SUSPENSIÓN DE EJECUCIÓN HIPOTECARIA POR CUESTIÓN PREJUDICIAL CIVIL DIRECTA (Modelo elaborado por CEACCU, organización nacional donde se encuentra integrada la Federación de Consumidores, AL-ANDALUS) Federación andaluza de Consumidores y Amas de Casa, AL-ANDALUS. Avd./ Menéndez Pelayo, nº 12, 2º 41004 Sevilla Teléfono: 954 56 41 02. Fax: 954 56 00 94 Correo electrónico: consumidores@fed-alandalus.es Pagina web: www.fed-alandalus.es 1 2 AL JUZGADO 1ª INSTANCIA Nº........ DE …………………. Ejecución hipotecaria nº XX/XXX XXXXXXX, Procurador de los Tribunales y de XXX, según tengo acreditado en el procedimiento de ejecución hipotecaria nº XXX, bajo la dirección letrada de XXXXX, ante el Juzgado y como mejor en Derecho proceda, DIGO: Que mediante el presente escrito interesamos la suspensión inmediata de las presentes actuaciones, en base a las siguientes, ALEGACIONES PRIMERA.- CUESTIÓN PREJUDICIAL CIVIL POR FORMULACIÓN DE DEMANDA DE NULIDAD INDIVIDUAL DE CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN POR EL EJECUTADO FRENTE A LA ENTIDAD FINANCIERA DEMANDANTE. SUSPENSIÓN DEL PRESENTE PROCEDIMIENTO. I. Carácter adhesivo del contrato de préstamo hipotecario sobre la que se sustenta la acción formulada por la entidad financiera. Resulta notorio en nuestros días, más aún en sectores como el hoy analizado, la imposición de un sistema de contratación por el empresario con un clausulado general a cuyo sometimiento se ve avocado el consumidor, con independencia de la denominación que quiera dársele a este sistema: contratación uniforme (vid. PAGADOR LÓPEZ, J. Condiciones generales y cláusulas contractuales predispuestas: la Ley de condiciones generales de la contratación de 1998, Madrid, 1999, p. 15.), típica (vid. POLO SÁNCHEZ, E. Protección del contratante débil y condiciones generales de los contratos, Madrid, 1990, p. 31.; ORDUÑA MORENO, F.J. en VVAA, Contratación y comercio electrónico, Valencia, 2002), seriada (vid. ORDUÑA MORENO, F.J. “Derecho de la contratación y condiciones generales (I)” en Revista de Derecho Patrimonial nº 4, 2000, p. 21), estándar (vid. BERNITZ, U. “Consumer Protection and Standard Contracts” en Scandinavian Studies in Law, 1977, p. 11 y ss; ROPPO, E. Contrati Standard, Milán, 1989, p. 16 y ss), contratos en masa (vid. DIEZ PICAZO PONCE DE LEON, L. en VVAA, Las Condiciones Generales de la Contratación y Cláusulas Abusivas, Madrid 1996, p. 29; MARTÍNEZ DE AGUIRRE Y ALDAZ, C. en VVAA, Curso de Derecho Civil II, Derecho de obligaciones, Madrid, 2000, p. 389 y ss; ALBALADEJO GARCIA, M. Derecho Civil II, Derecho de obligaciones, Barcelona 2002, p. 389 y ss.), tipo (vid. CLAVERIA GOÁLBEZ, L.H. “La predisposición del contenido contractual” en Revista de Derecho Privado, 1979, p. 671.), normados (vid. GARCIA AMIGO, M. Condiciones generales de los contratos, Madrid, 1969, p. 13, en serie (vid. URIA GONZÁLEZ, R. “Reflexiones sobre el contrato mercantil 3 en serie” en Revista de Derecho Mercantil, 1956, p. 221 y ss.), o la más popularizada por SALEILLES (vid. SALEILLES, R. La déclaration de volonté, Paris, 1902, p. 299 y ss.) como contratos de adhesión (vid. KESSLER, F. “Contracts of Adhesion –Some Thoughts About Freedom of Contract”, 43 Columbia Law .Review nº 629, 1943; RADOFF TODD, D. “Contracts of adhesión: An essay in reconstruction” Harvard Law Review nº 6, Vol. 6, 1983;; VIGURI PEREA, A. La protección del consumidor y usuario en el marco de los contratos de adhesión, Granada, 1995, p.6; ROYO MARTÍNEZ, M. “Contratos de adhesión” en Anuario de Derecho Civil , 1949, p. 54 y ss; OSORIO GALLARDO, A. “Crisis en la dogmática del contrato” en Anuario de Derecho Civil, 1952, p. 1175; LLODRÁ GRMALT, F. El contrato celebrado bajo condiciones generales: un estudio sobre sus controles de incorporación y contenido, Valencia, 2002, p. 29; DE LA MAZA GAZMURI , I “Contratos por adhesión y cláusulas abusivas ¿Por qué el Estado y no solamente el mercado?” en Revista Chilena de Derecho Privado Fernando Fueyo Laneri. nº 1, 2003.), hoy orientada merced a la doctrina alemana hacia la terminología de condiciones generales de la contratación (GARCIA AMIGO, M. op. cit., p. 138 y ss.; DE CASTRO Y BRVO, F. Las condiciones generales de los contratos y la eficacia de las leyes, Madrid, 1975, p. 54; OTERO LASTRES, J.M. “La protección de los consumidores y las condiciones generales de la contratación” en Revista Jurídica de Cataluña, 1977, p. 759 y ss.). El celebérrimo jurista FEDERICO DE CASTRO desgranó en su discurso de ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación en 1960, en tiempos aún en que no existía sensibilidad sobre este particular, la esencia de las condiciones generales de la contratación, por lo que cualquier ensayo posterior quedará avocado a seguir la sombra del maestro, motivo por la cual optamos directamente por transcribir su pensamiento al razonar que se designan como tales condiciones a los conjuntos de reglas que un particular (empresario, grupo o rama de industriales y comerciantes) ha establecido para fijar el contenido (derechos y obligaciones) de los contratos que sobre un determinado tipo de prestaciones se propone celebrar (…) mediante tales condiciones se eliminan a priori los tratos previos entre las partes; una de estas (el empresario) se ha atribuido el papel de predisponer o dictar conforme a su interés y a su gusto, la regulación de los contratos. Tal y como apuntaba RAISER (vid. RAISER, L. Das Recht der Allgemeinem Geschtiftsbendingungen, 1961, pp. 147 y ss), en definitiva, en el ámbito del contrato en masa, el factor psicológico de la declaración de voluntad pierde valor. Por esta razón, el empresario al fijar unilateralmente las reglas de contratación no sólo ha de atender a su legítimo provecho, sino a procurar un trato leal y equitativo con el consumidor, que en muy pocos casos reparará incluso en la lectura detallada