1 I.S.F.D. Nº 12 –Primer año Enfoque histórico político de la Educación Argentina TEMAS: Capitalismo: concepto –carácter –teorías acerca del mercado. Ideologías políticas: liberalismo, socialismo. CAPITALISMO. Definición: existe un amplio consenso en definir al capitalismo como un sistema económico, o socioeconómico, basado, principalmente, en la propiedad privada de los medios de producción y en el contrato libre de trabajo asalariado para que desarrolle las tareas productivas. Esto implica que el proceso económico, es decir, la producción, se encuentra en manos de la iniciativa privada, quien la desarrolla con el fin de obtener una ganancia. De la definición anterior se pueden extraer tres aspectos fundamentales y concurrentes en la producción capitalista: el capital, propietario de los medios de producción; el trabajo, contratado en forma libre por los capitalistas por medio del pago de un salario; y la ganancia, resultado del proceso productivo, que es la utilidad del capital. El análisis del funcionamiento de estos tres términos –capital, trabajo, ganancia- divide la teoría económica en diversas concepciones sobre el carácter del capitalismo. Carácter del capitalismo: los tres elementos señalados son inherentes al capitalismo y distintivos de su especificidad. Junto al capital, trabajo y ganancia aparece el mercado, en el que convergen el capital y el trabajo con el fin de realizar la producción que los abastece y, de esta última, de las mercancías que conforman la producción, surge la ganancia. Por lo que: capital, trabajo y ganancia, en relación con el mercado, ponen en funcionamiento al sistema capitalista. Sin el concurso de cualquiera de estos tres elementos el capitalismo no sería el mismo, es decir, no existiría, sería otro sistema. ¿Y el mercado? ¿Cuál es su importancia? ¿Puede existir el capitalismo sin mercado? Obviamente que no, pues la producción del sistema capitalista no es para el consumo personal sino para el intercambio, el que se realiza por dinero con el fin de obtener una ganancia. Es por esto que el mercado se convierte en un complemento decisivo del capital, del trabajo y de la ganancia. Sin embargo, entre los economistas no existe una concepción unívoca del mercado, o, mejor dicho, con respecto a las posibilidades de que funcione de tal o cual manera. En otras palabras, la idea que se tenga del mercado caracteriza, de un modo u otro, al sistema capitalista. Sumado esto a la visión 1 2 que se tenga de cómo se articula el capital, el trabajo y la ganancia, encontraremos diversas interpretaciones del carácter del capitalismo. Las teorías económicas clásica, neoclásica, neoliberal y monetarista le asignan una importancia fundamental a la libertad de mercado. Su funcionamiento, sin interferencias, es la condición indispensable para realizar una producción que solamente puede limitarse por razones naturales y tecnológicas. Si en el mercado se deja funcionar libremente el mecanismo que surge de la ley de la oferta y la demanda, los precios de las mercancías y la retribución de todos los factores que intervienen en la producción (capital, trabajo y costo de recursos naturales) se regularán con equilibrio, como consecuencia de la libre competencia que promueve y ordena la actividad económica. Si la oferta de un bien supera su demanda, los precios bajarán, mientras que en el caso inverso, subirán. Lo mismo sucede con los beneficios del capital, con el precio de los salarios y con los de los insumos. La ganancia, o beneficio empresarial, es la recompensa por la inversión de capital, que implica riesgo empresario, abstinencia de consumir en el presente y coordinación del proceso productivo. Esta ganancia, o excedente del empresario, es destinada a su consumo personal en una mínima proporción, y el resto, la mayor parte, se reserva para la acumulación capital con el fin de incrementar las actividades productivas. En la teoría marxista, el capitalismo es el resultado de una relación social en al que una clase, minoritaria, es propietaria de los medios de producción y está vinculada con otra, mayoritaria y excluida de toda propiedad que no sea su fuerza su trabajo, a la que contrata por medio de un salario para que realice las actividades productivas. Considera a los medios de producción (maquinarias, materias primas, dinero, etc.) como capital constante pues no puede sufrir ninguna alteración de valor, y a la fuerza de trabajo como capital variable dado que aparece como consecuencia del adelanto de capital dinerario para contratarla, y primero reproduce el equivalente –mercancías- de su propio valor –que se paga con salario- y luego produce un valor adicional que se denomina plusvalía y varía de acuerdo a diversas condiciones. Es así que para el marxismo, la fuerza de trabajo es una mercancía que produce una mayor cantidad de mercancías de las que consume –por medio del salario- para reproducir su fuerza original con el fin de continuar sirviendo al proceso productivo. De acuerdo a esta concepción, la fuerza de trabajo produce un valor, que Marx denomina plusvalía y es apropiado por el empresario en forma de excedente o ganancia. En consecuencia, el trabajo es la fuente de acumulación de capital, apropiado por el capitalista. De aquí deriva que para el marxismo, el capitalismo se basa en la explotación del hombre por el hombre. La clase burguesa, propietaria de los medios de producción, explota a la clase proletaria, propietaria de la fuerza de trabajo. 