..surgió una necesidad, ellos estaban allí y crearon una nueva

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...surgió una necesidad, ellos estaban allí y crearon una nueva profesión: Grafista.
Ernest Moradell Català, mi padre, nace en Palamós en los años 20, en una familia no
vinculada a los conceptos del arte y diseño, pronto se trasladan a Barcelona, Ernest se
interesa por lo que llamábamos artes y oficios en la Escuela de Sant Martí de Provençals
y posteriormente se inicia como "dibujante" en Seix i Barral, institución donde se han
iniciado gran parte de los "Pioneros" de Catalunya.
Pero en pleno proceso de formación es desterrado del mundo de la cultura y el arte,
al mundo militar para luchar con 18 años en la Batalla del Ebro, juntos Ernest y su buen
amigo y futuro colega Amand Domenech. Por si no fuera poca la formación militar
recibida en la guerra, tiene que cumplir con el servicio a la patria en Ceuta, pero incluso
en este ambiente hostil del antiguo protectorado, encuentra inspiración y tiempo para
crear y ganar el primer premio de dibujo de la ciudad de Ceuta, 6 años perdidos en manos
de la incultura militar de la época.
Al llegar a Barcelona se encuentra con una ciudad que tiene que crecer y producir, surgió
una necesidad, ellos estaban allí y crearon una nueva profesión: Grafista.
A finales de los 40, inicia su verdadera actividad creativa en Publicidad Gabernet, una de
las primeras de España, al poco tiempo, sin darse cuenta se convierte en uno de los
primeros Directores de Arte, un concepto nuevo que actualmente aún persiste.
En esta época aparezco yo (1949), uno de los primeros recuerdos de mi padre fué cuando
estaba creando el primer cartel español de PepsiCola, la bebida tenía un sabor especial
"muy americano" y nuevo, tanto es así que si en alguna ocasión tomo una cola, me
aparece la imagen de mi padre pintando con gouache el cartel de Pepsi.
Es a partir de aquí que se inician mis multiples vivencias y aprendizajes en el mundo del
diseño al lado de mi padre, fue un autodidacta, pero ningún profesor me enseñó más que
él, de mi padre aprendí todo lo importante, sobre la ética, que el diseño sea útil para
alguien, perder el miedo al papel en blanco, saber reposar las obras creadas para hacer
mejor la autocrítica, dar más importancia a la comunicación que al diseño de autor.
Tenía una capacidad innata para explicar los conceptos visualmente, revisando sus
carteles podemos comprobar que en ellos los textos son innecesarios.
Ernest Moradell fue el único de los fundadores de Grafistas FAD que no estableció
estudio propio, era un comunicador publicitario, en Publicidad Gabernet debía asumir
unos compromisos comerciales que hacían dificil mantener criterios de comunicación,
diseño y creativos de alto nivel, pero considero que fue uno de los mejores cartelistas de
la época; cuando hice la entrevista a Josep Artigas para ADGráfica, publicación que fuí
fundador y director, pocas semanas antes de morir, me comentó que Ernest era un gran
diseñador gráfico y creativo en un campo donde era muy difícil, en aquella época, ser
bien considerado.
Ernest Moradell siempre mantuvo unos niveles de comunicación y diseño muy altos, pero
siempre sacrificó el estilo propio de diseño ante la capacidad de comunicación, para él
siempre fue mucho más importante que su obra fuera comunicativa visualmente; desde
siempre hemos compartido que el diseño debe servir a la función y no al propio diseño.
Recuerdo una anécdota de un cliente que tenia especial predilección por el color verde,
totalmente inadecuado para la imagen de su producto, y ante su insistencia, mi padre le
contestó que tenia un problema, tener el mismo gusto que las vacas.
A pesar de tener criterios similares ante el diseño, desgraciadamente no pudimos trabajar
mucho en proyectos conjuntos, cada uno éramos especialistas en un sector diferente
y sobre todo a partir de los 80. Recuerdo que una de las primeras colaboraciones que
tuvimos fue la imagen de Baqueira, basada en un isotipo desechado por un cliente, lo
recuperamos y rediseñamos la imagen en equipo para la futura estación de montaña,
imagen que aún sigue en activo, y el último fue su colaboración en la señalización
monumental de Tossa de Mar, en la que Ernest aportó unos soberbios dibujos a carbón de
los monumentos, con su estilo personal, como gran dibujante que era.
Pero lo que siempre estaba presente eran las consultas en los proyectos de cada uno y las
discusiones sobre temas de diseño, eso sí, ultimamente por su dedicación total a la
pintura, las conversaciones eran más variadas.
Ernest no ha sido el típico diseñador que la competitividad lo haya desplazado del diseño
gráfico a la pintura, su actividad de director de arte en la agencia de publicidad Interalas
fue pletórica hasta el día de su jubilación, a partir de entonces su creatividad la dedicó
totalmente al arte, han sido como dos "habilidades" diferentes que compaginó durante
toda su vida en mayor o menor dedicación, pocos meses antes de morir empezó una serie
de obras duales en el que aparecía un mismo elemento desarrollado de forma pictórica
y gráfica, quizá quiso despedirse de sus dos grandes pasiones el diseño gráfico y la
pintura, uniéndolas con su saber hacer, creatividad y humildad que le acompañaron toda
su vida.
Este escrito no pretende documentar ni enumerar la obra de mi padre, para ello está su
obra y curriculum en este libro, tan sólo quiere explicar de forma muy fugaz la relación
de un padre y su hijo que han seguido por caminos similares en la actividad y en el
tiempo tanto en lo profesional como en lo político en el universo del diseño gráfico.
Ernest Moradell es la mejor persona que he conocido hasta hoy.
Arcadi Moradell
Bellaterra, 15 de febrero de 2007.
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