REPETIR, REPETIR Y REPETIR Eligio Palacio Roldán Un paro camionero o minero o indígena es malo o bueno si está a favor o en contra mía; una iniciativa de paz es buena o mala si la defiende Uribe o Santos; y lo mismo sucede con el espionaje, la libertad de prensa, la publicidad engañosa; en fin con todo. Así no se puede. Dice el sicoanálisis, la programación neurolingüística y la mayoría de las disciplinas del comportamiento humano que el hombre aprende a gozar, o a sufrir (que también es una forma de disfrutar) en sus primeros años de infancia, y de ahí en adelante, no hace sino repetirse. Es ese el motivo por el cual, el hombre se vuelve incapaz de cambiar su “destino”. Así como el ser humano repite sus experiencias de vida, atendiendo quizás a la primera Ley de Newton, Ley de la Inercia: “Todo cuerpo permanecerá en reposo o con un movimiento rectilíneo uniforme a no ser que una fuerza actúe sobre él”, también los pueblos y las naciones lo hacen; estas leyes explicarían la tendencia reeleccionista de los colombianos, en la esfera política, pero, también, en el campo económico: se reeligen alcaldes, gobernadores, presidentes, congresistas, Juntas Directivas, Consejos de Administración. Se nos olvida, tal vez, por ser una experiencia frustrante, que repetir es perder el tiempo, o eso nos enseñaron, ya adolescentes, cuando repetíamos un curso en la escuela. Diríamos que no somos conscientes de la repetición y que para detenerla es necesario que una gran fuerza actúe sobre nosotros; la diferencia, con los demás cuerpos, estriba en que esa fuerza debe partir desde el propio interior, ninguna otra logrará ese cometido. Esa fuerza tiene que surgir de una decisión íntima; y así como los humanos, en algunas oportunidades, la consiguen, también lo hacen los pueblos; la han tenido desde Vietnam hasta Irak, Japón y la misma Europa para resurgir de la guerra, pero no la tiene ni la ha tenido Colombia, que repite sus guerras, desde los años anteriores a la conquista. (ver LA GUERRA EN COLOMBIA (VIDEO) http://wp.me/p2LJK4-zE). Normalmente, aunque en estricto sentido es anormalmente, quienes no aceptan sus dificultades, quienes creen que como viven están bien, a pesar de las evidencias, quienes no se percatan de sus repeticiones, se pasan la vida cometiendo los mismos errores y pensando en lo de malas que fueron; entonces, como dicen las mamás, no pelechan en lo económico y nacieron para sufrir en el amor, y es que “disfrutan” de las mismas relaciones tormentosas así sea con diferentes personas, eso sí muy parecidas, y quebrándose una y otra vez en los negocios. Es por eso, también, el tradicional, igualito al papá, o al tío, o al abuelo; sin entender que están repitiendo lo aprehendido. Hace muchos años, en mis estudios de Periodismo, en la Universidad de Antioquia, en el curso de literatura, nos pusieron a descubrir, en nuestro entorno, una ciudad invisible, al estilo de la obra del gran autor Italo Calvino; yo descubrí, una muy simple, en mi pueblo, Entrerríos, Antioquia, la ciudad de las repeticiones. Allí todo se repite, los rencores, las envidias y los complejos más pendejos (Ver LAPARIO – EL PUEBLO DE EL VIAJEROhttp://wp.me/p2LJK4-w4); allí escasean la ética y los valores, como en toda esta Colombia, traqueta, y no importan las ideas, ni los conceptos, sino quien las defiende y a quien afectan. Bueno, esta es la misma realidad de nuestra Colombia: un paro camionero o minero o indígena es malo o bueno si está a favor o en contra mía; una iniciativa de paz es buena o mala si la defiende Uribe o Santos; y lo mismo sucede con el espionaje, la libertad de prensa, la publicidad engañosa; en fin con todo. Así no se puede. Y entonces, ya no es trabajar, trabajar y trabajar; sino repetir, repetir y repetir las mismas idioteces o las mismas grandes ideas y defenderlas o atacarlas según quien las dijo y según convenga a nuestros intereses económicos y/o inclinen o no las dádivas a nuestro lado. ANTES DEL FIN Este jueves, en Plaza Mayor en Medellín, es la asamblea No 52 de COLANTA, el relato de una empresa y un hombre, Jenaro Pérez, que se negó a seguir repitiendo la historia, a pesar de las críticas, las envidias y las ofensas. Momento oportuno para agradecer e imitar; no repetir. (ver COLANTA – JENARO PEREZhttp://wp.me/p2LJK4-1cn )