del documento ante las nulas posibilidades de modificación como ha puesto de manifiesto la doctrina al referirse al consumidor «oit» (one in a thousand). El documentos contractual acompañado a la demanda formulada de contrario por la entidad financera que le sirve de cimiento, ha de reputarse con toda nitidez como un contrato de adhesión impuesto por la predisponente frente al usuario adherente. En efecto, dispone el artículo 1 de la Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre Condiciones Generales de la Contratación (LCGC) que son condiciones generales de la contratación las cláusulas predispuestas cuya 4 incorporación al contrato sea impuesta por una de las partes, con independencia de la autoría material de las mismas, de su apariencia externa, de su extensión y de cualesquiera otras circunstancias, habiendo sido redactadas con la finalidad de ser incorporadas a una pluralidad de contratos. Así mismo, y no obstante la evidencia del carácter seriado o en masa de los contratos sometidos a exégesis judicial, cabe recordar en todo caso que según lo previsto en el artículo 82.2 in fine TRLGDCU, el empresario que afirme que una determinada cláusula ha sido negociada individualmente, asumirá la carga de la prueba. El contrato de préstamo hipotecario de vivienda, es un contrato bancario, oneroso y conmutativo, perteneciente a la categoría de la contratación en masa, al ser redactado con base a las condiciones generales de la contratación predispuestas por la entidad de crédito disponente o prestamista, caracterizado por la constitución de una garantía real sobre un bien inmueble (la hipoteca) en aseguramiento del mismo, de tal suerte que permite el reconocimiento al acreedor de un derecho de realización de valor sobre un perteneciente al deudor o a un tercero (ius distrahendi). Dada su naturaleza constitutiva en su formalización exige necesariamente escritura pública e inscripción en el Registro de la Propiedad. Sin perjuicio de la normativa específica tuitiva de los derechos de los consumidores y usuarios, con carácter sectorial se asienta en su regulación esencialmente sobre el Decreto de 8 de febrero de 1946 por el que se aprueba la nueva redacción oficial de la Ley Hipotecaria y Decreto de 14 de febrero de 1947, por el que se aprueba el Reglamento Hipotecario. II. De la reforzada protección de los intereses económicos de los usuarios. Merecen especial tutela los intereses económicos de los consumidores según reconocen los artículos 8 b), 19, 128 y 132 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre. A fortiori, los servicios bancarios y financieros, son calificados como servicios de uso o consumo común, ordinario y generalizado, conforme a lo dispuesto por el Anexo I, letra C, ap. 13 del Real Decreto 1507/2000, de 1 de septiembre, lo que se traduce en el imperativo de una aplicación reforzada de los principios consumeristas que afectan a este servicio. Mi mandante tiene la condición de consumidor o usuario del actor y la actora la de empresario, conforme a lo dispuesto en los artículos 3 y 4 TRLGDCU. El derecho en liza ha de ser examinado pues en clave consumerista. Consagran el principio pro consumatore lo establecido en los artículos 153 del Tratado Constitutivo de la Unión Europea, 51.1 y 53.3 CE. Nos hallamos ante reglas impuestas a los poderes públicos, que en consecuencia habrán de informar la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos, vinculando en suma al legislador (STC 71/1982, de 30 de noviembre) y al juez y poderes públicos (SSTC 19/1982, de 5 de mayo y 14/1992, de 10 de febrero). 5 A su vez habrá de tenerse en cuenta, para la ponderación de los intereses en disputa, según reza el art. 82.3 TRLGDCU la naturaleza del bien objeto de contrato. Y en este sentido, no cabe duda de que la vivienda es además de un bien de carácter necesario reconocido tanto por el artículo 25 de la Declaración de Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948 y en la Carta Social Europea de 1961, como un producto de uso o consumo común, ordinario y generalizado y de bienes de naturaleza duradera, conforme a lo dispuesto por el Anexo I, ap. 18 del Real Decreto 1507/2000, de 1 de septiembre, lo que se traduce en el referido imperativo de una aplicación reforzada de los principios consumeristas que afectan a este bien. Así ha sido enfatizado también por la SAP de Murcia (Sección 1ª), de 26 de junio de 1996 al concluir: “Cuando el objeto del mentado contrato es un vivienda, por la trascendencia económica y social de dicho objeto (…) hay que tener presente no sólo una interpretación general de las normas generales de la contratación y las específicas del contrato referido, favorables a la efectividad de ese derecho, sino la abundante y compleja normativa desarrollada con tal fin, velando por los intereses de los compradores, la parte más débil en la contratación”. De la exégesis del contrato suscrito se colige como se sostiene ante el Juzgado de lo Mercantl competente la existencia de un importante desequilibrio contractual en beneficio de la demandada predisponente, que por más que sea por desgracia una tónica extendida en el mercado de servicios financieros, no puede ser tolerado en derecho. En este punto ha de recordarse, que tal y como dispusiera el artículo 1288 CC: “La interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese ocasionado la oscuridad”. Y a fortiori, en el caso concreto de las relaciones entre empresarios y consumidores, según se deduce de la lectura del artículo 80.2 TRLGDCU, en el ejercicio de acciones individuales ha de fallase a favor del adherente en función de las interpretaciones que resultaren para éste más beneficiosas, así como en caso de oscuridad, ambigüedad o dificultad interpretativa de las condiciones (interpretación contra proferentem o contra estipulatorem). III. De la existencia de una cuestión