Bienaventurado Es El Que No Halle Tropiezo En Mí

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Anotaciones
Sermones y Artículos Sobre Jesús de Nazaret -- 1
“Bienaventurado Es El Que
No Halle Tropiezo En Mí”
El capítulo once de Mateo registra las dudas que Juan el Bautista tuvo acerca de
Jesús durante el tiempo de su encarcelamiento. Juan no era una persona débil. Su
fibra moral era tal que estaba deseando reprender el adulterio de un rey (Mateo 14:34). No era “...una caña sacudida por el viento” (Mat. 11:7) o débil en carácter causado
por una vida lujosa (Mat. 11:8). Jesús pagó a Juan un alto tributo cuando dijo: “De
cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan
el Bautista...” (Mat. 11:11).
Juan había visto mucha evidencia de la deidad de Jesús. Predijo la venida del Mesías como el anunciador profetizado por Dios (Isa. 40:3; Mat. 3:3). Había bautizado
a Jesús, testificó la unción de Jesús con el Espíritu Santo (Hechos 10:37-38; Mat.
3:16), y escuchó la voz del cielo declarar: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia” (Mat. 3:17). Dirigió muchos de sus discípulos a Jesús, diciendo: “He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
No obstante, Juan compartía los conceptos Judíos del Mesías. Esperaba que el
Mesías viniera como un rey victorioso para vencer los ejércitos de Roma y establecer
la independencia Judía. En lugar de ver a Jesús haciendo la preparación para un conflicto militar, vio a Jesús sanando personas enfermas y enseñándole a los pecadores el
camino de salvación. Debe haberse preguntado: ¿Por qué él (Jesús) estaba contento
yendo alrededor de los pueblos, ayudando a los mendigos, hablando con pecadores
no predispuestos, mientras la nación gemía bajo la tiranía extranjera y clamaba por su
rey?” (Marcus Dods, The Pulpit Commentary,” “Matthew”, Pág. 466).
Por consiguiente, Juan envió dos de sus discípulos a Jesús, mientras languidecía en
prisión, para preguntarle: “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?”
(Mat. 11:3). La respuesta de Jesús fue la de dirigir la atención de Juan a los milagros
que El obraba y también hacia las profecías Mesiánicas que profetizaban la venida
del Mesías. Las profecías no solamente describieron al Mesías como un monarca
gobernando, sino también como un siervo sufriente que enseñaba el evangelio al pobre
y sanaba al enfermo. Jesús dijo:
“Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos
son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Mateo 11:4-6).
Juan reconocería las profecías Mesiánicas, recordaría los milagros, y tendría su fe
fortalecida. Sin embargo, habría muchos otros Judíos que tropezarían en Jesús porque
no era exactamente la clase de Mesías que ellos esperaban. Desafortunadamente,
hay muchos hoy día que tropiezan en el Cristo del Nuevo Testamento porque no es el
Salvador que ellos querían.
Las Ocasiones de Tropiezo
Aquellos que tropiezan en Jesús lo rechazan. Aquí están algunas de las cosas que
Jesús era o dijo, que hacen que los hombres tropiecen.
1. La Deidad de Cristo. El Cristo que se volvió hombre, era Dios (Juan 1:1). Su
declaración de ser el “Hijo de Dios” era una declaración de Deidad, así entendido
en el primer siglo (Juan 5:18). Había existido en “igualdad con el Padre” antes de
venir a esta tierra (Filip. 2:5-8). Muchos hoy día no pueden aceptar a Cristo como
ésto. Piensan que Jesús fue un buen hombre, un buen maestro, un profeta, o aún un
ser creado de un rango muy alto. No obstante, no pueden aceptarlo como “Dios con
nosotros”. Entre aquellos que tropiezan en la deidad de Cristo están incluidos los
modernistas, los Judíos, y los Testigos de Jehová. La Biblia declara que Jesús era
Dios en carne, pero éstos tropiezan en esta clase de Cristo. “Bienaventurado es el que
no halle tropiezo en mí” (Mat. 11:6).