2 3 Extraído de: De la Vega, JC. Diccionario Consultor económico. Ed Librograf. IDEOLOGÍAS POLÍTICAS LIBERALISMO El liberalismo político nace en las luchas contra las monarquías absolutistas y el símbolo de su instauración es la Revolución Francesa de 1789. John Locke, Montesquieu, Voltaire, Rousseau son los principales representantes de la doctrina liberal. El liberalismo político reivindica para el individuo su derecho a la libertad y la igualdad en contraposición con los principios de la monarquía que establecían privilegios transmitidos por herencia. El advenimiento del liberalismo político introduce en el gobierno la división de los poderes(ejecutivo, legislativo y judicial), el sufragio, la libertad a elegir y ser elegido en funciones de gobierno; la libertad de expresarse y de obrar como se quiera con el único límite impuesto por la libertad de los otros. El liberalismo también introduce el principio de la seguridad personal a través del Hábeas Corpus. Todas las libertades actuales son impuestas por este sistema: inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia, libertad de circulación, etc. En el orden público, el liberalismo sostiene la libertad de prensa, religiosa de asociación. Ésta última da base a la formación de los partidos políticos que representan la esencia del sistema liberal. De acuerdo con su funcionamiento, los gobiernos tienen una duración limitada y los ejercen los partidos en representación del pueblo, que expresa su decisión por medio del sufragio. Esta situación le da a los gobernantes un carácter provisional ya que están obligados a someter sus actos de gobierno periódicamente al juicio del electorado. El liberalismo económico sostiene como dogma “ Laissez faire, laissez passer” (dejad hacer, dejad pasar). La primera de estas propuestas se refiere a la libertad de producción, y la segunda se refiere a la libertad de comercio que plantea la desaparición de las barreras aduaneras entre las naciones y la libre circulación de las riquezas. En 1776, el escocés Adam Smith establecía las bases del liberalismo económico con la publicación del libro Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Esta obra postulaba: Crítica de las posiciones económicas vigentes: la riqueza de un país no residía, como se pensaba, en la acumulación y atesoramiento de metales preciosos(mercantilismo, ni tan sólo en la producción agraria(fisiocracia). La riqueza de las naciones dependía de la capacidad productiva total de cada país, entendida como la suma de los trabajos y esfuerzos individuales 3 4 de los habitantes en todas las parcelas productivas: agricultura, industria y comercio. La riqueza generada por la producción nacional repercutiría en el bienestar de sus habitantes. La formación de capital procedía del ahorro y de los beneficios obtenidos de la diferencia entre el precio de coste (materia prima, trabajo, energía...) y el precio de venta. El mercado fluye según el acuerdo individual del productor y el consumidor (ley de la oferta y la demanda). Tanto estas relaciones como las de producción –entre capital y trabajo- debían ser libres y estar basadas en el mutuo acuerdo, resultado de la búsqueda del propio interés de cada parte. El Estado no debía intervenir en la economía, sino que su función estaría dirigida a garantizar el orden jurídico y los derechos individuales, la defensa del país y el mantenimiento de las estructuras básicas de transporte y comunicaciones mediante la realización de obras públicas. El funcionamiento espontáneo de la actividad económica implicaba la supresión de todas las normas que regulaban y dificultaban el intercambio en el Antiguo Régimen. Y debía permitirse el librecambio entre las naciones. Las coincidencias entre liberalismo político y liberalismo económico eran totales. Ambas concepciones imaginaban el Estado o las naciones como una suma de individuos (sin tener en cuenta las clases). Basaban sus formulaciones en la defensa de las libertades individuales y de derechos e intereses particulares que, en un sistema de desigualdad manifiesta, favorecen siempre a los poderosos. Dueños de los medios de producción y representados en las instituciones públicas, los burgueses dominaron la vida social imponiendo sus valores(orden, libertad, progreso). Durante el siglo XIX, los teóricos del movimiento obrero señalaban lúcidamente que el Estado liberal no representaba a la nación, sino tan sólo a la burguesía. EL