prejudicial civil directamente vinculada al contrato sobre el que sustenta la acción formulada por la entidad financiera y con plena identidad subjetiva de las partes. Entendiendo esta parte que el contrato de préstamo hipotecario sobre el que se sustenta la acción de la entidad financiera, contiene cláusulas que han de ser reputadas abusivas conforme a lo dispuesto en nuestra normativa tuitiva de consumidores y usuarios, se ha formulado por mi mandante, frente a la entidad financiera demandante, acción individual de nulidad de condiciones generales ante el Juzgado de lo Mercantil, según se acredita, mediante copia sellada de la misma, que se adjunta como documento nº x. 6 Resulta procedente conforme al art. 43 LEC, decretar la suspensión de la presente causa en el actual estado procesal, toda vez que precisamente se han de dilucidar por el órgano mercantil la validez o legalidad del clausulado contractual sobre la que la actora pretende cimentar su acción y que es cuestionada por esta parte. Dicha demanda de nulidad de condiciones generales ha sido formulada ante el órgano judicial competente, que por imperativo legal resulta ser el Juzgado de lo Mercantil conforme a lo dispuesto en el apartado d) del artículo 86 ter 2 LOPJ, en concordancia con lo previsto en la Ley 7/1998, de 13 de abril, de Condiciones Generales de la Contratación, artículos 52.1.14º y 54.2 LEC, sí como los artículos 3.1 y 19 bis y Anexo XII de la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, de Demarcación y Planta Judicial. Lamentablemente la cuestión prejudicial civil resulta obligada merced a las deficiencias técnicas del artículo 406.2 LEC, ya advertidas por la doctrina (cfr. DIEZ-PICAZO GIMÉNEZ –Dir. ROJO, A.- “Los juzgados de lo mercantil” en La reforma de la legislación concursal, Madrid, 2003, p. 147 y ss.; GARCIANDIA GONZÁLEZ, Los nuevos tribunales de lo mercantil, Cizur Menor, 2004, p. 192; BANACLOCHE PALAO, Los juzgados de lo mercantil: régimen jurídico y problemas procesales que plantea su actual regulación, Madrid, 2005, p. 202 y ss.). En efecto, la atribución a los Juzgados de lo Mercantil del conocimiento de las acciones relativas a condiciones generales de la contratación, impiden a esta parte formular ante esta sede judicial la deseable reconvención por razón de falta de competencia objetiva. Y para ello, no dispone de otro recurso procesal esta parte, en defecto de reconvención posible, que el planteamiento de la correspondiente acción ante el Juzgado de lo Mercantil. La cuestión ya ha sido advertida por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Justicia que mantiene en ciernes una propuesta de modificación del artículo 86 ter LOPJ para la inclusión de un nuevo apartado que permita esta reconvención en los propios juzgados de primera instancia, pero hasta la fecha, como es pacífico en la doctrina no cabe sino seguir esta vía, debiendo suspenderse el curso del proceso hasta la resolución por sentencia por parte del Juzgado de lo Mercantil en virtud de la concurrencia de una cuestión prejudicial civil conforme advierte el artículo 43 LEC. Nos hallamos en suma ante el supuesto que como señalaba HERRERO PEREZAGUA (vid. HERERO PEREZAGUA, J.F. Jurisdicción y competencia en materia de consumidores, Cizur Menor, 2007, p. 112), mejor ilustra la patología de la norma, pues es evidente como apunta el distinguido Profesor, que precisamente este es el cauce que debe seguirse frente a una demanda que exige el cumplimiento de una prestación derivada de un contrato, para lo cual el consumidor ha de oponer la existencia de una condición general ilícita, un comportamiento abusivo o una práctica desleal en los términos empleados por la reciente Ley 29/2009, de 30 de diciembre. Según razona el AAP de Madrid, Sección 28ª, de 12 de febrero de 2010: “(…) es cierto que frente al ejercicio de una acción de cumplimiento contractual por parte del empresario predisponente, cuya competencia indudablemente corresponde al Juez de Primera Instancia, el demandado no podrá formular reconvención ejercitando las acciones 7 individuales de nulidad, o en su caso, de no incorporación al carecer aquél de competencia objetiva para el conocimiento de estas acciones (art. 406.2 LEC) pero este es un problema común a otros ámbitos de competencia de los Juzgados de lo Mercantil como consecuencia de la escisión de la jurisdicción civil con la instauración de la especialidad mercantil, tal y como ocurre en el caso de acciones de cumplimiento o incumplimiento contractual frente a las que el demandado pretende, por ejemplo, la nulidad del contrato en aplicación del artículo 81.2 del Tratado CE o del artículo 1.2 de la Ley de Defensa de la Competencia, en cuyo caso el demandado se ve obligado a formular la correspondiente demanda, ante la imposibilidad de plantear reconvención y a instar la suspensión del primer procedimiento por prejudicialidad civil (art. 43 LEC). En el mismo sentido se ha pronunciado recientemente la AP de Salamanca, Sección 1ª, a través de su Auto de 27 de abril de 2011: “(…) el tema se inicia cuando al adherente se le exige el cumplimiento de un contrato y de sus consecuencias, ante el Juzgado de 1ª Instancia, y él pretende defenderse ejercitando una acción individual con fundamento en las consideraciones abusivas de determinadas condiciones generales sobre la base de la Ley General de Consumidores y Usuarios. La reconvención, ejercitando tal acción de nulidad, no parece posible, a tenor del propio art. 86, ter LOPJ, y a tenor del art. 406 LEC, que impide la reconvención cuando el Juzgado carezca de competencia objetiva por razón de la materia. Tampoco parece posible el acudir al instituto de la acumulación de autos, tras nueva demanda del demandado ejercitando acción de tal tipo, pues ello queda vedado por el art. 77.2 de la LEC, que rechaza tal acumulación cuando el Tribunal