2. Su afirmación de que El es el único camino de salvación. Jesús dijo que El era
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el único medio por el cual los hombres podrían ser salvos. Dijo: “...si no creéis que
yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). “Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Los primeros Cristianos
enseñaron que Jesús era el único camino para el hombre ser salvo. Dijeron: “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres,
en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Algunos hombres tropiezan en ésto. No
tienen problema admitiendo que Jesús es un camino de salvación pero no aceptarán
que El es el único camino de salvación. “Bienaventurado es el que no halle tropiezo
en mí” (Mat. 11:6).
3. Sus condiciones de salvación. Jesús dio la salvación a la humanidad sobre las
condiciones de la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo. El dijo: “El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos
16:16). “...el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios” (Juan 3:5). Algunos hombres tropiezan en las condiciones para la salvación
del hombre. Especialmente ésto es verdad con referencia al agua del bautismo. No
quieren aceptar el hecho de que Jesús enseñó que el agua del bautismo es una condición
para la salvación del hombre. Tropiezan en lo que Cristo dijo acerca del bautismo.
“Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Mateo 11:6).
4. Su enseñanza con respecto a la iglesia. Jesús vino a edificar Su iglesia (Mateo
16:16). Los hermanos correctamente han observado que Jesús vino para edificar Su
iglesia, no Sus iglesias. El nunca tuvo la intención de edificar una pluralidad de denominaciones religiosas. La temprana iglesia enseñó que hay solamente una iglesia
(Efesios 4:4). No obstante, muchas personas religiosas tropiezan en ésto que Cristo
dijo acerca de la calidad de única de la iglesia. Consideran que cualquiera que crea
que hay solamente una iglesia son fanáticos e intolerantes. “Bienaventurado es el que
no halle tropiezo en mí” (Mateo 11:6).
5. Su enseñanza con respecto al matrimonio y las segundas nupcias. Jesús vivió
en una época cuando los hombres se divorciaban de sus esposas por casi cualquier razón
(Mateo 19:3). El dijo que ésta no fue la intención de Dios cuando el matrimonio fue
instituido y advirtió: “...por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo
19:6). Luego añadió: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por
causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada,
adultera” (Mateo 19:9). Jesús reconoció solamente una razón para el divorcio, lo cual,
dio a la parte inocente el derecho para volverse a casar.
Desafortunadamente, algunos de mis hermanos tropiezan en lo que Jesús dijo acerca
del divorcio y las segundas nupcias. Dicen que los matrimonios que son contraídos
y violados antes del bautismo no tienen conexión sobre el hombre cuando decide ser
bautizado. Dicen que ambos, la parte culpable y la parte inocente en un caso de adulterio
tienen el derecho de volverse a casar. Dicen que no hay tal pecado como “viviendo
en adulterio”. Dicen que el “adulterio” simplemente se refiere a la infidelidad en el
acuerdo matrimonial y que ésto no hace referencia a la inmoralidad sexual. Muchas
ideas diferentes han sido circuladas para debilitar lo que Jesús dijo acerca del divorcio.
Aquellos que enseñan lo que Jesús dijo acerca del divorcio y las segundas nupcias
son considerados como legalistas y rigurosos, no teniendo sentimientos por aquellos
que están en tristes circunstancias humanas. Tropiezan en lo que Jesús enseñó acerca
del divorcio y las segundas nupcias. “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en
mí” (Mateo 11:6).
Conclusión
Juan el Bautista no es la única persona que tuvo problemas en la aceptación del
Cristo enviado de Dios. Muchos hoy día están tropezando en Jesús exactamente en la
misma forma que lo fue Juan. Cada uno de nosotros necesita estar deseando someter
nuestras ideas a lo que Cristo sería, y enseñar lo que Cristo era y enseñó. Seamos
cuidados de no rehacer al Cristo a nuestra propia imagen y semejanza. Aceptémoslo
por lo que El era. “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”.
(Guardian of Truth, Vol. 26, Pág. 354, Mike Willis).
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