ESTADO El estado moderno surge en los siglos XV y XVI, cuando se centralizan funciones que antes cumplían otros actores sociales; pero las características que adjudicamos habitualmente al estado se conforman con posterioridad a las revoluciones burguesas del siglo XVIII: es el estado nación, fruto del ascenso de la burguesía, y de la ideología liberal. Pero este estado que surge, si bien se plantea sobre la base del republicanismo no debemos igualarlo a la idea de democracia. “Hay dos aspectos del estado –nación que conviene examinar: el de la autonomía del estado y el de la igualdad política de los ciudadanos. Calificar al estado de ‘autónomo’ significa que se supone que es una entidad neutral, sin implicaciones en los intereses de un grupo social concreto: un árbitro por encima de todos ellos. Pero la realidad muestra que no siempre es así. El estado habla en nombre de todos, pero sirve muchas veces a los intereses de determinados grupos sociales y perjudica a otros. (...)El segundo aspecto a considerar es el de la igualdad política. El principio 4 5 básico del estado –nación se identificaba con el programa de las revoluciones liberales: libertad, igualdad y propiedad. Pero el hecho de considerar la propiedad como la base del ordenamiento social hacía ilusoria la igualdad y limitaba la libertad, ya que se acabaría decidiendo que la posesión de propiedad era una condición necesaria para disfrutar de la plenitud de los derechos políticos” (Fontana, J; 2003; 167-168) Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX se produjo la ampliación del sufragio. EL SOCIALISMO La industrialización tuvo consecuencias terribles para los sectores más pobres –la mayoría- que vivían en medio de la miseria; en las fábricas y ciudades proliferaban el hacinamiento y la suciedad; quienes tenían trabajo se encontraban sometidos a una disciplina agotadora, con tareas rutinarias y regidas por el ritmo de las máquinas; los reglamentos penaban con descuentos y despidos, cualquier desatención o ausencia; los niños eran empleados para manipular maquinarias que requerían dedos pequeños. Los obreros trataron de oponerse a las graves condiciones de vida y de trabajo que se les imponían, organizándose en asociaciones, que comenzaron a consolidarse hacia 1860; en los países desarrollados, se multiplicaron los sindicatos, que apuntaban a obtener mejoras concretas en la situación obrera, y no tardaron en establecer lazos con sus similares de otros países: en 1864 se creó la Asociación Internacional de los Trabajadores, integrada por socialistas y anarquistas. ¿Quiénes eran? El anarquismo tuvo sus principales representantes en Proudhon, Bakunin y Kropotkin, y proponía la eliminación del estado –por considerarlo la encarnación del poder de la burguesía- y su reemplazo por una sociedad sin estado, donde los trabajadores pudieran vivir en armonía; planteaban que el sistema representativo no significaba una sociedad igualitaria –de hecho el sufragio en ese momento no era universal-; sus estrategias eran la huelga general revolucionaria y la insurrección popular. Este movimiento tuvo mucha importancia durante el siglo XIX, pero decayó al ampliarse el sufragio. El socialismo científico estuvo representado por Engels, y fundamentalmente por Carlos Marx; concebían a la sociedad humana como una sucesión de formas de producción que, luego de pasar por la esclavitud, el feudalismo, había alcanzado su etapa más avanzada: el capitalismo. A cada una de las etapas correspondía la formación de clases sociales que luchaban por la apropiación de los recursos. Consideraban que el capitalismo no era una etapa más en la lucha de clases, sino la última, y por ello convocaban a los obreros a organizarse en un partido político capaz de expresar sus intereses como clase, tomar el poder e imponer la “dictadura del proletariado”. El objetivo de 5 6 esta dictadura era la preparación de las condiciones para una sociedad socialista: sin propiedad privada y sin diferencias de clase. Estas ideologías influyeron en la organización del movimiento obrero y durante el siglo XX, el socialismo y sus ideales revolucionarios fue el principal cuerpo de ideas, que llevó a transformaciones profundas en el mundo. Se puede decir que el siglo XX, transcurrió oponiendo dos concepciones diferentes acerca de la sociedad, y de cómo debería funcionar: el liberalismo – coincidente con el espíritu del capitalismo- y el socialismo –que buscaba su destrucción- Bibliografía Alonso, Vázquez, Giavón, Historia. El mundo contemporáneo. Aique, Buenos Aires, 2003 Canessa –Paura –Serrano. Historia, polimodal, de la Gran Crisis a la globalización. Buenos Aires, 2002 De la Vega, J.C., Diccionario Consultor Político, Tomos rojo y azul, Librograf ed., Buenos Aires, 1991. Fernández de Madrid, M. T. y otros, Historia del mundo contemporáneo, Mc.Graw Hill, Madrid, 1999. Lettelieri –Garbarini. Historia, polimodal. Longseller, Buenos Aires, 2002. Tomos 2 y 3 6