del proceso más antiguo carezca de competencia objetiva por razón de la materia para conocer del proceso que se pretende acumular. Y lo propio ocurre si se concibe el ejercicio de la acción individual de nulidad a través de otros cauces: canalizando dicha acción como excepción (en cuyo caso la Sentencia que la resolviera carecería del efecto de cosa juzgada), o a través del fundamento previsto en el art. 408, 2 de la LEC. Pero ello, haría ilusoria la intención de residenciar las acciones relativas a condiciones generales, con propósito de coherencia, en los Juzgados de lo Mercantil. Consecuentemente, todo indica, en el estado actual de la legislación, que el problema debe solucionarse a través del régimen de la prejudicialidad civil, previsto en el art. 43 LEC, aunque también contenga algún obstáculo. Este precepto, permite el máximo recorrido, cual es atribuir la resolución de la acción de nulidad de las condiciones al Juzgado de lo Mercantil con carácter previo a la residenciada 8 inicialmente ante el Juzgado de 1ª Instancia. Y este recorrido, se considera que es el que permite a las partes defender sus respectivos intereses con total amplitud de conocimiento y de aportación de medios probatorios, por lo que se acuerda, con desestimación del recurso, mantener la suspensión decretada por el Juzgado de instancia, aunque para ello haya que entender que el proceso ya pendiente es el generado por el propio ejercicio de la acción individual o colectiva, que debe ser resuelta por el Juzgado de lo Mercantil con carácter previo al pronunciamiento del Juzgado de 1 ª Instancia” De estas resoluciones se desprende la necesidad de acordar, la suspensión de la tramitación del presente procedimiento por existencia de prejudicialidad civil al haber optado esta parte por ejercitar la única vía que tiene para hacer valer la nulidad de determinadas cláusulas incorporadas al contrato cuyo cumplimiento exige la parte actora en el presente procedimiento. La cuestión prejudicial así planteada, deriva de la necesidad de solución previa de otro proceso que responde precisamente al objeto principal de ésta (la declaración de falta de validez del clausulado del contrato). La influencia del resultado del proceso de nulidad contractual invocado ante el Juzgado de lo Mercantil es por tanto absolutamente relevante, sin que exista al mismo tiempo cualquier otro mecanismo que sirva a los mismos efectos, por razón precisamente de la deficiencia técnica normativa aludida, cumpliéndose por lo demás con la petición de parte exigida por la norma. La suspensión impetrada, a diferencia de la existente para el supuesto de prejudicialidad penal no documental (art. 40.2 LEC), prejudicialidad administrativa o social (art. 42 LEC), ha de suponer la paralización del proceso en el momento en que éste se acuerde, sin esperar a que el proceso quede pendiente de sentencia. Por lo que respecta a la valoración que debe realizarse en lo referido a la presentación de la demanda de nulidad de condiciones generales o su efectiva admisión a trámite, si bien es cierto que la LEC no resulta en este punto lo suficientemente explícita, según hubiera sido deseable, interesa a esta parte recordar como la doctrina más autorizada se ha inclinado sin reparos por la defensa de la tesis que sostiene esta parte, habiéndose llegado a denominar “teoría de la presentación” (vid. MÁLAGA DIÉGUEZ, F. La litispendencia, Barcelona, 1999, p. 138 y ss.; REYNAL QUEROL, N. La prejudicialidad en el proceso civil, Barcelona, 2006, p. 291). De este modo, según razonan ambos procesalistas la determinación del inicio de la litispendencia coincide con la presentación de la demanda del proceso. En efecto, acreditada la presentación de una demanda, caben tres opciones: su admisión a trámite, su rechazo o bien el requerimiento de subsanación para su admisión. Ninguna demanda queda perdida en una especie de limbo jurídico. Y en tanto no conste el archivo de la misma o su inadmisión de plano lo cierto es que existe “pendencia” en el sentido del art. 43 LEC. La pendencia, dicho de un pleito o negocio, según define la Real Academia Española, existe cuando algo está por resolverse o terminarse. Y no cabe duda que la admisión a trámite constituye un acto de resolución que ha de desarrollarse temporalmente en el transcurso de toda 9 acción, por lo que en tanto no se produjera su rechazo (momento en el que cesaría la cuestión prejudicial civil a sensu contrario), lo cierto es que “pende”. En este mismo sentido se ha pronunciado el AAP de Guadalajara, Sección 1ª, de 17 de noviembre de 2004, en un supuesto similar con el siguiente razonamiento: ”Si bien es cierto que una cosa es la interposición de una demanda y otra distinta la de su admisión, en el presente caso consta la presentación de la demanda el día 10 de Marzo último y la Sala entiende acreditada dicha tramitación y admisión de la demanda de juicio ordinario sobre nulidad del contrato de aprovechamiento por turnos de bienes inmuebles turísticos y la nulidad del contrato de préstamo , con la documentación aportada con el escrito de oposición al recurso, donde consta el reparto al Juzgado nº 5 de Marbella”. Y a mayor abundamiento, lo cierto es que en caso de deuda, debiera atenderse a la aplicación del principio pro actione, armónico con la interpretación flexible invocada, que según ha razonado el Tribunal Constitucional, entre otras, en su Sentencia de 15 de abril de 1991, exige una interpretación de las normas que rigen el acceso a los tribunales del modo más favorable para la acción. SEGUNDA.