TESTIMONIO DE UN EX - "NIÑO DE DIOS" por ANTONIO

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TESTIMONIO DE UN EX - "NIÑO DE DIOS"
por ANTONIO
LA FAMILIA (LOS NIÑOS DE DIOS)
En la Familia estuve, aparte de España, en Perú, Chile y Argentina. Tengo 5 hijos. En la
actualidad estoy en una iglesia cristiana y soy activo sirviendo al Señor.
Entré en la Familia cuando el 6 de agosto de 1976 a las 9 de la noche me convertí. Yo no me
convertí en la iglesia, sino por el testimonio de la Familia. Aquella noche fui hacia mi casa
llorando, tocado por Dios y el Señor me transformó de una manera increíble. Yo había sido un
ateo redomado. Hasta el 80 estuve en España y era el típico litificador incansable y un
devorador de Cartas. Es verdad que tuve algunas experiencias malas, ya lo creo, pero yo creía
profundamente en las Cartas, y pensaba que la Familia andaba un poco mal a veces, pero que
la verdad estaba en la Palabra de Dios, que era la Biblia y las Cartas. Me sorprendía cuando
escuchaba algunos comentarios extraños de casi tropiezo por parte de algunos miembros. ¡Yo
nunca había tropezado con la salida de ninguna Carta de MO! Asumí que había miembros que
estaban en la Familia, que habían entrado y permanecido en la Familia, porque les gustaba el
estilo de vida del grupo, y no tanto por sus convicciones en algunas áreas. Cuando salieron las
Cartas sobre Sudamérica, creí que lo que tenía que hacer era ir para allá, y así hice. También
tuve experiencias negativas allí, especialmente al principio, pero para mí entonces y también
ahora, fue culpa de personas concretas y no de la Familia. Además, yo también he sido
culpable de cosas parecidas...
Y me gustaría mucho poder pedir perdón personalmente a las personas a las que ofendí.
Así que, a pesar de algún bajón en Sudamérica quizás, siempre tuve una gran convicción en las
Cartas y un gran deseo de transmitir su mensaje. Me convencí y me gustaba mucho la
combinación de cristianismo y Biblia con la cultura rebelde, radical y anti-sistema de los 60 tal
y como se reflejaba en los escritos de Berg... y a pesar de cómo se reflejaba a veces en la
experiencia cotidiana de la Familia...
Todo empezó cuando salió la serie ¿Será posible? Leer esas Cartas fue un verdadero palo para
mí. David Berg no sólo estaba contradiciendo cosas que había dicho anteriormente, sino que
además se estaba contradiciendo en cuestión de unos cuantos párrafos. En ese tiempo estaba
viviendo solo y creo que tuve el privilegio de encontrarme en una situación en que pude
pensar por mí mismo. No es que no pensase en mi vida normal en la Familia. Pero tú sabes,
hay ciertos pensamientos que no podías ni siquiera permitírtelos a ti mismo. No estoy
hablando de que no podías levantar la voz (¡ni se te ocurría!), lo que estoy diciendo es que ¡ni
siquiera yo me lo permitía a mí mismo porque me parecía terriblemente peligroso! No quería
descubrirme a mí mismo dudando o dejando que el Enemigo obtuviese alguna ventaja en mi
mente. Pero en ese tiempo llegué a la conclusión de que la verdad bien podía sufrir un
examen. Me costó mucho, pero lo que hice fue coger todos los libros de las Cartas y la Biblia
por otro lado y enfrentar algunas cuestiones calientes y fundamentales de la Familia.
Finalmente, cogí una hoja de papel y tracé una línea en el centro. A un lado puse todos los
argumentos que siempre había tenido para defender esas cuestiones y al otro lo que había
encontrado en la Biblia. Y ya te puedes imaginar lo que pasó.
Respecto a la Ley del Amor y al Árbol de Todas las Cosas, yo siempre había sabido, tenía esas
cosas memorizadas incluso, que algunas de estas cosas no armonizaban con Pablo. ¡Vale!
