Algunos ejes teorico-metodologicos en el estudio del conflicto social Izaguirre, Ines En publicacion: Argumentos, no. 1. FCS, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autonoma de Buenos Aires, Argentina: Argentina. diciembre. 2002 1666-8979. Acceso al texto completo: http://www.argumentos.fsoc.uba.ar/n01/articulos/izaguirre.doc Descriptores Tematicos: conflictos sociales; teoria; lucha de clases; protestas sociales; nuevo orden mundial; neoliberalismo; america latina Algunos ejes teórico-metodológicos en el estudio del conflicto social Inés Izaguirre* Ubicaré contextualmente mi postura metodológica. La recuperación de niveles aceptables de tasas de ganancia y de acumulación en la economía capitalista mundial desde los años 80 (Dumenil y Levy, 2000) precedidos en varios países de América Latina por procesos de fuertes dictaduras militares, con el retroceso de los movimientos obreros y de izquierda, unido a la simultaneidad de la caída de varios regímenes socialistas, y de la penetración del capital en nuevos y vastos territorios (Astarita, 2001), configuran lo que podríamos llamar una nueva - y por lo tanto no conocida en todas sus dimensiones - etapa de expansión del capitalismo a nivel mundial, caracterizada por: el predominio del capital financiero especulativo sobre el capital productivo, por una magnitud de concentración y centralización históricamente inéditas de capital y de poder, la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo y el crecimiento de la superpoblación relativa a niveles desconocidos hasta ahora. Esto es sobre todo observable en Africa y América Latina. Definido así el contexto de nuestra problemática, sabemos que el incremento del conflicto social en el territorio latinoamericano desde mediados de los 90 tiene una base objetiva La teoría de la lucha de clases El primer eje teórico sobre el que sitúo el análisis del conflicto social es la revalorización y desarrollo del cuerpo teórico del marxismo, por su capacidad explicativa del movimiento de la sociedad capitalista y del conflicto como lugar de observación crítico. Esto exige hoy incorporar el conocimiento de los avances teórico-empíricos de otros campos del conocimiento y desarrollar la teoría de la lucha de clases, que tiene análisis importantes incluidos los de Marx (personalmente creo que el rigor y la claridad del análisis empírico del 18 Brumario no ha sido superado, máxime si se piensa que se trata de un proceso que se estaba estudiando al mismo tiempo que se desarrollaba), Engels, Lenin, y Gramsci, pero que permanecen todavía demasiado próximos a la materia investigada. Cuando hablamos de clases, no hacemos referencia a conjuntos clasificatorios de individuos que pueden agruparse estadísticamente a partir de un conjunto de variables (aproximación a clase en sí), sino a conjuntos humanos que, articulados en posiciones distintas en las relaciones de propiedad y en otros subsistemas vinculados, luchan entre sí y al interior de sí, entre fracciones, en función de intereses de todo tipo; se alían entre sí y con fracciones de otras clases. O sea que la confrontación siempre se da entre alianzas que constituyen fuerzas sociales; que esas alianzas producen alineamientos, construyen poder y permiten el proceso de toma de conciencia acerca de sí mismas y de sus antagonistas. En síntesis, las clases se constituyen permanentemente en sus luchas, en sus confrontaciones, o como diría Marx, se hacen clases para sí. De allí que la teoría se llame de la lucha de clases, no de las clases, y que los análisis clásicos del marxismo siempre refieran a procesos concretos de lucha. Se trata de relaciones sociales que nos atraviesan absolutamente a todos, lo sepamos o no. (Marín, 1982). El estudio del movimiento, la lucha y la confrontación siempre ha sido complejo, porque la influencia positivista en ciencias sociales se ha expresado muchas veces como una contabilidad ahistórica de individuos, con la ventaja no menor de rechazar la enunciación ensayística de tales fenómenos pero con la desventaja de no profundizar en el conocimiento del contenido concreto de las luchas, o sea en los intereses de los sujetos que confrontan. Dicha influencia tampoco ha sido neutra, al reproducir también criterios