- DE LA PROCEDENCIA DE LA SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN HIPOTECARIA POR LA EXISTENCIA DE CLÁUSULAS ABUSIVAS CONFORME A LA STJUE DE 14 DE MARZO DE 2013. Sin perjuicio de lo expuesto, en el apartado precedente, que ya de por sí, impone la suspensión del presente procedimiento en tanto sea resuelta la acción individual de nulidad de condiciones generales de la contratación por parte del Juzgado de lo Mercantil competente, es notorio por la difusión pública dada que la regulación actual del procedimiento de ejecución hipotecaria español ha sido objeto de numerosas críticas desde múltiples sectores jurídicos, principalmente dada la indefensión en la que sitúa al ejecutado. Estas dudas jurídicas se han planteado por el Juzgado Mercantil nº 3 de Barcelona ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, a fin de que valore si el sistema de ejecución hipotecario español respeta los parámetros mínimos que exige la normativa comunitaria de tutela de consumidores y usuarios, y ha dado origen a la cuestión prejudicial C415/2011. Recientemente, la STJUE de 14 de marzo de 2013, acaba de confirmar que la legislación española de ejecuciones hipotecarias (artículos 695 y siguientes LEC) vulnera la normativa comunitaria de protección de los consumidores y usuarios al no permitir la alegación por el ejecutado de la existencia de cláusulas abusivas. Las conclusiones de la Abogada General del TJUE, presentadas el 8 de noviembre de 2012, ya advertía con contundencia que la normativa española sobre ejecuciones hipotecarias vulnera la normativa comunitaria, dado que es incompatible con la Directiva 93/13/CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993, 10 sobre las cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. Estima que no supone una protección efectiva contra las cláusulas abusivas del contrato que el consumidor que pretende instar la nulidad de las cláusulas deba soportar sin posibilidad de defensa la ejecución hipotecaria, la subasta de la vivienda y el desalojo de la misma, y que solo con posterioridad esté legitimado para ejercitar la acción de daños y perjuicios. La Directiva europea exige que el consumidor disponga de un recurso legal eficaz para demostrar el carácter abusivo de las cláusulas del préstamo que permita detener la ejecución forzosa. Considera que la efectividad de los derechos reconocidos por la Directiva exige que el órgano judicial que conoce del procedimiento declarativo deba disponer de la posibilidad de suspender de forma provisional el procedimiento ejecutivo, con objeto de detener la ejecución forzosa, hasta que se haya comprobado el carácter abusivo de una cláusula contractual, de modo que se impida que el procedimiento ejecutivo cree en perjuicio del consumidor una situación como la pérdida de la vivienda que posteriormente sea de muy difícil o imposible reparación. La STJUE de 14 de marzo de 2013, razona: “En efecto, consta en autos que el sistema procesal español prohíbe al juez que conoce de un proceso declarativo vinculado al procedimiento de ejecución hipotecaria adoptar medidas cautelares que garanticen la plena eficacia de su decisión final, no sólo cuando aprecie el carácter abusivo, con arreglo al artículo 6 de la Directiva, de una cláusula contenida en un contrato celebrado entre un profesional y un consumidor, sino también cuando compruebe que esa cláusula resulta contraria a las normas nacionales de orden público, lo que le corresponde a él verificar. (…) Por consiguiente, procede declarar que un régimen procesal de este tipo, al no permitir que el juez que conozca del proceso declarativo, ante el que el consumidor haya presentado una demanda alegando el carácter abusivo de una cláusula contractual que constituye el fundamento del título ejecutivo, adopte medidas cautelares que puedan suspender o entorpecer el procedimiento de ejecución hipotecaria, cuando acordar tales medidas resulte necesario para garantizar la plena eficacia de su decisión final, puede menoscabar la efectividad de la protección que pretende garantizar la Directiva (véase, en este sentido, la sentencia de 13 de marzo de 2007, Unibet, C-432/05, Rec. p. I-2271, apartado 77). (…) Así ocurre con mayor razón cuando, como en el litigio principal, el bien que constituye el objeto de la garantía hipotecaria es la vivienda del consumidor perjudicado y de su familia, puesto que el mencionado mecanismo de protección de los consumidores, limitado al pago de una indemnización por daños y perjuicios, no es adecuado para evitar la 11 pérdida definitiva e irreversible de la vivienda. (…) En estas circunstancias, procede declarar que la normativa española controvertida en el litigio principal no se ajusta al principio de efectividad, en la medida en que hace imposible o excesivamente difícil, en los procedimientos de ejecución hipotecaria iniciados a instancia de los profesionales y en los que los consumidores son parte demandada, aplicar la protección que la Directiva pretende conferir a estos últimos. En este punto, es preciso recordar que el Tribunal Constitucional en su Declaración del Pleno del Tribunal Constitucional 1/2004, de 13 de diciembre de 2004, reafirmó la primacía del Derecho comunitario sobre Derecho interno entre el que se encuentra el texto constitucional estableciendo que "Reiteramos el reconocimiento de esa primacía de las normas del Ordenamiento comunitario, originario y derivado, sobre el interno, y su efecto directo para los ciudadanos. Se interesa así nuevamente por este segundo motivo, mediante el presente escrito se proceda a la suspensión del curso de las actuaciones por las razones que se fundamentan a continuación: Pues bien, es justamente la concurrencia en el presente caso de una circunstancia de urgencia excepcional […] por la que, en aplicación de previsto en el art. 56.3 LOTC, se acordó́ la inmediata suspensión cautelar de la providencia de 29 de noviembre de 2010, del Auto de 20 de octubre de 2010 y de la providencia de 27 de enero de 2011 del Juzgado de Primera Instancia núm. 87 de Madrid, en procedimiento de diligencias preliminares núm. 17112010. En efecto, la ejecución de las referidas