...Que los primeros cristianos todavía no habían salido de algunas de sus limitaciones. ¡Muy
bien! ...Pero que aun así, en las mismas palabras de Pablo estaba el germen de la ley del amor.
De hecho, el mismo David Berg usaba las Cartas de Pablo para fundamentar su ley del amor.
Sin embargo, al intentar comprobar honestamente, yo diría que por primera vez, estas
argumentaciones no había manera alguna de sostenerlas en pie. Algunos de los versículos que
más me impactaron fueron: Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que
retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel,
a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que
retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no,
vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca (Ap 2:14-16). Yo conozco tus
obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las
primeras. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice
profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. Y
le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. He
aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se
arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que
yo soy el que escudriña la mente y el corazón (Ap 2:19-23). Fíjate que es Jesús el que está
hablando aquí. Jesús había resucitado. No estaba bajo la ley (respondiendo a uno de los
argumentos de Berg). Y es un mensaje de advertencia a iglesias que estaban permitiendo un
error parecido al de la Familia (y que queda ahí reflejado para las iglesias de todos los
tiempos). No se trataba de fornicación espiritual. Jesús no aceptaba una contraparte cristiana
de los cultos sexuales paganos. ¡Estaba clarísimo!
Me acordé de la Carta nº 561 ¡Las sacerdotisas del amor! en cuya portada se veía a
sacerdotisas del culto de Diana teniendo relaciones sexuales en el mismo templo con los
hombres que venían a adorar como si fuese una especie de sacrificio a sus dioses. La
argumentación de la Carta era que el diablo era un imitador de Dios y que eso tenía una
contraparte en la Familia (!!!).
Empecé a releer, meditar y examinar en su contexto muchos otros textos de la Biblia y a
compararlos con lo que decían las Cartas. En realidad, estaba muy claro. La razón por la que no
me había dado cuenta antes es porque no había querido darme cuenta, porque sencillamente
había apagado la voz de Dios y también la voz de mi propia conciencia. La misma razón por la
que muchos miembros de la Familia en la actualidad no se están dando cuenta de esto. No es
porque lo interpreten de otra manera, ¡sino porque no son sinceros y no están buscando la
verdad de Dios en la Escritura! Se le pone el sambenito a los que dejan la Familia de que están
abandonando a Dios y su servicio, de que dejan de creer en ciertas cosas para justificarse de su
deserción de Dios. Pero curiosamente, al menos en mi caso y sé que en otros casos también,
me fui porque quería agradar a Dios y nunca se me pasó por la cabeza dejar de servirle, cosa
que sigo haciendo desde entonces hasta ahora. Me fui por convicción en Dios y su Palabra.
Por el contrario, creo que hay bastantes miembros que continúan en la Familia (a pesar de que
se dan cuenta de muchas cosas) porque no tienen dónde ir en ciertos casos, o porque les
resulta cómodo y agradable el estilo de vida de la Familia en otros, y no tanto por convicciones
profundas, espirituales, basadas en la Palabra de Dios. No se plantean ni quieren plantearse si
lo que están creyendo y haciendo es correcto o no, si es de Dios o no... Y las argumentaciones
que tienen para negar esto son muy superficiales y no podrían aguantar un examen serio. ¡En
realidad se necesitan agallas para reconocer que has estado equivocado en aquello que has
creído y por lo que has vivido tanto tiempo! Quedas como un tonto delante de todos y
especialmente delante de ti. ¡Algo se te muere por dentro, algo por lo que habrías estado
dispuesto a morir tú mismo!
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con
toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hch.
17:11).
Antonio ahora (2006) es un pastor de una Iglesia Evangélica. Fecha escrito: 3/11/2002.
Usado con permiso. Antonio, http://www.institutointerglobal.org/ ©2008
Email: info@InstitutoInterGlobal.org
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