de legalidad, jerarquía y autoridad -como la de la Iglesia hace cinco siglos respecto de las ciencias de la naturaleza no humana, y como la de las fracciones financieras desde mediados de los 70, que requirieron de la derrota y la cooptación objetiva de las izquierdas y en general de las clases subordinadas de la sociedad. Esta situación se ha expresado en el campo político-académico de las ciencias sociales con diversas variantes de maccarthysmo, o sea con la desvalorización de los que se animaron a sostener otra mirada. Fue la consecuencia residual de una confrontación mundial que duró cuarenta y cinco años, la llamada guerra fría, en la que el marxismo sintetizaba conceptualmente la figura del enemigo para las burguesías trasnacionales, y que en Argentina produjo una verdadera guerra contrainsurgente con miles de muertos y desaparecidos. Sociogénesis y psicogénesis El segundo eje que considero necesario proponer en la misma dirección del anterior, es la historicidad de los procesos sociales. A fuer de parecer una obviedad, se trata de una dimensión epistemológica del conocimiento de lo social y de su producción y reproducción. Supone distintos tipos de análisis: (1) la consideración de la estructura social objetiva y subjetiva que constituyó a las distintas fracciones sociales y a los sujetos que luchan hoy, y que pueden tener una inserción similar en la producción- incluso como población sobrante- pero comportarse de modos divergentes de difícil explicación; (2) el análisis histórico genético de esas subjetividades diferentes que hoy están en distintos estadios de constitución de su autonomía. Tratar de entender el momento social que atravesamos, implica conocer su génesis. Conflicto y orden social El tercer eje que, teniendo en cuenta los anteriores, es esencial al análisis de la conflictividad social- mirado desde la perspectiva de las fracciones subordinadasremite a su relación con el orden social dominante. En una matriz encabezada por el tipo de fracciones en lucha, deberíamos distinguir entre (1) las luchas contra el despotismo de un régimen dominante o hegemónico, que limita, excluye, reprime, y en las que cada fracción busca en forma permanente crear las condiciones de igualación en la toma de decisiones para todos y cada uno y que denominaremos luchas democráticas. Este es el contenido y la forma de las luchas de los movimientos sociales. (2) las luchas que buscan cambiar el orden social que produce y reproduce la desigualdad o sea cambiar las condiciones por las que una parte de la especie humana somete y expropia a la otra, a las que llamaremos luchas anticapitalistas, revolucionarias o socialistas. La complejización de esta matriz puede ser muy alta. Primero, cuando se combinan estos dos tipos de lucha con los tres ámbitos clásicos de las luchas de clases: económico, político y teórico-cultural-ideológico. Segundo, cuando hay divergencia entre las acciones objetivas y la subjetividad de quienes las llevan adelante, por ejemplo entre los grupos que llevan adelante un tipo de lucha democrática y la conciencia sobre sus acciones, que creen por ejemplo, estar haciendo la revolución. Esta contradicción produce confrontaciones que a veces son difíciles de explicar. Tenemos así una matriz de doce casilleros de tipos y ámbitos de las luchas de las fracciones subordinadas, en su dimensión objetiva y subjetiva, teniendo en cuenta que un mismo proceso de lucha tiene necesariamente valores en cada uno de los casilleros. MATRIZ DE TIPOS DE LUCHAS DE LAS FRACCIONES SUBORDINADAS Y SU RELACIÓN CON EL ORDEN SOCIAL DOMINANTE Fuente: Elaboración propia. Es importante advertir que para tener conciencia de la lucha por la igualdad es necesario que los hombres hayan incorporado las estructuras lógicas, epistemológicas y afectivas que hacen posible percibir a los otros como iguales. Este es el nivel en que se hacen visibles y posibles las relaciones de cooperación, en el marxismo y también en la epistemología genética. En este estadio sociogenético comienza a ser posible concebir y objetivar las luchas como luchas de clases, y, a nivel del individuo, o sea en la psicogénesis, es posible el proceso de construcción del juicio moral. No de una moral heterónoma, de subordinación