resoluciones judiciales […] habría producido un perjuicio de imposible o muy difícil reparación que hubiera convertido en inútil el recurso de amparo interpuesto por BBVA. […] siendo evidente que de haberse consumado […] el recurso de amparo interpuesto por BBVA habría perdido su finalidad, convirtiendo en ineficaz un eventual pronunciamiento de este Tribunal estimatorio de la alegada vulneración del derecho a la intimidad y a la protección de los datos personales (art. 18.1 y 4 CE). Pues bien si esa petición de un listado suponía una situación de perentoriedad y extrema urgencia para la entidad financiera a la que se concedió amparo qué no decir de la situación de las más de 50.000 familias con procedimientos de ejecución hipotecaria presentados en el presente año y que serán 100.000 al finalizar el mismo. Personas que van a ser desposeídas de sus casas en base a procedimientos de ejecución hipotecaria ilegales, contrarios a los derechos humanos y las más elementales normas de Justicia condenando a familias sin recursos a la calle y con una condena de por vida, o si se quiere hasta la muerte, por el único pecado de querer tener un techo donde poder dormir. Si SSª no acordara con carácter inmediato la suspensión del procedimiento o la retroacción de todas las actuaciones hasta el momento 12 de presentación de la demanda lo que debería llevar a cabo es decretar la inmediata suspensión del procedimiento permitiéndome, en su caso, plantear los recursos correspondientes ante SSª y el TC. SSª tiene en este escrito los fundamentos jurídicos y morales, para decretar la inmediata suspensión de no tan sólo este sino de todos los procedimientos de ejecución hipotecaria que se tramitan ante este juzgado y paralizar las prácticas contrarias a Derecho que se vienen llevando a cabo contra miles de ciudadanos. Esta en su mano que los ciudadanos ejecutados en este juzgado puedan salir del túnel del terror hipotecario y hacer prevalecer sus derechos. TERCERA- EMERGENCIA SOCIAL Y ALARMA SOCIAL. Es un hecho manifiesto y notorio que el presente procedimiento de ejecución hipotecaria se enmarca una situación de emergencia social causada por las más de 400.000 ejecuciones hipotecarias que se han producido en España desde 2007, como resultado de la actividad antisocial de las entidades financieras y de una legislación injusta. La alarma social generada por esta situación se ha hecho aún más evidente en las últimas semanas, en las que el drama de las ejecuciones hipotecarias ha irrumpido con mayor fuerza en primera línea de la actualidad. Esta situación de emergencia social ha sido reconocida por la propia Asociación Española de Banca, que en un comunicado hecho público el pasado día 12 de noviembre, se hace eco de la “alarma social generada por los desahucios hipotecarios”, y expone el “compromiso de las entidades miembros de la AEB, por razones humanitarias y en el marco de su política de responsabilidad social, de paralizar los lanzamientos durante los dos próximos años, en aquellos casos en que concurran circunstancias de extrema necesidad”. De igual modo la CECA ha acordado suspender la ejecución de desahucios de vivienda habitual de colectivos especialmente vulnerables hasta la entrada en vigor de la reforma normativa anunciada por las autoridades. El presidente del Gobierno también ha reconocido el carácter extraordinario de la situación social generada por los procedimientos de ejecución hipotecaria, manifestando que “estamos viendo cosas terribles, inhumanas” y que estudia “paralizar los desahucios que afectan a las familias más vulnerables”. El sindicato de policía SUP ha expresado que apoyará y respaldará jurídicamente a los policías que se nieguen a participar en desahucios. El presidente del Consejo General del Poder Judicial ha manifestado que los jueces pueden actuar para "suspender, paralizar, modificar o adaptar la decisión judicial al caso concreto” amparándose tanto en normativas comunitarias como en principios constitucionales o de derecho contractual, 13 máxime cuando se trata de situaciones "de verdadera crispación o de atentado a un derecho fundamental como es el de la vivienda”. Jueces para la Democracia ha hecho un llamamiento a los jueces para que "suspendan automáticamente todos los desahucios”. Desde el Foro Judicial Independiente se “recomienda a los miembros de la carrera judicial con competencias en la materia la suspensión de todos los procedimientos de ejecución hipotecaria pendientes de tramitación en los juzgados de toda España". Recientemente desde la Asociación Profesional de la Magistratura se afirmaba que “Las entidades han convertido los tribunales en sus oficinas recaudatorias” y que se trata de “de una situación preocupante y muy dolorosa. Un drama social”. Y el presidente del Consejo General de la Abogacía Española ha expuesto también su posición de una forma rotunda: “No más desahucios por impago de deudas hipotecarias”. Las anteriores manifestaciones son prueba de que existe una auténtica alarma social en materia de desahucios, alarma concretada en los 400.000 desahucios que se han producido en los años de la crisis económica, y en los miles que se están tramitando en los juzgados españoles; esta trágica situación ha de ser tenida en cuenta a la hora de interpretar las normas vigentes pues, de conformidad con lo establecido en el artículo 3.1 del Código Civil, las normas jurídicas han de interpretarse con arreglo “a la realidad social del tiempo en que de ser aplicadas”, lo que en el tiempo presente exige una clara visión pro ciudadano. CUARTA.