12:5-11. Por eso dice Pedro conducíos en temor = ANASTREPHÔ; se usa aquí la misma palabra del vers.15 y se usa en el sentido del comportamiento respetuoso, responsable y adecuado al llamado y al que nos llama (1 Pe.2:11). Este texto hemos de verlo a la luz de 1 Co.3:12-15. El conocimiento, la convicción del juicio justo de Dios hacia la obra personal de cada uno debe inspirar respeto y responsabilidad, en mi opinión por la situación tan embarazosa de fallar a aquel que lo ha dado todo por nosotros, temor a la vergüenza y la irresponsabilidad y falta de solidaridad y correspondencia hacia Dios en el día del juicio. Es igual que si alguien te socorriese en una situación de extrema necesidad y cuando ese alguien necesita tu ayuda, se la negases. El creyente debe tener siempre en mente la meta para que esta visión de triunfo, dé fuerzas para luchar y sacrificarse. Esta actitud la tuvo Jesús (ver Heb.12:2). Los creyentes hemos de entender nuestra estancia en este mundo como un “peregrinaje”, como un “estar fuera de la patria”. Esta expresión PAROIKIA, significa ‘país extranjero’, residencia en el extranjero; es una palabra compuesta de PARA = al lado y OIKIA = comunidad familiar, familia. Dios, por medio de su llamado, está construyendo una casa, una comunidad de la cual Cristo es la piedra angular. Cuando se complete este llamado, esta casa, esta comunidad, entonces será llevada por Cristo a su verdadera patria, la “celestial”. En 1 Pe.1:1 encontramos la palabra PAREPIDÊMOS que es paralela con PAROIKIA de 1 Pe.1:17 que tiene el mismo significado que se traduce en 1 Pe.2:11: extranjero, advenedizo. La elección de Dios, el llamado, nos separa de los miembros naturales. Estos extranjeros, advenedizos, eran ciudadanos de 2ª categoría. En las antiguas metrópolis greco romanas, sólo podían participar de la vida pública y ejercer sus derechos, los varones adultos pertenecientes a una casa. La casa era el estamento social mediante el cual se transmitían propiedades, honor y condición social. Solo eran una ‘Casa’ los ciudadanos libres con propiedades. En la Constitución de Atenas, siglo IV a.C., la primera pregunta que se le hacía a quien aspiraba a un cargo público era quién es tu padre y de qué pueblo y quién es el padre de tu padre y de qué pueblo. (A la luz de esto debemos entender la genealogía de Jesús en Mateo y la situación de los expatriados en Asia Menor a los que Pedro anima mediante el anuncio de su ciudadanía celestial). Creo que debemos ver esto a la luz de Juan 14:2: la palabra que se usa aquí es la misma “OIKIA”, ‘morada familiar’. Lo que Jesús va a preparar, son las residencias permanentes de los cristianos en su patria celestial. Somos una casa, una comunidad en el extranjero a la espera del regreso a la patria celestial. Como comunidad y como individuos somos una embajada, somos representantes de Dios en el extranjero (1 Pe.2:9), por lo tanto nuestro comportamiento en el extranjero debe estar a la altura de la patria representada. Este es el propósito, o uno de ellos, para el que fuimos llamados. El juicio del que hablábamos antes, servirá para dilucidar si cumplimos o no con nuestro llamado, con nuestras obligaciones. Debemos esforzarnos para regresar con dignidad a nuestra patria, como buenos embajadores y no avergonzados. Nosotros, los gallegos, somos tierra de emigrantes; el emigrante tiene siempre en mente la patria, “O meu lar” como decía Rosalía. 1 Pedro 1:18.“sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,” Sigue Pedro con su discurso para que se entiendan los derechos y deberes que conlleva el llamado y pasa a relatar en los siguientes versículos el alto coste del rescate de nuestras almas, el alto precio pagado para poder entrar a formar parte de esta Comunidad familiar. Dice el texto: SABIENDO = OIDA. Este verbo sugiere un conocimiento por experiencia. Su significado es ‘haber visto’ por lo que sugiere conocimiento intuitivo más que racional; el significado de este verbo oscila entre ‘conocer’ y ‘estar convencido’. Hay dos verbos principales en el NT para denominar el conocimiento: OIDA y GINOSKÔ y podemos ver los dos en Juan 8:55. El conocimiento que Jesús tiene del Padre es un conocimiento completo. Está convencido. Y se describe usando el mismo verbo que en este vers. 18 de 1 Pedro. Debemos saber teniendo claro y estando convencidos