a la autoridad o de infantilización, sino de autonomía. (Marín, 1995). El juicio moral sólo es posible entre iguales, tal como el pensamiento crítico ( Piaget ,1984), teniendo en cuenta que se puede ser autónomo en la práctica, en las acciones, y heterónomo todavía en la conciencia de ellas. El modelo de la guerra Un cuarto eje teórico-metodológico refiere a la necesidad de incorporar en el análisis del conflicto social, el modelo de la guerra entre fuerzas sociales, o sea entre alianzas sociales en pugna, que está en la base de la teoría de la lucha de clases. Esto es independiente de que las confrontaciones se produzcan con armas materiales o morales. Aclaro en este punto que las confrontaciones sociales nunca se dan entre sujetos “desarmados”. Estoy hablando de un modelo epistemológico donde la confrontación es la condición necesaria para el aprendizaje de sí mismo y del otro, no sólo del enemigo sino también de los aliados, los pares, los iguales, o sea para la toma de conciencia. La negación del tema de la guerra es un obstáculo ideológico, no epistemológico: Piaget lo llamará ideas tenaces (1984). La guerra, devaluada ideológicamente y en la realidad, resulta algo malo para el sentido común dominante, por eso el poder se empeña en aparecer siempre como que lleva adelante la paz, mientras hace la guerra. (Marín, 1995; Izaguirre, 1995) Una vez que uno se despoja de estos prejuicios descubre la enorme utilidad del modelo de la guerra en el análisis del conflicto social y de la lucha de clases. Descubre cuánto le aporta en la medición de esos fenómenos: quién inicia el conflicto, contra quién lo hace, con qué instrumentos, con cuántos cuerpos, qué aliados gana o pierde, bajo qué consignas, en qué tiempo y lugar, y finalmente qué resultados objetivos logra y con qué discurso. Nos permite primero construir los datos, luego ordenarlos, periodizarlos y finalmente dibujar su trayectoria, es decir, descubrir la estrategia de los contendientes. Esta confrontación, que es parte de la lucha de clases, no es la guerra de la que nos habla la burguesía. La guerra como actividad que precede y/o sigue a la política es un asunto entre iguales (Clausewitz, Foucault). En cambio, el enemigo de clase para la burguesía no es un igual. Tengo la impresión de que a partir del 11 de septiembre (2001) esta relación social entre desiguales se ha universalizado en el discurso del poder entre estados. Su precariedad conceptual es tal que corresponde a un estadio primitivo de pensamiento mágico, una lucha entre el Bien y el Mal absolutos. Todo indica que el capitalismo ha iniciado su crisis global, pero eso no significa que vaya a estallar ni que desaparezca rápidamente, como prefiguran algunas imágenes del campo de la izquierda, construidas más desde el deseo que desde la razón. Nosotros no podemos darnos el lujo de retroceder en el conocimiento al estadio del pensamiento mágico. Más bien debemos prepararnos para una larga lucha, cuyo resultado no está garantizado. Bibliografía citada Astarita, Rolando (noviembre 2001) Un análisis crítico sobre la tesis de las ondas largas. Cuadernos del Sur, 32. Gerard, D. y Dominique Levy (1999) El capitalismo contemporáneo, el neoliberalismo. En II Congreso Marx Internacional, París, P.U.F., Izaguirre, Inés (1995) Pensar la guerra. Obstáculos para la reflexión sobre los enfrentamientos en la Argentina de los 70. Rosario: Uiversidad Nacional de Rosario,Facultad de Humanidades y Arte. Marín, Juan Carlos (1982) La noción de polaridad en los procesos de formación y realización de poder. Buenos Aires: CICSO, serie Teoría 8. Marín, Juan Carlos (1995) Conversaciones sobre el poder. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Gino Germani. Capítulos 1 y 4. Marx, Karl (1867) El Capital. México: Siglo XXI, 1998- [tomo I, cap. 1 a 4]. Piaget, Jean (1984) El criterio moral en el niño. Barcelona: Martínez Roca. cap. III. Piaget, Jean y Rolando García (1984) Psicogénesis e historia de la ciencia. México: Siglo XXI. [Prefacio, Introducción y cap. IX y X] *Es socióloga. Investigadora senior en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales. Profesora de la Carrera de Sociología. Área de iinterés: Conflicto y cambio social. Genocidio en la Argentina