- VIOLACIÓN SISTEMÁTICA DE LOS DERECHOS HUMANOS: EL DERECHO A UNA VIVIENDA ADECUADA. Las Plataformas de Afectados por la Hipoteca y diferentes entidades de la sociedad civil han denunciado reiteradamente que los procedimientos de ejecución hipotecaria masivos constituyen una violación sistemática de derechos humanos puesto que sitúan a la persona ejecutada en una situación de absoluta indefensión. Corresponde al juzgador interpretar las normas relativas a derechos fundamentales que la Constitución Española reconoce de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España (art. 10.2 CE). Los derechos humanos están llamados para que resulten efectivos y no meramente ilusorios. La vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva en las ejecuciones hipotecarias masivas llevadas a cabo por las entidades financieras también vulnera el derecho de las personas a disfrutar de una vivienda digna y 14 adecuada (art. 47 CE). Se trata de un derecho humano consagrado en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), ratificado por España y que forma parte del ordenamiento interno español (art. 96.1 CE), y que en su art. 11.1 establece que los Estados se comprometen a tomar las medidas necesarias para realizar “el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso (…) vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento.” Las referidas ejecuciones hipotecarias masivas en el actual entorno de crisis económica-financiera y con alta tasa de desempleo que imposibilita a las personas costear la financiación de sus viviendas, conllevan a la práctica de desalojos forzosos, con igual carácter masivo, incompatibles con las normas del PIDESC y su realización conculca gravemente otros derechos fundamentales como “violaciones de derechos civiles y políticos, tales como el derecho a la vida, el derecho a la seguridad personal, el derecho a la no injerencia en la vida privada, la familia y el hogar, y el derecho a disfrutar en paz de los bienes propios”, según indica en su Observación General n° 7 el Comité de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales, que constituye el intérprete autorizado del Pacto homónimo en el plano internacional y cuya interpretación debe ser tenida en cuenta ya que comprende las “condiciones de vigencia” de este instrumento. La referida Observación general expresa que “el término "desalojos forzosos" se define como “el hecho de hacer salir a personas, familias y/o comunidades de los hogares y/o las tierras que ocupan, en forma permanente o provisional, sin ofrecerles medios apropiados de protección legal o de otra índole ni permitirles su acceso a ellos” Según el Informe de la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada, Raquel Rolnik (Naciones Unidas A/67/286 Asamblea General) de fecha 10 de agosto de 2012 “en España se han ejecutado más de 350.000 hipotecas desde 2007, y en 2011 tuvieron lugar aproximadamente 212 ejecuciones y 159 desalojos al día. La crisis ha afectado desproporcionadamente a los más pobres y vulnerables, que fueron los últimos en ingresar en los mercados hipotecarios y los primeros en sufrir las consecuencias de las crisis en razón de su escasa resiliencia a las conmociones económicas y su poca capacidad de pago. Algunas investigaciones recientes indican que la mayor parte (el 70%) de los impagos registrados en España guarda relación con la crisis del empleo y que el 35% de las propiedades ejecutadas pertenecen a migrantes.". De acuerdo con los últimos datos del CGPJ en su informe "efectos de la crisis en los órganos judiciales" en el segundo semestre de 2012 se han iniciado más de 50.000 procesos de ejecución hipotecaria por lo que se superarán las 400.000 ejecuciones hipotecarias desde el inicio de la crisis. La violación del derecho a la tutela judicial efectiva y a un procedimiento con todas las garantías sería a su vez constitutivo de una violación de derechos fundamentales de las personas de la que podría devenir responsabilidad del Estado por violación sistemática de los derechos humanos, puesto que la 15 mencionada violación se deriva de la aplicación del derecho interno y por la aplicación masiva ante la que nos encontramos. QUINTA.- NORMATIVA DE CONSUMIDORES. La hipoteca que se ejecuta fue otorgada a una persona física para la adquisición de una vivienda por lo que goza de la condición de consumidor según establece el Art. 3 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias (en adelante ROL 1/2007). De la lectura del artículo 51 en relación con el 53.3 CE se concluye que la defensa de los consumidores y usuarios ha de considerarse un principio general informador del ordenamiento jurídico en un doble sentido: por una parte, obligando al legislador a adoptar las medidas normativas precisas y, por otra, atribuyendo a los órganos encargados de aplicarlas el deber de interpretar las normas en un sentido favorable a los legítimos intereses de los mismos. Y este principio se ve reforzado cuando los derechos del consumidor guardan relación directa con un bien o servicio de uso común, ordinario y generalizado, como es el caso de los préstamos con garantía hipotecaria y más cuando son otorgados con la garantía de la vivienda familiar. La defensa de los consumidores y usuarios es, en consecuencia, una de las exigencias que derivan del componente social de nuestro Estado de Derecho que, en palabras del Tribunal Constitucional en STC 123/1992, de 28 de septiembre, cuya tendencia siguen otras Sentencias del Tribunal Constitucional 98/1993 y 177/1993 “…significa una acción tuitiva del más débil o desvalido cuando surge un conflicto en el cual la prepotencia del contrario le haría ser siempre el perdedor, para conseguir así la igualdad real o efectiva de individuos y grupos, a la cual encamina el artículo 9 de la Constitución y, con ella, la justicia.” Debiendo señalar para finalizar que tal y como se indicó en la STC 12/1994, de 17 de enero, FJ 6, nuestro texto constitucional no consagra derechos meramente teóricos o ilusorios, sino reales y efectivos. SEXTA.