que nuestra redención tuvo un alto coste. LUTROÔ = esta palabra significa ‘liberar mediante el pago de un rescate’. La raíz de este verbo significa soltar, desatar lo que le permite dar a este verbo el significado de ‘el medio para desatar, para rescatar. En la LXX traduce generalmente un verbo hebreo, KOPHER para designar el precio que se paga por la vida de aquel que según el derecho sagrado es reo de muerte (Ex.21:30). El cristianismo primitivo tuvo claro desde el principio que la muerte de Jesús era el precio a pagar por su rescate, por su libertad. Podemos ver esta idea en Tito 2:14. La posibilidad para el cambio de la vida transmitida o heredada por nuestros padres costó un precio alto. La adopción como hijos y herederos no se produjo con cosas materiales como oro o plata que, aunque son valiosos, están sometidos a corrupción y desgaste, al que este mundo somete a la materia. La redención definitiva requería de un medio definitivo. Es posible que detrás de este texto subyazca Isaías 52:3. Se habla aquí de un rescate existencial, del rescate de una vida con una existencia vacía, vana, usando la palabra MATAIOS que significa vano, engañoso, sin sentido, inútil (también significa ‘antitesis a la norma’). Dios pagó un alto precio para sacarnos de la existencia vacía y sin sentido en la que vivíamos. Un ejemplo sobre esto lo encontramos en Efe.4:17-19. Se usa aquí la misma palabra, ‘vana’ o ‘sin sentido’ y nos da una idea clara de en qué consiste ese tipo de vida sin sentido de la cual fuimos rescatados por Dios previo pago. 1 Pedro 1:19.“sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” El medio para el rescate definitivo, el precio que Dios pagó por nuestro rescate, fue la sangre preciosa de Cristo, “su vida”. Este adjetivo usado aquí, PRECIOSA = TIMIOS, en referencia a la sangre, a la vida de Cristo, significa honrado, respetado, valioso, costoso. El hecho de ser creyentes nos capacita para entender el gran valor de este sacrificio. Como dice 1 Pe.2:6-8, es precioso para nosotros porque gracias a él pudimos creer y así apreciarlo en su justa medida (1 Pe.1:21). Por medio de él somos creyentes y son estos beneficios que se nos aportan lo que nos permite apreciar su valor, y es la renovación de la mente que conlleva aceptar este sacrificio, lo que nos capacita para apreciarlo en su valor. Los que no creen, no pueden apreciar su valor, precisamente por no creer, algo que incapacita para apreciar este sacrificio (1 Co.1:18). En 1 Pe.2:7 se usa el verbo APODOKINAZÔ = desecharon (los que no creen); este verbo significa ‘examinar, someter a prueba y rechazar’. Por no reunir los criterios de calidad según su opinión, estos edificadores, los que no creen, examinaron y lo rechazaron, no supieron apreciar el valor de este sacrificio. Es por eso por lo que la prueba de nuestra fe, que veíamos en el vers.7 es tan valiosa: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.” Se usa aquí este mismo adjetivo y es valiosa porque esa fe procede de este sacrificio. Detrás de la expresión ‘de un cordero sin mancha’ subyace el sacrificio de la pascua israelita (Ex.12:5) y con el que Juan el bautista identifica a Jesús (Jn.1:29 y 36). Recordemos lo que veíamos en el estudio del vers.13: detrás de la figura de “ceñir los lomos”, se encontraba la idea de la preparación para la marcha en la pascua israelita. El participar de este Cordero sin mancha, demanda esta preparación. Los adjetivos ‘sin mancha’ y ‘sin contaminación’, sugieren el valor ritual del sacrificio; tanto Juan el bautista como Pedro, vieron en Jesús cumplida la profecía de Isaías 53. Ellos contemplaron cara a cara aquello que los profetas investigaron y los ángeles anhelaban saber el tiempo en que sucedería (1 Pe.1:11-12). RESUMEN DE LA 4ª PARTE (1 Pe. 1:17-19) Hemos visto nuestra responsabilidad ante la expectativa de Juicio de la obra personal. El invocar a Dios como Padre y al ser Dios justo en sus juicios, demanda responsabilidad en nuestro comportamiento vital: “Derechos y Deberes”. Aunque nuestra relación con Dios sea íntima, no debemos esperar de Él un trato de favor. Porque el precio pagado por nuestro rescate fue muy costoso y debemos estar convencidos de esto. Este rescate nos libró de una existencia vacía por lo que debemos pues pasar a llevar una existencia de provecho, adecuada a la voluntad de Dios.