- VULNERACIÓN DEL DERECHO DE TUTELA JUDICIAL EFECTIVA. A resultas de lo planteado, y siendo probable que el procedimiento de ejecución hipotecaria de España sea considerado por el TJUE contrario a la normativa sobre consumidores, se estaría vulnerando el derecho a la tutela judicial efectiva, al derecho de defensa de los deudores hipotecados y a la prohibición de indefensión, y es imperativa para el juzgador la protección de derechos fundamentales en el procedimiento y su actuación urgente. SÉPTIMA.- PLANTEAMIENTO SUBSIDIARIO DE CUESTIÓN PREJUDICIAL. 16 Por medio del presente escrito manifiesto que me siento en grave indefensión, sin posibilidad de hacer efectivo mi derecho a la defensa por las graves deficiencias procesales, en criterio concurrente con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, organismos defensores de los derechos humanos, organizaciones de la sociedad civil, organismos de defensa de los derechos humanos y de la abogada general del TJUE. Es por este motivo por el que le solicito que en caso de no apreciar la suspensión por los motivos descritos precedentemente, considere ese Juzgado, de manera subsidiaria proceder de oficio al planteamiento de cuestión prejudicial al Tribunal de Justicia de Luxemburgo, en los mismos términos que la presentada por el Juzgado Mercantil de Barcelona (Asunto C415/11), ante el TJUE, antes de quedar los autos conclusos para dictar la correspondiente resolución judicial, dando traslado a las partes para que alegaren lo que su derecho les conviniere cuanto a la posibilidad de plantear dicha cuestión, en base a la jurisprudencia comunitaria antes descrita toda vez que ya han sido reiterados y reconocidos por nuestros propios tribunales, la obligación de poder declarar de oficio en cualquier procedimiento la existencia de clausulas abusivas así como la necesidad de que los ciudadanos ejecutados en los procedimientos hipotecarios tengamos la posibilidad de poder plantear en los mismos la existencia de clausulas abusivas como motivo de oposición sin tener que remitirnos a un procedimiento declarativo posterior. En base a la jurisprudencia comunitaria sobre el examen de oficio por el tribunal de las cláusulas abusivas, en el resto de procedimientos de ejecución hipotecaria que se tramitan en este Juzgado, SSª de oficio puede plantear también esta cuestión. Por todo ello, SOLICITO AL JUZGADO: Que tenga por presentado el escrito y por realizadas las manifestaciones contenidas en el cuerpo del mismo acordando la suspensión inmediata del mismo o en su caso, proceda a plantear cuestión prejudicial en los mismos términos que la presentada por el Juzgado Mercantil nº 3 de Barcelona (Asunto C-415/11), ante el TJUE. Por ser justicia que pido en …........, a *** de *** de 2012 OTROSI DIGO: Que dado que la presente petición se formula amparándose en el incumplimiento del Estado español de una normativa comunitaria que en modo alguno me puede ser imputada, que en tanto en cuando se mantengan las causas de suspensión ello no me suponga mayores perjuicios derivados de la continuidad en el devengo de los intereses moratorios. Por ello, nuevamente, 17 SOLICITO: Que tenga por hechas las manifestaciones anteriores, a los efectos oportunos y acuerde de conformidad. SEGUNDO OTROSÍ DIGO: La aprobación de la reciente Ley de Tasas Judiciales, por el que se regulan determinadas tasas en el ámbito de la Administración de la Justicia, en los términos establecidos, constituye un veto sin precedentes en el derecho de acceso a la justicia de millones de consumidores y usuarios, vaciando de contenido el derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el artículo 24.1 de nuestra Carta Magna y artículo 6 del Convenio Europeo. Esta norma, ha merecido el reproche unánime de todos los operadores jurídicos, nuestra mejor doctrina y sociedad civil. No se cuestiona por esta parte que la finalidad de la tasa pueda ser legítima en tanto pretende la financiación del servicio público de la Administración de Justicia, sino que se censura abiertamente su manifiesta desproporción en relación con el objeto pretendido y el correlativo vaciamiento que conlleva del derecho fundamental al acceso a la tutela judicial. Y de modo muy particular, para los consumidores y usuarios, quienes al margen de su mayor fragilidad que ya mereció el amparo del legislador constituyente en el artículo 51 CE, nunca imputarán el pago de dichas tasas, a diferencia de las empresas, como un gasto más de su actividad en su “balance contable”. Tal y como concluyera la STEDH Kreuz contra Polonia, de 19 de junio de 2001, al declarar la vulneración del artículo 6 del Convenio Europeo, es esencial tener en cuenta la cuantía de las tasas a la luz de las circunstancias, incluyendo la capacidad de pago del justiciable. En el caso presente, según se infiere de la lectura de la STC 20/2012, de 16 de febrero, la inconstitucionalidad de la norma, deviene de la barrera desproporcionada que implica para los consumidores y usuarios, atendiendo especialmente a la cuantía. La exigencia de una tasa a un justiciable que se halla precisamente en una situación de extrema gravedad, sobre el que pende la pérdida de su vivienda, es a todas luces, una barrera insuperable que desgarra los más elementales principios del acceso a la tutela judicial. Por esta razón, se nos antoja, de modo singular, la oportunidad y conveniencia del planteamiento de cuestión de constitucionalidad por parte del juzgador ante el TC, conforme a la habilitación dispuesta en el artículo 163 de nuestra Carta Magna, en concordancia con lo previsto en el artículo 35 LOTC. SUPLICO: Se tenga por realizada la anterior consideración, con formulación por parte del juzgador de cuestión de constitucionalidad ante el TC por posible vulneración de lo dispuesto en el artículo 24.1 CE en concordancia con lo establecido en el artículo 6 del Convenio Europeo. Reitero justicia impetrada ut supra. 18 Fdo: Xxxxxxxxxxxx Abogado Fdo: xxxxxxxxx Procurador 19